M. en D. Primo Blass

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Lunes, 01 Marzo 2021 05:40

Mensajes positivos y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“De aquí no te llevarás lo que tienes.

Sólo te llevarás lo que diste.”

San Francisco de Asís.

Estoy seguro que no hay nadie que no se haya enfrentado al cuestionamiento sobre la muerte durante esta pandemia que nos ha tocado vivir. Lo veo a cada momento en internet, en las publicaciones que veo en Facebook o Twitter. Hay personas que pareciera que se están despidiendo de la vida en lo que escriben. Como si sintieran que ya es hora de marcharse. De hecho, debo confesarlo, también yo he sentido que puedo irme en cualquier momento. Y eso me hace cuestionarme sobre el sentido de la vida y mi misión, si es que hay alguna, en este plano terrenal

En esta pandemia muchas cosas me han regresado a la memoria. Obvio, también la edad me ha causado el mismo efecto desde hace algunos años. Y eso ha causado que, con la magia que ahora tenemos con las tecnologías de la información actuales, pueda regresar al pasado y escuchar aquellas canciones que son parte de la banda sonora de mi vida. Cuestión de buscar en youtube esas viejas melodías e iniciar un viaje maravilloso a esos tiempos de mis mocedades.

De las primeras que escuché con ese mensaje positivo sobre el sentido de la vida, tendría yo unos quince años de edad, está la canción de José María Napoleón, “vive”. “Nada te llevarás cuando te marches / cuando se acerque el día de tu final. / Vive feliz ahora mientras puedes, / tal vez mañana no tengas tiempo / para sentirte despertar. / Siente correr la sangre por tus venas, / Siembra tu tierra y ponte a trabajar. / Deja volar libre tu pensamiento. / Deja el rencor para otro tiempo / y echa tu barca a navegar…”

Esas palabras retumban en mi cabeza frecuentemente. Y en lugar de pensar que me puedo ir en cualquier momento, esas palabras me encienden las ganas de continuar en la vida. No debo pensar en la muerte. En lo que debo pensar es en continuar viviendo la vida al máximo, amar con todas las fuerzas de mi corazón y estar en paz conmigo mismo y con todos los demás. Sembrar mi tierra y ponerme a trabajar.

Estos mensajes son los que necesitamos para darle alegría a mi corazón, como dice la canción de Mercedes Sosa. Recordar que hoy puede ser un gran día donde todo está por descubrir, si lo empleas como el último que te toca vivir, como nos dice Serrat, son los mensajes que necesitamos para seguir adelante. Si escuchas esta canción con Chambao, seguro te va a prender la mecha para iniciar el día con mucha actitud positiva.

Y otro elemento importante es rodearte de gente positiva. Gente que tenga una actitud guerrera ante la desgracia. Gente que, en lugar de quitarte las ganas, le dé luz a tu vida y ganas de seguir adelante. Amigos y amigas que sean como un espejo y como la sombra. Porque el espejo nunca miente, y porque la sombra nunca te abandona. No nos dejemos vencer por esta pandemia ni por ninguna desgracia que nos llegue. Siempre debemos ver la vida con optimismo a pesar de lo malo que nos suceda.

Entiendo que nos sucedan cosas malas, es parte de la vida, y que ellas nos hagan sentir que nos derrumbamos. Podemos llorar por todo lo malo que nos suceda, lamentarnos, desahogarnos. Pero después de eso, tenemos que aprender a levantarnos de en medio de las cenizas como el ave Fénix. Debemos aprender a renacer nuevamente de la desgracia para ser felices.

Cuenta la historia que José María Napoleón, en su juventud, un día, al regresar a la casa familiar, se le hicieron más notorias las carencias en que vivían. Vio las paredes que necesitaban pintura, un montón de ropa que esperaba ser lavada, su madre lavaba ropa ajena, y que mientras su madre le servía un plato de sopa, disculpándose porque era “sopa aguada”, muy aguada para poder compartirla con su hermano, José María se lamentaba por no poder ayudar como él hubiera querido, le dio las gracias a su mamá por la comida. Su madre le contesto lo siguiente: Hay que dar las gracias, pero a diario por tener qué comer, qué vestir y dónde dormir, que ya muerto, ya pa qué. Al escuchar esas palabras de su mamá, se levantó inmediatamente de la silla, le pidió un lápiz a su hermano, tomó el papel de las tortillas, y comenzó a escribir la más emblemática de sus canciones, para mi gusto: “Vive”.

Abre tus brazos fuertes a la vida, / no dejes nada a la deriva, / del cielo nada te caerá. / Trata de ser feliz con lo que tienes / vive la vida intensamente. / Luchando lo conseguirás. / Y cuando llegue al fin tu despedida / seguro es que feliz sonreirás /por haber conseguido lo que amabas, / por encontrar lo que buscabas, / porque viviste hasta el final…

En el Festival OTI de 1976, “Vive” fue la canción ganadora. Lo recuerdo perfectamente como se recuerda un sueño. Yo tenía quince años. Y ahí precisamente, a partir de ahí, La vida de José María Napoleón cambió radicalmente. Y para mí, desde esa edad temprana se sembró la semilla del optimismo para que a pesar de todo lo malo que yo vivía (y viviera de ahí en adelante), aprendiera a sacar lo mejor de la vida para sentir paz en mi corazón.

 

 

 

Lunes, 22 Febrero 2021 05:37

Realidad social y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“Cada cual mira los acontecimientos

desde su esquina, con el rostro vuelto hacia

 la pared para no ver lo que no quiere.”

Matilde Asensi.

 

Según los expertos, lo que llamamos “realidad” no es tal. De acuerdo a la sociología, la realidad es una construcción social. Desde pequeños nos van diciendo cosas que al final, las convertimos en lo que llamamos “realidad”. Nos enseñan conceptos que aceptamos a pie juntillas porque así lo aprendimos desde niños. Y, en cierto modo, es lógico. Nadie duda de lo que nos enseñan nuestros padres. Se supone que nos enseñan lo que nos enseñan porque así debe ser la vida.

En la antigüedad, los pequeños, los infantes, no eran tomados en cuenta en la familia. Sólo tenían la obligación de obedecer. De hecho, la palabra infancia viene del latín con este significado: es la incapacidad de hablar y expresarse en público o expresarse de una manera inteligible para otros. Aunque debo decir, que todavía hay muchos padres que siguen sin tomar en cuenta a sus hijas e hijos.

Sin embargo, conforme va pasando el tiempo, mientras vamos desarrollando nuestro pensamiento, hay cosas con las que ya no estamos conformes. No nos satisfacen o las ponemos en tela de juicio porque “ya no somos unos niños”.

En la película “Matrix”, Morfeo, uno de los personajes principales dice: “¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real? Si estás hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro.” Y entonces viene la pregunta. ¿La realidad existe o no? ¿Lo que vemos en la calle, lo que sentimos, lo que hemos construido en la sociedad como “realidad”, no lo es?

Si nos vamos atrás en el tiempo, había conceptos que se aceptaban como verdaderos. Era “normal” traficar y tener esclavos, castigarlos y golpearlos. Era “normal” que las mujeres se encargaran del hogar mientras los hombres salían a buscar el sustento. Era “normal” que no votaran, era “normal” que el hombre pudiera hacer lo que quisiera y que la mujer lo aceptara, era normal e ideal, que la mujer se “casara de blanco”, entre otras muchas cosas que eran aceptadas como “normales”.

Todo esto confluye también con un tema que hemos tocado anteriormente en esta columna, llamado “discurso dominante”. Nos han llenado la cabeza y el corazón de tantas cosas, tantas que ya no sabemos dónde está la verdad. Y es peor ahora con todo lo que vemos publicado en internet. Nos manipulan como quieren.

Sin embargo, si la realidad social es solamente eso, una construcción que hacemos, propongo que nos pongamos las pilas todos nosotros para crear una realidad social mejor que la que tenemos. Debemos seguir luchando por una mejor forma de vivir y de convivir. Una sociedad en la que haya justicia real. Donde podamos vivir sin violencia, con mejores salarios y una mejor educación.

Ya dejemos de decir y convencernos de que no se puede. Cambiemos el paradigma de lo que significa “realidad” e implementemos uno mejor.

No tenemos que aceptar lo que nos diga el discurso dominante. En el espectro político, por poner un ejemplo, tenemos que dejar de creer en los partidos políticos. Debemos considerar en su justa medida a la persona. Si es una persona comprometida con su sociedad o es un oportunista que llega para beneficiarse y obtener ganancias ilegales. Debemos poner atención en su relación con su grupo comunitario. Si ha sido funcionario, debemos preguntarnos si ha logrado cosas buenas o sólo ha obtenido beneficios para sí mismo y sus allegados o familiares. Si es tu representante actual, pregúntate si ha regresado a las comunidades que lo apoyaron o nunca ha vuelto a regresar.

Estamos viviendo una nueva etapa. Una nueva realidad. Es hora de despertar y emprender la búsqueda de una nueva sociedad, de una manera digna de vivir.

La realidad que construimos puede ser constructiva o destructiva. Depende de quien la cree y para que quiera crearla. La realidad en la que vivimos actualmente no es la ideal. No es la que quiero para mis hijos y las generaciones venideras. Se puede vivir en un mundo feliz si así lo queremos. Intentémoslo. No perdemos nada, y seguro podemos ganar mucho.

 

 

 

Lunes, 15 Febrero 2021 05:58

Amistad y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

 “La amistad es un alma que

habita en dos cuerpos; un corazón

que habita en dos almas.”

Aristóteles.

 

Rabindranath Tagore decía que la verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido. Y en mi muy particular opinión esa es una verdad ineludible. ¿Quién no ha tenido el consejo de un amigo o de una amiga en los momentos difíciles que ha pasado? Los verdaderos amigos siempre están ahí cuando los necesitamos. Para mí, su fosforescencia es como esas noches oscuras que disfrutaba de niño cuando iba a visitar a una de mis tías que vivía alejada de la civilización. Era muy pequeño, y, recuerdo que llegaba un momento en que salía de su casa, invitado por la curiosidad, y en medio de la nada había muchas luciérnagas que alegraban el ambiente y la hacían mágica y misteriosamente disfrutable con esas lucecitas que aparecían y desaparecían misteriosamente.

Al paso de los años, el concepto de amistad se ha ido acrecentando. Y todo se lo debo a todas las experiencias que he vivido. Tenía veintidós años de edad cuando, caminando por las calles de Hong Kong, entré a un monasterio lama. Se me acercó un sacerdote y me preguntó si quería saber un poco de mi destino. Acepté. Me dio un bote con varios palillos largos de bambú que tenían grabados los hexagramas del I Ching. Me pidió que rezara, le dije que no sabía ningún rezo en chino, no, importa, reza en tu idioma, me contestó. Así lo hice, y me dijo que al rezar estuviera agitando el bote con los palillos, y que sólo uno saldría del mismo. Yo pensé que varios se caerían, no solamente uno, y, sin embargo, para mi sorpresa, sólo uno cayó.

El monje lo levantó. Lo leyó y me dijo, entre otras cosas: Este es el hexagrama que te corresponde. Es el hexagrama de Lü: El caminante. Tú no tienes un hogar, andas de camino en camino, y por eso, tienes que aprender a conservar los amigos que vayas haciendo en el camino. No vaya a sucederte lo que al pastor, que por descuidado, perdió su vaca en el camino…

Desde entonces, siempre he tratado de respetar al máximo el valor de la amistad. Y estoy cierto que tengo muchísimos amigos y amigas a dondequiera que voy. Siempre tengo un lugar donde llegar y amigos y amigas a quienes visitar. Me considero afortunado. Sigo el consejo de William Shakespeare que dice:  Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchalos a tu alma con ganchos de acero.

Y lo confieso, con ellas y ellos he llorado, les he abierto las puertas de mi corazón de par en par y he encontrado un oasis de reflexión y tranquilidad en su presencia, en sus palabras. En sus consejos. Me han halagado y reconocido mis éxitos cuando así ha tenido que ser. Pero también me han hecho ver las debilidades y errores que tengo. Y aun cuando muchas veces no me ha gustado lo que me dicen. Lo analizo, lo valoro y, si es necesario, lo corrijo.

La amistad es un valor muy grande que tenemos que desarrollar todos nosotros porque nos da un vínculo de integración social. A través de la amistad aprendemos la empatía, la solidaridad, la cooperación, la afinidad, el compartir. Y de igual manera, la amistad nos hace tener un equilibrio emocional, por ejemplo, cuando sentimos soledad, tristeza, frustración aislamiento, depresión o cuando sentimos nuestra autoestima caer.

Una sociedad en la que se desarrolla el valor de la amistad es más propensa a ser feliz por todo lo que he expuesto anteriormente. Y, por tanto, hace que los miembros de esa comunidad se alejen de la hostilidad, de la violencia y de la agresividad logrando una cultura de paz.

Antes todos los vecinos se saludaban y sonreían. Todos se conocían en la comunidad. Ahora se pone de pretexto que las comunidades son más grandes, pero en realidad, lo que ha pasado es que hemos perdido la confianza. Todos desconfiamos de todos. Por eso hay que regresar a la armonía de antes. Sí se puede. Hagamos el esfuerzo para poder tener comunidades más seguras, porque eso nos dará tranquilidad y seguridad. Yo veo por los tuyos y tú ves por los míos. Y así, todos nos apoyamos entre todos haciendo nuestras comunidades más seguras.

Finalmente, y de manera muy personal, te agradezco a ti, que estás leyendo estas líneas, porque también ellas nos unen, y este vínculo nos hace más amigos.

Y a quienes siempre han estado cerca de mí, muy dentro de mi corazón, les agradezco su acompañamiento durante mi andar por la vida. He aprendido mucho de ustedes. Les agradezco su mirada, su solidaridad, su cariño, sus palabras y sus silencios. Gracias, gracias, gracias por aceptarme con mis más errores que virtudes.

 

 

Lunes, 08 Febrero 2021 05:23

Resiliencia y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“La muerte es una vida vivida.

 La vida es una muerte que viene.”

Jorge Luis Borges.

En mi columna anterior hablé de los sentimientos que han aparecido con la pandemia. Mucha gente se está desbordando con los acontecimientos. Y sobre la amiga que comenté, cuyo padre había enfermado de covid, todo se cierne de gris, pues me dio la noticia hace unos días: su padre falleció víctima de la pandemia.

Muchas amigas y amigos se han ido. No es necesario decir sus nombres. En varios casos son personas muy conocidas de nuestro entorno. Considero, sin temor a equivocarme, que todos estamos de duelo. Decía Hellen Keller que los que estamos de luto no estamos solos. Pertenecemos a la compañía más grande del mundo: la compañía de quienes han conocido el sufrimiento.

El duelo es un estado de pérdida que nos llega cuando alguien muy querido muere, y también lo sentimos ante una pérdida importante, por ejemplo, la pérdida de un empleo, la disminución de la salud, cuando terminamos una relación, y, lo que sentimos es un dolor muy profundo. Una pena muy grande. Esta pena o tristeza es normal y también es saludable porque así nos desahogamos.

Los sentimientos que nos abruman ante una situación de duelo se dan por lo repentino en que llegan el golpe, la noticia, la confusión. Y esto nos lleva a transitar por los caminos de la tristeza y la depresión si nos dejamos agobiar.

Todos reaccionamos de una manera diferente ante la pérdida, ante la crisis. Algunas personas se desesperan y entran en estado de pánico, mientras otras desarrollan una capacidad de avanzar a pesar de las condiciones adversas. Esa capacidad se llama resiliencia.

Las personas resilientes desarrollan una fortaleza psíquica y mental, y las crisis se transforman en marcas del camino que llevan a un futuro mejor. Más positivo.

Los seres humanos podemos padecer la misma pérdida, sin embargo, no todos respondemos de la misma manera ante ella. Esto nos lleva a concluir que no son los acontecimientos en sí los que provocan una crisis. Aquí lo importante es cómo los afectados los valoran, y cuáles son sus capacidades para superar tal pérdida.

Para entender estas capacidades, hay ciertos elementos a considerar: uno de ellos son las suposiciones sobre nosotros mismos, sobre el mundo y sobre la vida. Y otro elemento a considerar son las experiencias previas. Es decir, si alguien ya tuvo una experiencia similar en el pasado, sabrá cómo lidiar con lo que le está sucediendo en el presente. Pero de igual manera, si no supo cómo lidiar con una experiencia mala en el pasado y no supo cómo solucionarlo, probablemente vuelva a caer en el hoyo.

Luego entonces, los acontecimientos críticos no desatan necesariamente una crisis, sino la manera en que reaccionamos a ella. Nuestras suposiciones básicas, aquellas por las que percibimos el mundo como lo percibimos son de fundamental importancia.

¿Crees en un destino favorable? ¿Crees en un mundo hostil? ¿Tienes la confianza de que al final de una situación desfavorable, todo saldrá bien o ves el futuro con miedo? ¿Has salido fortalecido de una crisis o ésta te ha dejado en un estado de desamparo y vulnerabilidad?

Hay muchas herramientas para desarrollar la capacidad de resiliencia. Esta no es innata. Pero lo que es cierto, como lo mencioné anteriormente, es que todo lo que te ha sucedido antes más los conceptos que tengas sobre ti mismo, son esenciales para poder tener una respuesta favorable que te haga crecer ante una pérdida.

Hablaremos en próximas entregas sobre el tema. Lo que quiero dejar recalcado en estos momentos, es que la situación que vivió esta amiga ante la posible pérdida de su madre fue tan dura y tan terrible, que la hizo cuestionarse muchas cosas. Y ahora que su padre falleció, su mente ya estaba preparada y aceptó la crisis como algo que tenía que llegar de manera inevitable.

Ella está bien. Está en duelo. Pero ha aprendido cómo sobrellevarlo. Ha aprendido cómo continuar con su vida a pesar del dolor. Porque como dijera Boris Cyrulnik: el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

 

 

Lunes, 01 Febrero 2021 08:41

Amor, pandemia y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“La finalidad de la tragedia es

conmover y sorprender al auditorio,

 pero sólo transitoriamente.”

Polibio.

Sigo recibiendo mensajes en mis redes sociales sobre la pandemia, sus efectos a terceros y, sobre todo, los peores, que son aquellos mensajes que retratan la desesperación, la angustia y la incertidumbre cuando son los familiares y las amigas y amigos cercanos que se contagian.

En junio del año pasado, recibí un mensaje vía Messenger en el que una chica estaba desesperada porque su madre había sido contagiada. No recibía noticias, no la podía visitar, y se sentía desesperada por lo que le pudiera ocurrir. El futuro se veía muy oscuro.

Finalmente, y por fortuna, su mamá salió adelante y logró vencer al coronavirus. No cabía de felicidad esta chica. Aprendió muchas cosas en ese momento, como agradecer a la vida por contar con la presencia de su mami. Aprendió que hay que aprovechar al máximo porque de otra manera el tiempo se nos va, creyendo que lo tenemos eternamente y que nunca se nos va a acabar. Aprendió que tenemos que amar al máximo y vivir con felicidad. No sirven de nada la tristeza, ni las lágrimas, si éstas se vierten por la amargura.

Así ha pasado el tiempo, y de repente, recibo otro mensaje de la misma chica en el que menciona que ahora su papá se contagió. Han regresado la incertidumbre y la impotencia, la tristeza y el desánimo. Pero ahora ella está más preparada para lo que venga.

Debido a esto, hoy quiero compartir esta historia que me enviaron. Seguro estoy que hay una lección para cada uno de nosotros que nos hará entender un poco más la pandemia que estamos viviendo.

 

Discípulo:

Maestro, me cuesta tanto comprender que el Padre nos haya mandado un virus tan agresivo.  ¿Cuál es el propósito?

Maestro:

El Padre no lo manda.  Lo permite, que es diferente.   La pandemia la generó el hombre a través de la violación constante de las leyes universales.

Discípulo:

Pero algo tan malo va a generar mucha destrucción.

Maestro:

El coronavirus no es malo.  Tampoco es bueno.  Es necesario, que es diferente.

No existe nada malo para el universo.  Si el coronavirus está presente es porque está permitido por la Divinidad, o no podría existir. La idea del bien y del mal se genera en tu mente, que juzga desde su archivo de ignorancia un suceso que en sí es neutro.

Discípulo:

Pero son tantas las personas que se están contagiando en el mundo, o se van a quedar sin tener ni qué comer.  Tantos niños, ancianos, hombres y mujeres.  Es muy injusto.

Maestro:

Lo injusto no existe dentro del amor universal. Eso existe sólo en tu mente, que no comprende el propósito que hay en lo profundo. Lo que sí existe es lo justo, lo preciso, lo exacto, lo correspondiente.  Existe un proceso evolutivo necesario que consiste en una toma constante de información. Un ir aprendiendo a través de enfrentar las dificultades que la vida nos presenta, para que en medio del caos y del sufrimiento que se genera, descubramos el principio de amor que se encuentra en la vida misma.  Y este principio de amor es el que nos irá liberando de las limitaciones humanas, y nos hará correspondientes con experiencias de mucha más satisfacción y armonía.

Tienes que comprender que a nadie le sucede una experiencia que no le corresponda.  Y si le corresponde, la vivirá, aun cuando luche o se resista.

El coronavirus no es malo.  Es muy bueno, ya que de él están aprendiendo muchísimas personas.  Se está elevando el nivel de conciencia del planeta, al vernos en la necesidad de desarrollar grandes herramientas de amor como son la aceptación, la valoración y la adaptación.  La paciencia, la tolerancia, y el respeto. 

Podrá ser una prueba difícil, pero mala no es.  Tú estás creciendo gracias a ella.  Si dejas de ver al coronavirus desde tus temores, y lo empiezas a ver desde tu comprensión, podrás reconocer el valor que hay en él.  Así podrás pasar esta prueba que la vida te está presentando. 

La decisión está en ti, y para eso la vida te dio un libre albedrío. Se te concedió la facultad de tomar decisiones, y éstas serán respetadas por el universo completo.  Puedes darle la opción al miedo, al orgullo y al ego. O puedes dársela al amor.  La decisión es tuya.  ¡Está en ti!

¿Qué decisión estás tomando?  ¿Optaste por el miedo, o por el amor? 

La decisión es tuya, pero tendrá un resultado, que también es tuyo, y tendrás que asumir. Si te decidiste por el miedo, generarás destrucción en tu paz, en tu energía vital, en tus relaciones y en tu salud.

Si te decidiste por el amor pasarás la prueba que la vida te está presentando, y ya no necesitarás volver a sufrir más.

Dale la opción al amor.  El camino siempre es el amor.

Yo también elijo vivir a través del amor. ¿Y tú qué eliges?

 

Lunes, 25 Enero 2021 05:41

Democracia y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Mi ideal político es el democrático.

Cada uno debe ser respetado como

persona y nadie debe ser divinizado.”

Albert Einstein.

A pesar del problema de la pandemia que estamos viviendo, la vida y las instituciones deben continuar. En esta columna semanal siempre hablamos de temas que tienen que ver con la sana convivencia desarrollando una cultura de paz.

La democracia es parte esencial de la cultura de paz porque, como decía Enrique Múgica, la democracia no es el silencio, es la claridad con la que se exponen los problemas y la existencia de medios para resolverlos. Es la participación de todos de manera activa para vivir mejor en sociedad. Sé que todavía hay quienes piensan que la definición de democracia es aquella de elegir a alguien, y ese alguien que vea cómo le hace para solucionar las cosas porque por eso fue elegido. Y al político tradicional sólo le importa el voto. Y muchas veces su beneficio personal. Luego él podrá hacer las cosas como mejor le parezcan. Eso se llama “democracia representativa”, y tal concepto, ha quedado atrás desde hace muchísimos años, aunque la sigamos interpretando y usando así hoy en día en nuestro país.

La pandemia nos está enseñando el camino. Las cosas ya no podrán seguir siendo como antes. Ahora sí es el momento de implementar lo que se llama “democracia participativa”, es decir, ahora no sólo importa el voto, también importa la voz del electorado, permite mayor participación de la gente porque conoce muy bien los problemas que afectan a su comunidad. Y los representantes electos deberán tomar en cuenta estas opiniones para vivir mejor en comunidad.

Mediante la democracia participativa el electorado se dará cuenta de quiénes son aquellos representantes que de verdad trabajan en beneficio de sus comunidades y lentamente, pero de manera contundente, los parásitos y los dinosaurios tendrán que desaparecer.

Este es el momento del poder ciudadano. Ya no debemos permitir que las autoridades pasen sobre nuestros derechos. El trato entre autoridades y particulares debe ser entre iguales, como dice Ulrich Ritcher Morales en su libro del mismo nombre. ¿Y cómo comenzamos?

Comparto el punto de vista de Richter Morales: “Respetarnos y respetar a quienes nos rodean y cumplir con las reglas de convivencia y de tránsito hasta lograr que el gran movimiento ciudadano sea el ejemplo a seguir y pueda revertir la situación que hoy impera en México.”

Mediante la implementación de una verdadera democracia se contribuye a una cultura de paz, porque, volviendo al autor, “los valores de la democracia como la tolerancia, la igualdad y el diálogo permanente, nos ayudan a entender este sistema de gobierno y nuestra realidad social. Contribuyen a alejarnos de tentaciones como la violencia, la cual sólo destruye y divide a la población.”

Lo bueno de la democracia es que, si como comunidad nos equivocamos en una elección o en soluciones que pensamos que serían las adecuadas, podemos volver a votar para elegir el siguiente camino, Pues recordemos que en la vida siempre habrá algunas cosas que tengamos que modificar para continuar.

Sigo insistiendo en que todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia, como argumentaba Alfred Emanuel Smith.

Este es un momento disruptivo. La pandemia está haciendo que las cosas cambien. Y si tiene que cambiar, que sea para mejorar. Yo veo unas elecciones atípicas. El proceso electoral tendrá que cambiar. No se podrán realizar mítines como antes. Los políticos tendrán que modificar sus estrategias y llevarlas al plano virtual. La estrategia política pasará de la calle y el recorrido por las comunidades al plano de las redes sociales, Instagram, Youtube, Facebook y todo lo concerniente.

Hoy con la pandemia se han agudizado las crisis de todo tipo. Hay más pobreza, más violencia, más hambre, más desempleo, más corrupción, más influyentismo, mayor incertidumbre en el futuro y más de todo lo malo. Urge hacer resurgir la esperanza. Esta es una gran oportunidad para ser más creativos y propositivos. La impaciencia y el descontento social podría irse a un extremo diferente. A propuestas verdaderamente sociales que mejoren la vida de las comunidades y la sana convivencia.

Joe Biden en su toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, habló de la democracia participativa, y mencionó: “Nuestro futuro no puede depender solo del gobierno. Las soluciones definitivas se encuentran en las actitudes y acciones del pueblo estadounidense.”

Estoy totalmente de acuerdo. Este es el momento en el que sociedad y gobierno comiencen una nueva era para lograr la verdadera democracia y una cultura de paz.

 

Lunes, 18 Enero 2021 06:02

Pruebas y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Para cambiar tu vida por fuera

debes cambiar tú por dentro. En el momento en

 que te dispones a cambiar, es asombroso

cómo el universo comienza ayudarte,

 y te trae lo que necesitas.”

Louise Hay.

 

Hace muchísimos años escuché esta historia que quiero contarte. Ella me ha enseñado a que debo de poner a prueba todo. Absolutamente todo, sobre todo cuando tengo dudas existenciales.

Había un pueblo increíblemente maravilloso. La gente vivía muy feliz y contenta. De hecho, se consideraba el pueblo más feliz del mundo. Los días eran brillantes, hermosos y resplandecientes. Las plantas y las aves y los animales le daban tanto color a la vida, que las mujeres siempre estaban sonrientes y los hombres muy contentos. Las niñas y los niños tenían muchas razones para ser felices y cuando hacían dibujos para su escuela, todos estaban llenos de colores resplandecientes.

Toda la población vivía feliz y sin miedo. Todo era perfecto. No había preocupaciones. ¿La razón? Cada uno de los habitantes poseía un diamante. Ese diamante era TAN grande y hermoso que les daba seguridad. Eran ricos. Muy ricos. No había lugar para las preocupaciones ni las tristezas.

Sin embargo, un día se comenzó a esparcir un rumor terrible. Malicioso. Pernicioso. Se decía que algunos de los diamantes que poseían los habitantes eran falsos. Esta aseveración causó que la gente comenzara a cuestionarse sobre sus piedras preciosas. ¿Qué tal si eran falsas? Ni siquiera se lo querían imaginar. Su riqueza se convertiría en pobreza. Ya no habría razones para sentirse felices. Mucha gente comenzó a enfermarse de tristeza. Muchos no dejaban de llorar desconsoladamente. Los días ya no parecían tan brillantes. Todo comenzó a oscurecerse. De pueblo feliz, se fue convirtiendo en un pueblo triste. Oscuro.

Una joven que se caracterizaba por cuestionarse todo, y por buscar siempre respuestas diferentes para las controversias que encontraba en la vida, comenzó a buscar al viejo sabio del pueblo. Lo buscó y lo buscó hasta que finalmente, en un lugar recóndito lo encontró.

Ella le explicó que no quería ver a su gente así. Le dijo que le gustaría que la felicidad regresara a su pueblo. Que le dolía ver cómo su gente se estaba muriendo de tristeza. Le pidió al viejo sabio que le ayudara.

El viejo sabio le dijo que había una manera de arreglar la situación. Que todo era muy sencillo. Le dijo a la joven que lo que tenían que hacer era poner a prueba su diamante. Le dijo que con un marro le dieran un golpe fuerte a cada uno de los diamantes. Si no se rompe, significa que el diamante es verdadero. ¿Y si se rompe? Preguntó la joven. Bueno, si estalla en pedazos eso significa que el diamante no era verdadero.

La joven regresó al pueblo, reunió a los habitantes del otrora feliz pueblo y les dijo lo que tenían que hacer para comprobar si su diamante era genuino.

La gente comenzó a murmurar. Se cuestionaban la misma pregunta que la joven le había hecho al sabio. ¿Y si se rompe mi diamante? ¿Y si resulta que mi diamante siempre ha sido falso?

Poco a poco la gente se fue alejando de la plaza sin decir palabra. ¿Su conclusión? ¡Por supuesto que no pondrían a prueba sus diamantes! La gente prefirió seguir creyendo que sus diamantes eran genuinos. A la mañana siguiente, el pueblo despertó muy contento. La felicidad había regresado a sus habitantes. La dicha, y la alegría de la mañana y de los animales estaba presente.

Moraleja: Estos son tiempos de cuestionarse todo. Y, sin embargo, también son tiempos de decidir qué es lo que ponemos a prueba. Seguramente con la pandemia y el caos que esto conlleva, estamos viviendo con muchas incertidumbres. Yo comencé a cuestionarme si mi vida ha valido la pena. Si lo que he hecho hasta ahora ha valido la pena. Y si soy honesto, me he dejado llevar por el miedo, a veces. Pero no me he dejado vencer. La vida y lo que he hecho hasta ahora, por supuesto que ha valido la pena.

Lo que debo cuestionarme, y a lo que me debo atrever, es a enfrentar esta pandemia, a tener cuidado, a tomar las precauciones necesarias para seguir viviendo y dando lo mejor a los y las que vienen detrás de mí.

Todos los seres humanos tenemos una fecha de caducidad, el problema es que no sabemos cuándo nos toca. Pero para morir he nacido. No me dejaré llevar por el miedo. El diamante de mi paso por la vida no lo tengo que poner a prueba porque ya lo viví y tengo los resultados a la vista. No tiene caso. Pero lo que sÍ tengo que hacer es poner a prueba todo lo que estoy viviendo. No dejarme llevar por el miedo. Vivir al máximo, con mucho amor. Cuidarme y cuidar a los míos. Bailar hasta que pierda el aliento. Y marcharme en paz cuando me llegue el día.

Y tú ¿cuál de todos tus diamantes pondrás a prueba?

 

 

Lunes, 11 Enero 2021 05:42

Valor para vivir y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“El suicidio es una puñalada incurable

para quienes te quieren y te sobreviven.”

David Trueba.

Como ya lo había comentado en un artículo anterior, la salud mental es fundamental. No hay salud integral sin salud mental. Ese es el aforismo a tener en cuenta.

De nada sirve que una persona tenga todo el dinero del mundo si su salud mental está deteriorada. De nada sirve todo el amor que una persona le da a alguien, si esa persona se siente sola.

La crisis emocional se está desbordando debido a todas las carencias que se tienen o que creen que se tienen. Y hay un elemento terrible que magnifica estos sentimientos. Se llama la pandemia que vivimos.

El caso del joven que se encontraba hospitalizado después de haberse hecho el examen de covid, que debía esperar el resultado de una segunda prueba, y que no soportó el terror y acabó suicidándose en el baño del hospital fue terrible.

O el otro caso que nos sucedió más cerca, allá en Temixco, una joven de treinta y tantos años que se quiso aventar de un puente para quitarse la vida, y que afortunadamente fue salvada por un joven bombero, quien fue entrevistado para conocer su punto de vista, entre otras cosas, dijo: “Yo no pensé en nada más que salvarle la vida. Y al momento de agarrarla, mi mente sólo me decía ¡no la sueltes! ¡No la sueltes!

¿Le dijiste algo a esa mujer después de haberla rescatado? Preguntó la reportera. No. No pude hablar con ella. Se la llevaron los paramédicos inmediatamente. Pero desde aquí le digo que se cuide, que le eche ganas. Y a toda la gente, le digo que se quede en casa, que use cubrebocas. Que se cuide del coronavirus…”

Pero, para mí, hay otros cuestionamientos. Por ejemplo, ¿cuáles fueron los motivos de la mujer para intentar quitarse la vida? ¿Alguien la ha entrevistado? y si lo han hecho, ¿nos podrían informar a la población sobre ello? ¿Tendría alguna enfermedad incurable? ¿Por qué el gobierno no implementa acciones para atender la salud mental de la población? ¿Cuáles son las estadísticas actuales sobre la salud mental de la población?

Nos hablan sobre que debemos quedarnos en casa, de usar el cubrebocas, de no asistir a eventos multitudinarios, nos hablan de las consecuencias de lo que está sucediendo por no obedecer las reglas, los miles de muertos cada día, de la falta de lugar para incinerar los cadáveres. En síntesis, nos están inoculando mucho miedo. Terror es la palabra. Y a todo esto hay que agregar el cierre de negocios, la escasez económica que se está acrecentando, más lo que tú querido lector/a, quieras agregar a la lista.

Se está haciendo tarde para la implementación de medidas de atención a la salud mental de nuestra población. No esperemos a que haya más brotes de desesperación.

El suicidio, supongo, porque no estoy familiarizado con el tema, es la última “esperanza” que ve el suicida para calmar sus penas, para pensar que con eso ya no tendrá problemas y que todo estará resuelto. O tal vez, es una forma desesperada de evadir el problema que se tiene porque ya no se ve la luz al final del túnel de desesperación por el que se está atravesando.

Por eso es importante la implementación de medidas de salud mental. Pero si no las tuvieras, tenemos que pensar que hay muchas razones para vivir. Debemos confiar en que todo esto, al final pasará. No hay que desesperar. Mucho menos bajar la guardia.

Es aquí donde debemos mostrar empatía. Es aquí en donde debemos ayudar a los que se pueda. Si el gobierno no hace su tarea, nosotros como sociedad civil debemos apoyarnos entre unos y otros. A veces me desespero porque durante el día encuentro muchas personas que necesitan ayuda. No puedo ayudar a todos. Sin embargo, con una persona, una sola que podamos ayudar, estamos logrando que el amor prevalezca sobre el miedo, sobre la pandemia.

En algún cuento que escuché alguna vez, me guardé esa idea: un hombre se encontraba caminando por la orilla de la playa y cuando el oleaje llegaba a la orilla expulsaba muchas estrellas de mar. El hombre se agachaba, tomaba una y la aventaba al mar de regreso. Sin embargo, más se tardaba él en tomar una estrella de mar y regresar al océano que las olas en expulsar más estrellas a la playa.

Otro hombre que miraba desde lejos, hizo una mueca de sarcasmo, pensando en lo tonto e inútil de las acciones de aquel. Se acercó al buen samaritano y le dijo: Es inútil lo que estás haciendo. Y, además, es una tontería, porque más tardas tú en regresar una estrella de mar al océano que las olas en arrojar decenas de ellas a la playa.

El buen hombre se le quedó viendo y levantando una estrella de mar le dijo: ¿Entonces, según tú, lo que hago es inútil y no cambia nada? Lanzó la estrella de mar de regreso, y le espetó lo siguiente: Si no crees que no hago nada bueno, ¡pregúntale a ella!

¡Saquemos la casta! Tenemos que darnos valor para seguir hasta el final. En estos tiempos terribles que estamos viviendo todos y todas, recordemos y apliquemos lo que alguna vez dijo Albert Camus: El acto más importante que realizamos cada día, es tomar la decisión de no suicidarnos. Aunque nos duela mucho por lo que estamos pasando, aunque sintamos que no hay salida, tengamos el valor de demostrarnos y demostrarles a los nuestros, la, la confianza y la seguridad que saldremos adelante.

 

Lunes, 04 Enero 2021 04:45

Miedo y cultura de la paz

Lectura 3 - 6 minutos

“La muerte solo puede causar pavor

 a quien no sabe llenar el tiempo

que le es dado para vivir.”

Viktor Frankl.

 

Hay un proverbio japonés que dice que todos tenemos tres caras: la primera es la que le muestras al mundo. Es el comportamiento aceptado social y culturalmente. Es ese comportamiento que esperan de ti.

La segunda sólo se la muestras a los seres más cercanos a ti. A tu familia, a tus amigas y amigos. Das amor, te preocupas por los tuyos, proteges a los que quieres. De igual manera, si algo no te gusta, lo expresas. Por supuesto, también te enojas. Sólo te abres con los tuyos y dejas entrar a los más íntimos amigos y familiares. Con ellos puedes reír y llorar, dar rienda suelta a tus sentimientos porque tienes confianza. En esta “cara”, puedes mostrarte vulnerable.

La tercera cara es la que realmente eres. No se la muestras a nadie. Es lo que eres en tu interior. Nuestros pensamientos son el reflejo de lo que somos. Cada uno de nosotros es producto de sus propios pensamientos. Cada idea y pensamiento que anda dando vueltas en tu mente y cada sentimiento que tienes cuando estás sola o solo, eres tú. Sólo tú puedes interactuar e intervenir en esta fase. Es aquí cuando escuchas tu voz interior, cuando no puedes dormir o cuando tienes que ofrecer una disculpa por lo que has hecho. Aquí es cuando estás sufriendo en silencio mientras la primera cara aparenta que estás bien frente a los demás y sonríes para que no se den cuenta.

Cuando escribo, estoy conmigo mismo. Dejo fluir los sentimientos que se convierten en palabras y trato de sincerarme. Escribir es una terapia maravillosa para mí porque alivia mi espíritu. Porque hace que salgan las lágrimas del alma y también lo hace sonreír. Es parte de mi tercera cara.

Hoy me quiero sincerar conmigo. Tengo miedo. Mucho miedo. Todo lo que está sucediendo a mi alrededor es terrible. Muchas personas se han ido de este plano terrenal. Muchas amigas y amigos, muchos conocidos nos han dejado. Esta pandemia que nos ha tocado vivir nos está dando una lección muy terrible. Impactante. Incertidumbre en el futuro. Y además, ya pertenezco a ese grupo vulnerable.

Nadie creía en ella. Se decía, y se sigue diciendo, que es una manipulación de los que tienen el poder para controlarnos, que todo es una farsa. Y, sin embargo, al paso del tiempo hemos comprobado que familiares y amistades cercanas y queridas han sucumbido ante este virus maldito que nos ha tocado vivir.

Sí. Tengo miedo. Pero a pesar de eso, estoy convencido que debo tener el valor suficiente para enfrentarlo porque esto no se acaba hasta que se acaba. No voy a darme por vencido porque tengo muchas razones para vivir. Sé, como la historia del campesino que se topa con la peste a la salida del pueblo, historia que ya conté en uno de mis artículos, que el miedo, más que la enfermedad, puede atacarme y hacerme morir de eso. De miedo. Así les está pasando a muchas personas. Se dejan llevar por el temor y sucumben. Mueren, no por el virus, sino por el miedo que les envenena el alma.

Debo recordar siempre que el miedo es parte de la vida misma. Enfrentarse a lo desconocido da pavor, pero decía Nelson Mandela que, el hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo y sigue adelante.

  1. Clement Stone, uno de mis autores favoritos, asegura que pensar no va a superar el miedo. Lo que lo vence es la acción. No te quedes parado viendo lo que sucede. ¡Actúa! No te quedes estancado. Si te quedas ahí, parado, pasmado, cada vez sentirás más miedo.

Viktor Frankl, prisionero de la segunda guerra mundial, fundador de la logopedia como terapia y el análisis existencial, y autor del best seller “El hombre en busca de sentido”, se dio cuenta que muchos prisioneros judíos en los campos de concentración perdían la esperanza del futuro. Ellos “sabían” que se morirían en cualquier momento. Y al escribir el libro mencionado, dejo fluir sus sentimientos que lo llevaron a concluir entre otras cosas, lo siguiente: Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, ¡siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos!

En estos momentos tenemos que estar aislados. Nos sentimos abrumados, presionados, tristes, como si estuviéramos en un callejón sin salida. Pero yo prefiero escoger pensamientos positivos. Pensar que veré el futuro de mis hijos, mis familiares y de mis amigas y amigos, que los volveré a abrazar; que los proyectos que tengo en mente los voy a cristalizar y que seguiré escribiendo para preparar la publicación de mi siguiente libro. Esto me ayuda a ver un mejor futuro y a tener esperanza.

Otra de sus frases importantes, para mí, reflexiones fundamentales, dice que el humor es otra de las armas del alma en la lucha por la autopreservación. Ríete de lo que está sucediendo. No te lo tomes tan a pecho.

Y la última, por falta de espacio, es aquella que dice que el significado de mi vida es ayudar a otros a encontrar significado en las suyas. Demostrando tu altruismo y generosidad es una manera de vencer el miedo y dar confianza a los demás. Sin que esto signifique hacer a un lado los cuidados que debemos tener con nosotros mismos. Cuídate primero tú. Después cuida a los tuyos. Demuestra con el ejemplo que lo haces y pide que todos a tu alrededor se cuiden.

Sí. Tengo miedo. Pero no voy a morirme de miedo. Seguiré luchando porque hay muchas razones para seguir viviendo. y a las y los que se fueron, les digo que siguen estando en mi corazón y en mi memoria. Y también ustedes son una buena razón para seguir viviendo.

Estoy en paz conmigo mismo.

 

Lunes, 28 Diciembre 2020 05:39

El año que viene y cultura de la paz

Lectura 3 - 6 minutos

“El que tiene que ser diferente eres tú, no el año.”

Mafalda.

Cuando era un adolescente, y desde entonces, hasta hace algunos años, cada que se acababa un año, enviaba una carta a mis amigas y amigos con antelación, pidiéndoles que la abrieran y leyeran el último día del año. Solos o en su reunión familiar. Esa carta decía algo así como: esta es la última noche del año. Es el momento de repasar tu libro. Léelo. Escribiste muchas cosas hermosas. Cosas que enaltecieron tu corazón y te hicieron sentirte contento contigo mismo. Orgulloso de haberlas realizado. Pero también hay páginas que desearías no haberlas escrito. Seguramente hiciste daño a algunas personas, o actuaste de formas impropias que no corresponden a tu esencia. Pero las hiciste. Y por más que quisieras borrarlo, ya está hecho. Si quieres llorar, llora para desahogarte, pero no puedes deshacer esas páginas. No puedes romperlas. Son parte de tu historia.

Pero esta última noche del año, Dios te regalará un nuevo libro con 365 hojas en blanco. En él podrás escribir lo que desees. Eres tú quien decide lo que va a escribir. Si quieres que sea maravilloso, tendrás que pensar muy bien lo que vas a realizar en tu día a día. Y si quieres que haya cosas de las que no quieres hacerte responsable o no te importan, entonces actúa en automático.

La idea era que reflexionáramos sobre lo que habíamos hecho. Y, pensar que, al día siguiente, primer día del año nuevo, podría ser diferente y tratar de ser mejor. Pensar que tengo todas las herramientas necesarias para comenzar el nuevo ciclo de una mejor manera más proactiva y no reactiva. Más positiva y entusiasta, en lugar de negativa. Pensar en los demás. Y no solamente en mí.

Dejé de enviar esa carta con el advenimiento de las nuevas tecnologías. La gente prefirió el email al envío de cartas físicas y escritas a mano. Dejamos de enviar cartas y, por tanto, dejamos de enviar tarjetas de Navidad. De hecho, actualmente, ya nadie escribe cartas. Excepto algunos locos como yo que todavía lo hacemos. Por cierto, debo mencionar que guardo cartas todavía que me hacen regresar a esos tiempos hermosos en que en ellas derramábamos sentimientos y lágrimas por la ausencia, así como por lo que nos hacía felices.

Antes, mis visitas a la oficina de correos eran frecuentes. Tenía un apartado postal en el que esperaba la llegada de cartas de las amigas y amigos tanto mexicanos como de los que había conocido en los países donde tuve la fortuna de haber vivido, las felicitaciones de sus tarjetas navideñas. En fin... Y debo confesar, que el mejor regalo que alguien me puede dar, es una carta escrita a mano (Bueno, está bien, puede ser hecha en la compu.) en la que me digan sus emociones y sentimientos.

Y así como dejamos de escribir cartas y enviarlas por el Servicio Postal Mexicano, muchas cosas han cambiado. La música ha cambiado, la forma de comportarse, los “valores”, han cambiado, el amor ha cambiado, la forma de ver la vida, en general, ha cambiado.

Soy de una generación que pertenece a la mitad del siglo pasado para acá. Ahora bailo entre la soledad y los sueños por cumplir, como dice el “blues de la tercera edad” del Maestro Miguel Ríos. Y sigue sonando el mismo mantra: No hay que rendirse jamás. La tristeza no pasará. Estamos hechos de una madera diferente preciosa y dura de tallar. Pero logramos moldearnos y aquí estamos para apoyar a los que vienen detrás de nosotros.

Somos los pilares de estas nuevas generaciones. Nosotros pasamos guerrillas en nuestro país, Tlatelolco 68, la represión del 71, luchamos por la libertad de expresión, vivimos el nacimiento de la minifalda y el feminismo, guerras en diferentes países. Somos la generación rebelde. Comenzamos los cambios tecnológicos. Somos el puente que une el pasado con el futuro que ahora es presente.

Somos la generación de los “baby boomers”, los nacidos entre 1946 y 1964. Llamados así porque se dio un “boom” de natalidad en esos años, después de la segunda guerra mundial. Y actualmente somo el 15 por ciento de la población mundial.

Y este artículo tiene la finalidad de decirles a las nuevas generaciones que no decaigan. Esto que estamos viviendo, y hablo de la pandemia que nos tocó vivir, no nos podrá detener. Es verdad que hay desasosiego e incertidumbre. Es verdad que parece que no se va a acabar, leo el índice de suicidios, y la mayoría son de jóvenes que han perdido la esperanza. Repitan el mantra que repetimos nosotros: No hay que rendirse jamás. La tristeza no pasará.

Vienen tiempos mejores. Sé que se han ido muchas personas por esta pandemia y muchas de ellas se fueron por el miedo, porque se rindieron antes de tiempo. Sin embargo, en este libro que te entregarán el último día del año no hay nada escrito. Podemos comenzar a escribirlo con palabras positivas, llenas de entusiasmo para iniciar esta nueva aventura en la que podemos cambiar lo que hubiéramos querido cambiar en este año que se nos está acabando.

 

Y nada mejor para comenzar la nueva aventura que estos fragmentos de un poema de Mario Benedetti: No te rindas, aún estás a tiempo/de alcanzar y comenzar de nuevo. /Aceptar tus sombras. /Enterrar tus miedos. /Liberar el lastre. /Retomar el vuelo. /No te rindas, que la vida es eso. /Continuar el viaje. /Perseguir tus sueños. /Destrabar el tiempo. /Correr los escombros. /Y destapar el cielo.

 

Feliz año nuevo 2021

P.D. (Tal vez, las nuevas generaciones no entiendan estas dos iniciales) Si alguno de mis viejos amigos o amigas tiene esa carta que solía enviar, le pido me la reenvíe para reflexionar el último día del año que se va y comenzar con nuevas energías el año que comienza.

 

Lunes, 21 Diciembre 2020 05:52

Navidad y la cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“Hay un único lugar donde ayer y hoy

se encuentran y se reconocen

y se abrazan. Ese lugar es mañana.”

Eduardo Galeano.

 

No puedo negar que uno de mis pensadores favoritos es Eduardo Galeano. Me encanta escucharlo y verlo con sus disertaciones que me hacen pensar y repensar en la vida que llevamos tanto como personas y animales políticos.

Estos son tiempos de miedo, ansiedad e incertidumbre. Y a partir de ya, nos han vuelto a encerrar en la jaula de nuestras casas. Se dice que cada siete de diez camas, ya están ocupadas en los hospitales, y que, si decidimos salir a las calles, todo será para empeorar.

Hay gente que sigue sin creer en la pandemia que vivimos. Sigue haciendo su vida como si nada pasara. Confirman que todo es mentira porque toda la gente a su alrededor sigue viva, y que nos están manipulando. Y, sin embargo, se mueve. La pandemia se sigue moviendo, sigue su paso implacable matando gente. Llevándose a los nuestros. A nuestros bienamados.

Antes pensábamos que esto se iba a acabar muy pronto, que sólo sería un par de meses y que todo volvería a la normalidad. Pero ahora estamos peor porque viene el rebrote.

Leía hace algunos días, y de pasadita, algo sobre el miedo y la vida. Decía algo así como: mira la naturaleza, las plantas siguen creciendo, las aves siguen trinando, los océanos y la vida en ellos sigue su curso, nuestros perros y gatos siguen su día a día como si nada. Todo en la naturaleza sigue su curso normal. Y los únicos que viven aislados, encerrados sin poder disfrutar de la vida, viviendo con el temor de lo que les podría suceder si salen de sus jaulas, son los seres humanos.

Sabemos que los culpables somos nosotros, los seres humanos que en esta loca carrera nos hemos aprovechado de las bondades de nuestra madre tierra. Unos más, otros menos, pero todos tenemos la culpa de lo que nos está pasando.

Hoy desperté con una frase de este gran pensador y escritor. La busqué en internet para citarla textualmente, y dice: “Creo que hay que pelear contra el miedo, que se debe asumir que la vida es peligrosa y que eso es lo bueno que la vida tiene para que no se convierta en un mortal aburrimiento”.

Y estoy de acuerdo, la vida es peligrosa, sin dejar a un lado que es hermosa y placentera. Pero también tiene momentos muy difíciles. Momentos que nos producen miedo y que nos provocan a detenernos, a quedarnos sin hacer movimiento alguno porque podría ser peor.

Todos estamos sintiendo ese miedo en estas circunstancias. Este es un buen momento para enfrentarnos a este mortal aburrimiento. Ricos y pobres, mexicanos y extranjeros estamos en el mismo barco de la incertidumbre y del temor. Podemos asegurar que quienes más están sufriendo siguen siendo los pobres. Los desposeídos. Hay quienes tienen una seguridad económica y otros que no la tenemos. Y en estos tiempos muertos -literalmente hablando- sin trabajo, los pocos recursos se están agotando.

Este es un buen momento para mostrar nuestra solidaridad y empatía con nuestros semejantes. Seamos solidarios con ellos. Por lo menos haz una buena obra durante el día. Por lo menos a una de esas personas que lo necesitan.

Dentro de unos días se conmemorará el natalicio de un hombre que nos legó una gran herencia. No importa si eres creyente o no. No importa si eres de una religión o de otra, o no tienes ninguna. Lo que importa es la herencia, las grandes lecciones que nos dejó. Entre ellas: “Amaos los unos a los otros”. Y esta es una gran oportunidad para demostrarlo. Este es el momento para llevar esta acción a cabo.

Da lo mejor de ti, cuídate y cuida a los tuyos. Así nos protegemos todos. Dejemos atrás la incertidumbre y el miedo. Construyamos un nuevo futuro.

Y para finalizar, nuevamente parafraseando al Maestro Galeano, me despido: “hoy, más que nunca, es preciso soñar. Soñar, juntos, sueños que se desensueñen y en materia mortal encarnen.

 

Feliz Navidad. El sueño nuevo ha comenzado.

