M. en D. Primo Blass
Verdad, bondad, utilidad y buen vivir
"Ellos gritan que no les caes bien,
pero observan cada uno de tus movimientos.
Hay personas que odian lo que no pueden ser;
y lanzan piedras a quien no pueden alcanzar ".
-Tony A. Gaskins Jr.-
Es difícil mantener la calma cuando hay cosas que se suceden una tras otra y, lo “peor”, es que cada vez se pone peor. Muchos cambios con el nuevo gobierno federal, y muchas disputas a nivel local. No bien estamos entrando al “desabasto” de gasolina y ahora nos enfrentamos a la gran tragedia en Hidalgo.
Esto me lleva a muchas reflexiones porque todos y todas nos confundimos con tantas versiones. No quiero meterme en el asunto de repetir todo lo que hemos visto, leído o escuchado. Sólo quiero contar unas historias y después, que cada uno de nosotros reflexione y tome cartas en el asunto.
Hace bastante tiempo escuché un cuento sobre los tres filtros de Sócrates que me ha funcionado muy bien en la vida y así me conduzco desde entonces.
Un día llegó un discípulo a visitar al gran filósofo queriendo contarle lo que había escuchado de un amigo muy cercano al Maestro. Sócrates dijo que antes de escucharlo tendría que pasar la prueba de los tres filtros. Le preguntó si lo que le iba a contar de su amigo era absolutamente cierto. El discípulo contestó que no. Que sólo había escuchado algo. Entonces no sabes si es verdad. Pasemos al segundo filtro. El de la bondad, dijo el Maestro. Preguntó entonces si lo que le iba a contar de su amigo era algo bueno. El discípulo contestó que era todo lo contrario. Sócrates le dijo que concluía, por tanto, que el discípulo quería contarle algo malo y que tal vez era falso. Bueno, dijo el filósofo. Tal vez me gustaría escuchar lo que quieres decirme. Queda el último filtro que es el de la utilidad. Mencionó. ¿Me servirá de algo saber lo que quieres contarme de mi amigo? No. La verdad no es útil. Contestó el discípulo. Sócrates, mirándolo profundamente, le contestó: Si lo que me quieres contar de mi amigo no es cierto, ni bueno y ni siquiera es útil ¿para que querría yo saberlo?
Segunda historia. En realidad, ésta tiene que ver con el epígrafe que quería usar para esta columna. Siempre busco las fuentes de cada frase que leo. Me encontré una que dice que los rumores son creados por los envidiosos, regados por los chismosos y creídos por idiotas. Me pareció muy adecuado por lo que está sucediendo. Al buscar al autor, no sólo no lo encontré, sino que me encontré con otras versiones. La más ligera es ésta: Los rumores son llevados por hipócritas, difundidos por tontos y aceptados por idiotas. Entré en confusión y no decidía cuál usar como epígrafe. Al final, encontré la frase que decidí usar. Me pareció más elegante y más propia. Y también con más sentido, por lo que estamos viviendo.
Nunca había visto en mi vida tanto rencor y encono en contra de alguno de nuestros mandatarios. He visto y leído tanto que me entristece, y también me indigna, porque en lugar de unirnos, en lugar de desearle lo mejor a nuestro presidente en turno, porque si le va bien a él, a nosotros también nos irá bien, y, además, participar activamente en construir un mejor país, haya gente provocadora que defienda lo indefendible y provoque caos en lugar de concordia, que lance vituperios y sofismas pensando que va a convencernos de seguir el juego del desastre.
El gobierno de López Obrador lleva tan sólo cincuenta y dos días en ejercicio. Muchos de nosotros vemos cambios radicales para bien, lo que nunca había hecho ningún otro presidente. Otros ven cambios que no les convienen por alguna razón. Ellos sabrán. Pero lo que yo creo es que debemos participar de manera activa, de manera crítica. Es obvio que no estoy a favor de aplaudir cualquier cosa que se dé en el gobierno, pero lo que hasta ahora he visto en muchos medios es un odio irracional que lo único que provoca es malestar social y confusión.
Insisto en que debemos apoyar a nuestro presidente. Insisto en que debemos apoyar a nuestro país. Insisto que debemos trabajar de manera conjunta en armonía para lograr una mejor comunidad. Creo que hemos llegado al punto sin retorno. Comencemos un nuevo ciclo. Todos juntos con el mismo fin. Un día ya no estaremos. Sembremos amor, concordia, armonía, buena educación con valores. Dejemos esta tierra un poco más bonita, un poco más humana, un poco más amable, un poco más perfumada, un poco más limpia, un poco más de todo para los que menos tienen, para aquellos visitantes desconocidos que vendrán después de nosotros. Busquemos la verdad, la bondad y la utilidad para lograr el buen vivir. Para lograr la cultura de la paz tan necesaria en estos tiempos.
Mesura y buen vivir
"La cantidad de rumores inútiles
que un hombre puede soportar es
inversamente proporcional a
su inteligencia ".
-Arthur Schopenhauer-
Este artículo está siendo escrito en la CDMX. Llegué el sábado por la tarde noche. Ya venía yo preparado para ver y oír lo peor. El desabasto de gasolina ha creado un caos en esta ciudad. La gente tiene que hacer colas muy largas para adquirir el preciado líquido. Hay protestas en las calles y la gente se pelea. Perros haciendo filas con un garrafón en el hocico y muchas historias más. Mientras venía en el autobús, había leído un escrito publicado por una amiga en su “feis” en el que describía la situación casi como el fin del mundo.
Óscar pasó por mí a la terminal y nos fuimos platicando del asunto. Él no está a favor del nuevo gobierno. De hecho su opción de voto fue otra. Obvio, eso no obsta para que nuestra amistad siempre esté en equilibrio. Me pidió que lo acompañara a cargar gasolina y sí, había una fila enorme. Nos tomó como hora y media cargar gasolina. Pero durante la espera platicamos de los diferentes puntos de vista sobre la situación y de otros temas también. Había orden en la gente, nadie se metió en la fila, uno de los trabajadores empezó a repartir boletitos con número para ser atendidos. Nos tocó el cincuenta y siete. Cuando nos atendieron, Óscar pidió que llenaran el tanque. Un taxi que estaba delante de nosotros, después de llenar el tanque, sacó un garrafón grande y pidió más gasolina. Salimos de la gasolinera y nos dirigimos a casa de mi amigo.
Tenemos que tener confianza en nuestro presidente. Creo que todos, hombres y mujeres lo hemos hecho con los anteriores, ya lo mencioné en otros artículos. No podemos apostar por el caos. Viendo hacia atrás, hemos podido comprobar, y seguimos comprobándolo, que algunos miembros de la clase política se aprovecharon de nosotros, de nuestro país y de nuestros recursos. Ahora toda la porquería está saliendo a flote. Y lo que falta.
Tenemos que ponernos las pilas. Participar hombro con hombro, ciudadanos y gobierno, para salir adelante. La democracia tal vez no se la gran solución a los problemas de una sociedad, pero es la única opción, y la mejor, así pienso, para avanzar en la vida social. Entre todos podemos elegir de entre muchas opciones de solución y, si nos equivocamos, nos volvemos a organizar para encontrar otra solución. Las probabilidades de equivocarnos siempre existirán, pero de eso se trata la vida. ¿No es cierto? Cada uno de nosotros, hombres y mujeres estamos en una constante búsqueda en la vida. Algunas veces tomamos decisiones correctas, y otras más, nos equivocamos. Dicen que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra. Y sin embargo, cada día tenemos la opción de ser mejores.
En el caso de las riendas de un país, nos hemos equivocado, y más que eso, creo, los que han llegado al poder, al darse cuenta de todo lo que pueden hacer para enriquecerse, han olvidado al pueblo para llevar agua a su molino. Eso lo tenemos que acabar. ¿Cómo? Con la participación ciudadana activa.
Esto que está sucediendo con lo de la gasolina, sabemos que no es nuevo. Sabemos desde siempre que los malnacidos siempre han saqueado al país, han robado al pueblo. Lo que no sabíamos era la magnitud tanto del robo como del modus operandi. Nuestro presidente está trabajando en nuestro beneficio, confío en ello, y estoy seguro que la cloaca se está abriendo tanto que seguro habrá otras sorpresas, pero al final, eso será en beneficio de México.
No creas todo lo que escuches ni en todo lo que veas. Ni siquiera creas lo que escribo. Investiga. Analiza si lo que escuchas o lees es parte de un discurso dominante, publicado en esta columna el once de noviembre. Recuerda que hasta las redes sociales funcionan de acuerdo a tu perfil. Si eres de X gusto, eso te darán de información y si eres de Y, te darán eso mismo.
No te dejes llevar por los rumores porque, según Madame de Staël, éstos se parecen al humo, se disipan pronto pero ennegrecen todo lo que tocan.
Tal vez no todo salga como espero en este sexenio. Pero de lo que sí estoy seguro, es que será un parteaguas en la historia de México, sobre todo, porque el ciudadano mexicano cada día es más consciente de su responsabilidad para actuar en consecuencia respecto de cómo debe de ser la convivencia social, y, por tanto, eso traerá como consecuencia un mejor país. El destino nos espera. No permitas que los rumores te distraigan. Recuerda que nunca llegarás a tu destino si te detienes a tirar piedras a cada perro que ladra.
Nostalgia y buen vivir
"La nostalgia es genuina,
lloras por cosas que
en realidad sucedieron".
-Pete Hamill-
Días previos a la llegada de los Reyes Magos me comenzó a llegar la nostalgia. En mi infancia no había nada especial durante la Navidad, es decir, no poníamos arbolito, no adornábamos la casa para sentir la celebración. Las calles sí se vestían de Navidad y se sentía que algo bonito iba a llegar. No recuerdo saber nada de Santa Claus. Me emocionaba muchísimo pensar que pronto llegarían los Tres Sabios de Medio Oriente y nos llevarían regalos. Recuerdo que mi papá me ayudó a escribir mi carta pidiendo algún juguete, pero no recuerdo que pidiera una marca específica. Esas cosas no existían en mi entorno. Yo digo que tendría unos cinco años cuando los Reyes me llevaron un Batimóvil que tenía un cable que salía de la parte de atrás y, del otro extremo, una manivela que tenía que girar para que el vehículo marchara.
Batman y Robín, Cachirulo, Combate, el Túnel del tiempo, Banana Split, Los Monster, Viaje al fondo del mar, eran mis series favoritas. La bruja maldita de verdad me espantaba terriblemente. Subía los pies cuando estaba sentado en la cama porque sentía que me iba a jalar y llevarme debajo. Sólo recuerdo tres canales: el dos, el cuatro y el cinco. No sé si había más. Todo era muy ingenuo. Todo era suficiente. Todo era mucho. Y eso era todo. Me tocó escuchar radionovelas. Era lo de ese tiempo. Sobre todo, cuando íbamos a visitar a mi abuelita Natalia. Me tocó escuchar y seguir las aventuras de Kalimán, cuya voz era la de Luis Manuel Pelayo. Por cierto, hace muy poco tiempo, me enteré que la voz de Solín era la de Luis de Alba. Ese es uno de mis recuerdos más gratos porque aprendí que quien domina la mente, lo domina todo. Serenidad y paciencia.
Justamente con revistas como Kalimán, Archie, la pequeña Lulú, Daniel el travieso, Periquita y La familia Burrón fue como aprendí a leer. Era maravilloso meterse a ese mundo. Mi favorita era Memín Pingüín. Así le llamaba. Ahora, ya de adulto me entero que el apellido era Pinguín, de pingo, supongo. Pero a mí me suena raro. Ya más grande también cayeron en mis manos ejemplares de Lágrimas y risas, Chanoc, El Payo, y otras más. Un poco más tarde, Rius se convirtió en mi maestro con los Supermachos y los Agachados. Rius me hizo pensar de manera diferente.
Nuestros juegos eran muy sencillos pero imaginativos: el bote pateado, el burro castigado, la roña, Doña Blanca, la vieja Inés, las escondidillas. No sé cómo lo aprendí, pero fabricaba dardos con palitos de paleta, un alfiler y hacía origami con una hojita de papel para simular las plumas del dardo. Nos íbamos al cerrito a traer varillas, comprábamos papel china y hacíamos papalotes que, ahí mismo, en el cerrito, hacíamos volar. Y yo también volaba con la imaginación. Había un juego con corcholatas. Juntábamos, cada uno por su lado, todas las corcholatas que se podían. El juego consistía en apostar una o varias corcholatas. Se colocaban boca arriba y usando otra corcholata en la que insertaba los dedos índice y medio, le daba un golpe a una de las corcholatas en la orilla, la cual saltaba y, si quedaba boca abajo, la ganaba. Y así seguía hasta que perdía. Entonces era el turno de mi adversario.
Nos íbamos a nadar al ojo de agua, ése que ahora se encuentra frente a esta casa editorial. Arribita del Sam’s. para nosotros era un lugar gigantesco. La última vez que lo visité, hace un año, es demasiado pequeño para que quepa mucha gente. Pero nosotros éramos muy pequeños. Para nosotros era el mar. Había cangrejos. Andábamos en la calle hasta tarde. Nuestros papás no se preocupaban por nosotros. Era un mundo diferente. Muy simple tal vez. Pero un mundo en paz. Seguramente había violencia, pero no la percibíamos. No la vivíamos tan de cerca. El “robachicos” era una forma de decirnos que tuviéramos cuidado o para motivarnos a “portarnos bien”.
Los tiempos han cambiado. Es obvio. Lo único que no cambia es que todo cambia. Hay tanto y de todo para todos que no se sabe a dónde dirigir la mirada. Ya casi no hay actividad física en nuestros niños. No hay muchas actividades lúdicas. Todo está hecho. Pero mi deseo para este año es que todo siga cambiando, pero para bien. Y no es imposible. Es cuestión de que pongamos todo el empeño entre gobierno y ciudadanos para vivir con paz y en paz. En armonía. Haciendo cada quien lo que le corresponde hacer. No sueño regresar a los tiempos pasados. Esos ya se fueron. Sólo quiero que me devuelvan la paz y la tranquilidad porque lo merecemos todos. Merecemos un mundo mejor. Es un hecho que no podemos hacer nada para cambiar el pasado, pero sí podemos hacer algo en el presente para mejorar el futuro.
Nuevo ciclo para el buen vivir
"Nada está perdido si se tiene el valor
de proclamar que todo está perdido
y hay que empezar de nuevo.".
-Julio Cortázar-
Todos estos días han sido de reflexión. Le hemos dado la vuelta al sol viviendo nuestro día a día sin pensar mucho sobre lo que hacemos. Estamos acostumbrados a la rutina. Estamos acostumbrados a hacer las cosas de manera automática para no enfrentarnos a nuestra realidad. Este año ha sido terrible si hablamos de las cuestiones ciudadanas. Ha sido un año de cambios radicales. Muchos esperan que al país le vaya mal. Los más, creo queremos que le vaya bien a nuestro país.
Dentro de las cosas que propongo para este año, la primera es que nos enfoquemos a que nos vaya bien. Que esa sea la apuesta. Basta ya de enfrentamientos absurdos entre nosotros. No importa si eres de un partido o de otro. Por muchos años, décadas, aún sabiendo que las cosas seguirían mal, apoyamos a todos los presidentes de otros partidos. Ya no podemos seguir con el dicho de “haiga sido como haiga sido”. Debemos enfocarnos en las cosas buenas que le pueden pasar a nuestro país. Es hora de apoyar a nuestro presidente. Todas y todos hermanados en la misma causa: Qué le vaya bien a México. Porque si le va bien a nuestro país, nos va a ir bien a todos.
Y si hablamos de nuestro estado, son terribles los sucesos que acaecen día a día. Sigue habiendo secuestros, muertes, violencia. Apostemos por atraer la concordia a nuestras comunidades. Apostemos por trabajar en armonía con nuestras autoridades participando de manera activa como verdaderos ciudadanos.
Esto no quiere decir que seremos borregos. Quiere decir que participaremos de manera activa para mejorar nuestras comunidades. Seremos críticos propositivos y trabajaremos hombro a hombro. Estamos cansados de las cosas sigan en un status quo que no nos deja avanzar. Estamos hartos de la violencia que nos obliga a encerrarnos y que no podamos salir a la calle por temor de que nos suceda algo o que alguien nos lastime.
Nada está perdido como lo expongo en el epígrafe. Pero tenemos que aceptar que muchas cosas se nos han escapado de las manos. Reflexionemos y comencemos desde cero buscando el camino de la unidad y la justicia social. No olvidemos. Pero que en cada acción que hagamos vaya incluida la confianza de que todo se hace para que nos vaya bien.
Hemos sufrido mucho como sociedad. Muchos de nosotros hemos padecido la violencia en carne propia. No nos lo merecemos. Queremos una mejor vida. Ya basta de violencia. Desde esta columna me solidarizo con todas las familias de las víctimas de la violencia. No hay palabras para expresar nuestro enojo, nuestra impotencia. Queremos que nos regresen la paz. Queremos una mejor vida para nuestros hijos e hijas.
Ellen Goodman decía que pasamos el 1 de enero caminando por nuestras vidas, habitación por habitación elaborando una lista de trabajos por hacer, grietas para reparar. Tal vez este año, para equilibrar la lista, debemos caminar por las habitaciones de nuestras vidas. No buscando defectos, sino potencial. Yo agregaría que debemos caminar por las habitaciones de nuestra vida en comunidad buscando y logrando acuerdos para lograr de una vez por todas una cultura de la paz para el buen vivir.
¡Feliz año 2019!
Finanzas sanas y cultura de la paz para el buen vivir
"La riqueza, como el árbol, nace de una semilla.
La primera moneda que ahorres será
la semilla que hará crecer el árbol de tu riqueza.
Cuanto antes plantes tu semilla, antes crecerá el árbol.
Cuanto más fielmente riegues y abones tu árbol,
antes te refrescarás, satisfecho, bajo su sombra.".
-Arkad-
El hombre más rico de Babilonia
Tendría unos doce años cuando abrí mi primera cuenta de ahorros. Al abrirla, el banco me obsequió una caja fuerte de metal pequeña. Me emocioné muchísimo porque comenzaría a guardar mis tesoros en ella. Como era un súper fan de Bruce Lee, acababa de ver en el cine Operación Dragón, le puse una calcomanía de mi ídolo en cada lado de mi caja fuerte para que la protegiera de los ladrones. Así pasaron los años.
Nunca había suficiente dinero en casa. Como saben, vivimos épocas duras en mi familia. Nunca entendí lo del ahorro hasta que cayó en mis manos un ejemplar de “el hombre más rico de Babilonia”. Yo pensaba que ahorrar era algo que se hacía para un propósito específico. Voy a ahorrar para comprarme unos zapatos. Voy a ahorrar para comprarme un pantalón. El punto es que ahorrar tiene un significado más profundo. Después de leer el libro, me di cuenta que, por lo menos de dónde yo venía, no teníamos una cultura del ahorro. Me di cuenta que en mi familia no nos enseñaban a ahorrar, quizá porque vivíamos al día. Siempre necesitábamos dinero. Éste nunca era suficiente.
El libro mencionado se convirtió en mi lectura de cabecera. Comencé a entender que “una parte de lo que gano es mía para ahorrarla”. Bansir, fabricante de carruajes de la antigua Babilonia y protagonista del libro, un día despierta con una zozobra terrible. Después de muchas noches teniendo el mismo sueño. Soñaba que tenía mucho dinero y que sacaba grandes cantidades de su bolsillo para comprar las mejores ropas y las mejores viandas y nunca se acababa su dinero. Él era fabricante de carruajes, y ¡ni siquiera tenía su propio carruaje! Se empezó a cuestionar porque había personas ricas y personas pobres. Acaso los dioses dicen: ¡Tú vas a tener mucho dinero! Y a otros nos dice: ¡Tú nunca vas a tener dinero! ¡Tener dinero es cuestión de suerte?
El dinero tiene reglas muy sencillas, dijo Arkad, el hombre más rico de Babilonia, a Bansir y los amigos que había llevado para aprender el secreto de cómo tener dinero.
Todos los consejos de Arkad son increíblemente sencillos. El primero, que ya mencioné anteriormente, es el principal. Una parte de lo que ganas es tuya para ahorrar. Todo el dinero que ganamos, lo gastamos en diferentes cosas, zapatos, comida, escuela y más cosas. Y así todo el dinero se nos va. Por lo menos una décima parte de tus ganancias guárdala siempre y no la toques. Comienza desde ahora a sembrar tu árbol de riqueza.
Esta historia viene a cuenta porque me decepciona ver lo que pasa en nuestra sociedad. Las finanzas del estado no son sanas. Siempre falta el dinero. Y eso, a pesar de que hay un presupuesto del estado y también de los municipios. Es una vergüenza ver que cada gobierno que entra saquea las arcas y nos deja más hundidos. No puede ser posible que cada gobierno entrante se vea con dificultades para hacer frente a las necesidades. Es lamentable que no se les pague a los trabajadores de los municipios y que se acumulen los problemas, las necesidades, y la basura, como es el caso de varios municipios. Es urgente, de primera necesidad contar con finanzas sanas para poder conducir, de manera armoniosa, nuestras comunidades. La gente ya no aguanta tanta p…transa.
Esta noche es Navidad. Celebraremos una vez más el nacimiento del hombre más importante y humilde de la humanidad. Pidámosle con mucho amor que se acaben los malos gobiernos y que nos dé fuerza a los ciudadanos, hombres y mujeres, para atrevernos a luchar por la verdad, porque como dice la biblia: “la verdad os hará libre”. Pidámosle también que nos atrevamos a luchar por la justicia, aunque nos persigan: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. Y, por último, sobre el dinero, en Proverbios 13:11 se señala: El dinero mal habido pronto se acaba;
quien ahorra, poco a poco se enriquece. Y este mensaje aplica para todos, ciudadanos, hombres y mujeres, y gobierno. Que los buenos sentimientos que tenemos en estas fechas se propaguen en nuestros corazones, de tal manera que así vivamos cada día de nuestra vida.
Esta noche abriré mi caja fuerte. Es uno de los pocos vestigios que sigo conservando. Estoy seguro que encontraré muchos recuerdos de mi infancia y, entre ellos, mis oraciones infantiles para tener un mundo mejor. Un mundo feliz. ¡Bendiciones para todas y todos!
Cambio de paradigmas, cultura de la paz y buen vivir II
"En las clases de Filosofía podréis demostrar
que sois animales racionales...
En el resto de asignaturas podéis
continuar siendo animales, y ya está".
-Merlí-
Profesor de filosofía
He recibido muchísimos comentarios sobre mi artículo de la semana pasada. Y sí, la serie de TV Merlí me parece muy inteligente. Sobre todo, por el hecho de que la filosofía, que mucha gente dice que no sirve para nada, es fundamental para desarrollarnos en la vida. El problema siempre ha sido que a los jóvenes no se les permite pensar. Lo único que tienen que hacer es obedecer órdenes sin chistar. Sólo porque los padres, o los adultos, o los profesores dicen.
En la misma serie de televisión, una de las maestras se atreve a decir que los chicos no pueden entender muchas cosas porque no tienen sentido común. La serie es una de las más vistas en la tele y seguro deja mucho que pensar a adultos y a jóvenes. Es un oasis en medio de tanta basura.
Personalmente, como lo dije en mi artículo anterior, me ha regresado a mi época de estudiante y, obvio, a mi estatus de padre de familia. Ya comenté algunos ejemplos de mi época de estudiante. Y, entre otras cosas, yo tuve que aprender a defenderme de las agresiones de los maestros y maestras. Recuerdo en primer año de secundaria a una maestra que nos regañó, a todo el grupo, de una manera terrible. Finalizó su perorata diciendo: “¡Todos ustedes son unos burros!”. A lo que yo, de manera irónica, contesté, levantándome de mi asiento: “Sí. Es verdad, maestra. “Semos” unos burros”. La maestra se puso de todos los colores y gritó enojada: “¡Somos! ¡Somos!” Y yo reviré: ¡Ah! ¿Usted también?”. Obviamente, me sacó del salón y me mandó a la dirección para recibir mi castigo.