 

 

Lunes, 14 Diciembre 2020 05:51

La otra pandemia y la cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Lo que no tiene nombre, no cuenta.

Y lo que no cuenta, no existe.”

Anónimo.

“No hay salud integral si no hay salud mental”. Esta frase se me quedó grabada del 2º Foro ROTMENAS sobre estigma asociado a trastornos de salud mental: “Estigma, Derechos Humanos y Política pública.

En este foro se tocaron temas específicos sobre el estigma, y yo agregaría, invisibilidad, de los trastornos mentales.

Recuerdo mi niñez y mi adolescencia, etapas en las que, de alguna manera, me di cuenta, por amigos y familiares que a una persona con alguna discapacidad se le ocultaba en su casa. A los familiares les daba vergüenza que otras personas se dieran cuenta de su existencia. Aclaro que, seguramente, hay sus muy honrosas excepciones, pero, en los casos en que yo me di cuenta, así era. Los trataban de ocultar.

Regreso a lo que presencié en el foro ya mencionado. Lo que escuché, me dejó impresionado porque es cierto lo que ahí se mencionó. Siempre que se habla de salud, por regla general, se habla de salud física. Diabetes, presión arterial alta, en fin, sólo cuestiones físicas. Pero nunca se habla de salud mental.

Comúnmente, una persona va al doctor cuando algo le duele físicamente. Tengo un dolor muy fuerte en mi espalda, me lastimé la rodilla, me duele una muela. ¿Pero que sucede cuando no puedes dormir? ¿A quién te diriges si te sientes triste o deprimido? ¿Si me da un ataque de ansiedad o tengo un miedo irracional qué hago?

Cuando alguna de estas cosas sucede, pasa alguna de estas opciones: o te quedas callado, esperando que se te pase, se lo platicas a alguien de tu confianza, o vas a ver a un brujo, pero nunca te atreves a ver un psicólogo. Sólo vas a atenderte con este especialista cuando ya estás en crisis o cuando ya estás desesperado por lo que sientes en tu… ¿espíritu?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la importancia de la salud mental. Nos dice que: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

La salud mental es fundamental en el comportamiento y desarrollo de una persona porque puede afectar su vida familiar, social, escolar y laboral.

En el caso mexicano, hay un psicólogo por cada trescientos mil habitantes. Esto significa que el mexicano promedio nunca se dirige a un psicólogo porque no se ve bien. “Yo no voy al psicólogo porque no estoy loco”, dicen algunas personas.

La salud mental se debe promover desde la infancia. En las escuelas. Se deben de desarrollar y promover programas para estar al tanto de cualquier comportamiento extraño. En síntesis, se debe implementar y desarrollar la cultura de la salud mental.

Y es hoy, más que en ningún otro tiempo, que debemos poner atención a este tema, porque esa es la otra pandemia que nos está afectando además de la que estamos padeciendo por el covid 19.

El ser humano es un ser sociable por naturaleza. El confinamiento, el hecho de estar y sentirse aislado, el temor de verse contagiado por el virus, la pérdida de seres queridos, y la incertidumbre, entre otros temores, nos afecta en nuestras emociones, y esto afecta, por consecuencia, el comportamiento que, manifestamos hacia los demás.

La OMS ha confirmado que una de cada cinco personas podría verse afectada por estos factores, de manera directa o indirecta, pues es obvio que la afectación también les llegue a los familiares.

Hay formas de mitigar estas alteraciones como hacer ejercicio, meterse a algún curso virtual que sea de tu agrado, tomar algún libro y leerlo o releerlo si te dejó un buen sabor de boca, abrir canales de comunicación a través de las redes sociales, etc. Y si de plano te estás sintiendo mal, antes de caer en un estado más grave, toma la decisión de ver a un especialista para que te pueda ayudar a salir de este problema.

La depresión está considerada como la primera causa de discapacidad, entendida como pérdida de años saludables, en nuestro país, y, de acuerdo al psiquiatra del IMSS Eduardo Cuauhtémoc Platas Vargas, la depresión afecta la vida laboral del paciente, pues dificulta la toma de decisiones, provoca desinterés de la persona en su entorno, reduce su capacidad de atención, altera su memoria y disminuye su rendimiento.

Según la Secretaría de Salud (SSA), alrededor de 15 millones de mexicanos padecen un trastorno mental, con la depresión y trastornos de ansiedad como los diagnósticos más comunes. Y con la pandemia que estamos viviendo, esta cifra se está elevando.

Tomemos este tema con seriedad y hagámoslo notar en la familia, en las escuelas, en las fábricas y en todos los lugares donde se deba hacerlo, al mismo tiempo, apoyemos la implementación de programas de salud mental en todos los ámbitos posibles. Démosle el nombre a esta afectación para sea tomada en cuenta.

Y no olvides que “No hay salud integral si no hay salud mental”.

Si tienes algunos síntomas extraños, contesta el cuestionario para la detección de riesgos a la salud mental implementado por la Secretaría de Salud y otras instituciones, en el siguiente vínculo:

https://misalud.unam.mx/covid19/

 

Lunes, 07 Diciembre 2020 05:50

Cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

“La paz no puede lograrse a través

de la violencia, sólo puede lograrse

mediante la comprensión.”

Ralph Waldo Emerson

Esta mañana de domingo, mientras esto escribo -es decir, ayer para ustedes- recibí un mensaje de un gran amigo, artista de la magia de Guatemala, César, en el que hacía comentarios sobre la violencia en su país por razones políticas, agregándole a esta situación las consecuencias severas que ha ocasionado la pandemia que nos tocó. No es posible que quienes se tienen que ocupar de las políticas públicas para que la población se sienta con confianza, sean las que menos orden tengan y que contribuyan más al desastre que tenemos encima.

Al reflexionar sobre este mensaje, no puedo más que sentir vergüenza porque eso también lo estamos viviendo nosotros. Debemos mantenernos solidarios, unidos ante esta situación terrible por la que estamos atravesando. Hagamos a un lado los intereses personales y trabajemos por los intereses comunes.

No sólo el tiempo se ha detenido en el mundo. El trabajo se ha detenido, los ingresos no llegan.

He confirmado cómo muchas personas están vendiendo todo, hasta sus enseres de trabajo, para poder hacer frente a sus necesidades económicas. Y como siempre digo: hay que insistir, persistir, resistir y no desistir.

Y disculpen que insista, pero tenemos que trabajar en la implementación de la cultura de la paz de manera inmediata. Primero, para reconciliarnos y curar las heridas. Y después, para comenzar una nueva era en la que los elementos para lograr la paz se consoliden y vivamos de una mejor manera en sociedad.

Al mismo tiempo, hago énfasis en la definición de la palabra “paz”. Comúnmente relacionamos la paz sólo desde un punto de vista. Y, de hecho, hasta la Real Academia de la Lengua la define así: “Situación y relación mutua de quienes no están en guerra, pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia; tratado o convenio que se concuerda entre los gobernantes para poner fin a una guerra; etc.

La paz no es solamente la ausencia de guerra o conflicto. Hay otras definiciones que debemos tomar en cuenta para que la paz exista.

el Instituto para la Economía y la Paz nos dice que la paz tiene dos dimensiones: la paz negativa y la paz positiva. Nos dice que la paz negativa es la ausencia de violencia o el miedo a la violencia. Es como la definición que establece la RAE. La paz positiva, sin embargo, establece, son las actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen sociedades pacíficas. Y existen, según esta institución, ocho factores, llamados pilares, que no sólo sostienen la paz, sino que respaldan un entorno en el que el potencial humano florece, y éstos son: el buen funcionamiento de gobierno, la distribución equitativa de recursos, el libre flujo de información, el ambiente empresarial sólido, altos niveles de capital humano, aceptación de los derechos de los demás, bajos niveles de corrupción y la buena relación con los vecinos. Todos estos conceptos se asemejan a los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible de la UNESCO. (Ver artículo anterior).

Pero mientras esto sucede, todos los gobiernos tienen que apoyar a sus ciudadanos. Y no hablo de apoyos económicos, que también son necesarios, sino de políticas públicas para sentir que, a pesar de la pandemia, hay amor, empatía y solidaridad entre nosotros. Y si los gobiernos no lo hacen, tenemos que solidarizarnos como comunidad. Todos, hombres y mujeres, jóvenes y niños, la estamos pasando muy mal. La violencia está creciendo a pasos agigantados. Cada vez hay más robos, pero esta vez, aunque no es justificación, la causa de muchos de ellos es el hambre. Cada vez hay más violencia. Pero no debemos buscar la paz ejerciendo más violencia.

La incertidumbre y el miedo se están posando en el ambiente y en el corazón de muchas personas.

No dejemos que el miedo invada nuestros espíritus. Es verdad que mucha gente está muriendo a causa de la pandemia. Sin embargo, muchas otras personas se están dejando morir. Esto me recuerda la historia de la peste y el campesino.

Se cuenta que un día iba de salida del pueblo un campesino a labrar su tierra y a cuidar su ganado, cuando en los límites del pueblo se encontró a la peste que llegaba al pueblo. “¿Otra vez tú?” dijo el campesino. “Así es. Sabes que siempre voy y vengo. Pero nadie sabe cuándo”. “¿Y ahora cuánta gente te vas a llevar?”. Reviró el campesino. “Esta vez me llevaré quinientas personas”. Contestó la peste. Pasaron varios días, y cuando el campesino iba entrando al pueblo, la peste venía saliendo. El campesino, enojado, arremete contra la peste y le grita: “¡Eres una mentirosa! ¡Dijiste que venías por quinientas personas, y escuché rumores que te llevas mil quinientas!” “Sí. Es verdad. Contestó la peste”. “Yo sólo vine por quinientas. Los otros mil se murieron de miedo”.

César, mi amigo de Guatemala, termina su mensaje diciendo: Aún atrapados en nuestra pequeña jaula, seguimos levantando el ánimo para seguir cantando, pensando que mañana será mejor que hoy. Estoy seguro que vendrán tiempos mejores.

Amigo mío: gracias por tu mensaje. Me das fuerza. Sigamos cantando y trabajando con esperanza esperando un futuro mejor. Insistir, persistir, resistir y no desistir.

 

Lunes, 30 Noviembre 2020 05:44

Cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Puede que digas que soy un soñador.

Pero no soy el único. Espero que

un día te unas a nosotros.

Y el mundo vivirá como uno solo.”

John Lennon

Muchísimas experiencias he vivido en esta semana. Entre el 1er Congreso en Resiliencia on line de la Asociación Nacional de Profesionales en Resiliencia, el trabajo que estamos realizando con organizaciones como los Rotarios y la Asociación Prem Rawat, y tres películas que vi esta semana, que les recomiendo mucho. Una de ellas es inglesa, “Yo, Daniel Blake”; la segunda es un documental llamado, “las tres muertes de Marisela Escobedo”; y la tercera es “el baile de los 41”.

Todos estos escenarios, tratan temas muy comunes, no solamente del pasado, sino también siguen siendo temas actuales que me hacen preguntarme, cuestionarme, convulsionarme, sobre el tema de la paz. ¿Qué es la paz?

Está clarísimo que la paz no es ausencia de la guerra. Decir “vivimos en paz” siempre tiene este sesgo de hablar sobre la no guerra entre países, sobre todo.

La paz no es un medio para llegar a la felicidad. La paz es un fin en sí misma. Tenemos que trabajar para que la paz sea un derecho humano en realidad.

Muchos premios Nobel coinciden en que para que haya paz se tienen que respetar los derechos sociales, culturales y económicos. Tenemos que trabajar para lograr que la sociedad se convierta en un lugar seguro, pacífico y armónico en el que se pueda vivir. Y para lograrlo, para que una sociedad pueda vivir en paz, existen diecisiete objetivos de desarrollo sostenible. Eso, para quienes estén interesados, los pueden consultar en el siguiente vínculo: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/2018/08/sabes-cuales-son-los-17-objetivos-de-desarrollo-sostenible/

Existen organismos que buscan la paz, pero mientras los gobiernos no apliquen las medidas necesarias para lograrlo, seguiremos viviendo mal.

La paz no es sólo un valor por el que nos debemos regir. Está claro que la paz empieza por uno mismo. Debo tratar a mi prójimo como quiero que me traten a mí. Eso es filosofía, y está bien.

La paz como un valor que debo desarrollar para vivir en armonía con los demás. Sin embargo, la paz no se puede lograr cuando hay violencia, cuando hay desempleo, cuando no se puede vivir de una manera digna.

La UNESCO establece que la paz es un derecho humano del que todas y todos somos titulares. Tenemos derecho a vivir en paz. Tenemos derecho a una paz justa y duradera. Nos dice que la paz es un concepto mucho más amplio y positivo que engloba el derecho a ser educado en y para la paz; el derecho a la seguridad humana y a vivir en un entorno seguro y sano; el derecho al desarrollo y a un medio ambiente sostenible; el derecho a la desobediencia civil y a la objeción de conciencia frente a actividades que supongan amenazas contra la paz; el derecho a la resistencia contra la opresión de los regímenes que violan los derechos humanos; el derecho a exigir a todos los Estados un desarme general y completo; las libertades de pensamiento, opinión, expresión, conciencia y religión; el derecho al refugio; el derecho a emigrar y participar en los asuntos públicos del Estado en el que se resida; y el derecho a la justicia, a la verdad y a la reparación efectiva que asiste a las víctimas de violaciones de los derechos humanos. Y si quieres más información sobre este tema visita: http://www.unesco.org/archives/multimedia/document-2800

En una de mis intervenciones en estos eventos en los que estuve presente virtualmente, mencioné un caso que me tocó vivir, hace algunos años, en mis trabajos comunitarios. Me presenté para hablar sobre lo importante que era trabajar en medidas de prevención del delito en las comunidades, y una joven me interpeló argumentando que, si había robos y violencia en su comunidad, era porque no tenían trabajo, se sentían solos. Abandonados. Sin esperanzas. Vivían sin agua, sin luz, de manera muy precaria. Esta joven se sentía violentada por toda la sociedad. Me comentó que había ido a buscar trabajo en una empresa. Y sabía que no podía pedir gran cosa, así que solicitó trabajo para hacer las labores de limpieza de los baños.

Mientras hacía la entrevista, le pidieron su certificado de preparatoria, a lo que ella contestó que sólo había terminado la primaria. El entrevistador le dijo que entonces no podía tener el empleo porque el certificado era un requisito. Esta joven replicó que necesitaba el trabajo, que por favor le ayudara. Cuestionó al joven aquel preguntándole por qué era necesario tener dicho certificado si sólo iba a limpiar los baños. Es un requisito contestó aquel, alejándose de ella y pidiéndole que se retirara del lugar o llamaría a seguridad.

No puede haber paz si no logramos tener una manera digna de vivir. Piénsalo. Trabajemos juntos para vivir con paz y en paz. Aprendamos a vivir en armonía. Hay que recordar que, como decía Pau Casals, que somos como la hoja de un árbol, y el árbol es toda la humanidad. No podemos vivir los unos sin los otros, sin el árbol.

 

Lunes, 23 Noviembre 2020 05:43

Verdades y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

 “Sólo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa.”

André Maurois

 

Ramón de Campoamor, no Shakespeare, como se ha pensado siempre, afirmaba que, en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira.

El problema en realidad, es que independientemente de que las cosas que escuchamos sean verdad o no, siempre debemos de ser cautelosos en la manera en que tomamos lo que escuchamos. Yo siempre trato de ser cauteloso con la manera en que recibo lo que escucho. La primera es si esa “verdad” viene de un tercero que escuchó solamente y pasa la información, porque el argumento puede estar distorsionado. Y segundo porque no lo estoy escuchando de manera directa de quien lo dijo. Por tanto, no presto mucha atención a lo que me dice alguien que escuchó de alguien más tal o cual argumento. Prefiero escucharlo directamente de la persona que lo dijo. De otra manera, le estoy haciendo daño a mi espíritu, imaginando y rumiando por lo que alguien, dicen, que dijo. Aldous Huxley manifestó alguna vez que nunca es igual saber la verdad por uno mismo que escucharla por otro.

He manifestado muchas veces que hay cosas de nuestra cultura que debemos modificar. Una de ellas es la cultura de la violencia. Hemos llegado a un punto en que todos vivimos con miedo. Pareciera que la paz ha desaparecido para dar paso a la violencia, a la brutalidad en nuestra sociedad. Y pasa lo mismo con la verdad. La verdad se ha distorsionado tanto que creemos todo lo que escuchamos y lo acomodamos de tal forma para que nuestro esquema de pensamiento lo convierta en un argumento de debate que al final, se convierte en un sofisma que defendemos a capa y espada para convencernos de que tenemos razón.

Hay una historia que me gustaría contarles atribuida a Sócrates, filósofo ateniense que vivió entre el siglo V y IV a.C. y que fuera maestro de Platón y éste de Aristóteles. Tres de los más grandes filósofos de la historia. Esta lección trata de las tres preguntas que nos deberíamos hacer antes de hablar.

Un día, cuenta la historia, Sócrates estaba reflexionando profundamente cuando llegó un conocido suyo y le hizo la siguiente pregunta:

Sócrates, maestro, ¿sabes lo que acabo de oír acerca de uno de tus estudiantes?

—Espera — preguntó el filósofo—. Antes de contarme lo que vienes a decirme, me gustaría formularte tres preguntas. La primera tiene que ver con la verdad —anunció—, ¿estás seguro de que lo que vas a contarme es cierto?

—No —respondió el joven—, acaban de contármelo.

—Es decir, que no sabes si es cierto o no —contestó Sócrates—.

Ahora la segunda pregunta, que tiene que ver con la bondad: lo que vas a decirme de mi estudiante, ¿es algo bueno?

—No, pero…

—Por lo tanto —interrumpió Sócrates—, ¿vas a decirme algo malo de otra persona, a pesar de no estar seguro de si es verdad o no?

El joven, avergonzado, asintió. Sin embargo, al viejo filósofo aún le quedaba una pregunta por formular.

—La tercera pregunta tiene que ver con la utilidad —dijo Sócrates—. Lo que vas a contarme de mi estudiante, ¿será provechoso para alguien?

—No, en realidad…

—Bien —continuó Sócrates—, lo que quieres contarme es algo que no sabes si es cierto, que no es bueno y que ni siquiera es de provecho para nadie. Entonces, ¿por qué hablar sobre ello?

Lo que esta historia nos dice, es evidente. Muchas veces nos dejamos llevar y comentamos cosas, sobre todo malas, porque pareciera que es lo que vale la pena contar, sin saber si es verdad, y, mucho menos, sin considerar si eso le hará daño a la persona de quien estamos hablando. Y lo peor, considero, es los juicios que hacen esas personas que pueden causar el

incendio de todo un pueblo.

Y todo esto tiene que ver, en principio con uno mismo, como ser individual. Y si así nos comportamos de manera particular, haciendo daño a otros, familiares y amigos, ¿qué podemos esperar del comportamiento social?

Lo importante, en este caso, es tratar de no hacerle mal a nadie al referirnos sobre esa persona con los conceptos que escuchamos de ella, porque si hablamos del concepto verdad, como lo menciono en el epígrafe, la verdad es relativa. Y cada uno tiene su concepto de esa palabra. Dicho de otro modo, cada uno tiene su concepto de verdad. Y en ese sentido, tenemos una forma de ver las cosas. Por eso, es importante el diálogo constructivo, para entendernos en nuestras realidades y hacer coincidir nuestras diferencias para poder vivir en armonía en comunidad.

 

 

Lectura 2 - 4 minutos

“De aquella cosa efímera nacía una cosa eterna.”

-Manuel Gutiérrez Nájera-

Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos, en su libro “earth in balance” (“la vida en juego”) publicado en junio de 1992, cuestionaba: “Ya hemos llegado al punto de considerar nuestros bienes como artículos desechables. ¿Hemos transformado de igual modo la forma de ver a nuestros semejantes? ¿Hemos dejado de valorar también, durante este proceso, la singularidad que poseemos todos?”

Si analizamos estas frases, podemos concluir que, de manera general, los tiempos han ido cambiando tanto que pareciera que todo es efímero, y, además, por otro lado, nos hemos ido convirtiendo en entes manipulables de tal forma, que estamos perdiendo nuestra manera individual o particular de ver el mundo para convertirnos en robots que siguen las tendencias que nos marcan los que tienen el poder.

Aunque viéndolo bien, siempre han existido las personas que se dejan llevar por la moda o las tendencias. Pero tal vez, lo que preocupa, es que cada vez es más la cantidad de gente la que se deja llevar sin pensar en las consecuencias que eso traiga.

Regresando al libro de Al Gore, cuyo título es más extenso, “la vida en juego: ecología y el espíritu humano”, el autor, en esos tiempos, explicaba el predicamento ecológico del mundo y describe una serie de políticas públicas para enfrentarse a los problemas que estamos viviendo en materia ecológica.

El cuestionamiento aquí -y gracias por los comentarios enviados con respecto a mi columna pasada- es si de verdad que este tema de la obsolescencia programada, realmente ha derivado en la llamada obsolescencia psicológica. Yo considero que así ha sido.

Muchas de nuestras creencias y costumbres se han ido perdiendo y han sido sustituidas por otras. Por ejemplo, veamos el caso del “día de muertos”. Actualmente, muchas personas ya no practican los rituales de nuestros ancestros. Y esta práctica ha sido sustituida por la celebración del Halloween o “día de brujas” de los Estados Unidos.

Aunque es importante recalcar, que en las comunidades rurales sí se sigue respetando esa antigua tradición. ¿Y por qué lo hacemos? Supongo que es debido a la publicidad que nos invade. Las grandes compañías nos dictan qué camino seguir, y ahí vamos todos.

Es una forma de “cultura desechable” o efímera. Igual un día nos llegue otra “costumbre” que deje más dinero a los fabricantes de todo esto y le hagan tanta publicidad que, sin duda, causará una tendencia que nos hará seguirla. Y en este sentido, recuerdo una frase del Subcomandante Marcos: “Después de todo, la cultura es como el café instantáneo, es decir, es soluble, desechable y, además, no es café.”

Obviamente, en este sentido, sé que me estoy metiendo en problemas de definición. Porque para algunas personas, hay varias definiciones de “cultura”. Sin embargo, en la definición de la UNESCO, la cultura permite al ser humano la capacidad de reflexión sobre sí mismo: a través de ella, el ser humano discierne valores y busca nuevas significaciones.

Y cabe el cuestionamiento también de si la cultura busca nuevas significaciones, debe ser aceptado que el ser humano cambie lo que considera que debe cambiar. Pero ese no es el problema. Porque es natural que nos cuestionemos muchas cosas sobre la vida, por ejemplo, el machismo existente en nuestra sociedad. Obvio es que debemos cambiarlo y erradicarlo para vivir de manera más armónica. Y así como éste, hay más cosas. Por ejemplo, el concepto de “familia” a “familias”. Ya tocaremos ese tema en próximos artículos.

El problema es dejarnos llevar por la moda, por las tendencias que nos imponen las grandes compañías y que nos convierten en lo que ellos quieren. Tenemos que ser consumidores responsables y cuestionarnos si lo que queremos cambiar es porque realmente lo necesitamos o porque lo impone la publicidad.

Y al mismo tiempo, aunque no lo hayamos descubierto todavía, el tema de la obsolescencia psicológica ya no sólo se aplica a productos, actualmente, esa forma de conducirnos también nos ha llevado al punto de aplicarlo a las relaciones humanas. Actualmente las relaciones de pareja ya no se ven como se hacía antes, como un compromiso asumido para toda la vida. Las relaciones actuales se ven como algo desechable. ¿Será porque estamos convencidos de que es así? ¿Será que nos lo ha impuesto la llamada obsolescencia programada?  La respuesta queda en el aire.

Pero lo que sí es importante, es que debemos buscar respuestas para vivir mejor en sociedad. Busquemos la armonía para vivir en una cultura de paz.

 

Lunes, 09 Noviembre 2020 05:46

Obsolescencia programada y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“La moda es efímera,

peligrosa e injusta”

-Karl Lagerfeld-

 

Desde hace mucho tiempo quería tratar este tema, pero parecía que no tenía mucho que ver con los tópicos que tratamos en esta columna. Sin embargo, algo dentro de mí pugnaba por unir los cabos sueltos.

La obsolescencia programada o planificada es la determinación del fin de la vida útil de un producto. Es decir, los fabricantes establecen en qué tiempo un producto dejará de ser de utilidad para el consumidor. Y de esa manera obligan a los consumidores a comprar una y otra vez. El objetivo es, simple y llanamente, producir más ganancias para las fábricas.

Seguramente ya se habrán dado cuenta que las cosas ya no duran como antes. Y también habrán visto como en una estación de bomberos en Estados Unidos, cada año celebran el aniversario de un foco o bombilla eléctrica que todavía funciona, la cual, este año, cumplió 119 años:

 https://www.youtube.com/watch?v=9Ygs4BZz9VU

Si nos vamos a los antecedentes de la obsolescencia programada, ésta se estableció el 23 de diciembre de 1924 por el “Cártel Phoebus”, conformado, entre otras, por las compañías Osram, Philips y General Electric para controlar la fabricación de focos o bombillas eléctricas, y, además, para establecer el número de horas de duración.

Otros productos, desde entonces, ya son fabricados con ese fin, durar sólo hasta un tiempo determinado, causando la necesidad de desecharlo y adquirir un producto nuevo y “mejor”.

Hay muchísimos productos que utilizamos y que tienen esta característica de obsolescencia programada. El más común es el dispositivo móvil que usamos todos los días, las computadoras, la ropa, los zapatos, las cobijas, las mochilas o bolsos escolares, los cables de alimentación, los rastrillos para rasurar o afeitar, y, en fin, muchísimas cosas que utilizamos duran muy poco tiempo, y, por tanto, las desechamos en cuanto termina su vida útil.

Y obviamente, aunque parezca que no es así, la obsolescencia programada ha causado consecuencias en el comportamiento del ser humano. De hecho, hay algo que se llama obsolescencia psicológica.

La obsolescencia psicológica pone en manos del consumidor la decisión de si el aparato se desecha o no. https://www.youtube.com/watch?v=fIl_Lr5Rf5A

Un producto sujeto a la obsolescencia psicológica sirve o no sirve en función de lo que piense su dueño sobre él y está muy sujeto a las modas, a las tendencias del mercado y a la influencia de la publicidad y, ahora, de las redes sociales.

Un ejemplo actual sería mi teléfono celular. Éste sigue sirviendo, pero la fábrica saca al mercado un modelo con más características que van a “mejorar” mi vida y me darán más “status” entre mis amigos.

Es justo aquí donde entra la voluntad del consumidor. Él decide si se deja llevar por el canto de las sirenas de la publicidad y se deja convencer por ella, o toma la decisión de tomar el control absoluto para decidir con inteligencia lo que más le conviene.

La obsolescencia psicológica depende en gran medida de nuestra opinión y percepción al respecto. O permitimos que la publicidad nos manipule y nos esclavice pensando que debo comprar algo para sentirme mejor adquiriéndolo, o mantengo mi voluntad de ser yo quien realmente decida cuándo debo comprar algo o no en función de mis necesidades.

La obsolescencia programada regularmente se aplica sobre todo a aparatos eléctricos o electrónicos. Sin embargo, también aplica a otras mercancías como ropa, accesorios de moda, objetos para el hogar, muebles y, en fin, a todos los productos que compramos y desechamos de manera irresponsable, por motivos de moda y tendencias. Todos estos productos provocan desechos que no pueden gestionarse de manera adecuada y, por tanto, causamos un daño irreversible al medio ambiente y nos hacemos daño a nosotros mismos, porque esta tendencia a desechar las cosas también nos lleva a crear una cultura en la que todo es desechable. Hasta las relaciones que tenemos con nuestro prójimo.

Eres tú quien decide seguir el esquema “comprar-tirar-comprar” o decides por tener una vida sostenible, cuidas a la Tierra, te cuidas a ti, a los tuyos y cuidas a los demás. Y así nos cuidamos todos.

 

Lunes, 26 Octubre 2020 05:35

Entorno seguro y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“En lugar de condenar a la gente,

vamos a tratar de entenderlos.

Vamos a tratar de averiguar

por qué hacen lo que hacen”

-Dale Carnegie-

El 20 de octubre pasado, hace seis días, fui invitado por el Centro Familiar para la Integración y Crecimiento A. C. (CFIC) A. C. y la estación de radio Activa 1420 AM, ambas de Cd. Juárez Chihuahua, a una entrevista en el programa “Activación Emocional, vivir en plenitud”. Me gustó mucho lo que están haciendo en esa ciudad, que, obviamente llega a todo el estado y supongo, que más allá. Y en el caso de los que tenemos internet, podemos disfrutar de esa información sin importar en dónde estemos.

No fue casualidad mi participación en el programa de radio, en realidad conozco a Silvia Aguirre, la presidenta de dicha asociación, a quien tuve la oportunidad de conocer hace algunos años ahí mismo, en Cd. Juárez, pues fui invitado a impartir una plática en agosto de 2017 en la 6ª Jornada CFIC “Resiliencia, un pacto con la adversidad”. Y la verdad, fue una oportunidad maravillosa compartir tanto con los ponentes como con las y los participantes, temas relacionados a la resiliencia. Esa capacidad para salir adelante, a pesar de los eventos traumáticos, pérdidas, sufrimiento y duelos que hayamos vivido.

Raquel Ramírez, conductora del programa de radio, me realizó varias preguntas, y, bueno, pues espero que haya respondido a todas, de la manera en que esperaban los radioescuchas. Sin embargo, muchas cosas quedaron en el tintero. Porque si bien es cierto que existen elementos para sobrellevar las cargas a las que estamos expuestos desde que nacemos, y que nos ayudan a salir adelante para reconstruirnos y deconstruirnos, la pregunta que me ha estado dando vueltas es qué otros elementos hay para acceder, desde nuestro nacimiento, a ser mejores personas sin tener que pasar por el sufrimiento. Pero inmediatamente me llegan las palabras de Boris Cyrulnik cuando dice que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Lo que significa que todas las personas estamos expuestas a situaciones traumáticas durante nuestro trayecto por la vida, pero, sin embargo, depende de uno mismo si quiere avanzar o se quiere quedar estacionado en esa “estación del sufrimiento”.

Si logras pasar esa etapa, dice mi escritor favorito, después de avanzar en la vida, nace un deseo altruista, nacen deseos de ayudar a otras personas porque ya sabes qué es el sufrimiento. Y finaliza diciendo que el altruismo es un mecanismo de legítima defensa para combatir el dolor. Pero hay que tener cuidado. No hay que centrarse solamente en los otros porque nos puede afectar. Hay que ayudar a los demás, pero sin despersonalizarse.

Y es aquí, donde también llega Cyrulnik a responder mi pregunta. Veamos: Boris afirma que el altruismo tiene mucho que ver con la empatía, es decir, ponerse en los zapatos del otro. Pero, los niños privados de afecto y los aislados sensorialmente, si no tienen a nadie, no pueden aprender empatía. No hay altruismo porque no hay empatía debido a la carencia afectiva precoz. Pero si creamos un entorno seguro para un niño, aprenderá a descubrir al otro. Eso sólo puede ocurrir si se siente seguro y así iniciará un proceso de altruismo.

¡Voilá! Aquí está la respuesta: Entorno seguro. Este proceso inicia con la madre del bebé porque estadísticamente son ellas las que se encargan de los hijos, pero, en mi opinión, también puede, un padre, ofrecer esa seguridad a su hijo o hija en ausencia de ella. Continúo: ella se tiene que sentir segura y ella, al darle seguridad al bebé, éste se sentirá seguro. A partir de ahí, ese entorno debe tender al crecimiento junto con el padre, la abuela, la guardería, el jardín de niños, y especialmente, ese entorno seguro deberá sentirse más en la casa. Todo este ambiente, hará para ese niño o niña, una gran experiencia de vida. Todo serán aventuras. Puede haber estrés, pero no habrá nada que no pueda ser superado. Habrá un placer gratificante en la vida.

Cyrulnik menciona dos factores muy grandes que vulneran a un pequeño: El primero es la violencia conyugal y el segundo es la precariedad social. Esta última, cada vez es más frecuente. Si hay personas que no tienen suficiente dinero, estas personas no tendrán ganas de convivir con sus hijos, los hijos siempre estarán tristes. Su entorno no les aporta seguridad. Y, por tanto, en la escuela tienen miedo, no se sienten seguros en ese lugar. Es probable que no aprendan mucho, que no sean buenos estudiantes, y no porque tengan una enfermedad en el cerebro, sino porque no han sentido seguridad desde que empezó a formarse su personalidad.

¿Ahora que lo sabes, tomarás una decisión al respecto? ¿Qué clase de hijas e hijos quieres? Ahora, que lo sabe el gobierno (y estoy seguro que lo sabe), ¿se tomarán decisiones para implementar políticas públicas al respecto para solucionar la precarización social?

El entorno seguro traerá como consecuencia, mejores ciudadanos para lograr el desarrollo de una cultura de la paz.

 

Lectura 2 - 4 minutos

“Todo hombre herido

se ve forzado a la metamorfosis.”

-Boris Cyrulnik-

Son muchos temas los que convergen en mis reflexiones de hoy, y también muchas dudas. Por ejemplo, las narrativas que traemos como seres individuales, la disonancia cognitiva o cognoscitiva, la cultura de la violencia en que vivimos, la resiliencia como cualidad innata, la armonía social que no hemos logrado, y, en fin, estoy en un maremágnum tremendo.

¿Cómo podemos comenzar? Mi respuesta definitiva es: implementando las herramientas necesarias para desarrollar una cultura de paz desde las políticas públicas y de ahí a la familia, las escuelas, a las fábricas, a la comunidad en general. Las organizaciones que se dedican a la salud mental, hacen maravillas, pero esa información y trabajo no permea a la sociedad en general. Considero, que la manera más global, sería a través de esa implementación de políticas públicas con ayuda de todos los medios de comunicación para crear una nueva forma de desarrollar valores y formas de comportamiento adecuadas para vivir en armonía.

¿Y si no es así no podremos llegar a la cultura de paz? Seguramente sí. Pero nos llevará más tiempo. Y entonces, ¿qué hacemos? Pues habrá que seguir cada uno de nosotros aportando y luchando desde nuestras trincheras. No podemos quedarnos con los brazos cruzados viendo cómo se nos cae a pedazos nuestra sociedad en general, y nuestras familias en particular.

Vayamos construyendo nuestras propias herramientas y deconstruyendo con ellas a nuestras familias y a nuestro entorno de convivencia. Si vivimos en la cultura de la bronca y la violencia, comencemos por erradicarla de nuestro entorno familiar y social. Aprendamos nuevas formas de comunicarnos y de solucionar nuestros conflictos.

Los conflictos siempre van a existir porque cada uno de nosotros tiene su propia manera de ver el mundo y de interpretarlo, y obviamente, esto puede ocasionar diferencias entre nosotros y ellos, los que piensan diferente. El conflicto no debe ser sinónimo de pelea o batalla, debemos verlo como una oportunidad para mejorar lo que nos sucede o lo que no nos está funcionando, o con lo que no estamos de acuerdo. Pero siempre para mejorar.

Por esa razón, los nuevos paradigmas de convivencia nos ayudarán a mejorar nuestra sociedad. Y es, en este sentido que la mediación se ha implementado en nuestro estado de Morelos para resolver nuestros conflictos de una manera más civilizada y coherente dejando atrás la cultura de la violencia.

Tenemos que considerar que cuando surge un conflicto interpersonal, generalmente se aborda con una gran carga emocional, y, por tanto, además de no querer perder esa disputa, la queremos solucionar a nuestro modo. La abordamos convencidos de que solamente “ganando” nos llegará la paz. Pero no siempre es así. En muchas ocasiones, el deseo o la búsqueda de la supuesta victoria afecta terriblemente y le da una carga negativa a la solución. No se debe buscar sólo el bien personal, sino el bien común, y por eso es importante pensar y repensar las actitudes y emociones con que abordamos un conflicto para encontrar la solución (o soluciones, a veces hay más de una) más adecuada.

Si hay personas que quieran seguir en la cultura de la violencia, y tengan una desavenencia difícil con alguien, seguirán enfrascados en “solucionarla” a través de más violencia o en hacer demandas ante un juez para “ganar” en una controversia que, muy probablemente, si se ve desde un ángulo diferente, podría ser solucionada de manera pacífica, empática, amigable y civilizada, con un esquema ganar-ganar, entre otras cosas. Y estoy seguro que esa forma de solucionar reintegraría los lazos de amistad o familiares lastimados, o por lo menos los podría regenerar para seguir conservándolos.

Con esto, nos damos cuenta que la gestión de un conflicto no necesariamente se tiene que hacer ante una instancia judicial. La mediación nos ofrece esta alternativa. Y puede ser extrajudicial, es decir, antes de que exista una demanda, o intrajudicial, es decir, cuando ya hay una demanda de por medio, pero se elige darle solución a la controversia por medio de la mediación.

Nuestra sociedad está herida. Muy lastimada. Urge una metamorfosis. O como dijera Bob Marley: “No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda”.

El desarrollo de la resiliencia y la implementación de la mediación, son parte de las herramientas necesarias para construir una cultura de paz para el buen vivir.

 

Lectura 3 - 5 minutos

“El arte de las relaciones se basa,

en buena medida, en la habilidad para relacionarnos

adecuadamente con las emociones ajenas.”

-Daniel Goleman-

No cabe duda que vivimos tiempos magníficos. Claro, habrá personas que vean el mundo de manera diferente a la mía. Dirán que hay mucha violencia, muchos medios de información, pero padecemos de falta de comunicación. Vivimos en un estado de competencia en el que la gente quiere más y más a nivel personal y económico. Comprobamos frecuentemente que todo lo que tenemos es desechable… hasta el amor. Las estadísticas nos confirman que los jóvenes de ahora no buscan tener una relación estable y mucho menos, tener hijos. Y además vemos, a diferencia de antes, que los hijos se lanzaban a la vida para buscar su libertad e independencia, que, actualmente, los hijos siguen viviendo en casa de sus padres a pesar de haber rebasado los treinta años de edad.

La pregunta sería: ¿Todo eso está mal? Y mi respuesta sería: Todo es como es y como permitamos que sea. Muchas cosas son tendencia, moda. Sin embargo, también depende de nosotros y de cómo eduquemos a nuestros hijos y de las reglas que adoptemos para vivir.

En mi opinión, vivimos tiempos increíbles en cuanto al desarrollo de las ciencias. Sean ellas sociales, de la salud, de tecnología y de todo tipo. Eso nos ayuda a avanzar en la vida y a desarrollar nuevas formas para vivir, tanto de manera intrapersonal como interpersonal.

Según mi perspectiva, puede ser diferente para ustedes, desde que Daniel Goleman, de manera comercial, publicó su libro “inteligencia emocional”, comencé a reflexionar sobre conceptos que ya traía desde adolescente, sobre el hecho de que no todas las personas de diez de calificación en las escuelas son las más sobresalientes en la vida. Es decir, que hay otros elementos que coadyuvan al desarrollo de una persona y le hagan sobresalir. Dicho de otra manera, tener éxito en la vida. Es lo que Goleman llamó “inteligencia emocional”. Sin embargo, desde antes ya había estudios sobre los elementos que hacen que una persona, no importando su excelencia en los estudios, salga adelante en la vida, pero eran materia de estudios especializados.

Al paso de los años, todos estos cambios, nuevos paradigmas de estudio del comportamiento humano y tecnológico, nos dan acceso a más herramientas para entendernos y comunicarnos.

De manera específica, en el campo del área psicológica, hay elementos que son fundamentales para nuestro desarrollo emocional. Uno de ellos es la resiliencia. Esta es la capacidad de una persona para salir adelante y reconstruir, deconstruir o construir su vida de manera positiva a pesar de los obstáculos y experiencias traumáticas que ha tenido en su vida. Es decir, que aun a pesar del sufrimiento que ha tenido que experimentar, en lugar de adoptar el patrón de la victimización, tiene un empuje emocional muy fuerte para sobresalir a pesar del infortunio.

Yo, siendo un niño ya lo había vivido. Ya lo había experimentado en mi entorno familiar y social. Pero en otros artículos escribiré sobre el particular.

Antes creía que esto que ahora conocemos como resiliencia era propias de solamente algunas personas muy fuertes de carácter. Pero ya con el tiempo, he comprobado que absolutamente todos tenemos esa capacidad de ser resilientes. Porque todos en menor o mayor medida, hemos tenido situaciones muy difíciles que hemos tenido que enfrentar y solucionar. La pérdida de un trabajo, la muerte de alguien querido, una separación o divorcio, entre otros conflictos.

La capacidad de resiliencia es inherente al ser humano, y las herramientas para ser resilientes se pueden aprender. Porque, por regla general, nos enfrentamos a nuestros duelos como podemos y salimos avante. Pero éstas se pueden aprender.

Y en el caso de la mediación, que es parte de lo que se conoce como medios alternos de solución de controversias, es una alternativa maravillosa para poder solucionar los conflictos interpersonales que todos tenemos, sin tener que hacer demandas en las que tendrá que intervenir un juez y quien decidirá quién “tiene razón”, quién no la tiene; “quién gana” y quién pierde un juicio.

La mediación ofrece bondades como: No me tengo que enfrentar a un enemigo, al contrario, trataremos de solucionar nosotros mismos, sin la intervención de un juez ni de abogados, sino con ayuda de un mediador, que servirá de guía entre nosotros, los que tenemos el conflicto, por medio de herramientas que nos ayudarán a ambas partes a solucionarlo de manera amigable, voluntaria, flexible, imparcial, y que traen aparejadas también otras ventajas. Al evitar un proceso judicial, las partes en conflicto se dan una oportunidad para transformar el conflicto en una experiencia de desarrollo humano, porque los dos se escuchan y validan, los dos reconocen sus necesidades e intereses, y, lo mejor, es que se pueden restablecer las relaciones de respeto mutuo como personas individuales. Y además hay un ahorro económico, de tiempo y de desgaste emocional.

Y para que se pueda dar el proceso de mediación en un conflicto, es necesario que las personas que lo realicen, tengan la voluntad de enfrentarse a esta situación traumática que se presenta. Y por ello, es necesario que ambas partes, tengan la capacidad de ser resilientes.

Abundaré sobre este tema la próxima semana.

 

Lunes, 05 Octubre 2020 05:28

Narrativa y cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

“El mundo se está convirtiendo en una caverna

igual que la de Platón: todos mirando imágenes

y creyendo que son la realidad”

-José Saramago-

 

Lunes, 28 Septiembre 2020 05:38

Narrativa y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Le soy fiel a mi memoria,

aunque mi memoria me sea infiel”

-Guillermo Cabrera Infante-

 

Durante nuestro camino por la vida, y desde que tenemos uso de razón, vamos teniendo muchas experiencias que vamos entretejiendo y que nos dan como resultado la persona que somos actualmente. Todas las experiencias que hemos tenido nos van dejando una cicatriz o una marca indeleble que va formando nuestro carácter, nuestra personalidad. Y todo ello, al paso del tiempo, lo que vivimos lo convertimos en historias que vamos amoldando para justificar lo que somos.

Hay personas que sufren mucho en su vida actual porque siguen cargando todo lo que vivieron en su infancia. Otras que, habiendo vivido esa misma experiencia traumática, la usan como acicate para buscar una mejor forma de vivir. De ser mejor persona. Es lo que llamamos “resiliencia”.

Gabriel García Márquez afirma que la vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla. Y, si esto es verdad, significa entonces que, efectivamente, nosotros somos los que vamos acomodando las piezas del rompecabezas para ajustarla a lo que queremos que nos defina. Para justificar lo que somos.

Esto quiere decir que la “narrativa”, la historia, el relato que nos contamos a nosotros mismos, nos ayuda a construirnos, a deconstruirnos o a destruirnos. Y, por tanto, a actuar como actuamos, a justificar nuestro proceder y a pensar que, en un conflicto dado, sólo nosotros tenemos la razón. Todo lo demás lo invalidamos

Y esto no se da sólo a nivel intrapersonal, sino a nivel interpersonal. Desde niños nos han enseñado formas de comportarnos y de ver la vida, nuestros padres, los amigos, la sociedad en general. Hay construcciones de conducta social que aprendimos y que calificamos de “buenas y malas”. De hecho, la familia es, según Carlos Sluzki, “un conjunto en interacción, organizado de manera estable y estrecha con una historia y un código propios que le otorgan singularidad”. Por eso hacer las cosas como las establecen los padres es fundamental para la cohesión grupal. Tal vez, ya de mayor, una persona puede continuar o emanciparse de esas formas aprendidas. Ir en contra de lo establecido por sus padres.

La narrativa es la fuente de nuestras creencias y construcciones personales y sociales. A través de ella vamos creando nuestra conciencia, nuestros prejuicios, nuestras percepciones de nosotros y de los otros. Lo que está “bien” y lo que está “mal”.

Los grupos sociales han creado construcciones negativas sobre los “otros”. Sobre los indígenas, los homosexuales, las lesbianas, los de otras razas, los de otras creencias, los discapacitados, la mujer, el hombre, entre otros. Y sólo lo que nosotros creemos es lo “correcto”. Lo “bueno”.

Por lo tanto, es importante reconocer a los otros. El reconocimiento es la primera parte que debemos brindar para comenzar a ver, para entender a los otros. Pero esto no es suficiente. Al mismo tiempo de otorgar el reconocimiento a los otros, a los diferentes, también tenemos que validarlos. De lo contrario nuestra justificación será: “Sí. Los entiendo, reconozco lo que piden, pero no estoy de acuerdo con ellos.”

Luego entonces, la narrativa que construimos nos refleja en lo que somos. Como nos vemos en el mundo de manera intrapersonal y de ahí lo transferimos a la esfera interpersonal. ¿Cómo te ves tú en la vida? ¿Te ves como una persona a la que siempre le va mal, le cae mal a todos, todos están en contra tuya y/o el mundo es injusto? ¿Y todo esto se lo debes a todo lo que te ha sucedido en la vida por todo el maltrato que viviste?

O ¿La narrativa que te has creado a partir de tus experiencias ha servido de motivación para construir una mejor versión de tu persona?

Sin embargo, y precisamente por lo que significa la narrativa, es de fundamental importancia considerarla en la mediación porque recordemos que, en un conflicto, si queremos solucionarlo sin la intervención de un juez, tenemos que estar abiertos a la narrativa del otro y, por tanto, estar listos para ver las cosas desde otro ángulo. Tanto desde nuestra perspectiva para entendernos y entender al otro, y viceversa. Y esto nos lleva a otra conclusión. Es también importante darnos cuenta si nuestra narrativa nos está causando controversia tanto para entenderme a mí mismo como para entender al otro. No es fácil, pero hay que intentarlo.

Y aunque no existiera un conflicto que solucionar con otra persona, es esencial analizar nuestra narrativa para tratar de mejorar nuestra forma de vivir.

Y lo que siempre será cierto es que, en cualquier conflicto que se dé, siempre habrá una narrativa porque es lo que le ha dado concreción a nuestro mundo particular de ver y sentir las cosas.

Y si este tema te causa curiosidad, nada como ver el ejemplo que la Maestra Jane Elliot realizó en 1968, inspirada en el asesinato de Martin Luther King:

 https://www.youtube.com/watch?v=hvD3HnGrzfE

 

 

Lunes, 21 Septiembre 2020 06:07

Día internacional de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella.

Y no es suficiente con creer.

Hay que trabajar para conseguirla.”

-Eleanor Roosevelt-

 

Al momento de estar leyendo estas líneas, estaremos celebrando el día internacional de la paz. La ONU estableció que cada 21 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Paz en todo el mundo. La Asamblea General ha declarado esta fecha como el día dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz, a través de la observación de 24 horas de no violencia y alto el fuego. Y, sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que se han hecho, siguen existiendo la violencia y la guerra, un día sí y otro también.

Está clarísimo que el mundo ya no puede seguir como hasta ahora lo ha hecho. Y lo ha demostrado fehacientemente la pandemia que vivimos a todos, países pobres o países ricos les ha tocado vivir las crisis que ha provocado el covid 19.

La búsqueda de la paz es menester no sólo de los gobiernos, sino de la participación directa de todos los que habitamos el planeta tierra.

Y en el caso de Morelos, el Centro de Mediación Privada Conversare junto con el Poder Judicial del estado de Morelos ha comenzado una serie de conferencias, precisamente en el marco del internacional de la paz. Un trabajo conjunto en el que por cuatro semanas consecutivas, conferencistas mexicanos y extranjeros impulsarán este tema en la búsqueda de un nuevo paradigma que nos lleve de la cultura de violencia en la vivimos a una cultura de paz para vivir en armonía y concordia.

Para lograr vivir en una sociedad en la que la paz se desarrolle, la ONU estableció diecisiete objetivos de desarrollo sostenible en 2015 porque consideraron que no es posible hacer de este un mundo pacífico si no se toman las medidas pertinentes para lograr el desarrollo social y económico de todas las personas y garantizar la protección de sus derechos. Estos objetivos son: fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas; y alianzas para lograr objetivos.

Si analizamos a fondo estos objetivos, algunas mentes obcecadas dirán que es imposible lograrlos. Sin embargo, es una cuestión de lógica simple. Al estar leyendo esto que escribo, recordé mis clases de filosofía en la prepa. Ya lo había dicho Thomas Hobbes, quien se apoyó en la obra de Plauto, Asinaria, para hacer su frase más famosa: ”el hombre es el lobo del hombre”, en la que expresaba que el hombre, guiado por su egoísmo, puede destruir a sus congéneres por el interés desmedido para lograr sus propios objetivos.

Ahora las cosas son diferentes. Nos hemos dado cuenta que la ambición desmedida nos puede acabar a todos, y basta observar lo que le hemos hecho a nuestra madre tierra. El cambio climático ha sido provocado por el ser humano. Y estoy convencido que, si hay cambios más drásticos, seremos nosotros los que desapareceremos de la Tierra. Nuestro planeta se regenerará y se reconstruirá porque nosotros somos los depredadores, así que seremos nosotros, los humanos, los que se extinguirán.

Y lo mismo será con los temas adyacentes, Cuestiones sociales, laborales, de convivencia, y todo lo que mencionan los diecisiete puntos en cuestión, tienen que llegar a un punto de equilibrio para lograr la paz. Los que seguimos vivos en este mundo, así como las nuevas generaciones, debemos trabajar para construirla.

Nelson Mandela decía que derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y trabajan por la paz.

La violencia de género, el acoso escolar, el maltrato, la pobreza, la falta de un trabajo digno, son algunos de los temas que hablan sobre la falta de paz y las cifras son terribles: La violencia de género es la principal causa de muerte o discapacidad de las mujeres de entre 16 y 44 años. Cada 15 segundos, una mujer es maltratada en alguna parte del mundo. 1,4 millones de personas pierden la vida cada año debido a la violencia, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Alrededor de 246 millones de jóvenes padecen acoso escolar en el mundo, según datos de la Unesco. El 90% de las muertes causadas por la violencia se producen en países de ingresos bajos y medios, según la OMS. Nosotros, en México, estamos dentro de este grupo.

Construyamos un mundo mejor más equilibrado, más justo y sostenible. Los objetivos están bien definidos. Hagámoslos realidad participando activamente como sociedad organizada, por nuestro lado, y las autoridades, elaborando e implementando políticas públicas para lograr vivir en armonía, desarrollando una cultura de la paz. Todos en conjunto podemos lograrlo.

 

Lunes, 14 Septiembre 2020 05:27

Mediación familiar y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Cada vez que se crea una frontera,

 y se construye un puente para superarla,

ambos lados salen beneficiados.”

-Anónimo-

Dicen que no hay mal que por bien no venga. He hablado en columnas anteriores de todos los estragos que ha causado la pandemia en todos los seres humanos. Hombres y mujeres nos hemos visto envueltos en un maremágnum de situaciones, muchas muy dolorosas y, algunas otras, que a pesar del dolor que nos causa, nos han dado una lección maravillosa. Pero para llegar a estas conclusiones debemos abrir nuestro corazón y nuestra mente.

Entre algunas de las lecciones que ha dejado la pandemia está aquella de que no importa el dinero que tengas, porque al final, todos, y ricos pobres, creyentes y no creyentes, de un color y otro diferente, quedamos aislados. Por lo tanto, el dinero no es algo que te vaya a salvar de la pandemia. Si te contagias, aunque tengas todo el dinero del mundo, pasarás lo mismo que aquel, que, siendo pobre, se contagió.

Hay quienes dicen que han aprendido a conocerse un poco más, de amarse a sí mismos. Pero eso les sucede a quienes están dispuestos a escuchar y a aprender. Porque hay personas que sólo ven el lado negativo de las cosas.