He visto muchas publicaciones en las redes a favor de la forma en que nos trataban antes. Fotos de cinturones y chanclas en las que aparece la leyenda “estos fueron nuestros psicólogos” o “a mi me corrigieron con esto y no soy mala persona”. Nos hemos enredado con todas estas historias y conceptos. Mi postura es: ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre.
Puedo decir que soy un sobreviviente de aquella época oscurantista de la educación. Mejor dicho, de la que creía esa época. Después me tocó vivir lo mismo de adulto cuando iba en representación de mis padres a las juntas de la secu de mi hermano menor. Escuchaba las quejas de los maestros y maestras en contra de los niños y me asombraba cómo algunas madres les decían a los maestros que les daban la autoridad para castigar a sus hijos como quisieran para que entendieran quién tenía la autoridad.
Ya de adulto, como padre de familia, la madre de mis hijos decidió que asistieran a una escuela particular porque allí tendrían mejor educación. Me enfrenté a muchas cosas terribles también ahí. Compra forzosa de uniformes y útiles escolares porque así eran sus reglas. Gasté cantidades enormes de dinero de manera absurda. Si te negabas, te decían amablemente, pero en tono firme y enojado, que esas eran las reglas y que, si no estabas de acuerdo, te podías llevar a tus hijos a otra escuela. Se decía escuela bilingüe, vi a mis hijos en los festivales cantando en inglés. Las mamás y papás se enternecían al borde del llanto porque sus hijos e hijas tenían una educación de calidad. Filmaban todo, yo también lo hacía, para tener un recuerdo de esos tiempos. Llegué a la conclusión de que los padres, de manera sincera quieren una mejor educación para sus hijos, por eso los llevan a escuelas particulares. Pero desafortunadamente, tampoco se cumple la función educativa. No se cumple porque sigue siendo la misma historia. Uno va a la escuela a aprender cosas de memoria. A repetir lo que se enseña. Matemáticas, historia, lenguas y demás, pero sin comprender nada. Y al final se quedan igual que como llegaron. No es verdad, agrego algo más: llegas al final, como padre, con menos dinero después de la pequeña fortuna que gastaste en vano.
La escuela nos tiene que enseñar a pensar. A desarrollar el pensamiento crítico, a no aceptar las cosas como son. Nos tiene que dar herramientas para enfrentarnos al mundo. Y como dice Merlí en la teleserie: “Hace más de dos mil años que el poder nos dice lo que tenemos que hacer y pensar. Nos quieren sumisos y silenciosos”.
Por estas razones, y otras más, es necesario que las escuelas desarrollen libre pensadores. Tenemos una apatía social total. Vemos el crimen y la violencia como algo natural. Ya no hay asombro. Pareciera que la vida es absurdo total. Y sin embargo, como dice el protagonista de esta serie: “Que la vida sea absurda no implica que debamos caer en una absurda apatía”. Y por otro lado tenemos que gozar la hermosa vida porque “La vida es una fiesta en la que coincides con mucha gente, van llegando nuevos invitados, pero también hay otros que, por la razón que sea, se van antes. A todos nos tocarás irnos algún día, no se olviden. Lo peor de todo es asumir que la fiesta continua sin nosotros”. Así que vivamos al máximo con el objetivo de lograr una cultura de la paz para el buen vivir.
Cambio de paradigmas, cultura de la paz y buen vivir
“Es mejor actuar y arrepentirse
que no actuar y arrepentirse”
-Nicolás Maquiavelo-
Ayer comencé a ver, por una cadena de entretenimiento que viene con mi paquete de internet y telefonía, una serie muy inteligente llamada “Merlí”. Trata de un profesor de filosofía que empatiza con sus alumnos, no hay muchos maestros que lo hagan, quien ayudará sus alumnos, chicas y chicos, a reflexionar, a opinar, a cuestionarse y a pensar, sobre sus problemas y cómo solucionarlos. Todo esto a través de métodos poco ortodoxos e imprevisibles. Esto me hizo pensar en dos libros que me han parecido fascinantes en su momento. Uno de ellos llamado “pregúntale a Platón” y “Más Platón y menos prozac”, los dos de Lou Marinoff, que tratan de un filósofo como terapeuta, en lugar de un psicólogo, que a través de las diferentes corrientes filosóficas explica cómo enfrentarían los filósofos a los problemas que se nos presentan en la cotidianidad de nuestras vidas. Y hay otro libro más viejo que los dos mencionados: “el mundo de Sofía” del noruego Jostein Gaarder que recomiendo ampliamente. Es mi apreciación que, de alguna manera, esta serie de “Merlí”, está basada en estos libros, y seguramente en otros más.
El punto es que, al comenzar a ver esta serie, me llegaron recuerdos de mi adolescencia cuando tenía mis clases de filosofía con el profe Del Castillo. En esa clase, mi imaginación volaba. Me encantaba saber de aquellos viejos pensadores que se preguntaban cosas como: quiénes somos, de dónde venimos, de dónde viene el mundo, por qué y para qué vivimos. Preguntas que todos nos hacemos para poder enfrentar los conflictos que nos rodean. Esas preguntas son tan viejas como el hombre y cuyas respuestas todavía no encontramos. O no queremos encontrar.
Me puse a pensar los temas que se trataban en la prepa, y en adelante; y mi mente se detuvo cuando llegué a lo que me enseñaron. Comencé a reflexionar en todo lo que nos decían. “el hombre es el lobo del hombre”, Thomas Hobbes, el egoísmo humano; “el fin justifica los medios”, Nicolás Maquiavelo, hay que llegar a donde vas pisoteando a los demás, y otras “bellezas” que nos daban “recetas” para actuar en la vida.
Justamente en tercer año de prepa, tuve a una maestra de sociología, cuyo nombre decidí olvidar, que una vez, en clase, nos dijo que no importaba lo que hiciéramos, siempre seríamos corrompibles. Nos decía que todos y todas teníamos un precio. Puso el ejemplo de que, si tú eras juez y te ofrecían dinero para liberar a un criminal, en principio, te rebelarías argumentando tu imparcialidad, honestidad y justicia pero que, si el proponente iba aumentando su oferta, en un momento dado, aceptarías porque te llegaron al precio. Obviamente, y como siempre he sido, me rebelé a lo dicho por la maestra y la cuestioné por el hecho de que nos estaba “preparando” para ser corrompibles en lugar de enseñarnos el deber ser.
En fin, mis reflexiones viendo esta serie son las siguientes: en mi generación nos enseñaron muchas cosas que nos fueron formando para aceptar y entrarle a la corrupción. A nivel social y familiar aprendimos muchas cosas de Pedro Infante a través de sus películas. El macho que llegaba a su casa borracho y con el cuello pintado de labial diciéndole a su “chorreada” que lo entendiera y enojándose con ella; canciones como las de Julio Jaramillo que decía: te puedes ir a donde quieras con quién tú quieras, te puedes ir. Pero el divorcio porque es pecado no te lo doy.
Somos producto de nuestro entorno, influencias, familia, amigos y amigas, y nuestros pensamientos. Traemos cargando un equipaje que a veces nos pesa demasiado. Y esa es la razón por la que no nos entendemos con las nuevas generaciones. Escuchamos las canciones de ahora y decimos que no tienen sentido, que son vulgares. Pero eso sólo es un botón de muestra de los caminos por los que hemos transitado y llevado con nosotros a nuestros hijos e hijas. Así como hicieron nuestros abuelos con nuestros padres, nuestros padres con nosotros y nosotros con nuestros hijos. Estamos cosechando lo que hemos sembrado. Hay una razón para todo lo que estamos viviendo: la violencia, la delincuencia, la impunidad, la corrupción.
Este es el momento de hacer nuevas propuestas y tomar las riendas para buscar nuevos caminos, nuevas soluciones, nuevos paradigmas para comenzar a ser personas con un pensamiento positivo, un pensamiento que ya no sea solamente en torno al “yo”. Tenemos que comenzar a pensar en el “nosotros”. Comenzar a forjar una cultura de la paz para el buen vivir.
Nuevo gobierno, nuevas esperanzas y buen vivir
“Siempre he pensado que el poder
debe ejercerse con sabiduría y humildad.
Estoy optimista. Vamos en el camino
de lograr el renacimiento de México.”
-Andrés Manuel López Obrador-
Esta mañana desperté como muchos compatriotas. Desperté con un sentimiento de esperanza y de alegría por el nuevo gobierno. Como mexicano siempre he tenido esperanza de los nuevos gobiernos. En el año dos mil escribí en un artículo publicado en esta misma casa editorial que habría que darle tiempo y confianza al gobierno entrante. Nunca he apostado al fracaso de un régimen porque como ciudadanos tenemos que apoyar. Sin embargo, aquel gobierno nos falló tal como lo hicieron los subsecuentes. Y, todo eso ya se veía venir desde el ochenta y ocho. Después de una larga lucha por dieciocho años y aguantar gobiernos que nunca cumplieron su palabra, y con una votación muy alta, la más alta de la historia de México, estamos ante un nuevo paradigma político. La toma de posesión fue muy diferente a todo lo que hayamos visto y escuchado los mexicanos. Según la BBC hay cinco frases que AMLO dijo y que fueron las más connotadas, entre otras: Uno, dijo que se compromete a no robar; dos, que él, como presidente, nunca dará la orden de reprimir al pueblo; tres, aseguró que van a bajar los sueldos de los de arriba porque van a aumentar los sueldos de los de abajo; cuatro, dijo que la venganza no es su fuerte; y, cinco, dijo que no tiene derecho a fallar.
Todos los mexicanos, hombres y mujeres ya no aguantamos el sistema de cosas que hemos vivido. Esperamos ahora sí, un cambio verdadero. Los que ya tenemos algunos años de vida hemos visto cómo nuestro entorno social, laboral, ambiental, de seguridad, de educación, ha ido cambiando en nuestro país para empeorar. Debemos hacer conciencia y poner manos a la obra para lograr un mejor país.
Las escenas que vimos ayer en la televisión y en las redes sociales, muestran a un hombre que deja a un lado toda la parafernalia política tradicional con una escolta enorme que no permite que alguien se acerque con guaruras prepotentes. No. AMLO se muestra muy cercano al pueblo. Una de las imágenes que me conmovió, entre otras, fue la del ciclista que se aproxima a su vehículo y le grita “en ti confiamos”. Otra de las imágenes que resalta y mucho, es la de la joven y el joven cadetes haciendo guardia detrás de AMLO porque lo que necesitamos en nuestra sociedad, y con urgencia, es la verdadera paridad de género.
Son muchas las cosas que hay que resaltar de la toma de posesión de AMLO. Otra más que llegó al corazón de la gente es cuando, en el zócalo, mencionó que no sólo va a promover el bienestar material, sino que también va a promover el bien del alma. Parafraseó a Ignacio Ramírez el “Nigromante”, dijo que se hinca donde se hinca el pueblo.
Son muchos los deseos, muchas las esperanzas y, obviamente, hay mucha gente desconfiada. Personas que dicen que nada de esto se va a realizar. Yo considero que, ahora más que nunca, debemos refrendar nuestra confianza para este nuevo gobierno. La invitación es que toda la sociedad participe, porque para formar un mejor país es fundamental la participación social. Los cien compromisos que propone AMLO se discutirán. Se analizará si se avanza o no, con un informe anual en las plazas públicas con la participación ciudadana. Es la hora de la participación ciudadana para construir la justicia social entre todos.
México nos necesita a todos. Hombres y mujeres dispuestos a trabajar hombro a hombro, codo para hacer de éste un mejor lugar para vivir. Yo estoy dispuesto a participar activamente, y espero que tú también, amiga, amigo lector, estés convencido de tu participación activa. No regresemos al pasado. Veamos hacia el futuro. Ese futuro que vamos a construir para nuestros, hijos e hijas, para los y las que vienen detrás de nosotros. Y como dijo AMLO durante su campaña: “Sigamos luchando para entregar buenas cuentas a la nueva generación. Que no nos reclamen en el futuro que no hicimos nada cuando se estaba destruyendo al país y empobreciendo al pueblo”. Que sea nuestra palabra de ciudadanos decir que estamos comprometidas y comprometidos para lograr una cultura de paz y buen vivir.
Ahora vayámonos preparando para que este nuevo año que comienza celebremos los cien años del aniversario luctuoso del General Emiliano Zapata. Y no sólo hablo de la conmemoración, hablo también de que nuestro estado de Morelos sea la punta de lanza, que demuestre, a través de las acciones de nuestras autoridades y participación social el camino real hacia la cuarta transformación.
Tecnología, adicciones y buen vivir
“Mi celular se quedó sin batería y
durante dos horas tuve que enterarme
de las noticias por la radio.
Me sentí tan del siglo XX…”
-Anónimo-
Yo tratando de tener respeto por mi interlocutora y ella, mientras charlábamos y tomábamos un café, seguía atenta a los mensajes que le mandaban a su celular. Y si no eran los mensajes, tenía que llamar constantemente a alguien. Supongo que para sentirse verdaderamente ocupada. Pero se supone que nos veríamos para platicar y ponernos de acuerdo para las fiestas navideñas. Llegó un momento en que me desesperé que estuve a punto de levantarme y dejarla sentada haciendo llamadas. Es verdaderamente terrible lo que sucede ahora. Cuando comenzó la era de los celulares, seguro recordarán, eran unos tabiques, literalmente. Toda la gente los ponía sobre la mesa, lo recuerdo perfectamente, ya fuera para presumirlos o para estar pendientes a las llamadas.
El phubbing es justo eso que acabo de contar. Es una adicción en la que el protagonista no es la persona ni las reuniones sociales, sino el uso casi enfermizo del celular. Hacer llamadas o mandar mensajes sin ton ni son, sin darle su lugar a la persona que te acompaña.
Tampoco me voy a poner duro con esto porque a mí también me da la tentación de vez en cuando. Todavía me puedo escapar. Sentarme a leer un buen libro, hacer a un lado el celular a la hora de la comida o dejarlo cuando estoy con alguien. Pero no puedo negar que cuando voy al baño o cuando me voy a dormir, me urge checar quién me mandó algún mensaje. De hecho, en algún lugar leí o escuché que desde que existen los celulares, ya nadie graffitea las paredes de los baños. Se van perdiendo las buenas costumbres.
Puede parecer chiste, pero es serio lo que estoy tratando de poner sobre la mesa de discusión. Las nuevas generaciones nacieron con estos dispositivos y si nunca se les puso un alto para su uso, pueden ser adictos y tener alguna de estas enfermedades. Además del phubbing, tenemos: el Fomo (fear of missing out. Miedo a perderse de algo), es la obsesión de estar perdiéndose de algo de lo que está pasando en la red. Es el miedo a estar desconectado de la vida virtual; la “whatsappitis” es una adicción por los mensajes. De hecho, ya hay casos de tendinitis, es decir, dolor de las falanges y las muñecas por abuso del uso del teclado para mandar mensajes; la nomofobia es muy común entre los jóvenes y en ciertos adultos, es la ansiedad o angustia que una persona siente ante la ausencia del celular, que puede ser por olvido, ausencia, sustracción o robo del mismo; la vibración fantasma es la sensación de que el celular vibró o mandó una alerta, pero en realidad no era cierto. Es la obsesión o dependencia por la vibración o sonido del celular; y, por último, tenemos la adicción a las redes sociales a cualquier hora, pero específicamente en la noche. A mí comienza a atacarme y doy excusas como “bueno, como no tengo tiempo durante el día, checo mis mensajes y mis redes por la noche”. Sin embargo, me doy cuenta que, además de que no quiero salirme de ese mundo virtual, no puedo dormir por la tentación de no saber si hay algo para mí. Y cuando abro las redes, me quedo enganchado. Ya no quiero salirme a pesar del cansancio.
Y yo me pregunto: Si a mí me causa malestar, ¿qué pasará con las generaciones que nacieron con esta tecnología? Es literal, la gente se aísla completamente en ese mundo virtual y se olvida de tener relaciones verdaderas. Todas estas aplicaciones hacen que las personas se aíslen para poder vivir en el mundo virtual. Hemos visto videos de lo que le sucede a la gente que va viendo su celular al ir caminando pero que viven en su mundo virtual. Tropezones, resbalones. Caen en charcos, pero lo más triste y lamentable es el hecho de saber que la razón principal de los accidentes automovilísticos actualmente es el uso del celular. La Organización Mundial de la Salud en su estudio “uso del celular al volante: un problema creciente de distracción del conductor”, menciona que estudios realizados en distintos países indican que el porcentaje de conductores que utiliza el teléfono celular mientras conduce ha aumentado a lo largo de los últimos cinco a 10 años. Los estudios señalan que los conductores que utilizan el teléfono celular durante la conducción corren un riesgo aproximadamente cuatro veces mayor de verse involucrados en un accidente.
En el caso de los peatones, el uso del celular también supone un riesgo para la seguridad, como al cruzar las calles. Estudios realizados en ambientes de realidad virtual han mostrado que usar el teléfono móvil eleva la distracción de los peatones a un nivel que los pone en riesgo (Stavrinos, 2011), dificulta el cruzar las calles y hace que se camine más lentamente mientras se tiene una llamada, incluso más que cuando se escucha música (Neider, 2010; Schwebel, 2012).
Ahora que ya sé más sobre el tema, prometo hacer lo conducente para tener y darles más seguridad a los que van conmigo cuando manejo. La vida sólo la vivimos una vez. Vivámosla con atención y seguridad.
Mediación narrativa y buen vivir
“Los pájaros nacidos en jaulas creen
que volar es una enfermedad”
-Alejandro Jodorowsky-
Este artículo está siendo escrito un domingo en la ciudad de Oaxaca. Ayer sábado comenzó un entrenamiento maravilloso en Mediación Narrativa con Sara Cobb y Carlos E. Sluzki. Recibí la invitación del Dr. Héctor Valle, sensacional ponente también, y me di la oportunidad de participar. Debo decir que me da un gusto enorme que haya tantas mujeres y hombres interesados en este tema que conlleva a la cultura de la paz. También debo decir que me da tristeza saber que nuestro estado de Morelos no haya avanzado en este sentido. Somos el último estado de nuestra república que aún no cuenta con una ley de justicia alternativa. Hay otras maneras de solucionar nuestros conflictos. No tenemos que confrontarnos por medio de abogados y jueces para solucionar nuestros problemas. Muchos abogados llevan al extremo las demandas e inventan más cosas para la confrontación legal. Somos una sociedad que trata de arreglar los conflictos por medio de la bronca y la demanda. Participamos de un ambiente de guerra cuando se trata de un juicio en el que siempre habrá un ganador y un perdedor.
Sin embargo, a través del desarrollo de una cultura de la paz, aprenderemos que el conflicto se da por las diferencias entre nosotros porque cada uno tiene su manera de ver el mundo. Venimos de escenarios diferentes. Nuestros padres, nuestro entorno, nuestras costumbres nos van formando, o deformando, y de ahí provienen nuestras diferencias. Pero esas diferencias no son el conflicto en sí. En mi artículo pasado hablé de los discursos dominantes y como nos dejamos influenciar por ellos. Son parte de la vida misma. Y estos no se pueden controlar porque estamos llenos de demasiada información, pero sí se pueden resistir. Los conflictos existen porque no hemos aprendido a gestionar nuestras diferencias.
En la primera sesión de este evento, he estado aprendiendo, mejor dicho, aprehendiendo que nosotros como seres humanos somos lo que decimos, lo que contamos. Y eso me hizo recordar una frase de Gabriel García Márquez con respecto de nuestro andar por este mundo: “la vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla”. La narrativa es totalmente nuestra.
Somos una madeja de sentimientos y pasiones, pero aún dentro de todo esto tenemos la posibilidad de ser libres. Podemos ser mejores personas. Si gestionamos de manera diferente nuestras diferencias estoy convencido de que nuestra vida personal y hasta la vida de comunidad pueden ser mejores.
La intención de este artículo, de manera específica, es hacer notar a nuestras autoridades que debemos darle celeridad para incluir la Ley de Justicia Alternativa en nuestro estado y, también es urgente realizar foros para el estudio y difusión de estas “nuevas” alternativas de solución de conflictos que son más amigables y más adecuadas para solucionar nuestras diferencias. Una vez conociendo estas alternativas, debemos llevarlas a las comunidades, a las escuelas, a las familias para ir educando a las nuevas generaciones con una óptica diferente en la resolución de conflictos. Y mientras tanto, para los problemas actuales, se podría llevar la mediación a los tribunales y decirles, y convencer a las personas que hay otras maneras de solucionar sus conflictos. Decirles que podemos vivir mejor hasta llegar a concebir una cultura de la paz.
Hoy domingo termina este evento maravilloso. Lo disfrutaré al máximo y me comprometo a llevar estos conocimientos a nuestro estado y trabajar arduamente con los que trabajamos en este campo del conocimiento y llevar a ponentes destacados como los mencionados para aprender a forjar una mejor sociedad.
Y, por cierto, agradezco profundamente el encuentro con Sof y Jorge, amigos oaxaqueños entrañables. No nos vemos frecuentemente pero cada vez que lo hacemos, la vida tomo otro significado. Mil gracias por la amistad, la compañía, la conversación y la cena. Hasta que nuestros caminos se crucen nuevamente.
Discurso dominante y cultura de la paz
“Si sabes lo que vales,
ve y consigue lo que mereces,
pero tendrás que aguantar los golpes”.
-Rocky Balboa-
Durante toda la semana estuve participando de un curso avanzado de mediación y de verdad les digo que cada día que pasa, me doy cuenta que siempre hay algo nuevo qué aprender. Había aprendido en mis primeros cursos que el conflicto es algo inherente del ser humano y que por eso nos peleamos constantemente. Sin embargo, en este curso aprendí que el conflicto se da por las diferencias que tenemos entre nosotros, pero la diferencia no es conflicto. Y es precisamente aquí donde entra la cultura de la paz porque para vivir en ella es necesario aprender a convivir en y con la diferencia, porque la diferencia nos complementa. Me quedo en la diferencia. No voy hacia el conflicto. Los conflictos existen porque no hemos aprendido a gestionar la diferencia. Los discursos dominantes no se pueden controlar, pero sí se pueden resistir.
Pero en esta historia de la convivencia del ser humano hay un factor que influye, y mucho, para que se dé el conflicto. Se llama: discurso dominante o ideología dominante. Se les llama así porque dominan a otras ideologías o discursos pues compiten por la hegemonía cultural. Por el control cultural. Comúnmente es la ideología que defiende los intereses de las clases dominantes.
Un discurso dominante es una formación discursiva vencedora, la que sobrevive al mayor rango de críticas en distintos medios y foros. Los discursos dominantes influyen en la realidad de las personas y, en mi opinión, nos ayudan a reforzar nuestros prejuicios. Las ideologías que expresan la realidad a través de los discursos tienen la capacidad de influir en el comportamiento del grupo social.
Yo soy parte de una generación en la que los discursos dominantes estaban presentes en todo momento. Mi madre decía que no podíamos llevar a ninguna mujer a la casa. Sólo podríamos llevar a aquella con la que nos íbamos a casar. No debo culpar a mi madre por eso. Ella era víctima del discurso dominante. La mujer sólo se podía quedar en la casa. No debía trabajar. Era el pilar de la casa. La iglesia tenía mucha influencia para el rol que debía tener la mujer en nuestra sociedad.
Así como el ejemplo anterior, hay muchos discursos dominantes. Algunos son muy simples como decir “tengo todo para ser feliz”. ¿quién puede decir esto de manera tan tajante?
Eso significa que si me siento infeliz estoy equivocado. Pero me siento frustrado porque no tengo trabajo, no tengo dinero para comprar lo necesario, para comprar comida para mi familia. Y, sin embargo, me dicen que tengo todo para ser feliz.
Nos dejamos influenciar por esos discursos dominantes. Tengo que entender que para apreciar la felicidad tengo que pasar por la frustración. No puedo ser feliz cada segundo de las veinticuatro horas del día. La felicidad no es eterna. Hay momentos para ser feliz.
El discurso dominante es un medio para controlar las mentes de otras personas y así, una vez que controlemos las mentes de otros, también controlamos indirectamente sus acciones futuras.
En ese caso no necesitamos forzar a las personas para que hagan algo, sino que ellas hacen lo que queremos en su libre albedrío o bien porque no tienen alternativas.
De esta forma es que podríamos manipular, informar mal, educar mal, etc. a otras personas de acuerdo con nuestro interés y en contra de sus más altos intereses. Y, de hecho, creo que así ha sido en todas las sociedades. Por esa razón es que las redes sociales son un elemento fundamental para tener otro tipo de discurso. Otra forma de ver la vida. Otra óptica de la realidad.
El tema es denso y pesado. Podría poner más ejemplos, pero lo importante en este momento, es que es necesario entender que el conflicto entre las personas se da por las diferencias que tenemos entre nosotros. Cuando en realidad, no hay bueno ni malo.
Lo mío no es mejor que lo tuyo. Sólo nuestros conceptos de vida son diferentes. Tenemos que aprender a entender y gestionar las diferencias para encontrar nuevas formas de convivencia armónica. Nuestras diferencias nos dan la opción de ponernos en los zapatos de los otros y comprenderlos. Eso es parte de la cultura de la paz.
La necesidad-carencia como disparador de creatividad II
Si sabes lo que vales,
ve y consigue lo que mereces,
pero tendrás que aguantar los golpes”.
-Rocky Balboa-
Tenía dieciséis años cuando vi la película “Rocky”. Te confieso que era un chavo con muchas necesidades y esta peli me motivó muchísimo. Un hombre joven que venía de ninguna parte, como yo; que no tenía dinero, como yo; que la hacía de lo que fuera, como yo, y que entrenaba duro para alcanzar sus sueños boxísticos. Bueno, yo no tenía esos sueños, pero sí me animó a meterle duro al ejercicio. La escena donde él se toma unos huevos crudos, que para muchos fue asquerosa, a mí me hizo que por las mañanas me tomara un jugo de naranja con dos huevos crudos en el puesto de Doña Susy que ponía en la entrada de la vecindad donde vivía. Ese era mi desayuno. Cada día, en mi cerebro, sonaba la música de la película y eso me prendía mucho. Le echaba todas las ganas a mi día.
Esos fueron mis tiempos preparatorianos. Como ya sabes, la hacía de todo para ganar dinero. Era “representante” de una clínica dental. Vendía credenciales que ofrecían descuentos en sus servicios. También fui representante de “Círculo de lectores”. Una compañía de libros que ofrecía buenos precios a sus miembros para motivar la lectura. Cada mes, los socios tenían que adquirir un libro por lo menos. Aprovechaba cada lugar y cada momento para ofrecer mis servicios. Si estaba caminando, me emparejaba con otro peatón y comenzaba a hacerle la plática. Si iba en el autobús, comenzaba a platicar con quien se sentaba junto a mí y de ahí salía una venta. También leí “el vendedor más grande del mundo”. Me ayudó muchísimo. Sobre todo, cuando no había hecho ninguna venta. Cuando iba de regreso a casa, a descansar, recordaba una frase especialmente: “Cuando vayas de regreso a casa, recuerda que antes de llegar hay una puerta. Realiza la última venta del día. Toca la puerta y haz tu última venta. Y cuando la hayas hecho, sigue tu camino a casa. Y recuerda que antes de llegar a casa hay otra puerta…
La carencia. Tenía que vender algo para tener dinero. De lo contrario, no tendría lo que quería. Lo que buscaba. Y debo confesar que no sabía lo que buscaba. Lo que quería. Lo importante era sobrevivir.
Estamos viviendo una época de sobreprotección a los hijos. Sobreprotegemos porque queremos llenar un vacío. No queremos que nuestros hijos pasen lo que nosotros. Lo que hacemos es conservar el cordón umbilical. Los hijos sobreprotegidos tienen estos síntomas: Algunos de ellos no son capaces de dar un paso por sí mismos. Tienen mucho miedo de enfrentarse a la vida. Si conservan el miedo, la inhibición y la indecisión, van a tener problemas de socialización y de autoestima. Tendrán problemas para materializar sus deseos. Y cuando estos chicos sean adultos van a vivir con angustia y desconfianza. Será difícil que disfruten la felicidad.
Por otra parte, hay algunos chicos y chicas que actúan con prepotencia. Creen que tienen ciertos derechos y que pueden mandar sobre los padres. No tienen límites. En la adolescencia será peor porque se volverán desafiantes. Pone trabas, se queja de todo, se muestra agresivo. Estos chicos y chicas son de cuidado porque se vuelven líderes que lo serán más por miedo que por respeto.
Todo esto es culpa de nosotros como padres. A veces usamos a nuestros hijos o hijas como una proyección de lo que nosotros no nos hemos atrevido a hacer. A veces, los hijos son, o pretendemos que sean, el reflejo de los sueños incompletos de los padres.
Todo eso no es más que miedo. Pero hay otra lección que aprendí de Rocky: El miedo es como el fuego. Si lo controlas, te calentará y te mantendrá vivo. Pero si te controla, te quemará y te destruirá.
Como ya lo mencioné antes, no somos perfectos. Seguramente me he equivocado como padre. Como hijo también me equivoqué seguramente, pero de verdad me siento satisfecho por lo que hice a pesar de mis errores. Y tú, ¿te sientes satisfecho con el papel que estás desempeñando en tu familia? Busquemos las mejores maneras de vivir. Eso nos dará una fuerza enorme para saber conducirnos por la vida y dejar un ejemplo para el buen vivir.
La necesidad-carencia como disparador de creatividad
“Esta es una de las mayores comprensiones
en el campo de la motivación humana:
Las necesidades satisfechas no motivan”.
-Stephen R. Covey-
Después de pensarlo por un buen rato, porque estoy piense y piense cómo ponerlo por escrito, voy a empezar con esta frase que he cavilado por mucho tiempo: “No importa lo que hagamos como padres, al final siempre nos equivocaremos”. Y esta otra que va junto con pegado con la anterior. “Los hijos siempre seremos ingratos con nuestros padres”.
Como siempre, comienzo hablando de mi caso personal. Yo no provengo de una familia adinerada ni educada. Mis padres eran gente de campo. Mi padre sabía leer y escribir un poco pero mi madre no. Ella aprendió muchos años después. Nos educaron como pudieron, más mi madre, porque era muy dedicada con nosotros. Tuvimos muchas carencias y, obvio, su manera de “educarnos” fue con el “cuerito”, mi padre, y con la chancla, mi madre. Ellos nos dieron lo que pudieron darnos. Hubo cosas bonitas en mi infancia, pero también hubo cosas horribles que algunos de ustedes ya conocen.
Lo más terrible fue enfrentar el alcoholismo de mi padre.
En fin, las necesidades me impulsaron a buscar formas diferentes de vivir. Estaba seguro de que había otras maneras más felices de ver y vivir la vida. Todo eso me llevó a buscar otros horizontes. Pero antes, viendo las necesidades de casa y los problemas económicos, siempre ayudaba a mis padres.
Recuerdo que cuidaba a mis hermanos menores, les daba de comer, lavaba sus pañales, eran de tela en ese entonces. Y, en fin, ayudaba en lo que se podía para tratar de estar en armonía con mi madre y mis hermanos. Desde jovencito comencé a trabajar y la necesidad me hizo buscar todo lo que deseaba vivir.
La necesidad me hizo aprender a tocar guitarra, a cantar, a hacer diferentes tipos de trabajos y a seleccionar aquellos con los que podía ganar más dinero y que fueran más fáciles.
Mi mente empezó a crear ideas para ser independiente. Quería ganar dinero desde la casa. Estaba cansado de trabajar para otros por casi nada.
En fin, estoy convencido de que la necesidad es un gran disparador de la creatividad porque te motiva a buscar formas diferentes para lograr lo que quieres.
Pero ahora que lo pienso mejor, más que la necesidad, es la carencia, definida como la insuficiencia para cubrir una necesidad o la ausencia de un elemento indispensable, lo que me motivó a buscar formas diferentes para lograr una mejor vida.
Por muchos años culpé a mis padres de todo lo que me pasaba hasta que entendí que ellos no pudieron darme más. Ya me daban todo lo que tenían. ¿Cómo pedirle peras al olmo? Llegó un momento de mi vida en el que dije que era suficiente. Entendí que cuando era niño yo dependía de ellos y que, si sufrí, ya de adulto tenía la capacidad para hacer todo lo bueno que quisiera. Ya estaba lejos de mis padres. Ya no me podían hacer daño. Me liberé y los solté. Podía vivir la vida como ellos me habían enseñado y seguir viviendo mal o buscar nuevos paradigmas para vivir una vida plena. Y así lo hice.
Al darme cuenta de esto, reflexioné. No los culpé más. Ahora, al contrario, les agradezco todo lo que me dieron y lo que no me dieron también. Pero no fue porque no hubieran querido. Ellos me daban todo lo que tenían. Absolutamente todo. Les agradezco lo que soy. Yo no sería lo que soy si no hubiera sido por ellos. Gracias, madre mía. Gracias, padre mío por todo lo que me regalaron. Perdón por la ingratitud.
Ahora que soy padre entiendo muchas cosas. Ahora estoy viviendo ese papel y me pregunto en qué habré fallado con mis hijos. No lo sé. Pero seguramente, en su opinión, en algo he de haber fallado. Lo que más me preocupa es que estamos viviendo en una época con carencia de valores. Hay muchos jóvenes que actualmente se afrentan de sus padres y los enfrentan y rebelan como antes no se había visto. La violencia familiar en México, de acuerdo a las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSS) aumentaron las denuncias y hay 90 mil 352 carpetas de investigación por este delito en este 2018. La violencia familiar aumentó hasta 75% este año. Y seguramente hay más incidencia de este delito con las denuncias no presentadas.
Este artículo es la punta del iceberg. Seguiremos tocando este tema la próxima semana porque hay muchos cabos sueltos y hay que conectarlos para lograr el buen vivir.
Cultura ciudadana y buen vivir II
“Los políticos tenemos
que vivir como vive la mayoría,
y no como vive la minoría”
-Pepe Mujica-
Expresidente de Uruguay
Para muchas personas, el buen vivir es un concepto nuevo. Un concepto de moda. Sin embargo, el buen vivir es tan antiguo como nuestros antepasados. En todas las etnias del mundo siempre ha existido este concepto que se puede definir como: el "pensar bien, sentir bien para hacer bien con el objetivo de conseguir la armonía con la comunidad, la familia, la naturaleza y el cosmos”.
También podemos definir el concepto del buen vivir como: vivir en armonía con los demás seres humanos y la madre naturaleza, sobre la base de la unidad, la solidaridad y la empatía, retomando los principios ancestrales de los pueblos de la región. Formamos parte de la misma unidad y así como “nosotros somos montañas que caminan, los árboles son nuestros hermanos”. Del mismo modo, el Buen Vivir es buscar la vida en comunidad, donde todos los integrantes se preocupan por todos. Todos vemos por todos. Todos nos cuidamos a todos.
Y aquí entra el concepto de la palabra libertad del ser humano y su compromiso con la naturaleza. Hasta ahora, nos hemos dado cuenta de cómo el mismo hombre, los hombres de negocios, en su concepto erróneo de libertad, en su egoísmo y avaricia ha ido acabando con todo en aras de acumular riqueza, sabiendo que la madre naturaleza se está muriendo, mejor dicho, la está matando, y no está dejando una herencia buena para nuestros hijos. No hay trabajo. Y si los hay, es mal pagado, indigno. Hay mucha carencia. Carencia económica, carencia de lugares para estudiar, carencia de trabajo, carencia de valores, carencia en nuestras comunidades. ¿Hacia dónde nos quieren llevar los que quieren poseer todo? Están matando a nuestra madre tierra. ¿Quién los detendrá?
Pepe Mujica, expresidente de Uruguay ha hecho comentarios al respecto y nos dice que "si la felicidad no la encuentras con poco, no la vas a encontrar con nada". Y señala:
"Ningún gobierno puede garantizar la felicidad. Eso dicen. Es un estado personal. Dicen... Pero es falso. La felicidad necesita un medio ambiente. Necesita un espacio para ser posible. Necesita que, justamente, el resto de las cosas se miren a partir de la felicidad. Tiene que ser una preocupación central." Y ese medio ambiente lo tiene que proporcionar el Estado y, obviamente, con la participación de todos nosotros a través de la democracia participativa. Nosotros como ciudadanos, hasta ahora, sólo aceptamos lo que nos dictan las grandes empresas, sin ponernos a pensar en el mal que nos causan como personas y el daño que le causan a la madre tierra y, mucho menos ejercemos acciones para acabar, o por lo menos detener todo ese mal causado. Sin embargo, hay tres estados en nuestro país en donde ya se han ejercido acciones: En Veracruz, que es el primer estado en tomar la iniciativa, se aprobó una ley para disminuir el uso de plásticos y popotes, en Baja California Sur se restringió en todo el territorio la venta y distribución de bolsas de plástico, contenedores de poliestireno y popotes por parte de todo tipo de comercios. En su lugar, se deberán usar productos biodegradables. Y en Querétaro ya entró en vigor la prohibición de entrega y distribución de todo tipo de bolsas de plástico en tiendas y diferentes tipos de comercio.
Esta es la razón de ser, la justificación de este concepto del buen vivir. Aquí tienen lugar todas las personas que buscan una forma de vivir mejor, una forma de estar en contacto y darle respeto a nuestra madre naturaleza. Es un paradigma revolucionario para regresar a nuestros orígenes, respetando al prójimo y viviendo en armonía con todo y con todos para tener una mejor sociedad. Necesitamos alejar la violencia, extirpar la corrupción, romper con el estigma de “el que no tranza, no avanza”. Todo en beneficio de todos y más para los que vienen detrás de nosotros. Nuestros hijos y nuestras hijas. Para dejarles un mundo mejor como herencia.
Aquí tienen lugar los soñadores, los que creemos que un mundo mejor es posible, los que construiremos nuevas formas para vivir en armonía con los nuestros incluida la madre tierra y ser uno solo en comunidad. Y en el caso de los políticos, que de una vez sepan que no son una clase privilegiada. Al contrario, ellos más que nadie, deben ser los primeros en reflexionar y actuar como lo que son: servidores públicos.
Cultura ciudadana y buen vivir
“Todos tenemos nuestra casa
que es el hogar privado;
y la ciudad, que es el hogar público.”
-Enrique Tierno Galván-
El poder ciudadano es el arma más terrible que puede enfrentar un mal político o servidor público. El poder ciudadano siempre ha existido. Sin embargo, nunca se había manifestado tan fuerte como en estos tiempos. La gente se manifestó en contra de los malos gobiernos y ahí tenemos los resultados. No todo termina en la voluntad expresada en las votaciones. Este es sólo el comienzo y ahora todos los hombres y mujeres de nuestras comunidades tienen que saber qué es esto del poder ciudadano para acabar con los malos servidores públicos y exigir que haya transparencia, entre otras cosas, en las actividades gubernamentales. Cuando ponemos en acción el poder ciudadano podemos transformar nuestra realidad, exigir cuentas y alcanzar la justicia social.
La relación gobierno-sociedad ya no será la misma a partir de estas elecciones. El trato entre autoridades y ciudadanos debe ser entre iguales y esto nos permite ver a la autoridad frente a frente como una entidad al servicio de los ciudadanos y que está obligada a atender las necesidades de la sociedad. Pero… ¿Por dónde comenzamos?
La primera fase sería el respeto. Respetarnos y respetar a quienes nos rodean. Cumplir con las reglas de convivencia de nuestras comunidades y respetar las reglas, por ejemplo, de tránsito. Porque es por lo básico donde tenemos que comenzar. Yo te respeto, tú me respetas y todos nos respetamos para vivir con armonía en nuestra comunidad.
Debemos comenzar a desarrollar, si no los tenemos, valores como la tolerancia, la equidad, el diálogo permanente y alejarnos de la violencia imperante porque ésta nos destruye y divide como sociedad. Requerimos de instrumentos que nos ayuden a premiar a los servidores públicos que hacen bien su trabajo y a castigar de manera puntual a aquellos que son corruptos.
Ulrich Richter dice que la profunda crisis que atravesamos como sociedad mexicana se puede resumir en: polarización de la sociedad, falta de unión entre los ciudadanos y la falta de unión del estado con los individuos, carencia de virtud ciudadana, apatía de los ciudadanos, falta de respeto entre nosotros mismos y a las reglas de convivencia, la desconfianza que tenemos a las autoridades y la desmotivación en la participación ciudadana. Vivimos en una cultura de la ilegalidad y es por eso que hoy nos enfrentamos a esta crisis que padecemos y que ya no soportamos. Tenemos que ir a la conquista de nuestros derechos ciudadanos. Urge revivir y actualizar la Ley de participación ciudadana.
El Estado debe garantizar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos, y es lo que menos ha hecho. Por el contrario.
Los servidores públicos, al denominarse “autoridad”, pareciera que pueden hacer lo que quieran contra nosotros los ciudadanos. Y aprovecho desde aquí para decirles a las autoridades de tránsito de Jiutepec que tienen agentes de tránsito que siguen abusando de los automovilistas deteniéndolos en “operativos”, faltándoles al respeto y obligándolos a mostrarles sus documentos so pena de llamar a la grúa y llevárselos. El artículo 78, del reglamento de tránsito del municipio de Jiutepec, establece en su fracción tercera que los agentes de la Dirección de Tránsito Municipal en ningún caso podrán ejecutar actos de molestia y agravio en contra de las y los ciudadanos sin que exista causa legal para ello. Y el artículo 89 todavía lo deja más claro: “Los o las Agentes de Tránsito únicamente podrán detener la marcha de un vehículo, cuando su conductor haya violado de manera flagrante alguna de las disposiciones de este Reglamento y/o cuando se encuentren en un punto derivado de programas de control para prevenir accidentes generados por la ingestión de alcohol, realizado por la Secretaría de Seguridad Publica, Tránsito y Vialidad, a través de las áreas correspondientes. En consecuencia, la sola revisión de documentos no será motivo para detener el tránsito de un vehículo salvo el caso de campañas de revisión de documentos, dadas a conocer oportunamente por las autoridades de Tránsito.
En el desarrollo de los operativos o puntos de control y de prevención del delito que ejecuten las policías preventivas, sí se podrá revisar los documentos, siempre y cuando esté presente la policía vial. Dice “dadas a conocer oportunamente”. Y eso nos lo tienen que acreditar a los ciudadanos. Es su obligación. Sin embargo, la gente dice que esto sucede cada tres años al final de un régimen. Es el año de Hidalgo. Tienen que sacar dinero de donde se pueda. Buscan hasta debajo de las piedras. No lo permitamos. Unámonos a otros ciudadanos que les esté ocurriendo lo mismo y exijamos nuestros derechos. Las cuentas claras.
Un buen gobierno para un buen vivir
“No podemos borrar el pasado.
Pero sí podemos empezar a
escribir un futuro mejor.”
Anónimo
Hoy es el inicio de una nueva era en nuestra tierra. A partir de hoy ya no hay partidos. Ya no hay colores. Habrá que gobernar para todos con el compromiso que la tarea requiere. Todos estos días he escuchado muchas historias: Si habrá venganza, si habrá justicia, si se trabajará para obtener intereses particulares, si habrá equilibrio para lograr la armonía y la paz que necesitamos. Si el nuevo gobierno trabajará al unísono con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador o estará en contra.
Hemos escuchado muchas historias. Unas a favor y otras en contra. Lo único de lo que estoy seguro, es que nuestra gente quiere vivir con justicia social, queremos un estado con armonía, queremos vivir con seguridad para nuestras familias, con buenas fuentes de empleo, con un buen sistema de salud, con acceso a la vivienda para los trabajadores, en fin, queremos un buen gobierno con la participación de todos nosotros, la sociedad civil.
La Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (UNESCAP) menciona en un documento que son “muy pocos los países y las sociedades que han llegado a conseguir un buen gobierno en su totalidad.”
Esta organización afirma que son ocho las principales características que debe tener un buen gobierno: Participación ciudadana, legalidad, transparencia, responsabilidad, consenso social, equidad, eficacia y sensibilidad.
Es decir, todos estos son los elementos que conforman el concepto llamado “gobernanza”, concepto usado desde la caída del muro de Berlín y que se refiere al nuevo modo de gestión de los asuntos públicos, fundado sobre la participación de la sociedad civil a todos sus niveles.
Actualmente, la participación ciudadana es fundamental. Ya no debemos basar el sistema de gobierno en las decisiones unilaterales. Los ciudadanos saben lo que necesitan sus comunidades, por ejemplo. Por ello, es importante implementar la democracia participativa a través de formas como el presupuesto participativo en las que los mismos ciudadanos, reunidos en asambleas comunitarias, tomen decisiones sobre las mejoras que deben ser realizadas en sus comunidades.
Para que haya un buen gobierno, es menester que haya legalidad, que el marco legal sea imparcial, que se protejan los derechos humanos, sobre todo, aquellos de las clases más vulnerables.
La transparencia significa que las decisiones tomadas estén apegadas escrupulosamente a la ley y que la información esté a disposición de los ciudadanos que sean afectados por las medidas tomadas.
En el caso de la responsabilidad, se refiere a que nuestros funcionarios públicos sirvan a toda la sociedad y atiendan y resuelvan en un tiempo razonable.
Para lograr el consenso en la toma de decisiones de gobierno, es necesario un esfuerzo de mediación perseverante para unificar criterios.
La equidad implica proveer a todos los grupos, sobre todo los más vulnerables, oportunidades para alcanzar, mejorar o mantener su bienestar.
En la eficacia, el buen gobierno debe garantizar buenos resultados a la ciudadanía. Habrá que utilizar los recursos disponibles con eficacia y honradez.
Y por último, el gobierno deberá tener sensibilidad para las demandas sociales.
Todos estamos ilusionados con el nuevo gobierno. Todos le deseamos lo mejor. Pero le recordamos que sin la participación ciudadana no podrá lograr mucho y puede que empeore.
Dejo aquí uno de los mensajes de AMLO durante la campaña presidencial para el nuevo gobierno que viene porque todos lo esperamos: “erradicar la corrupción y la impunidad será la misión principal del nuevo gobierno”. Y yo agregaría: Para lograr un mejor futuro para los nuestros y tener una cultura de paz para el buen vivir.
Ética y buen vivir
“El hombre no debe seguir tal como es,
es necesario verlo también cómo
podría ser y acostumbrarse a esa visión.”
Bertolt Brecht
Comparto con Fernando Savater, después de haber leído “ética para Amador”, que el hombre (género) no nace hombre. Mientras piensa cómo dirigirse a su hijo, Amador, para que considere su comportamiento en la vida, pone varios ejemplos. Si mi memoria no me falla, dice algo así como: el tigre nace tigre, la hormiga nace hormiga. En su medio natural cada animal sabe perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él. No hay animales buenos ni malos en la naturaleza. Ellos son como son. Pero en el caso del hombre, depende de la cultura donde nace, así será. Somos educados en ciertas tradiciones, hábitos y formas de comportamiento, leyendas. Es decir, se nos inculcan desde la cuna ciertas fidelidades. Por eso nos comportamos como nos comportamos.
Desde niños aprendemos cómo comportarnos porque son nuestros padres, la escuela y la sociedad en general quienes nos lo inculcan. No nos cuestionamos nada. Hemos sido programados con éxito. Sin embargo, una vez que pasamos de la edad infantil a la adulta, nos comenzamos a cuestionar muchas cosas, aunque también desde niños hay cosas que nos hacen click en la cabeza. Cosas con las que no estamos de acuerdo pero que tenemos que obedecer. Todos estos elementos es lo que se llaman valores morales. Son las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada sociedad o grupo cultural.
Al cuestionarnos las cosas que hacemos y nuestro comportamiento, llegan reflexiones sobre cómo deberían de ser las cosas. Es aquí que entra la ética, es decir, el estudio fundamentado de los valores morales. Aristóteles decía: Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo.
Por lo tanto, el hombre es diferente de los animales porque aquellos sólo tienen una sola forma de comportamiento. Es predecible. Pero en el caso del hombre, si bien es cierto que se va formando desde pequeño con costumbres y ciertos valores, tiene una característica fundamental que se llama libertad. El ser humano puede elegir de diferentes tipos de comportamiento el que más le guste. Tiene algo llamado libre albedrío.
Erich Fromm dice que la vida del hombre no puede “ser vivida” repitiendo los patrones de su especie; es él mismo quien debe vivir. El hombre es el único animal que puede estar fastidiado, que puede estar disgustado, que puede sentirse expulsado del paraíso.