Todo esto viene a comentario porque acabo de participar en un proceso de mediación entre dos familiares que venían arrastrando por muchos años viejos pleitos y rencillas derivados de la mala convivencia que como vecinas tenían. Trataré de contar una historia larga en breves palabras: Un hombre y una mujer, ambos hermanos, compraron un terreno hace muchísimos años. Allí cada uno de ellos construyó su casa. Convivieron muy felices siempre. Como todas las familias deberían vivir. Las hijas de ambas familias crecieron y les heredaron a ellas sus propiedades. Pero por alguna razón, nadie sabe cómo empiezan las rencillas y los egoísmos, comenzaron las desavenencias y los desacuerdos entre las hijas. Y a partir de ahí, se dieron quejas y peleas por la propiedad. Las hijas ahora son adultas y también ya tienen hijas e hijos. ¿Seguirían dejándoles esa herencia de odio a sus vástagos?

La violencia ya era insoportable, de repente, y de acuerdo a la cultura que tenemos, estaban a punto de comenzar las demandas y denuncias porque todo se estaba volviendo insoportable. No se podían ver. Se odiaban. La violencia, además de verbal, un día iba a desembocar en violencia física.

Afortunadamente, una de ellas me contactó. Hablamos de la pertinencia de buscar la mediación como un medio pacífico, voluntario y autocompositivo de solucionar sus conflictos, y se decidieron las dos a participar. Y a contrario sensu de lo que pensé, imaginé que nos tomaría más tiempo. El problema se solucionó en dos sesiones. Sólo eso bastó para que ellas se pusieran de acuerdo y establecieran las reglas para poder solucionar esos problemas añejos que ya no las dejaban vivir.

En esas dos sesiones salieron muchas cosas negativas a flote, pero también recordaron cuánto se querían y lo que habían vivido cuando eran más jóvenes, los momentos en que juntas se apoyaron en los problemas de la vida. Poco a poco fue regresando el amor y la concordia.

Tantos años de malos entendidos, en los que pensaron que nunca se solucionaría su problema enraizado en el odio, se terminó en dos reuniones. Dos sesiones de mediación en las que se dieron cuenta que todo es posible, porque sólo el amor alumbra lo que perdura. Sólo el amor convierte en milagro el barro, dice Silvio Rodríguez.

Ahora lo que queda es recoger los pedazos y armar nuevamente el rompecabezas. Hacer como hacen en ese antiguo arte japonés llamado Kintsugi o Kintsukuroi en el que cuando se rompe una pieza valiosa, unen las fracturas con barniz o resina espolvoreada con oro. Este antiguo arte oriental, manifiesta que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y que se deben mostrar en lugar de ocultarse porque las cicatrices embellecen el objeto. O como decía Rumi, antiguo poeta persa: la cicatriz es el lugar por donde entra la luz.

La mediación familiar vuelve a unir lazos rotos, y entre otras bondades, se pueden mencionar las siguientes: se llega a la conclusión de que es mejor normalizar, dignificar y preservar las relaciones parentales y familiares para desarrollarse de una manera adecuada; la adaptación de las soluciones que entre las partes deseen establecer por las circunstancias de diversos tipos que puedan existir entre las partes en conflicto; favorece la autodeterminación, el compromiso y la conciencia de las partes implicadas, y, como ellos mismos establecen los acuerdos, el cumplimiento de lo acordado será más fácil realizarlo. No es igual que un tercero llamado juez diga quién gana y quién pierde, y quién tiene que cumplir qué, cómo y cuándo. McGillicuddy (1996) establece que; "la percepción de que el resultado es justo globalmente, y la satisfacción con la mediación, son buenos predictores del mantenimiento de los acuerdos a lo largo del tiempo".

Me siento satisfecho con el resultado obtenido en este conflicto mencionado porque eso nos acerca un poco más a la cultura de la paz que tanto necesitamos.

Por último, les hago una atenta invitación a un evento virtual que estamos organizando en el marco del día internacional de la paz. A partir de este sábado 19 de septiembre a las 12:00 hrs. Llevaremos a ustedes una serie de conferencias de nivel internacional con el tema de la paz. Más informes en: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Lunes, 07 Septiembre 2020 05:29

Rituales y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Qué es un rito? -dijo el principito.-

Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-.

Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días.”

-Séneca-

 

Los ritos o rituales son ceremonias o eventos que dan a paso a una nueva fase en la vida. Pueden ser celebraciones sociales o religiosas y que nos emocionan mucho por todos los cambios esperados a futuro. Si lo analizamos bien, existen todo tipo de rituales: familiares, escolares, civiles o sociales y religiosos, como lo he mencionado.

Los rituales son importantes para todos los que vivimos en sociedad porque es un reconocimiento de alguna actividad. Por ejemplo, si un estudiante termina una carrera, se le está reconociendo, a través del ritual de la ceremonia de graduación que ha cumplido un objetivo más en la escalera de la vida. Y cuando presenta su examen profesional es otro ritual en el que se reconoce el grado alcanzado. En el caso del matrimonio, se reconoce el hecho de que una pareja manifiesta su consentimiento para llevar una vida en conjunto y lo establece ante todos sus conocidos.

Los rituales, pues, son actos simbólicos que dejan huella en nuestros corazones de manera profunda. Y estos, no necesariamente tienen que estar avalados o reconocidos por alguien en un grado jerárquico más alto.

Hay pequeñas cosas, que son realmente grandes y que tal vez no nos damos cuenta que son rituales. Y sin embargo lo son. Podríamos mencionar aquellos que hacemos de manera natural o mecánica y que nos fueron imbuidos e inculcados por tradición familiar, como los rituales de los padres a sus hijos para prepararlos para ir a dormir. Ellen Gallinsky hizo una prueba con más de mil niños en la que ellos mencionaban que lo que más recordaban de su niñez eran los pequeños rituales cotidianos como el cuento antes de dormir, las bromas, las canciones, los saludos, gestos pequeños pero muy queridos, que les daban la sensación de pertenencia a una familia que les hacía sentirse felices y amados.

Los rituales son muy importantes en nuestras vidas. No existe sociedad alguna que carezca de ellos, porque los rituales satisfacen una necesidad básica del ser humano. Y, sin embargo, poco a poco vamos acabando con ellos. Explico.

Antes de que entrara el nuevo milenio, se escribieron libros y canciones sobre lo que venía. En una reunión de amigos, yo comentaba que fui criado en un medio familiar y de amigos en el que se nos había inculcado que no llegaríamos al año 2000. Todo se veía más escabroso mientras pasaban los años. Cuando salió la película “Back to the future” (“De regreso al futuro”) en los años 80, el futuro se veía imponente. Ya pasamos el 21 de octubre de 2015, fecha en que Marty McFly iba de viaje al futuro. Y las cosas no son como se habían planteado en la película… pero hubiera preferido ese escenario al que estamos viviendo actualmente en el mundo en general y, en nuestro México, de manera particular.

Decía, entre esos libros que leí, me encontré algunos que hablaban de las enfermedades que vendrían en el nuevo siglo. La principal de ellas, era la depresión. Y con respecto de las creencias y valores, se hablaba de que vendrían nuevas formas de creencias y de espiritualidad.

Y si analizamos concienzudamente lo que nos está sucediendo, es precisamente lo mencionado. Sin generalizar, algunos padres y madres de familia ya no tienen rituales con sus hijas e hijos. En esta era digitalizada, el cuidado de los hijos se lo dejamos a una tablet, a una computadora o a un celular. Y eso nos aleja del amor. Nos hace encerrarnos en nuestro pequeño mundo en donde estamos conectados, sintiendo y viviendo en un mundo imaginario fuera de toda realidad. Estamos conectados, pero no estamos comunicados. Estamos completamente aislados.

Los rituales nos protegen del caos, nos dan vínculos, reducen el estrés, nos unen realmente a los nuestros. Los rituales afirman como es una familia. Cada familia puede y debe inventar sus propios rituales para sentirse y estar unidos.

Y en el espectro social, los rituales también son muy importantes porque nos unen y también nos diferencian por lo que hemos alcanzado a lograr. Disfrutamos la misma experiencia a partir de nuestras propias individualidades.

Rescatemos los rituales para poder acabar con este vacío existencial que cada día se manifiesta más en nuestras sociedades a través de la indolencia y la violencia que se ha desatado y que ha dejado consecuencias desastrosas, terribles y lamentables en nuestras comunidades, porque los rituales nos ayudan a recuperar la conciencia de estar vivos y contribuir a una mejor sociedad que nos llevará a lograr una cultura de paz.

Agradezco la oportunidad a nuestra casa editorial La Unión de Morelos. Esta columna está cumpliendo tres años de publicación. El primer artículo apareció el lunes 4 de septiembre de 2017. Gracias, gracias, gracias a todas y a todos quienes la leen cada semana. Para mí, el escribirla se ha convertido en un ritual de reflexión edificante para el corazón.

 

 

Lectura 3 - 6 minutos

“Largo es el camino de la enseñanza

por medio de teorías;

breve y eficaz por medio de ejemplos.”

-Séneca-

Es verdad que la pandemia nos ha cambiado muchas cosas. Ha causado que los conceptos del mundo y de las relaciones humanas hayan dado un giro tremendo. En mi caso personal, lo noté, por ejemplo, cuando mi hija me invitó a presenciar su ceremonia de clausura de cursos y fin de sus estudios universitarios…de manera virtual. Si hablo de los sentimientos que eso causó en mí, debo decir que todo me pareció frío. Nunca imaginé que asistiría a un evento de esa naturaleza como se hizo. Sin embargo, esa es la realidad que hoy vivimos. Esta generación ya tiene una anécdota que contarles a sus nietos, entre otras tantas.

Esto me hace recordar un libro llamado “el futuro no es lo que era” que trata del vertiginoso cambio de civilización que está provocando la revolución tecnológica y la necesidad de reaccionar buscando un nuevo paradigma político, económico, de seguridad y sociocultural, escrito por Felipe González, expresidente de España; y Juan Luis Cebrián, uno de los más reconocidos periodistas españoles y miembro de la Real Academia Española y caballero de las Artes y las Ciencias de la República Francesa.

Si agregamos a estos vertiginosos cambios lo que nos está provocando la pandemia, esto provoca temor. Temor al futuro. La falta de trabajo nos está dejando con una economía terrible. ¿Y la educación? Parece que ahí va, que sigue su rumbo. Pero en realidad, además del rezago que ya existía, la pandemia nos está provocando en varios sentidos, afectando la educación de nuestras nuevas generaciones.

Escuchaba una conversación hace unos días, en la que un alumno decía que no tenía acceso a internet, otros ni siquiera tienen una computadora. Y otro pequeño decía que sólo tenían acceso a un celular, el de su mamá, pero que eran dos hermanos, y sólo uno podía utilizarlo a la vez, para poder tener acceso a clases.

Obviamente, esto nos da una idea de la diferencia entre los que estudian en escuela privadas y los que estudian en escuelas públicas.

El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en México (INEE) nos dice que: Tratar de comparar la calidad de la oferta pública con la de escuelas “de paga” resulta absurdo, pues, además de las dificultades conceptuales propias a la elaboración de un instrumento de medición confiable, las condiciones a las cuales se enfrentan alumnos y docentes, tanto fuera como dentro del aula, son sumamente distintas. Aún más, los docentes de escuelas públicas muchas veces se ven restringidos por los recursos limitados con los que cuentan y, a pesar de las condiciones desfavorecedoras, logran idear estrategias para responder tanto a los planes y programas de estudio como a las necesidades particulares de sus alumnos.

Me doy cuenta, por mis conversaciones con diferentes actores sociales de lo terrible que está siendo el nuevo ciclo escolar. Y aquí me cuestiono varios temas: ¿Nuestros estudiantes tendrán a la posibilidad de aprender algo realmente? ¿Aprobarán este año? ¿Se atrasarán? ¿El rezago será mucho más abismal de lo que ya es?

Sé del esfuerzo que realizan las maestras y maestros de las escuelas públicas adornando las paredes de su casa para dar un aire más “escolar” al aula virtual. Veo muchas maestras y maestros comprometidos con su labor y con sus estudiantes. Pero… ¿Han estudiado y aprendido que las estrategias de las clases virtuales son diferentes que las del salón de clases presencial?

John Dewey nos confirma que: la educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma. Por tanto, ¿estamos preparados para las TIC’s? entendidas éstas como las Tecnologías de la Información y la Educación, y que se refieren a todos aquellos recursos, herramientas y programas que se utilizan para procesar, administrar y compartir la información mediante diversos soportes tecnológicos, tales como: computadoras, teléfonos móviles, televisores, reproductores portátiles de audio y video o consolas de juego. Esta es la vida misma. La vida actual.

De manera personal, creo que no. Aún existen muchos adultos que no entienden muy bien todo esto, y me cuestiono sobre si aquellos niños y niñas de clase baja ya las entienden, o, por lo menos, tienen acceso a ellas.

Las clases acaban de empezar el 24 de agosto, hace unos días. El programa Aprende en Casa II de la SEP empezó mal. Se dice que la primera semana fue de repaso y que todo se normalizará con los nuevos contenidos a partir del 14 de septiembre. Esperemos que así sea. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló que México es el país con peor calificación en educación en línea; a pesar de que es uno de los países que más invierte en este tipo de educación. Y hay que entender que las tarifas para acceder a internet son similares a algunos países del primer mundo como Noruega y Australia, así que esas son algunas razones para entender que tenemos que cambiar el paradigma educativo.

De todas formas, y a pesar de las carencias, a través de esta columna, vaya un reconocimiento a todas nuestras maestras y maestros que se esfuerzan por hacer llegar la educación a nuestras niñas y niños. Este llamado, en realidad es, para nuestra gente, aquellos que puedan ayudar prestando una compu o un celular para que nuestra infancia pueda seguir educándose. Y para el gobierno, es un llamado para buscar formas novedosas de apoyo en los lugares más distantes para hacer llegar la educación. Una verdadera educación.

 

Lunes, 24 Agosto 2020 05:45

Empatía y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Aprender a estar en la piel de otro,

a ver a través de sus ojos,

 así es como comienza la paz.

Y depende de ti que ocurra.”

-Barak Obama-

 

Hoy me siento más tranquilo después de muchos días de preocupación y desasosiego. Ahora entiendo mucho mejor a todas las personas que me envían mensajes varios sobre la situación de nuestro estado, los problemas sociales, emocionales y de otros tipos que estamos viviendo. Siempre trato de poner atención y mostrar empatía a lo que les sucede.

Hace algunas semanas, recibí un mensaje por Messenger de una chica de otro estado que estaba muy preocupada por lo que le había sucedido a su madre. Había sido diagnosticada con síntomas de covid y la tuvieron que hospitalizar de manera inmediata. Le dijeron que no la podía visitar porque estaría aislada en la zona destinada para tal fin, y no volvió a saber de ella.

Me dijo que estaba muy preocupada y que se sentía impotente por no saber nada de su madre, y se imaginaba los peores escenarios. ¿Qué estaría pensando su mamá? ¿Qué la habían abandonado a su suerte? ¿Qué sucedería si ella falleciera? Sólo le entregarían sus cenizas sin más palabras. ¿Y si no son sus cenizas las que están en la urna? Muchas preguntas y ni una sola respuesta.

A través de nuestros mensajes traté de calmarla y animándola a que fuera positiva. Pero lo que más le dolía, me contaba, era que cada día que pasaba era el suplicio por no saber de ella. Y lo peor, que no podía comunicarse en absoluto. Era una angustia total.

Así pasaron los días, y dejó de comunicarse conmigo. Yo me quedé preocupado, pero seguí una de las reglas de la empatía: dicen que la empatía es sumergirse en el mundo emocional del otro, pero sin ahogarse en él. Y esto es verdad, pues de lo contrario no sería de mucha ayuda lo que hiciéramos.

Esta historia se repitió, pero esta vez con mi madre. Ella, con la edad que tiene, padece de muchas afecciones y por falta de oxigenación, que es algo común en ella, pero que es uno de los síntomas de la pandemia, fue internada y aislada en el IMSS. Sin embargo, hablé con mi madre y yo mismo la llevé. Le dije que tendría que ser muy fuerte, que de ella yo había aprendido la fortaleza para salir delante de cualquier situación por terrible que fuera. Le dije también que no podríamos visitarla pero que estaríamos al pendiente de ella. Pensé que viviría la misma situación que otras personas habían vivido: incertidumbre, desesperación y angustia ante la falta de noticias sobre su salud.

Pero la verdad, y hay que reconocerlo con mucho agradecimiento, es que el escenario no fue de esa manera.  El personal del IMSS fue muy amable. La trabajadora social me dijo que podíamos escribirle una carta cada día y que el personal médico la leería a mi madre para que ella se sintiera acompañada por las palabras de aliento. De igual manera, me aseguraron que recibiría llamadas diariamente de los médicos para saber cómo iba su estado. y así fue. Recibía dos llamadas diarias, una a medio día y otra por la tarde noche. Y es verdad que mi corazón estaba acongojado hasta que recibía esas noticias. Me dijeron que, a partir del octavo día, mi madre podría empeorar o empezar a recobrar la salud. Fueron días y noches muy difíciles. A los once días de internamiento mi madre fue recuperándose y la dieron de alta hace pocos días, afortunadamente.

La empatía del personal del IMSS, las trabajadoras sociales que recibían mis cartas, y de las y los doctores que me llamaban diariamente para decirme el estado de mi madre, fueron fundamentales para mi y mi familia, lo cual agradezco de todo corazón. Eso es lo que hace una sociedad empática, ponerse en los zapatos del otro para apoyar y salir adelante.

Y, sobre todo, agradezco a Dios, que se manifestó a través de alguien, que me dio seguridad y paz para atravesar este camino difícil. Me enseñó que la oración llega a donde yo no puedo llegar y que Dios hace lo que yo no puedo hacer.

La empatía ayuda mucho en una sociedad en la que cada día la gente sólo ve por sus propios intereses. Eso es egoísmo puro. Aunque es importante recalcar que hay diferentes tipos de egoísmo y que no todos son malos.

La empatía nos conduce a ser solidarios con los demás y tratar de entender lo que les sucede. Carl Rogers afirma que ser empático es ver el mundo a través de los ojos del otro y no ver nuestro mundo reflejado en sus ojos. Hay muchas formas de ver el mundo porque cada uno de nosotros ha tenido y vivido experiencias únicas que nos formado, o deformado, y por eso vemos el mundo como lo vemos. Por eso es importante cambiar el paradigma. Convencernos de que el mundo puede ser diferente a como lo hemos vivido a través de la empatía. Sigo pensando que el amor es el camino.

P.D. al final, la chica de los mensajes en Messenger, también tuvo la fortuna de que su madre saliera con bien. Insistí con varios mensajes hasta que me contestó. Pero ella no sabe la historia por la que pasé.

 

 

 

 

Lectura 3 - 5 minutos

“La cooperación no es ausencia de conflictos,

sino el medio para resolver el conflicto.”

-Deborah Tannen-

Este viernes pasado terminaron las conferencias virtuales que ofreció el Tribunal Superior de Justicia del Estado sobre el tema de la mediación en el marco del primer aniversario del Centro Morelense de Mecanismos Alternativos para la Solución de Controversias (MMASC).

Se analizaron diferentes temas y, como comenté en mi columna pasada, yo hablé de cultura de paz y mediación. Les comento que recibí muchos comentarios, pero me quiero referir a uno específicamente de un prestigiado abogado que me llamó para comentarme que siempre había estado en contra de la mediación, pero que mi charla le había hecho cambiar de opinión al grado, que, basado en la misma, estaba comenzando a realizar un trabajo sobre el tema. Esa llamada fue edificante porque de verdad pienso que ha llegado la hora de cambiar del paradigma de la violencia al de la cultura de paz.

Existe mucha resistencia, por parte de un gran número de abogados, en el tema de la mediación porque suponen que eso les quitará trabajo. Sin embargo, esto no es verdad. Como he comentado en anteriores publicaciones, en todas las sociedades se ha vivido la cultura de la violencia por los siglos de los siglos. Muchos autores afirman que el ser humano es violento por naturaleza. Y considero que la llegada de la mediación causará que la abogacía se reinvente buscando nuevas formas de resolver los conflictos.

 El antropólogo Ashley Montagu, refiriéndose a numerosos estudios neurológicos, nos dice que el cerebro está programado para la agresión, lo cual es bueno, porque la agresividad nos permite a los seres humanos hacer uso de ella en caso necesario. Pero no hay que confundir la potencial agresividad con la violencia que en muchos seres humanos se manifiesta como una forma de mostrar superioridad.

En la introducción de “La cultura de la violencia: la transgresión y el miedo de los adolescentes”, la autora, Alejandrina Silva nos dice que “históricamente, el desarrollo cultural y la dinámica social, con el uso de leyes y normas religiosas y civiles, posibilitó sólo por períodos un orden en las tensiones sociales, permitiendo cierto respeto por los otros. Sin embargo, pese al castigo por infringir las leyes y a la represión existente, pareciera que arribamos a un momento de irrespeto total hacia el sistema establecido, en que la inseguridad creciente es la única certeza y el respeto a la vida ha perdido todo significado y con ello los valores consecuentes, sobre todo, cuando se habla ya sin cuestionar de la cultura de la violencia.”

Este trabajo realizado en 2006, nos muestra que, efectivamente, a pesar del castigo que el estado pueda imponer, la violencia se ha generalizado en todas las sociedades. Lo vemos un día sí y otro también en los medios tradicionales y en los sociales. Ya no hay respeto a las leyes. Ni por parte de los delincuentes, ni por parte de los ciudadanos que, al verse sometidos por la delincuencia, ejercen justicia por propia mano. En otros casos, y de peor manera, la gente, la masa, diría yo, se deja llevar por noticias falsas o fake news y realiza actos vandálicos o linchamientos en contra de personas inocentes.

Los filósofos de la antigüedad han tratado estos temas y han desarrollado teorías para desarrollar el bien. Aristóteles en su tratado de “Ética” nos dice que el bien es el fin de todas las acciones del hombre. El bien es el objeto de todas nuestras aspiraciones.

Sun-Tzu, en “El arte de la guerra” sostiene que el conflicto es luz y sombra, peligro y oportunidad, estabilidad y cambio, fortaleza y debilidad, el impulso para avanzar y el obstáculo que se opone. “Todos los conflictos contienen la semilla de la creación y la destrucción”.

El conflicto siempre existirá, de eso estoy seguro. Lo que no comparto es que sólo se pueda solucionar exclusivamente con el uso de la violencia. Y en el caso de los juicios, no tiene por qué haber un tercero llamado juez, necesariamente, que decida quién gana y quién pierde en una controversia. Existe desde hace muchos años este medio alternativo de solución de conflictos y que, finalmente, ya tenemos en nuestro estado, que nos permitirá no sólo cambiar el paradigma de la violencia, sino que nos dará las bases para desarrollar la cultura de paz.

Analicen un caso familiar. La pareja se pelea por un conflicto que tiene. Y al no tener más que la cultura de la violencia, se amenazan y se convierten en enemigos a muerte, llevándose en esa terrible tormenta a los hijos, si los tienen. Cada uno argumenta a través de sus abogados lo que consideran y se da una batalla interminable en la que aparentemente uno gana, pero que, en realidad todos salen perdiendo. La familia se destruye.

La mediación nos ofrece una forma pacífica, amigable, voluntaria, empática, entre otros elementos de poder resolver el conflicto de una manera más civilizada en la que, a la postre, las partes puedan quedar en mejores términos porque se resolvieron las cosas de tal forma en que se beneficien ambas partes. Es un esquema ganar-ganar.

La violencia es la imposición destructora de una persona hacia otra. ¿Seremos capaces de entender, aprender y desarrollar una cultura de paz para vivir mejor en comunidad? Yo estoy seguro que sí. De lo contrario, seguiremos violentándonos entre unos y otros.

 

Lectura 2 - 4 minutos

“Las tres cuartas partes de las miserias y

malos entendidos en el mundo terminarían

si las personas se pusieran en los zapatos

de sus adversarios y entendieran su punto de vista.”

-Mahatma Gandhi-

Cuando nació esta columna, fue por la necesidad y el deseo de construir, dar a conocer, implementar y promover la cultura de la paz para el buen vivir en nuestra sociedad.

Siempre he sostenido que estamos acostumbrados a resolver nuestras diferencias y conflictos a través de la violencia. Es decir, somos parte de la cultura de la bronca. Así le llamo yo.

Es cierto que nacemos con el conflicto porque somos humanos. Siempre habrá diferencias de puntos de vista, opiniones diferentes, controversia. Y ante esas diferencias pretendemos siempre tener la razón e imponer nuestros conceptos.

Y si eso se da en cualquier contexto, es decir, en el seno familiar, en la escena laboral, escolar en los negocios, la situación se complica aún más. y el problema más grande, eso creo yo, comienza con los problemas que ya traemos desde nuestro entorno.

La quinta definición que ofrece la Real Academia de la Lengua, refiere que el conflicto es la coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo, capaces de generar angustia y trastornos neuróticos. Esto ya de por sí es complicado, puesto que, además del conflicto interno que traemos, el generado entre dos o más personas puede que provoque muchísimos más problemas.

Tenemos que aprender nuevas formas para resolver los conflictos de una manera más civilizada. Ya no es adecuado dejar que sea un tercero, llamado juez, quien diga quién gana y quién pierde un juicio.

La mediación es muy noble en este sentido porque el conflicto puede arreglarse de manera pacífica, amigable, voluntaria y confidencial, entre otros elementos, por las partes en conflicto y un tercero llamado mediador que será un guía solamente para solucionar el conflicto, de tal manera que se trata de un esquema ganar-ganar. No hay perdedores en la mediación. Y lo más importante, los acuerdos tomados entre las partes tienen carácter de cosa juzgada.

De acuerdo a la ONU, la mediación es un proceso voluntario que se lleva a cabo con carácter confidencial, en el que una persona sin intereses creados, y que ha recibido la formación necesaria, a la que se denomina mediador, presta ayuda a las partes para llegar a un acuerdo negociado en relación con una controversia o diferencia, y en el que las propias partes están en control de la decisión de zanjar la cuestión y los términos de cualquier solución.

Y es, en este sentido, que la sociedad se congratula de que la mediación exista en nuestro país. En el caso específico de Morelos, este día lunes comenzará un ciclo de conferencias organizadas por la Escuela Judicial en el marco del 1º aniversario del CEMMASC (Centro Morelense de Medios Alternativos de Solución de Controversias) en el que se hablarán temas diversos sobre mediación. Participarán varias instituciones públicas y privadas.

En mi caso particular, mi ponencia será el próximo viernes y versará sobre temas de mediación privada. Su servidor, representa como director a “Conversare” institución de mediación privada, cuyo slogan es: “Dialogando juntos construimos”, dicha organización cuenta con mediadores debidamente certificados y además de los temas de mediación se imparten diversos cursos y talleres relacionados con la cultura de paz.

Quienes estén interesados, pueden ingresar al siguiente vínculo para registrarse. Todas las ponencias serán virtuales.

http://187.174.223.116/sistema_cursos/inscripciones/view_index.php?evento=1

Para todos nosotros, mujeres y hombres que buscamos nuevas formas de convivencia que garanticen el buen vivir y la cultura paz, esta serie de eventos valen mucho la pena. La mediación se puede llevar a diferentes áreas de la convivencia humana para lograr la armonía necesaria y puedan dirimir los conflictos de una manera civilizada. Existen diferentes tipos de mediación: familiar, civil, mercantil, laboral, penal, comunitaria y escolar, entre otras.

Actualmente estamos viviendo extremos de la violencia, y parecería que todos tendemos a entrar en esta dinámica destructiva. No lo permitamos. Tenemos que encontrar formas para vivir realmente en paz y concordia. William Ury afirma que: “la paz no es la eliminación de las diferencias, sino simplemente el manejo constructivo de las mismas.”

El conflicto siempre va a existir entre los seres humanos, pero es necesario que realmente aprendamos estrategias para enfrentarlo de una manera pacífica. Este es el momento.

 

Lectura 2 - 4 minutos

“La raíz de todas las pasiones es el amor.

De él nace la tristeza, el gozo,

 la alegría y la desesperación.”

-Lope de Vega-

Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que iba de visita a la casa de una amiga que quiero mucho y que compartíamos el pan, la sal, la amistad y las canciones que siempre hemos cantado por tantos años junto a su familia. Fue un sueño muy hermoso porque cantamos hasta el amanecer. Sus hijos cantaron con una energía maravillosa, y ella, como siempre, plasmaba su sentimiento en las canciones que interpretaba. Contemplamos la luna, luna nueva del mes de agosto. Luna nueva que prometía un futuro mejor. Luna nueva que nos regalaba una esperanza.

Desperté, y mi corazón se llenó de una nostalgia futura... ¿Qué será de nosotros con la nueva normalidad?

Al tiempo que algunos están más o menos tranquilos sobrellevando la pandemia que vivimos, hay otras personas cuyos familiares o amigos cercanos han trascendido de este mundo. Sea a consecuencia de esta pandemia o por razones naturales. En otros casos peores, sigue habiendo violencia en las calles. Violencia en las casas. ¿De verdad será difícil vivir en paz ahora que la estamos pasando tan mal?

He visto gente muy cercana a mí con problemas de depresión, ataques de ansiedad, tristeza muy profunda. Los que saben del tema, siempre pronosticaron que el nuevo milenio traería una enfermedad principal llamada depresión. Y la pandemia que vivimos actualmente empeora la situación.

La pandemia nos robó los besos, nos prohibió el roce de nuestra piel con las personas que queremos, de nuestras manos al saludar. Nos vino a imponer, con más fuerza, el celular como control remoto de nuestras vidas y el uso de la pantalla como únicos medios de comunicación. La pandemia ha vuelto hipocondriaca a mucha gente. La enfermedad, con tanta publicidad en los medios, nos la han inoculado, y pensamos que todos los días son de tormenta.

Pero, por otro lado, hemos aprendido que podemos sonreír con los ojos, a pesar del cubrebocas. Mirarnos a los ojos, y sonreír con ellos, es una buena estrategia para hacer brillar el día, para querernos más.

Me encantaría tener el poder de llevarle a la gente el embrujo del amor. Pero del amor positivo, del que nace el gozo y la alegría.

No permitas que toda esta historia negativa te haga perder el rumbo. Llénate de amor a pesar de todo. Que no se derrumbe tu mundo, porque todo esto que estamos viviendo, al final, también pasará. Está seguro de ello.

Hay muchas frases del grandioso poeta y músico Leonard Cohen que son geniales, pero estas dos se aplican para el momento: “Actúa de la manera que te gustaría ser y pronto serás de la manera en que actúas”, y la segunda: “el amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los males.

Actúa como si tuvieras poder sobre la pandemia que vivimos. Llena tu corazón de amor. Invéntate un mundo diferente. Juega el juego con las reglas que nos imponen los tiempos que vivimos. Escribe un guión para tu nueva película. Disfruta de tu soledad. Permite que el viento de los buenos recuerdos te lleve a lo que pensabas era tiempo perdido. No hay horas muertas más que aquellas que tú quieras así sean. Grita tu nombre fuertemente. Tienes más poder que esta pandemia.

Si vives en compañía, comienza a conocer a los tuyos. Ámalos, abrázalos, canta con ellos, comprométete con la vida. Comprométete con los tuyos. Escribe un poema o un cuento para que en el futuro haya un recuerdo de esta pandemia que vivimos, en el cual los que vienen detrás tuyo comprueben tu valentía al enfrentarte completamente desnudo al peor dragón de tus tiempos. Que quede evidencia de tu valor para llegar al futuro.

 

Lectura 3 - 5 minutos

“La esperanza significa que uno

no se rinde a la ansiedad, el derrotismo

 o la depresión cuando tropieza con

dificultades y contratiempos.”

-Daniel Goleman-

 

Iba manejando tranquilamente por la ciudad hace unos días y escuchando Radio Universidad. Estaba al aire una entrevista con estudiosos que hablaban sobre los efectos psicológicos de la pandemia entre la población. Los resultados eran desalentadores y preocupantes tanto para los jóvenes como para las generaciones adultas.

Puse muchísima atención a los datos. Esperaba que dijeran cómo podía tener acceso a dicha información. Desafortunadamente estaban dando un avance de dicho estudio. Habrá que esperar. Sin embargo, me puse a investigar, y encontré un estudio interesante en España, del que te dejo el link por si te interesa:

https://www.ub.edu/web/ub/ca/menu_eines/noticies/docs/Consecuencias_psicologicas_COVID-19.pdf

Así seguí investigando, porque mi idea era lo positivo que podríamos sacar de esta historia terrible que estamos viviendo. ¿Todo es tan catastrófico como lo plantean? ¿Habrá algo positivo en todo esto? Y de repente, me acordé de una historia que había leído no sé dónde. Busqué en mis apuntes que están ordenadamente desordenados, y que con emoción les comparto:

Se cuenta de un discípulo budista que busca consejo con su maestro. Su mente está perturbada por lo que está sucediendo y le preocupa la reacción de la gente:

-Maestro, me cuesta tanto comprender que el Padre nos haya mandado un virus tan agresivo.  ¿Cuál es el propósito?

-El Padre no lo manda.  Lo permite, que es diferente.  La pandemia la generó el hombre a través de la violación constante de las leyes universales.

-Pero algo tan malo va a generar mucha destrucción.

-El coronavirus no es malo.  Tampoco es bueno.  Es necesario, que es diferente. No existe nada malo para el universo.  Si el coronavirus está presente es porque está permitido por la Divinidad, o no podría existir. La idea del bien y del mal se genera en tu mente que juzga desde su archivo de ignorancia un suceso que en sí es neutro.

-Pero son tantas las personas que se están contagiando en el mundo, o se van a quedar sin comer.  Tantos niños, ancianos, hombres y mujeres.  Es muy injusto.

-Lo injusto no existe dentro del amor universal.   Eso existe sólo en tu mente que no comprende el propósito que hay en lo profundo. Lo que sí existe es lo justo, lo preciso, lo exacto, lo correspondiente.  Existe un proceso evolutivo necesario que consiste en una toma constante de información.  Un ir aprendiendo a través de enfrentar las dificultades que la vida nos presenta, para que en medio del caos y del sufrimiento que se genera, descubramos el principio de amor que se encuentra en la vida misma.  Y éste principio de amor es el que nos irá liberando de las limitaciones humanas, y nos hará correspondientes con experiencias de mucha más satisfacción y armonía.

Tienes que comprender que a nadie le sucede una experiencia que no le corresponda.  Y si le corresponde la vivirá, aun cuando luche o se resista.

El coronavirus no es malo.  Es muy bueno, en cierto modo, ya que de él están aprendiendo muchísimas personas.  Se está elevando el nivel de conciencia del planeta al vernos en la necesidad de desarrollar grandes herramientas de amor como son la aceptación, la valoración y la adaptación.  La paciencia, la tolerancia, y el respeto. Podrá ser una prueba difícil, pero mala no es. Tú estás creciendo gracias a ella. Si dejas de ver al coronavirus desde tus miedos, y lo empiezas a ver desde tu comprensión, podrás reconocer el valor que hay en él.  Así podrás pasar esta prueba que la vida te está presentando. 

La decisión está en ti, y para eso la vida te dio un Libre Albedrío. Se te concedió la facultad de tomar decisiones, y éstas serán respetadas por el universo completo.  Puedes darle la opción al miedo, al orgullo y al ego. O puedes dársela al amor.  La decisión es tuya.  ¡Está en ti!

Dale la opción al amor.  El camino siempre es el amor.

-¿Y qué es darle la opción al amor?

- Conviértete en un ser imperturbable.  Invulnerable.  Trabaja en ti para que tu paz y tu felicidad no dependan de lo externo. Deja de ver problemas, y empieza a ver oportunidades que puedes aprovechar para hacer un crecimiento interior. Desarrolla la aceptación. “Todo lo que sucede es perfecto, y si existe y sucede es porque tiene un propósito”.  Padre, que se haga tu voluntad, y no la mía. Muéstrame cómo te puedo servir mejor. Aprende a fluir y a adaptarte.  Actúa con sabiduría en lugar de reaccionar desde el miedo. Vigila tu pensamiento para que sólo vibre en la frecuencia del amor.  Esto te llevará a tener claridad en la mente. No compartas tus miedos con los demás.  Comparte solamente tu entusiasmo, y tu alegría. ¡Que tu palabra genere armonía, y te haga sentir confianza!

Y lo último que agrego es esta frase que me ayuda: En momentos de crisis hay personas que sufren mucho y lloran. Pero hay otras personas que se ponen a vender pañuelos.

¡Dale la opción al amor para vivir en paz!

 

Lunes, 20 Julio 2020 05:14

Musicoterapia y cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

“La música es el corazón de la vida.

Por ella habla el amor;

sin ella no hay bien posible

y con ella todo es hermoso.”

-Franz Liszt-

Tengo muchísimos amigos y amigas dedicados al mundo de las artes. Los tengo no solamente en México, sino en varios países del mundo. Durante el tiempo que viví en Bruselas, tuve la oportunidad de disfrutar de óperas, ballet, recitales de música clásica. Tuve la oportunidad de disfrutar conciertos de Georges Moustaki y de Atahualpa Yupanki. Y en esta última ocasión pude constatar que el lenguaje no es barrera para disfrutar la música. La música es un lenguaje universal. Atahualpa Yupanki, creador de “los ejes de mi carreta”, (porque no engraso los ejes me llaman abandonado. Si a mí me gusta que suenen, pa qué los quiero engrasados), contaba historias, anécdotas, les ponía un hermoso vestido poético a sus canciones para después derramarlas en el espíritu de los oyentes. Había un silencio respetuoso en el teatro. Yo me preguntaba si todos podían comprender sus palabras y sus dichos. Supuse que sí, de lo contrario, no estarían ahí. Aunque todavía tengo mis dudas. Lo importante es cómo su música penetraba por cada poro de nuestra piel y se incrustaba en nuestras almas.

El gobierno de Bélgica promovía todos los diversos idiomas de la música. Absolutamente todos. Si hablamos de música, creo que hay muchos planetas. Tal vez diversos universos. Sin embargo, creo que en nuestro México se deben promover más este tipo de eventos, que estoy seguro que en algunas partes lo hacen muy bien. Y, de hecho, me refiero específicamente, a los de música clásica.

Hace unos días un gran amigo, guitarrista clásico profesional, que nos ha representado en varios escenarios del mundo, me comentaba, después de haber leído mi artículo, que es triste que sólo se apoye a las culturas populares, es decir a la danza regional, y a la música popular. Mencionaba que para él ha sido difícil posicionarse, pero lo ha intentado a tal grado que ya es reconocido en muchos escenarios internacionales.

Es necesario que nuestros estados implementen políticas públicas que consideren todas estas expresiones artísticas. Todas. Incluyendo las más vanguardistas. El desarrollo de la cultura es necesario porque una sociedad construida sobre cimientos artísticos es más sensible.

Y específicamente sobre el tema que nos convoca hoy, se dice que la música es una ciencia, la música es matemática, la música se considera una lengua extranjera, con ella aprendes historia, es también educación física, y entre otras cosas más, la música desarrolla la visión y exige investigación. Pero, sobre todo, la música es ARTE. Así, con mayúsculas.

La música te hace más humano, hace que reconozcas la belleza. Te acerca a un lugar infinito. La música es ancla para aferrarte al amor, te da como ya lo dije, sensibilidad, te hace más noble.

Existen muchos estudios científicos que confirman que la música tiene efectos positivos en el desarrollo cognitivo, creativo, intelectual y psicológico de los niños. Incluso se ha demostrado que la música estimula el hemisferio izquierdo del cerebro, el encargado del aprendizaje del lenguaje, los números y el uso de la lógica.

Es muy triste notar que, para muchos padres de familia, las artes son “cosas para perder el tiempo”. No los culpo, porque eso es lo que nos han enseñado en nuestra sociedad. En toda la currícula educativa, la música, y todas las artes en general, son “opcionales”. Hay padres de familia y también “maestros” que afirman que los estudiantes pierden el tiempo y no se concentran por la música. Afirman que la música interfiere en el aprendizaje de otras materias. Pero los estudios demuestran que la música ayuda a interrelacionar los conocimientos diversos.

Afortunadamente, la música es un ancla, como ya lo dije, para aferrarse a lo que vale la pena. La música nos da alas, ayuda a la sociabilización y fomenta la colaboración, el espíritu crítico y el respeto cuando se hacen actividades colectivas.

Si deseamos una mejor sociedad, implementemos las artes como parte fundamental de la educación.

Mientras tanto, les dejo este link para que disfruten a Alan Juárez, mexicano virtuoso de la guitarra, en un concierto que dio en tierras alemanas:

 https://www.youtube.com/watch?v=afwuW6aUS0s

O este otro de Horacio Franco, flautista mexicano en tierras oaxaqueñas acompañado de KL Joon, pianista coreano:  https://www.youtube.com/watch?v=afwuW6aUS0s

 

 

Lunes, 13 Julio 2020 05:35

Musicoterapia y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“La música es la mediadora entre

el mundo espiritual y el de los sentidos.”

-Ludwig van Beethoven-

 

Lao Tzu Decía que la música en el alma puede ser escuchada por el universo. Jason Mraz afirmaba que la música es un arma en la guerra contra la infelicidad. Y yo sostengo que la música (aquella que nos ha llegado al corazón) es la banda sonora de nuestras vidas.

Seguramente no existe persona alguna que no tenga alguna canción o melodía favorita. Y obviamente, me refiero a esa música que hace que nuestro espíritu despliegue sus alas y nos lleve a mundos insospechados. A viajes maravillosos. Ya sean de amor, de nostalgia, de inspiración, de sensaciones edificantes y constructivas.

Y si nos vamos a pensamientos de tiempos más lejanos, Platón aseguraba que el ritmo y la armonía encuentran su camino hacia el interior del alma. Y de eso, estoy completamente seguro. No importa si eres desafinado o si te da pena cantar, por lo menos, la música, en determinados momentos, nos pone a tararear. A mí siempre me ha gustado la música, y lo acepto, nunca podría vivir sin ella. Es magia en el aire que se respira, que entra por cada poro de mi piel y me regala la vida.

Si lo pienso detenidamente, creo que estarás de acuerdo conmigo. Cuando me di cuenta que con la música podía calmar a mis hijos hasta dormirlos, yo mismo entraba en un mundo hipnótico que hizo que a cada uno de ellos le escribiera una melodía propia. Cuando nació mi lobo Paeli (anagrama del nombre de mi hijo), desde el primer día, y a partir de todas las noches, era una melodía de Mozart la que le ponía para encaminarlo en el viaje al sueño. El concierto para clarinete en A mayor k. 622, del cual comparto el link de youtube por si quieres escucharla: https://www.youtube.com/watch?v=7dK0CWmE_oU

Y a Manzanita, mientras la arrullaba, lo hacía con una melodía del Maestro Ennio Morricone (QEPD) y que seguramente conoces: Cinema Paradiso: https://www.youtube.com/watch?v=1FzVWlOKeLs

Es verdad que la música es poesía en el aire. Desde tiempos remotos, la música ha sido una de las mejores formas (tal vez la mejor) de establecer vínculos y mantener la cohesión de un grupo porque el ser humano es un ser sonoro y musical.

Con la ciencia actual, podemos estudiar los efectos de la música con cimientos más sólidos. Con la música se detecta un aumento de los niveles de oxitocina, que se traduce en estados conductuales y emocionales de mayor confianza, bienestar, amistad y relación entre todos los integrantes del grupo. Los estudios de neuroimágenes muestran que se establecen nuevas conexiones neuronales, se modifican los niveles de neurotransmisores, se activan determinadas glándulas que afectan a la producción de hormonas. Todo ello tiene su repercusión en nuestras constantes fisiológicas, en nuestro estado de ánimo y, también, en nuestras capacidades cognitivas.

Por ello es importante considerar el potencial terapéutico de la música, sobre todo, en momentos como estos en que estamos aislados. Es tan capaz y poderosa que el simple hecho de escucharla diariamente durante seis meses mejora aspectos cognitivos en personas que se recuperan de daños cerebrales ocasionados por un ictus, (brusca obstrucción de un vaso sanguíneo cerebral -trombosis, embolia-, a su rotura -derrame- o a ambas (apoplejía). (Särkämo, 2008).

Hace algunos años participé con Silvia Elena Gutiérrez, gran amiga, en una actividad llamada “gimnasia cerebral”. Visitábamos asilos para realizar actividades con nuestros adultos mayores con el fin de mantenerles activas sus neuronas. Conocí a algunas personas con alzhéimer, cuya memoria estaba apagada. Sin embargo, la música lograba el milagro. La música recuperaba sus recuerdos. Recordaban la letra de las canciones que fueron importantes para ellos. La banda sonora de sus vidas. Yo miraba cómo sus ojos se encendían, cómo la sonrisa regresaba a sus labios. Cómo los versos comenzaban a surgir. Me imagino que recordaban sus tiempos, sus anécdotas. Sus vidas. Los vi felices después de tanto tiempo de oscuridad en sus vidas.

Ahora lo sabemos, ésta es una terapia que se utiliza en varios casos de la enfermedad. Cuentan una anécdota, ya en el área de investigación: Cuando Toño presenció la reacción de su abuela al escuchar “Sabor a mí” no pudo contener el llanto. La vio feliz. La vio moverse al ritmo de un verso que fue capaz de despertarle recuerdos, actitudes y gestos que ya daba por perdidos. Esa misma tarde, Francisca comió mejor, se relacionó con facilidad con sus cuidadores y le dio a su nieto el primer beso en cinco años.

La música es un elemento a incorporar desde la educación temprana. No como algo aislado u opcional. La música nos construye, reconstruye y deconstruye. La música nos salva. La música nos sana. El simple hecho de escuchar una canción, produce cambios en nuestro estado fisiológico -en la presión arterial, frecuencia cardiaca- se liberan endorfinas y disminuye el cortisol (hormona del estrés), que puede ayudarnos a mejorar el rendimiento de nuestro sistema inmune.

Si haces el experimento de leer este artículo mientras escuchas una de las melodías que he mencionado, o una de tu preferencia, te garantizo que tendrás una sensación diferente a que si lo haces sin una música de fondo.

La música, es también, parte de la cultura de la paz.

 

Lunes, 06 Julio 2020 12:46

Fake news y cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

“las noticias falsas se extienden mucho

más rápido que las verdaderas o reales.”

Estudio realizado por el MIT

(Instituto Tecnológico de Massachusetts)

 

Lunes, 29 Junio 2020 05:34

Fake news y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

Las fake news han sido conceptualizadas como la divulgación de noticias falsas que provocan un peligroso círculo de desinformación. Las redes sociales permiten que los usuarios sean productores y consumidores de contenidos a la vez, y han facilitado la difusión de contenido engañoso, falso o fabricado. Esto, obviamente, genera un círculo vicioso, y una noticia falsa se replica miles de veces en cuestión de segundos.

Se dice que siete de cada diez personas, reciben una noticia falsa, al menos, una vez al día. De igual manera, hay un estudio que dice que sólo tres de cada veinte personas pueden distinguir una noticia falsa de una verdadera. Y lo peor no es esto. De acuerdo a las investigaciones, se afirma que para el año 2022, la mitad de las noticias que recibamos serán falsas.

Esto que menciono es lo que ahora se llama “posverdad” o “postverdad”. Término definido por el diccionario de Oxford (post-truth) como la palabra del año en 2016 y se refiere a las circunstancias en que los hechos objetivos son menos importantes a la hora de modelar la opinión pública que las apelaciones a la emoción o a las creencias personales. La Real Academia define el término “posverdad” como la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Dicho de otra manera, este concepto establece que entre la verdad y la mentira hay un territorio de aguas turbias que escapa a esas dos definiciones.

En el mito de la caverna de Platón, el filósofo planteaba que la verdad es independiente de nuestras opiniones. Estará siempre ahí, aunque nadie crea en ella. Es una visión muy idealista sobre lo que existe.

Sin embargo, esta idea tan poderosa también tiene un lado oscuro: la mentira también puede subsistir y acaparar toda la atención porque, si bien no describe fielmente la realidad, no le hace falta; simplemente "funciona" en nuestras cabezas. Nos permite construir un relato sobre nuestras vidas. Por eso sobrevive. La objetividad importa mucho menos que el modo en que lo que se afirma encaja con el sistema de creencias que sentimos nuestro y que nos hace sentir bien.

Todo esto me produce mucho ruido intelectual porque me parece increíble como una gran cantidad de personas cree en las fake news. Y lo peor, es notar que muchas personas “educadas”, propaguen  en las redes sociales y en los grupos de whatsapp las mismas de manera arbitraria, aunque también, me parece muy obvio, que lo hacen para influir en la opinión de otras personas más débiles para conseguir sus fines.

A este concepto de “posverdad”, se le ha agregado otro llamado “alternative facts” o “hechos alternativos”. Es un eufemismo, en mi opinión, para la palabra “mentira”. Pero con un matiz: los hechos alternativos, a diferencia de las mentiras en general, tienen detrás un potente aparato mediático y propagandístico que los respalda y que hará todo lo posible por hacer que esas falsedades parezcan explicar la realidad o, al menos, que no parezcan mentiras.

En “La microfísica de la Posverdad”, ensayo de Hugo Pardo Kulinski, se afirma que la comunicación política sabe desde siempre que, entre racionalidad y emoción, predomina la emoción, y que la manipulación, las medias verdades o directamente las mentiras estratégicas hacen su juego para construir una base electoral o, peor aún, consolidar una idea política.

Es decir, que estos conceptos no son recientes, y que siempre han sido utilizados en la política. El problema es que ahora están siendo utilizados, subrepticiamente en las redes para mover los sentimientos de la gente. Para alterar su sistema de creencias.

La Federación Internacional de Periodistas, considera pertinente abordar una publicación que tenga como fin esclarecer y visibilizar el fenómeno de las Fake News, a modo de guía para periodistas y para la sociedad en general para identificarlas, evitar su reproducción y desmentirlas. Para frenar el círculo de desinformación, es importante que tanto periodistas como ciudadanos puedan tomar conciencia de que es una cuestión que tiene incidencia en la sociedad en su conjunto, que afecta la integridad democrática y que debe ser abordada en sus dimensiones política, social y cultural.

la desinformación y la propaganda afectan intensamente a la democracia, erosionan la credibilidad de los medios de comunicación tradicionales, interfieren con el derecho de las personas de buscar y recibir información de todo tipo, y pueden aumentar la hostilidad y odio en contra de ciertos grupos vulnerables de la sociedad (lo estamos viviendo en México). También destacó la importancia de tomar iniciativas desde la sociedad civil y los medios de comunicación para identificar noticias deliberadamente falsas, desinformación y propaganda, y generar conciencia sobre estas cuestiones.

Para lograr una cultura de paz, es urgente que esto se acabe. Esto es lo que provoca la polarización en la sociedad. Actualmente vemos a muchos periodistas, influencers y líderes de opinión que manipulan la verdad, tanto en medios tradicionales como en las redes sociales, y que nos hacen enfrentarnos entre nosotros, promoviendo así, una cultura de odio y de enfrentamientos cuando lo que necesitamos en nuestro México es promover la reconciliación.

 

 

 

Lunes, 22 Junio 2020 05:58

Paternidad y cultura de la paz

Lectura 3 - 6 minutos

“Tener hijos no convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano  no lo vuelve a uno pianista.”

-Michael Levine-

Profesor de genética

No es mi intención contradecir a nadie. Dicen que un hombre que no sabe ser un buen padre, no es un auténtico hombre. Se dicen tantas cosas… y eso aplica para los conceptos de madre y padre. Pero hoy sólo me dedicaré a hablar sobre los padres. Uno, porque es el día para celebrarlo. Y dos, porque como hombre, me cuestiono muchas cosas.

He sido hijo, obvio. Y afortunadamente también soy padre. Mi educación y las experiencias de mi infancia no se comparan en absoluto con las de mis hijos. Desde mucho tiempo antes de ser padre me repetía a mí mismo que la vida de mis hijos sería diferente a lo que yo había vivido.

Y así traté de hacerlo. Según mi criterio, siempre les di lo mejor que pude. Los cuidé, les preparaba de comer, los bañaba, a la hora de dormir los acostaba en mi pecho mientras les daba un masaje, les cantaba y arrullaba. ¡Qué tranquilidad, paz y armonía sentía en mi corazón! No había nada más importante en la vida.