Y justamente como nos hemos comportado siempre por valores morales, los cuales no siempre son lo mejor, es que tenemos que buscar mejores formas para vivir armónicamente en sociedad. La ética nos permite hacerlo. No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho. Por eso debemos guiarnos todos por un código de ética porque a veces, los valores morales o no son los correctos o están tergiversados o son insuficientes.
Los valores éticos permiten regular la conducta para lograr un bien colectivo y la convivencia pacífica en una sociedad. Y entre ellos se encuentran la justicia, la libertad, el respeto, la responsabilidad, la integridad, la lealtad, la honestidad y la equidad entre otros. Por ello es importante incluirlos para darlos a conocer en todos los ámbitos en los que se desarrolla el ser humano. En la familia, aunque muchas veces sólo se inculcan los valores morales considerándolos como éticos sin que necesariamente se sepa si están bien; en la escuela, en los juegos, en el trabajo, en las relaciones con los demás.
La ética es el arte de vivir bien. De comprender lo que es bueno y lo que es malo. Lo que nos conviene y lo que no como seres humanos.
Por eso es importante que para vivir en una sociedad más justa y armónica tenemos que pensar en los demás y todos juntos trabajando en la misma dirección lograremos una cultura de la paz para el buen vivir.
Mediación escolar y buen vivir II
“Estamos tan acostumbrados a sufrir
que cuando llega una persona y nos trata bien,
con respeto y nos brinda su cariño,
todo nos da miedo”.
Anónimo
Mencioné en mi artículo anterior que vivimos en una sociedad cada vez más compleja, en la que además de que se han ido perdiendo los valores, la violencia es parte de nuestra personalidad. Todo lo queremos resolver peleando, enfrentándonos. Siempre queremos ganar la discusión, ganar la pelea. De hecho, es parte de nuestro sistema judicial. Cuando se da un conflicto, por ejemplo, una separación matrimonial, una deuda, nos presentamos ante un juez que es quien va a decidir, a través de la presentación de pruebas, quién gana la batalla legal. La solución la da un tercero que dice quién tiene la “razón”. En este esquema hay un ganador y un perdedor. Es un esquema en el que alguien sale riendo y otro llorando. Nos preguntamos en este momento si existe la justicia verdadera. Y en la mayoría de los casos pensamos que no.
Es por esta razón que se han buscado alternativas de solución de conflictos diferentes al de enfrentarnos y a que haya un tercero que decida quién gana y quién pierde. Y es en este sentido que la cultura de la paz propone la mediación como una alternativa voluntaria, pacífica, amigable y neutral, entre otros factores de solución de conflictos. En este esquema hay un tercero llamado mediador que es un guía para llevar a las partes en conflicto a solucionar su problema. Lo primero que se hace es conocer este medio de solución de conflictos. Se les explica a las partes o una de ellas cómo se lleva a cabo. Lo más importante de esta alternativa, es que es menos costoso, es más amigable porque las partes en conflicto expresan sus intereses de una manera respetuosa y amable para llegar a un acuerdo en cooperación para solucionar su disputa. El mediador, que es un tercero neutral, es el encargado de crear un clima de colaboración, reduciendo la hostilidad, y de guiar el proceso a un acuerdo en común.
Creo que lo más importante de la mediación es el hecho de que si los involucrados en un conflicto tienen un vínculo continuo, permite restablecer la comunicación entre ellos en el futuro. Por ejemplo, una pareja que tiene hijos y que desea separarse.
Esta alternativa es algo nuevo para nosotros. No estamos acostumbrados a ella, por lo que tendremos que adaptarnos.
En el caso de los estudiantes en las escuelas, ésta alternativa es un modelo que también se puede implementar para solucionar los conflictos. Pero llegará un momento en que será parte de esta llamada cultura de la paz. Tendremos nuevos ciudadanos que aprenderán desde la niñez a solucionar los conflictos de una manera diferente. El conflicto es natural en los seres humanos. La diferencia estriba en cómo lo enfrentamos.
¿Te imaginas que en las instituciones escolares se prepararan los estudiantes como mediadores y que cuando se diera un conflicto, estos chicos y chicas intervinieran en tiempo y forma para solucionarlo y tener un ambiente escolar más saludable y amigable?
El rol del mediador será tratar de detectar cuál es el conflicto, si es el que aparece como tal o es uno diferente, que a través de sus intervenciones podrá ir apareciendo. En la mediación las partes tendrán oportunidad de reunirse, aparecerá el reconocimiento de las diferentes maneras de percibir el mundo, los valores de cada uno y las formas en que se han comunicado.
A través de la intervención del mediador las partes podrán tomarse tiempo para entender al otro, saber qué le genera esta situación, comprender las diferencias de los otros y tratar de avanzar hacia una resolución del conflicto. En lugar de ser adversarios, las partes se convertirán en socios para resolver el conflicto que los enfrenta.
Para lograr este objetivo, es esencial que esta nueva legislatura retomé, de manera inmediata, la publicación de la nueva ley de justicia alternativa.
Todo por lograr una cultura de la paz para el buen vivir.
Mediación escolar y buen vivir. I
“Hay una historia detrás
de cada persona. Hay una
razón por la cual son como son.
Piensa en eso antes de juzgar a alguien”.
Anónimo.
Lobito y Manzanita han crecido. De hecho, ya están en el ámbito universitario. Me siento orgulloso por sus logros, aunque todavía hay que llegar a la culminación de sus estudios. Debo confesar que siempre quise que estuvieran bien en la escuela, tanto con los maestros como con sus compañeritos. Quería que la pasaran mejor de lo que yo la pasé en mis tiempos. Por eso decidí participar siempre en los comités de la sociedad de padres de familia. Para ayudar a tener un mejor ambiente escolar entre padres, alumnos, maestros y la administración. Al participar en estos menesteres, me he dado cuenta que todavía falta mucho por hacer. No puede haber un espacio colaborativo en donde hay autoritarismo. En varias escuelas vi como los directivos y maestros abusaban de la buena fe de los padres de familia. Siempre pedían cooperación para cortinas, para grabadoras y demás cosas. Yo siempre preguntaba a dónde se habían ido las cosas que habían puesto los padres del ciclo escolar anterior. Y, según los maestros, eran los padres quienes se habían llevado las cosas. También estaba la historia de que se las habían robado. El punto es que siempre había faltantes y, cada año, teníamos que dar cooperación otra vez. En otra ocasión, recuerdo, yo era el presidente del comité, cómo la maestra que le había tocado dar clases en primer grado manipuló a la gente para que compraran pupitres adecuados para su clase. ¿Cómo podían los niños sentarse en esos pupitres tan altos? Cuando lo único que tenía que haber hecho era ponerse de acuerdo con los papás para sacar de la bodega los pupitres para los más pequeños. Limpiarlos y colocarlos en el salón que le había tocado. Pero no. quería que fueran nuevos.
Si hablo de cuando fui estudiante, en mis tiempos todo era diferente. Los padres tomaban en cuenta al cien por ciento a los maestros y recuerdo que, en las juntas, algunas mamás, cuando recibían quejas de sus hijos, les daban autoridad a los maestros y maestras para que los castigaran como quisieran. Yo me sorprendía muchísimo porque en muchas ocasiones, los maestros abusaban de los niños y les contaban de más a los padres de familia. Yo estudié en la secundaria 2. En Altavista. Soy de la segunda generación. En aquellos tiempos, la secu era el único edificio en el cerro. No había nada. Cuando salíamos de la escuela, bajábamos por el cerro para salir al Salto. Y justo ahí, en la parte de atrás, era el lugar preferido por los alumnos para agarrarse a golpes y ajustar cuentas. Como los maestros no tenían nada que hacer allí, pues no había nadie que interviniera en las trifulcas de los estudiantes. Y así fueron pasando los tiempos hasta ahora. Todos esos estudiantes, creo, al darnos cuenta de cómo eran las cosas en realidad, ya no quisimos que se repitieran esos abusos en nuestros hijos. El problema es que ahora muchos padres se fueron al extremo porque no permiten que a sus hijos les llamen la atención por nada del mundo aun sabiendo que hicieron algo malo. Algunos padres son sobreprotectores aún sabiendo que les están haciendo daño.
El daño social que padecemos es multifactorial. Y es verdad que todo comienza en la familia. Pero la familia no es necesariamente la única causa. Tenemos problemas graves como sociedad. Ya hemos tocado esos puntos en otras colaboraciones. Pero en el caso de las instituciones escolares, la violencia es el pan de cada día.
Es hora de poner las cosas en su lugar y tomar alternativas de solución de conflictos que sean pacíficas.
Para eso existe la mediación escolar.
Antes de abordar el tema, debemos reconocer que los conflictos son parte nuestra naturaleza. Y aquí, lo importante es cómo nos vamos a enfrentar a ese problema y cómo lo vamos a resolver. Estamos acostumbrados a que siempre sea un tercero el que resuelva nuestros problemas. Nuestros padres, un juez, el director de la escuela. Y al hacerlo de esta manera, siempre hay un ganador y un perdedor.
En el caso de la mediación, siempre habrá un tercero, pero es un tercero neutral que no tiene poder sobre las partes en conflicto, solamente ayuda para que de manera cooperativa, pacífica, amable las partes encuentren una solución a su conflicto. Las partes que enfrentan un problema van acordando, de acuerdo a sus intereses y necesidades los elementos para resolverlo.
La mediación tiene un valor muy importante, sobre todo, en conflictos en donde las partes en disputa mantienen un vínculo continuo, porque permite restablecer la comunicación entre quienes seguirán relacionados en el futuro, como los cónyuges que se están divorciando, vecinos que tuvieron un conflicto, estudiantes, maestros, etc. La experiencia nos ha mostrado que, cuando las partes en conflicto son las que deciden la solución, existen mayores probabilidades de cumplimiento. Pero esta alternativa, se tiene que estudiar. Se tienen que conocer todos sus elementos para poder aplicarla y, en el caso de los problemas escolares, se puede aplicar de manera sustancial, de tal forma, que se convierta en un elemento de la cultura de la paz en las escuelas. Veremos más detalles la próxima semana.
Educación y buen vivir
“La educación ayuda a la persona
a aprender a ser lo que es capaz de ser”.
Anónimo.
Prácticamente acaba de iniciar el nuevo ciclo escolar. Durante estas dos semanas he estado observando y conversando sobre educación. Es un tema que me apasiona tanto que mi espíritu toma el vuelo para analizar cómo podemos hacer para mejorar nuestro sistema educativo y qué es lo que ocurre en el día a día en la educación.
Me doy cuenta que, con todos los problemas que ya existen en esta área, siempre hay dos que sobresalen. Por una parte, los padres culpan a las escuelas del comportamiento de los chicos y, por otra, los maestros se quejan del mal comportamiento de los estudiantes, y argumentan que todo es culpa de los padres.
Analizando todo desde mi perspectiva, y recordando mi propia historia personal, creo, y lo sostengo en mis conferencias, que en la lotería de la vida nos tocan los padres que nos tocan. Es decir, no podemos elegir en qué seno familiar nacer. En mi caso, como ya lo he mencionado, me tocó un padre ausente, violento y desobligado, y una madre amorosa que cuidaba mucho de nosotros, pero sumisa. Mi entorno familiar no era lo mejor que digamos.
Decía, uno no elige dónde nacer. A eso le llamo la lotería de la vida. Pero hay alguien que eligió el camino de la docencia, que se preparó mucho. Que tomó la decisión maravillosa de educar a los niños. Prepararlos para el futuro y transmitir el conocimiento. Y esa persona se llama docente. Se llama maestro. Mi concepto muy personal es el siguiente: un docente tiene mucho más poder (más que los propios padres) para construir o destruir la personalidad de un niño. La razón es muy simple. Los padres no estudiaron para serlo. Si lo hubieran hecho, tal vez nuestras vidas serían muy diferentes de lo que son. Y, sin embargo, los maestros, hombres y mujeres que tomaron la decisión de serlo, se prepararon académicamente para ello. Tuve muchos maestros y maestras malos durante mi educación. También reconozco que yo no era un gran alumno. Reconozco que mi comportamiento no era de lo mejor. ¿Cómo podía serlo cuando mi actitud reflejaba lo que vivía en casa?
Me rebelaba ante los maestros prepotentes. Tuve que aprender a defenderme por mí mismo porque nadie daba la cara por mí. Pero también reconozco que tuve maestros y maestras que me dieron un ejemplo maravilloso.
Primero, creyeron en mí y en mi potencial. Algo bueno debía tener. ¿No? en primer año de primaria, la maestra Ofelia era un amor. Nos trataba de manera amable y cariñosa. En la secu, mi maestro de español, después de ver mi mal comportamiento, me invitó a participar como maestro de ceremonias de los honores a la bandera, lugar que siempre era para los bien portados y los que estudiaban.
Me dijo que tenía buena voz y excelente dicción, y que creía en mí para poder llevar a buen puerto el programa. Me preparé y traté de aprenderme de memoria el programa. Y cuando llegó el día, todo salió tan bien que el profe Proceso me felicitó y me dijo que llegaría muy lejos. Esas palabras las sigo atesorando en mi corazón y de vez en cuando, al recordar esa anécdota, me brota una que otra lágrima.
Otro de mis profes que siempre creyó en mí, Efraín Islas Salazar, de ciencias sociales, me apoyaba en todo y me decía que no dejara de echarle ganas a la vida porque un día tendría mi recompensa.
Mi profe Efraín siempre siguió mis pasos. Años más tardé tuve mi primera beca en China, luego en otros países y siempre que regresaba a México le llamaba. Él me pedía que lo acompañara a sus juntas de maestros o reuniones y me ponía como ejemplo. Yo me sentía como pavorreal. Le debo mucho a mi querido maestro Efraín. Le debo gran parte de mi vida porque él creía en mí. Él reforzó mi autoestima cuando fue necesario.
En la prepa, me dije que debería de cambiar mi comportamiento. Me prometí ser el mejor. Al comenzar el primer semestre estudiaba mucho. Me gustaba participar en clase. Mi materia preferida era filosofía. El profe Del Castillo, estoy seguro, me apreciaba por mis participaciones en clase. Pero un día, no sé qué hice, mi profe se enojó, me regaño públicamente y me sacó del salón. Yo sentí un dolor y una confusión terribles. ¿Por qué me había hecho eso? Al final de la clase le pregunté y me dijo que no podía aceptar un comportamiento negativo de un estudiante que tenía mucho por delante. “Adivinó” el problema por el yo estaba pasando y me dijo que dejara que mis padres arreglaran sus problemas. Me aseguró que, aunque yo hiciera lo imposible, no podría solucionar sus problemas porque nada más ellos tenían la solución.
Por eso, insisto, los maestros tienen un poder enorme sobre los estudiantes. Y cada vez que inicia un nuevo ciclo escolar, me vienen muchos recuerdos a mi mente. Mi corazón se llena de agradecimiento para todos esos maestros y maestras que cumplen la verdadera función de educar. Decía Cicerón que tus padres y tus maestros son tus fieles y desinteresados amigos; aprovéchalos, que no podrán acompañarte por mucho tiempo. Hay padres buenos y malos, hay maestros buenos y malos. En el caso de los padres, lo que tenemos es lo que nos tocó. Y en el caso de los maestros, tratemos de dar lo mejor a nuestros estudiantes. Para eso nos preparamos. Ellos nos recordarán y agradecerán al paso del tiempo. Gracias a mis maestros y maestras porque por ellos soy, en gran medida, lo que yo soy. Gracias de todo corazón.
Por cierto, hoy esta columna está de plácemes. Hoy cumplimos un año. Gracias por sus comentarios y críticas.
Transiciones y el buen vivir
“El fin de un ciclo es
el principio de un nuevo ciclo”
Anónimo
Se dice por ahí, en la sabiduría popular, que algunas personas te “aman” sólo hasta cuando ya no les sirves. Y su lealtad termina hasta que sus beneficios se acaban. Estos tiempos son de convulsión. ¿Cuándo comenzó esta crisis de valores? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que debemos regresar a lo básico. Cuando la palabra valía. Cuando la integridad era eso. Estoy convencido de que vivimos tiempos diferentes. Hay un despertar social después de estas elecciones que demuestra que la sociedad ha cambiado. Que buscamos otras alternativas para vivir mejor. Para vivir en paz. La gente está harta de la impunidad y la corrupción, del engaño, de la “mordida”, de fórmulas desleales para hacerse de dinero a costa del perjuicio de los demás. Es más, alguien dijo que la corrupción era parte de la cultura mexicana, lo cual es totalmente falso.
Se han hecho muchos experimentos sociales a partir de esa declaración para demostrar la corrupción y el engaño que hay dentro de nuestro espíritu, y la verdad, es que la gente que participa en el experimento, nos da una lección avasallante. Pareciera ser que las personas más humildes tienen principios de honestidad más fuertes que aquellas que tienen más posibilidades.
En el análisis de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) sobre la honestidad en México, se encontró que los mexicanos consideran la corrupción como el segundo problema más importante después de la inseguridad y el crimen. En tercer lugar, se encuentra el desempleo y en cuarto la pobreza. Es decir, la corrupción es un mal mayor que debemos atacar en estas nuevas generaciones. La corrupción es un obstáculo para hacer negocios, debilita al Estado de Derecho porque la justicia se ve comprometida a entregarse al mejor postor, entre otros problemas. Las conclusiones de la OCDE recomiendan una serie de medidas que legitimen las instituciones gubernamentales, fortalezcan la economía y creen mayor seguridad para los ciudadanos.
Obviamente, esto no quiere decir que la responsabilidad es sólo inherente al Estado. No. Por parte de la ciudadanía se tienen que establecer compromisos desde la familia y llegando hasta las instituciones de educación tanto públicas como privadas. Se tienen que involucrar desde las materias de civismo y participación social. En el caso del acoso escolar o bullying se tienen que implementar de manera inmediata las nuevas formas de solución pacífica de conflictos, es decir la mediación escolar. En nuestras comunidades, para acabar con los problemas entre vecinos se debe implementar la mediación comunitaria. Debemos buscar nuevas formas de convivencia pacífica y honesta para dirimir nuestros conflictos. Y, además, debemos desarrollar de manera personal un cambio de paradigma ante los conflictos que enfrentamos.
En esta columna hemos hablado de la nueva ley de justicia alternativa. Esta ley tan necesaria que quedó pendiente en la legislatura que se va y que la LIV Legislatura debe retomar para iniciar los cambios necesarios para comenzar esta nueva era de una cultura de la paz para el buen vivir.
Estamos viviendo los últimos estertores de los que no quieren cambiar para mejorar, pero hay que recordar que lo único que no cambia es que todo cambia. No olvidemos cerrar ciclos. Estamos a punto de iniciar muchas cosas nuevas. No hay que arruinarlo llevando al futuro un pasado que ya no existe. Comencemos la reconstrucción de nuestro querido México.
Alianzas para el buen vivir
“No le temo al enemigo que me ataca,
Sino al falso amigo que me abraza”
Tupac.
En una sociedad hay de todo tipo de personas. Hay buenas, malas, empáticas, simpáticas, antipáticas, personas con conciencia social, personalistas, personas que ayudan a los más necesitados y vulnerables, hay quienes sólo se interesan en sí mismos. Personas que se preocupan y ocupan por el bien común y otras que sólo buscan satisfacer sus intereses propios. Esta es la moneda corriente. Es la vida. La imperfección del ser humano. Hay quienes dicen que el peor pecado que Dios nos dio fue la libertad porque el hombre puede hacer lo que le da la gana sin importarle lo que les suceda a los demás. Hay otros que argumentan que la libertad es el regalo más preciado que Dios nos regaló porque podemos distinguir entre el bien y el mal y hacer lo que corresponde para tener una mejor forma de vivir.
Pero hablar de libertad nos lleva a situaciones muy complejas de entendimiento porque, por ejemplo, alguien podría festejar cada fin de semana en su casa con sus amigos y poner el volumen de su música a tal grado que moleste a los demás. Y esta persona, a la queja que recibe de sus vecinos, sólo contesta que en su casa puede hacer lo que quiera. Esto, por poner un ejemplo sencillo solamente.
La libertad sí es hacer lo que uno quiera y lo haga sentir bien. Pero al vivir en sociedad, esta libertad se restringe al grado de poder hacer lo que a uno le satisfaga, siempre y cuando no afecte a los demás.
El artículo 4 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en su fracción IV nos dice que la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.
John Stuart Mill cree que hay diversas acciones que uno puede realizar indistintamente sean o no correctas, porque perjudican solamente al individuo. En este caso, la persona es libre de hacer lo que quiera, ya que la decisión que decida tomar únicamente le afecta a ella misma. Pero, por el contrario, puede haber acciones beneficiosas (o satisfactorias) para uno mismo pero que perjudican a otros individuos de nuestra sociedad, por lo que no deben ser permisibles, ya que el individuo que las realiza está atacando la libertad de aquellos a quienes puede afectar con sus decisiones. Y es éste el punto principal que debe seguir prevaleciendo en nuestra sociedad. Y, por esa razón, hay que volver a empezar. Como lo propuse en uno de mis artículos anteriores, haciendo observancia del Bando de Policía y Buen Gobierno, que es la esencia normativa de los municipios.
Pero, además, esta reflexión también nos debe llevar a la reflexión que se debe hacer por parte de los que ahora ocuparán el poder. No se trata de hacer lo que se les dé la gana pasando por encima de los demás. No se trata de querer imponer su voluntad para someter a los que no estén de acuerdo. La democracia, que es el poder del pueblo y para el pueblo, debe prevalecer a pesar de los desacuerdos personales. La democracia hace alianzas para la vida social. La democracia, debe ser más fuerte que el deseo personal porque lo que se busca es la armonía y la justicia social. La libertad que debe aplicarse aquí, es la que nos lleve como sociedad a formas de convivencia pacíficas y armónicas. Basta de autoritarismos y hagamos que la democracia verdadera ya tome el lugar que le corresponde. Dice Mill que la única parte de la conducta de cada uno por la que se es responsable ante la sociedad es la que se refiera a los demás. En la parte que concierne meramente a él, su independencia es, de derecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y espíritu, el individuo es soberano. Así que hay que respetar la opinión y el actuar de los demás en lo que concierne a su individualidad.
Sin embargo, lo que pertenece a la vida pública lo debemos acatar todos para vivir en una cultura de la paz para el buen vivir. Hagamos alianzas solidarias en beneficio de todos.
Gobierno y el buen vivir
“La insultante opulencia en América latina,
junto a una intolerable pobreza,
son balas cotidianas en contra
de la dignidad humana”.
Rafael Correa.
Todas las formas de gobierno tienen aciertos y errores. No existe uno solo que sea perfecto. Sin embargo, tienen que definirse muy bien sus funciones, sus objetivos, porque si estos no son claros, los gobernantes harán lo mejor que puedan, harán hasta lo imposible por obtener beneficios solo para ellos a costa del sufrimiento de los más desprotegidos.
Estas son mis conclusiones después de comparar los sistemas de los países en que he vivido. La República Popular China era un país rural. Recuerdo que sus calles eran como de pueblo. No había drenaje y se veían carretas tiradas por caballos en las calles de Beijing con contenedores para sacar los desechos de las fosas sépticas. Los olores en las calles no eran muy agradables que digamos. Había mucha gente en las calles manejando bicicletas y los automóviles parecían sacados de las películas en blanco y negro que veíamos con mis padres en la tele cuando era un niño. Era un viaje al pasado. La vida era simple. Muy sencilla. A las siete de la mañana, los patios de escuelas y parques se veían a adultos y adultos mayores haciendo el ejercicio tradicional chino: Tai Chi. Las series de televisión siempre tenían un mensaje claro: el valor de la importancia de la comunidad frente al interés personal. Era el año de mil novecientos ochenta y uno. Yo tenía veinte años. Me llevé muchas sorpresas a mi llegada. Veía mujeres albañiles, mujeres conductoras de autobuses. Los chinos vivían en igualdad de circunstancias. Se llamaban a ellos mismos un Jian Guo, un país en construcción. Al paso de los años, confirmo su dicho. Han logrado un avance radical en muchos ámbitos. China ya no es lo que era. Tienen muchas ventajas, en muchos casos, mejor calidad de vida. Había muchas cosas que me gustaban de su forma de gobierno. Su “comunismo” era muy diferente al de Corea del Norte. En ese país había un culto a la personalidad terrible. Todos mis compañeros de la escuela de ese país, se llamaban “Kim” como el líder de ese entonces Kim Il-Sung. Cuando veía sus libros, notaba las fotografías de las plazas y parques. Y en todas ellas siempre había o un mural o una estatua de Kim Il-Sung. Había, y sigue habiendo un gran culto a la personalidad, así como una cerrazón política terrible. Dos países “comunistas” pero con formas diferentes de gobierno.