Cuando llegó la hora, el primer día del Jardín de niños, mi corazón se acongojó de sólo pensar lo que le esperaba a Lobito. Y así nacieron estos sentimientos que transcribo: “A los tres años, mamá y yo te llevamos al jardín de niños. Era hora de separarte un poco de nosotros para que conocieras un mundo diferente. /Te miré a los ojos y te dije: Hijo mío, aquí te enseñarán muchas cosas. “Aprenderás tanto y conocerás a muchos niños! / Teníamos tanto miedo de que lloraras al dejarte a la puerta del salón…pero tú nos miraste fijamente, nos regalaste un beso, y luego una sonrisa. Acompañado de tu maestra te alejaste hacia tu nuevo mundo. / Al salir de la escuela, mamá y yo nos miramos, y nos sentimos muy solos como si se hubiera ido nuestra alegría, nuestra razón de ser, nuestra mejor compañía. Nos miramos otra vez y sonreímos. Ese era el miedo que te queríamos evitar, y mira: son tus padres quienes lo sintieron.”

Recuerdo nuestras aventuras. Jugábamos mucho, cantábamos mucho. Lobito comenzó temprano con el gusto de la guitarra. La primera canción que le enseñé fue “Don´t let me down” de los Beatles. Tenía ritmo en la guitarra y nos la pasábamos de lujo. Ser padre es la mejor experiencia que podemos tener.

Cuando Manzanita llegó al mundo se repitió el sentimiento, pero con mayor fuerza. Le di todo mi amor también. Pero me preocupo más por ella que por Lobito por el tipo de sociedad en que vivimos. A ella le empecé a enseñar que tenía los mismos derechos que los hombres. Le enseñé que debía defenderse a sí misma y que podía tomar decisiones por sí sola. A ella, cuando tenía como tres años, le escribí lo siguiente: “Una tarde de verano mientras caminábamos por las calles de la ciudad, mamá tomó esta fotografía que refleja una hermosa pequeñita guiada por la mano de su padre. / He regresado muchas veces a observarla, y he encontrado otro significado: Es la historia de una pequeñita guiando el camino de su padre. / Cuando algunos años más tarde la encuentres en el viejo álbum de familia, espero que recuerdes todos los caminos por los que me llevaste cuando niña. Con amor: Papá.”

Uno trata de ser bueno, de ser sabio, de ser justo, de ser amoroso. Pero la vida nos lleva por caminos diversos. Algunos muy difíciles. Dicen que el hombre propone, pero Dios dispone.

Ellos, mis hijos, ya son mayores de edad. Toman sus propias decisiones. Sus propios caminos. Y nos agradecen muchas cosas…y otras nos las echan en cara. Creo que así es como la historia se repite. Pero lo importante es como se sienta uno. No todo es color de rosa. Pero lo importante es cómo nos sintamos en lo profundo de nuestro corazón. Yo me siento satisfecho.

Hace muchos años que leí lo siguiente y siento que así será por los siglos de los siglos. Lo que piensa el hijo del padre: “A los siete años: Papá es un sabio que todo lo sabe. A los catorce años: Me parece que papá se equivoca en algunas de las cosas que dice. A los veinte años: Papá está un poco atrasado en sus teorías; está muy anticuado. A los veinticinco años: El “viejo” no sabe nada... ya está medio loco. A los treinta y cinco: Con mi experiencia, mi padre a esta edad hubiera sido millonario. A los cuarenta y cinco: No sé si ir a consultar, con el viejo, este asunto. Tal vez pudiera aconsejarme. A los cincuenta y cinco: ¡Qué lástima que se haya muerto el viejo! La verdad es que tenía unas ideas y una inteligencia notables. A los sesenta: ¡Pobre papá! ¡Era un sabio! ¡Tenía razón en todo lo que decía! ¡Qué lástima que yo lo haya comprendido demasiado tarde!

Así es la vida. A todos los padres del mundo les digo: No importa cuánto se hayan esforzado por darles a sus hijos lo mejor. Nada vale. Ellos siempre tendrán algo en nuestra contra. Y también les digo, todo vale. Si tu corazón está tranquilo y satisfecho, esa es la mejor recompensa, aunque ellos no lo reconozcan. Los hijos no son malos, lo que sucede es que están en su búsqueda, y al hacerlo se van contra todo. Se van contra todos. Yo también pasé por esos caminos.

También es cierto que cometemos errores. Hay que reconocerlo. Pero si has tratado de hacer lo mejor por ellos, tu corazón estará tranquilo. Lo que sí me queda claro, aunque muchos no estén de acuerdo conmigo, es que una buena nalgada a tiempo puede a salvar a nuestros hijos de una mala decisión. Y también hay que seguir, yo lo he hecho, ese viejo adagio chino: Si quieres buenos hijos, hazlos pasar un poco de frío y un poco de hambre.

¡Feliz día del padre!

 

 

Sábado, 20 Junio 2020 12:29

EL CUERITO

Lectura 3 - 6 minutos

Ese día, mi hermano y yo nos fuimos al Jardín “San Juan”, el que está en Av. Morelos y Degollado, como todas las tardes después de la escuela.

Lunes, 15 Junio 2020 06:00

Educación después de la pandemia II

Lectura 3 - 5 minutos

“El principio más importante para desarrollar

e-learning vivaz es no ver el diseño de

 eLearning como diseño de información,

sino como diseño de una experiencia.”

-Cathy Moore-

Durante la semana recibí mensajes y llamadas telefónicas de amigas y amigos que se dedican a la docencia. Me comentaron que efectivamente les cayó de sorpresa esto de tener que hacer su labor a distancia aplicando el “e-learning” o aprendizaje en línea. Me mencionaron que les ha costado mucha dificultad implementar este tipo de enseñanza a través de las redes. Muchos no saben cómo. Ha habido mucho desgaste emocional e intelectual, problemas con los estudiantes y, sobre todo, en el caso de la educación inicial, discusiones y peleas con los papás. Afortunadamente este ciclo prácticamente ha concluido, pero se tiene que tomar en cuenta que enseñar en la era de internet significa que debemos enseñar las habilidades de mañana desde hoy.

Todos los que nos dedicamos a la docencia hemos tenido errores en el “cómo”. La verdad es que estamos repitiendo, en la mayoría de los casos, un error típico, llamémosle así. Los maestros creemos que debemos llevar el aula a internet y desde ahí, enseñar. Sin embargo, debemos pensar que la enseñanza en línea tiene otra metodología, otras herramientas para el proceso enseñanza-aprendizaje y, que, por tanto, no debemos repetir el modelo de la enseñanza en el aula.

Y en el caso de los catedráticos universitarios, la gran mayoría se atiene a su experiencia para enseñar. Muy raramente encontramos en ellos conocimientos pedagógicos. Ante todo, tenemos que reconocer que, hasta ahora, la enseñanza en las aulas se basa en la presencia y la oralidad. Sin embargo, debemos hacer notar que la enseñanza en línea no puede ser igual.

En el Congreso Universidad 2006 celebrado en la Habana, el rector del Sistema Virtual de la Universidad de Guadalajara (UDG), Manuel Moreno, señaló que “alguien nos tendrá que perdonar en el futuro por haber encerrado a nuestros jóvenes entre cuatro paredes durante muchos años, para hacerles repetir mecánicamente teoremas genéricos”. Se decía -en realidad, todavía se dice- que la función de la escuela es la de transmitir conocimiento. Sin embargo, ahora, y con la nueva realidad que estamos enfrentando, la función de la escuela tiene que ver con la idea de explorar para llegar al conocimiento.

Iremos, es necesario, haciendo la transición del pizarrón a la pantalla de la computadora. Ese ambiente que todos todavía vivimos en el que el profesor o la profesora llega al salón, acomoda sus libros sobre el escritorio, carraspea un poco esperando el silencio de los alumnos para comenzar la clase, comienza a hablar del tema, escribe algo en el pizarrón o pintarrón, o tal vez cuenta un chiste para hacer más interesante su clase, se esfuerza por lograr la comprensión del tema por sus alumnos, casos excepcionales, por supuesto, pero seguramente los hay, tendrá que ir modificándose poco a poco. Aunque mi sentir es que toda esa nueva tecnología del e-learning o aprendizaje en línea ya debería haber despegado desde hace mucho tiempo, y fue la pandemia lo que lo adelantó.

Ahora, debido a la necesidad de ser parte de estas nuevas tecnologías de la información y comunicación, se han dividido en dos los modelos de enseñanza. El que tenemos actualmente, denominado: Modelo transmisivo-memorístico (siempre fue mi queja desde niño) y el nuevo modelo orientado al aprendizaje.

Veamos las características del primero: el profesor es instructor, pone énfasis en la enseñanza, juega un papel aislado, suele aplicar los recursos sin diseñarlos, su didáctica está basada en la exposición y con carácter unidireccional, sólo la verdad y el acierto proporcionan un aprendizaje, restringe la autonomía del alumno, puede utilizar o no las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación)

El modelo que debemos seguir a la brevedad, que es el orientado al aprendizaje, tiene como características las siguientes: el profesor es un mediador, se pone énfasis en el aprendizaje, el profesor se integra al equipo docente, diseña y gestiona sus propios recursos, la didáctica está basada en la actividad, la investigación y con carácter bidireccional, utiliza el error como fuente de aprendizaje, fomenta la autonomía del alumno y el uso de nuevas tecnologías está integrado en el currículum. El profesor tiene competencias básicas en las TIC.

Como vemos, la educación tiene todo un reto por delante en el que toda la sociedad debe incorporarse porque, como decía Bel Kaufman: La educación no es un producto: puntuación, diploma, trabajo, dinero, en ese orden; es un proceso, uno que nunca termina.

 

Lunes, 08 Junio 2020 05:49

Educación después de la pandemia

Lectura 3 - 5 minutos

“Siempre que enseñes, Enseña, a la vez, a dudar de lo que enseñas”

-José Ortega y Gasset-

Filósofo y ensayista español

Dicen los que saben, porque saben lo que dicen, que Aristóteles alguna vez dijo que una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo. Pero no aceptarlo no significa necesariamente no implementarlo por necedad. Puedo no aceptar algo, pero si la implementación de ese algo traerá beneficios, aunque me duela, tengo que aceptarlo. Y, sin embargo, hablando específicamente de la educación, vienen cambios que tendremos que aceptar, aunque muchos se nieguen a tal hecho.

El ejemplo que me viene a la mente es la sorpresa con la que nos cayó la pandemia. Fue la implementación del trabajo de atender el aula desde casa. No tenemos metodología para abordar el tema, las plataformas. A muchos maestros y maestras nos ha costado trabajo tomar las riendas del aula virtual ya sea porque, insisto, no tenemos el conocimiento y porque no hay un protocolo para que los estudiantes se comporten.

Un maestro puede ver a sus estudiantes durante la clase, en apariencia, pero los estudiantes pueden mostrar que están ahí, pero algunos cierran sus cámaras, y el micrófono, y están haciendo otras cosas. Están ausentes.

En otros casos, se ve a los estudiantes acostados. Ni los educadores ni los estudiantes hemos sabido sacarle todas las ventajas a la educación virtual o a distancia. Aun cuando ya veíamos venir estos cambios de educar a distancia por las redes.

Tenemos antecedentes de la educación a distancia en nuestro país. En México, la educación a distancia inició por la necesidad de alfabetizar a las poblaciones rurales. En 1941, se creó la Escuela de Radio de Difusión Primaria para Adultos; de igual forma se ofrecían los denominados “cursos por correspondencia” a los alumnos que vivían en lugares muy apartados que no podían asistir a la escuela y que por su difícil acceso tampoco era posible su construcción.

Otro ejemplo de educación a distancia en México, es el de Telesecundaria. El 5 de septiembre de 1966 inició la fase experimental del proyecto Telesecundaria, cuyas clases eran en vivo, gracias a la tecnología de microondas, por medio de un circuito cerrado de televisión. En este proyecto se aceptaron 83 estudiantes, mayores de 12 años de edad. El contenido de las asignaturas correspondía con el programa académico de las secundarias vigentes y su impartición estaba a cargo de los telemaestros y un profesor-monitor por grupo. Dicha fase experimental del proyecto fue finalizada en 1968, por lo que el 2 de enero de ese mismo año el secretario de Educación Pública (Agustín Yánez) suscribió un acuerdo por medio del cual Telesecundaria quedaba inscrita en el sistema educativo nacional. Datos obtenidos de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos.

 https://www.redalyc.org/jatsRepo/1341/134152136004/html/index.html

Este sistema se creó por la insuficiencia de medios para satisfacer la demanda de enseñanza media, sobre todo, en las áreas poco pobladas.

En el 2005 me obsequiaron, en un viaje al extranjero, la 7ª edición de “understanding psychology” (comprendiendo la psicología). Dicho libro, ya de por sí escrito de una manera muy creativa, venía con los códigos de acceso para ingresar al “Centro de Aprendizaje Online”, un aula virtual donde encontraría más materiales para seguir aprendiendo, además de un cd con una biblioteca de interactividades. El ejemplo viene al caso porque han pasado 15 años de este hecho, y el quid del asunto es que desde que llegó la red de internet, en muchos países se comenzaron a diseñar cursos educativos a distancia aprovechando las ventajas que ofrece la educación a distancia. Y en nuestro caso, todavía no hemos aprovechado estas plataformas de aprendizaje aun cuando fuimos pioneros en ese tipo de educación.

Este ciclo escolar, para muchos estudiantes, y muchos padres de familia, fue intenso y desgastante. Padres enojándose con sus hijos y quejándose con los maestros por no saber cómo hacer para que sus vástagos pudieran hacer las tareas y ejercicios. Y seguro porque tampoco entendían de qué se trataba el tema, peleas entre padres y maestros, y todo lo que ustedes quieran agregar al asunto.

El punto principal es que habrá que estar preparado para el siguiente ciclo escolar e implementar esta forma de aprendizaje en línea, aunque no tengamos una emergencia como la que estamos viviendo, pues descubrimos, con esta pandemia, que hay una brecha virtual o digital (estudiantes y maestros que no cuentan con una computadora o utilizar los medios tradicionales de enseñanza llevados a las nuevas tecnologías) y una brecha social y educativa (diferencias entre estudiantes avanzados y rezagados). Hay que trabajar en desarrollar metodología de la educación digital.

Pongamos en duda lo que -y el cómo- hemos estado enseñando hasta ahora. La tarea es ardua, pero no algo imposible de abordar. ¡Sí se puede!

 

 

Lunes, 01 Junio 2020 05:26

Vejez y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Lo supe toda mi vida.

Qué un día terminaría.

Levántate y sal de aquí.

No dejes entrar al viejo.”

-Toby Keith-

Cantante

Hace dos años, mientras jugaban golf, Clint Eastwood platicaba con Toby Keith, cantante de música country, y le decía que en un par de días cumpliría 88 años. Toby le preguntó entonces cómo iba a celebrarlo. A lo que Eastwood contestó: “haciendo una película. Dirigiendo y actuando”. Fue la respuesta. Toby vuelve a preguntarle: “¿Y qué te motiva a seguir?”. Clint responde: “Sólo me levanto todos los días y no dejo entrar al viejo”.

Esta frase motivó a Toby para componer una canción, la cual se convirtió en parte de la banda sonora de esa película.

La vejez actual no es la de cuando yo era niño. En aquellos años, parecía que una persona de 40 años ya era vieja. En realidad, ellos pensaban que estaban en la flor de la vida. De hecho, la gente se jubilaba muy joven. Y se dice que, a nivel mundial, actualmente, cada segundo dos personas cumplen 60 años.

Recuerdo mis años de juventud, nosotros fuimos seis hijos, cinco hombres y una mujer, la familia de mi papá tenía doce hijos e hijas, y así era la cosa. En la familia de mi madre, creo que fueron siete. Eran familias grandes. Y ya en aquellos años, las familias europeas tenían un hijo o no tenían. Eran países de gente vieja. Decía yo. Caminaba por las calles y sólo veía adultos mayores. Como se dice ahora.

Pero actualmente se están invirtiendo los papeles en México. Desde los años 70 que comenzaron en la tele con la publicidad de “la familia pequeña vive mejor”, efectivamente se fue haciendo más pequeña. Y se fueron acabando los jóvenes.

De acuerdo a la información estadística del gobierno, en México hay 37, 504, 392 jóvenes de 12 a 19 años de edad en el país, es decir, el 31.4% de la población. México se está haciendo un país de gente vieja. Bueno, eso es lo que dicen.

Sin embargo, y precisamente por la etapa que estamos viviendo, la flor de la vida actual es llegar a la edad de 60 años.

Pero no todos lo vemos de esa manera. Se dice que ser, o sentirse, viejo es una actitud. Y obvio, también se va dando este concepto de acuerdo a la sociedad en la que vives. La sociedad y la familia te dicen que ciertos comportamientos o manera de vestir ya no son “propios” de tu edad. Todos estos conceptos están basados en la hipótesis de los marcadores somáticos. Dicha hipótesis establece que “El ser humano reside en la encrucijada perenne de dos grandes mundos: el exterior (el cual percibe a través de los órganos de los sentidos) y el interior (que adquiere la forma de pensamientos e imágenes mediante los cuales representa y elabora su realidad individual). Ambas se coordinan, de modo tal que las situaciones que nos corresponden vivir son matizadas por los pensamientos que se elaboran en torno a ellas, y a partir de los cuales emerge una respuesta emocional concreta.” Y por eso actuamos como actuamos y sentimos lo que sentimos (o percibimos lo que percibimos).

Tal vez estoy diciendo esto para sentirme mejor, puesto que ya estoy llegando a una edad en la que, para algunos, parece ser que está llegando el final. Sin embargo, tengo algo que agregar. Nuestras generaciones, hablo de las del 50 para acá, vivimos muchísimas cosas y nos hemos tenido que adaptar a esta modernidad. Pasamos de la grabadora, la televisión sin control remoto, los walkman, el dvd, pasando por las computadoras, los juegos de video, hasta llegar al celular (que maneja nuestras vidas) y los medios sociales. Somos una generación que se ha tenido que adaptar a muchos cambios sociales y a luchar por sus derechos.

La vejez actual es diferente. Se le llama vejez activa. Hay personas mayores viajando en grupo, saliendo a pasear o a bailar o se reúnen con sus amigos de antaño. Según la OMS, el envejecimiento activo es “el proceso de aprovechar al máximo las oportunidades para tener un bienestar físico, psíquico y social durante toda la vida. El objetivo es extender la calidad y esperanza de vida a edades avanzadas.”

El envejecimiento activo es algo que podemos empezar desde que somos muy jóvenes hasta que lo vamos dejando de ser. El objetivo es mantener y cuidar la salud a nivel bio-psico-social. Es decir, cuidar de nuestro cuerpo, de nuestra mente y de nuestras relaciones sociales. ¿Y qué decir de la experiencia y sabiduría? Los adultos mayores de hoy tienen una relación maravillosa con la vida. Hay que aprovecharlos y considerarlos para cultivar y desarrollar la cultura de la paz porque todos vamos en el mismo barco.

Por cierto, al momento de estar escribiendo estas líneas, domingo 31 de mayo, el “joven” Clint Eastwood está cumpliendo 90 años. Sigue pensando en hacer más filmes y cuando se despierta, “no deja entrar al viejo.”

 

Lunes, 25 Mayo 2020 05:27

Filosofía y cultura de la paz II

Lectura 3 - 6 minutos

“Giramos alrededor de nosotros mismos,

nos restringimos en nuestra mismidad,

incapaces de construir relaciones con los demás.”

-Byung-Chul Han-

Filósofo contemporáneo.

Byung-Chul Han, filósofo nacido en Corea del Sur, es, en mi opinión, el claro ejemplo de lo que significa la palabra “global”. Es profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Escribe en idioma alemán y está considerado como uno de los filósofos más sobresalientes del pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.

En su natal Corea estudio metalurgia, y, en realidad no le gustaba, causó una explosión en su casa y eso le hizo desistir de esos estudios. Él quería estudiar algo diferente como literatura, pero sabía que sus padres no se lo permitirían. ¿Dónde he escuchado algo similar?

Así que se fue a Alemania y allí comenzó su historia y sus reflexiones que actualmente hacen cuestionarse sobre la vida que vivimos.

Es autor de dieciséis libros, de los cuales los más recientes tratan acerca de lo que Han denomina la «sociedad del cansancio» (Müdigkeitsgesellschaft), en la que caracteriza a la sociedad actual como un paisaje patológico de trastornos neuronales, tales como depresión, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno límite de la personalidad y agotamiento (burnout). Afirma que no se trata de «infecciones» sino de «infartos», que no son causados por un fenómeno negativo de inmunología en las personas sino por un “exceso de positividad”. Asegura que en la novela “1984” de George Orwell la sociedad era consciente de que estaba siendo dominada, pero que actualmente no tenemos ni esa consciencia de dominación. Tiene una tesis en la que manifiesta que los individuos de esta época se autoexplotan y sienten pavor hacia el otro, el diferente. Viviendo así, en “el desierto, o el infierno, de lo igual. Y muestra algunos ejemplos que ponen a pensar: Antes la televisión era un aparato que unía a las familias. En mi caso, recuerdo cuando niño, cómo nos reuníamos frente al televisor para ver “el chavo”. Y no solamente la familia, sino hasta los vecinos que no tenían tele o preferían pasarla con nosotros. Compartíamos sus alegrías y sus tristezas juntos. Y en el caso de las señoras, las telenovelas eran el tema del día a la hora de ir a hacer las compras a la tiendita de la esquina o a la tortillería. Había convivencia, tal vez, diría yo, se hacía comunidad. Ahora, dice el filósofo, la gente, de manera individual, se da sus atracones de series (binge watching), visualizando sólo aquello que le gusta, y esto nos lleva a la proliferación de lo igual, como antes, pero ahora de manera individual, y rechazamos lo diferente. Parece una contradicción. Pero más claro, ni el agua.

Actualmente vivimos presionándonos a nosotros mismos para ser mejores. Tenemos que hacerla o si no, se nos acaba la vida. Han le llama “autoexplotación” y la explica así: “Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, y si no se triunfa, es culpa suya. “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”. Y la consecuencia, peor: “Ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión”. Es “la alienación de uno mismo”, que en lo físico se traduce en anorexias o en sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.

Hay muchas de sus teorías que están causando revuelo en el mundo;pondré unas últimas reflexiones por falta de espacio.

Sobre el Big Data menciona que “Los macrodatos hacen superfluo el pensamiento porque si todo es numerable, todo es igual... Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo, sino que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba. Y, entre otras cosas, sobre la naturaleza o el “jardín” como el filósofo la llama nos dice: “Yo soy diferente; estoy envuelto de aparatos analógicos: tuve dos pianos de 400 kilos y durante tres años he cultivado un jardín secreto que me ha dado contacto con la realidad: colores, olores, sensaciones... Me ha permitido percatarme de la alteridad de la tierra: la tierra tenía peso, todo lo hacía con las manos; lo digital no pesa, no huele, no opone resistencia, pasas un dedo y ya está... Es la abolición de la realidad; mi próximo libro será ese: Elogio de la tierra. El jardín secreto. La tierra es más que dígitos y números.

Muy provocador, en mi opinión, son todos estos pensamientos. Obvio, también tiene sus ventajas, creo. Porque por la contingencia que estamos viviendo, son justamente, los aparatos de ahora son los que nos permiten seguir estando comunicados. Seguramente, tú te has conectado ya en esas plataformas de video que nos hacen más cercana la compañía, y tal vez el amor y el afecto. ¿O será que todo esto también fue planeado para empezar la programación del nuevo modelo de ser humano que quieren los dueños del mundo y la tecnología?

Hace unos días escuché que el teléfono celular ya no es para hacer llamadas. Dicen que el celular es el control remoto de nuestras vidas porque en él está toda tu vida, están tus redes sociales, las noticias, tu cuenta de banco y tus compras, entre otras muchas cosas. ¿Soy yo quien maneja el celular o es el celular el que me maneja a mí y a mi vida?

 

 

 

Lunes, 18 Mayo 2020 12:30

Filosofía y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“La verdadera sabiduría está

en reconocer la propia ignorancia.”

 


-Sócrates-

Lectura 3 - 5 minutos

“Lo sai che più s'invecchia

più affiorano ricordi lontanissimi,

come se fosse ieri.”

Che cosa resterà di me

-Franco Battiato-

 

Así comienza la canción “qué cosa quedará de mí” interpretada por el Maestro Lucio Dalla y otro gran Maestro, Gianni Morandi. Y dice: “Lo sabes, que mientras más envejeces, más afloran recuerdos tan lejanos como si fuese ayer. A veces me veo en brazos de mi madre. Y escucho los tiernos comentarios de mi padre. Y los almuerzos los domingos en casa de los abuelos… Los primeros acordes en un órgano de iglesia en la sacristía. Y un dogmático respeto por las instituciones… ¿Qué cosa quedará de mí, del tránsito terrestre? ¿De todas las impresiones que he tenido en esta vida?”

Soy de una generación que vivió las formas más tradicionales de la familia. El padre fuera de la casa, ausente. La madre siempre cuidando y amando a sus hijos. Se encargaba de la casa. Lo que ya de por sí era mucho trabajo. No había horario fijo. El trabajo del hogar era 24/7. Pero, además, en el caso de mi madre, también trabajaba afuera. Teníamos una pequeña fonda. Un restaurancito de comida y antojitos.

Me llegan muchos recuerdos al momento de escribir esto. Quisiera sacar del corazón muchas cosas. Muchos sentimientos encontrados. Sin embargo, hoy sólo escribiré sobre mi madre. De esas hermosas memorias.

Recuerdo las mañanas, sobre todo, porque, yo tendría cuatro años de edad, mi mamá subía a la azotea de los departamentos donde vivíamos, en la calle de Degollado, entre Morelos y Matamoros, cerca del Jardín San Juan, aquí en el centro de Cuernavaca, a lavar la ropa. ¿Qué necesita un niño de esa edad más que el amor y los brazos de su mamá? Esa es la gloria en esta tierra. Pues bien, mi madre extendía sus brazos para cargarme. Me tomaba cuidadosamente entre ellos (¡Gran emoción y alegría sentía en mi corazón!) me abrazaba y me acomodaba cuidadosamente en uno de los lavaderos mientras hacía la faena. Me contaba historias, nos reíamos mucho. Ella trabajaba y hablaba. Yo, en el lavadero de al lado, me quedaba quieto, escuchando y sonriendo con sus historias. Después de un rato de faena, llegaba el momento culminante. De una bolsa de papel sacaba las tortas que había preparado. Esas han sido las tortas de huevo en torta, válgame la expresión redundante, más deliciosas de mi vida. ¡Aún en mi vida de adulto! Los sabores también forman parte de nuestras vidas. De nuestros recuerdos.

Años más tarde, la acompañaba a hacer las compras al mercado Adolfo López Mateos. Preparábamos la canasta grande y dentro poníamos bolsas grandes para poner los comestibles. Era una aventura porque al término siempre me llevaba a almorzar unas carnitas riquísimas a ese puesto del mercado, donde he regresado algunas veces para rememorar aquellos días. Hay muchas historias y sabores que quisiera compartir. Pero sólo esta parte por ahora.

Conforme fui creciendo, también fui entendiendo, y sintiendo, las carencias económicas, emocionales y afectivas de mi madre. y en lo que yo podía, trataba de que fueran menos pesadas esas cargas.

El día de las madres, el que yo más recuerdo, fue cuando a los catorce años de edad (en ese tiempo ya trabajaba y ganaba mi dinerito) me di cuenta de un gabinete que llamaba la atención de mi madre, pues hacía falta en la cocina. Cada vez que pasábamos por aquella mueblería, ella se detenía para admirarlo. Así que me puse a trabajar con muchas ganas. Junté el dinero, y lo compré. ¡Si hubieran visto la cara de mi madre! Muy emocionada extendió sus brazos, me tomó entre ellos, y me abrazó. Yo volví a sentir la gloria en esta tierra.

Nuestros padres nos dan todo lo que tienen, y lo que no, también. Todo lo que son, y lo que no. No deberíamos cuestionarlos. De verdad que ellos nos dan lo mejor que pueden (y lo que no, también). Nos han dado lo mejor de ellos. Siempre habrá aciertos y errores. He cargado con sus dioses y con su idioma, con sus rencores y con su porvenir, Nada ni nadie ha podido impedir que sufra. He decidido por mí y me he equivocado. Crecí, y un día dije “adiós”, como dice la canción de Serrat “esos locos bajitos”.

Yo como hijo, he hecho cosas buenas para mis padres, pero también he cometido errores, desaciertos. Muchos. Algunos terribles. Pero en el fondo, lo digo con humildad, he aprendido mucho de mi madre. me quedo con su amor, con su ingenuidad, con su humildad, con su sonrisa, con sus historias, con sus lágrimas (porque también he aprendido de ellas). Pero, sobre todo, me quedo con ese abrazo tierno de mis cuatro años. Ese que vuelvo a sentir algunas veces, en mis sueños, en mis soledades, tal vez cuando más lo necesito, y con el que siempre siento la gloria en esta tierra. Y que espero, volveré a sentir el último día de mi vida.

Gracias, madre mía, por aquellas pequeñas cosas maravillosas y por la primavera que me regalaste y, también, te pido perdón por mis desaciertos y las lágrimas que por mí has derramado.

 

Lectura 2 - 4 minutos

“Voy a buscarte, voy a encontrarte,

voy a llevarte fuera del mundo,

fuera del mundo.”

-Óscar Chávez-

Confieso que hoy me siento herido. Me siento vulnerable. Puedo no creer en la pandemia, puedo inventarme que todo también es inventado. Y, sin embargo, se mueve. Se mueve y tiembla la tierra entera. Todos los países y nuestra gente se convulsionan ante esta crisis. Nos damos cuenta que hay muchos héroes y heroínas allá afuera haciendo las actividades que deben hacerse aun con la pandemia acechándolos, aún con las probabilidades de que se contagien. Y ya ha sucedido, trabajadores de limpia, bomberos, policías, enfermeras, médicos, trabajadores de los servicios de salud, los periodistas, todos ellos que a cada momento se ven de frente con la amenaza, siguen sus funciones. Algunos de ellos han fallecido. Y hay personas que siguen sin creer. Y no solamente se tienen que enfrentar, estos héroes y heroínas, a la amenaza de la muerte, sino que también se tienen que enfrentar a esas personas imbéciles que las atacan, sin ponerse a pensar que, si no fuera por ellos, todo sería más caótico.

Todos, la sociedad entera, debemos reconocer y agradecer la labor del personal mencionado, que está dando la vida por nosotros. Yo, desde la seguridad de mi hogar, reconozco y agradezco su labor, y al mismo tiempo comparto su dolor por los compañeros que han fallecido debido a la pandemia.

Sigo sin creer que mi querido amigo Mike, Miguel A. García Tapia, conocido periodista, haya fallecido debido a este virus infernal. La muerte duele, pero duele más cuando te toca de cerquita, dice la voz popular.

Y nadie se salva, la muerte no distingue entre ricos y pobres, se los lleva a todos por igual. Por eso, decía en artículos anteriores que tan importante es la empatía y la solidaridad. Sólo juntos, de manera solidaria, podremos salir adelante.

Y en el caso nacional, es difícil creer, mejor dicho, es difícil aceptar, que Óscar Chávez, el Caifán Mayor, “el que las puede todas”, quien representó la voz en el desierto de los desposeídos, el que les cantaba a los políticos a cada rato ante las masas, y cada seis años, al cantarles “la casita”, también haya sucumbido ante la pandemia.

Y así como ellos, Mike y Óscar, también se fueron Luis Eduardo Auté, magnífico cantautor español y Marcos Mundock, la voz de “Les Luthiers”.

Y lo malo, no es que se hayan ido, todos nos marcharemos algún día, el problema lo divido en dos partes: uno, los que se fueron, y los que se irán, debido a esta pandemia maldita, y dos, los que se fueron, y los que se irán por razones diversas a esta crisis que vivimos. Pero a quienes, de todas maneras, no pudimos, y no podremos, acompañar como es debido. Se fueron, los que se han ido, sólo acompañados, tal vez, de sus familiares. Pero al final, se están yendo solos. Espero, que al final del túnel, cuando veamos la luz, si es que la vemos, hagamos lo que tengamos que hacer para recordarlos.

Estoy en este mundo, aquí vivo, pero también quisiera, como Óscar Chávez, llevar lo que quiero fuera del mundo e inventar otro.

Decía Bukowski: “todos vamos a morir, todos. ¡Qué circo! Sólo eso debería hacernos amar los unos a los otros, pero no. Todos estamos aterrorizados y aplastados de trivialidades. Estamos comidos por la nada”.

Dejemos el terror a un lado, inventemos un mundo mejor. Todo es necesario, todos y todas son necesarios. Hay mucho que hacer a pesar del confinamiento, a pesar del dolor, no te desanimes, no te quedes sentado. Porque como dijo Gregorio Marañón: “Vivir no es sólo existir, sino existir y crear. Saber gozar y sufrir, y no dormir sin soñar. Descansar es empezar a morir”.

Qué la “sana distancia” nos acerque más.

 

Lectura 2 - 4 minutos

“La paciencia no es la capacidad de saber

esperar, sino la habilidad de mantener

una buena actitud mientras esperas.”

-Anónimo-

El día comenzó con un cafecito y pan con mermelada. Y como siempre, en estos tiempos de encierro, la plática giró en torno a la crisis que estamos viviendo. Todo iba bien, cuando de repente, mi hija dijo: “Ya me cansé de todo lo que está pasando. Aparte del encierro, siempre sale el tema de la pandemia. Trato de estar de buenas, pero en todos lados salen con lo mismo. Con mis compañeros de la universidad, en los chats de los amigos, en las redes… ¿Podríamos cambiar de tema?

Pues sí. A pesar del optimismo que tratamos de tener, llega un momento de hartazgo. Creía que sólo a los más adultos nos llegaba la impaciencia. Pero no. Estoy seguro que si no nos medimos, hasta a los niños les afecta.

Por eso es importante la paciencia. El hecho de tomar las cosas con calma, teniendo una buena actitud mientras pasa todo esto, tratar de ver las cosas positivamente, y tratar de “contaminar” a los demás con ese optimismo, seguramente ayudará a mitigar, aunque sea un poco, esto que estamos viviendo.

Sé que estamos preocupados porque no hay suficiente dinero con las consecuencias que esto ha traído, algunos no tenemos un empleo fijo, otros se quedaron sin él, el temor de ser infectado. Hay muchas razones para preocuparse. Tal vez, muchas más para tener miedo. Todo esto lo tenemos que enfrentar en la medida de nuestras posibilidades, y si necesitamos ayuda hay que pedirla, estoy seguro que la solidaridad es una característica de nuestro pueblo. Eso es lo que nos ha salvado en los momentos de crisis nacional.

En lugar de preocuparnos por el futuro, nos debemos “pre-ocupar”, es decir, ocuparnos en pensar qué es lo que vamos a hacer cuando esto se acabe. Cómo tendremos que enfrentarnos al nuevo orden del mundo, porque nada será igual. Lo “normal” ya no es, ya no será. El futuro no será lo que esperábamos. Tendremos que buscar un nuevo paradigma.

Lise Kingo, CEO y Directora Ejecutiva del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, en un artículo publicado originalmente en GreenBiz el 10 de abril de 2020, menciona que el hecho de vivir en estos tiempos invita a una seria reflexión sobre cuestiones importantes y existenciales. Todos nos estamos haciendo las mismas preguntas fundamentales: ¿cómo superaremos esto y cómo será el mundo después del covid-19?

Lise dice que no puede evitar pensar en esta crisis como “un simulacro de incendio para los futuros desafíos globales”, porque obviamente vendrán más, y tenemos que estar preparados. Ella se cuestiona si estaremos mejor preparados para responder a la emergencia climática y otros desafíos globales en materia de sostenibilidad que llegarán cuando el futuro nos alcance.

Hay algo en su discurso que me llama la atención y que considero que debe ser tomado en cuenta por todos los gobiernos. Lise sostiene que “nos guste o no, estamos completamente interconectados y somos totalmente interdependientes y, sin solidaridad, especialmente con los más vulnerables, todos perderemos.”

Yo estoy completamente de acuerdo con ese tema. Sin solidaridad para los que menos tienen, nuestra sociedad pierde. Si te interesa el tema, te invito a que leas el artículo completo en: https://www.pactomundial.org/2020/04/como-sera-el-mundo-despues-de-la-covid-19/

Se dice que la imaginación es la mitad de la enfermedad, la tranquilidad es la mitad del remedio, y la paciencia es el comienzo de la cura. Usemos nuestra imaginación para inventar un futuro mejor, estemos tranquilos para ahuyentar el miedo y contagiar a los nuestros bien amados de esa tranquilidad y optimismo. Y seamos pacientes. No desesperemos por lo que viene. Tomemos las cosas con calma, si así lo queremos, lo que viene será verdaderamente maravilloso, pues como dice el dicho: “Lo único que no cambia, es que todo cambia. Y para relajarte mientras piensas, te invito a que escuches la canción de Mercedes Sosa, “todo cambia”.

No podemos controlar esto que nos está sucediendo. Es un hecho. Pero lo que sí puedo controlar es mi reacción a lo que me está sucediendo. ¿Cómo quieres reaccionar?

Comencemos a imaginar y a trabajar en un mundo mejor. Seamos optimistas. Lo mejor está por llegar.

 

Lectura 3 - 5 minutos

“La violencia es el último recurso del incompetente.”

-Isaac Asimov-

La violencia es inherente al ser humano. El conflicto convive con nosotros, hombres y mujeres tenemos conflictos internos que después se pueden convertir en una tormenta cuando los llevamos a la esfera de la pareja o de la familia. Esos conflictos se pueden convertir en violencia. Esa violencia se puede manifestar de diferentes maneras. Además del maltrato entre parejas, ésta puede llegar al maltrato infantil.

Es obvio decir que la violencia ya existía antes de la pandemia, sin embargo, ahora, con el encierro que padecemos, se está manifestando más y con más fuerza en la familia.

Recientemente se desarrolló el Foro Virtual sobre Violencia Familiar, y se tocaron varios temas. Se mencionó que hay muchas personas que perdieron sus empleos y, por tanto, esto desemboca en el deterioro de la salud mental de los trabajadores, por ejemplo, y como consecuencia, esto trae como consecuencia, en casa, eL maltrato a los menores. Y, a contrario sensu de lo que podríamos suponer, han disminuido las llamadas para pedir ayuda por violencia familiar. Por esta razón, se propone que los cuerpos policíacos acudan a los domicilios en los que, se sabe, hay violencia familiar.

Actualmente, debido a las medidas de seguridad para contrarrestar la pandemia, se están dando muchos problemas y hay muchos cuestionamientos en la sociedad. Sobre todo, en los grupos vulnerables.

La gente se pregunta: ¿Qué va a suceder con la educación de nuestros hijos? ¿Quién nos va a ayudar ahora que hemos perdido el empleo? ¿Tendremos suficiente comida? ¿Qué va a pasar después de la pandemia? Y, si todo esto, además, se manifiesta con violencia, seguramente empeorará. el miedo, la ansiedad, la tensión económica y el confinamiento en las casas pueden ser detonantes de la misma.

Si antes los chicos no veían frecuentemente a sus padres en sus discusiones, es muy probable que ahora estén siendo testigos de algo que traerá consecuencias en su comportamiento futuro. En estudios que se han realizado, en los que los menores manifiestan lo que han presenciado, estos son los hechos referidos por ellos.

De mayor a menor incidencia: Insulta o dice malas palabras, le arroja objetos, la empuja, le da cachetadas, la patea, la golpea, la ha tratado de estrangular, la ha acuchillado, y, por último, le ha roto la ropa.

Renny Yagosesky, decía que “la violencia es un animal incontrolable, que suele terminar atacando a su propio amo”. La violencia acaba por destruir todo. Todo. Pero al final, también acaba con el violentador. Por ello, tenemos que actuar en consecuencia. Hace unos días, un grupo de mediadores del estado de Morelos, entre ellos “Conversare”, la Asociación de Mediadores Públicos y Privados del Estado de Morelos A.C. y otros, sostuvimos una reunión virtual con Andrea Casillas Legarreta, mediadora pública y moderadora de este encuentro, en la que se tocaron varios temas, y éste, sobre violencia familiar en los tiempos del Covid 19, fue el más sobresaliente.

Para los que no queremos violencia en nuestras familias, aunque siempre habrá conflictos, se habló de diversas estrategias a aplicar: Primero que nada, tenemos que establecer un diálogo con respeto, dar tiempos para hablar sin interrupciones y sin descalificaciones, bajar el nivel de ansiedad, la toma de decisiones, en momentos como los que atravesamos es de fundamental importancia. Una vez tomados los acuerdos, habrá que anotar los compromisos a los que cada miembro de la familia se compromete. La persona a quien se le tenga más respeto será quien maneje los mismos.

Lo importante es que las reglas las ponen todos los miembros de la familia. No son reglas coercitivas o punitivas. “Si no haces esto te va a pasar esto”.

Para el caso de personas, mujeres, sobre todo, que ya viven en situación de violencia, también hay formas de proceder. Primero vale la pena hacer una red, un grupo de whatsapp en la que haya personas de confianza a las que se les pueda llamar en caso de violencia, usando una o dos palabras clave para que entiendan que están en riesgo. De igual manera, las instancias de gobierno como el DIF pueden ayudar en situaciones extremas.

Las estadísticas manifiestan que hay un día que es curioso, el domingo.  Se dice que es un día caótico para muchas familias donde se padece violencia familiar. Es un día de frustración, la inminencia de la jornada que inicia el lunes agudiza las probabilidades de violencia. Y ahora, con la contingencia, pareciera que todos los días son domingos.

Pongamos lo mejor de nosotros para vivir de una mejor manera a pesar de la crisis. Esto será en beneficio propio y, por consecuencia para los miembros de nuestra familia. Trabajemos para lograr una cultura de la paz para el buen vivir.

 

 

Lunes, 13 Abril 2020 05:44

Angustia, ansiedad y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Lo que aparece como calamidad es,

muchas veces, la fuente de la fortuna.”

-Benjamín Disraeli-

Esto va para largo. El 28 de marzo se anunció la segunda fase de la contingencia. Hoy, domingo, se cumplen dos meses de que comenzó esta crisis. Y, según parece, continuaremos así por un buen rato. De hecho, el 30 de abril se vence el plazo de la fase dos. Sin embargo, como ya lo mencioné, esto nos tomará más tiempo.

Ya mencioné en artículos anteriores la importancia de no estar viendo constantemente programas de televisión o las redes sociales toda esta información de la crisis que estamos viviendo. Eso nos angustia y, probablemente nos den crisis de ansiedad.

La palabra “angustia” viene de “angostura”, “estrechez”. Es un temor opresivo sin causa precisa, según la Real Academia de la Lengua. La angustia puede ser una reacción ante el peligro o ante algo desconocido. Incluso puede sentirse angustia sin una causa precisa.

Algunas personas, ante esta crisis que estamos viviendo, han comenzado a padecer crisis de angustia.  Es decir, miedo a lo que viene. Aunque no se sepa qué es.

Ansiedad: Todos los seres humanos, hombres y mujeres sienten un grado moderado de ansiedad, que en realidad es una respuesta adaptativa. Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) el término “ansiedad” proviene del latín “anxietas”. Refiere un estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. En general, este término alude a la combinación de manifestaciones físicas y mentales que no son atribuibles a peligros reales, sino que se manifiestan en forma de crisis o como un estado persistente o difuso. La diferencia de la ansiedad con el miedo es que la ansiedad se relaciona con la anticipación de miedos futuros. De hecho, la angustia, la ansiedad y el estrés, son parte de las enfermedades del presente siglo. La crisis que vivimos actualmente es el medio perfecto para que se desarrollen estas patologías.

Y todavía es peor si desde que te levantas abres el whatsapp para ver los saludos de tus amigos. Ahí encontrarás todo tipo de información. Noticias verdaderas, noticias falsas, noticias de cómo enfrentan la crisis países que no son similares al nuestro, memes, consejos de nutrición, remedios para afrontar la crisis, gente en contra del presidente porque no ha hecho las cosas como se deben, como si ellos sí supieran la manera correcta de hacerlo. Debo dejar claro aquí, que no hay país en el que se hayan hecho las cosas “como se debe”. Siempre habrá inconformes.

Así comienza el día mucha gente en estos tiempos de crisis. Y agrega a esto, las noticias crueles de todos los días. La violencia continúa en las calles. Siguen asaltando, lastimando y matando gente.

Tomemos conciencia de todo esto o de plano, nos volveremos locos. Para empezar, elige fuentes de información de credibilidad. Elige el pensamiento crítico y el sentido común. Dedica un tiempo pequeño a las noticias de esta crisis que estamos pasando, pero sin concentrarte mucho en ello. Elige actividades que te enriquezcan y el horario que les vas a dedicar. Tienes mucho qué hacer en casa. Seguro ya lo descubriste. Al principio me enfrascaba en pelearme con amigos que publicaban información fuera de lugar en whatsapp, pero eso me hacía estresarme más. Lo dejé de hacer para mi salud mental. Ahora leo lo que publican y solamente sonrío para mis adentros. Desconéctate de todo lo que te abrume o te haga sentir mal. Hace tiempo decidí poner en silencio mi celular. Así me siento más tranquilo sin estar escuchando todos los mensajes que llegan.

Nuestro estado emocional se va deteriorando con esta crisis. El confinamiento, el encierro que “padecemos” nos hace esperar lo peor: ¿Si muere alguien que quiero? ¿Cuánto tiempo va a durar esto? ¿Qué problemas económicos vendrán cuando esto se acabe? Todos estos pensamientos, y otros, agrega los que quieras, no nos ayudan a vivir mejor estos momentos que estamos pasando porque cuando te enfocas en anticipar lo negativo, no proteges tus emociones ni puedes dar solución a lo que no depende de ti.

Aprovecha estos momentos para organizar tu vida. Reinvéntate tú y tus relaciones con los que quieres. Este también puede ser un buen momento para acabar con lo que no quieres y comenzar una nueva vida.

Recuerda el dicho de Sir Winston Churchill: Un optimista ve una oportunidad en cada calamidad. Un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad.

Sabemos que la vida no será igual después de la crisis. Seremos más humanos. Por lo menos, eso es lo que yo espero.

¡Vienen tiempos increíbles!  

 

 

 

Lectura 2 - 4 minutos

“Somos más libres cuando todos

podemos a aspirar a nuestra propia felicidad.

Tenemos que tener economías que funcionen

para todos los ciudadanos, no sólo

para los que están en lo alto.”

-Barack Obama-

No he encontrado en las redes el editorial del Washington Post titulado “o muere el capitalismo salvaje, o muere la civilización humana”. Después de estar investigando, me temo que es falso. Sin embargo, dicho escrito, tiene mucha razón. Es un tema muy comentado desde hace varios años, que, en caso de interesarte, te dejo un vínculo para que lo leas: https://diariolalibertad.com/sitio/2020/04/02/editorial-the-washington-post-o-muere-el-capitalismo-salvaje-o-muere-la-civilizacion-humana/

El tema viene al caso porque con esta historia del coronavirus, muchos estudiosos del tema se cuestionan cómo debería ser el espectro económico después de la crisis.

En el artículo en mención se vuelve a reiterar el hecho de acabar con este capitalismo salvaje en el que sólo el 1% de la población del planeta es dueño de los medios de producción.

Esto también me lleva a una reflexión del libro “Salvando al capitalismo” de Robert Reich, mismo que ya hemos comentado en esta columna.  Reich habla en su libro, del que, por cierto, hay un documental en Netflix, que antes uno podía con esfuerzo y dedicación llegar a tener su propio negocio. Convertirse de un trabajador en un empresario, pero, sin embargo, ahora, las políticas laborales son tan deprimentes, que los trabajadores no tienen más que conformarse con lo que tienen porque las empresas grandes son las que tienen todo.

Esta crisis que hoy vivimos nos hace dar cuenta que la “normalidad” en la que hemos vivido debe cambiar. Tenemos que preocuparnos y ocuparnos por todos, como lo menciona el epígrafe de esta columna. Debemos hermanarnos. Debemos dejar atrás todos los “ismos” que traemos cargando desde siempre. Si eres capitalista, comunista, socialista, o cualquier “ista” que quieras, tienes que hacerlo a un lado y buscar coincidencias para que todos, los que tienen, los que no tienen, los blancos, los indios, los mestizos, los heteros, los gays, los que piensan diferente a ti, tengamos de verdad, y digo, de verdad, porque siempre hemos vivido engañados, los mismos derechos. Si quiero felicidad para mí, debería hacerme feliz que también los demás sean felices.

Dicen que en un diálogo sobre esta crisis que padecemos, un maestro budista le contesta a la interpelación de su discípulo que el coronavirus no es malo. “Es bueno. Ya que de él están aprendiendo muchísimas personas. Se está elevando el nivel de conciencia del planeta, al vernos en la necesidad de desarrollar grandes herramientas de amor como son la aceptación, la valoración y la adaptación. La paciencia, la tolerancia y el respeto. Podrá ser una prueba difícil, pero mala no es. Tú estás creciendo gracias a ella. Si dejas de ver al coronavirus desde tus temores, y lo empiezas a ver desde tu comprensión, podrás reconocer el valor que hay en él. Así podrás pasar esta prueba que la vida te está presentando.”

Mientras escribo esta columna, es domingo de ramos. Y aquí estoy, enclaustrado en casa siguiendo las medidas de seguridad. Nunca puse atención al verdadero significado, aunque sé que es el día en que Jesucristo llegó a Jerusalén, un momento de gozo para todos los feligreses que creían en él y que lo recibieron con ramos, flores y palmas, era la llegada del hombre que venía de parte del Señor.

Cuando Jesucristo hizo su entrada, montó un burrito y siguió un camino lleno de ramas de árboles y con ello se enfrentó a muchas cosas, entre ellas a las personas que nunca creyeron en la llegada de Jesús de Nazaret.

Hoy es una fecha especial para todos los católicos. Y aunque estemos encerrados en casa, pensemos en todo lo que esto significa. No vayamos a creernos como la historia del burrito que llegó con su madre hablando de cómo lo habían tratado al entrar al pueblo con hurras y vivas. Su madre, para que el burrito no se creyera tanto, le dijo que volviera al siguiente día al pueblo, pero esta vez sin cargar a nadie. Después de haberlo hecho, al llegar a casa, el burrito se mostró muy triste porque nadie le había hecho caso. Al buen entendedor, pocas palabras.

Seamos más humildes y preocupémonos y ocupémonos por los demás.

 

Lunes, 30 Marzo 2020 05:35

Coronavirus y cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

“Es lo mismo para todos: la gente se casa,

se quiere todavía un poco de tiempo, trabaja.

Trabaja tanto que se olvida de quererse.”

-Albert Camus-

La peste

 

La mayoría de los analistas, bueno, muchos, porque no los he leído a todos, ya están “futureando”. Se refieren en sus columnas a los presidenciables. Dicen que los gobernadores que ofrezcan mejores estrategias para enfrentar al mal que nos aqueja tendrán mejores oportunidades para las próximas elecciones. En otros casos, se habla de lo mal que está Estados Unidos porque tiene el mayor índice de contagiados en América. También se habla de la situación de Italia y lo grave que ha sido esta historia al tener que desconectar pacientes mayores de edad y dejarlos morir para conectar a pacientes más jóvenes.

Por otro lado, las redes tocan mucho este tema desde diferentes ángulos. Algunos hablan sobre las diferentes formas de prevenir o medicarse para evitar el contagio. Hay varias fórmulas: el té de jazmín, el té de diente de león, las vaporizaciones, gárgaras de sal o vinagre, en fin, hay de todo y para todos.

Todos los medios hablan de eso. Pero yo me pregunto: ¿Habrá alguien que se preocupe de los sentimientos y las emociones de nuestra gente? Bien sabido por todos es que la depresión es el mal actual de nuestra sociedad.

Se dice que hace algunos algunos años, las enfermedades mentales eran problemas característicos de la sociedad adulta, sobre todo, de clase obrera entre los 40 y los 55 años de edad, que, afectada por el estrés del trabajo, el hogar y su entorno veía perjudicada su salud. Sin embargo, las condiciones en este nuevo siglo han cambiado, se exige más en el trabajo, se tiene menos tiempo, los horarios han modificado nuestros hábitos, aquí hago un paréntesis: Me parece aberrante que los estudiantes universitarios tengan horarios de “estudio” fuera de toda proporción. En mis tiempos había turno matutino y vespertino, pero ahora hay muchas facultades en las que los estudiantes tienen que estar todo el día, quitándoles parte de su vida. Las enfermedades mentales ahora aparecen en sujetos más jóvenes; y las tecnologías actuales se han apoderado de nuestro día a día. Obviamente, la evolución de la sociedad va de la mano del progreso de este tipo de patologías.