En Bélgica viví también un buen rato y ahí me di cuenta de la forma de vivir de sus ciudadanos. Aprendí lo que era el chomage (no encontré en mi compu el acento circunflejo) y su tratamiento. El chomage o desempleo tiene varias formas de tratarse. Si se es un joven que recién ha terminado sus estudios, tienes derecho a percibir un salario mientras encuentras trabajo. Si eres trabajador por temporadas. Por ejemplo, un gran amigo mío, tenor, cantante de L’opera National en Bruselas “La Monnaie”, cantaba durante la temporada de ese género, después que terminaba, se presentaba al Chomage y le seguían pagando. Con ese dinero él vivía y además tomaba clases de canto para seguir preparándose. Los ciudadanos de Bélgica, me explicaba, tienen garantizadas cinco cosas desde que nacen, en su país: salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Lo primero que pensé es lo que sucedería en México si me quedara sin trabajo. Sentiría una angustia terrible. Me pondría a buscar trabajo inmediatamente porque ¿Quién mantendría a mi familia? ¿Cómo alimentaría a mis hijos? ¿Y la renta?
Eso se quedó grabado en mi corazón y en mi mente de una manera indeleble. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Estos conceptos siguen retumbando en mis oídos y en mi corazón desde entonces. Nada de eso está claro todavía en mi México. Nuestro México. Y tenemos todo para lograrlo. Sobre todo si consideramos nuestra posición geoestratégica.
Estoy seguro que se han hecho intentos, Y se han logrado cambios. Pero en la mayoría de los casos, sólo algunos cuantos se han enriquecido y la corrupción e impunidad se han establecido en nuestro país de manera rampante. Hoy nos encontramos ante un nuevo paradigma. Nuevas formas de gobernanza deben llegar, que consideren estos cinco elementos primordiales para una sana convivencia en comunidad. Nuevas políticas públicas se deberán de implementar para su obtención. No esperamos menos de estos nuevos gobiernos. Mientras tanto, yo seguiré luchando desde mi trinchera por una mejor sociedad. Espero tu compañía y participación. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda. Salud, educación, trabajo, sustento y vivienda…
La honestidad y el buen vivir
“Este es el primer precepto de la amistad:
Pedir a los amigos sólo lo honesto,
Y sólo lo honesto hacer por ellos”.
Marco Tulio Cicerón
Soy bueno, soy malo. A veces soy tolerante y a veces no. Siempre he deseado ser una buena persona, un buen ciudadano y, sobre todo un buen padre de familia. ¿Lo he logrado? Si soy honesto, debo decir que no completamente. Me hace falta tener más disciplina, ser más comprensivo, ponerme en los zapatos de los demás para lograrlo al cien. Sin embargo, dentro de esos límites imperfectos que todos llevamos, creo que he sido una persona que cumple con sus propósitos y que trata de entender a los demás. Sobre todo, amar incondicionalmente.
¿Por qué digo todo esto? Simplemente porque en esa incomprensión que a veces tengo, debo reconocer las cosas buenas de los demás y decirlo claramente. Sólo por el placer de hacerlo y, a veces, como hoy, para hacer un reconocimiento.
Hace ya algunos ayeres conocí al Gato. Me gustó su trato con la gente, su empatía, su trabajo. Sobre todo, conocer su origen humilde y su trabajo desde la izquierda para trabajar con los más desprotegidos. Tiene una trayectoria excepcional en el trabajo comunitario que lo ha llevado a diferentes comunidades de nuestro México. Es un hombre inteligente que conoce como muy pocos el sistema político mexicano. Ese trabajo desde la izquierda siempre se ha mostrado. Ha colaborado con diferentes gobiernos, pero siempre en favor de las comunidades. Y cuando encuentra algo raro, algo fuera de lugar, lo mejor que ha hecho es retirarse y seguir con su lucha comunitaria.
Hace cerca de dos años comenzó a crear un proyecto muy interesante que tenía que ver con el tema del buen vivir. La idea era tratar de llevar a las comunidades esa filosofía del buen vivir para cambiar el paradigma en el que vivimos. En lugar de ver por uno mismo, se pueden lograr muchas cosas si nos interesamos genuinamente en los demás. Yo te cuido, tú me cuidas, nosotros nos cuidamos. Fue entonces que se iniciaron varios diplomados para llevar esta filosofía a todas las personas interesadas. Diplomados que fueron gratuitos. Además de esos cursos, también se organizaron conferencias con embajadores de países que ya habían adoptado esa filosofía. Los asistentes tanto de los diplomados como de las conferencias, salían emocionados con esos temas. Recuerdo a la embajadora de Costa Rica cuando habló de los derechos de la madre tierra. Actualmente el ser humano trata de sacar beneficio de todo sin considerar los derechos de los demás. Si no respetamos la vida de los demás, menos el de la tierra. ¿La tierra tiene derechos? Por supuesto que sí. La hemos explotado tanto que los resultados son clarísimos. Tierra muerta, ríos y océanos convertidos en basureros, especies marinas y terrestres en peligro de extinción. El hombre es inteligente, pero por desgracia está acabando con nuestro mundo. Aunque en realidad no es el hombre común como tú y como yo, sino aquellos ricos que, así como han explotado a su hermano, explotan la tierra. Se la quieren acabar para amasar fortunas sin darse cuenta que el dinero no servirá de nada cuando se acaben todo. Poca gente quiere entender esto. El dinero es bueno, los negocios son necesarios para obtener ganancias, pero no a costa de la desgracia de otros o en perjuicio de nuestra madre tierra.
Después, el Gato desarrolló otra idea. La de preparar y hacer conciencia, a través de estos diplomados a los políticos, a los servidores públicos para desarrollar una gobernanza ética y honesta. Desarrollar políticas públicas adecuadas para nuestras comunidades. Todo eso me ha demostrado el interés tan grande que tiene Javier García Chávez, el Gato, con el mejoramiento de la vida en comunidad. La idea es tener mejores gobiernos. Mejores lugares para vivir en donde se dé el verdadero sentido de la comunidad (común-unidad). Pero para ello, necesitamos la buena voluntad de todos los actores sociales: Ciudadanos, gobernantes, políticos, medios de comunicación tradicionales, redes sociales, educadores, obreros, amas de casa, estudiantes, grupos vulnerables, grupos organizados. En fin, todos y todas quienes quieran participar del buen vivir en comunidad y, sobre todo, de alguien que conozca estos mecanismos para realizar ese fin. Y desde mi punto de vista, esa persona es Javier García Chávez, el Gato.
Estoy convencido que vienen cambios necesarios para el renacimiento de nuestro país. En hora buena.
Leyes municipales y el buen vivir
“La patria de un alcalde es su aldea,
y no hay más frontera para él
que las cercas de su municipalidad.”
Horacio Amezcua. Pensador argentino
1912-1991
El municipio, en mi opinión, es la raíz de todo, el origen de una federación, la génesis de un país. La vida de un municipio es la primera comunidad social que tenemos como ciudadanos. Escudé Bartolí sostiene que la asociación inmediata a la familia, es el municipio, considerado siempre como base del edificio social. Y como dice Juan Lazarte, la libertad solamente puede realizarse en la comunidad y el hombre sólo puede ser libre no en cuanto es individuo, sino en cuanto sea miembro de una comunidad. Podemos decir que al municipio se debe la doctrina de la soberanía nacional. Confirmamos que el municipio no es hijo del legislador; es un hecho social de convivencia, anterior al estado y anterior también y además superior a la ley.
Dicho de otra manera, antes de ser mexicano y morelense, pertenezco a esta comunidad hermosa llamada Cuernavaca. Aquí nací, de aquí soy. Pertenezco a este municipio. Aquí están mis raíces, mi familia, mi educación, mis alegrías y tristezas, mis recuerdos. Mi patrimonio. Si tengo alguno. Mi infancia, mi juventud, y tal vez con esperanza, mi vejez. Mis amores y desamores. Este es el lugar al que quiero regresar cuando estoy de viaje. Es mi patria y mi hogar.
Y es, justamente por estas razones, que quiero para mí y para los míos que regresen la tranquilidad, la paz, la seguridad y la armonía en la que antes vivíamos. Estoy seguro que esto es posible. Solamente necesitamos que los futuros gobernantes tengan las ganas de hacerlo. Que se sientan orgullosos de esta comunidad hermosa llamada Cuernavaca. Tenemos que consolidar el carácter local del municipio. Nuestros valores.
Sigo con mi teoría de que un día llegaron “gobernantes” a nuestras comunidades y que dejaron que nosotros como vecinos nos peleáramos entre nosotros. Que no les importó aplicar las leyes. Que lo único en que se interesaron fue en saquear. En llevar agua a su molino. Hacerse ricos a costa del sacrificio de nuestra comunidad.
Repito lo que he dicho muchas veces. Tenemos que recomenzar de nuevo, pero ¿cómo hacerlo? Sólo pondré unos ejemplos claros de lo que sucedió y se darán cuenta de qué fácil es comenzar de cero otra vez.
Cuando era niño, había cosas que teníamos que hacer y no nos preguntábamos por qué. Teníamos limpio el frente de nuestra casa. O lo hacían mis padres o lo hacíamos nosotros. Y nunca nos preguntamos por qué. Había respeto para los mayores. No decíamos malas palabras frente a los demás, entre otras cosas.
Pero fue pasando el tiempo y se empezó a perder el respeto. Y este se pierde, básicamente, por falta de principios sólidos, y, en segundo lugar, cuando un gobierno no hace lo que por esencia debe garantizar: el cumplimiento de las leyes.
Hay un documento que se ha dejado de observar y que es la base de la convivencia armónica en cada municipio y que se llama Bando de Policía y Buen Gobierno. Que, de hecho, en algunos municipios, ya perdió el adjetivo “buen”. Si los gobiernos municipales retomaran esta normatividad y se aplicara, les garantizo que tendríamos una mejor comunidad. Ahí se encuentran esas reglas que tenemos que cumplir los ciudadanos para vivir en armonía como tener el frente de nuestra casa limpio, (art. 131, fracc. III) y, proferir o expresar en cualquier forma frases obscenas, injuriosas u ofensivas, (Art. 129, fracc. IV), entre otras.
Me imagino un nuevo orden, aunque no es tal, la llegada del nuevo gobierno en todos los municipios de nuestro estado con este comunicado: A todos los ciudadanos de nuestro municipio se les hace de su conocimiento que, a partir de este nuevo gobierno, es obligación de todos los miembros de nuestra municipalidad conocer lo establecido en el Bando de Policía y Buen Gobierno por razones de convivencia en armonía y seguridad. Dicho documento está a su disposición en nuestro portal de internet, en las oficinas del ayuntamiento, así como en todas las delegaciones y ayudantías municipales. Y se otorgará un período de gracia de dos meses para su conocimiento y observación. Transcurrido ese período, las autoridades implementarán su aplicación, así como las sanciones correspondientes.
Sería maravilloso este nuevo comienzo. Todos nosotros como ciudadanos tendremos que cumplir con la norma. Ese orden de leyes que antes respetábamos y que nos hacían vivir en armonía, y ver a las autoridades retomando las acciones que siempre les han correspondido pero que alguna vez soslayaron. Y si alguien no cumple, que lo sancionen. Y las sanciones van, de acuerdo al Bando de Cuernavaca (Art. 133): Desde la amonestación, multa de hasta cien días de salario, arresto hasta por treinta seis horas, trabajo a favor de la comunidad y la restauración del bien afectado, a satisfacción del propietario, entre otros.
Queda abierta esta propuesta para los nuevos gobiernos de todos los municipios.
El poder de la amistad y la despedida
“A dónde van ahora mismo estos cuerpos
Que no puedo nunca dejar de alumbrar
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van? ¿Y a dónde van,
a dónde van?”
-Silvio Rodríguez-
Nos conocimos en la universidad. Eran tiempos de estudiantes. Tiempos de búsqueda. Eran tiempos de florecer. Tiempos de sueños por venir. Tiempos de crecer. Eran tiempos de mirar al futuro con entusiasmo. Tiempos de incertidumbre en el amor pero con el deseo de un buen encuentro futuro que prometiera una familia unida y amorosa.
Participamos mucho en la vida estudiantil universitaria. Organizamos fiestas, eventos para los estudiantes. Era un joven mesurado con gesto amable, sonriente, con la palabra amigable, buscando coincidencias para llegar a acuerdos y también siempre fue muy emprendedor.
Convivimos mucho en nuestros tiempos de estudiantes. Al terminar la universidad, él y otros amigos siguieron el camino de la política. Nos desconectamos un buen rato y después de muchos años lo volví a encontrar en una boda en la iglesia de San Jerónimo. Me contó que tenía una empresa que se dedicaba a las filmaciones y fotografía para eventos. Cada vez que nos encontrábamos hablábamos del futuro. Ese futuro prometedor que llegaría muy pronto. Se había casado. Estaba feliz. Muy feliz, diría yo. Se le notaba en el brillo de sus ojos. Y estaba muy entusiasmado con lo que vendría. Y sí. Le llegó su momento. El partido le brindó la confianza para el puesto. Él siguió siendo el mismo de siempre. Buscando puntos de coincidencia. Puntos de encuentro. Siempre amable y sonriente. El gesto amable y la palabra amigable. Nunca tuvo desplantes ni trató mal a nadie. Era el mismo de siempre por eso lo estimaban. Más bien, lo querían. Porque la querencia no es lo mismo que la estima.
La vida estudiantil nunca será igual a la vida después de la universidad. Cuando somos estudiantes soñamos, perseguimos fantasías, perseguimos justicia, perseguimos quimeras. Y cuando nos graduamos, buscamos empleo, buscamos caminos, buscamos amor, buscamos estabilidad. Y eso hace que nos separemos los que nos sentíamos unidos por los sueños. Así pasó con nosotros. Dejamos de frecuentarnos. Sin embargo, insisto, en cada uno de nuestros encuentros casuales retomábamos la conversación de nuestros sueños del futuro prometedor que llegaría un día. Me contaba del amor tan grande que tenía por Ophélie, su esposa y por sus hijos. En aquel entonces orgulloso de sus gemelitos. Y eso le daba ánimos para seguir adelante. El amor a su familia le daba muchas razones para vivir. Era un hombre de familia. Un hombre de bien. Un hombre generoso y un padre amoroso.
Mi cumpleaños coincidió con el ingreso al hospital de mi querido amigo. En esos momentos pensé ¿por qué los amigos dejamos de frecuentarnos? ¿Por qué no nos vimos más seguido? ¿Por qué no nos decimos lo que sentimos y por qué no nos decimos más frecuentemente lo que hemos aprendido de nuestros amigos? Comencé a pedirle a Dios que me diera otra oportunidad para decirle a Erick cuánto lo quería y recé mucho, a cada momento. Celebré mi cumpleaños con mis hijos. Les comenté de la tristeza que sentía por lo sucedido a Erick, mi gran amigo de la universidad. A pesar de la infrecuencia de nuestros encuentros, Erick Castro era un hermano de espíritu. Un compañero de sueños. Entonces recordé esta canción de Silvio Rodríguez: A dónde va lo común / lo de todos los días / el descalzarse en la puerta / la mano amiga. / A dónde va la sorpresa / casi cotidiana del atardecer. / A dónde va el mantel de la mesa / el café de ayer. / A dónde van los pequeños / terribles encantos que tiene el hogar / ¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van? Y a donde van ¿A dónde van?
Ahora sé a dónde. Todos estos sentimientos se quedan en mi corazón, los atesoro con fuerza porque me dan ánimos para seguir tu ejemplo. Ser mesurado, tener la sonrisa a flor de piel, ser amable y con la palabra amigable, buscar coincidencias para llegar a acuerdos, ser emprendedor y a sentir ese gran amor por la familia como lo sentías tú. De tu partida he aprendido una gran lección. Decir lo que siento en vida. Ya no me dio tiempo, querido Erick, para agradecerte nuestra amistad. Pero desde el fondo de mi corazón, lanzo estas palabras al viento porque ahora eres parte de él. Eres parte de mi universo. Gracias por ser mi amigo. ¡Hasta que nuestros caminos se crucen nuevamente!
Leyes y cultura de la paz
“El legislador no debe proponerse
la felicidad de cierto orden de ciudadanos
con exclusión de los demás,
sino la felicidad de todos.”
-Platón-
Son las dos con cinco minutos de la mañana de este domingo. No puedo dormir. Mi mente está pensando todo lo que se está dando en estos días con el presidente electo. Habló con los legisladores, los presidentes municipales y los gobernadores electos, y su mensaje fue muy claro: Habrá un gobierno austero. El poder es humildad, los trabajadores de base y los sindicalizados van a seguir conservando su trabajo, con los ajustes que se obtengan se desarrollarán programas sociales como becas juveniles y pensiones para los adultos mayores y, la noticia más reciente, el Papa Francisco participará en el proceso de reconciliación y pacificación de México.
Tenemos que reconocer que AMLO no está esperando su toma de protesta para comenzar a trabajar. Él ya se encuentra trabajando desde antes. Desde siempre. Por la sencilla razón de que su proyecto alternativo de nación lo ha venido trabajando desde hace varios años. Y como lo comenté en mi artículo pasado, esta es la hora de la esperanza.
Debemos como mexicanos unirnos y trabajar codo a codo. Esta es nuestra oportunidad y no la vamos a desperdiciar. No hay duda que todo México, y muchos países extranjeros también, están poniendo los ojos en lo que viene para nuestra sociedad. No podemos fallarnos ni fallarles a nuestros hijos e hijas porque nos urge un mejor país.
Y en nuestro estado, además de nuestra participación como ciudadanos, las autoridades tienen que hacer lo que les corresponde. Y en el caso específico de nuestros legisladores, se tienen que crear leyes a la altura de las necesidades de nuestra sociedad. Venimos de una legislatura que se ha dejado manipular. Y a todos ellos les tocó su parte. Se hicieron ricos porque así convenía a sus intereses. Esta legislatura nos falló a todos. Ha sido la peor en mucho tiempo en nuestro estado.
A los legisladores entrantes les exigimos que cumplan cabalmente sus funciones en bien de la comunidad. Se necesitan personas cabales, verticales, honradas, honorables, con una ética a toda prueba. Tienen que estar conscientes de la gran responsabilidad que en ellos recae. Estamos comenzando una nueva era.
Se tienen que revisar muchas propuestas e implementar las que están pendientes para mejorar nuestras leyes: la revocación de mandato, la consulta ciudadana, el plebiscito, la ley de participación ciudadana. La democracia participativa tiene que ser uno de los puntos centrales de esta nueva era. Ya no podemos seguir la línea de la democracia representativa en la que, como ya lo hemos mencionado en esta columna, se elegía a los representantes populares y el pueblo sólo veía cómo hacían y deshacían a su antojo. Y que, además de abusar, se sentían todopoderosos. A partir de ahora también nosotros como ciudadanos debemos participar directamente. Nuestros representantes populares ganaron por nuestro voto, son empleados de la ciudadanía. Tenemos el derecho a exigirles que trabajen de manera adecuada y responsable en favor del pueblo. Y si no la hicieren así, tenemos el derecho de remplazarlos. Lo dijo AMLO, y lo dijo bien dicho: El pueblo pone, y el pueblo quita. Tomemos ese derecho de manera responsable y exijamos a nuestras autoridades que cumplan. Y si no cumplen, que se vayan.
Nuestros legisladores tienen un arduo camino que seguir, pero hay que hacerlo. Y además de la democracia participativa, también hay un tema que es parte del desarrollo de nuestra ciudadanía y que se llama: La filosofía del buen vivir, que es el derecho a vivir en un ambiente sano y etnológicamente equilibrado. Es la satisfacción plena de las necesidades básicas de toda población. Es el bien común y, que podemos sintetizarlo con las siguientes oraciones: Yo te cuido, tú me cuidas, nosotros nos cuidamos. Y que además de lo bueno para el ser humano, también tiene que ver con la madre naturaleza. Ella también tiene derechos. La hemos explotado tanto que ya no puede más. Y todo con la idea de vivir en armonía total.
Nuestros legisladores electos tienen una gran responsabilidad a partir de ahora. Dejemos el viejo México y démosle la bienvenida a un nuevo país, a una nueva sociedad provocada tanto por nuestras autoridades como por toda la ciudadanía, así como lo hicimos en estas elecciones pasadas. ¡Bienvenidos a la nueva era!
La hora de la esperanza
“Lo más bello es participar
en un movimiento de transformación
con el principio de que se puede ser feliz,
buscando la felicidad del prójimo.”
-Andrés Manuel López Obrador-
Presidente electo de México
El domingo uno de julio fue un día maravilloso. La gente se volcó en las votaciones presidenciales. Todo se llevó en orden. La ciudadanía salió desde temprano a votar. Y ya en la tarde noche, el primero que se pronunció como perdedor fue Pepe Meade. Unos minutos después, Ricardo Anaya hizo lo propio. La gente se volcó a la casa de campaña de AMLO para manifestarle su apoyo. Estaban mucho más que felices. Lo que le sigue. AMLO salió a agradecer. Y cuando iba camino al zócalo capitalino, todavía se dio tiempo para que se tomaran fotos con él. La gente salió de sus casas para inundar el zócalo. Para compartir la alegría y la esperanza. “No les voy a fallar”. “No se van a decepcionar”. “Soy muy consciente de mi responsabilidad histórica”. “No quiero pasar a la historia como un mal presidente”. Fueron sus palabras llenas de emoción.
La idea de tener un mejor país me provoca una felicidad inmensa. El pensamiento de que haya justicia social y mejores condiciones de vida para nuestra gente me emociona mucho. Ya no quiero ver esa corrupción rampante, esa impunidad hacia los ladrones de cuello blanco, esa impotencia que sentimos los ciudadanos de a pie ante las injusticias. Yo he vivido las injusticias en carne propia como cuando a los 20 años de edad me gané una beca para estudiar en China y el gobierno de México, a través de la embajada, me hizo firmar documentos para recibir el dinero de la beca y nunca me mandaron nada. A pesar de eso, lo único que hice fue ponerme a trabajar como siempre lo había hecho desde niño. O como cuando regresé a México, y como no tenía suficiente dinero para pagar el avión, regresé trabajando en un barco, en el "Silvia Sofía" de Transportación Marítima Mexicana. Me sentía orgulloso de venir en un barco mexicano. Sentía alegría de conocer más mexicanos y, sorpresa, los oficiales eran ingleses y la tripulación hindú. Viajé por diferentes países. Corea del Sur, Taiwán, Japón y Estados Unidos. Y cuando llegué a México, a Colima, los oficiales de la aduana casi me meten a la cárcel por no llevar papeles que me acreditaran como marinero, a pesar de que les mostré la carta que había sido mandada por telefax a la embajada en donde me daban ese permiso. Tuve que escapar, literalmente, y por consejo del Catering Officer (Mayordomo) tomé mi maleta y mi guitarra, tomé un taxi y me dirigí a la estación de autobuses. Por cierto, el chofer del taxi me quiso cobrar mucho más de lo que era la tarifa normal.
En fin, podría contar muchas cosas sobre lo que he tenido que enfrentar en muchas ocasiones de mi vida. Siempre he tratado de ayudar cuando se requiere, siempre he participado en situaciones de injusticia y marginación. Mi conciencia social no me permite hacerme de la vista gorda. Me gusta meterme en problemas por ayudar a otras personas. Y sí, hay mucha injusticia en México.
Por eso me emociona la idea de estar aquí y en este momento. Mi espíritu se engrandece con la idea de tener un mejor país, una mejor sociedad. Hemos presenciado un momento histórico. Votó más del 63% del padrón electoral. Tenemos que hacer que las cosas sucedan. Que no nos digan nuestros hijos o nuestros nietos que no tuvimos la voluntad de cambiar el rumbo de nuestro país.
Habla con los tuyos y convéncelos de que participen activamente para mejorar el país, las instituciones y nuestra sociedad. Yo espero con mucho amor este cambio radical que viene. No podemos seguir viviendo con más de lo mismo. Y mucho menos, vivir en un país dividido. Hay mucha gente que sigue hablando de manera negativa sobre nuestro nuevo presidente. Que nos va a convertir en Venezuela, que sus teorías no sirven, que va a llevar al país a la quiebra y mucho más. Sin embargo, el pueblo manifestó su deseo y llevó a AMLO a la presidencia. AMLO llegó. Y llegó por tanto insistir. Demostró que seguiría luchando por México a pesar de la insistencia de sus detractores en su “ambición” de poder. Pero si lo analizamos cuidadosamente, AMLO no viene de la élite política. No tiene ascendencia de personajes que han trabajado en la política. Llegó sin padrinos. No viene de Harvard ni de ninguna universidad extranjera. Es un hombre del pueblo.
AMLO ya es presidente electo. Olvidemos las diferencias y encontremos coincidencias para ser un mejor país. Un país en donde haya una verdadera justicia social. Un país en el que se garantice una mejor vida para sus ciudadanos.
Estamos ante un nuevo país si así lo queremos. Entre la gente hay mucha esperanza para cristalizar los sueños de justicia, paz, seguridad física y económica. Y si no es así, si AMLO nos falla, que la nación se lo demande.
Democracia representativa y democracia participativa
“Las sociedades deben juzgarse por su
capacidad para hacer que la gente sea feliz”
Alexis de Tocqueville
Estoy escribiendo estas líneas durante la tarde de este domingo de elecciones históricas. Mi casilla comenzó tarde las actividades de esta fiesta de la democracia. Pero a pesar de ello, la gente estaba entusiasmada. En mi colonia había mucha gente, creo más que otras veces, con la esperanza reflejada en el rostro. Con un brillo en sus ojos que iluminaba la mañana. Las personas de la tercera edad estaban en una fila especial, lo cual me pareció adecuado. Había unas sillas para que no se cansaran. Me encontré a varios vecinos y vecinas con los que no había platicado por años. Alejandro se veía muy diferente. Vestía pantalón de mezclilla y sudadera. Llevaba una mochila y se veía “viajero”. Me contó que acababa de regresar de Estados Unidos y que quería ya permanecer aquí con su familia. Su madre murió hace unos meses y poco después le tocó a su papá. La familia se está acabando, dijo en tono muy triste. Me habló de sus esperanzas en esta elección y que tenía fe de que ganara el bueno para que tuviera un trabajo digno aquí y para terminar la prepa.
De repente, vimos al papá del “chato”. Iba muy triste porque no le habían permitido votar que porque su credencial ya había “caducado”. La revisé. Todo estaba en orden. Me dirigí a las mesas para hablar con los servidores y sí, efectivamente. No había problema alguno. El papá votó por su partido favorito y se fue caminando lenta y pesadamente pero muy contento de haber cumplido esta obligación ciudadana.
Estos son momentos históricos por muchas razones. Estamos despertando del letargo. Han llegado a su fin los tiempos de la democracia representativa. Esos tiempos en lo que elegíamos a alguien y él o ella nos “representaba”. Se portaban como los jefes y teníamos que rendirles pleitesía. Teniendo camionetas y chóferes y guaruras, con bonos especiales, gastos, seguro de gastos médicos mayores y tantos y tantos privilegios. Hasta este momento se han portado como se les da la gana, tratándonos como si fuéramos limosneros. Han lucrado con las necesidades del pueblo. Y además, puedo probarlo, someten a los trabajadores del estado y los manipulan como quieren diciéndoles que si no votan por ellos van a perder su trabajo.
La sociedad no es la misma. Estas nuevas generaciones no están dispuestas a permitir semejante humillación. Todos los políticos son servidores públicos que le deben rendir cuentas a la ciudadanía. Son nuestros trabajadores y su deber es trabajar para nosotros para lograr el objetivo de vivir en una mejor sociedad, porque ellos viven de nuestros impuestos. Se acabaron los tiempos de grandeza imperial. La democracia participativa llegó para quedarse. Los ciudadanos, hombres y mujeres, tenemos un poder muy grande que debemos ejercer y se llama: Poder ciudadano.
Alexis de Tocqueville ya lo dijo hace dos siglos: “lo que más confusión provoca en el espíritu es el uso que se hace de estas palabras: democracia, instituciones democráticas, gobierno democrático. Mientras no se las defina claramente y no se llegue a un entendimiento sobre su definición, se vivirá en una confusión de ideas inextricables, con gran ventaja para los demagogos y los déspotas.”
La verdadera participación social nos llevará a una democracia real. Y la participación social de los ciudadanos depende de la madurez de cada uno de nosotros, hombres y mujeres preocupados y ocupados en lograr un mejor país. Los que ya somos de cierta edad tendremos que adaptarnos a esta nueva forma, y a las nuevas generaciones les tenemos que inculcar en la familia y en la escuela los principios democráticos de responsabilidad y participación social. Cuando la sociedad civil es capaz de organizarse para un bien común se dan logros importantes y con el simple hecho de asociarse con otros por una causa común y pensando para la comunidad desde la escuela, eso nos dará una generación que más consciente, responsable y participativa que ya nos hace mucha falta para cambiar este paradigma actual.
Ante todo optimismo. Siente la libertad.
Mucho entusiasmo para actuar con rectitud.
Lo que está por venir es parte del
Oráculo de la esperanza. Es parte de la Historia.
Política de coincidencias y cultura de la paz
“Qué llegue quien tenga que llegar.
Qué se vaya quien se tenga que ir.
Qué duela lo que tenga que doler.
Qué pase lo que tenga que pasar.”
Mario Benedetti
Estos son días de reflexión. Muchas cosas se habrán de definir el próximo primero de julio. Estos son días de analizar el país que queremos. Vemos cómo se juegan las piezas del ajedrez y seguramente nadie está contento con lo que se ve y escucha tanto en los medios de comunicación o en los sociales.
Todos los actores políticos dicen que ganaron los debates, que van hasta arriba en las encuestas y, por supuesto, dicen que son los mejores. Sin embargo, si analizamos bien las cosas, todos se han dado hasta con la cubeta con tal de ser los “mejores” en la contienda política electoral sin darse cuenta de que están polarizando los sentimientos y apasionamientos del electorado. Muchas personas han estado perdiendo a sus amistades de toda la vida por sus preferencias electorales. Mientras unos quieren más de lo mismo, dicen que vale más malo por conocido que bueno por conocer, otros prefieren cambiar de paradigma porque están cansados de más de lo mismo.
Pero si analizamos las cosas con detalle, hay muchas carencias de nuestro pueblo que se tienen que atender. Hay políticas públicas que se tienen que implementar. Seguimos viviendo con muchas carencias y nos siguen diciendo que nuestro país no está preparado para ser mejor. Nos dicen que seguimos siendo un país de tercer mundo y que esa es la razón por la que seguimos viviendo como vivimos.
En el caso estatal, el candidato del PRD pidió el voto para López Obrador y que voten por él para gobernador, causando confusión en el electorado.
Por otro lado, el ex rector Alejandro Vera declinó su candidatura como candidato a gobernador y manifestó su apoyo total a Cuauhtémoc Blanco. Dijo que él se equivocó pero que el pueblo no se equivoca.
No sabemos que sigue después de esto. Estamos a una semana de las elecciones, elecciones que serán históricas en nuestro país. Hay quien dice que si no aprovechamos esta oportunidad pasarán varias generaciones para poder a vivir otra oportunidad como ésta.
De lo que sí estamos seguros, es que, después de todo lo que estamos viviendo, esta es una oportunidad única para encontrar coincidencias. Ya no podemos seguir perdiendo el tiempo en enfrentamientos. Debemos comenzar a construir verdadera participación ciudadana. Se acabó el tiempo de la democracia representativa, aquélla en la que los electores sólo votan por quienes quieran que sean sus representantes, y una vez electos, los ungidos hacen lo que se les da la gana, no sólo con el presupuesto, sino que se creen que pueden hacer lo que quieran y tratarnos como si fuéramos ciudadanos de segunda clase. Nuestros representantes, son eso, representantes y, por tanto, tienen que tomarnos en cuenta para realizar lo que corresponde. Este es el tiempo de la democracia participativa. Nosotros como ciudadanos tenemos un poder muy grande para hacer que la política cambie de dirección. El poder ciudadano es muy fuerte, pero muchos no lo saben y algunos políticos lo ocultan. Nos urgen políticos que tengan esto en mente. Es la hora de las coincidencias políticas. No importa de qué partido sean, lo importante es que se tome en cuenta a la ciudadanía para su participación real y efectiva. Y en ese sentido, en el espectro legislativo y analizando las propuestas, debo decirlo con todas sus letras, que, el único candidato, a nivel local, que tiene propuestas en ese rubro, se llama Javier García Chávez, candidato a diputado por el segundo distrito local en Cuernavaca, con su propuesta de presupuesto participativo comunitario que propone, entre otras cosas, que el estado, en lugar de decidir cómo y en qué obras va a invertir de manera unilateral, como siempre ha sido, se les otorgue a las comunidades ese presupuesto participativo y que los hombres y mujeres vecinos de cada comunidad se reúnan en asambleas comunitarias para decidir, de manera responsable, qué obras se habrán de realizar para beneficio de sus vecinos y de su comunidad.
Esas son las propuestas que se necesitan para estos tiempos de cambio. Urgen las coincidencias democratizadoras reales. Urge una dinámica social y política novedosa. Bueno, novedosa para nosotros, porque en otros países ya existe.
Qué llegue lo que tenga que llegar y que pase lo que tenga que pasar en beneficio de México y de Morelos.
Festividades y cultura de la paz
“A los niños antes de enseñarles
a leer, hay que ayudarles a aprender
lo que es el amor y la verdad”
Mahatma Gandhi.
Desde que nacieron mi hija y mi hijo, me dije que sería un padre diferente. Juré que siempre estaría presente en lo que necesitaran. Prometí que estaría cerca y que compartiría, no solamente las actividades familiares, sino también las actividades escolares. Yo había tenido un padre ausente y en la escuela no siempre la pasé muy bien. Así lo hice y en todas las escuelas de mis hijos desde el jardín de niños hasta la prepa, siempre participé activamente en las actividades escolares de mis hijos y como padre activo en los comités de padres de familia. Siempre fui presidente y en una sola ocasión fui vicepresidente. Confieso que siempre estuve en desacuerdo de muchas cosas en las escuelas. Me permito recordar algunas: en algunas instrucciones de ejercicios de matemáticas, Lobito no entendía nada. Primero lo dejaba a él solo. Luego leía yo y me di cuenta que éstas eran muy confusas que hasta las mismas maestras no comprendían, y obvio, yo decía que había que tener cuidado con los ejercicios para que todo fuera claro con los estudiantes. En la secundaria, recuerdo que Lobito me llamó desde la dirección de la escuela diciendo que lo habían castigado por llevar el cabello largo. Así que me dirigí rápidamente y le pregunté al prefecto qué sucedía si mi hijo ya llevaba corte militar. Me contestó que no podía llevar el cabello parado y que le tenía que poner gel para que quedara aplanado. Eso me pareció absurdo. De por sí me parece demasiado fuera de lugar que tengan que llevar el pelo tan corto. Le contesté al maestro que eso era demasiado. Los chicos ya de por sí se sentían mal llevando el cabello tan corto y encima había que ponerles gel para aplanarlo. Le dije que ellos querían ir bien peinados y sentirse bien. Comenté que el arreglo era parte de su autoestima. Este señor me contestó que yo estaba equivocado porque a esa edad los niños y las niñas no tenían autoestima. La verdad me hizo enojar tanto este “maestro” que le tuve que decir varias cosas frente al director. En otros casos, me di cuenta que el sistema educativo seguía igual que cuando yo era niño. Sólo les enseñaban a memorizar cosas en lugar de comprenderlas.
Pero me regreso un poco, hay muchas cosas que quisiera contar en esta columna pero desafortunadamente el espacio no me lo permite. En una de esas festividades del día de la madre, sucedió lo que ya me había imaginado que sucedería. Este era el caso de un chico que sólo tenía a su padre. Se hizo el festival y cuando el grupo de este chico terminó el bailable, la maestra de ceremonias les dijo a través del micrófono que les llevaran el regalo que habían hecho a sus mamás, todos los niños y niñas corrieron hacia sus mamitas. Pero este chico se quedó en medio del patio sin saber qué hacer. Toda la gente se le quedó viendo, y el pequeño sintió todo el peso de sus miradas. El papá se enojó tanto porque su hijo se quedó en el centro de la explanada sin llevarle su regalo que se dirigió muy enojado a la salida. El pequeño se dio cuenta que su papá se alejaba y comenzó a llorar en el centro de la explanada. Se hizo un silencio profundo en toda la escuela. Nadie hacía nada. Sólo miraban. Actué de inmediato y fui corriendo a la salida. Detuve al papá y le dije que fuera a buscar a su hijo. Le dije que era muy pequeño para entender esas cosas. Que él era el adulto. Le dije que era él como papá quien debía reforzar esa carencia. Así que el hombre se dirigió a la explanada, abrazó a su hijo y lloraron juntos… el silencio seguía y muchos niños estaban llorando. Lobito y Manzanita me abrazaron y llorando me dijeron: ¡Papá, nunca dejes a mamá!
Los tiempos no son lo que eran. Cada vez hay más divorcios y se incrementa el índice de familias monoparentales. Hay muchas madres que se enfrentan solas a la vida con sus hijos e hijas y viceversa. Hay muchos padres que se quedan, después del divorcio con sus pequeños.
Por eso siempre he pensado que en lugar del día de la madre o del padre, en las escuelas deben celebrar el día de la familia. Me he dado cuenta de cómo se sienten los niños o niñas que tienen que celebrar los festejos mencionados y nadie piensa en ellos. Son sentimientos terribles de ausencia, de dolor, de ansiedad.
Desde que mis hijos quedaron conmigo, siempre les dije que yo era su padre y su madre. Les enseñé que ellos también tienen una opinión y que vale mucho. Les dije que si ellos en la escuela querían participar en esas festividades, que lo hicieran, sabiendo que yo estaría ahí presente y, que si no querían, estaban en su derecho de no participar. Les he enseñado que el amor es lo más importante que podemos tener. Y que debemos compartir ese amor con quien le falte. Les he enseñado a conducirse con verdad. Y aunque ésta duela, al final nos hará mucho bien porque el corazón estará en paz y vivirán mejor.
Feliz día del padre a todos esos hombres que han sabido ser padres de verdad. Siempre presentes y siempre regalando amor del bueno y que también son madres.
Y felicidades a las mamás que han sido también padres y han guiado a sus hijos e hijas por el buen camino a pesar de las dificultades porque es más fácil, como lo dijo Frederick Douglas, criar hijos fuertes que reparar hombres rotos.
Violencia contra la mujer y la cultura de la paz
“Cuando la sangre
es de una mujer maltratada,
la herida es de todos”
Anónimo
Dicen que lo de que no se habla no existe. Hay que saber de dónde venimos para, por lo menos, visualizar, entrever hacia dónde vamos.
Recuerdo a los cinco años estar sentado frente a una tele en blanco y negro, que seguramente nos habían prestado, y, mientras veía el programa, escuchaba los gritos de alguien que implorando gritaba que ya no le pegaran. Los gritos se confundían con lo que sucedía en la televisión y mi mente no alcanzaba a comprender bien a bien lo que sucedía. De repente, mi madre salió corriendo de la casa y la alcanzo a ver. Iba descalza, llorando y gritando. Yo salto, como si me hubiera lanzado un resorte y corro detrás de ella. Bajamos la calle de Degollado y dimos vuelta en Matamoros. Yo corría detrás de ella y, en su carrera volteó para ver si la seguían. Afortunadamente no había nadie más que yo detrás de ella. Se hincó y me abrazó fuertemente como si quisiera protegerme de algún peligro…
Estas escenas se repitieron conforme pasaron los años. Yo vivía lleno de miedo. Supongo que mis hermanos y mi hermana también. La violencia era moneda corriente en mi familia. Cuando cumplí quince años, ya estaba en la preparatoria y un día que mi padre se puso violento otra vez y quiso pegarle a mi madre. Yo me le puse en frente, no permití que le pegara y llamé a la Policía. Se lo llevaron y lo metieron a la cárcel.
Esa noche, mi madre llorando, y muy acongojada, me pidió llevarle una cobija a mi padre para que no pasara frío. Recuerdo que me acompañó Félix, uno de mis amigos de la infancia que vivía en la misma vecindad.
Llegamos y le dije al policía si me dejaba entregarle la cobija a mi padre. Me dejaron pasar y, mi padre tras las rejas me miró enfurecido y me insultó como él sólo sabía hacerlo. Entre otras cosas, me dijo que primero lo había metido allí y que ahora estaba preocupado para que no pasara frío.
Me mandó a la Quinta de López Obrador con todo y la cobija y ahí voy de regreso a la casa. Mi mamá muy preocupada me preguntó por qué no le había dado la cobija. No sé qué le inventé pero no le dije lo que había pasado.
A la mañana siguiente, en la delegación, lo que ahora es el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, le preguntaron a mi madre si iba a levantar cargos en contra de mi padre. Grande fue mi sorpresa cuando ella dijo que no.
La miré sorprendido sin entender por qué. Estaba muy enojado y le pregunté. Su respuesta fue: Dios me dio a este hombre como esposo y como padre de ustedes. No lo juzgues. Sólo entiende y obedece lo que te estoy diciendo…
Al paso del tiempo pude entender en realidad lo que le sucedía a mi madre. Esos eran tiempos de dependencia de la mujer. La mujer dependía del hombre. No tenía un trabajo del que pudiera obtener dinero. Aunque en el caso de mi madre, recuerdo que cada vez que nos salíamos de la casa, ella rentaba un cuartito y ponía un anafre y se ponía a vender pozole o antojitos. Mi madre siempre fue muy luchona y nos sacó adelante en la vida. Pero también decía que no quería que sus hijos no tuvieran un padre.
Ella había aprendido a ser sumisa, a ser obediente, no importaba si le pegaban o si el esposo tenía otras mujeres. La educación de la mujer era lamentable. Nunca le enseñaban a pensar en ella para realizarse. A ir a la escuela a prepararse. A tener un trabajo para ser independiente económicamente. ¿Para qué, si algún día se iba a casar y a depender de su marido? Porque él le daría todo. Absolutamente todo. Hasta golpes.
Los tiempos han cambiado, y, sin embargo, el machismo sigue existiendo en nuestra sociedad, al grado de que la violencia de género ha sobrepasado los límites hasta llegar a la muerte. Está bien que haya castigo para los hombres que ejercen violencia en contra de las mujeres pero considero que es tanto o más importante que la educación familiar esté enfocada a desarrollar el empoderamiento de la mujer y que las políticas públicas sean constantes. Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud muestran que una de cada tres mujeres en el mundo que han tenido una relación de pareja han sufrido violencia física y/o sexual por parte de su compañero en algún momento de su vida.
Recuerda amiga mía, quien te quiere dejará que elijas con libertad tu camino a la felicidad. Y para ser tú misma no aspires a ser la mujer que el hombre necesita.
Y por último, pero no por eso menos importante: si cuando estás con alguien lloras más veces de las que sonríes, es momento de alejarte. La vida es bella. Elige vivir bien. Vivir feliz. Vivir en paz y en armonía.
P.D. ¡Exigimos justicia para Lesley Aileen Alamilla Sosa!
La ley que viene y la cultura de la paz
“No podemos resolver problemas
usando el mismo tipo de pensamiento
que usamos cuando los creamos”
Albert Einstein
Hemos hablado en este espacio de la importancia que tiene la nueva ley de justicia alternativa en nuestro estado de Morelos. Vivimos una etapa de la vida del ciudadano en la que los conflictos legales ya no pueden dejarse al arbitrio de un juez. Ya no debemos vivir esa paradoja legal en la que hay un vencedor y un perdedor en el juicio. La “verdad legal” ya no es suficiente. Requerimos de una nueva forma de resolver los conflictos humanos. Una forma en la que sean las mismas partes en conflicto, y a pesar del mismo, las que encuentren una solución amigable, en lo que se pueda; que sea voluntaria, colaborativa, controlada, confidencial, imparcial, neutral, equilibrada y segura. Esta forma como se aprecia en lo anterior, ya existe y se llama mediación. Hace un año se dieron los primeros pasos para la creación de esta nueva ley. Ya hay dos generaciones de mediadores egresados del diplomado impartido por la Escuela Judicial del Poder Judicial del estado de Morelos. De hecho, después del primer diplomado se creó la Asociación de Mediadores Públicos y Privados del Estado de Morelos con la finalidad de organizar actividades tendientes a dar a conocer los beneficios de la mediación y promover la nueva Ley de Justicia Alternativa, que hasta ahora, después de un año de iniciado el diplomado y la propuesta de ley, sigue siendo pospuesta en detrimento de la ciudadanía.
La mediación es un medio que nació en Estados Unidos después de la segunda guerra mundial y se empezó a formalizar en los años setenta promovido por lo que se llamó “Movimiento ADR” (Resolución Alternativa de Conflictos por sus siglas en inglés) y que culminó en la Ley de Mediación Uniforme de 2001.
Como se puede apreciar, estamos a años luz de esta “nueva” forma de resolución de conflictos que existe desde hace tiempo en otros países. Ya mencionamos también que los últimos estados de nuestro país en los que hace falta su implementación son Morelos y Guerrero.
Siempre ha existido el argumento, aunque no siempre es así, de que los jueces no siempre actúan con justicia, se menciona que hay intereses que mueven la balanza de la justicia al que tiene más, al que tiene privilegios. Sin embargo, es a través de la mediación que las partes en conflicto pueden encontrar una mejor solución con la ayuda de un(a) mediador(a) que los guíe para encontrar una solución adecuada para ambas partes.
Por otra parte, la mediación ayuda a hacer más ágiles las acciones de la ley, debido a que al existir otra alternativa para la solución de conflictos, los juzgados tendrán una carga más ligera en los casos y todo podrá ser más fluido. Con la implementación de la Ley de Justicia Alternativa tendremos una justicia realmente expedita. Todos los conflictos podrán resolverse en el menor tiempo posible sin atravesar el suplicio que conlleva llevar todas las etapas de un juicio.
La nueva ley que viene urge para que podamos llegar más rápido a un estado emocional equilibrado ante los conflictos que atravesamos. Imagínese usted, el juicio de divorcio de unos amigos les llevó cuatro años, tiempo en el que el estado emocional tanto de él como el de ella estuvo en profunda crisis. Con esta nueva ley, y con la disposición de ambas partes, todo podría solucionarse en tiempo récord.
El conflicto es parte de la naturaleza del ser humano. No es algo inventado. Es parte de las decisiones que tomamos en nuestro diario caminar. En nuestro diario actuar en la vida. En la convivencia con los demás. Es mi apreciación que nadie es malo(a) de origen. Los conflictos se van creando porque todos somos diferentes. Porque todos tenemos intereses diferentes. Porque tenemos ideologías y visiones del mundo diferentes.
Por eso urge esta nueva ley. Esta traerá un nuevo paradigma en la resolución de conflictos y una nueva forma de apreciar y solucionarlos que nos llevará a un nuevo elemento que aportará a la cultura de la paz.
El cambio y la cultura de la paz
“Perfección en los medios,
confusión en los fines”
Albert Einstein
Decía Carl Rogers: “Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático, viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo, los altibajos emocionales, porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante.”
Si la vida fuera estática sería terriblemente aburrida. Ya sabríamos cómo actuar, cómo mirar a la gente, qué decir. Pero la verdad es que la vida trae aparejadas muchas cosas que nos harán recapacitar y pensar dos veces lo que estamos haciendo. A veces tenemos temores infundados. A lo desconocido, a la incertidumbre a aquello que nos da miedo enfrentar.