Se sabe que las personas que sufren obsesiones mentales pueden tardar una media de 8-10 años en acudir al psicólogo o al psiquiatra. Porque no se dan cuenta. Sin ser conscientes, comienzan a transformar sus hábitos cotidianos y a ser subordinados de su trastorno. Sólo cuando esos problemas empiezan a afectarles en su día a día y a ocasionarles serias dificultades en su vida laboral o personal deciden dar el paso y acudir a un especialista, normalmente motivados por algún amigo o familiar cercano.

Por cuestiones de espacio, mencionaré estos trastornos de manera resumida para después llegar a conclusiones sobre la pandemia que nos está afectando actualmente:

Workaholic: enfermedad que genera una obsesión por el trabajo en el paciente. Cuando no trabaja, el individuo llega a sentir una sensación enfermiza de vacío, angustia y depresión; ortorexia: Se presenta como la obsesión por comer saludable, desarrollando sus propias reglas alimenticias y preocupándose en exceso por la calidad de los alimentos. Si esas reglas se sobrepasan, llegan a sentirse culpables y entran en estado de depresión; vigorexia: estrechamente vinculada a la anterior. Se refiere a la persona que acude a los gimnasios, afectando especialmente a hombres (aunque cada vez son más los casos de mujeres); esteticohólico: este trastorno mental genera una sensación constante de insatisfacción en el paciente y le lleva a obsesionarse con la cirugía estética; ciberdependencia: Es una enfermedad asociada a la obsesión con los videojuegos e Internet, llegando a existir casos de personas que son capaces de jugar durante 16 horas de forma ininterrumpida o no pueden vivir sin estar “conectados”; síndrome de Estocolmo: Es un trastorno emocional y mental que se representa en la justificación moral y el sentimiento de gratitud constante de un sujeto hacia otro; síndrome de Ulises: Se define como una sintomatología depresiva que afecta especialmente a los trabajadores emigrantes, los cuales se ven con la necesidad imperiosa de viajar constantemente; bulimia: Este trastorno psicológico se define como un trastorno alimenticio a través del cual el individuo comienza a darse atracones de comida a deshoras para posteriormente proceder a eliminarlos de su cuerpo mediante vómitos y laxantes; anorexia: Este trastorno alimenticio y neurótico se da especialmente en las chicas más jóvenes. Se define como un temor inexplicable del sujeto a comer por miedo a engordar. Va acompañada de otros problemas como falta de autoestima, depresión y nerviosismo, y por último; trastorno del humor con disforia: Genera síntomas de falta de ánimo, tristeza, desesperación e irritabilidad repentinos que se pueden tornar en constantes.

¿Qué consecuencias estaremos esperando de esta pandemia que estamos padeciendo? ¿Los gobiernos, y hablo en general, están previendo políticas públicas para intervenir a pacientes por las consecuencias mentales que surgirán después de la crisis o que ya se están dando?

Es momento de comenzar a analizar lo que tenemos como consecuencia en este momento y cómo se tendrá que intervenir en el futuro próximo.

Por lo pronto, mis conclusiones para afrontar este mal son la responsabilidad, la empatía, la solidaridad y el amor. Más las que tú, querida lectora, lector, quieras agregar.

 

 

Lunes, 23 Marzo 2020 05:52

Coronavirus y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Las epidemias han tenido más influencia

que los gobiernos en el devenir de nuestra historia.”

-George Bernard Shaw-

Ya en el siglo XVII, Moliére decía que casi todos los hombres mueren de sus remedios, no de sus enfermedades. Estamos pasando una etapa muy dura, terrible diría yo, con todo esto que nos está sucediendo con esta pandemia que estamos sufriendo

¿Es un virus creado por las grandes potencias para lograr sus intereses? ¿Ya lo había profetizado Nostradamus? ¿Es un castigo de Dios por todos los pecados del ser humano? ¿Es una consecuencia natural por todo lo que el ser humano le está causando a la madre tierra? Y aquí, pueden agregar otras preguntas que ustedes consideren pertinentes

Al final de la historia, nos hacemos bolas con todo lo que se publica, y cada uno de nosotros toma una posición determinada, dependiendo de nuestras creencias. Toda la información que buscas, de cualquier tópico, por supuesto, va de acuerdo con tus prejuicios, decía Barack Obama, y yo agregaría, a tu perfil en Facebook. Si eres de derecha, así te llegará la información, si eres de izquierda, igual, si eres religioso, si estás metido en la sanación espiritual, seres de otros planetas, o lo que gustes y mandes, ahí encontrarás las respuestas. La vida es así. Somos todo un espacio de opiniones y sentires.

Sin embargo, es esta confusión en la que estamos inmersos la que nos hace criticar las medidas gubernamentales sobre esta pandemia. Opinamos si las medidas tomadas son o no son las que deberían ser. Pero, independientemente de lo que se haga por parte del gobierno, nosotros, los ciudadanos tenemos que entender que podemos tomar nuestras propias decisiones. Y tal vez, la primera sería no dejarnos llevar por el pánico. El pánico, la histeria, la ansiedad, la psicosis, lo único que hacen es robarnos nuestra energía. Y eso conlleva a que nos enfermemos más fácilmente. Por esa razón, creo que el paso número uno es tomar las cosas con calma.

Como paso número dos, va para nuestro gobierno. No hay que tomar medidas a la ligera. Cada uno de los países tiene características diferentes a las nuestras. Las medidas que tomen ellos, no son necesariamente las que tenemos que tomar nosotros. Los nuestros son países pobres, no debemos pedirle a la gente que tome medidas como las que tomó la alcaldesa de Acapulco, de cerrar los negocios por tres días. Los que viven de un salario, les seguirán pagando mientras dure esta contingencia. ¿Pero los comerciantes en pequeño? Ellos no pueden dejar de comer por un día. Menos por tres.

Jorge Zepeda Patterson lo expone muy bien en su columna del 19 de marzo diciendo que el coronavirus es el mismo, los países no. Yo estoy completamente de acuerdo con él. Las medidas implantadas en otros países, ojalá les sirvan, aunque lo dudo mucho, pero en nuestro país no se deben implantar. No somos iguales. Yo agrego este vínculo de la Organización Mundial de la Salud, diferente al de Zepeda, para que observen de manera real, como va avanzando el virus en nuestro país. Es nada, comparado con otros países.

https://who.maps.arcgis.com/apps/webappviewer/index.html?id=2203b04c3a5f486685a15482a0d97a87&extent=-17277700.8881%2C-1043174.5225%2C-1770156.5897%2C6979655.9663%2C102100

Las medidas a tomar tienen que ser consideradas respecto a las características y necesidades de nuestro país. No tenemos que imitar a otros, porque como ya lo mencioné, somos diferentes. Mucho muy diferentes.

En cuanto a nosotros como ciudadanos, hagamos lo que nos corresponde. Hay mucha información en las redes sociales y en internet sobre los cuidados que debemos tener. Hay que considerarlos y actuar en consecuencia.

Y de nuevo, para la clase política, vean el ejemplo del presidente del Salvador, Nayib Bukele, quien, haciendo un análisis profundo de la situación difícil que atravesarían los ciudadanos de su país por la cuarentena, aprobó una serie de medidas para mitigar dicha contingencia estableciendo el “Plan de Respuesta y Alivio Económico ante la Emergencia Nacional contra el Covid-19”, que establece la suspensión del pago de la cuota de la energía eléctrica, del agua, del teléfono e internet durante tres meses, entre otras medidas. Si te interesa, te dejo un vínculo para que veas su mensaje: https://www.youtube.com/watch?v=PnXX084cBVs

Para finalizar, parafraseo nuevamente a Barack Obama: ¿Qué le voy a decir a mi hijo dentro de veinte años? Pude haber hecho algo, pero no lo hice. Esta es nuestra oportunidad. Hagamos lo que nos corresponde en beneficio no sólo de nosotros, sino de las nuevas generaciones.

Como todas las crisis, éstas presentan peligros y oportunidades, ésta es una más. La humanidad siempre ha vencido. Recuerda, aún en tus peores días, que no hay árbol, por más fuerte y alto que sea, que el viento haya sacudido.

No hay mal que por bien no venga.

 

Lunes, 09 Marzo 2020 05:24

Perdón y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“La humanidad no puede liberarse de

la violencia más que por medio de la no violencia.”

-Mahatma Gandhi-

En el libro Violencias graves, publicado por nuestra alma mater, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, se menciona que desde 2006 la violencia no sólo se ha apoderado de México, ha crecido a grados inimaginables en un país que se ostenta como democrático. Donde uno vuelva la mirada, los secuestros, las desapariciones, las fosas clandestinas, las extorsiones, los enfrentamientos entre grupos del crimen con el ejército, la marina, las policías o entre ellos mismos brotan como salitre de una casa abandonada.

Considero que en nuestro país siempre hemos convivido con la violencia. El problema es que ahora se ha manifestado con más fuerza y nos ha rebasado. De acuerdo al libro mencionado, si la ola de violencia empeoró desde el 2006, esto significa que hemos convivido con esta violencia atroz por 14 años. Y esto ha traído como consecuencias las siguientes: el hecho de ver la violencia como algo normal, el desencanto social y la pérdida de confianza en nuestras autoridades, el caos mental en el que viven nuestros jóvenes porque no ven un futuro para sus vidas, y, en este caso, la participación de muchos de ellos en hechos criminales, el temor de que algo les suceda y la migración a otros estados y otros países, entre otras consecuencias.

El libro en mención habla de “violencias” porque no se trata de un tipo, sino de varios tipos de violencias. Al mismo tiempo, la violencia, de manera genérica, destruye la percepción de seguridad de los ciudadanos, e infunde miedo tanto hacia el crimen organizado como hacia las fuerzas de seguridad. Así, en la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2015 (Envipe/INEGI, 2015), en el caso de Morelos, el principal problema sentido por los morelenses era la inseguridad: 63.8 por ciento en comparación a la tasa nacional de 58 por ciento (Envipe/INEGI, 2015).

Siguiendo a Scheper-Hughes & Bourgois (2014), entendemos que la violencia es un concepto escurridizo que desafía la definición y la categorización. Hay violencia visible e invisible, “legítima” por parte del Estado e ilegítima, irracional y también fríamente calculada; hay violencia fortuita y estratégica, pública y privada, así como violencia productiva, destructiva y reproductiva (Schepher-Hughes & Bourgois 2004). Galtung (2003) nos recuerda que además de violencia directa hay violencia estructural y cultural. Mientras que la violencia directa es visible y fácilmente reconocible, la violencia estructural abarca la explotación económica, la marginación, la humillación y la denigración de los sujetos.

Como podemos observar, por cualquier lado que veamos, estamos llenos de violencia. Por eso es necesario detenernos un momento y analizar nuestro entorno, comenzando por el familiar. Ya lo he comentado en otros artículos. Vemos la paja en el ojo ajeno, pero nunca la viga en el propio. ¿Qué estamos haciendo para neutralizar y erradicar la violencia en la familia?

La violencia cultural, según Galtung, nos habla de una “naturalización” de las relaciones asimétricas de género, en las que se ven como “normales” el rol subordinado de las mujeres, que deben servir a los hombres, y la violencia hacia esas mujeres que son “desobedientes”.  Las relaciones de género constituyen un ejemplo claro de la violencia cultural, al reproducir roles tradicionales asignados a mujeres y hombres. Esta situación trae una consecuencia, también cultural, porque se tergiversan las razones de las mujeres en su manifestación por la igualdad de género.

En los momentos de escribir esta columna, las mujeres de todo el país y en otras latitudes, se están preparando para manifestarse. Estoy consciente de todo lo que se avecina. Quisiera, como un ciudadano que está en pro de la paz, que no hubiera desorden, caos ni daños. Sin embargo, también sé que los ciclos así se manifiestan. El hartazgo ha llegado a su límite. Espero de todo corazón que estas expresiones lleguen a buen puerto para que, de manera conjunta, autoridades y sociedad, comencemos a trabajar para lograr un alto a los diferentes tipos de violencia que existen. Y, en este caso, detengamos, extingamos, la violencia de género.

El pedir perdón por lo que hemos hecho y, sobre todo, por lo que no hemos hecho, es un deber. Y al mismo tiempo debemos perdonar para comenzar desde cero una nueva era. La era de la cultura de la paz para el buen vivir.

 

Lectura 3 - 5 minutos

“Teníamos dos opciones: estar calladas y morir

o hablar y morir. Decidimos hablar.”

-Malala Yousafzai-

Esta columna, con mi artículo publicado la semana pasada, recibió muchos comentarios, tantos, que se me ocurrió enviar mensajes, a través de whatsapp sólo a mujeres para sondear su opinión sobre la violencia de género. Dichos mensajes iban desde videos en los que había opiniones tersas, diciendo que el hombre y la mujer son complemento uno del otro y que no debía confundirse hablando mal del hombre. Que, así como había hombres malos, había mujeres malas y, que no se debería satanizar al hombre. En otros mensajes se comentaba, que, por supuesto, la culpa es de los hombres porque ellos son los que han manejado siempre el desarrollo de la sociedad minimizando la participación de la mujer.

Estos argumentos son la razón de que hoy deje plasmados en este artículo, algunas de esas opiniones vertidas por mujeres que respondieron a mis mensajes. La primera, publicada por una amiga de Argentina, quien, al compartirla, muchas mujeres de varios países, estuvieron de acuerdo con ella. Por cuestiones de espacio y de respeto a quienes leen esta columna, las palabras altisonantes y la extensión han sido modificadas.

“Cuando iba en la primaria recuerdo que teníamos que ponernos shorts debajo de la falda porque corríamos el riesgo de que los niños se pusieran debajo de las escaleras para ver nuestra ropa interior o te la podían levantar.

Cuando iba en secundaria tenía que ponerme un pantalón extra debajo de los pants los días de deporte porque era bien sabido que los niños te los podían bajar.

En preparatoria ya comenzaba a asistir sin mis hermanos a la escuela, la distancia ahora era más larga y fue la primera vez que camino a ella vi como un hombre se masturbaba en el camión mientras me observaba fijamente. Desde ahí comprendí que no tenía que irme hasta la parte de atrás de los camiones o que si veía un asiento desocupado al lado de una mujer era preferible ponerme al lado de ella.

Ahora, en la universidad tengo que cargar con un gas pimienta, porque, no hace falta aclarar nada, a estas alturas ya comprendí que corro peligro. Que siempre ha sido así desde pequeña. A estas alturas ya comprendí que puedo no regresar a casa, a estas alturas ya comprendí que no tienen respeto por mí, ya entendí que mi vida, mi dignidad, mi integridad y mi cuerpo es tan frágil que he estado, inconsciente o conscientemente, creando técnicas de seguridad desde los 6 años de edad.”

“Lo que está sucediendo es un síntoma de hartazgo. Los videos que publicaste (su servidor) no comprenden lo que significa la palabra “feminicidio”. Muchas personas no quieren ver a la mujer manifestándose. Y si lo hacen, a través de estos videos les dicen: Sí. Manifiéstense. Pero calladitas, modositas, amorosas. Y si pueden desde la cocina, mejor. A las mujeres las están matando por el simple hecho de ser mujeres. Y eso tiene que ver con un patriarcado, con un lenguaje normalizado y con la falta de educación y amor. A un hombre no lo matan por ser “hombre” o porque anda con muchas mujeres o porque no quiere tener relaciones sexuales con una mujer. Para mí, la respuesta es AMOR y EDUCACIÓN. RESPETO, VALORES, CIVISMO. Cambio de paradigmas en las familias. Es lo que no se ha dado. Por eso hoy es necesario quemar todo, romperlo todo, arrasar con todo para después renacer.”

“Todavía hay familias en las que la mujer tiene que realizar las labores del hogar y atender al hombre sólo por el hecho de ser hombre. Desde pequeñas les enseñan que esas son sus obligaciones. Prepárale algo de comer a tu hermano. Sírvele de comer. Lava la ropa de tu hermano. Plancha su camisa. ¿Y ellos que hacen por nosotras?”

“Yo, cuando salgo a la calle, tengo miedo. Los hombres se me quedan viendo con miradas libidinosas, lascivas. Y cuando están en grupo es peor porque, me dicen de cosas. Según ellos, piropos. Pero en realidad son palabras indignas para cualquier ser humano. Un día, uno se me acercó en el zócalo, a plena luz del día. Me manoseó. Me quise defender, pero no pude. ¿Y la gente que vio todo? No hizo nada. Sólo se quedaron riendo.”

El problema no es fácil. Y considero que se tienen que tomar medidas radicales por parte del gobierno en cuanto al castigo de estas conductas. Y al mismo tiempo, debemos reconstruir, reelaborar y, tal vez, proponer y desarrollar nuevos paradigmas dirigidos a las nuevas generaciones desde la familia y las escuelas, para que, algún día, todo esto que estamos viviendo, sólo sea un mal recuerdo.

¿Estamos listos para comenzar?

 

 

Lunes, 24 Febrero 2020 05:42

Violencia de género y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“El miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.”

-Eduardo Galeano-

Cuando era niño, todos los fines de semana eran de ver películas de Pedro Infante. Toda la familia se reunía frente a la televisión para disfrutar, reír y llorar con el ídolo del pueblo. Muchas de esas películas se quedaron grabadas en mi mente infantil y después, ya más grande y estudiado, analizadas concienzudamente.

Como botón de muestra, en la “oveja negra”, Silvano tiene un padre, Don Cruz Treviño Martínez de la Garza, borracho, machista, desobligado, agresivo y mujeriego, entre otras cosas, que hacía sufrir, no solamente a su esposa, sino a toda su familia. Sin entrar en muchos detalles de la película, por falta de espacio, sólo quiero decir que esos eran los modelos de comportamiento de hombres y mujeres de nuestro México. Eso era parte de la educación del mexicano promedio. Ahí se veían reflejadas las características de la mujer. Ella debía de ser buena, sumisa, obediente, estar siempre metida en casa, cuidando a los niños, no debía cuestionar a su esposo por nada del mundo, no tenía permitido trabajar, ni siquiera podía emitir una opinión. Por cierto, recuerdo una frase que escuché cuando era niño: “la mujer, como la escopeta: Siempre cargada y detrás de la puerta”.

El hombre era el “proveedor de la familia”, el “jefe de la casa”, podía hacer lo que quisiera porque por eso era el hombre. Y “hacer lo que quisiera” era literal. Podía irse de farra con sus amigos, y si quería, con otras mujeres, ¿por qué no? ¿Y la esposa? Tenía que soportar esta situación con “amor”. Para conservar a la familia. Por sus hijos.

Es importante mencionar que las películas de esa época, como en todas, reflejan la situación social que se vive. Pero son modelos también de influencia en el comportamiento de la gente. De ahí su importancia y análisis.

Ahora las cosas han cambiado. Pero aún quedan vestigios del machismo. Y en muchos casos, lo que se piensa que puede ser adecuado, también puede ser una ofensa para la mujer. Los piropos, la mirada de los hombres, por ejemplo, acciones que ya deben ser evitadas y erradicadas.

"No quiero sentirme valiente cuando salga a la calle, quiero sentirme libre". Ese el grito de la mujer actual. Salir a la calle y recibir “piropos” groseros, miradas libidinosas, tocamientos fuera de lugar o ataques físicos son moneda corriente en nuestros días. Ya se ha dicho hasta el cansancio. Si esas mujeres fueran tu madre, tus hermanas o tu esposa, ¿las tratarías así?

La violencia de género se ha desbordado en nuestro país. Sólo en enero de 2020, se registraron un total de 73 feminicidios, de acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En enero del 19 fueron 75 feminicidios en el mismo mes. Y en todo 2019 se registraron un total de mil 10 feminicidios, en comparación con los 913 de 2018.

Entre otras cosas, la violencia de género tiene su origen en la cultura, las leyes, la lengua, la educación y la religión, que han mantenido a la mujer en una condición de inferioridad. Las drogas o el alcohol no son las causas. Estos sólo son medios por los cuales estos hombres se atreven a ejercer la violencia contra sus parejas.

En España, por ejemplo, hasta 1963, era un derecho del marido matar a su cónyuge por adulterio. Es decir, hace apenas 57 años. En algunos países se sigue considerando a la mujer como parte de la propiedad privada y se sigue disponiendo de su vida, lo cual es un absurdo.

No debemos seguir viviendo así, todos tenemos los mismos derechos y obligaciones. Hombres y mujeres somos iguales. Sí. Ya está reglamentado. Sin embargo, seguimos los modelos que se quedaron enraizados en el alma. Por esa razón, todos y todas tenemos que contribuir para erradicar el modelo machista. Comenzando desde la casa, la religión, la escuela, el trabajo y las políticas públicas reales, no las de papel.

El Convenio de Estambul (Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica) en su artículo 16 habla de la implementación de programas preventivos de intervención y tratamiento en la violencia contra las mujeres, estableciendo que se tomarán medidas legislativas u otras para crear o apoyar programas dirigidos a enseñar a quienes ejerzan la violencia doméstica a adoptar un comportamiento no violento en las relaciones interpersonales para prevenir nuevas violencias y cambiar los esquemas de comportamiento violentos. Todo está establecido y dicho. Que las autoridades cumplan este protocolo en el que todo está bien detallado y explicado. Podemos y debemos acabar con esta lacra social. Termino esta nota con una frase del psiquiatra español Luis Rojas Marcos: “Esta ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas”. ¡Ni una más!

 

 

Lectura 3 - 5 minutos

“No siempre podremos construir el futuro

 para nuestros jóvenes. Pero sí podemos

construir jóvenes para el futuro.”

-Benjamín Franklin-

 

Desde hace algún tiempo algunos científicos especulan sobre la certeza de los rasgos fisonómicos del ser humano del futuro. Si recuerdan las clases de Historia de la primaria, nos mostraban una imagen de cómo fue evolucionando el ser humano. De un ser con rasgos de simio, encorvado, hasta llegar al hombre erecto y de facciones más estéticas. El homo sapiens.

Pues bien, con todos los cambios que hemos tenido en la tecnología moderna, hemos visto en la televisión reportajes y en videos de youtube, en los que nos dicen que, de tanto estar con la cabeza hacia abajo, mirando al celular, el ser humano puede tener un espolón óseo o un cuerno que crecerá en la parte posterior del cráneo. Además de esto, han surgido otras teorías sobre el rostro del ser humano del futuro. Varios científicos confirman que, así como ha ido evolucionando el ser humano, no sólo en su apariencia física general, su cara muestra rasgos más estilizados. Si antes la cara era más intimidante y agresiva, actualmente es más agradable. Es una cara para llevarse bien con sus semejantes.

Son muchas las teorías y especulaciones que, de acuerdo a estas teorías, dicen que el ser humano del futuro tendrá un rostro más amigable, que será poco diferenciado entre hombres y mujeres, las cuencas oculares serán más grandes e iremos perdiendo el pelo porque ya no lo necesitamos.

Los científicos nos dan varios estudios sobre el tema. Sin embargo, a mí me preocupan temas más cercanos y preocupantes como: qué será de nuestros jóvenes en el futuro.

Es necesario tocar el tema de su educación, el tema laboral, familiar social, axiológico, entre otros.

José Saramago sostenía que el ser humano está constantemente en construcción, pero también, y de manera paralela, siempre en un estado de destrucción. Obviamente eso se va dando con el tiempo. Conforme vamos creciendo, conforme vamos envejeciendo.

Somos nosotros los adultos los que tenemos que allanar el camino de nuestros jóvenes. Sin embargo, de la mitad los más de 40 millones de jóvenes en México, de acuerdo a las estadísticas, viven en pobreza, han sido víctimas de actos de discriminación o se les ha impedido el reconocimiento de sus derechos.

De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), en México hay 37.5 millones de jóvenes entre los 12 y 29 años, los cuales representan el 31.4 por ciento de la población. Entre estos, 6.8 millones tienen entre 12 y 14 años; 10.8 millones entre 15 y 19 años; 10.7 millones entre 20 y 24, y 9.3 millones entre 25 y 29 años.

El Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación) nos da esta información, la cual incluyo textualmente desde su sitio web: Las personas jóvenes enfrentan un problema de discriminación estructural que es reproducido por el Estado, la sociedad y el sector privado. Dado que se les percibe como amenaza para la cohesión social, muchas veces se les excluye de espacios y oportunidades laborales o educativas, y se impide el reconocimiento de sus derechos, especialmente los sexuales y reproductivos.

Es común que las y los jóvenes enfrenten discriminación por su condición social, su apariencia física (ligada a su condición económica), la escuela donde estudiaron, el lugar donde viven, o incluso sus publicaciones en redes sociales.

Todas estas acciones contribuyen a que la mayoría de las personas jóvenes de México se mantenga en pobreza o no pueda ascender socialmente.

Si se analiza cuidadosamente, el texto anterior, todos, absolutamente todos los adultos -¿quiénes más?- somos culpables de la situación de los jóvenes. Esa discriminación estructural tiene que acabarse. Desafortunadamente, es la delincuencia organizada la que sí los apoya y recluta para sus fines criminales.

Hemos comprobado en los medios noticiosos y en las redes sociales que cada vez hay más jóvenes involucrados en la criminalidad.

El Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria subraya que, en México, se violan cuatro derechos fundamentales para los jóvenes: educación, empleo, salud y participación juvenil. En México, país miembro de la Organización Iberoamericana de la Juventud, no existe una ley de juventud; tampoco, políticas públicas para un sector que representa el 35 por ciento de la población. Sólo en 14 entidades federativas, existe legislación en materia de juventud, pero en su mayoría carecen de reglamento.

Es hora de trabajar por nuestros jóvenes. Comencemos a preparar su futuro.

 

 

 

 

Lectura 3 - 6 minutos

“La tolerancia es un crimen

cuando lo que se tolera es la maldad.”

-Thomas Mann-

 

En mi artículo anterior hablé de la importancia de la espiritualidad para lograr una cultura de la paz. Recibí varios comentarios, unos a favor y otros en contra. Cuando me refiero a este tema, es obvio que hablo de lo conducente que es tener una adecuada espiritualidad para vivir en armonía. No sólo conmigo mismo, sino con la comunidad en la que vivo.

Esto no se refiere a nuestra actuación o comportamiento ante la delincuencia. Como lo muestra el epígrafe de esta columna, no me refiero a la tolerancia a la maldad. En ese sentido, y como ya lo manifesté en otros de mis escritos, ante la delincuencia debe haber tolerancia cero. Y por ese motivo, también deben de estar claros los protocolos de actuación ante los criminales.

He hablado muchas veces de ese experimento social que realizó el psicólogo Philip Zimbardo en 1969. Lo volveré a repetir con el objetivo de que analicemos su implementación ante lo que estamos viviendo.

Zimbardo abandonó un coche en algún lugar del barrio del Bronx, de los más pobres de Nueva York, con evidencias de abandono, como la placa colgada o las puertas semi abiertas. El objetivo era ver qué sucedería con respecto a las conductas delictivas y si esa conducta se contagiaba a otras personas. Al poco tiempo de dejar el coche comenzaron a desvalijarlo hasta que quedó totalmente destrozado.

Zimbardo estacionó otro vehículo en Palo Alto, un barrio rico de California. La diferencia es que no tenía señales de abandono. Durante varias semanas el coche estuvo intacto. Después de esto, Zimbardo le dio varios martillazos y, sorprendentemente, al cabo de poco tiempo el coche se encontraba en las mismas condiciones terribles que el del Bronx. Esto demostró que, los ciudadanos del barrio rico solo necesitaban alguna señal de abandono para actuar exactamente igual que en el barrio más humilde.

Años más tarde, James Wilson y George Kelling elaboraron la “teoría de las ventanas rotas”. Ellos establecieron que, si se deja una ventana rota en un edificio, poco a poco irán apareciendo más, porque se envía un mensaje de que no hay nadie que se preocupe por ello, de falta de normas, de ley aplicable, y se van rompiendo las normas de convivencia. Todos hemos notado que pasa lo mismo con las pintas o “grafitis”. Si aparece uno en el muro de una propiedad y no lo quitan, pronto aparecerán más de ellos.

Esto también aplica a la delincuencia y al orden público, pero también a cualquier otro ámbito como puede ser el empresarial. Si en una organización o empresa no se cuidan los protocolos, o no existen manuales de operación y/o no los respetan, al final, esta manera de conducirse irá influenciando a los trabajadores y los directivos.

La nuestra, es una sociedad en donde hay muchas ventanas rotas. Y las seguimos rompiendo. Una sociedad en la que ha preponderado la impunidad, la negligencia, el autoritarismo, el abuso de poder. Vean como tratan algunos y algunas jueces a su personal. Los obligan a trabajar a marchas forzadas, fuera de su horario de trabajo. Dándoles preferencia a los recomendados. Vean lo que pasa en el Poder Legislativo. Algunos diputados siguen explotando a sus empleados cobrándoles su “mochada”. Todo lo quieren para ellos. Los afectados son siempre los de abajo. No hay ética en absoluto. Y con delincuencia pasa lo mismo. Ellos saben que han rebasado a las autoridades, que no hay, o el personal no conoce, o son débiles los protocolos de actuación. O que el personal que se dedica a las áreas de seguridad no está debidamente preparado, o en el peor de los casos, está coludido con los maleantes.

Es hora de implementar la tolerancia cero. Esta es definida así: es un enfoque de política de seguridad ciudadana que se basa en castigar severamente cualquier infracción legal sin importar la gravedad de la falta cometida, reduciendo al máximo el retardo entre la comisión del delito y la respuesta judicial. La tolerancia al delito es eliminada, por lo que no se tienen en cuenta circunstancias atenuantes a la hora de castigar dichos delitos o faltas.

Estos principios se aplican a la seguridad ciudadana, basándose en dos postulados: Si el responsable de una infracción no es condenado inmediatamente, se le incita a reincidir. Y si los responsables de infracciones no son condenados cada vez con toda la severidad a la que nos autoriza la ley, de forma progresiva pasarán de los pequeños delitos al crimen.

Vi el video del asalto a Veana, en el centro de nuestra ciudad. No sé qué esperaba el oficial para actuar en consecuencia. Tal vez pensaba en los cursos recibidos. Tal vez pensaba en las consecuencias que esto le podría acarrear. Tal vez no sabía cómo actuar. El punto es que, desafortunadamente perdió la vida ante estos criminales. Estos casos los vemos todos los días. Las “rafagueadas” a establecimientos que se niegan a pagar derecho de piso, es otro ejemplo. ¿Dónde están las instancias encargadas de la seguridad?

Y termino diciendo: la tolerancia cero no es la única respuesta. Porque ésta solamente ataca las consecuencias de la conducta delictiva, pero no toma en cuenta el aspecto sociológico de la delincuencia. Es decir, por qué existe, cómo, dónde se origina. Esto nos lleva a la conclusión que debemos desarrollar estrategias integrales para luchar contra la criminalidad. Es tarea de todos, comenzando con la familia. Pero principalmente es tarea de quienes están encargados formalmente de las políticas públicas. Si no lo hacen, seguiremos pagando las consecuencias por la falta de actuación de las autoridades. Y la verdad, ya no aguantamos.

 

 

 

Lunes, 27 Enero 2020 05:51

Espiritualidad y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Aunque no sabes qué es lo que buscas,

 lo que buscas, te busca.”

-Alejandro Jodorowsky-

 

Después de los viajes realizados, como comenté en mi artículo anterior, había que adaptarse nuevamente al entorno. Uno, después de un viaje placentero, piensa que las cosas estarán mejor al regreso. Desafortunadamente no ha sido así. Las noticias son terribles. Negocios que han cerrado sus puertas por el “derecho de piso” que les exigen los delincuentes. Las ráfagas de balazos en los negocios que se han negado a pagarlo. Las voces de varias personas que temen que nuestra ciudad se convierta en ciudad fantasma como pasó en Ciudad Juárez. En fin, muchos temores y pocas esperanzas.

La desconfianza en nuestras autoridades crece, la violencia se multiplica. Pareciera que todos nos estamos convirtiendo en nuestra peor versión para contestar la violencia. Hay quienes dicen que se debería de permitir la portación de armas de fuego para defenderse de los maleantes porque estamos en desventaja al enfrentarnos a ellos.

Lo vemos a cada momento, un día sí y otro también. Ahí está el caso del policía que ultimaron en Veana. Muy triste y lamentable.

Hace falta estrategia, preparación, equipo adecuado, respuesta a tiempo. Y creo que si todos portáramos armas sería peor. Todo mundo dispararía a la menor provocación.

Como sociedad nos sentimos lastimados, vejados, perdidos. Y lo peor, es que la nueva generación de delincuentes son los jóvenes. Aquellos que deberían tener sueños maravillosos para su vida futura. Muchos de ellos sostienen que nunca saldrán del hoyo donde se encuentran y si la delincuencia les paga “bien”, aunque vivan poco, pero se darán vida de reyes mientras les dure.

Otros, una gran mayoría, también cae en las garras de la delincuencia porque, además de las carencias, no tienen una familia estable y perdieron, o nunca les inculcaron, los valores adecuados para vivir en sociedad.

Hay opiniones varias: algunos sostienen que la sociedad no tiene (porque no hay políticas públicas) los medios suficientes. Guillermo Ladd, psiquiatra, dice que la delincuencia se forma por la falta de una serie de oportunidades que no se fomentan en las instancias ni edad adecuadas, conforme una persona se va desarrollando en el medio en que habita, en donde falta: una sociedad saludable, valores en las escuelas y un Estado que respete las leyes.

Y todo comienza en la familia. Eso me queda claro. Pero Ladd sostiene: Si tuviéramos una sociedad saludable habría primeramente afecto, protección en los niños, si esto no se da en la edad adecuada ya se perdió esa oportunidad; la siguiente oportunidad es en la escuela, pero si tenemos profesores mal pagados que no brindan valores a los niños, tampoco se dará esa etapa; y ya cuando uno es adulto y encuentra un Estado en donde no hay respeto a la ley y esta sirve solo para unas personas, entonces quien ve esta situación pensará: “¿Por qué tendría yo que cambiar?”

Es necesario, que aun en la modestia de nuestra vida, a pesar de no contar con los medios económicos suficientes, tengamos una herramienta adecuada. Y considero que esta es la espiritualidad.

La espiritualidad es una forma de vida. Es la manera en que tratamos a nuestra familia y seres queridos, incluso a los que no conocemos, los que se nos cruzan en nuestro diario andar. Nuestra forma de soñar y aspirar también puede ser espiritual. La espiritualidad no es asistir todos los días a la iglesia. Es una forma de vivir intensamente con responsabilidad, preocupándonos y ocupándonos por nosotros mismos y por los demás. Y el primer paso es creer en ella. Vivimos en un mundo de competencia. Tanto tienes, tanto vales.

La espiritualidad no es comodidad física ni material. Consiste en buscar nuestra verdadera naturaleza. Dicen que como tratas a los demás es el reflejo de tu vida espiritual. ¿Te has mirado últimamente al espejo y te has preguntado cómo tratas a tus semejantes? Creo que esta es una buena manera de medirnos y analizar lo que tenemos que cambiar. El Dalai Lama afirma, y de verdad estoy de acuerdo con él, que la esencia espiritual está formada por nuestros sentimientos y nuestras actitudes hacia los demás.

Veamos el mundo, a partir de hoy, con una nueva perspectiva para lograr una cultura de la paz para nuestro pueblo. Como dice en Efesios 4:2: Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor.

Como son tus pensamientos, así eres, dice Buda. Lo que eres, es lo que siempre has sido. Lo que serás, es lo que haces a partir de ahora.

 

Lunes, 20 Enero 2020 05:23

Viajes y aprendizaje

Lectura 3 - 5 minutos

“Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas.”

-Henry Miller-

 

Eran las nueve y media de la mañana cuando pasaron por mí al hotel. Era mi primera conferencia en este lugar. La gente me trató muy amablemente y les gustó mucho la “confe” (Así le llamarían mis hijos). Aunque no era mi primera vez en esta ciudad, si era la primera vez sembrando la semilla de la flor de la amistad. La magia se había creado.

Es una ciudad provinciana en la que se respira mucha tranquilidad. Salíamos desde temprano del hotel. Caminábamos mucho para conocer las calles y acomodar nuestra mente al sitio y no perdernos después. Las noches eran deliciosas. Algo oscuras. Hablo de las luminarias, pero se sentía la tranquilidad. Se respiraba la seguridad. Qué maravilla ver a la gente y a los turistas en las calles a cualquier hora del día o de la noche. Qué alegría ver a los artesanos en las calles vendiendo sus productos. Hacía mucho tiempo que no me sentía así.

Observé cuidadosamente el círculo virtuoso del turismo. Hicimos un recorrido por diferentes pueblos. El chofer del autobús puso música del estado durante todo el recorrido. Nos platicaba de los grupos indígenas que había en la región y los diferentes ritmos musicales que tenían. La música que usaban en las fiestas. En las bodas. Lo hacía con tanto entusiasmo que se me antojó llevarme toda esa música para recordar el viaje. Nos llevaron a los sitios arqueológicos. Nos mostraron, en clases presenciales, cómo los artesanos hacían maravillas con su imaginación y con sus manos. Después de la demostración, se hacía la vendimia de sus productos. Noté la importancia que le dan a las creaciones de autor. Nos llevaron a comer a sitios de comida de la región. Observé con cuidado que los turistas eran en su mayoría, extranjeros. De hecho, un taxista me confirmó lo que ya sabía desde hace mucho: Los paseantes de otros países ya saben a lo que vienen. Antes de venir estudian, en libros, el lugar que quieren visitar y se preparan para ello.

Me sorprendió la limpieza de las calles y de los mercados. Me maravilló la intensidad de la vida cultural. Las artes plásticas, en realidad todas las bellas artes, están muy desarrolladas.

Decía Emilio Zolá que nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar. Ibn Battuta remata diciendo: Viajar te deja sin palabras y después te convierte en un narrador de historias.

Sin embargo, para mí, además de narrar historias, viajar es darme cuenta que hay otras formas de vivir y sentir la vida para mejorar. Por eso siempre regreso a casa. Porque me gustaría aportar cosas buenas para mi familia, para mis amigos, para mi comunidad. Vivir mejor. Una cocinera indígena, Abigail Mendoza, asegura que debemos respetar la comida porque las semillas, las legumbres, vienen de la madre tierra. Igual que nosotros, los seres humanos. Por eso debemos respetarla. Si nos olvidamos de eso, nos estamos olvidando de nosotros. Ella está considerada, por el New York Times, entre las diez mejores cocineras del mundo.

Hoy me quiero centrar en ese círculo virtuoso que encontré en estas tierras. Me siento tan orgulloso de nuestras tierras, de nuestras comunidades por la riqueza que tenemos, y que es motivo de orgullo. Pero también hay que reconocer la importancia que tienen las políticas públicas. Si no hubiera apoyo para la promoción de toda esta riqueza cultural por las instituciones gubernamentales, tal vez esto no existiría. Por eso es fundamental que haya funcionarios capaces y creativos para desarrollar los diferentes tipos de turismo en México, y específicamente en nuestro estado: el cultural, el de aventura, el deportivo, el de negocios, el religioso, el gastronómico, el arqueológico, el de salud, el rural y el ecológico.

Nuestro país, nuestro estado, es rico en todas estas oportunidades. Se desarrollarían más fuentes de empleo y de autoempleo. Habría más oportunidades para todos.

Sin embargo, veo que hacen falta algunos elementos importantes: la visión para hacerlo, la intención para llevarlo a cabo, la estrategia y la organización adecuadas.

Además, no hay que dejar de lado la importancia de nuestros intelectuales y artistas morelenses. En estas tierras oaxaqueñas se ensalza, pero también se extraña, la presencia y participación social de Francisco Toledo. Y muchos extranjeros vienen aquí para conocer de su obra, y en algunos casos, para llevarse un pedacito de su arte. Lo que se vende sirve para dar cursos de arte a la gente de estos lares.

Así quiero ver un día a mi tierra morelense. Tanta historia, sabiduría y buena tierra, nos tienen que dar buenos frutos.

 

Lunes, 13 Enero 2020 05:00

Resumen y esperanzas

Lectura 3 - 5 minutos

“En medio de la dificultad, reside la oportunidad.”

-Albert Einstein-

 

Quiero comenzar por las cosas que no hubiera querido que sucedieran. Sabemos que nacimos para morir. Alguna vez dije que probablemente se sabe cuándo llegará una persona a este mundo, pero no sabemos cuándo tenemos que partir. Alguien me corrigió y me dijo que también se sabe cuándo partiremos de este mundo pero que eso no nos es permitido saberlo. En fin.

El dieciocho de agosto trascendió mi querido Charlie. Su vida apenas comenzaba. Prometía mucho. Su trayectoria estudiantil y laboral era increíble. Pero no esperaba su partida tan pronto. Me dolió, y me sigue doliendo muchísimo. Pero también acepto que un día todos y todas tendremos que partir. Otros amigos y amigas también partieron. Pero no es lo mismo que se vaya alguien que ya vivió y tuvo experiencias en esta fase terrenal, a alguien que apenas comienza a vivir.

Y hace apenas unos días, el veinticuatro, justo la víspera de la Navidad, también dejó este plano terrenal, mi prima Adelfa. Aquí la interrogante fue ¿por qué se tuvo que marchar justo en esa fecha? Yo lo entiendo perfectamente. Cuando te toca, aunque te quites. Y cuando no te toca, aunque te pongas. Pero esa noche, en vez de alegría, la familia estuvo sumergida en la tristeza.

Y algo muy triste es que este año se han dado muchos hechos violentos en nuestra querida tierra morelense. Y estoy seguro que no nos merecemos esto. Tenemos que entrarle duro para que esto se acabe. Los ciudadanos debemos hacer nuestra parte. Pero también el gobierno tiene que actuar en consecuencia, en lo que le corresponde. Me duele saber cuántas familias perdieron a alguno o algunos de sus miembros. Me duelen las lágrimas que se derraman por el dolor. Las mejores son aquellas que caen debido a la felicidad.

Muchas cosas positivas, hermosas, maravillosas también sucedieron. Y seguro que seguirán sucediendo. Las sonrisas y los logros de mis hijos y de las personas que quiero. Esos amaneceres en los que escucho el canto de las aves para recibir el día. El ver cómo crecen nuestras tortugas. Una que rescató mi hija en la secundaria, cuando unos chicos mal educados e irresponsables le estaban haciendo daño a su madre y la mataron, y otra, que compré en el mercadito para que no se sintiera sola. Hay una tarea pendiente con ellas. Liberarlas en un lugar adecuado. Me siento encantado cuando veo mis plantas crecer. Cuando compré el terreno donde construí nuestra casa, había un árbol viejo. Hubo varias opiniones. La más común era que lo cortara. Sin embargo, mis pensamientos y sentimientos me dijeron que debía quedarse aquí. Él llegó antes que nosotros. Él ya había hecho de este lugar su casa. Así lo hice. Y cuando construí el techo de la terraza, dejé un hueco para que nuestro árbol, Huehue, así le llamamos (viejo, sabio. En náhuatl), siga mirando al cielo. También decidí dejarlo por una frase de un libro que leí, y sigo leyendo desde hace muchos años: Nada hay más grato para el corazón de un hombre que dormir bajo la sombra de su propio árbol. Gracias, Huehue por ser nido, por ser alimento, por ser sombra, por permitir al viento vibrar con tus hojas, por ser descanso para mi espíritu.

La felicidad que me provoca el recibimiento de mis perros cuando llego a casa. Si me siento triste, acongojado, malhumorado o enojado, todo se borra. Aquí me detengo un poco. Shay es un Pit Bull que, otra vez, y como siempre, Pamela, mi hija, rescató del abuso de gente que lo usaba como perro de pelea. Reconozco en mi hija su gran corazón. Te adoro, hija mía. Y sabes que doy mi vida por ti.

A veces, no como antes era, tomo una de las guitarras de mis hijos y trato de recordar viejas canciones que me sabía. La música también ha sido mi compañera, igual que la magia. Ellas siempre me acompañaban. Lo siguen haciendo. Ellas me hicieron el regalo maravilloso de encontrar amigos, amigas en todos los caminos que he andado. También saciaron mi sed y me dieron, me han dado, de comer cuando tenía hambre. A ellas les debo todo. Es hermoso cuando la música nos une. Mi hijo, comenzó con el gusto de la guitarra a los cuatro años. Su primera canción fue “Don´t let me down” de los Beatles. Así le fui enseñando algunos acordes hasta que mis escasos conocimientos se agotaron. Yo aprendí a tocar guitarra en las calles. Con mis amigos. Pablo Emilio estudió en una academia. Me emociona cuando toca. Me llena el corazón cuando veo fotos de él en alguna tocada. Mi hijo también tiene un corazón hermoso. Y sabe que también lo adoro porque es mi hijo favorito (también tengo una hija favorita).

De verdad la vida es bella. Trato de vivir como la frase sabiniana de “Siete crisantemos” que dice: Me enamoro de todo. Me conformo con nada. Un aroma, un abrazo, un pedazo de pan. De las cosas malas ya ni me acuerdo. Tengo mucha facilidad para olvidarlas porque prefiero vivir en paz. A mí ya me cayó el 20 desde hace muchos años.

Lo bueno de los años es que curan heridas. Lo malo de los besos es que crean adicción. Gracias Sabina por ser el marco para estas palabras para recibir este nuevo año 2020.

A ti, que sigues leyendo esto, te agradezco la amistad, la confianza, el apoyo, los buenos y los malos momentos. Te deseo lo mejor. Y si algo no sale como esperas, sigue luchando para lograr lo que buscas. Mejor intentarlo a claudicar.

Te quiero mucho.

 

 

Lunes, 06 Enero 2020 06:45

Comienza un nuevo ciclo

Lectura 3 - 6 minutos

“Es indispensable regresar a lo básico

y a lo esencial para ser felices.”.

-Abel Pérez Rojas-

Escritor y educador mexicano

Lunes, 30 Diciembre 2019 05:27

Año Nuevo. Sueños Nuevos

Lectura 3 - 5 minutos

“La mala noticia es que el tiempo vuela.

La buena noticia es que eres el piloto.”.

-Michael Altshuler-

El tiempo pasa y con él, la vida misma. Las actividades, la familia y los hijos, el trabajo, las amistades. Nada es igual. Todo es dinámico porque lo único que no cambia es que todo cambia. Como decía mi querido Dr. Francisco Lozano allá en China. La vida, mientras la vamos viviendo tiene diferentes ángulos, diferentes perspectivas.

De joven, cada fin de año leía y releía un escrito que había encontrado en los años 80 en un misal. Decía que lo leyeras el último día del año. Era una historia de redención, pidiendo perdón por todos los errores cometidos durante todo el año. Era el libro escrito en todo ese periodo que se ponía a disposición de Dios, agradeciendo también por lo logrado. Asimismo, decía que esta última noche del año, Dios te regalaba un nuevo libro con todas sus páginas en blanco para que escribieras una nueva historia. Podrías escribir cosas buenas o cosas malas. Según tu decisión.

Me gusta pensar así. Se cierra un ciclo y comienza uno nuevo. Me puedo arrepentir de lo que hice durante este año que termina. Pero comienza una nueva aventura. ¿Cómo quiero escribir esta nueva historia? Sigo teniendo muchos sueños para realizar y para compartir.

He vivido experiencias increíbles. Ahora vienen nuevas. Entre ellas, mis hijos han crecido. Toman sus propias decisiones. Este año terminan sus carreras universitarias. Tal vez, algún día se marchen de la casa o decidan casarse. Y en ese momento vendrán nuevas decisiones, cambios, valoraciones. También la muerte ha rondado mi huerto. Justo el día de mi cumpleaños se me adelantó alguien que, afortunadamente vivió al máximo. Pero que era muy joven y muy querido por mí. Era como mi hijo. Y el 24 de diciembre, alguien muy cercana a mí, partió a la eternidad. ¿Qué sentimientos tendré en esas fechas el próximo año?

Por primera vez en mi vida quisiera que se detuviera el tiempo. No me queda clara la razón. Quizá ahora comienzo a sentir que el tiempo se acaba. Cada año que pasa es un tiempo menos para mí en la tierra. Antes no lo sentía así. Cada año acaecido me fortalecía más. No quiero decir que me sienta débil ahora ¿O sí? Tal vez sea la nostalgia de todo lo que he vivido. Quizá sea la nostalgia del futuro.

Y, sin embargo, sé que el tiempo no se detiene. Aunque quisiera que así fuera, es imposible. Y me regreso a lo que decía, aunque suene contradictorio: Se cierra un ciclo y comienza uno nuevo. La noche del 31 recibiré mi nuevo libro con 365 páginas en blanco. Ese día, me voy a vestir de alegría, llenaré los bolsillos del corazón de mucho amor. Amor del bueno, mi espíritu se alimentará de esperanza y colgaré en casa la bandera del optimismo y la concordia para que nos vaya bien a todos en esta casa nuestra que se llama estado de Morelos. Pero también ofrezco una disculpa temprana. Soy humano. Y muchas veces, aunque no quiera, sufro, me enojo, lloro, contradigo a mi optimismo cuando las cosas no salen como quiero. Sigo sin entender porque tiene que haber sufrimiento, maldad, violencia, falta de empleo, hambre, bribones sin alma que nos traicionan y nos venden al mejor postor.

Pero, a pesar de eso, pongo mi optimismo, mi fe y mi esperanza por delante. Perdono de corazón y, olvido para siempre, todo disgusto, agravio, deuda, desamor, irritabilidad, agresión, traición, maledicencia y odio que me haya causado cualquier persona, situación o cosa. Así como también pido perdón a quien yo le haya causado daño.

Y si tienes rituales de fin de año, no olvides realizarlos. Tal vez no funcionen en absoluto, pero si los haces con el corazón, seguro algo funcionará. En algunos pueblos de Italia se sigue manteniendo una curiosa y milenaria tradición que es la de arrojar algunos muebles por la ventana. Esta costumbre se fundamenta en que creen que, al arrojar objetos como platos, vasos o muebles en desuso, se liberan de todo lo malo que les pudo suceder en el año que termina.

En mi caso personal, y como cada año, daré gracias al creador por permitirme terminar el año trabajando y tratando, aunque no siempre lo consiga, de dar lo mejor de mí mismo a mis semejantes.

¿Cómo vas a empezar a escribir tu nuevo libro en blanco? Espero que escribas, en sus páginas y en tu corazón, que cada día es el mejor del año.

¡Feliz y venturoso 2020!

 

 

Lunes, 23 Diciembre 2019 05:49

Natividad y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“La Navidad no es un momento ni una estación,

sino un estado de la mente. Valorar la paz

y la generosidad y tener merced es

 comprender el verdadero significado de la Navidad.”.

-Anónimo-

Desde que voy sintiendo que llega el fin de año, llegan a mi corazón sensaciones diferentes. Me detengo a pensar sobre las cosas que he hecho durante todo este tiempo. Me pregunto si hice bien o si hice mal. Si logré mis propósitos o los volví a posponer. Me regreso al sentimiento que tuve cuando nacieron mis hijos y siento aquello de ser mejor persona. De ser mejor ejemplo para que ellos se sientan orgullosos de su padre.

El fin de año nos hace recapacitar sobre muchas cosas. Pero, sobre todo, cuando se acerca la Navidad, me pongo a pensar cómo han cambiado las cosas a través de los tiempos. En mi infancia celebrábamos las posadas. Todo el vecindario se vestía de fiesta. Todas las familias se organizaban para hacer de ellas una celebración especial. Durante la peregrinación, entre la oscuridad se hacía la luz. La notaba por el brillo producido por las luces de bengala. La sentía por la mirada y la sonrisa de los peregrinos. A mí me encantaba ser de los que pedían posada. Cantábamos nuestra parte: “En el nombre del cielo, os pido posada. Pues no puede andar, mi esposa amada…”  Mientras los anfitriones respondían: “Aquí no es mesón. Sigan adelante. Pues no puedo abrir. No sea algún tunante”.

Después de la letanía, nos permitían pasar. Todo era fiesta risas, calor humano, amistad. Se sentía ese buen amor. Celebrábamos y rompíamos las piñatas. Nos aventábamos para recoger los dulces y, además, recibíamos nuestros aguinaldos. Esa bolsita de dulces, por si no nos había tocado nada al romper la piñata.