Todo esto es normal. Y ante lo que estamos viviendo, que en este caso son las próximas elecciones, como sociedad nos estamos enfrentando a una verdadera tormenta de publicaciones en las que con tanto que nos dicen nos van infundiendo miedo. Si votas por tal candidato, el país se derrumba; si votas por aquel otro, nos van a seguir robando… Esta es una tendencia que demuestra lo bajo que puede llegar una contienda en la que deberían prevalecer las propuestas, la visión del futuro, la mejoría que como comunidad deseamos y no las infamias, la denostación que se está mostrando.
Todos los días me llegan por las redes o vía whatsapp, videos y mensajes en los que se habla mal de todos los candidatos. Nadie se da el tiempo de investigar si son verdad o no, contribuyendo con esto a la cultura del desprestigio y de la denostación. Nos estamos enfrentando entre nosotros mismos hasta el grado de acabar con las amistades que siempre habíamos tenido. Los enfrentamientos entre los que comparten estos mensajes llegan a los insultos más bajos por defender a sus candidatos. Yo mismo he compartido estos mensajes para ver la reacción de mis amigos y conocidos. Y sin embargo, no contesto de la manera ominosa en que lo hacen ellos.
Pero analizando todo esto detenidamente, ¿quién o quiénes son los verdaderos responsables de estos ataques perversos? ¿A quién le interesa que nosotros como miembros de esta comunidad nos enfrentemos y que tengamos miedo? Hay varias hipótesis, entre ellas el gobierno, para continuar con el statu quo; los partidos políticos, que desprestigian a sus oponentes para que ganen sus candidatos; los medios de comunicación, que defienden sus intereses; las empresas que tienen intereses dentro de la política. En fin, hay varias entidades cuyos intereses son que los votantes nos inclinemos hacia un lado u otro de la balanza. ¿Y con qué fin lo hacen? Para causarnos miedo. Konrad Lorenz decía que la ansiedad con miedo y el miedo con ansiedad contribuyen a robarle al ser humano sus cualidades más esenciales. Una de ellas es la reflexión.
No permitamos que nos controlen. Hay que analizar, reflexionar, deducir, pensar y repensar todo lo que nos dicen, leemos o escuchamos. Dos, tres, cuatro y mil veces. Y además, cuando toda esta historia de las elecciones acabe, pidamos a nuestros legisladores que la verdad se haga ley. Que no se digan mentiras, que no se oculte la verdad. La verdad duele pero la democracia nos debe llevar a una honestidad sin maquillaje. Ya no quiero tener miedo. Ya no quiero que me infundan temor. Quiero tranquilidad para mí, para mis hijos y para mis nietos. ¿Acaso me moriré sin ver un mejor país? ¿Acaso acabaré diciendo que en México nunca habrá posibilidades para vivir mejor, para vivir en paz, para vivir con justicia social, para vivir sin miedo? Desde niño he vivido en medio de la manipulación mediática. ¿Se seguirá cumpliendo lo que dice Noam Chomsky? La manipulación mediática hace más daño que la bomba atómica porque destruye cerebros.
Yo quiero un mejor país. Estoy seguro que tú también quieres lo mismo. Vayamos pues en su búsqueda.
Derechos de la tierra y cultura de la paz
“Sólo después de que el último árbol sea cortado,
sólo después de que el último río sea envenenado,
sólo después de que el último pez sea apresado,
sólo entonces sabrás que el dinero no se puede comer.”
Anónimo
Esta mañana participé de un recorrido que me hizo recordar mi niñez. Vivía en la calle de Juan Álvarez en la colonia del Empleado. Estudié en la primaria vespertina Francisco I. Madero que se encuentra en la calle de Domingo Díez. Hablo de los años setenta, hace más de cuarenta y tantos años. Todos nos conocíamos, todos convivíamos. Chucho llegaba en su caballo a vender leche. Leche de verdad, no lo que venden ahora. Nos juntábamos todos los niños, César, Quique, el “Tribi”, Juan, “Geros”, Joselo, Rulo, el “chorejas”, en fin, nos reuníamos y jugábamos mil y un juegos. Las canicas, el burro castigado, la roña, el bote pateado… ¡Qué tiempos aquellos! Nos íbamos al cerrito a cortar varillas para hacer papalotes que ahí mismo hacíamos volar. Era una sensación hermosa. Eran aires de libertad. Mi espíritu volaba por los aires y sentía que viajaba sobre mi papalote a mundos maravillosos.
Algunas de esas tardes, después de la escuela (a veces nos íbamos de pinta) nos reuníamos afuera de la tienda de las “señoritas”, comprábamos teleras de diez centavos, cincuenta centavos de chiles en vinagre y nos preparábamos unas ricas tortas de puro chile y de las cuales todavía tengo el sabor que me hace recordar esos tiempos y, emprendíamos nuestra aventura. Caminábamos hacia el norte de la ciudad en dirección a los Go-Karts. No había mucho que ver sobre la calle de Domingo Díez pero mientras caminábamos, íbamos contando historias o cantando canciones de la época. La que todos entonábamos era una de Lupita D’Alessio: Mi pobre corazón tiene una pena muy grande, muy grande. Queriendo consolarlo yo le dije: no llores, no llores… otras veces nos íbamos al “ojito de agua”, en el Pilancón. Ahí nadábamos en un agua fría. Muy fría y transparente. Había cangrejos pequeñitos que se escondían entre las rocas. Eran tiempos hermosos. Tiempos de libertad y fantasía. Tiempos en que creíamos que el futuro sería ése. Con ese cielo, con esa tranquilidad. Con esa transparencia.
Sin embargo, esta mañana mientras recorríamos el “pilancón” me di cuenta que ese viejo lugar de mi infancia, ese lugar de fantasía estaba a punto de desaparecer. Con muchas construcciones alrededor, escombros y desechos que algunas personas inconscientes tiran allí. Caminé por el lugar hasta llegar a la pequeña poza de mi niñez. En esos tiempos y, para mi edad, era como un lago gigantesco y ahora…ahora lo veía tan pequeño, como si quisiera esconderse de los seres humanos, hacerse invisible para que no la destruyeran. Miré la piedra desde la cual me aventaba mis clavados. Era gigantesca en esos tiempos, y ahora, ya no lo parecía tanto.
Hemos avanzado mucho, tanto que estamos acabando con nuestra tierra. Ella, la Tierra, no nos pertenece. Nosotros le pertenecemos. Somos sus hijos. Cada mañana nos regala la música hermosa que emana de todos los seres que en ella habitan. Al caer la tarde nos regala la tranquilidad que necesitamos al llegar a casa. Y por la noche nos regala el tiempo para descansar y recuperar fuerzas para el siguiente día. Y sin embargo, la estamos matando poco a poco. La tierra nos ama y como dice algo que leí hace tiempo, la tierra ama nuestras pisadas pero tiene miedo de nuestras manos.
Ya basta de contaminarla, basta ya de erosionarla y sacrificarla para beneficiar a unos cuantos que se están llenando de dinero pero que la están destruyendo sin importarles la crisis que se avecina. Crisis que nos llegará a todos sin importar si eres rico o pobre. Pensemos en las generaciones venideras. Piensa en tus hijos y en tus nietos.
Todos nosotros, el gobierno, hombres, mujeres, niños y niñas, jóvenes y viejos debemos cuidar a nuestra madre tierra quien también es un ser viviente y tiene derechos. Derechos que si no le reconocemos traerá la propia destrucción del ser humano.
Elecciones 2018 y cultura de la paz
“El político se convierte
en estadista cuando
comienza a pensar en
las próximas generaciones y
no en las próximas elecciones.”
Sir Winston Churchill
Hoy, desde temprano, arrancaron las campañas electorales en todos los municipios del estado de Morelos. Y a nivel nacional, éstas son las elecciones más importantes del siglo XXI. Hoy comienza una aventura en la que todos los morelenses, y el resto del país, quisiéramos ver concordia, paz, ética y, sobre todo, verdades. Verdades que nos den esperanza para una mejor vida. Para una mejor sociedad.
Sin embargo, el panorama político se muestra como alguna vez lo manifestó Otto Von Bismarck, quien decía que nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.
Necesitamos -debemos, mejor dicho- comenzar a pensar seriamente en nuestra situación real. Cómo vivimos, de lo que carecemos, lo que buscamos, a dónde vamos. Cómo construiremos un mejor México para nuestras familias.
La clase política nos ha engañado tanto y nos han manipulado hasta el punto de creer que las mentiras que nos dicen son verdades absolutas. Afortunadamente, y sobre todo, para las personas que se informan a través de las redes ya hay un sitio donde se puede verificar si las noticias que se vierten en materia política son verdad o mentira. Antes decíamos que la gente manipulable era aquella que no tenía educación. Sin embargo, actualmente, en los medios sociales, los estrategas de los políticos usan estrategias de marketing para engañar a la sociedad en su conjunto. No importa si son pobres o ricos, incultos o con grados académicos…Tenemos mucha información en las redes. Y esa inmediatez hace que algunas personas crean lo que se publica sin darse el tiempo de investigar. En la ciencia no se puede aceptar algo como verdad si no existen evidencias físicas o teóricas. Pero en el espectro social, se cumple lo que afirmaba Göbbels: una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. De hecho, la población en general no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe, según manifiesta el científico Noam Chomsky. Y otra idea del mismo autor, que deberíamos adoptar es aquella de que nunca fui consciente de cualquier otra opción que no fuera la de cuestionar todo. Dudemos de todo. Investiguemos todo lo que sucede a nuestro alrededor, sobre todo en materia política. Busquemos la libertad de pensamiento. Busquemos la libertad política. No te dejes manipular, investiga analiza, reflexiona, piensa y vuelve a pensar otra vez. Saca tus conclusiones y define tu postura. Pero siempre con respeto hacia los demás. Cada uno de nosotros tiene derecho a pensar como quiera pero el librepensador (así se escribe) basa sus posiciones referentes a la verdad sobre la lógica, la razón y el empirismo en lugar de la autoridad, la tradición, la revelación o algún dogma.
Y, como dijo Nelson Mandela: para ser libre no sólo se necesita despojarse de las propias cadenas sino vivir de una manera que respete y potencie la libertad de los demás.
Cuida tu pensamiento, cuida tu voto. La gente no es la misma que en 1994 cuando comenzó esta historia del voto del miedo. Si quieres un mejor país, reflexiona antes de que votes por el miedo. Vota libre. Vota por un mejor futuro para nuestras próximas generaciones.
Familia y cultura de la paz II
“Ser padre (o madre)
significa amar a tus hijos más
de lo que nunca te has amado a ti mismo.”
Anónimo
Ayer por la tarde fui a una plaza, aquí en Cuernavaca, para tomar un helado de yogurt en compañía de Lobito. Hacía tiempo que no compartíamos esta actividad que se hizo costumbre cuando era pequeño. Hablamos de muchas cosas. Sus estudios en la universidad, la vida, el futuro y la familia. Mis hijos se quedaron conmigo después del divorcio. Eran muy pequeños. Al principio creí que sería difícil (y lo fue) pero nunca pensé que sería una tarea imposible. Siempre fue mi teoría que, si te dedicabas a tus hijos en cuerpo y alma, el resultado sería hijos con valores, con amor y equilibrados. Así lo hice. Los dormía con cuentos de fantasía, les hacía magia. Y cuando ya estaban dormidos, me dedicaba a lo mío. Al siguiente día les preparaba el desayuno, platicábamos de cualquier cosa, les contaba chistes y los llevaba A la escuela. En la tarde iba por ellos. Ya tenía lista la comida y una botanita mientras servía la comida. Por la tarde les ayudaba con sus tareas, me contaban cómo les había ido. Más tarde veíamos un poco de televisión, se metían a bañar, merendábamos, y a la cama. Y confirmo que mis hijos son personas éticas, con valores y con mucho amor por sus semejantes. No importa que en una familia haya sólo una madre o un padre. Lo verdaderamente fundamental es que les brindes un ambiente familiar, que sientan que estás con ellos, que no les falta nada. Mientras platicábamos de este tema, sentados en una banca disfrutando el helado de yogurt, me llevé una sorpresa enorme. Mi mirada comenzó a recorrer los pasillos de la plaza y pude observar que había muchas mujeres, solas caminando con sus hijos o hijas. También vi hombres pero eran los menos. Había parejas, mamá y papá con sus hijos e hijas, por supuesto. Pero había una cantidad enorme de padres y madres solos con sus peques. Esta es la tendencia. Son nuestros tiempos. Eso sólo quiere decir que se tienen que implantar políticas públicas reales, no sólo en un papel, que apoyen a este nuevo grupo en sus dinámicas que son muy diferentes a las de las familias nucleares, es decir, aquellas donde se encuentren papá y mamá con sus hijos.
Dicen que las madres solteras se enfrentan a los siguientes problemas: Sobrecarga: asumen en soledad las funciones parentales, las tareas domésticas, las responsabilidades de la educación y el peso de ser la única fuente de ingresos en la familia. Y esta sobrecarga las condena a la ausencia de vida personal. Soledad: Lo anterior les impide dedicar tiempo a la vida personal y contribuye al aislamiento y genera sentimientos de soledad y abandono. Tienen miedo de que nadie las quiera con un hijo. Dependencia: Si son muy jóvenes, las reglas las imponen sus padres. El niño no es de nadie. Después es de todos menos de su madre. No pueden decidir por sí mismas. Baja autoestima y estigmatización. Aun cuando en nuestra época no rechaza como antes a la madre soltera, se percibe un rechazo encubierto. No se respetan sus derechos a nivel familiar y social. Se percibe este rechazo cuando tratan de negociar con las instituciones y se sienten excluidas de las reuniones. Desempleo. Ser mujer y tener cargas familiares son dos de las más grandes dificultades para conseguir un empleo. Las madres solteras tienen la necesidad de trabajar para poder subsistir por ser la única fuente de ingresos para su familia pero también tienen problemas para ajustar la vida familiar y la vida laboral por estar solas en la educación y crianza de sus hijos.
Esto, que antes sólo era exclusivo de la mujer, se va haciendo una tendencia también para los hombres. Las dinámicas familiares van cambiando. Recordemos que lo único que no cambia es que todo cambia y que la vida no es la misma que cuando éramos niños.
Por ello, muchas cosas tienen que modificarse. Desde hace tiempo he sugerido que en las escuelas se celebre un día de la familia. Ya no un “día de la madre” o un “día del padre”. He visto casos terribles en las escuelas donde hacen estos festejos cuando hay niñas y niños que no tienen mamá. Se sienten mal. Tienen que participar de los bailables y al final cuando van por su regalo para entregarlo a mamá, pues, no hay mamá. Es una forma de victimizar a los pequeños y de excluirlos de la “vida normal”. Hoy les deseo un feliz día de las madres a todas esas mujeres que son heroínas de sus hijos y a los padres que son también madres y que hacen todo lo mejor para su familia. Dicen que es difícil ser papá soltero o mamá soltera porque es doble trabajo, doble stress, y dos veces más lágrimas pero también son dobles los abrazos, dos veces el amor y dos veces el orgullo. ¡Vivan las familias!
Familia y cultura de la paz
“La familia es como la música.
Algunas notas son altas, otras son bajas
Pero siempre es una hermosa canción.”
Anónimo
La madre Teresa de Calcuta decía que para promover la paz fueras a casa y amaras a tu familia. La familia es el centro de todo. Nuestra fuerza, nuestro equilibrio. El lugar donde aprendemos a convivir. Donde aprendemos a amar. Donde aprendemos a solucionar nuestras diferencias. No hay familia perfecta. A veces uno discute, pelea y, muchas veces, en esa disputa tan terrible, dejamos de hablarnos. A veces tardamos en reconciliarnos pero, finalmente, el amor nos devuelve al camino perdido.
Pero, ¿qué es la familia? ¿Existe sólo un tipo o concepto de familia? Esto es muy importante porque por un lado, el desarrollo social nos va dando diferentes modelos y las instituciones no se dan cuenta o sólo quieren ver lo que les place o lo que les conviene y, por otro, la misma dinámica social va cambiando las cosas y hay quienes quieren seguir viviendo en el pasado.
Mucha gente sigue teniendo sólo un concepto de lo que es la familia. Y ése es el de la familia nuclear, es decir, la unión entre un hombre y una mujer y su descendencia. Sin embargo, esa dinámica social de la que hablo ha cambiado radicalmente ese concepto. Actualmente, se reconocen a nivel sociológico y psicológico los siguientes conceptos de “familias”: La familia nuclear, ya definida; la familia extensa, es aquella que se conforma de los abuelos, tíos, sobrinos y otros parientes consanguíneos o afines; La familia monoparental, es aquella en la que los hijos tienen a un solo progenitor; la familia reconstituida, ensamblada o mixta, es aquella en la que alguno o los dos miembros de la pareja vienen de otras relaciones y tienen uno o varios hijos de esas relaciones anteriores; hay familias homoparentales que son aquellas en las que hay una pareja de hombres o de mujeres que se convierten en progenitores de uno o más hijos y, familias de padres separados, en la que los hijos conviven con un solo progenitor porque se divorciaron o se niegan a vivir juntos pero se debe seguir cumpliendo con el papel de padres.
Esta dinámica social nos enseña que las leyes y las instituciones deben cambiar a la par que la sociedad y ajustar la normatividad para que haya un equilibrio y un reconocimiento. En este caso, siempre he sugerido que se cambien los conceptos adaptándose a la realidad que vivimos. Si analizamos el artículo 22 del Código Familiar para el estado de Morelos que a la letra dice: “La familia Morelense es una agrupación natural que tiene su fundamento en una relación, estable entre dos personas (antes decía “entre hombre y mujer”) y su plena realización en la filiación libre, consciente, responsable e informada, aceptada y dirigida por la pareja, unidas por el vínculo del parentesco, del matrimonio o del concubinato, a la que se le reconoce personalidad jurídica. Si analizamos, en esta definición faltan inclusiones, de acuerdo a lo que vivimos.
Pero, ¿por qué hablamos de las familias en este momento? En mi muy humilde opinión, considero que todas las crisis de valores que estamos atravesando, se originan precisamente en el seno familiar. Si la cabeza de familia enseña a los hijos a respetar, a ser responsables, a cumplir la palabra, a decir la verdad, a hacer los deberes que les corresponden de una forma amorosa y amable, los hijos serán gente de bien y sabrán conducirse en la convivencia diaria. Pero si se da todo lo opuesto, entonces nos tendremos que atener a las consecuencias. Nadie nos enseña a ser padres, y, muchas veces, en esa ignorancia de ser guías, no podemos conducir a nuestros hijos. Es entonces cuando los echamos a perder.
Y esto también se aplica a nuestros gobiernos, y, que en este caso particular se ven los resultados de tener funcionarios que roban, que engañan, que se enriquecen a costa de la población y que dicen mentiras abiertamente en los medios para lograr sus fines perversos.
Me da tristeza, y al mismo tiempo me enoja ver cómo nos estamos destruyendo entre nosotros mismos. El atentado de esta madrugada en Plaza Marina, refleja la descomposición por la que atraviesa nuestra comunidad. Yo no quiero esta historia de terror para mis hijos. Yo quiero vivir en armonía, sin temor. Quiero vivir en paz. Quiero caminar por las calles como cuando era niño. Cuando atravesaba todo el centro de la ciudad para ir a visitar a mi abuelita en la colonia del Empleado, sin importar si era de día o de noche, contemplando como caía la tarde y cantando una canción en mi mente. Quiero un mundo mejor para mis hijos y los hijos de mis hijos. ¿Podremos hacerlo?
Mentiras vs cultura de la paz
“Más vale ser vencido
diciendo la verdad que
triunfar por la mentira.”
Mahatma Gandhi
Estos son tiempos difíciles. Nos enseñan desde pequeños que siempre hay que decir la verdad. Que no es una buena idea andar por el mundo diciendo mentiras porque un día la verdad acaba por saberse. Dicen que nadie miente si se siente fuerte. Sólo miente quien se siente vulnerable y, que por tanto, la mentira es un recurso de los temerosos.
El problema actual, hablo en general y de manera particular, es que todo ha cambiado de manera radical. Por ejemplo, antes podíamos salir a las calles a cualquier hora a jugar con nuestros amigos. Caminar por las calles sin problema alguno. Todos los vecinos se conocían y se saludaban. En mi caso, recuerdo esos juegos como el bote pateado, uno, dos tres por todos mis amigos, los quemados, el burro castigado, la cascarita, etc. Don Jesús llegaba en su caballo a vender leche. Había otra persona que hacía dulces de leche deliciosos… eran otros tiempos. Otra vida. Otra manera de convivir. Todo eso va desapareciendo lenta pero inexorablemente. Y así como eso ha cambiado, hasta la forma de convivir, si le pudiéramos llamar así, ha cambiado para mal. Los vecinos no se saludan. Son completos desconocidos, y eso trae como consecuencia la inexistencia de la vida en comunidad y, por ende, la nula participación en los problemas de la misma.
Y esto, ¿qué tiene que ver con la verdad? ¿O con las mentiras? Así como todo lo mencionado ha cambiado, la verdad está pasando por una transición trágica. Los medios mienten, la publicidad de los políticos miente con el único propósito de engañar a la población y ganar las elecciones. De hecho Jonathan Swift en 1712 publicó su obra “El arte de la mentira política”, es decir, que mentira y política han caminado de la mano desde hace siglos. Tal vez desde el principio de la humanidad para lograr fines personales y perversos. Su definición de la mentira política es la siguiente: “es el arte de hacer creer al pueblo falsedades saludables con un buen fin”. Ya esta definición justifica la mentira porque no siempre son falsedades saludables ni tampoco son para un buen fin. Y a través del tiempo hemos creado definiciones para justificar la mentira porque no toda mentira es mala, dicen. De acuerdo al diccionario de la Real Academia de la lengua, hay mentiras oficiosas, son aquellas que se dicen para obtener un provecho o una ventaja sin producir daño a otro. También hay mentiras piadosas, que son aquellas que se dicen para evitar a otro un disgusto o una pena. Entonces, ¿las mentiras son justificables? Mi opinión es que eso hay que dejarlo como una tarea individual cuando se trata de la vida personal. Sin embargo, decir mentiras cuando el interés público es el afectado no debe ser permitido. Al contrario, debería estar penado. Los políticos tergiversan, sacan de contexto, mienten literalmente para crear prejuicios y para reforzar otros con el único fin de obtener votos. Ganar, aunque después todo lo que hagan sea en detrimento de sociedad.
¿Cómo enseñarles a nuestros jóvenes a actuar con rectitud y ética cuando lo que ven y escuchan son mentiras? La respuesta es sencilla. Actuemos con verdad en nuestros argumentos. Desde la familia, la escuela, los gobiernos, la publicidad en las campañas políticas. Estas serán unas elecciones históricas no permitamos que nuestra juventud se desmoralice. He escuchado a muchos jóvenes decir que no van a votar porque todo lo que dicen algunos candidatos son mentiras. La verdad debe prevalecer. El artículo doce de la Declaración Universal de Responsabilidades Humanas dice textualmente: “Cada persona tiene la responsabilidad de hablar y actuar con veracidad. Nadie, por muy poderoso o elevado que sea, debe decir mentiras. Deberá respetarse el derecho a la intimidad y a la confidencialidad personal y profesional. Nadie está obligado a decir toda la verdad a todos y todo el tiempo.
Guerra y cultura de la paz
“El hombre tiene que establecer
un final para la guerra. Si no,
ésta establecerá un fin para la humanidad. ”
-John Fitzgerald Kennedy-
Siempre me he preguntado, como seguramente muchos de ustedes, por qué existe la guerra. ¿De verdad será imposible que los seres humanos podamos vivir en paz? Hemos dicho en esta columna que el conflicto es inherente al ser humano porque habrá un momento en el que nuestras opiniones, pensamiento, ideología o intereses no coincidirán con los de los demás. Hasta podemos decir que el ser humano es violento por naturaleza porque el conflicto vive en sus adentros. Y aun así puede vivir feliz si busca alternativas de paz para poder ser un mejor ser humano. Pero el problema, desde el espectro macro, es decir entre países, a mi parecer es completamente absurdo porque las instituciones gubernamentales deben procurar la convivencia pacífica entre los pueblos. Desde niño me preguntaba esta historia absurda de derecha e izquierda, hasta que me di cuenta que efectivamente es una forma de ver las cosas. Los conservadores quieren que todo continúe como está mientras que los liberales buscan cambiar el estado de cosas. Pero aún cuando se tengan puntos de vista diferentes, se tiene que buscar un equilibrio para vivir en paz y en armonía.