¡Qué rico era el ponche que nos regalaban! Un sabor agridulce por todas las frutas que se combinaban. Las cañas de azúcar sabían más ricas cuando les sacábamos todo el jugo y las volvíamos a mojar en el ponche. Era en esos momentos que nos gustaba escuchar las historias de Doña Jesusita, la catequista de nuestra comunidad. “La navidad puede ser un recordatorio intenso de los seres queridos perdidos o de que no tienen familia cercana con la cual celebrar. En vez de sentir alegría, muchas personas sienten ansiedad y depresión aparentemente abrumadora e insoportable. La Navidad puede ser potencialmente un tiempo de desesperanza y soledad. Aunque algunos de nosotros podemos sentirnos solos o aislados durante las fiestas navideñas, es importante que recordemos la esperanza que trae Jesús. La encarnación, Dios haciéndose hombre, es la razón misma de por qué tenemos esperanza. El Señor promete: No te desampararé ni te dejaré”.

Esos pensamientos eran hermosos. Y, sin embargo, en estos tiempos que vivimos, pareciera que todo eso se olvidó. Nos olvidamos del amor y nos volvimos egoístas.

En estos tiempos prevalece el odio, la inseguridad, la violencia, y el respeto hacia nuestros adultos mayores se ha ido perdiendo.

Dicen que la Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad es comprender el verdadero significado de Navidad. Es decir, no es solamente la celebración de diciembre el único momento para desearnos lo mejor. Es cada uno de nuestros días en la vida que debemos vivir con el ejemplo de Jesús.

Yo espero de todo corazón que nuestra vida comunitaria cambie para mejorar. Para encontrar esa paz que tanta falta nos hace. Para encontrar esa dignidad que hemos perdido. Vuelvo a esperar encontrar la luz en medio de la oscuridad como cuando era niño.

Confieso que a veces siento que pierdo la esperanza. Pero aún tengo fe de que encontremos el camino adecuado para vivir como se debe. Tengo fe de que algún día se acaben los tunantes. O por lo menos que se vayan lejos. Muy lejos.

Espero que estos pensamientos te regresen a la niñez y te devuelvan la esperanza por si anda extraviada por ahí.

Te deseo tanta salud como gotas tiene la lluvia, tanto amor como rayos de luz tiene el Sol y tanta suerte como arena tiene el desierto.

Feliz Navidad.

 

Lunes, 16 Diciembre 2019 05:29

Economía social y cultura de la paz II

Lectura 2 - 4 minutos

“Es necesario crear una sociedad más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos”.

-José Luis Sampedro-

Economista y humanista español

 

En el blog del Instituto Nacional de Economía Social del gobierno de México se menciona que la economía social es toda actividad económica que llevan a cabo los organismos del sector social, basados en la democracia al momento de tomar decisiones, propiedad social de los recursos, distribución equitativa de beneficios entre sus integrantes y el compromiso social en favor de la comunidad.

Esto es, un conjunto de prácticas que generan un modo solidario y diferente de hacer economía, buscando una transformación social a través de la actividad económica. Siendo aplicada a cualquier tipo de empresa, cooperativa y caja de ahorro que siga una serie de características específicas en su función. Por tanto, podemos decir que se trata de una propiedad conjunta o en común en el que participan varias personas que realizan un trabajo colaborativo y buscan un equilibrio entre resultados económicos y objetivos sociales.

En sí, es una forma diferente de hacer negocios. Otra manera de ver la economía. Negocios en los que no necesariamente participa sólo el que tiene dinero. Porque algunos siguen creyendo que la economía sólo les pertenece a la iniciativa privada y a los que están en el poder. Ya hemos visto cómo los que tienen el control del poder han realizado negocios en los que sólo se benefician ellos, explotando y pagando salarios miserables a los que menos tienen. Sangrando a nuestra madre tierra sin importarles el futuro de nuestros hijos. Como si ellos no estuvieran en riesgo por el caos que han formado.

En Europa, el país que más se ha destacado en lo que respecta a la economía social y solidaria es Alemania. Actualmente, se encuentra entre los tres primeros exportadores del mundo, tiene el crecimiento per cápita más alto del mundo desarrollado y un desempleo del 6,9%, a una distancia muy lejana de la media de la eurozona (11,7%).

De acuerdo al profesor Reint Gropp, presidente del Instituto Hall para la Investigación Económica (IWH) de Alemania, “el modelo germano se diferencia claramente del anglosajón de Estados Unidos y Reino Unido. Es un sistema basado en la cooperación y el consenso más que en la competencia, y abarca al conjunto del entramado socio-económico, desde el sistema financiero al industrial o al estado".

En Europa queda claro que “la economía social constituye un sector que contribuye de manera significativa a la creación de empleo, al crecimiento sostenible y a una distribución de la renta y la riqueza más justa. Se trata de un sector capaz de combinar la rentabilidad con la inclusión social y los sistemas democráticos de gobernanza, que trabaja junto con los sectores público y privado para ajustar los servicios a las necesidades. Fundamentalmente, es un sector que ha capeado la crisis económica mucho mejor que otros y que gana un reconocimiento cada vez mayor a nivel europeo”, según lo menciona Luca Jahier, presidente del Grupo de Actividades Diversas del Comité Económico y Social Europeo (CESE).

En América Latina hace falta organización y más conocimiento sobre el tema. Para contrarrestar esto, y como mencioné en mi columna pasada, el padre Marcos Linares es el pionero de esta alternativa mejor organizada y bien planeada para proyectar y realizar proyectos productivos que beneficien a todas las comunidades. Es importante soñar. Imaginar que hay otras formas posibles de entender la economía, viendo por los más necesitados, con proyectos que beneficien a nuestras comunidades, teniendo en cuenta que la madre tierra no la debemos seguir explotando inmisericordemente. Todo se debe de hacer con equilibrio para beneficio de todos. Y, sobre todo, para hacer que regresen la concordia, la armonía, la paz y la justicia social a nuestras comunidades y lograr una verdadera cultura de la paz. Por esas razones, Pronaes (Promotora Nacional de Economía Solidaria) está organizándose en todo el país en una cruzada para apoyar la economía solidaria en todas las comunidades.

 

Lunes, 09 Diciembre 2019 05:28

Economía social y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“La pobreza no la crea la gente pobre.

Esta es producto del sistema que hemos creado,

 por ende, hay que cambiar los modelos y

conceptos rígidos de nuestra sociedad”.

-Muhammad Yunus-

 

En un pequeño artículo, Elena Novillo Martín nos dice que el concepto de Economía Social y Solidaria (ESS) surge a mediados del siglo pasado como una solución contra la desigualdad que el sistema genera y propone unas prácticas alternativas al sistema económico actual mediante la aplicación de valores universales, como la equidad, la justicia, la fraternidad económica, la solidaridad social, el compromiso con el entorno y la democracia directa. Para la ESS estos son los valores que deben regir la sociedad y las relaciones entre las personas. La economía social y solidaria pone en el centro de la economía el bienestar de las personas, situando los recursos, la riqueza, la producción y el consumo como meros medios para alcanzar tal fin.

Si observamos detenidamente, estos conceptos están en oposición a los conceptos del neoliberalismo en el que la riqueza queda sólo en algunas manos explotando al máximo el recurso humano para beneficio de unos cuantos. Los dueños absolutos de todo.

Si bien es cierto que siempre han existido formas y prácticas de economía social, a lo largo de la historia, las raíces de estos conceptos se encuentran en las corrientes ideológicas del siglo XIX. Es en los años setenta del siglo pasado cuando comienza a emerger la Economía Solidaria como un modelo económico con una visión global de transformación social, constituyendo una forma de combatir la pobreza, la desigualdad y la ausencia de respeto por el entorno.

Roberto D. Roitman, en su libro “de qué hablamos cuando hablamos de economía social”, nos menciona que “…es una pregunta sencilla cuando la repuesta brota desde la vivencia de una economía que reproduce la vida, que entrama familias y organizaciones teniendo en el centro a la persona humana, que desarrolla las solidaridades recíprocas, las conveniencias mutuas, el comercio con justicia. En definitiva, nos insta a construir comunidad de productores y consumidores preocupado por un mundo sostenible para todos.”

Este concepto se encuentra sustentado en nuestra carta magna en el artículo 25 en el que se reconocen formalmente las formas de organización social. Y, de igual manera sus formas específicas se encuentran en la ley de la economía social y solidaria.

Es de fundamental importancia que se analicen y se lleven a cabo acciones para implementar la ESS en todos los estados del país. Y es, en ese sentido, que quiero hacer un reconocimiento a una persona que lleva muchos años realizando proyecto de ESS. Me refiero al padre Marcos Linares Linares, pionero de la ESS en México. El padre Linares comenzó su cruzada en el estado de Michoacán. Ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales, y, obvio, todo se debe a los cambios radicales positivos que se han visto cristalizados en las comunidades donde se han implementado proyectos productivos.

Te invito a ver, estimado lector, lectora, este video en youtube, en el que un programa de televisión de Estados Unidos hace un reportaje sobre las acciones realizadas por el padre Linares. https://www.youtube.com/watch?v=tGMVt01Leps&t=83s

El padre Linares sigue su cruzada como Coordinador a través de Pronaes (Promotora Nacional de Economía Solidaria) y llegó a Morelos hace unos días para realizar el Primer Foro de Economía Social y Solidaria en el cual, presentó el proyecto para iniciar trabajos. El licenciado Víctor Villalobos Ocampo fue nombrado coordinador estatal, profesionista que lleva varios años realizando esta labor no solamente en Morelos sino en otros estados de la república. Todo esto con el objetivo de organizar a nuestras comunidades y comenzar a realizar proyectos productivos que traigan beneficios reales para generar una calidad de vida más digna y más igualitaria para la mayoría de nuestra población. La economía solidaria viene como una reacción, precisamente, para buscar esa justicia social que se ha ido relegando por los intereses privados o por el modelo capitalista, y lo que busca es la dignidad de la persona, que es lo que ha faltado en el modelo actual.

La ONU nos dice que “la Economía Social y Solidaria enfatiza también el papel de la ética en la actividad económica. Muchos gobiernos empiezan a reconocer la necesidad de democratizar los sistemas económicos y de gobernanza, reconociendo así los papeles no solo de los actores públicos y privados sino también de las organizaciones e instituciones comunitarias y colectivas al igual que la importancia de las alianzas intersectoriales.” Y todo esto conlleva, por consecuencia, al logro de una cultura de la paz. Porque cuando una persona tiene una forma digna para vivir es muy poco probable que caiga en las garras de la delincuencia.

 

Lectura 3 - 5 minutos

“Todo lo que he hecho es combatir

los síntomas del crimen en lugar

de resolver las causas”.

-Batman (parodia con el Guasón)-

El asesinato (diría yo, feminicidio) de Abril Pérez acaecida el 25 de noviembre, justo el día que se conmemoraba el día de la eliminación de la violencia contra la mujer, es por demás, fuera de lugar. No es posible que el juez que llevaba el caso, teniendo todas las pruebas en contra del esposo, cambiara de parecer para liberarlo.

La sociedad en general de verdad carece de justicia cuando los mismos que deben de ejercer y hacer caer todo el peso de la ley a los responsables de la comisión de un delito, los dejan en libertad. Les importa más meterse dinero al bolsillo que darles solución a los problemas de la gente.

Hace unos años, mientras me encontraba dando talleres sobre prevención del delito en diferentes comunidades, me encontré con una joven de no más de 21 años, con un hijo en brazos, que me contó su historia. Ella se encontraba en una clínica de adicciones. Reconoce que en su adolescencia se metió con amigos y amigas problemáticos, hasta que sus padres, al ver los estragos que la droga le causaba, la internaron en aquella institución, con la intención de que se recuperara. Sin embargo, quien se encargaba de sus cuidados de rehabilitación, la sedujo. Le prometió muchas cosas. Dijo que la amaba. Así que pasó lo que tenía que pasar. De manera fuera de toda ética profesional, el tipo y ella sostuvieron relaciones dentro de la institución. Al principio todo era maravilloso, pero al paso del tiempo la obligaba a tener relaciones sexuales aun cuando ella se negara. Luego se reconciliaban, como suele suceder en estos casos. Y así pasó el tiempo hasta que ella fue dada de alta de la institución. Siguieron viéndose, y llegó lo inevitable. Ella quedó embarazada. Él le exigió que abortara porque era casado. Ella se negó y aquel la amenazó de meterla en la cárcel por todo lo que sabía de ella y lo que había hecho cuando era adicta. La pobre chica, en lugar de denunciarlo, huyó de la ciudad por miedo y se fue a esconder a una comunidad pequeña, en un municipio lejano para tener a su hija y comenzar una nueva vida.

Esto nos conecta a mi columna de la semana pasada. Suponemos que quienes nos cuidan y protegen, siempre estarán allí para ese objetivo. Sin embargo, en muchos casos, la realidad es otra. Más terrible. Son esas mismas personas las que abusan de los más débiles, toman ventaja. Se aprovechan de ellos. Abusan de ellos.

Y así como se menciona en el epígrafe de esta columna, las autoridades sólo atienden los síntomas de la criminalidad. Lo urgente. Pero no solucionan las causas. Lo importante.

Las dos cosas son esenciales, pero lo es más ver, estudiar y resolver las causas de la criminalidad que estamos viviendo. De nada sirve poner penas más severas para la comisión de delitos si no se atienden las causas del mismo.

Urgen políticas públicas, válgame la expresión, son urgentes por lo importante, por lo fundamental.

En el caso de Abril, el Consejo de la Judicatura de la CDMX anunció que “a fin de no entorpecer el desarrollo de la investigación iniciada, ha tomado la determinación de suspender a los jueces de Control del Sistema Penal Acusatorio Federico Mosco González y Luis Alejandro Díaz Antonio, hasta que concluya el análisis de lo actuado. Se ratifica el compromiso indeclinable de impartir justicia y actuar siempre en apego a la legalidad”.

La sociedad tiene muy claro que muchos jueces se venden al mejor postor sin importarles que haya justicia. Pero eso sucede en todos los ámbitos. Mucha gente sigue con la idea de que el que no transa, no avanza. Y en otros casos, observamos que hay personas que se encuentran en posiciones altas, manejan a los de abajo. Los humillan, los acosan, los obligan a realizar actos indebidos por miedo a perder el trabajo, por miedo al chantaje, por temor a que no les crean las autoridades o en complicidad con ellas.

No podemos seguir así. No debemos seguir así. Vamos a acabar enfrentándonos todos contra todos. La situación se volverá peor si no se pone coto a este caos.

¿Es correcto que las manifestaciones feministas hagan destrozos de los monumentos nacionales, pintarrajeen las paredes o que vandalicen? Algunos dirán que no. Y sin embargo, la respuesta de las manifestantes preguntan a las autoridades. ¿Por qué no se han resuelto, después de tantos años, los casos de sus familiares asesinadas?

La gente está cansada. Todos estamos hartos. Estamos frustrados de clamar por justicia y que los gobiernos hagan caso omiso y ciertos funcionarios sigan haciendo dinero sucio sin importarles el dolor de la gente y mucho menos la justicia.

La familia y el sector educativo tienen que retomar sus papeles de entidades con capacidad agrupadora. Y en el caso del gobierno, insisto, tiene que tomar las riendas con políticas públicas apropiadas para atemperar, primero, y estabilizar después el ambiente social.

 

 

Lectura 3 - 5 minutos

“Tu familia es el mayor escudo que puedes tener en momentos de guerra”

-Anónimo-

 

Estos días he estado un poco abrumado por ciertas lecturas que he estado realizando. Muchos de ustedes saben que Boris Cyrulnik es uno de mis mejores autores en el tema de la resiliencia, que es la capacidad de una persona para que, a pesar de todos los obstáculos y sufrimientos que ha tenido, pueda reconstruirse y avanzar por la vida de una manera positiva y edificante. Este estudioso de la resiliencia nos dice que “con cabos de lana biológicos, afectivos, psicológicos y sociales, pasamos nuestra vida tejiéndonos a nosotros mismos”. Y es, en este sentido, que la familia es de fundamental importancia para el desarrollo de un buen ser humano o uno malo. Un ser humano sano o uno enfermo, aunque al final de cuentas todos nosotros, hombres y mujeres traemos cosas buenas y cosas malas desde el seno familiar.

Obviamente las cuestiones y problemática social también nos afectan, y mucho. Ya hemos hablado de esto en muchas ocasiones, pero la familia, ¿qué rol juega?

Sabemos a ciencia cierta que, si bien es cierto, la familia es el centro del amor, la identidad y la armonía, también es cierto que son los mismos familiares, los más cercanos, los que pueden abusar de nosotros y hacernos daño.

Uno de los libros que leí esta semana se llama “cuídame de ti” de Mónica Salmón, autora mexicana, que trata el tema de los estragos que puede causar una madre en su hija, de hecho, en toda su familia. Basada en sucesos reales, esta historia narra como a nivel social una madre puede comportarse como una mujer de bien, altruista y buena gente en su actuar social, pero en la intimidad es una persona muy mala que deja huellas terribles en su hija. En síntesis, desmitifica el papel tradicional de la madre como la persona que no sólo protege y se sacrifica, sino que daría la vida por su familia. Especialmente por sus hijos.

En la actualidad podemos comprobar que las relaciones familiares se pueden dividir en tres categorías. Todavía hay familias en las que los padres son los que ponen las reglas y los hijos e hijas tienen que acatar las mismas, so pena de recibir un castigo en caso de no acatarlas.

Por otro lado, tenemos a esos padres y madres castrantes que manejan a sus hijos, de tal manera que los esclavizan a voluntad como el caso de la novela mencionada.

Y, además, tenemos ahora que, en el deseo de los padres por convertirse en “amigos” de los hijos, hemos rebasado los límites de la permisividad y la anarquía. Hay padres que se dejan manipular por sus hijos de tal manera que van creando monstruos.

Tenemos que entender que la familia es el comienzo de todo. “En la búsqueda de paz, comenzando con el individuo y posteriormente reflejándose en la sociedad, la familia juega un rol fundamental. Al ser considerada como la primera institución socializadora y formadora del individuo, la influencia de lo aprendido en el hogar es notable a lo largo de la vida, mencionan”, mencionan en su artículo de investigación, “La familia como elemento mediador entre la cultura de paz y la violencia cultural”, Hinojosa, M. & Vázquez.

Las autoras establecen que el niño adquiere los primeros contactos con el ambiente a través de sus padres y familia, desarrollando de esta manera conductas adaptativas que pueden ser positivas o negativas, dependiendo de si las primeras experiencias son gratificantes o no (Flores Millán, 2011). Por lo anterior, es importante que en el seno familiar la convivencia se desarrolle con base en valores como amor, comprensión, paz, respeto y solidaridad.

Cinco palabras fundamentales que son imperativos a seguir. Y esto se logra a través de políticas públicas como las que se establecieron en Colombia de 2009 a 2013. Ahí se llevó a cabo un programa llamado “Escuela de Familia”, en la que se trataron temas como la transmisión y educación en los conceptos de paz, derechos humanos y valores para una sana convivencia familiar.

Así como la familia es el lugar del primer encuentro con las formas socializadoras, la escuela es la segunda entidad en la que los niños comienzan a poner en práctica lo que les enseñaron en casa. En Brasil   se llevó a cabo el programa Cultura de Paz en la Escuela (PREAL, 2006), implementado por el Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe y el Programa de Prevención de la Violencia en la Educación. Dentro de los objetivos estaba el capacitar a padres y alumnos de las escuelas seleccionadas, tres escuelas de enseñanza básica, para implementar un proyecto con acciones que favorezcan una cultura de paz.

Son estas “pequeñas cosas” que nos ayudarán a construir una verdadera cultura de paz en nuestras comunidades. ¿Lo hacemos?

 

 

Lunes, 11 Noviembre 2019 05:16

Elementos para lograr una cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“La paz no es sólo una meta distante que buscamos, sino un medio por el cual llegamos a esa meta”

-Martin Luther King-

 

En el prólogo de su libro “Paz Social y Cultura de Paz”, Virginia Arango Durling nos dice que el concepto de paz no es sólo ausencia de conflictos o guerra, dice que es un fin, un objetivo imprescindible para ejercer y disfrutar los derechos humanos. Y finaliza diciendo que la paz es sinónimo de promoción y respeto de los derechos fundamentales.

Al analizar estos conceptos, nos damos cuenta de todo el trabajo que debemos hacer en nuestras comunidades. En mi caso personal, que no es diferente del de muchas personas que conozco, si me regreso al baúl de los recuerdos, mi niñez gozó de muchas libertades. Jugábamos en la calle, “nos íbamos de pinta” a diferentes lugares.

Recuerdo un día que salimos de casa desde temprano, vivíamos en la colonia del Empleado, y nos fuimos caminando desde la calle de Juan Álvarez, por dónde estaba mi escuela primaria, hasta llegar a los Go-Karts. Fue una jornada en la que, además de la caminata, íbamos contando muchas historias. Caminábamos mientras construíamos sueños. Nos tomó un buen rato el trayecto, y cuando llegamos a nuestro destino, disfrutamos el día como sólo nosotros sabíamos hacerlo. Regresamos de igual manera. Llegamos cansados, pero muy contentos de nuestra aventura. En otras ocasiones, nos íbamos al cerrito a volar papalotes que nosotros mismos hacíamos con varitas que recolectábamos en el campo, y papel china. Era maravilloso correr contra el viento y ver como nuestro juguete se elevaba por los aires. Más tarde bajábamos del cerrito y nos íbamos a nadar al “ojito de agua”, ése que todavía está cerca de esta casa editorial. Regresábamos a casa en donde ya nos esperaba mi madre con la merienda. Ella no se preocupaba de dónde andábamos. Y cuando salíamos nomás a la calle a jugar canicas, al bote pateado, a la roña, al burro castigado, y otros juegos maravillosos, todos los niños y niñas que jugábamos, nos sentíamos libres. Nos sentíamos vivos.

Ese es el trabajo que debemos hacer en nuestra sociedad. Hacer que regrese la armonía, la convivencia, el quehacer comunitario, el sabor a hermandad.

Duele mucho ver la ausencia de los niños en las calles. Aunque también nosotros somos responsables de lo que sucede con nuestros hijos. Ahora viven encerrados en una burbuja llamada “redes sociales”, “realidad virtual” en la que se pierden por horas. No hay convivencia real. Estamos conectados con la “realidad virtual” pero desconectados de la realidad vital, humana.

Cassiana Tardivo, psicopedagoga brasileña y experta en aprendizaje y educación, escribió “los hijos de la habitación”. Entre otras cosas, menciona en este texto que antes perdíamos a nuestros hijos en los ríos, en los bosques, en los mares, ¡hoy los perdemos dentro de la habitación! Cuando jugaban en el patio escuchábamos sus voces, sus fantasías… Y al oírlos, aunque fuera a la distancia, sabíamos lo que ocurría en sus mentes. Cuando entraban en la casa no existía una TV en cada cuarto, ni dispositivos electrónicos en sus manos.

Hoy no escuchamos sus voces. No escuchamos sus pensamientos y fantasías. Sí, los niños están ahí, dentro de sus cuartos, y por eso pensamos que están seguros. Cuánta inmadurez la nuestra.

Este es el primer elemento para construir una cultura de paz. Retomar a nuestras familias y comenzar de nuevo. Reconstruirlas para que exista entendimiento y no necedad. Para que haya comunicación y no aislamiento. Para que se dé el amor y no el odio ni el abandono.

Existen, además, otros elementos como: practicar la gentileza en casa y en la calle. Las acciones de generosidad y muestras de respeto harán una gran diferencia en tu familia, en la calle, en el trabajo. Practica la caridad y la compasión. Ayuda a tu prójimo, a tu vecino, ayuda en la comunidad. Cultiva ideas buenas, generosas. Si eres una persona equilibrada y muestras felicidad, vas a contagiar a los demás. Sé un centro de energía positiva para los que te rodean. Aleja la negatividad y contagia a las personas con tus ideales de bien. Por último, y entre otras cosas más, para cultivar una cultura de paz, primero tienes que estar bien contigo mismo. No hay forma de llegar a la paz si nuestro espíritu está lleno de pensamientos negativos.

Esto no sólo aplica a las personas como tú y como yo. Aplica también a las personas que dirigen los destinos de una sociedad a través del gobierno. Ellos, de manera principal, porque son ellos de donde provienen las consecuencias positivas o negativas, a través de políticas públicas, para nuestra sociedad. Sin que esto no quiera decir, que nosotros, como ciudadanos no hagamos lo que nos corresponde.

 

Lunes, 04 Noviembre 2019 05:02

Descontento social y cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

 “Las personas son tan buenas como el mundo les permite ser”.

-El Guasón-

No cabe duda que la película “el Guasón” ha dejado una huella indeleble en la memoria de quienes han ido a verla. Es provocadora y, al mismo tiempo, nos hace pensar en los grupos vulnerables, en los desposeídos que existen, y cuyo número se incrementa cada día en la sociedad moderna.

La película nos muestra a un hombre afectado de sus facultades mentales, que en sus momentos de lucidez pretende ser un buen hombre, vivir en armonía. Vivir en paz. Y, sin embargo, los demás, los “normales” abusan de él. Y cuando digo “los normales”, no hablo solamente de las personas, hablo de las instituciones gubernamentales, que, se supone, deben de contribuir a la salud emocional, médica, laboral, y educativa, entre otras acciones, de los más necesitados. Se aprovechan de su vulnerabilidad y lo lastiman hasta llegar a un punto de subversión. Lo llevan a un callejón sin salida. El mundo, como dice el epígrafe de esta columna, me da las herramientas para ser bueno o malo. El descontento social no nace de la nada. El mundo, y para ser más específico, el mundo latinoamericano nos muestra toda la podredumbre de la clase política y de los privilegiados en contra de los más desposeídos. Tenemos escándalos de políticos imputados, cada vez peores servicios públicos, gobiernos vinculados al crimen, violencia política, altos niveles de corrupción y de inflación, desempleo que cada día se incrementa más, violación de derechos humanos, pérdida de nuestros derechos laborales. ¿No les parece más que suficiente para que haya descontento social?

No puede ser posible que en nuestro entorno inmediato veamos las corruptelas, los escándalos y la falta de interés en los problemas de la sociedad en el congreso del estado, por ejemplo; los robos a mano armada, los asesinatos, a plena luz del día y en lugares públicos; las noticias sobre la falta de interés de nuestros gobernantes para solucionar los problemas que nos aquejan… el malestar social que prevalece es consecuencia de los malos manejos de la bonanza que existió. Se han mal administrado las instituciones de nuestro país y eso trae otros resultados: el descontento social les está pasando la factura a los gobernantes actuales.

Vivimos una economía malsana. Una economía que nos dice y nos convence que tenemos que ser más despilfarradores. Que tenemos que gastar más para ser felices. No hay límites. Queremos tener más. Tenemos que gastar más para ser “felices”. Y por esas razones, si no estamos a la altura, algunas personas buscan otras formas, las peores, para satisfacer sus necesidades. Es todo un círculo vicioso. Pepe Mujica sostiene que “continuará la guerra hasta que la naturaleza nos llame y haga inevitable nuestra civilización”.

Desde mi personal punto de vista, lo que está sucediendo actualmente tiene relación con las cuatro causas que originaron la revolución francesa. La primera es la situación política. Hay una clase privilegiada, con mucho dinero y demasiados poderes, frente a una clase pobre, con pocos derechos y menos privilegios. La segunda es la situación económica. En los tiempos de la revolución francesa, a pesar de las sequías y heladas de la época, los agricultores tenían que pagar sus obligaciones fiscales y año con año la situación se volvía insoportable. En comparación con nuestros tiempos, sólo hay que abrir bien los ojos para darnos cuenta de lo que está sucediendo. La tercera causa es el mundo de las ideas. En aquellos tiempos surgieron sucesos y pensadores que hicieron que la gente se pusiera a reflexionar sobre su situación e inspiraron con la difusión de sus ideales para cambiar. Vean el caso de Chile. Y, la última de las causas que originó la revolución francesa fue la situación social. El pueblo ya no toleraba una sociedad tan desequilibradamente injusta que los llevó a la extrema pobreza y al hambre.

Macron, el actual presidente francés, culpa a la globalización por el descontento social en su país. Gasolina demasiado cara, impuestos muy excesivos y, pensiones y jubilaciones pobres e insuficientes, son los sentimientos en general de una población que no aguanta más. Los chalecos amarillos hicieron protestas por cinco meses y Macron se vio obligado a realizar una gran consulta popular en la que 1,5 millones de franceses opinaron sobre cómo se podría mejorar la situación de su país, llegando a la conclusión de bajar el impuesto a las ganancias para los trabajadores, al tiempo que se pretende vincular las jubilaciones más bajas con la inflación, entre otras medidas.

Si esto sucede en Francia, obvio es, que suceda lo mismo en nuestro entorno. Pero el problema en nuestro país es peor por estar incrustado el crimen organizado en casi todos los sectores políticos, agregando a esto que la población no es escuchada. Sin embargo, sí es posible volver a encauzar el camino para lograr la paz y la justicia social. Y para lograrla habrá que actuar en consecuencia o sucederá lo que decía Voltaire: “Los pueblos a los que no se les hace justicia se la toman por sí mismos más tarde o más temprano.”

 

 

Lunes, 28 Octubre 2019 05:18

Descontento social y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Todos los Estados bien gobernados y todos

los príncipes inteligentes han tenido cuidado de

no reducir a la nobleza a la desesperación,

ni al pueblo al descontento.”

-Nicolás Maquiavelo

Maquiavelo afirmaba que el gobernante tiene como misión la felicidad de sus súbditos y ésta sólo se puede conseguir con un Estado fuerte. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. La virtud fundamental es la prudencia, para la conveniencia del Estado. De igual manera sostenía que un buen político debe ser un gran estratega, perspicaz y astuto. Y que, por ende, un gran gobernante, utiliza la religión como institución que posee fuerza natural para garantizar la obediencia, el respeto, y la sumisión del pueblo no importando los medios para conseguirlos, por tanto, ya que las multitudes carecen de entendimiento humano, el poder del gobernante está sostenido por la gracia de Dios.

Aun cuando estos conceptos prevalecen, la dinámica social, su nombre lo dice, es cambiante. No podemos permanecer en un status quo. Por lo tanto, los conceptos que en algún momento eran aceptables, hoy ya no lo son. Y aquellos que se quedaron con ciertos conceptos, por ejemplo, los de izquierda o de derecha, quedaron obsoletos. Ni la izquierda ni la derecha han resultado buenos para nuestras sociedades. Después del capitalismo entramos al neoliberalismo, y nos damos cuenta que éste tampoco ha funcionado porque les da más privilegios a los que más tienen y hacen más pobres a los que ya estaban en esa condición.

Sin embargo, si analizamos el epígrafe de esta columna, plasmado en su obra “el príncipe”, escrito en el segundo semestre de 1513, hace quinientos seis años, sigue vigente en nuestros tiempos: Un buen gobernante no debe llevar al pueblo al descontento. La pregunta es si de verdad nuestros gobernantes han llevado a cabo dicho principio. La respuesta contundente es ¡NO!

Las luchas latinoamericanas siempre han sido sobre lo mismo: el avasallamiento de los privilegios de los ricos sobre las carencias de los pobres. Y no es necesario que los convenza. Ahí están los hechos. Lo último han sido las marchas en Chile. Un país hermano en el que sus ciudadanos tienen un sistema educativo que es privado y por el cual, muchos hombres y mujeres siguen, y seguirán endeudados por una gran parte de su vida, o, por ejemplo, la desaparición de las pensiones de los trabajadores. Decía uno de los manifestantes que “cuando llegas al final de la vida, y haces sumas y restas, te das cuenta que no tienes nada”.

Los ricos más ricos y los pobres más pobres.  "Me gustaría yo poderles dar algo a mis hijos, a mis nietos, y no que ellos se tengan que preguntar si nosotros tenemos plata para pagar la luz o la comida". Decía una mujer a quien no le alcanza el dinero que recibe de pensión. ¿Dónde queda el derecho a la dignidad plasmada en nuestra constitución? Lo establece claramente el artículo 1 de nuestra carta magna. Artículo que además está mal redactado, pues de acuerdo a la M. D. Lucero Quintero quien, en un análisis sobre el artículo mencionado, nos dice que “solamente es posible derivar una relación entre la dignidad humana con la prohibición de todo tipo de discriminación. Sin embargo, eso no brinda una protección suficiente a la dignidad humana, porque únicamente alude a aquellas situaciones en que nos encontremos en presencia de un acto de discriminación. Tampoco se reconocen las diversas dimensiones de la dignidad, es decir las de valor intrínseco, experiencia psicoemocional y principio jurídico. La Constitución debe reconocer a la dignidad humana desde el enfoque del valor intrínseco, el cual emerge en favor del ser humano por el sólo hecho de existir y, por tanto, la dignidad debe ser respetada por el individuo y por sus congéneres. Además, se debería prohibir de manera expresa todo acto o disposición que atente contra la dignidad humana; lo cual implicaría poner en relieve la dignidad como uno de los principios de nuestro sistema jurídico y reconocer que ésta puede y debe ser materializada a través del respeto efectivo de los derechos humanos.”

En fin, el tema es extenso, y para no salirnos de la premisa esencial de esta columna, sugiero a los gobernantes en turno, y los que vengan, que no esperen al descontento generalizado. Que no se provoque al pueblo. Nosotros nos preguntamos lo mismo con nuestros derechos laborales. ¿Qué va a pasar con las nuevas generaciones ¿Se puede resolver desde ahora este descontento social futuro que estamos creando? Y a los provocadores los invito a que nos unamos para poder llevar a nuestras comunidades a una nueva cultura de respeto, de armonía y de concordia para no llegar al extremo como ha estado sucediendo últimamente con nuestros hermanos latinoamericanos.

En estos días aciagos, se vuelve a escuchar “el baile de los que sobran”, canción ochentera del grupo de rock chileno “los prisioneros”, y que usan como himno los manifestantes. Decía uno de ellos: Estamos en el 2019, y “los prisioneros” aún tienen razón.

 

Lunes, 21 Octubre 2019 05:16

Armonía social y cultura de la paz II

Lectura 2 - 4 minutos

Si quieres la paz, no hables con tus amigos. Habla con tus enemigos”.

-Dayan-

Hemos perdido el rumbo. Y habrá que retomarlo enseguida. Antes de que lleguemos al borde del precipicio.

Todos nosotros, hombres y mujeres, niñas, niños, jóvenes, adultos mayores queremos vivir en un espacio que contemple seguridad, tranquilidad y protección, entre otras cosas. Deseamos que nuestros bienamados estén igual que nosotros. Y, obviamente, no hablamos sólo de nuestras familias. Hablamos también de los amigos y de la sociedad en general. Deseamos un estado que sea definido por sus buenas costumbres, su paz social, su armonía y su bonanza.

Sin embargo, parece que cada vez vamos cayendo a un precipicio más y más profundo. Sigo pensando que estamos cavando una tumba inmensa en la que, si no recapacitamos, todos, absolutamente todos, seremos sepultados.

Lo que sucedió en Culiacán es verdaderamente terrible. Y es más terrible aún promover tantas publicaciones hablando de la inoperancia del estado. El presidente de la república necesita nuestro apoyo como sociedad. De manera personal, siempre he apoyado a nuestros presidentes, aun cuando no hubiera votado por ellos o no estuviera de acuerdo con sus políticas. El presidente merece nuestro apoyo. Y si él consideró la liberación de Ovidio como una buena salida para evitar una masacre de inocentes, hay que valorar esas acciones con frialdad y empatía. Nuestro presidente no es el primero que quiere evitar el derramamiento de sangre.

Ahí están los datos históricos de pacifistas que tuvieron buenos resultados con su política de no violencia. Mahatma Gandhi llevó a su país a la independencia mediante una revolución pacífica. Martin Luther King sostuvo que “la violencia no tiene vigencia práctica porque la vieja filosofía del ‘Ojo por ojo, y diente por diente’ acaba dejando a todos ciegos. Este método no es correcto, este método es inmoral. Es inmoral porque constituye una espiral descendente que termina en destrucción para todos. Es falso porque persigue la aniquilación del enemigo y no su conversión”.

Nelson Mandela fue el primer mandatario de raza negra que encabezó el poder ejecutivo, y también el primero en ganar por sufragio universal en su país. Su gobierno se dedicó a desmontar la estructura social y política heredada a través del combate al racismo institucionalizado, la pobreza y la desigualdad social, así como la promoción de la reconciliación social. Como muchos saben, Mandela estuvo encarcelado por muchos años. Dentro de la cárcel desarrolló aún más su sentido de justicia y desde ahí siguió luchando. Decía que había “muchas personas que sienten que es inútil continuar hablando de la paz y la no violencia en contra de un gobierno cuya única respuesta son ataques salvajes a un pueblo indefenso y desarmado”. Y si repensamos esta frase, han sido muchos gobiernos represores en nuestro país, cuya clase política se fue enriqueciendo a costa del dolor y la pobreza de los mexicanos. Repasen la historia. Pero no sólo lean la historia de los vencedores. Revisen también la versión de los vencidos. Ahí están los hechos del 68, la guerrilla de Genaro Vázquez Rojas y de Lucio Cabañas en el estado de Guerrero. Así tendrán un panorama más abierto de lo que sucede. Considero que, además, muchos políticos en el poder, fueron negociando con los criminales hasta llegar a este estado de cosas que hoy vivimos. Mientras tanto, el pueblo cada vez se empobrecía (y sigue empobreciéndose) más.

Y sobre la pobreza de un pueblo, también estoy de acuerdo con Mandela. Decía que “la pobreza no es natural, afirmaba que la pobreza es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, sino un acto de justicia.

Todos opinamos y todos queremos tener la razón. Estas líneas sólo pretenden dar una opinión diversa para transitar de lo que he llamado “la cultura de la bronca” a la cultura de la paz. No pretendo tener la razón, sólo poner sobre la mesa otra alternativa de análisis y de solución que nos pueda llevar a una cultura de la paz para el buen vivir.

P.D. Analicen lo que sucedió ayer en las asambleas de Morena, específicamente en Cuernavaca para elegir a sus consejeros. ¿De verdad estamos ante una sociedad en la que manden los criminales?

 

Lunes, 14 Octubre 2019 05:36

Armonía social y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“Estamos en este mundo para convivir en armonía. Quienes lo saben  no luchan entre sí”.

-Buda, Sidarta Gautama-

La armonía social no es difícil. Se requiere de la buena voluntad del gobierno para llevar a cabo las medidas que correspondan para obtenerla. Pueden estar en contra de mi opinión, pero siempre he pensado que el gobierno es como los padres de familia. Ellos deben saber lo que se necesita para que esta gran familia que se llama “sociedad”, viva en paz y en armonía.

El hombre es un ser un ser gregario. No puede vivir en soledad. Y a través de la historia, cada sociedad se fue organizando para vivir en “armonía”. Se fueron creando leyes y formas de gobierno. Aunque debemos reconocer que quienes siempre se impusieron, fueron los más fuertes sobre los más débiles. Es decir, que estas formas de “organización social” no beneficiaban a todos. A algunos les iba mejor que a otros. De hecho, vivimos así actualmente, sigue siendo la misma historia de siempre. Existen normas y leyes que pueden decantar la balanza de la justicia hacia la posición de algunas personas, privilegiadas de manera arbitraria, que utilizan su poder para imponer su voluntad a los demás. Por lo tanto, observamos que no existe forma de gobierno alguna que sea mejor que otra.

Hasta este momento, y observando la historia, se evidencia que no existe sistema político alguno que pueda crear condiciones de verdadera democracia.

Creo firmemente que lo que debemos hacer como sociedad es entablar un diálogo entre sociedad y gobierno. Llegar a puntos de acuerdo para hacer lo que más nos convenga como sociedad y no dejar que solamente unos digan lo que se tiene que hacer. Tenemos que trabajar para que nuestras comunidades vivan en paz y de manera armónica. ¿Lo podremos llevar a cabo algún día?

Así como van las cosas, me atrevo a pensar que será difícil. Sólo mirar lo que sucede en estos momentos en Ecuador, da miedo. Y si vemos nuestra realidad social en Morelos, da pánico.

Lo que sí puedo probar desde este ángulo en el que estoy, es que ninguna de las dos formas de gobierno tradicionales, capitalismo y comunismo, sirvieron para lograr la paz y la armonía social. Por eso es importante dejar las etiquetas y dejar de pelearnos entre nosotros. Lo que debemos hacer es tomar lo que ha servido de esos sistemas para llevarlo a la arena política y social e implementar lo que sí ha servido.

Es lamentable, volviendo al punto, que Ecuador esté pasando este trago amargo por las malas, y arbitrarias decisiones, de su presidente Lenin Moreno.

¿De verdad no se han dado cuenta de lo que significa el FMI y lo que significa que intervengan en la economía de un país?

Ahí está el caso de la guerra del agua en Cochabamba, Bolivia, para ver un ejemplo claro. Invito a los lectores que busquen en youtube este caso emblemático de cómo quisieron privatizar el agua en este país, entre otras cosas, y la guerra interna que se desató entre el gobierno y sus habitantes.

La historia se repite ahora en Ecuador. La historia de los intereses de unos cuantos privilegiados se quiere imponer sobre las necesidades del pueblo. Es la historia de siempre. La historia de los abusos de los que están en el poder.

Lo peor es que los medios tradicionales no mencionan el asunto. Pareciera que nada está sucediendo. Y si se menciona algo, es para minimizar la verdadera situación. Afortunadamente ahora están ahí las redes sociales, que nos dan a conocer lo que está sucediendo realmente.

Estamos en pleno siglo XXI y seguimos viviendo como a principios del siglo pasado. ¿Alcanzará el ser humano a llegar a vivir en armonía para llegar a la cultura de la paz?

Tengo fe. Pero como dice un refrán árabe “Ten fe en Dios, pero amarra tu camello”.

 

Lunes, 07 Octubre 2019 05:11

Dignidad y cultura de la paz II

Lectura 3 - 5 minutos

“Las cosas tienen un precio y estas  pueden estar a la venta, pero la gente tiene dignidad, la cual es invaluable y vale mucho más que las cosas.”

-Papa Francisco-

Para iniciar, quiero agradecer a todas las personas, hombres y mujeres que me enviaron comentarios sobre el tema de la semana pasada. Hoy continuaré con la segunda parte. No porque me lo hayan solicitado, sino porque ya estaba planeado. Y más con los acontecimientos que siempre surgen, eso nutre más el tema de la dignidad. Por otra parte, con esta edición, se cumplen dos años de publicación de esta columna, lo cual, para este servidor, es un logro edificante para el espíritu, y, si hay lectoras y lectores que obtengan algún provecho de estos escritos, es más significativo todavía.

Afortunadamente está establecido que la dignidad no es sólo una característica del ser humano, de manera individual, ética o filosófica. Cuando hablamos de derechos humanos, también hablamos del reconocimiento de la dignidad, por tanto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, es un tratado sobre la dignidad del ser humano. Se dice que los derechos humanos son “el reconocimiento de la dignidad inalienable de los seres humanos”. Libre de discriminación, desigualdad o distinciones de cualquier índole, la dignidad humana es universal, igual e inalienable. Todos somos libres en igualdades y en derechos. Nadie me puede dar un trato diferente. Nadie me puede dar un trato indigno. La dignidad humana es el derecho que tiene cada uno de ser valorado como sujeto individual y social, en igualdad de circunstancias, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona.

Sin embargo, a través de la historia de la humanidad nos hemos enfrentado a diversas doctrinas y creencias por las que han existido guerras en las que unos se creen superiores a otros. Se busca la supremacía y la dominación. Y ese sigue siendo el pan nuestro de cada día. Lo peor, es que no sabemos cómo empezó esta historia de odio y violencia en nuestras pequeñas comunidades. Pero todo se veía tan lejos hace tiempo, y ahora la padecemos aquí muy cerca de nosotros.

Si antes había un “contrato social”, había un respeto, llegó un momento en que todo se perdió. Los políticos ya no tienen respeto por los ciudadanos, se han enriquecido ilícitamente, y han dejado a la sociedad abandonada.

Los criminales llegaron a un punto en que desafiaron a los políticos y las leyes y se llegó al enfrentamiento para demostrar quién puede más.

Y desafortunadamente, ahora reina el terror, el miedo, la incertidumbre, la violencia. La muerte. Y lo peor, nos estamos acostumbrando a ello.

Es hora de recomponer nuestra sociedad. Este es el momento de recuperarnos todos nosotros para el bien de nuestras comunidades y el bienestar de nuestras futuras generaciones. Es hora de recobrar la dignidad.

Pero todo esto nos lleva a preguntarnos si la dignidad existe en las personas que se dedican a engañar a otros, a delinquir, a robar, a matar, a la violencia, a cometer crímenes espeluznantes sin importarles el dolor ajeno ni el temor de Dios.

En su libro “la lucha por la dignidad, Teoría de la felicidad política”, José Antonio Mari y María de la Válgoma hacen cuestionamientos muy duros. En su introito nos dicen que “resulta incomprensible que no sigamos enarbolando el equilibrado principio del talión, culminación de la justicia conmutativa, que tengamos consideración con quien no la tuvo previamente, que nos empeñemos en librar de la pena capital a quien ha violado y matado a una niña, o en rehabilitar a quien sin razón y sin excusa nos ha destrozado la vida. ¿De dónde hemos sacado una idea tan extraña? ¿Por qué la aceptamos hasta el punto de que está recogida en muchas Constituciones modernas? ¿No va contra el sentido común, contra los sentimientos comunes, contra la sana indignación ante el salvajismo, contra el equilibrio de la justicia?

Habría que replantearse la pena de muerte. ¿Se puede “rehabilitar” a una persona que, con conocimiento de causa, ha cometido acciones que van en contra de la dignidad humana?

Lo peor que puedo ver desde mi perspectiva, es que la gente se siga recreando en las películas que vemos: Rambo luchando contra narcotraficantes del norte de México, haciendo uso de sus mismas técnicas para matar o el Guasón que lucha por ganar un lugar en una sociedad que no respeta la dignidad de los grupos vulnerables y los deja abandonados segregándolos en un ciudad enferma llena de “grafiti” y violencia, con muchas diferencias de clase y personas que ya están preparadas para sacar su frustración o para atacar si es necesario.

Es necesario pensar, analizar, cuestionar y repensar la situación caótica que estamos viviendo y plantear alternativas para recuperar la dignidad, tan necesaria para una cultura de la paz y el buen vivir.

Lunes, 30 Septiembre 2019 05:22

Dignidad y cultura de la paz

Lectura 3 - 5 minutos

“Cualquier hombre o institución que  trate de despojarme de mi dignidad, fracasará”

-Nelson Mandela-

Dice una conseja antigua que saber cuándo retirarse es sabiduría. Ser capaz de hacer las cosas es valentía. Alejarse con tu cabeza en alto es dignidad. La dignidad es uno de los valores más importantes del ser humano. Realza su calidad de persona libre. No es un esclavo de los demás.

Se habla de dignidad si las personas en su manera de comportarse, lo hacen con gravedad, decencia, caballerosidad, nobleza, decoro, lealtad, generosidad, hidalguía y pundonor. Por ejemplo, a la hora de cumplir con los compromisos, la dignidad se refiere a la formalidad, a la honestidad y a la honra de las personas.

Desde niño comprendí muchas cosas. Una de ellas es que mucha gente vende su dignidad para poder obtener algo. Entre otras cosas, para mantener un trabajo, a pesar de las condiciones precarias en que trabaja y a pesar de los malos tratos que le dan. Pude observar también, cómo las relaciones personales, sobre todo en una pareja, eran demostraciones de supremacía y de odio por parte, principalmente del hombre. Y, sin embargo, la mujer lo aceptaba. Ya sea por miedo a quedarse “sin nada” o por miedo a que nadie la amara otra vez. O tal vez por cuestiones de prejuicios sociales.

Tendría yo alrededor de ocho o diez años. Caminaba por el centro de la ciudad, exactamente por el cine Alameda, cuando de repente, y de la nada, se empezaron a escuchar gritos entre un hombre y una mujer. Volví la mirada, esa mirada de un niño que quiere entender lo que sucede y con miedo de intervenir, y vi como aquel hombre golpeaba, enfrente de toda la gente alrededor, implacablemente a esa mujer. Otro hombre que pasaba por el lugar, inmediatamente intervino. Se le fue a golpes al agresor para defenderla… y, sin pensarlo, de manera inmediata, la mujer se interpuso entre los dos gritando que no se metiera, que no era su problema. Dijo que el agresor era su pareja y que la podía tratar y golpear tanto y cómo él quisiera.

Toda la gente presente, yo incluido, nos quedamos sorprendidos. El defensor se retiró inmediatamente, no sin antes lanzar blasfemias en contra de los dos. Les gritó, entre otras cosas: “¡Enfermos!”.

Una persona protege su dignidad cuando se valora a sí misma por quién es, antes de por lo que hace, por lo que tiene o por quién es su compañía. Es una cuestión de respeto a sí misma. Y no le permite a nadie, si está en su mano, que apague esa luz interior.

La dignidad se puede definir como “la excelencia que merece respeto o estima”. Ejemplo de lo anterior es el caso de una persona que ocupa un alto rango o un puesto elevado y posee una dignidad, lo que exige a los demás una respuesta particular, pero esto no le hace acreedor a una mayor dignidad que el resto, ya que ésta, es igual para todos los seres humanos, sin importar su condición o puesto que desempeñe. De ahí que deba existir una relación entre dignidad humana y los derechos del hombre.

No hay dignidad donde no hay honestidad, decía Cicerón. Y la historia se repite día a día, en nuestro diario vivir, en el trabajo y en nuestras relaciones personales. Y si este tema lo trasladamos a la vida pública, a la vida política, esto es mucho peor. Siguen existiendo la deshonestidad, la corrupción, el engaño, los conflictos de intereses, las prebendas, la preponderancia en los intereses particulares. El engaño en su máxima expresión y gente abusiva y gente que abusa de los demás. Y estos demás que se quedan callados mirando cómo se nos cae nuestra dignidad social mientras aquellos nos roban todo y nos dejan en la miseria humana.

Decía el escritor José Saramago que la dignidad no tiene precio. Enfatizaba diciendo que cuando alguien comienza a dar pequeñas concesiones, al final, la vida pierde su sentido. Y es, justo en este punto en el que quiero hacer énfasis. En el espectro social también debe existir la dignidad colectiva. Como sociedad debemos transitar, aspirar, por lo menos, a ser una sociedad digna, una sociedad que sepa su verdadero valor, que exija lo que por derecho le corresponde.

¿Somos dignos cómo personas? ¿Somos dignos como sociedad? La dignidad significa, como dijera Maya Angelou, que me merezco el mejor tratamiento que pueda recibir. 

Conozco acerca de la pérdida de dignidad, decía James Frey. Sé que cuando le quitas a un hombre su dignidad creas un agujero, un profundo agujero negro lleno de desolación, humillación, odio, vacío, pena, desgracia y pérdida, que se convierte en el peor infierno.

Prefiero vivir con dignidad porque cuando algo tiene que ser mío, no tengo que rogar por ello renunciando a lo que soy. Tengo que luchar para obtenerlo sin dar concesiones absurdas.

Los morelenses merecemos vivir dignamente para cultivar una mejor sociedad y lograr una cultura de la paz para el buen vivir.

Lunes, 23 Septiembre 2019 05:38

Resiliencia y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“Las dificultades preparan a personas comunes para destinos extraordinarios”

-C. S. Lewis-

Este sábado pasado asistí a un evento de resiliencia en la CDMX. La verdad estuvo muy bueno. Las conferencias muy puntuales y certeras. Obviamente, hay cosas en las que concuerdo y otras con las que no, pero la esencia es que me dejó un buen sabor de boca.

La resiliencia es un tema fundamental para mí porque surge de lo que yo viví. De mis condiciones de vida. Y, además, conforme fui conociendo el tema, me puse a investigar autores e investigadores que hablaran sobre el tema.

Lo más importante para mí era conocer, estudiar cómo hay personas que a pesar de las situaciones adversas y difíciles en las que vivieron, lograron salir adelante y convertir las situaciones negativas en alicientes para salir del hoyo donde estaban.

El término resiliencia tiene varios conceptos. Por ejemplo, para Boris Cyrulnik, mi autor favorito, es la capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación.

Para Stefan Vanistendael, la resiliencia no es un rebote, una cura total ni un regreso a un estado anterior sin heridas. Es la apertura hacia un nuevo crecimiento, una nueva etapa de la vida en la cual la cicatriz de la herida no desaparece, pero sí se integra a esta nueva vida en otro nivel de profundidad.

Edith Grotberg (1995) define la resiliencia como la capacidad humana universal para hacer frente a las adversidades de la vida, superándolas o incluso ser transformado por ellas. Es parte del proceso evolutivo y debe ser promovida desde la niñez.

Nuestra sociedad ha ido cambiando mucho, para bien, espero, puesto que las formas de “educar” de los padres y maestros ya no son como antes, aunque todavía tenemos rezagos en ciertos grupos sociales. Siguen existiendo situaciones traumáticas en la vida para mucha gente. Es más, podemos asegurar que no hay ser humano que no padezca pérdidas o duelos. Hay momentos de crisis durante toda la vida. Ser víctima es parte de la vida misma, pero ser víctima no es una forma de vida.

La resiliencia es transformar y trascender. Salí del hoyo y vivo mejor ahora. No quiero ni debo regresar a lo que viví. Dicen que el entorno modifica a la persona, pero también puede ser al revés. Y esto es lo que hay que perseguir. Lo que hay que buscar.

Pero desafortunadamente, nuestro entorno social ha cambiado tanto.  El ambiente social es de soledad, falta de valores, de desconfianza y de miedo. Hemos cambiado nuestras costumbres por el temor de que nos pueda pasar algo malo.

La resiliencia es poder, conciencia. Pero también es responsabilidad. Tenemos que sanarnos. Yo no quiero vivir con miedo. No quiero que mis hijos vivan con miedo. Estoy dispuesto a afrontar este reto y cambiar para mejorar.

La resiliencia sirve para trascender, romper limitaciones y barreras del aquí y del ahora. Tenemos que aprender a ver la luz dentro de nosotros mismos.

Pero, para empezar, necesito hacerlo conmigo mismo. Sanar mis heridas. Cuando yo esté bien, puedo comenzar el trabajo con la gente cercana a mí. Con mis vecinos. Con mi comunidad. Tenemos que cambiar nuestro vocabulario. Cambiar del “no puedo” al “no he podido hasta ahora”. Hay mucho que desaprender para aprender un nuevo paradigma. Un paradigma que, si nos atrevemos a implementar, nos llevará directo a la cultura de la paz. Las nuevas generaciones han nacido en este entorno de miedo, desconfianza y de odio. Pero, sin embargo, como bien dice Boris Cyrulnik, empezar mal en la vida, no determina que tu vida tenga que ser desgraciada.

Hagamos nuestro trabajo en familia y que el gobierno se encargue, con nuestra ayuda, de la implementación de estos conceptos en el hogar, en las escuelas, en las fábricas, en las oficinas y en todas partes donde tenga que llegar.

Trabajemos juntos, codo a codo por una cultura de la paz a través de la resiliencia.

 

Lunes, 09 Septiembre 2019 05:33

Congruencia y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“La felicidad sucede cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía”

-Mahatma Gandhi-

 

Dicen que si no actúas como piensas vas a terminar pensando como actúas. Esto significa que el ser humano puede hacer lo que desee. Desde su niñez va creando sueños, escoge lo que le gusta hacer y lo hace propio. Se sueña haciendo eso que le gusta: “Bombero, bombero, yo quiero ser bombero”, dice la canción de Facundo Cabral. Sin embargo, por la familia, los amigos, la escuela, los maestros, llega un momento en que dejas de creer. Y empieza a cambiar conforme pasa el tiempo. Se va “amoldando” dirían otros. Por eso es que se pierden los sueños. Cuando dejas de creer en ti, en tus proyectos, en tus ideales, por culpa de los otros… pero principalmente por culpa de uno mismo.

La congruencia es fundamental para tener plenitud. Para vivir una vida llena de satisfacciones. Dicen que cuando una persona es congruente deja una herencia hermosa porque: Se convierte en un ejemplo a seguir, deja caminos posibles para que otros se atrevan, dicen que también es una forma de mejorar la comunidad donde se vive, se siente un orgullo enorme cada vez que una persona logra sus propósitos, y, por último, una persona congruente es inspiración de otras personas.

Ser congruente es un valor que debemos buscar desarrollar. La congruencia no sólo desarrolla a la persona que la practica, también trae como consecuencia la búsqueda de la armonía social.

Y esto me hace pensar en un hombre congruente que se ha marchado recientemente. Hace tres días dejó este plano terrenal el pintor Francisco Toledo. Era un pintor reconocido a nivel mundial, artista plástico y gráfico, activista y luchador social, ambientalista, promotor y difusor cultural, además, fue filántropo.

El Maestro Toledo era oriundo de Juchitán, Oaxaca. Inició sus estudios artísticos a los catorce años. En 1959, a los diecinueve años, ya estaba presentando sus exposiciones de pintura en Texas. En 1960, a la edad de veinte años se fue a estudiar a París, y regresó a México en 1965.  Obviamente, a su regreso, su visión del arte cambió, así como su perspectiva ideológica.

Cuando volvió de París, Octavio Paz lo elogió tanto, diciendo que no era sólo un maestro de la plástica, sino que era un camino estético para México. A pesar de esa grandeza artística, la ciudad de México trató mal a Toledo. Sabina Berman menciona que cuando se veían en un restaurante que frecuentaban, el mesero siempre le preguntaba a ella si pagaría la cuenta. No creía que aquel hombre de camisa y pantalones de mezclilla, con el pelo enmarañado y huaraches, lo haría. De hecho, lo maltrataban. También comenta que un día que vinieron a “Las Estacas”, aquí en nuestro estado, un policía le ordeno que saliera del agua porque “ese lugar no era para prietos”. Toledo salió del agua mansamente. Sin decir una palabra.

El Maestro Toledo regresó a su pueblo, a Juchitán, Oaxaca. Allá comenzó a trabajar no sólo en lo que correspondía a su arte. También apoyó a su comunidad. Su obra se caracteriza por el toque irreverente, provocativo y transgresor que le imprime.

Promovió y difundió la cultura y las artes del estado de Oaxaca, donde residió los últimos años de su vida. Con apoyo de otras instituciones, fundó, en octubre de 1997, el Taller Arte Papel Oaxaca, instalado en la antigua planta hidroeléctrica "La Soledad", en San Agustín Etla. Dentro de este contexto, fundó Ediciones Toledo, que en 1983 publicó su primer libro, y en 1988 fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.

A pesar de no gustarle, recibió variados reconocimientos públicos debido a su calidad como artista y a su lucha por las causas perdidas (que seguirán siendo así, hasta que todos hagamos lo que nos corresponde).

Francisco Toledo nunca se dejó marear por la fama o el poder. Hizo mucho por su pueblo. Hizo mucho por Oaxaca. Hizo mucho por nuestro país. Siempre fue un hombre congruente. Por eso hace falta en su comunidad. Por eso nos hace falta en México. Necesitamos hombres y mujeres congruentes para tener una mejor sociedad y lograr una cultura de la paz para el buen vivir que tanta falta nos hace.

Q.E.P.D. el Maestro Francisco Toledo.

 

 

 

Lunes, 02 Septiembre 2019 05:16

Felicidad, cultura de la paz y buen vivir

Lectura 2 - 4 minutos

“Si alguna vez he dado más de lo que tengo.

Me han dado algunas veces más de lo que doy”

-Joaquín Sabina-

 

La felicidad, el éxito, el triunfo en la vida, son conceptos que para cada persona tienen un significado diferente. Sin embargo, después de ver lo frágiles que somos, me cuestiono sobre el tema.

¿La felicidad consiste en hacer todo lo posible por encumbrarse en sociedad? ¿En hacer dinero de todas las maneras posibles y muchas veces pisando a los demás?

Leí una historia que me hizo pensar muchas cosas: Cuentan que, encontrándose al borde de la muerte, Alejandro Magno convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos. El primero consistía en que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época. El segundo fue que los tesoros que había conquistado, plata, oro, piedras preciosas, fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y por último, pidió que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

Uno de sus generales, asombrado por esos deseos tan extraños, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones. Entonces, Alejandro le explicó:

Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos, ante la muerte, no tienen el poder de curar.

Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen. No hay tesoro que podamos llevarnos de la tierra.

Y quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que hemos venido al mundo con las manos vacías. Y con las manos vacías partimos cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.

Todos buscamos cosas desde que tenemos uso de razón. Queremos sobresalir. Y, además, al ver los modelos que tiene nuestra cultura, quisiéramos tener fama y dinero como esos personajes que vemos en televisión.

Hay quienes dicen que, en este final de siglo, la enfermedad de Occidente es la de la abundancia: tener todo lo material y haber reducido al mínimo lo espiritual.

Actualmente, se dice, estas nuevas generaciones ya no tienen valores. Sin embargo, considero que eso, sigue siendo parte fundamental de la educación en casa. Estas nuevas generaciones vienen de unos padres que fueron los que cambiaron los paradigmas de valores. Y siempre habrá de todo, y en todos los tiempos. Pero tal vez ahora se nota más. Es obvio que también contribuye el Estado y la clase política para el caos que vivimos. En este sentido dicen que no vale la pena intentar cambiar el mundo. Dicen que sólo basta con evitar que el mundo te cambie. Por eso creo que los padres son fundamentales para la edificación con buenos cimientos de los valores.

La felicidad no debe ser sólo personal. En su búsqueda también participa nuestra comunidad. A mí me duele ver las necesidades y la pobreza a mi alrededor. Sé que no puedo cambiar al cien por ciento lo que sucede a mi alrededor, pero sí puedo contribuir a que alguien la pase mejor. Debemos ser más humildes. Como dice Sabina en una de sus canciones: Me enamoro de todo. Me conformo con nada. Un aroma, un abrazo, un pedazo de pan…

Gandhi decía que la felicidad es cuando lo que piensas, dices y haces están en armonía. Y la armonía es holística. Abarca todo. También decía que no debes perder fe en la humanidad. La humanidad es un océano; si algunas gotas son sucias, el océano no se vuelve sucio.

Hay mucha violencia en nuestro entorno, así como antivalores. Pero debemos insistir en la búsqueda de la felicidad. Ser más sencillos. Ser incluyentes.

Para ser feliz debo amar y ser tolerante porque el odio y la intolerancia son los enemigos del correcto entendimiento. Es fácil el entendimiento. Sólo es cuestión de entender a los demás y ponernos de acuerdo.

 

 

Lectura 2 - 4 minutos

“Qué mayor rechazo para aquellos que

quisieran acabar con nuestro mundo que unir

nuestros mejores esfuerzos para salvarlo?”

-Barack Obama-

 

 

Tal vez esté equivocado, pero cuando era niño nunca supe ni escuché de incendios forestales en nuestras tierras. Sin embargo, desde hace algunos años se empezaron a propagar de manera impresionante en nuestro país.

Los incendios forestales traen pérdidas cuantiosas: vidas humanas y animales, contaminan el aire, causan la erosión del suelo, alteran el régimen hidrológico, destruyen la flora. En síntesis, trae consecuencias económicas, sociales y políticas, entre otras.

Pero, ¿cómo se inician? ¿Cuál es su origen? Específicamente en los países en desarrollo, la alta marginación orilla a muchas comunidades a destruir el bosque para cultivar la tierra o para practicar la ganadería, mermando la vegetación, que es la base de los ecosistemas terrestres. Más del 90 por ciento de los incendios forestales se debe a causas humanas.

La siguiente información fue obtenida en:

www.cdi.gob.mx/difusion/incendios/incendios.html

Quemas agrícolas: La pérdida de control y el descuido en quemas agrícolas, como no tomar en cuenta la hora de la quema y dirección del viento, no contar con brechas corta fuego, entre otros, es la principal causa de incendios.

Sequía: Las zonas afectadas por la sequía son las más propensas a incendios forestales, sobre todo si existe abundancia de combustibles naturales: ramas y hojas secas, matorrales, etc.

Vientos: La velocidad, contenido de humedad y dirección del viento es un factor clave que puede disminuir o propagar un incendio.

Clima: Las altas temperaturas son una de las condiciones más propicias para que surjan o se propaguen los incendios.

Descuido del hombre: La imprudencia de excursionistas en bosques al encender fogatas, fumar o quemar basura, sin las debidas precauciones, puede tener como consecuencia incendios de grandes proporciones.

Actividad agropecuaria: Al destruirse la vegetación, el suelo queda expuesto a la erosión por el viento y la lluvia.

Tala inmoderada: Los “talamontes” son de los grupos que más daños ocasionan a los bosques con la destrucción de los árboles y el abandono de ramas y follaje que al secarse constituyen un combustible muy peligroso.

De acuerdo al Observador Global de Incendios Forestales, se recibieron 77 mil 315 alertas en nuestro país durante la primera quincena de mayo de este 2019. De esta manera, México se ha convertido en el segundo lugar mundial en alertas por incendios forestales, sólo después de Rusia.

Parece, de verdad, que hay personas que quieren acabar con la vida en nuestro planeta.

La contaminación que surge por estos eventos reduce la calidad de vida. Respirar el humo provoca un alto riesgo de sufrir un paro cardíaco y una serie de problemas respiratorios.

¿Cómo podemos prevenirlos? Evita arrojar basura, materiales inflamables y objetos encendidos en carreteras y caminos; no tires vidrios, botellas, desperdicios o cualquier tipo de material combustible; no enciendas fogatas; si encuentras restos de fogatas, extínguelos con agua y tierra. Si ves rescoldos, apágalos hasta que dejen de humear; y por último: En terrenos forestales, pastizales y zonas rurales evita el uso de maquinaria y el tránsito de vehículos que emitan chispas.

Pero lo más importante, de acuerdo a los estudiosos de los incendios en la Amazonia, los incendios forestales tienen una relación directa con la deforestación, pues “normalmente, quienes quieren despejar un espacio de bosque, primero le quitan los árboles y, después de unos meses, lo incendian.” También el cambio climático afecta.

Pero al final, es el mismo ser humano el que principal causante del cambio climático, por tanto, el ser humano es el principal culpable de la tragedia en la Madre Tierra.

Comencemos cuidando nuestro territorio morelense, pero sin soslayar nuestro compromiso de cuidar a nuestra Madre Tierra, luchando para lograr una cultura de armonización y una cultura de la paz para el buen vivir.

 

Lunes, 19 Agosto 2019 05:13

Templanza y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“La templanza es el dominio firme y moderado de la razón sobre las pasiones y sobre los otros movimientos desordenados del alma.”

-San Agustín-

Hoy, en los momentos en que escribo esto, me siento desolado. El silencio es el mismo pero el ambiente es extraño. Me gusta el silencio porque me hace pensar, repensar y volver a hacerlo. Pero hoy, el silencio me duele. Charly era como un hijo para mí. Lobito y él fueron compañeros y amigos desde la primaria. De hecho, eran como hermanos.

Desde pequeños convivían tanto, que Charly se quedaba en casa. Veíamos películas, comíamos y convivíamos juntos en familia. Nuestras conversaciones tenían como tema la educación, el futuro y lo hermosa que sería la vida si es que tomaban el camino correcto.

Charly era una generación en transición. Como yo lo fui. Tenía que echarle muchas ganas para salir adelante. Y nada de eso sería difícil si seguía los pasos adecuados.

Charly terminó la primaria, continuó hasta llegar a la universidad. Estudió arquitectura. Durante su trayectoria como estudiante llegó a ser consejero universitario, se fue un semestre a Barcelona, terminó su carrera con calificaciones excelentes, y así, hasta llegar a ser profesor de la facultad. Se veía un futuro promisorio. Por cierto, a su regreso de Barcelona me obsequió un libro sobre Joan Manuel Serrat con una dedicatoria que me llegó al corazón.

Hace unas semanas le llamé por teléfono para que me asesorara en una construcción que estaba realizando. Nos encontramos con mucho gusto. Como siempre en cada encuentro, me abrazó y me dio un beso fraternal que hacía que el mundo pareciera más amoroso. Igual que mis hijos, aprendió que un abrazo solidario y un beso eran la mejor medicina para sentirnos bien. Eso que yo nunca tuve de niño lo convertí en costumbre con mis hijos.

Un día nos fuimos todos a Zihuatanejo. Yo iba rodeado de niños, mis hijos, mis sobrinas y Charly. La pasamos increíble. En el trayecto íbamos cantando y bromeando. Nos olvidamos del mundo por unos días. Aunque quizá deba decir que era yo el que se olvidaba del mundo y mis problemas. Todos ellos iban disfrutando la hermosa vida.

Hoy Charly ya no está con nosotros. Su partida duele mucho. Duele porque era muy joven. Duele porque creo que tenía toda una vida por delante. Esta mañana, cuando me enteré, primero no lo quise aceptar, más tarde, al confirmar la veracidad de los hechos, lo negué. No lo creía. Después, dejé que mis sentimientos se expresaran. Sí. He llorado, me he enojado conmigo porque hubiera deseado estar cerca de él en esos momentos.

Sin embargo, en estos momentos, pienso varias cosas. La primera, como lo dijo Pablo Neruda: Para morir he nacido. Cada uno de nosotros llega a esta vida con una misión. Todos tenemos una fecha de llegada, pero nadie sabe cuándo tendremos que partir. Por eso, porque no sabemos cuándo nos toca, hay que vivir la vida al máximo. ¡Hay que vivir! Hay que vivir a plenitud. Sé una buena persona. Deja los problemas atrás. Seca las lágrimas. Olvida los enojos, las tristezas, el odio. Viaja y llena tus ojos y tu corazón de espacios hermosos y de vistas maravillosas. Aprende mucho. Porque si te quedas atrás, sólo con lo que tienes, no lograrás entender muchas cosas. Y, sobre todo, ama. ¡Ama hasta que el corazón te duela!

Esta es la herencia que nos ha dejado Charly García Cimadomo. Te has ido temprano. Muy temprano. Pero sé que viviste al máximo. Dueles mucho. Ahora sólo me queda buscar la templanza y la serenidad, como muchos de nosotros para poder seguir viviendo.

Te quiero mucho, eras un hijo para mí, Charly. Buen viaje. Hasta que Dios cruce nuestros caminos nuevamente.

 

 

Lunes, 12 Agosto 2019 05:38

Violencia y cultura de la paz

Lectura 2 - 4 minutos

“Donde hay violencia hay siempre un conflicto no resuelto.”

-Johan Galtung-

 

Se dice que la violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad, que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.

Hay muchas clases de violencia ejercidas en nuestra sociedad, sin embargo, cuando hablamos del género y la especie, es en el primero, donde Johan Galtung establece tres tipos o como él lo establece: el triángulo de la violencia que representa la dinámica de la generación de la violencia en los conflictos sociales. Según Galtung, la violencia es como un iceberg, de modo que la violencia visible es solo una pequeña parte del conflicto. Solucionarlo supone actuar en todos los tipos de violencia, que serían tres: La violencia directa, la cual es visible, se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia; la violencia estructural, que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de las necesidades y se concreta, precisamente, en la negación de las necesidades y, por último, la violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes.

Galtung menciona que las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural o justificadas por la violencia cultural: muchas situaciones son consecuencia de un abuso de poder que recae sobre un grupo oprimido, o de una situación de desigualdad social, económica, sanitaria y racial, entre otras, y reciben el espaldarazo de discursos que justifican estas violencias.

Al hacer una reflexión sobre esto, es obvio que todo empieza en el plano cultural. Se dice que el ser humano nace con el conflicto, pues al tener diversas formas de educación, valores éticos, formas de ver la vida, se dan, por tanto, diversas formas de comportamiento. Y por ende cada uno de nosotros, hombres y mujeres, tiene diferentes perspectivas de la vida. Y eso nos lleva a la conclusión de que la forma de solucionar un problema tiene un origen cultural.

En mi generación, cuando éramos niños, nos enseñaban a no dejarnos de los demás. Nos enseñaron que, si alguien nos agredía o nos pegaba, también nosotros teníamos que pegar, regresar el golpe o pegar dos veces. Es decir, nos enseñaban a responder violencia con violencia.

Nuestros padres, en nuestra cultura, nos enseñaron a hablar, pero no nos enseñaron a comunicarnos.

Los conflictos siempre estarán frente a nosotros y éstos se pueden solucionar de manera positiva o negativa.

Siempre he insistido en que tenemos que dar un giro de 180 grados. Debemos buscar nuevas formas de solucionar los conflictos. Si seguimos como vamos, usando la violencia, lo único que vamos a lograr es acabar con nosotros mismos.

La fuerza es la primera forma de resolver un conflicto. Así es desde la niñez. Me gusta tu pelota, entonces te la quito. Como dice alguna canción mexicana tradiciona,  “y cuando pierde, arrebata”. Esta es la parte cultural. Lo que nos han enseñado.

Hay gente que odia a las figuras representativas de la autoridad. Una gran cantidad. Esto tiene una razón. Se supone que son ellas las que nos deben proteger. Las que deben poner orden. Las primeras en cumplir la ley. Sin embargo, es al revés. Son ellas las que extorsionan, las que hacen difícil el acceso a la justicia. Eso provoca que la gente, además de perder la confianza, tomará la justicia en propia mano, y también, al verse violentados, ejercerán violencia contra las autoridades.

Por estas razones, tenemos que comenzar de cero. Desaprender lo aprendido en el caso de las viejas generaciones, y proyectar un nuevo paradigma en las nuevas. Debemos abordar el conflicto desde otra perspectiva. Tengo que saber con quién estoy sentado para abordar un conflicto.

Debemos implementar una nueva cultura de resolución de conflictos desde la niñez.

Por eso propongo, en el caso de las escuelas, comenzar con un programa de mediación escolar en donde habremos de formar promotores entre estudiantes y maestros para resolver conflictos. En las comunidades debemos implementar programas de mediación comunitaria para comenzar a desarrollar una cultura de la paz, y, por último, hacer promoción de esta nueva forma de solución de conflictos que ya tenemos en el estado de Morelos, que es la mediación en la esfera judicial, la cual nos llevará a desarrollar un nuevo paradigma en la solución de conflictos en nuestra sociedad.

 

 

Lunes, 05 Agosto 2019 05:39

Animales y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

“La grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgado por la forma en que trata a sus animales.”

-Gandhi-

 

Kira llegó a nuestras vidas cuando mis hijos eran pequeñitos. Yo, al tener que salir a trabajar, tenía que dejar a mis hijos solos en casa. ¿Quién los cuidaría? Necesitaba alguien que estuviera con ellos y que además fuera motivo de felicidad, compañía, juego y seguridad. Comencé a leer sobre el tema de los perros y cuál sería el mejor. Aprendí, para mi sorpresa, que los dos mejores perros para niños eran los rottweilers y los bóxers. Nunca había tenido un perro propio. Cuando éramos niños, había perros de la calle que mi padre adoptaba, pero nunca habíamos tenido un perro desde pequeño. Es más, con respeto menciono, no sé que fue de ellos.

Decía, pues, Kira llegó muy pequeñita a casa. Con ese nombre la bautizó mi hija. Conforme fue creciendo, y a pesar del miedo que al principio tenía, por ejemplo, cuando le daba de comer, si me acercaba me gruñía terriblemente, cuidaba increíblemente a mis hijos. Adquirí un libro sobre la raza. La fui conociendo más y la empecé a entrenar y le enseñé a socializar para que los visitantes a casa no tuvieran miedo.

También me llegué a sentir mal porque yo mismo me decía que había gente con necesidades y que con el dinero que gastaba en Kira, podía ayudarles. La culpa llegaba a veces. Sin embargo, llegó un momento en que tuve que “terapearme” para entender que Kira era parte de nuestra familia y que, además, hacía una labor muy noble: Cuidar la casa y a mis hijos.

Para que mis hijos (y yo) aprendieran más, en ese tiempo compraba revistas españolas, era lo que había. Ahí se habla de la legislación sobre los derechos de los perros.  Cada vez que leía una de esas revistas, mi mente hacía conciencia, no sólo de los perros sino de todos los animales de compañía que tenemos los seres humanos. Y leí una frase que se estableció directamente en mi corazón, que dicen que dijo Arthur Schopenhauer: “La conmiseración con los animales está íntimamente ligada con la bondad de carácter, de tal suerte que se puede afirmar seguro que quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona. Una compasión por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral”.

Tanto mis hijos como yo, al ver a los perros callejeros o, lo peor, al ver perros maltratados y muertos en las calles, nos dimos cuenta que vivimos en una sociedad injusta para los animales. Nunca hemos podido imaginarnos a nuestros perros perdidos en las calles, pasando hambre, frío o violencia.

Kira era un amor al llegar a casa. Se ponía feliz, aunque yo estuviera triste. Se echaba a mis pies cada vez que me sentaba a leer o cuando escuchaba música. Su compañía me daba tranquilidad. Nunca pensé que algún día la felicidad con Kira se acabaría. Once años de compañía. Pero hace dos semanas cayó enferma. La hospitalizaron. Los honorarios del veterinario y la hospitalización, no fueron cualquier cosa, pero Kira era parte de la familia. No sé cómo plantearlo. No era un tío, o una prima, pero parte de nuestra familia, así que había que hacer algo por ella. El jueves pasé a verla. Cuando le hablé se incorporó. Reconoció inmediatamente mi voz y le dio gusto verme. El viernes muy temprano en la mañana, me llamó por teléfono el veterinario y me dio la mala noticia: Kira había fallecido. Sentí un vacío enorme en mi corazón. Tuve sentimientos encontrados. Una parte de mí decía que no era la gran cosa. Pero otra parte de mí sentía como si alguien de mi familia hubiera fallecido. Me dejé llevar por el segundo sentimiento.

Me dirigí al consultorio para saber el procedimiento a seguir. Llevé su cuerpo al lugar donde habrían de cremarla. Hablaba con ella agradeciéndole todo el amor que nos había dado y el cuidado que tuvo para mis hijos. Agradecí su compañía en mis lecturas. Agradecí la paz que me regalaba mientras mi corazón lloraba.

Regresé con una soledad pesada. Y nuevamente con sentimientos encontrados. Entré a la casa y sentí su ausencia. Me senté en la sala. Y aunque no lo crean, me sentí solo. Ya no se escuchan ni su respiración ni sus ronquidos. Esos ronquidos que también me daban paz.

Me di cuenta también, nuestros animales de compañía son ángeles que nos acompañan. Nos dan alegría y paz. Son parte del buen vivir. Y dicen que el peor pecado que cometemos contra nuestros amigos las animales no es odiarlos, sino es ser indiferentes con ellos. Esa es la esencia de lo inhumano.

Descansa en paz, Kira.

 

 

Lectura 2 - 4 minutos

“Es demasiado fácil pensar que sólo

los monstruos son capaces de

cometer actos monstruosos.”

-Boris Cyrulnik-

Neurólogo y psiquiatra francés

Lunes, 24 Junio 2019 07:12

Vejez, dignidad y buen vivir

Lectura 2 - 4 minutos

“El arte de envejecer es el arte

de conservar alguna esperanza.”

-André Maurois 1885-1967-

Lunes, 17 Junio 2019 06:56

Día del padre, equidad y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

“Mi padre nunca fue el mejor padre.

Pero hizo lo mejor que pudo para llegar a serlo.

Yo no sería quien soy si hubiera sido lo contrario.”

-Primo Blass-Tchang-

 

Lunes, 10 Junio 2019 07:12

Confucio, confusión y buen vivir

Lectura 2 - 4 minutos

“Arréglese al estado como se conduce a la familia,

con autoridad, competencia y buen ejemplo.”

-Confucio-

28 de septiembre de 551 a. C. - 479 a. C.

 

 

Recuerdo cuando en un concurso de belleza le preguntaron a una de las participantes quién era Confucio. Su respuesta dejó atónitos a todos los que presenciaban el evento. Tanto en vivo como en televisión. Dijo que Confucio era el creador de la confusión. Bien, pues así estamos viviendo y comportándonos actualmente. Y eso que tenemos muchas fuentes de información. Seguimos creyendo en las fake news, o noticias falsas, sin investigar si lo que se publicó es verdad o no, y nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y prejuicios haciendo una cacería de brujas terrible.

Vean lo que pasó con lo del famoso uniforme neutro. La gente sigue hablando del tema. Que cómo es posible que los hombres van a llevar falda a la escuela, que este nuevo orden social quiere quitarles autoridad a los padres para imponer y promover barbaridades entre los jóvenes, y, en fin, mucha gente sigue jugando este juego absurdo. Lo que se dijo fue muy claro y aplica, de manera específica a las chicas.

Leí el muro en Facebook de una mujer que hablaba sobre el tema y decía que esto se debió de haber aplicado hace muchos años porque el hecho de vestir falda presenta muchas incomodidades como la restricción de movimientos, la incomodidad física, por la vergüenza ante los acosos, por los tocamientos, por la sexualización, por la opresión sexista ligada a la imposición de una prenda. Mencionaba también que en los inviernos pasaba fríos y que la institución escolar prohibía que se pusieran unas mallas para protegerse. En el verano, el rozamiento de la entrepierna le causaba irritación. Y lo peor: Esta misma persona menciona que volvieron a invisibilizar a la mujer al tergiversar la propuesta. Le dieron la vuelta con la idea de que por “equidad de género”, lógicamente, los niños podrían usar falda. Es decir, lo que era la esencia de la noticia se diluyó para dar paso, nuevamente, al machismo. Debemos pensar en la vulnerabilidad de las niñas al usar el uso de la falda. Y aquí mi pregunta. ¿Por qué nunca pensó en esto el estado mexicano y/o las autoridades escolares? ¿Por qué nunca hubo una propuesta por las asociaciones de padres de familia? ¿Por qué las niñas nunca cuestionaron esto? Mi respuesta personalísima es porque somos borregos. Sólo aceptamos lo que se nos ordena. No pensamos. No cuestionamos. Esta es la hora de cuestionar los reglamentos que se han seguido por inercia y “borreguismo” en las escuelas públicas.

Y como esta noticia, así nos vamos llenando de confusión por todo lo que se publica y adoptamos desde nuestra perspectiva para tergiversar los hechos. Lo mismo sucede con lo que hemos visto con nuestros cuerpos de autoridad y seguridad en los videos de los medios sociales. La falta de respeto a nuestros soldados y a los cuerpos policíacos es terrible. Los delincuentes saben que no les van a hacer nada. Saben que, por el contrario, se les pueden ir encima, atacarlos, quitarles sus armas, si es que traen alguna, y dejarlos tirados golpeados sin poder hacer nada.

Vivimos en medio de la confusión total. Hablamos de falta de valores, de falta de confianza de la sociedad a las autoridades, de agresión absurda por parte de los cuerpos policíacos a ciudadanos y ciudadanas, y, en fin, vivimos en medio del caos y la confusión.

Tenemos que poner fin a este desorden en el que vivimos. Tenemos que deconstruir todas nuestras instituciones. Profesionalizar a la policía y establecer nuevas reglas para que haya más respeto a la autoridad y se detengan los ilícitos que estamos padeciendo, por ejemplo.

Ya vivimos otros tiempos. No se vale sólo hablar de autoridad y de imposición. Se trata de democracia, de acuerdos y de búsqueda conjunta de formas para vivir armónicamente en comunidad. Usemos nuestro poder ciudadano. El mismo Confucio decía en sus tiempos que “donde hay justicia no hay pobreza”. Y si este pensamiento es cierto, todavía nos queda mucho por hacer en nuestro estado, así como en México. Pero comencemos en casa. Esta casa nuestra llamada Morelos, esta casa nuestra, otrora hermosa, digna y pacífica, que se nos está cayendo a pedazos.

 

 

Lectura 3 - 5 minutos

“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón.”

-Francisco de Quevedo-

Lunes, 27 Mayo 2019 07:09

Valores en la familia y el buen vivir

Lectura 2 - 4 minutos

“Las casas se construyen con ladrillos.

Los hogares, con valores”

-Anónimo-

 

Todo lo que está sucediendo a nuestro alrededor altera nuestros sentidos, el cambio climático, la basura en los ríos y en los mares, los problemas escolares, los sociales, la corrupción en la política, la falta de trabajo, la falta de dinero, la violencia en las calles, la letra de las canciones actuales, la facilidad del acceso a la pornografía en internet, la falta de valores en el hogar, la violencia intrafamiliar y…agregue lo que usted considere que falta en la lista.

Nos tocó vivir en una época muy diferente. La época de los divorcios, me dijo mi hijo cuando sostuvimos una conversación sobre lo que pasa hoy en día. Pues sí le contesté. Pero el hecho de que haya muchas familias divorciadas no quiere decir que uno se tenga que desentender de los hijos y de las hijas. Ya ves, le dije, yo me divorcié, ustedes se quedaron conmigo desde pequeños, pero siempre fueron mi prioridad. Seguramente no he sido un padre perfecto, sin embargo, siempre estuve presente. Los llevaba a la escuela, iba por ustedes, cuando llegaban a casa preparaba de comer y ustedes me ayudaban a poner la mesa. Platicábamos mucho. Los dejaba descansar un rato y luego hacíamos las tareas. Jugábamos un poco, preparaba la merienda, se bañaban y a dormir. No sé si recuerdas, hijo, le dije, que siempre les contaba una historia y les hacía magia, a veces, antes de dormir. Dejé muchas cosas personales a un lado, le dije, no es queja, sólo lo menciono para decir que ustedes siempre fueron mi prioridad. Mi más grande prioridad. Me gustaba la idea de que sintieran que su hogar era un lugar seguro, un lugar amable, es decir, que se puede amar, pues, un oasis de tranquilidad. No te imaginas, le dije, qué bonito sentía mi corazón saber que estaban en casa descansando, durmiendo plácidamente, mientras yo me ponía a trabajar en mis proyectos de trabajo mientras escuchaba una música relajante que los ayudaba a descansar. Y no sabes, cuánto extraño esos momentos ahora que ya son mayores y casi no los veo…

Amor, fe, integridad, apoyo, lealtad, comprensión, respeto, solidaridad, comunicación, serenidad y mucha paciencia. Mucha paciencia. Me repetía en la mente mientras recordaba mi historieta favorita cuando era niño.

No voy a negar que también hubo regaños, el poder de la chancla, aunque esta no fue tan común y era más una advertencia para decirles que se estaban acercando al callejón sin salida. No hay nada más fuerte que la familia. Y la familia no es solamente aquella con quien te une la sangre. Es el respeto, el apoyo, la confianza, la honestidad, el sacrificio, el compromiso, el amor y la lealtad lo que te hace ser familia con alguien.

Y todo eso, siento, es lo que se está perdiendo ahora. Dicen que en los pequeños detalles del comportamiento se conoce la calidad, la educación y los valores de la gente. Yo veo que el respeto se va perdiendo. Los hijos no respetan a sus padres, entonces, ¿cómo van a respetar a sus vecinos, a sus maestros, a la gente con la que se encuentran en la calle?

Debemos cuestionarnos qué es lo que sucede. Cómo llegamos hasta aquí. Buscar las posibilidades de reencontrar el camino de regreso a los valores para vivir una vida digna. Una vida buena. Nos dicen que la sociedad está enferma, que la sociedad no tiene valores, que la sociedad se está pudriendo. Pero yo digo que puede haber muchas cosas malas allá afuera, pero si los padres de familia nos pre-ocupamos y luego nos ocupamos de la familia como debe ser, hay muchas y mejores probabilidades de que nuestros hijos sean personas de bien. A pesar de todo lo malo que pueda estar ocurriendo allá afuera.

Manuel García Ferré, historietista argentino, afirma que un chico que es criado en familia, con amor, con ternura y valores, tiene muchas más oportunidades de ser mejor en la vida que aquel chico desamparado que carece de ese marco de contención familiar y que termina sobreviviendo en un ámbito de agresividad y desprotección. A menos que saque la casta utilizando toda la resiliencia posible, agregaría yo.

Cuidemos a nuestros hijos e hijas, seamos ejemplo para ellos. Lo que estamos viviendo, no es más que lo que nosotros mismos hemos creado. Pero se puede mejorar con el apoyo de todos nosotros como sociedad para tener una cultura de la paz para el buen vivir.

Lunes, 20 Mayo 2019 07:23

Percepción, realidad y buen vivir

Lectura 2 - 4 minutos

“La percepción del cliente es tu realidad.”

-Kate Zabriskie-

 

Estamos llenos de sofismas y eufemismos en la vida. Y nosotros, la sociedad en general, caminamos por caminos de contento y/o confusión depende de cómo nos vaya. Cuando era pequeño y me quejaba de algo, mi madre me decía que todo el mundo hablaba de la feria depende de cómo se divertía en ella.

Hay quienes dicen que lo que vivimos actualmente nunca había sucedido. Escucho comentarios de mis amigos y conocidos. Algunos viven desesperanzados, otros ya emigraron a otros estados u otro país, otros lo están pensando y algunos más hemos decidido seguir aquí en nuestra tierra, esta tierra que nos vio nacer y en la que tenemos nuestras raíces.

Algo tenemos que hacer para lograr la paz y la concordia. Esperamos volver a los tiempos en que podíamos caminar por nuestras calles tranquilamente y saludar a nuestros vecinos y vecinas como lo hacíamos antes. Cuando todos nos conocíamos. Cuando todos nos saludábamos…

Los hechos que se suceden a diario nos desalientan, nos dan temor. Los y las que tenemos hijos estamos preocupados todo el día. Y a nuestro corazón regresa la calma y el sosiego cuando nos avisan que ya están en casa. La violencia en las calles no nos deja vivir. Y mucho menos las malas noticias tanto en los medios de comunicación como lo que se publica en las redes sociales. Estamos inundados de malas noticias.

El jefe de la Oficina de la Gubernatura, José Manuel Sanz Rivera, dijo hace algunos días que han sucedido eventos mediáticos que hacen aparecer a Morelos como un estado en crisis de inseguridad, al tiempo de aseverar que ésta "ha ido a niveles más bajos con referencia a otros estados".

Cuando se habla de eventos mediáticos, obvio es que se refiere, de manera principal, a las redes sociales, que son las que se enteran y difunden más rápido que los medios tradicionales. Pero ya no podemos dar un paso atrás. Este es el mundo que nos ha tocado vivir. Todo es tan rápido que no nos damos el tiempo de reflexionar. Nos vamos llenando de miedo ante lo que sucede y nos llenamos de paranoia. La percepción de lo que sucede puede ser más elevado de lo que es la realidad. Y ante la percepción, la gente puede tomar decisiones sin sustento. Sin embargo, la percepción también es importante porque es la que nos da la sensación de bienestar o malestar.

Y es justo por estas razones que el estado debe de ir un paso adelante. Es como lo que menciono en el epígrafe que encabeza esta columna. La percepción del cliente es tu realidad. Si yo vendo un producto que es increíblemente bueno, pero mi cliente tiene dudas o no lo convence, entonces tengo que convencerlo de que lo que está comprando es lo mejor que ha hecho y que tendrá una satisfacción del 100%.

Y esto es exactamente lo que tiene que hacer el estado. Que se hable bien de él. Que la población sienta que se entrega completamente a su trabajo en beneficio de ella. Que la gente sienta que todos los integrantes de la clase política están ahí para llevarlos por buen camino. No permitamos que el miedo llene el alma de la gente. El miedo es lo peor que puede tener una persona. En algún lugar escuché que la persona más peligrosa es la que está llena de miedo; esa es a la que hay que temerle mucho más. Es mi opinión muy personalísima, por supuesto.

Vivimos en un mundo muy complejo en el que hay que adaptarse a las nuevas reglas del juego. Nunca vamos a satisfacer a todos. Con alguien vamos a quedar mal. Pero en el caso del juego social. Hay que trabajar al cien y darlo a conocer.

Estoy seguro que nadie quiere el mal para el vecino. Pero no es lo que sentimos los miembros de la sociedad al escuchar, ver y sentir lo que sucede en las calles. Sentimos que la inseguridad y la violencia es la que reina. Señores del gobierno, hagan que mi percepción de lo que sucede en mi entorno cambie para que me sienta mejor. Hay quien defiende tanto a la realidad y menosprecia a la percepción… y hay quien dice que el mundo no existe. Existe lo que los sentidos nos dicen sobre el mundo. Estudiemos la realidad, comprendamos la percepción porque los dos conceptos nos permiten un buen vivir. 

 

 

 

  

Lectura 2 - 4 minutos

“Aquella no era una cárcel, era una universidad del crimen.

Entré con un bachillerato en mariguana

y salí con un doctorado en cocaína.”

-Johnny Depp-

(George Jung. Película “Blow”)

 

 

 

Hace unos días, el ocho de mayo para ser exactos, vivimos lo que nunca se había vivido en el centro de nuestra ciudad. Un ataque directo en el que hubo dos personas fallecidas y dos heridas. Quien lo perpetró fue un chico de veintidós años llamado Maximiliano González, y que, según dicen, lo hizo por la cantidad de cinco mil pesos. Este joven ya había ido a la cárcel en el 2015 cuando tenía dieciocho años y más tarde en 2016.

Su historial tanto familiar como delictivo era lamentable. Su padre fue asesinado, y vivían en situación precaria. Su madre dijo que Max hacía un mes que no vivía con ella, precisamente por su mala conducta.

Además de los sentimientos encontrados, he visto muchos comentarios en las redes como es el de la pena de muerte, que le impongan todo el peso de la ley, que lo maten y demás etcéteras. Pero la pregunta fundamental para mí, tal vez no para todos y todas, es ¿Tenemos alguna responsabilidad como sociedad? Obviamente va incluido el gobierno. Yo digo que sí.

Dice el “Informe mundial sobre la violencia y la salud” (2002) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que: “Aunque todas las clases sociales padecen la violencia, las investigaciones demuestran que las personas de nivel socioeconómico más bajo son las que corren mayor riesgo. Si se desea prevenir la violencia, se debe poner fin al abandono que sufren las necesidades de los pobres, que en la mayoría de las sociedades son quienes suelen recibir menos atención de los diversos servicios estatales de protección y asistencia”.

Dice la misma Organización Mundial de la Salud que “gran parte de la violencia guarda relación con las desigualdades sociales” por lo que, para luchar contra la violencia, “los gobiernos deberían esforzarse al máximo por mantener los servicios de protección social”.

El senador Bobby Kennedy alguna vez dijo que “cada sociedad tiene el tipo de criminal que merece”. Y si ponemos atención a lo que sucede a nuestro alrededor, vemos que son los más necesitados, los que viven en situación de pobreza, los más propensos al crimen…

Es urgente activar todas las instituciones policíacas para atender y detener a los criminales. Pero también es fundamental dedicarse a lo importante: Realizar acciones de prevención del delito, atender a los más necesitados, visitar sus comunidades y enterarse de sus carencias y atenderlas. Es importante el equilibrio.

Alguna vez lo mencioné. También es importante devolverle la credibilidad al gobierno. Sigue la corrupción, la impunidad y ahí no se menciona nada. El pueblo dice que no importa lo que se diga o haga, los del gobierno siempre serán corruptos. Ahí están las estadísticas de opinión.

El poeta peruano Carlos Pimentel dice que: “Todas las personas exigen respeto, pero casi nadie exige que el sistema respete el derecho que tenemos de vivir una vida digna, en paz, sin hambrientos, sin guerras, sin analfabetos, sin mentiras, sin modelo neoliberal y sin esclavos.”

Debemos atender lo urgente, es verdad, pero no hay que olvidar atender lo importante, lo esencial. No es tan difícil. Los que podamos, atendamos las zonas marginadas, apoyemos a nuestras instituciones gubernamentales. Si no podemos toda la semana por nuestro trabajo, apoyemos un par de horas los fines de semana. Que el gobierno promueva estas acciones. Nosotros los ciudadanos, hombres y mujeres preocupados y ocupados en tener una mejor sociedad los apoyamos. Pero con directrices y objetivos reales. Comencemos a trabajar juntos para construir una mejor comunidad. Mientras, que las instituciones de autoridad sigan trabajando en lo urgente.

Educación, cultura, arte, necesidades básicas aseguradas, empleo, atención médica de calidad, vivienda digna, son factores importantes para vivir en paz. Y en el caso de las instituciones carcelarias, éstas deben trabajar para asegurar la reinserción social, y no, como dice el epígrafe, que sigan siendo universidades del crimen.

Sólo así lograremos una cultura de la paz para el buen vivir.

Lunes, 06 Mayo 2019 06:56

Agenda 2030 y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

"Puede que seas capaz de engañar

a los votantes, pero no a la atmósfera.”

-Donella Meadows- 

 


Tengo deseos de escribir sobre muchas cosas porque creo que están conectadas con lo que nos sucede. Hoy en la mañana desperté recordando una película que vi en los 90’s llamada “Historias del Kronen”, basada en la novela homónima de José Ángel Mañas, y con la que por cierto llegó a ser finalista del Premio Nadal en enero de 1994.

El autor tenía 23 años cuando la escribió y, se tardó, según el autor, quince días en hacerlo. Trata sobre la juventud española de ese entonces y la vacuidad en la que vivían. (Yo digo que ya se veía el futuro).

Hay una escena que me llamó mucho la atención en la que Carlos, el protagonista, tiene un diálogo con su abuelo. Éste le dice, si mal no recuerdo, que le da miedo lo que ve, señala la televisión, dice que la gente no tiene principios. Lo peor es que nadie sabe contra qué lucha, antes sabías contra qué luchabas. Tenías tu lucha. Ahora se lucha contra nada. Todo esto en referencia a lo que había conseguido la sociedad española.

Y hace unos días vi un documental sobre esta joven política americana que de la nada ganó las elecciones al congreso estadunidense, Alexandria Ocasio-Cortez. Cuando digo ganó de la nada, es porque siendo ella una mesera, viniendo de la clase, y enfrentándose a un dinosaurio de la política americana, como los muchos que hay en nuestro país.

Mientras ella iba de casa en casa y haciendo reuniones comunitarias, su oponente mandaba su propaganda como inserto en los catálogos de compras de compañías que eran enviadas por correo. Con veintiocho años, es la congresista más joven en Estados Unidos. Es progresista y miembro de la organización Socialistas Democráticos de América. Defensora de la salud universal y del programa de trabajo “Jobs Guarantee” – “Garantía Laboral”-, aboga por acabar con la privatización de las cárceles y por el acceso a una universidad pública y gratuita.

Mi mente está disparada en estos momentos. Aparentemente los dos temas expuestos no tienen nada en común. Y menos tienen que ver, aparentemente, insisto, con la agenda 2030. Pero en realidad tienen mucho que ver. Están conectadísimos, porque todo son ciclos. Tal vez mucha gente piense que ya no hay nada por qué luchar. Pero hay otros, sobre todo, los que vienen de la clase trabajadora, se dan cuenta que, si no participan activamente en los problemas sociales, todo va a empeorar.

Ocasio-Cortez, por las necesidades que tuvo que pasar, aprendió a tomar las riendas de su destino y no conformarse. Vean dónde está ahora. Ella defiende sus ideales a pesar de todos los detractores que tiene. Pero ella busca verdaderas soluciones sociales y no como los otros, que buscan su propio beneficio.

En la lucha social siempre vamos a encontrar divergencias ante los “ismos”: capitalismo, socialismo, comunismo, anarquismo, fascismo… y todas esas historias que nos han vendido desde siempre.

Si sólo nos pusiéramos en los zapatos de los otros, tal vez entenderíamos sus necesidades. Pero en el caso de la madre tierra no hay “ismos”. Aquí vivimos todos, hombres, mujeres, niñas y niños, jóvenes y viejos.

Hemos estado destruyendo nuestro entorno de manera que estamos llegando al punto de no retorno. Al callejón sin salida. Aunque en realidad han sido los grandes empresarios, los que detentan el poder y, obvio, el dinero que ostentan, los que nos han traído hasta aquí, nosotros podemos poner nuestro granito de arena. 

La Agenda 2030 es un plan de acción de la ONU cuyo objetivo principal es velar por la protección de las personas, el planeta y la prosperidad. Dicha agenda desea asegurar, en base a sus objetivos, el progreso social y económico sostenible y fortalecer la paz en cada uno de los rincones del mundo.

Son diecisiete los objetivos de desarrollo sostenible: Fin a la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía asequible y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas; y, alianzas para lograr los objetivos.

Parece difícil, pero, otra vez, todo está conectado. Hagamos lo que nos corresponde. Las pequeñas obras traen grandes resultados. Trabaja desde tu trinchera. Es obvio que antes de que el medio ambiente se acabe, primero desapareceremos nosotros. Si envenenamos al medio ambiente también nosotros nos envenenamos. Hay un dicho muy viejo que dice: Envenena al río, y el río te envenenará a ti.

No lo permitamos. Sembremos lo mejor para los que vienen detrás de nosotros. Y en el caso de la clase política, es hora de trabajar verdaderamente por una mejor sociedad en equilibrio.

Lunes, 29 Abril 2019 06:39

Tolerancia cero y buen vivir II

Lectura 3 - 5 minutos

"La línea entre el bien y el mal es permeable, y

casi cualquiera puede ser impulsado a cruzarla

cuando es presionado por la fuerza de la situación.”

-Philip Zimbardo-

Psicólogo Social

 


El problema de la criminalidad es añejo, la preocupación es que va “in crescendo” en las comunidades y países. Es decir, cada vez se hace más complejo y más grande en proporción. En el año de 1981, en mis tiempos de estudiante en China, vivía muy tranquilo. No veía pordioseros en las calles, la gente era muy amable y recuerdo, especialmente las telenovelas. Tenían una temática en la que siempre había un héroe que ante las situaciones caóticas o de peligro, salvaba a toda una comunidad a costa de su propia vida. Es decir, se ensalzaban los valores de la comunidad antes que los personales. Era un motivo de orgullo tener estas características heroicas. Sin embargo, la primera vez que salí del continente, viajé en tren hasta la península de Kowloon para después tomar el ferry que me llevaría a Hong Kong.

Justo al llegar a la estación de trenes, Lo primero que llamó mi atención fueron los anuncios que decían: “Cuidado, carteristas”. Se respiraba un ambiente de preocupación y miedo. La gente veía para todos lados desconfiada de los demás. A mi llegada a Hong Kong noté que las casas y las tiendas tenían rejas de seguridad para protegerse de los ladrones. Qué terrible, decía para mis adentros. Esto no existe en México y espero que nunca suceda…

A mi regreso a México, unos años más tarde, algunas casas, pero, sobre todo, las tiendas tenían, rejas para protegerse de la inseguridad. La violencia se había apoderado de mi comunidad. No era eso lo que yo había dejado al salir de México. Vivir o tener tu negocio “enrejado” es lo más común hoy en día. Ya se notaba que estos tiempos llegarían.

Sigo insistiendo en que un día dejó de respetarse todo y los encargados de mantener la paz y la tranquilidad, los gobernantes, nos echaron la bolita a los ciudadanos. Trataré de explicar.

Hace muchos años, creo que ya lo escribí en esta columna. Me parece un déjà vu: mi madre, mi padre o alguno de nosotros salíamos a barrer el frente de nuestra casa. Saludábamos a nuestros vecinos que hacían lo mismo. Los vecinos tenían respeto con sus vecinos. Había respeto. Y eso, entre otras muchas cosas, un día se perdió.

Comenzaron a darse conflictos entre nosotros los ciudadanos y las autoridades nos abandonaron. Actualmente escucho muchas quejas y broncas de vecinos, como el escándalo por el sonido de la música que ponen, y los escandalosos argumentan que es su casa y que ahí pueden hacer lo que quieran. He recorrido comunidades en las que argumentan que, en ciertas calles se reúnen algunos vecinos a tomar y que hacen sus necesidades en la calle o que molestan a las jovencitas mientras la autoridad no hace nada. Presencié el escándalo de unas señoras porque el perro de una de ellas había defecado frente a la casa de la otra.

En otra comunidad me comentó a una señora que su vecino no había construido su contra barda y que había plantado un árbol que estaba destruyendo la suya con las raíces que había echado, y además, debido a las ramas que invadían su propiedad, caía una cantidad industrial de hojas causando la molestia y el trabajo de levantar la hojarasca frecuentemente. Y todo esto con la complicidad de las autoridades debido a que no hacían nada. Su argumento era que ellos no podían hacer nada.

Como les digo en mis talleres y pláticas comunitarias: Por supuesto que se puede hacer algo. Sólo revisen el bando de policía y buen gobierno de su municipio. Ahí encontrarán las respuestas a estos ejemplos y a muchos más problemas que puedan estar teniendo en sus comunidades. Dicho bando es la normatividad, son las reglas de convivencia para vivir armónicamente en sus municipios. Ahí se habla de sus derechos y obligaciones como miembro de una comunidad.

Por ejemplo, el art. 119 del Bando de Policía y Buen Gobierno del municipio de Jiutepec dice: Son faltas administrativas y motivo de sanción, cometidas contra el bienestar colectivo y la seguridad pública, las siguientes: Frac. IV Producir todo tipo de ruidos o sonidos estridentes aún dentro de su domicilio.

Lo que tenemos que hacer como ciudadanos es obligar a las autoridades a trabajar. No debemos pelearnos entre ciudadanos. Hagan reuniones comunitarias y estudien, analicen y apliquen lo que está escrito ahí. Tenemos un poder muy grande, pero, también tenemos que tener bases sólidas.

Se han perdido muchos valores. Es hora de rescatarlos. Comencemos por convertirnos en verdaderos ciudadanos de nuestras comunidades, no seamos solamente habitantes. Trabajemos en armonía para lograr una cultura de la paz para el buen vivir.

Lunes, 22 Abril 2019 08:12

Tolerancia cero y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

"La línea entre el bien y el mal es permeable, y

casi cualquiera puede ser impulsado a cruzarla

cuando es presionado por la fuerza de la situación.”

-Philip Zimbardo-

Psicólogo Social

 

 

 

En el 2001 Andrés Roemer publicó un libro llamado “economía del crimen”; me llamó mucho el enfoque que presentaba porque emplea una variedad de modelos para estudiar y examinar la motivación de la conducta criminal e implementar o motivar la implementación de políticas públicas para enfrentar la criminalidad.

Menciona que la criminalidad provoca un sentimiento de inseguridad que se refleja en el cambio de comportamiento de la gente, que busca disminuir la probabilidad de convertirse en víctima.

Dice que cuando una persona se siente insegura busca un distanciamiento de las autoridades y desconfía de la capacidad de éstas, se siente engañada por sus líderes e instituciones, y a veces, trata de buscar justicia por su propia mano, y esto genera la desaparición de la cohesión social y de los sentimientos de pertenencia a un grupo o comunidad.

La ONU declaró en 1992 que el problema del crimen, mediante su impacto en la sociedad, impide el desarrollo integral de las naciones, mina el bienestar espiritual y material de las personas, compromete la dignidad humana y crea un clima de miedo y de violencia que pone en peligro la seguridad personal y erosiona la calidad de vida.

Fue en este libro que escuché por primera vez sobre la teoría de las ventanas rotas. En 1969, en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, el profesor Philip Zimbardo realizó un experimento. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc.

Todo lo aprovechable se lo llevaron y lo que no, lo destruyeron. En cambio, el auto abandonado en la zona rica se mantuvo intacto. No hubo mucha reacción ante esto, pues era obvio que en una zona pobre se manifestara dicha situación.

Sin embargo, el experimento no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx, la zona pobre, ya estaba deshecho y el de Palo Alto (la zona rica) llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto.

El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

Un vidrio roto en un auto abandonado da una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que rompe códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de reglas, como que todo vale nada.

Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

Esto significa que si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.

Si se cometen “esas pequeñas faltas”, como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas, esto va a causar que comiencen a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos se deterioran progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente por temor a las pandillas, y esos mismos espacios abandonados por la gente serán progresivamente ocupados por los delincuentes.

Los estudiosos afirman que ante el descuido y el desorden crecen muchos males sociales y se degenera el entorno.

Pongamos el ejemplo de una casa: Si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como paredes en mal estado, malos hábitos de limpieza, malos hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, entre otros, poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales de los familiares y comenzarán a crear malas relaciones con la sociedad en general y quizá algún día llegarán a caer en prisión.

Nuestra sociedad ha dejado de hacer lo que tiene que hacer, las autoridades peor.

Las redes sociales nos muestran persecuciones de policías contra ladrones, en las que caen los policías por no contar con la capacitación suficiente ni con el armamento adecuado.

Por esta razón, es de fundamental importancia que se aplique la tolerancia cero. Esta estrategia consiste en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana.

La tolerancia cero no aplica a la persona que comete el delito, sino frente al delito mismo. Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana. Esto lo explicaré con más detalle en la próxima columna.

Lunes, 15 Abril 2019 07:29

Autoridad, conciencia y buen vivir II

Lectura 3 - 6 minutos

"El exceso de severidad produce odio,

como el exceso de indulgencia debilita la autoridad.”

-Saadi-

Poeta iraní

 

El tema de los experimentos de Asch y, de manera especial, los de Stanley Milgram, causaron muchos comentarios, los cuales agradezco, y de manera especial a Paty Ortega, quien desde Suiza se tomó la molestia de leer dichos artículos y enviar sus opiniones.

De verdad que es impresionante ver cómo las personas van actuando en la sociedad sin saber ni siquiera cómo empezó la historia. Muchos escritores y poetas han escrito sobre el tema y les recomiendo, si lo desean, leer un cuento de Gabriel García Márquez llamado “algo muy malo va a suceder en este pueblo”.  Vivimos llenos de rumores y de historias que hacen que nuestro comportamiento sea el que es. La conformidad grupal, en un momento dado es necesario, porque nos ayuda a desarrollar la cultura. Si todos estuviéramos en desacuerdo no habría armonía ni avance social. Pero también es importante la individualidad porque hace que nos cuestionemos todo lo que sucede a nuestro alrededor. Y sobre todo, cambiar lo que está mal.

Hace unos días leía la noticia de los chicos de una escuela en el norte del país que se rebelaron porque las autoridades escolares los querían obligar, a dos días de salir de vacaciones, a cortarse el pelo, de hecho, tenían personal externo que les haría el corte militar por la módica suma de diez pesos. Eran doscientos jóvenes. No era el hecho de que les cortaran el pelo a los chicos sino, alguien preguntó que por qué les tenían que cortar el pelo como militares. Una madre dijo que si eso querían las autoridades escolares, que ellos tenían que dar el ejemplo y que los maestros deberían hacerse el corte militar también. A lo que el director contestó que para ellos no aplicaba.

Ya se dieron varias respuestas a este tema. Hay quienes dicen que va en contra de los derechos de los niños, que es una forma de discriminación, que atenta contra la libertad y más cosas. Algunos chicos preguntaban que si nada más con el pelo corto podrían aprender. Mi pregunta es ¿Por qué se cuestionan esto hasta ahora? ¿Qué los padres no se habían dado cuenta que siempre había sido así? ¿Será que los chicos de ahora están más conscientes de que es un ataque a su individualidad?

Las autoridades escolares dicen que los padres de familia firman una carta compromiso en la que se establecen las reglas para que los y las estudiantes entren a clase. Pero ¿quién estableció esas reglas? ¿En qué se basó para hacerlo?

Siempre he estado en contra de esas reglas en las escuelas que son bastante rígidas y por demás absurdas. Y tuve que luchar en contra de esas tonterías cuando mis hijos fueron a la escuela.

Mi hijo entró a la Secundaria, pública por supuesto. En las particulares son más indulgentes. Claro, porque saben que los papás van a quejarse. Decía, cuando mi hijo entró a la “secu”, un día me llamó muy preocupado diciéndome que no lo dejaban entrar a clase porque tenía el cabello largo. Me apersoné inmediatamente y le dije al maestro que ya lo llevaba muy corto. Su respuesta fue “sí, señor, pero el cabello se le para”.

-“Pues sí -dije yo- su cabello es lacio y es obvio que le quede así”.

-“Pues tiene que ponerse gel para aplastar el cabello”. De verdad que me estaba colmando la paciencia. Me aguanté y le dije que era absurdo lo que pedía, que el niño se iba a ver ridículo con el cabello todo aplastado y que sus acciones iban en contra de la autoestima de mi hijo y de cualquier niño. El ignorante este reviró diciendo que a esa edad los niños no tenían autoestima…

Ya no les cuento qué sucedió después, porque fui directamente a la dirección. El punto es que el sistema educativo de nuestro país con esas reglas establecidas por quién sabe quién, son un absurdo total.

Las autoridades escolares dicen que es por higiene, mi respuesta es que, si es así, entonces también debería aplicarse a las niñas. Y, por cierto, les comento que en todas las escuelas de mis hijos siempre fui el presidente del comité de la sociedad de padres para apoyar en todo lo que se pudiera, pero con orden, templanza y armonía.

Y desgraciadamente, en muchas escuelas públicas, tal vez en todas, hay situaciones verdaderamente terribles. En la secundaria de mi hija, el prefecto formaba filas de niños a la hora de entrada y él decidía quién entraba y quién no.

Un día llegó un muchachito que a leguas se veía su modestia y sus carencias. El prefecto le dijo que no entraría porque llevaba su camisa sin planchar y un hoyo en el pantalón.

Obviamente intervine. El problema es que, como lo escribí en mi libro “El ojo mágico”, la escuela es, debería ser, un oasis para los chicos. Los maestros no saben cómo es su entorno familiar. No saben si hay armonía o violencia. El maestro o maestra tiene un poder más grande que los padres de familia para construir o destruir la personalidad de un niño. Lo sé porque a mí me pasó. Los padres de familia no estudiaron para hacer ese papel. Nos toca lo que nos toca, pero el maestro sí estudió para ser docente. Por eso tiene un poder enorme.

¿De verdad cortarse el pelo es parte de la disciplina y formación de un estudiante? Y si es así, ¿Se lo tiene que cortar como militar? ¿El qué inventó dicho reglamento era militar? ¿Quién lo escribió?

En fin, este es sólo un ejemplo, entre muchos, de los estereotipos que seguimos obedeciendo sin saber por qué.

Lunes, 08 Abril 2019 05:39

Autoridad, conciencia y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

"Puede ser que seamos títeres controlados

por los hilos de la sociedad. Pero al menos somos

títeres con percepción, con conciencia.

Y tal vez nuestra conciencia sea el

primer paso para nuestra liberación.”

-Stanley Milgram-

 


¿De verdad estamos preparados para actuar con libertad y conciencia? Ésta siempre ha sido una pregunta que ronda frecuentemente por mi mente. Hay muchas razones por las que el ser humano actúa como actúa. Si un ser humano tiene hambre, y no tiene dinero, seguramente hará lo que sea, hasta robar, para conseguir comida. Este es un hecho cierto. Y parece que nos confirma cómo puede actuar una persona en un caso extremo. Pero en el caso de personas comunes y corrientes, personas que están bien, ¿actúan con libertad?

En 1961, después del juicio en el que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi, Stanley Milgram propuso este experimento para responder a la pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto solo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices? Y yo me pregunto: ¿Hasta dónde una persona pierde su libertad y su ética para seguir las órdenes que le impone una autoridad?

En resumen, en este experimento se trató de demostrar hasta donde una persona normal, estando bajo las órdenes de una autoridad, podía infligir dolor a otra persona. El experimento contaba con tres personajes: el investigador (que portaba una bata blanca y fungía como autoridad) el maestro y el alumno. A los voluntarios siempre se les asignaba mediante un falso sorteo el papel de maestro, mientras que el alumno siempre sería asignado a un cómplice de Milgram, obviamente con desconocimiento del “maestro”. Tanto maestro como alumno serían asignados en habitaciones diferentes pero conjuntas, el maestro observaba siempre como el alumno (el cómplice del investigador) era atado a una silla para “evitar movimientos involuntarios” y se le colocaban electrodos, mientras el maestro era asignado en la otra habitación frente a un generador de descarga eléctrica con treinta interruptores que regulaban la intensidad de la descarga en incrementos de 15 voltios hasta llegar a 450 voltios y que, según el investigador, proporcionaría la descarga indicada al alumno. Milgram también se aseguró de colocar etiquetas que indicaran la intensidad de la descarga (moderado, fuerte, peligro: descarga grave y XXX). La realidad era que dicho generador era falso, pues no proporcionaba ninguna descarga al alumno y sólo producía sonido al pulsar los interruptores. El sujeto reclutado o maestro fue instruido para enseñar pares de palabras al aprendiz y de que, en caso de que cometiera algún error, el alumno debía ser castigado aplicándole una descarga eléctrica, que sería 15 voltios más potente tras cada error. Obviamente el “alumno” no recibía descarga alguna, pero el “maestro no lo sabía. Este se limitaba a pulsar los botones de descarga cada vez que el alumno cometía un error.

Para dotar de realismo la situación de cara al participante, tras pulsar el interruptor, se activaba un audio grabado anteriormente con lamentos y gritos que, con cada interruptor, incrementaba y se hacían más desesperados. Si el “maestro” se negaba o llamaba al investigador (que se hallaba cerca de él en la misma habitación) éste respondía con una respuesta predefinida y un tanto persuasiva: “continúe por favor”, “siga por favor”, “el experimento necesita que usted siga”, “es absolutamente esencial que continúe”, “usted no tiene otra opción, debe continuar”. Y en caso de que el sujeto preguntara quién era responsable si algo le pasaba al alumno, el experimentador se limitaba a contestar que él era el responsable.

Los resultados fueron terribles. La gran mayoría “infligió dolor hasta el grado de que el “alumno” resultó seriamente dañado o muerto. ¿Qué indica esto? Cuando el sujeto obedece los dictados de la autoridad, su conciencia deja de funcionar y se produce una abdicación de la responsabilidad, los sujetos son más obedientes cuanto menos han contactado con la víctima y cuanto más lejos se hallan físicamente de ésta, los sujetos con personalidad autoritaria son más obedientes que los no autoritarios, a mayor proximidad con la autoridad, mayor obediencia, a mayor formación académica, menor intimidación produce la autoridad, por lo que hay disminución de la obediencia, personas que han recibido instrucción de tipo militar o con severa disciplina son más propensos a obedecer, hombres y mujeres jóvenes obedecen por igual y el sujeto siempre tiende a justificarse a sus actos inexplicables.

El experimento como tal, lo puedes encontrar en este link: https://www.youtube.com/watch?v=vGMdq_l-H-s

Esto es horrible, porque significa que las personas, sin considerar su ética y amor a los demás, se van a justificar de cualquier acto de barbarie, diciendo que sólo cumplían órdenes. El principio de obediencia a la autoridad ha sido defendido en nuestras civilizaciones como uno de los pilares en los que se sostiene la sociedad. En un plano general, es la obediencia a la autoridad la que permite la protección del sujeto, sin embargo, la exacerbada obediencia puede resultar un arma de doble filo cuando el socorrido discurso de “solo obedecía órdenes” exime de responsabilidades y disfraza de deber los impulsos sádicos.

Termino diciendo que es importante, de hecho, es esencial, la obediencia a la autoridad, pero al mismo tiempo, tenemos que ser conscientes de hasta dónde debemos hacerlo porque de lo contrario, se seguirá cumpliendo lo que decía George Bernard Shaw: La libertad significa responsabilidad. Por eso la mayoría de los hombres le tiene tanto miedo.

Lunes, 01 Abril 2019 05:42

Percepción, realidad y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

"La observación y la percepción son

dos cosas separadas; el ojo que observa

es más fuerte, el ojo que percibe es más débil.”

“El Libro de los cinco anillos”

-Miyamoto Musashi-

 


Cuando comencé a interesarme en temas como el por qué pensamos cómo pensamos y el poder de los pensamientos en nuestra realidad, investigué varias y diferentes vías. La más sencilla y más simple fue el experimento de Asch o el poder de conformidad de los grupos. En un experimento de visión participaron varias personas. Pero en realidad, todos eran cómplices menos uno. El experimento consistía realmente en ver cómo el estudiante restante reaccionaba frente al comportamiento de los cómplices. El objetivo explícito de la investigación era estudiar las condiciones que inducen a los individuos a permanecer independientes o a someterse a las presiones de grupo cuando estas son contrarias a la realidad. Bueno, pues resulta sorprendente observar que, aun cuando los participantes cómplices están equivocados, se equivocan a propósito, el sujeto inocente se siente presionado y también da por ciertas las respuestas incorrectas. Este experimento ha tenido modificaciones desde sus inicios.

Se ha hecho en un elevador...

...en el que todos los participantes son cómplices menos uno, y en el que actúan de diversas maneras. El sujeto inocente al final acaba repitiendo la misma actitud que todos los demás. Hay otro experimento que se da en una clínica en donde todos están esperando pasar a su cita, y, mientras esperan, de repente suena un timbre y todos se ponen de pie. Obviamente, todos son cómplices, excepto una chica que se resiste a ponerse de pie, pero al final, acaba repitiendo lo que todos hacen.

dejo los enlaces para que puedas sentir lo experimentado por los sujetos inocentes.

El gran maestro Eduardo Galeano, en “el libro de los abrazos”, cuenta esta historia maravillosa: En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se había hecho, por algo sería.

Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura

fresca.

Todo esto viene a cuento por lo que somos. Por cómo somos como somos. Todos nosotros, hombres y mujeres pensamos, nos comportamos y actuamos por lo que nos han enseñado. Primero nuestros padres y luego el grupo social del que somos parte.

Y hoy se hizo más evidente el tema en el desayuno del domingo en casa de Nadia Zubenko, gran amiga rusa que conocí en China en los ochenta y con quien, cada que nos reunimos llegan las reflexiones en medio de la plática. Tenemos que ser audaces. Tenemos que ser quienes realmente somos. Seres irrepetibles que tienen una gran misión. Vivir.

Y esto me lleva a las críticas vertidas por la famosa carta en la que nuestro presidente López Obrador solicita que el rey de España pida disculpas por los crímenes de la conquista en el marco de la conmemoración de los quinientos años de la conquista de México.

Los que están en contra no se han puesto a pensar que este es otro tipo de gobierno. No es el gobierno tradicional o neoliberal que teníamos. La forma de pensar es diferente con una forma de ver lo que sucede completamente diferente. Y, por tanto, al tener un paradigma diverso, los que no coinciden, tienen que buscar una forma diferente de ver las cosas. Y pongo un ejemplo claro. En el sistema neoliberal todo es comercio, todo es explotación. Y a pesar de las políticas, por ejemplo, para cuidar el medio ambiente, no hay acciones concretas porque hay que seguir con el negocio. Para este nuevo gobierno, el objetivo es acabar con esa explotación a la naturaleza y regresar al respeto de los ancestros a nuestra madre tierra. La tierra no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a la madre tierra. No entendemos que los grandes empresarios están acabando con ella, y también nosotros por seguir la corriente. Tenemos que entender que si se acaba la Tierra, como dicen, estoy seguro que primero caeremos nosotros, los seres humanos, porque la Tierra seguirá existiendo a pesar de nosotros. Parecen pensamientos contrarios, pero no lo son. Todo nos lleva a lo mismo. Antes de criticar de manera radical, pongámonos en los zapatos del otro. Y si no se puede, entonces pensemos en estos experimentos que nos hacen que todos nos uniformemos y pensemos igual que todos los demás. Tal vez si me atrevo a ver las cosas desde otra perspectiva, veré la otra cara de la moneda. El lado oscuro de la Luna.  

Lunes, 25 Marzo 2019 03:25

Verdad, tolerancia y buen vivir

Lectura 3 - 5 minutos

"El lenguaje político está diseñado para

que las mentiras parezcan verdades,

el asesinato una acción respetable y

para dar al viento apariencia de solidez”

-George Orwell-

 

Todo comenzó hace unos días con la celebración del día de la mujer, el tema del feminismo y, más tarde, el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Mucha información en las redes y, hace un par de días, con la serie que se está transmitiendo por televisión sobre el último. Mucho bombardeo informativo. En esos momentos recordé a Noam Chomsky, gran lingüista y pensador contemporáneo que cuestiona: ¿Cómo es que tenemos tanta información, pero sabemos tan poco?

El día de la mujer vi hombres regalando flores a las mujeres, mujeres que publicaban en las redes que no era un día de fiesta, decían que era un evento en el que se recordaba la lucha de la mujer para lograr la equidad de género y que no aceptarían regalos. Mujeres que en su marcha no aceptaban bien a bien la participación de los hombres. Y con lo de Colosio, se abrió la herida dolorosa de las muertes que oscurecen el desarrollo de nuestro país. Y aunado a esto, lo que sucede todos los días en nuestras calles. Violencia y muerte.

Tenemos mucha información, pero, de todo lo que nos dicen, ¿qué es verdad? ¿Qué es mentira? Alguna vez lo dije. Estos tiempos son para investigar y demostrar la verdad. Tenemos acceso a mucha información, y tenemos que ser muy sabios para no dejarnos llevar por sofismas

Han pasado veinticinco años, y todavía no sabemos la verdad sobre la muerte de Colosio. Podemos conjeturar que fue un crimen de Estado. Y, sin embargo, no podemos decir, a ciencia cierta lo que sucedió. ¿Fueron dos disparos de diferente calibre? ¿Es verdad lo del asesino solitario? ¿Sembraron las pruebas para culpar a Mario Aburto?

Nadie confía en la política. Nadie confía en los políticos. La política es el arte de engañar, afirmó Maquiavelo. Jean Rostand decía que, en política, la mentira de ayer es atacada sólo para halagar a la de hoy. La sociedad se siente lastimada por todo lo que ha sucedido en la historia de México. Y, sin embargo, yo sigo creyendo en lo que decía Gandhi: Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.

Hablo con mucha gente. En las calles, con las amigas y amigos, con los vecinos, y, en sus rostros se nota el desasosiego, la incertidumbre, el hastío. Algunos ya emigraron a otros estados o a otros países porque perdieron la fe en nuestras instituciones. Yo me cuestiono muchas cosas. Principalmente en qué les dejaremos a nuestros hijos e hijas para construir el futuro. Tengo miedo, me angustio. Y, sin embargo, también saco la casta y me convenzo de que tengo que seguir luchando para tener un mundo mejor, me convenzo de que tengo que aguantar y ser tolerante para poder encontrar el secreto que me permita poner remedio a tanta injusticia y desigualdad. Siempre trato de tener confianza. Sí se puede. Al final, la verdad tiene que salir a flote.

El hecho de encontrarnos frente a un nuevo paradigma político me da confianza. Sé que habrá errores, nadie es perfecto. También sé que entre lo que se dice y lo que se hace hay una diferencia abismal. Y también sé que, en muchos casos, el enemigo está en casa. Pero también creo, y siempre lo he creído, que la participación ciudadana es fundamental. En este sexenio se tiene que consolidar la verdadera participación ciudadana para que tengamos otros resultados. Para que nuestra sociedad mejore en todos los sentidos. Y esa participación ciudadana tiene que ser incluyente. Los problemas son de todos y de todas. Los problemas de las feministas son de toda la sociedad, los problemas de las madres y padres solteros son de todos, y así es con todos los problemas sociales. Todas y todos vivimos aquí, por lo tanto, tenemos que actuar en conjunto. Tenemos que hablar y actuar con humildad y, sobre todo, tenemos que actuar con verdad para vivir en armonía. Muchos creerán que esto nunca se va a dar. Que viviremos siempre en un mundo de mentiras porque así ha sido. Que todo es una contradicción. Qué todo es un absurdo. Pero, como dijo Merlí: Qué la vida sea absurda no implica que debamos caer en una profunda apatía. La sociedad tiene que actuar. Y pronto.

Lectura 3 - 5 minutos

"Somos los niños del mundo. Somos los niños de la calle.

Somos los niños de la guerra. Las víctimas y los huérfanos del sida.

Somos los niños cuyas voces no son escuchadas.

Ha llegado el momento de que nos escuchen”

-Gabriela Azurduy Arrieta-

 

Parece que este tema del juego y el entretenimiento lúdico causó impacto en los lectores de mi columna. Recibí mensajes y llamadas telefónicas en relación al mismo. Pero antes que otra cosa, quiero mencionar que el epígrafe pertenece a una pequeña de trece años. Esta chica menciono esas líneas en la inauguración de la sesión especial de la ONU para la infancia, reunida en Nueva York el nueve de mayo de 2002.

Dicen que para los niños, los débiles y los pobres sólo existe el presente y que se sienten perdidos si se les quita. Los niños viven el día a día siempre de manera subordinada. Ya sea a sus padres, familiares, maestros y adultos en general. No escuchamos lo que desean lo que necesitan. Este es todo un tema que trataré de desglosar lo mejor que pueda en relación a las preguntas que me hicieron llegar.

Las hijas de Mago se quejan de que siempre les dejan mucha tarea y que no les dan tiempo suficiente para jugar. Y peor aún, son los papás los que acaban haciendo la tarea de las niñas. Y, obvio, hay enojos, regaños y lágrimas. Es decir que no les permiten a los niños y niñas disfrutar la infancia.

Para que los pequeños y las pequeñas puedan expresarse, y sobre todo, sientan las ganas de hacerlo, hace falta que los adultos sepamos escuchar, esto no significa quedarse callados y hacer como que escuchamos. Debemos intentar comprender el valor de las palabras, de las verdaderas intenciones de los pequeños. Todos los pequeños hablan, pero no siempre es posible para nosotros, los adultos, comprender el mensaje. Escuchar significa ponerse de su lado, estar dispuestos a defender sus posiciones y sus requerimientos.

Lo importante es necesitar a los niños. Francesco Tonucci dice que esta es la primera y verdadera condición para que se pueda dar la palabra a los niños: reconocerlos capaces de darnos opiniones, ideas y propuestas útiles para nosotros, los adultos; capaces de ayudarnos a resolver nuestros problemas. Si esto llega a darse, la relación con ellos será correcta, entre ciudadanos adultos y ciudadanos niños. De lo contrario, les podremos dar regalos, pasar con ellos momentos simpáticos y divertidos, pero seguirán siendo excluidos de sus derechos, porque seguirán siendo “futuros ciudadanos”, o si lo prefieren, “menores”.

Si de verdad quieren tomar en cuenta a los niños, hay que escuchar y respetar sus propuestas. Pedir a los niños que propongan y no considerarlos produce una decepción terrible en ellos y hace perder valor a lo que les pidieron. Si se consideran sus propuestas como serias, los niños sentirán orgullo su condición de ciudadanos y tendrán muchas ganas de hacerse adultos para seguir defendiendo y mejorando su ciudad.

Como mencioné en mi artículo anterior, el juego está reconocido en el artículo 31 de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Tonucci asegura, y estoy completamente de acuerdo, que los adultos deberían reconocer este derecho porque “los niños que no juegan, o que no juegan bien ni lo suficiente, no serán buenas mujeres, ni buenos hombres adultos, ni buenos padres, ni buenos maestros, ni buenos trabajadores, ni buenos administradores. El juego es fundamental en la vida de un niño para el aprendizaje y el desarrollo integral porque ellos aprenden a conocer la vida jugando.

El juego ayuda en la infancia a desarrollar diferentes capacidades, como las físicas, sensoriales y mentales, afectivas, desarrolla la creatividad y la imaginación, forma hábitos de cooperación, aprenden a conocer su cuerpo y su entorno.

A través del juego, el niño aprende a desenvolverse en el ambiente mental, usa su pensamiento para ir más allá del mundo real, externo, y lo motiva a desarrollar estrategias para solucionar esos problemas.  

Es importante mencionar que no hay que confundir este tema con aceptar los caprichos de los niños ni con el comportamiento de los padres de defender a ultranza a los hijos, sabiendo que están equivocados. He visto situaciones extremas en el que el mal comportamiento de los hijos no sólo es tolerado por los padres, sino también defendido en la comunidad escolar.

Seamos padres comprometidos sabiendo escuchar a tiempo las necesidades de nuestros hijos. Respetemos su palabra. Convirtámoslos en ciudadanos desde pequeños, pero respetando también su derecho al juego.

Y en el caso de los adultos, si es necesario, regresemos al mundo de la imaginación y los juegos. Seguramente, además de divertirnos, seguramente encontraremos otro sentido al mundo.

Lectura 3 - 6 minutos

"Todos los aprendizajes más importantes

de la vida se hacen jugando”

-Francesco Tonnuci-

 

Bruselas es mi segundo hogar. Llegué en 1984 y viví por dos años más o menos. Vivía en la Av. Du Derby, muy cerca de un bosque con un lago hermoso que invitaba al descanso, a la contemplación y dejar volar la imaginación. Aprendía muchas cosas durante mi estancia. Cosas que nunca tuve en mi México querido. Disfruté de nuevos amigos y amigas, así como de conciertos de ópera y música clásica y otras expresiones musicales que me hacían pensar que estaba no sólo en otro país, literal, sentía que era otro planeta. Despertó mi imaginación como nunca lo había soñado. Para pertenecer al club de magia de Bruselas tuve que presentar unos efectos mágicos. Nadie se sorprendió con lo que hice. Eran magos conocedores. En ese momento recordé un juego de magia que había aprendido de mi época vendiendo conos de fruta en el mercado Adolfo Mateos. Lo presenté, y para mi sorpresa, ninguno de los magos lo conocía. Intercambiaban miradas de ¿sabes cómo lo hizo? Finalmente les expliqué el secreto y me aceptaron en el club. Mi primer libro formal de magia fue en francés. A partir de ahí, aprendí lo que nunca habría aprendido de haberme quedado aquí en México. De igual manera, al mirar todas las expresiones artísticas callejeras en las calles de Bruselas, me animó a tocar mi guitarra y cantar en las calles. ¡Sentía una libertad maravillosa! La gente se detenía para disfrutar la música. Para olvidarse de la rutina diaria mientras soñaban por un rato. Ahí aprendí, de manera contundente, que lo más hermoso de la vida era vivir de lo que te gusta hacer.  Picasso decía: “Cada segundo de vida es un momento nuevo y único en el universo, un momento que nunca se repetirá. ¿Y qué les enseñamos a nuestros hijos? Les enseñamos que dos y dos son cuatro, y que París es la capital de Francia. ¿Cuándo les vamos a enseñar también lo que son? Deberíamos decirle a cada uno de ellos: ¿Sabes quién eres? Eres una maravilla. Eres único. En todos los años que han pasado, nunca ha habido otro niño como tú. Tus piernas, tus brazos, tus dedos, la forma en que te mueves. Quizá te conviertas en un Shakespeare, un Miguel Ángel o un Beethoven. Tienes la capacidad para hacer cualquier cosa. Sí, eres una maravilla. Debes trabajar, todos debemos trabajar, para hacer al mundo digno de sus niños”. Y remata afirmando: “Todos los niños nacen artistas, lo difícil es seguir siendo un artista cuando crecemos.”

Más tarde descubrí un lugar en el que se despertó, mejor dicho, se proyectó mi imaginación: La Mediatheque. Este era un lugar donde tenían colecciones de discos de acetato, -¿se acuerdan?- de diferentes países del mundo. Muchas expresiones para aprender y disfrutar. Colecciones de películas, muestra de diferentes directores y nacionalidades. Todo con el propósito de despertar la imaginación, recrearse, reinventarse y crear e inventar mundos diferentes. Ahí conocí a un grupo de Rock local llamado “Mano Negra” en el que estaba un tal Manu Chao, quien al pasar de los años no sólo ha dado a conocer su música aquí en México sino también ha participado con sus rolas en películas mexicanas.

La vida comienza jugando. El juego es fundamental para el desarrollo de un niño, dicen. Pero yo agregaría que el juego también da como resultado personas diferentes. Más empáticas y solidarias. Despertar la imaginación es darle libertad al espíritu.

Francesco Tonucci, Frato, como se le conoce dice que: Hay que dejar tiempo a los niños por las tardes para que hagan cosas diferentes y luego tengan temas de conversación para hablar en clase. Esto requiere no mandar demasiados deberes, ya que pasan suficiente tiempo en el aula. Darle más poder y libertad a los niños; que éstos sean el centro de formación contando sus experiencias. Afirma que, si los niños participan activamente en la gestión y en la toma de decisiones escolares, como la estipulación de las reglas que se aplicarán en los recreos, el niño no se sentirá esclavo, sino un ciudadano libre y soberano que es uno de los objetivos que debe perseguir una escuela democrática.

En el prólogo del libro, que por cierto fue publicado por el Instituto de Cultura del Estado de Morelos, “la otra regla del juego. La azarosa vida de las ludotecas en México”, escrito por Inés Westphalen Ortiz, se menciona que el juego no es un derecho que debe concedérseles a niñas y niños, sino un derecho que debe ser reconocido jurídicamente y fomentado a través de programas y políticas que le den el estatus que merece, como elemento constructor de su vida y como garante de muchos otros derechos. Aprovecho este espacio para dar un reconocimiento a mi querida Itziar e Iñaki Ulacia, grandes amigos que diseñaron la portada e interiores de este libro.

Es momento de pensar, reflexionar y ofertar espacios de este tipo en nuestras comunidades y mejorar las que ya existen. Crear ludotecas en las que nuestros niños, (y adultos. ¿Por qué no?)  despierten su imaginación, que seguro los llevará a imaginar un mundo mejor. En la Convención sobre los Derechos del Niño, artículo 31, el juego es reconocido, al igual que el esparcimiento y el descanso. Y con esto va aparejado el concepto de juguete, porque un juguete bueno es aquel que sin ser nada concreto puede ser todo, como dice Frato, este gran psicopedagogo creador del concepto de La “Ciudad de los niños”. Por cierto, con la magia cibernética de nuestros tiempos, me acabo de suscribir a la Mediatheque de Bruselas. ¡Qué maravilla!

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"Quien vive con más desahogo

no es el que tiene más,

sino el que administra bien

lo mucho o poco que tiene.”

-Angel Ganivet-

 


Tenemos demasiados distractores. Tantos, que cada día que pasa menos atención ponemos a lo importante. Nuestra atención se centra en lo urgente pero lo importante lo hacemos a un lado. Cuando era niño la vida era simple. Muy simple. Después de la escuela llegábamos a casa a comer, después de hacer la tarea, si había, me salía con los amigos vecinos a la calle, jugábamos al bote pateado o a las escondidillas. Regresábamos a casa, merendábamos y veíamos la tele un rato. Platicábamos con mi mamá de muchas cosas. Tal vez de cosas simples pero con mucho significado, las historias de su pueblo eran las que más me encantaban. El abuelo Víctor y la abuela Natalia vendían sus productos en el mercado de su pueblo, y allí aprendieron muchas cosas para tratar de vivir mejor.

Había un hombre que siempre hablaba de tener cuidado con el dinero. Decía que no importaba si ganabas poco o mucho, siempre había la oportunidad de tener un excedente para ahorrar. Que esto era importante porque un día uno ya no tendrías fuerzas para trabajar y entonces, ¿de qué vivirías? Siempre, decía él, había qué saber cómo gastar el dinero porque éste te quema las manos. Nomás llega a ti, y quieres ir a gastarlo. Mencionaba que mientras más dinero tenías, más querías gastar. Que aparentemente tus “necesidades” eran más mientras más tuvieras. En conclusión, que una persona era más feliz si sabía gastar y ahorrar porque podía disfrutar de las dos cosas al mismo tiempo.

Me he puesto a pensar en las cosas que tenía en mi niñez. Eran pocas, pero suficientes. Había pocos canales de televisión y una sola televisión. La tele, de alguna manera era el momento de reunión familiar, y teníamos preferencia por un canal determinado. Si querías cambiarlo de canal, tenías que pararte para hacerlo; un solo teléfono para toda la familia, y existía el dicho de que el teléfono servía para acercar distancias y no para alargar conversaciones. Un solo salario era suficiente para las necesidades de una familia.

Los tiempos han cambiado tanto que dicen que los canales de comunicación son más y nos han acercado tanto que… yo creo que nos estamos perdiendo. Las conexiones eran alámbricas. Ahora casi todo es sin cables. Me siento frente al televisor y, con tantos canales que tenemos, me la paso cambiando de canales con el control remoto, y nada me gusta. Nada me satisface. Nada me contenta. Al final, apago la tele. Nada me gusta. Ahora mando mensajes por whatsapp y, si necesito hablar por teléfono con alguien, primero le tengo que mandar un mensaje para preguntar si puedo llamarle. La confianza también se va perdiendo.

En las noches todos se van a sus habitaciones. Ya no hay convivencia. Los niños se encierran y se la pasan metidos en sus celulares viendo cuanta cosa.  Y los papás… bueno.

El orden se ha ido perdiendo en todos los sentidos. Lo peor es que no nos damos cuenta. Yo ya me estaba perdiendo entre tantos pensamientos que tengo. Con respecto de los dineros y el ahorro, me he preguntado muchas cosas. Se supone que hay un orden para los gastos en las familias. Para los gastos en el gobierno. Se supone que debe haber un presupuesto, es decir, un plan de gastos para enfrentar las necesidades. Y lo que nos ha sucedido en estos tiempos de gobiernos vanos y mentirosos es que nos dicen que no hay suficiente efectivo. Los dineros desparecen y nadie da una explicación y, mucho menos hay rendición de cuentas.

Mi humilde opinión sigue siendo la misma. Se llevan el dinero los malos gobernantes porque saben que nadie hará nada para exigir que ese dinero sea devuelto. Pero dinero hay. Ni las personas ni los gobiernos pueden tener éxito sin ahorrar. Y ahorrar no es sólo guardar el dinero, sino saber cómo y en qué gastarlo. Esperamos mucho de este gobierno. El paradigma puede ser cambiado si hay voluntad. ¿La hay? Y de parte de los ciudadanos, tenemos que ser más participativos y exigentes con nuestros gobernantes para que todo mejore. ¿Estamos listo para la democracia participativa? Desde niño escuché que somos un país rico, entonces ¿por qué hay tanta pobreza? Sigamos el ejemplo de otros países. Se puede. Benjamín Franklin decía que el camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: Trabajo y ahorro. Y en el caso de una sociedad, agregaría: comunicación para lograr acuerdos benéficos para nuestras comunidades.

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"Ni la tierra, ni las mujeres

somos territorio de conquista.”

-Consigna en la marcha “Nos queremos vivas”-

 

Este domingo no fue un domingo como cualquier otro. Cuando era más joven llegaba como a esta hora al kiosco, compraba el periódico, me dirigía a alguno de los restaurantes de nuestra Cuernavaca y me sentaba a leerlo mientras disfrutaba de una rica naranjada. Todo era tranquilidad y paz en el zócalo. Sin embargo, el sentimiento de esta mañana fue radicalmente opuesto. Ver a nuestras mujeres, madres de familia, estudiantes, trabajadoras, mujeres que venían de diferentes lugares para manifestarse a favor de la vida, a favor de la mujer, y en contra del machismo, la violencia de género y de los feminicidios, me hizo reflexionar en lo que se ha ido de nuestra vida. Se fue la paz, se marchó la tranquilidad de nuestras vidas. Nos dejaron el temor y la incertidumbre. El escuchar testimonios del miedo que sienten las mujeres al salir de sus casas es terrible. Si para mí, como hombre, pensar que le pueda pasar algo a mi hija me angustia, me pregunto qué siente una mujer al caminar sola por estas calles inseguras. Vi muchas pancartas con mensajes muy fuertes para hacer conciencia: “Disculpe las molestias, pero nos están asesinando”, para aquellos a quienes les molestan las manifestaciones. O “nos queremos vivas, libres y sin miedo” para los que no alcanzan a comprender el temor de una mujer que sale a las calles y se enfrenta a cualquier tipejo que se dirige a ellas como si fueran un objeto y sin el menor respeto. “Somos el grito de quienes no tienen voz”, se leía en otra pancarta que, para mí, significa la voz de una mujer que desapareció y no se ha vuelto a saber de ella, y cuyos padres viven con la angustia de lo que le estará sucediendo.

Los testimonios de las madres de familia que sufrieron el asesinato de alguna de sus hijas son muy dolorosos. En un video que circula en youtube, una de ellas asevera que mataron a toda su familia, los dejaron sin vida. Los dejaron sin libertad. Otra guarda un mechón de su hija para llevarla siempre cerca. Otra madre argumenta que así como hay cadenas de corrupción e impunidad en el gobierno, todos nosotros como sociedad, debemos crear una cadena de justicia, de dolores compartidos, de visibilizar estos hechos. Hay que levantar la voz.

Vi muchas mujeres y muy pocos hombres en esta marcha.  Este es un problema que afecta de manera directa a las mujeres, pero también es un problema social que nos atañe y afecta a todos. Padres, madres, hijos, hijas, hermanos, hermanas, comunidad. Estoy seguro que muchos padres y madres, yo incluido, estamos con la preocupación, ya cotidiana, desde que salen nuestras hijas por la mañana, hasta que regresan a casa. No podemos seguir así. No debemos seguir así. Las autoridades deben actuar en consecuencia y realizar las acciones que hagan falta para acabar con este flagelo. Y no debemos aceptar como sociedad, salidas fáciles de los funcionarios. No se trata de si son mujeres que se dedican al oficio más antiguo del mundo. Nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro ser humano. Esas declaraciones, lo único que hacen es culpar a las víctimas. ¿Dónde quedan los victimarios? Se tienen que analizar las causas y actualizar las políticas públicas correspondientes. E igual de importante es el hecho de llegar hasta las últimas consecuencias en las estrategias policíacas y de investigación para que caiga todo el peso de la ley sobre los responsables. ¿Dónde están las cámaras de las que se hizo tanta alharaca en el sexenio de Graco?

La revista Proceso dijo que en los primeros doscientos días del gobierno actual ya se habían dado treinta y nueve feminicidios. Esta mañana, en las pancartas, se hablaba de cincuenta y nueve. Es una vergüenza la incapacidad de las autoridades correspondientes. Es lamentable que el terror siga siendo el pan nuestro de cada día.

El Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) ha alertado que el 70% de los feminicidas tiene el estatus de “desconocidos”, mientras que el 30% de los agresores se ubican como “conocidos” de las víctimas. Y sólo en el 20% de los casos quien comete el crimen es la pareja, o expareja. Y de acuerdo al informe presentado por la Comisión Independiente de Derechos Humanos, del año 2000 a enero de 2018 se registraron ya 851 feminicidios en nuestro estado.

A esto hay que agregarle los del mes de febrero a diciembre del 2018 más los de este 2019 del nuevo gobierno. Fácilmente en diecinueve años han sobrepasado los mil asesinatos de mujeres por razones de género.

Levantemos la voz. No nos quedemos callados ni calladas porque, como dijeron en la marcha:¡Ni una más! ¡Las queremos vivas!

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"No quiero sentirme valiente cuando salga.

Quiero sentirme libre".

-Anónimo-


He visto videos y noticias que tratan de la violencia cada vez más alta contra la mujer. Es una desgracia y vergüenza a la vez lo que está sucediendo en nuestro entorno. Esta mañana, muy temprano, noté cómo se están incrementando los videos sobre maneras en que una mujer, al ser atacada, debe defenderse. Se viralizan canciones que hablan del tema. Datos estadísticos, estrategias que aplicar se presentan por parte de la sociedad civil. Las preguntas importantes, aunque hay muchas otras, son ¿en dónde están las políticas públicas para enfrentar este problema? ¿Dónde están los elementos de seguridad que vigilen las calles para enfrentar a esos criminales?

Ayer me contaba una gran amiga que un día se encontraba caminando en las calles de Palmira cuando notó que un vehículo se le aproximó y escuchó voces que decían entre sí lo que le iban a hacer. No cuento los detalles porque son muy bajos. El punto es que ella se aproximó a una caseta de vigilancia. Llamaron a la Policía… pero no lograron encontrarlos.

El diez de agosto de dos mil quince se decretó la alerta de violencia de género, y a pesar de eso, los feminicidios y ataques a mujeres se han ido incrementando constantemente. Esta alerta fue declarada en ocho municipios de nuestro estado: Cuernavaca, Jiutepec, Temixco, Yautepec, Cuautla, Xochitepec, Puente de Ixtla y Emiliano Zapata. Sin embargo, y desde entonces, tanto en Tepoztlán como en Jojutla se han incrementado los feminicidios. Y, obvio, aun cuando las estadísticas mencionan a estos municipios como de alto índice, en los demás municipios, seguro estoy, se manifiestan este tipo de hechos.

De acuerdo a datos del Inegi, en su comunicado de prensa número 588/18 del veintidós de noviembre del año pasado, manifiestan que de las mujeres que han enfrentado violencia por parte de esposo o novio, a lo largo de su relación de pareja (19.1 millones), en el 64.0% de los casos se trata de violencia severa y muy severa. Se estima que anualmente cada mujer perdió 30 días de trabajo remunerado y 28 días de trabajo no remunerado a causa de la violencia por parte de su pareja. Y, por último: El costo estimado por días de trabajo perdidos por las mujeres, entre octubre de 2015 y octubre de 2016, asciende a 4.4 mil millones de pesos.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, adscrito a la ONU, indicó en uno de sus reportes que, pese a los esfuerzos del Gobierno de México aún se requiere adoptar medidas “urgentes” para prevenir, investigar y juzgar las muertes violentas y desapariciones de mujeres en el país. El informe, elaborado por veintitrés expertos, indica que las mujeres y niñas mexicanas siguen siendo blanco de la inseguridad, violencia, crimen organizado y tráfico de drogas.

Las cifras de este organismo no gubernamental dibujan una realidad más peligrosa para las mujeres que la que dan a conocer los datos oficiales. Según su información, entre 2014 y 2017 unas 8.904 mujeres han sido asesinadas en México, sin embargo, solo un 30% de los casos fue investigado bajo los protocolos del feminicidio. En cuanto a la relación de la víctima con su victimario, la información revela que la autoridad desconoce en un número significativo el vínculo entre ambos, lo que evidencia que las investigaciones carecen de diligencias básicas que permitan identificar a los agresores, situación que lleva a que los casos queden en la impunidad.

Respecto a nosotros, como sociedad civil, es importante que pongamos atención a nuestros hijos e hijas. ¿Qué ven en las redes? Es muy fácil acceder a los sitios pornográficos. Es muy fácil que un criminal se haga amigo de un o una adolescente en sus redes sociales. Conozco muchos casos en los que hay menores de edad que llevan pornografía en sus celulares. Ellos no están preparados ni maduros para este tipo de información. Les provoca ansiedad y al paso del tiempo, seguramente traerá consecuencias psicológicas equivocadas. Muchos niños y niñas de muchas comunidades juegan a “los narcos”. Alimentemos a nuestros hijos e hijas con amor. Abracémoslos. Demos tiempo de calidad para ellos. Que vean que sus padres, a pesar de todo lo malo que existe, son personas de bien que quieren, buscan y se preparan para dejarles un mundo mejor. Rompe el silencio cuando seas testigo de la violencia contra las mujeres. No te quedes callado.

En cuanto a las actividades del gobierno, definan ya sus políticas públicas respecto al tema. Desarrollen una policía cibernética que persiga los delitos relacionados. No existe hasta este momento. Pongo un caso. Al tratar este tema en una de mis clases en el Tec de Monterrey, hace ya muchos años, un alumno, apenado, decidió participar. Contó que estuvo becado en Alemania y que un día llegó la policía cibernética a la casa de la familia que le daba alojamiento, exigiendo ver a la persona que estaba metida en sitios porno en internet. Los padres dijeron que no era verdad. Que nadie hacía eso en la casa. Recordaron que tenían un huésped mexicano, tocaron la puerta de su recámara y sí, allí estaba este chico entretenido en esas páginas. Aquí en México no contamos con una policía cibernética, pero considero que es urgente que se trabaje en ello. Y obvio, el gobierno debe desarrollar las estrategias necesarias para abatir este tipo de delitos en beneficio de las mujeres y de nuestra sociedad.

Lunes, 28 Enero 2019 07:16

Solidaridad, empatía y buen vivir

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"Quien toma bienes de los pobres es un asesino

de la caridad. Quien a ellos ayuda,

es un virtuoso de la justicia.".

-Tony A. Gaskins Jr.-


No puedo negar que actualmente vivo mucho mejor que hace años. Tengo tranquilidad, dos hijos maravillosos, me siento bendecido porque he logrado muchas cosas en la vida. No necesito lujos. Dice Pepe Mújica: vivo sobrio y lucho por la sobriedad. Vivo liviano de equipaje. Séneca decía que pobres son aquellos que precisan mucho. Y la Biblia dice: Miren a las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?

Para las personas que se pregunten, no soy muy religioso que digamos, más bien, soy alguien que toma las cosas buenas de religiones y filosofías porque esto me ha ayudado a vivir una vida más tranquila. Tengo amigos y amigas buenos como el padre Luis Rodríguez y Martín del Campo, por ejemplo, a quien le agradezco siempre su amistad y sus consejos. Me he dado cuenta que cuando más necesidades he tenido, cuando más atribulado estoy, siempre se aparece algo o alguien que me ayuda y me saca del pozo profundo en el que me encuentre.

Hace muchos años, tendría unos veintidós años, me encontraba en Hong Kong de vacaciones. Ya me habían contratado en un hotel de Beijing para cantar. Necesitaba una buena guitarra y al llegar a la isla de Hong Kong conseguí un trabajo en una fábrica clandestina de relojes. Me hospedé en la Casa de los Soldados y los Marineros en la península de Kaoloon en el distrito de Wan Chai. Compartía la habitación con otros siete huéspedes. Había viajeros, marineros, gente que no tenía mucho dinero. No teníamos muchos lujos. Pero lo maravilloso era el hecho de compartir nuestras historias. Había un marinero de Sri Lanka que siempre me invitaba a tomar, a lo cual nunca accedí porque no acostumbro beber; había también un joven francés que había cruzado África en bicicleta y ahora quería hacer lo mismo en Asia, y quien, por cierto, cada vez que veía algo abandonado preguntaba de quién era, si el propietario ya había salido del hotel, entonces se quedaba con las cosas. Se quedó con un par de calcetines y un pocillo viejo ese día. Federico Cessati era un maestro italiano que sólo tenía trabajo medio año y el resto viajaba para hacer fotos de sus viajes y luego, de regreso a Italia, vendía las fotos a algunas revistas.

Federico y yo nos hicimos grandes amigos. Compartimos nuestro tiempo libre en los barrios de Hong Kong y hablábamos del futuro de nuestros países. Y como todas las cosas buenas se acaban porque nada es eterno, un día me quedé solo en la habitación.  Me había comprado una guitarra de doce cuerdas para mis presentaciones en el hotel Jiang Quo de regreso a Beijing. Me costó mucho dinero, tanto que el resto de mis días en la isla me la pasé alimentándome de te de limón. Afortunadamente durante el día estaba en la fábrica de relojes y me distraía. Pero llegando la noche…

Una de esas noches estaba desesperado porque era demasiada el hambre que tenía. Sentir hambre desespera. Angustia. Sientes miedo. Dos días más, y estaría de regreso en Beijing, pensaba, llegando cobro mi beca de estudiante y como todo lo que pueda a gusto. Paciencia. Serenidad y paciencia.

Estaba acostado y no podía dormir. Tenía muchísima hambre. Me levanté y me dirigí al cuarto de televisión para distraerme un poco. Encendí la tele, y, lo primero que apareció fue un comercial de pollo frito. Se me hizo agua la boca. ¡Comencé a salivar profusamente! Y se me llenaron los ojos de lágrimas. Apagué la tele inmediatamente y me levanté para irme a la habitación. En esos precisos momentos entró un chino de Macao, allá hablan portugués porque fue colonia de ese país, y a quien habíamos conocido Federico y yo en los baños del hotel porque entendía parte de lo que hablábamos. Nunca volví a ver a ese chino hasta esa noche en el salón de televisión. Entró con sendos platos de comida. Me invitó a comer. Le dije que no, que ya estaba cansado. Insistió. Me dijo que no lo podía dejar ahí abandonado porque el hotel estaba casi vacío y que quería compartir su comida conmigo. Esa noche comí mucho espagueti con sardinas portuguesas, por supuesto. Después de esto, ya no volví a ver a ese chino en mis dos días restantes en el hotel.

Salí un domingo del hotel. Compré mi boleto a Beijing. Me quedó algo de dinero que me alcanzó para comprar unas mandarinas y un paquete pequeño de galletas saladas. Me dije que sería suficiente para mi viaje de dos días hasta mi destino. Sin embargo, el lunes a media tarde, no sé por qué, me moría de hambre, literalmente. El tren paró en un pueblo llamado Han Kou. ¿Cómo olvidarlo? Me bajé para distraerme y espantar el hambre, pero vi a una mujer vendiendo huevos cocidos y nuevamente empecé a salivar. Me imaginé que sabrían riquísimos con mis galletas. Me subí con tristeza al vagón. Ya sentado, unos chinos, compañeros de viaje, me invitaron de los huevos que habían comprado. Yo les compartí mis galletas y mis mandarinas y sacié mi hambre.

Ayer, cuando fui al súper a comprar, en la entrada vi en los ojos de una mujer el hambre que tenía. Recordé esta anécdota que acabo de contar. Yo sé qué se siente tener hambre. Le compartí lo que traía. Quisiera tener los medios para apoyar a toda la gente que necesita. Podemos ayudarlos. Y al mismo tiempo, debemos exigir transparencia de nuestro gobierno. Somos un país rico que han saqueado para beneficio de unos cuantos. Ojalá que entiendan, como decía Martí: Ayudar no es sólo parte del deber, sino de la felicidad. Seamos solidarios.

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