Siempre ha existido el conflicto, insisto, pero tenemos que trabajar con mucho ánimo y congruencia para que la paz sea la constante y no la excepción. Alguna vez dijo el presidente Obama que la guerra es necesaria para preservar la paz. Me parece un absurdo porque en ese sentido seguimos convenciéndonos de que es mejor seguir con la ley del talión, el ojo por ojo. Me parece que al aceptar ese dicho, estamos justificando la guerra como una forma de tener paz.
En estos tiempos de internet, redes sociales y youtube, nos damos cuenta que el ser humano, niñas, niños, jóvenes, adultos, hombres y mujeres somos iguales en todos los rincones del mundo. Tenemos sueños, buscamos amor, queremos vivir en paz. Queremos trabajo, un lugar digno para vivir. Las niñas y niños sueñan y juegan. Viven en un mundo maravilloso. Pero son los que gobiernan los que hacen las reglas del juego. Los que por obtener sus propósitos entran en guerra sin importarles los daños colaterales. Los y las jóvenes que mueren en la guerra, padres que pierden a sus hijos e hijas. Hombres y mujeres que pierden a sus parejas en ese absurdo llamado guerra. Lo dijo Bertolt Brecht: “Las madres de los soldados muertos son jueces de la guerra”.
Hemos sabido a partir de nuestra propia existencia y paso por el mundo, que las guerras se dan por los intereses de unos cuantos. Intereses absurdos mueven el mundo. Por eso tenemos que entender y, sobre todo actuar, que debemos preservar la vida sobre la muerte, la paz sobre la guerra. La paz se tiene que ir convirtiendo de un símbolo a un sistema de convivencia. Una práctica constante. No es fácil. Ya de por sí convivo con mis propios demonios, miedo, frustraciones. O intereses y ambiciones personales. Y sin embargo, debo intentarlo para vivir en armonía constante. Para vivir en equilibrio.
El ataque a Siria es un absurdo. Pero como lo vemos desde lejos no lo sentimos como propio. Igual sucede con la violencia y las muertes en nuestro país. No perdamos el sentido del asombro y la empatía. No perdamos nuestra humanidad. No basta con hablar de paz, dijo Eleonor Roosevelt, debemos creer en ella y trabajar para conseguirla. ¿Comenzamos?
Espacios públicos y cultura de la paz
“Cómo cuidar este espacio de todos?
Valóralo, no lo ensucies, no lo destruyas,
no lo pintes, no lo robes,
no lo conviertas en “tierra de nadie”,
no lo conviertas en “tierra de algunos”. ”
Hace unos días quería ver una película y el único lugar que la proyectaba era un cine en donde había un gimnasio antes frente a una plaza comercial por la calle de Diana. Me sentí acongojado porque ese lugar que empezó actividades con bombo y platillo, ahora luce como un pueblo fantasma. De todo lo que había en el lugar, ya mencioné el gimnasio, los restaurantes, el pequeño negocio de crepas, la fuente que recibía a los paseantes en el centro, nada de eso hay ahora. Lo único que sobrevive es el cine. Disfruté la película y, por una hora y fracción me olvidé del mundo. Me transporté al país y al tiempo que sugería la historia. Empaticé con los protagonistas. En fin, todo era como siempre. Como cada vez que iba al cine, me olvidaba de todo y de todos. La sorpresa fue al salir. Ya era tarde. Ya había oscurecido. Era el momento de regresar a la realidad. Y ahí me vi. Solo. La única iluminación que había, era la del cine y la del estacionamiento. Todo estaba muerto. Zona de guerra, desolada. Desierta. Lo que antes fue la maravilla de mi ciudad se había extinguido. Ahí surgieron los pensamientos que ahora quiero verter en esta columna. Espero ser claro porque son dos temas diferentes que tienen que ver entre sí.
Cuando era niño, en mi vieja Cuernavaca, los espacios públicos, esos espacios en los que convivíamos en comunidad eran el zócalo, el Jardín Revolución y en menor medida, el Jardín San Juan. Eso se fue perdiendo con los años y la modernidad. Al llegar a estos tiempos fuimos perdiendo los espacios públicos y los espacios privados, es decir, las plazas comerciales, fueron desplazando a aquéllos. Actualmente, los jóvenes y las familias pasean y se encuentran en las plazas comerciales. De hecho, se ha dividido esto, de tal manera, que los espacios públicos que quedan son para una clase de personas y los espacios privados, convertidos en públicos, son para otra. El hecho es que los gobiernos tienen que poner atención en los espacios públicos para que haya expresiones artísticas y culturales diversas que provoquen que sean visitados. Que sean aprovechadas por nuestra comunidad. Hay varios espacios públicos a los que no se les pone atención y se han convertido en guaridas de delincuentes. Tenemos que rescatarlos. Y hay otra razón por la que los espacios públicos se están perdiendo: la delincuencia. Como la gente tiene miedo de salir a las calles por temor a ser agredida, prefiere o no salir o ir a una plaza comercial que, seguramente, tiene más vigilancia y hace que uno se sienta más seguro. La cultura de una ciudad no sólo se encuentra en los museos, en las bibliotecas, en las escuelas. La cultura de una comunidad también se encuentra en sus calles. Y además, los espacios públicos refuerzan el sentido de pertenencia, los valores éticos, colectivos y sociales. Dan fuerza a la comunidad y le dan vida y colorido haciéndola única.
Y en el caso de los espacios privados me llegan otro tipo de reflexiones. Estamos siendo invadidos por muchas plazas comerciales. El gobierno se pavonea y hace gran alharaca de los logros para crear fuentes de empleo. Todo ello puede ser verdad. La actividad empresarial es fundamental para que haya flujo y movimiento de dinero. Pero lo que vi ese día que fui al cine me provoca sospechas. Mi reflexión es que cada vez que se abre una nueva plaza, ésta se convierte en la atracción de la comunidad por un tiempo. La gente se emociona y se distrae visitando las plazas comerciales y consumiendo en esos lugares maravillosos, comprando ropa y zapatos de marca, convirtiéndose en esclavos del consumismo. Aunque eso es otra historia. Pero una vez construida otra nueva plaza comercial, ésta se convierte en el centro de atracción, disminuyendo las visitas a la anterior hasta lograr el cierre por su ausencia. ¿Y entonces qué sucede con todos aquellos empleados y empleadas que laboraban ahí? Son despedidos y tienen que buscar un nuevo empleo en la nueva plaza. Por tanto, se pierden esas fuentes de empleo que tanto cacaraqueó el gobierno. Así que, mi opinión es que se tiene que buscar un equilibrio para vivir de manera más armónica.
Sólo dejo como reflexión lo que observé: Creo que se les está dando más importancia a los espacios privados que a los públicos. Y eso va en detrimento de nuestras comunidades. De su identidad y desarrollo.
Prejuicios y cultura de la paz
“El prejuicio es una carga que confunde
el pasado, amenaza el futuro y
hace inaccesible el presente”
-Maya Angelou-
Todos tenemos opiniones prejuiciadas y prejuiciosas. Desde que nacemos nos van alimentando con creencias y formas de llevar la vida erróneamente. Las creemos a pie juntillas porque nos dan, o por lo menos eso creemos, certeza para conducirnos. Para comportarnos. Para “dirigir” nuestra vida de manera correcta.
Estamos acostumbrados a hacer juicios sobre cosas, conceptos, personas e ideas de manera anticipada. De hecho, es una acción inconsciente. Gordon Allport, psicólogo de la universidad de Harvard, definió al prejuicio como la forma de etiquetar que hacemos de manera negativa, sobre pensamientos que aprendemos desde pequeños. Y es una forma de tomar decisiones firmes y concretas de manera rápida, tomando esa información que ya tenemos sin verificar su veracidad.
En mi opinión, el experimento más interesante que se ha realizado sobre los prejuicios y la discriminación es el de la profesora Jane Elliot en Estados Unidos en 1968. La profesora Elliot decidió hacer este experimento después del asesinato de Martin Luther King, el día nacional de la hermandad, para dejar claro que los prejuicios sólo traían consecuencias negativas a todos los miembros de la comunidad.
Separó a los niños en bloques. Por un lado los chicos y chicas de ojos azules y por otro, los de ojos cafés. Les dijo que como ella tenía los ojos azules, los niños y niñas de ojos azules serían los primeros y que eran más inteligentes que los de ojos cafés. Les dijo que los de ojos azules tenían cinco minutos más de recreo, los de ojos cafés no podían tomar directamente de los bebederos, tenían que usar conos de papel y les prohibió jugar con los de ojos azules porque no eran “tan buenos como ellos”. Además les pidió que se pusieran un collar de tela para que se pudiera notar la diferencia a lo lejos. Ese experimento causó que los chicos se distanciaran entre ellos, que se burlaran porque “los otros” eran menos “inteligentes”. En fin, ese día fue terrible. Hasta peleas hubo. Al día siguiente, la profesora continuó con el experimento pero ahora cambiando los roles. Los elegidos eran los de ojos cafés y los malos eran los de ojos azules. Fueron dos días inhumanos para los chicos. Días caóticos en los que sufrieron por ser “diferentes” a los demás. Y los “mejores” se sentían superiores.
Los prejuicios son malos. Muy malos porque no nos dejan vivir plenamente. Si no hacemos un análisis profundo de nosotros mismos, estamos condenados al sufrimiento y al fracaso. El que no sale de su tierra, está lleno de prejuicios. Anatole France se preguntaba: ¿Qué es viajar? ¿Cambiar de lugar? Y se contestaba: No. Cambiar de ilusiones y de prejuicios. Como ya lo dije, todos estamos llenos de ellos. Pero es importante que no nos dejemos llevar por ellos. Cada día, viendo lo que sucede en nuestra nueva realidad de las redes, estamos expuestos a todo. Cada vez que una persona abre internet aparecen noticias, ofertas, videos y mucha información que va de acuerdo a nuestras preferencias. Hace unos días estuve buscando precios para viajar a una ciudad y ahora, cada vez que veo mi correo electrónico, mi página de Facebook, mi canal de youtube, por todas partes me bombardean con ofertas sobre vuelos y ofertas para esa ciudad. Todo va de acuerdo a mis preferencias, por tanto, hasta los videos e información política que recibo, va de acuerdo a “mis preferencias”. Pero eso no es sano porque mi mente se va enajenando y las redes van alimentando mis prejuicios. Lo mejor es investigar y no sólo seguir alimentando mis preferencias y prejuicios a través de las redes. Sólo el diálogo profundo y sin prejuicios nos llevará al acuerdo. Eso es la democracia. Si nos equivocamos podemos volver a empezar. Esa es la vida.
El tema en nuestra realidad política es el mismo. Aparecen videos e información que alimenta nuestros prejuicios y nos estamos enfrentando entre nosotros mismos. Queremos que los demás piensen como nosotros pensamos. Les mostramos “evidencias” a través de los videos que nos llegan y los compartimos sin ton ni son como si fueran la verdad pura. La verdad absoluta. Pero la verdad, amigos y amigas míos. ¡Ay, la verdad! ¡Valiente es quien dice la verdad, sabiendo que lo perderá todo!
La frase de abajo es mentira.
La frase de arriba es verdad.
Usos y costumbres y cultura de la paz
“Los indígenas estamos dispuestos
a combinar tradición con modernidad,
pero no a cualquier precio.”
-Rigoberta Menchú-
Este artículo está siendo escrito el domingo de ramos. Íbamos rumbo a Ocotepec manejando tranquilamente hacía nuestro restaurante favorito, cuando de repente, a la entrada del pueblo, en medio de la calle había un camión de pasajeros atravesado, de tal manera que teníamos que rodear el pueblo para seguir nuestro camino. La gente comenzó a tocar el claxon desesperadamente y otros gritaban para que les abrieran el paso. Decidí desviarme del camino buscando otra ruta y, como siempre, comencé a bromear sin darle importancia a lo que sucedía. Unos metros más adelante, el camino, que era de un solo sentido, se convirtió en doble y era más difícil darle fluidez al tráfico. Una mujer quiso regresar y ahí, en medio de la calle comenzó a hacer maniobras para dar vuelta en “u”, lo cual complicaba la ya de por sí caótica situación. Los conductores, hombres y mujeres comenzaron a gritarle a la pobre mujer. A mí, casi me da un golpe al tratar de echarse de reversa. Le toqué el claxon, al tiempo en que me adelantaba para evitar el golpe cuando se oyó el estruendo. Había chocado contra unas piedras que alguien había colocado para cerrar el paso a otra calle. El caos fue tremendo. Me bajé para ver si se había lastimado mi coche y así fue. Sin contar tantos detalles. Después de gritos e insultos a la mujer, no yo, sino los demás conductores, salimos como pudimos de ese pandemónium. Decidimos regresarnos inmediatamente del lugar. Ya no fuimos a comer a donde queríamos. De todos modos no se podía. Había que dejar el coche por ahí e ir caminando al restaurante. Afortunadamente, ya estoy en casa, escribiendo este artículo. Salí para darme inspiración sobre lo que escribiría y, la verdad, es terrible el sentimiento que tengo en estos momentos. Me puse a pensar en el hecho de la falta de respeto, de empatía y de solidaridad que la gente tiene cuando aplica el concepto de usos y costumbres.
Yo vivía en el centro de Cuernavaca. Cada año recibíamos con mucho cariño, la fiesta de Tlaltenango y la fiesta de la virgen de Guadalupe en el Calvario. Para los que nos visitaban de fuera, era algo maravilloso tener la procesión, la misa, los juegos de la feria y la comida. Pero nunca se ponían a pensar en toda la basura y el caos que los vecinos del lugar teníamos que enfrentar. Si todos esos problemas ya los teníamos. Ahora es peor. En este inicio de siglo hay más vehículos, más personas y, obvio, más problemas. En el caso que comenzó esta historia, nunca vi agentes de tránsito que desviaran, y ayudaran, a los visitantes. No había señalamientos. Tuvimos que buscar algún camino para salir del caos y, cuando pensamos que todo iba bien, como me sucedió, las calles estaban obstaculizadas con piedras. Las cosas ya no pueden ser como antes. Tenemos que modificar algunos patrones en lo que concierne a nuestras fiestas tradicionales. Y no sólo en eso. También he observado como algunas comunidades aprovechan esta historia de los usos y costumbres para hacer lo que se les pega la gana. No permiten la entrada de patrullas. No hay agentes de tránsito o de policía. He presenciado accidentes y los que llegan primero son las “autoridades” del pueblo y ellos deciden quien tiene la culpa y quien es el inocente. Observé como el agente de tránsito que llegó, dijo que era mejor que nos arregláramos ahí mismo, siguiendo el criterio de la gente del pueblo y que él prefería no meterse.
Sabemos que está prohibida la venta de juegos pirotécnicos, y, sin embargo en esos pueblos donde prevalecen los usos y costumbres se siguen vendiendo poniendo en peligro a las personas que los compran.
También he sido testigo de que cuando a la gente del pueblo no le conviene hacer uso del concepto, ahí si quieren que las autoridades tomen cartas en el asunto.
De verdad se tiene que analizar este concepto y aplicarlo de una manera adecuada. Sin exageraciones ni abusos. Los usos y costumbres se refieren más, en mi manera de ver las cosas, a conceptos que deben se deben conservar para preservar nuestras tradiciones ancestrales. Es maravilloso tener la riqueza cultural que tenemos. Muchos visitantes extranjeros se maravillan de ello. Pero se tiene que tener un orden para disfrutar de las mismas. Un orden que permita conservarlas al tiempo que nos permita vivir de manera armónica y tranquila.
Por lo pronto, veo que algo está cayendo del coche. Voy a revisarlo. Espero no tener que llevarlo al mecánico. Felices vacaciones de semana santa. Por favor vayan con cuidado. Y sobre todo, regresen a casa con bien.
Pobreza y cultura de la paz
“Todos estamos aquí porque… creemos…
que la pobreza es intolerable en un mundo de abundancia.
Y todos estamos aquí porque estamos convencidos,
más bien sabemos, que podemos terminar con la pobreza
en el espacio de nuestra vida, con nuestras propias
manos y nuestras propias mentes.”.
-Kofi Annan-
Pobreza es sinónimo de escasez, falta, privación, penuria, estrechez, carestía, carencia. La pobreza es una condición humana que siempre ha existido en la humanidad y, en la que muchas personas subsisten con escasos recursos y no cuentan para cubrir sus requerimientos básicos. Todas las personas que viven en situación de pobreza no gozan de los elementos mínimos necesarios para vivir dignamente. Tienen límites frente a la sociedad y además, viven llenos de conflictos para sobrevivir. Por otra parte, los más favorecidos (no todos), que deberían estar atentos al prójimo, hacen a un lado a los más desfavorecidos aumentando la discriminación y segregación. Pero… ¿Cuáles son las causas de la pobreza?
Algunos autores consideran que entre las causas de la pobreza se encuentran las siguientes: El entorno geográfico de un país. Hay países que cuentan con más recursos naturales que otros; los escasos recursos de un país por la sobrepoblación. Esta es una causa de desempleo, y a su vez, este último conlleva a la pobreza; la falta de educación. El analfabetismo causa que una persona no tenga las bases suficientes o lo limite para tener un mejor empleo; los problemas políticos y de corrupción no favorecen la buena distribución de los recursos que beneficien a los ciudadanos. Las ganancias van directamente a las élites gobernantes: Las clases que ostentan el poder. Las diferencias políticas también conducen a la pobreza. Hay mucha manipulación y la gente tiene miedo de probar nuevas formas de gobierno que puedan ser mejores; las enfermedades. Una epidemia puede destruir la economía de un país. Y si la falta de recursos y medicamentos es grande, entonces tendremos como consecuencia la imposibilidad de combatir los padecimientos; por último, también la cultura puede ser un factor causante de pobreza: hay sociedades en las que la mujer está sometida. No se les da ni educación suficiente ni se les permite trabajar. Y peor aún si la familia se hace más grande, habrá más pobreza.
La pobreza, la carencia de los satisfactores básicos, trae muchas consecuencias tanto de tipo personal como social. Estas son algunas de las consecuencias: La delincuencia: un territorio carente de servicios básicos, donde la gente no cuenta con dinero suficiente sufrirá de actos delictivos, se da el terrorismo, la drogadicción, narcotráfico, mafias. Aumentan los homicidios y varios delitos como la prostitución y los secuestros; la escasez alimentaria: al carecer de los satisfactores básicos esto trae como consecuencia la desnutrición de estos grupos. Sólo comen una, (a veces dos) vez al día y esto genera muchas problemas en la salud, como enfermedades y bajo coeficiente intelectual; salud: la pobreza indica que las personas están propensas a sufrir enfermedades más frecuentemente; integridad y moral: las personas que viven en situación de carencia, y que cuya mayor preocupación es medio alimentarse y sobrevivir pueden presentar problemas de baja autoestima y de moral. Esto les trae condiciones en las que sienten que no pueden exigir un buen trato o servicio. Su integridad se ve afectada por la discriminación y también son capaces de, como se dice coloquialmente, vender su alma al diablo y realizar acciones negativas; falta de privacidad de libertad y entretenimiento: la carencia de dinero impide que las personas puedan hacer actividades agradables o que les genere cierta felicidad. No tienen muchas opciones para escoger qué comer, el lugar dónde vivir o para realizar el trabajo que quieren hacer. En muchos casos no se tiene acceso a la educación y los chicos tienen que trabajar para ayudar en la economía familiar; y, por último, la pobreza trae diferencias sociales y genera problemas y resentimiento por no tener acceso a productos y servicios específicos para tener la misma calidad de vida.
Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, lo dice así: la paz no es solamente ausencia de guerra, y afirma: mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz. Esa es tarea conjunta del gobierno y de los ciudadanos conscientes que buscan desarrollar una cultura de la paz para el buen vivir de nuestras comunidades.
Derechos de la tierra y cultura de la paz
“La tierra tiene lo suficiente
para satisfacer las necesidades de todos, pero
no las ambiciones de unos cuantos”.
-Mahatma Gandhi-
Soy de la generación del sesenta y uno. Cuando era niño, Cuernavaca era una comunidad tranquila. Vivía en la calle de Degollado en el centro de la ciudad. Estudié en el jardín de niños “Resurgimiento”, en el parque Revolución, y luego estudié el primer año en la primaria Benito Juárez García. Una de las cosas que conserva mi memoria con mucha alegría era cuando acompañaba a mi madre al mercado Adolfo López Mateos. Era toda una ceremonia porque se preparaban las canastas y las bolsas para ir al “mandado”. Conforme comprábamos las cosas se iban llenando las canastas y si faltaba espacio, sacábamos las bolsas tejidas con hilos de plástico. Parecía un safari. Mi madre adelante y yo y otros chicos que se alquilaban para ese fin, íbamos cargando las cosas del mandado siguiendo las órdenes de mi madre. Era toda una aventura ir de compras al mercado. Por un lado las especias y los moles junto con las cosas de brujería y esoterismo. Por otro lado las pollerías, más allá las carnicerías y más arriba las fruterías. Justo cuando entrábamos se encontraba el altar a la virgen de Guadalupe y mi madre y yo hacíamos la reverencia acostumbrada y me “persinaba” (tiempo después descubrí que la palabra correcta era “persignar”. A veces le pedía a mi mamá que me llevara a la zona de juguetes para ver si me gustaba algo. Eran juguetes sencillos pero juguetes que me hacían imaginarme muchas cosas. La aventura del mercado culminaba con la pregunta de mi jefecita chula: ¿tienes hambre? Obviamente siempre respondía afirmativamente y nos íbamos raudos y veloces a los puestos de carnitas para comer unos deliciosos tacos. La vida era sencilla. Muy simple. Hermosamente simple.
Pasó el tiempo y se establecieron los primeros supermercados en nuestra comunidad. Las cosas comenzaron a cambiar. Mucha gente cambió sus costumbres. Era más cómodo ir al súper. Había aire acondicionado, todo en sólo lugar y muy limpio. Carritos para pasar entre los estantes y, al final, pagar en la caja. Y no había necesidad de llevar tus canastas porque todo te lo daban en bolsas de plástico… sin pensar en todas las consecuencias que esto le traería a nuestra madre Tierra.
Somos los culpables de todo lo que pasa en el planeta. Pero más que nosotros, los culpables son los gobiernos que han otorgado tantos y tantos permisos sin analizar el posible daño que vendría como consecuencia. Hemos causado deforestación, hemos acabado con especies animales, hemos estado agotando muchos recursos naturales. Hemos contaminado los mares y los ríos. Pero cuando digo “hemos”, en realidad quiero decir que son los gobiernos los que han estado atacando a nuestra madre Tierra. El grueso de la población no tenía idea de las consecuencias catastróficas que sólo el uso de las bolsas de plástico traería. Ahora que vemos las consecuencias, tenemos la obligación, ciudadanía y gobierno, de tomar las medidas necesarias para evitar la contaminación.
California es el primer estado de la Unión Americana que ha establecido leyes en las que se prohíbe el uso de bolsas de plástico. Ya existían estas leyes en algunos municipios pero ahora se extiende a todo el estado.
Jonas Edward Salk, investigador médico reconocido por su aporte a la vacuna contra la poliomielitis, alguna vez, ante la depredación humana dijo que si desaparecieran todos los insectos de la Tierra, en menos de cincuenta años desaparecería la vida. Y si todos los seres humanos de la tierra desaparecieran, en menos de cincuenta años todas las formas de vida florecerían.
Canadá, Irlanda y Australia también han tomado cartas en el asunto de prohibir el uso de bolsas de plástico de una sola vez. Así se les llama a las bolsas que dan en los comercios.
El estado de cosas actuales tiene que cambiar. Urge un nuevo paradigma, y ese paradigma, entre otros que hemos mencionado, se llama “derechos de la tierra”.
Evo Morales, presidente de Bolivia, promueve la “Declaración Universal de los Derechos de la madre Tierra, la cual promulga en octubre del dos mil doce en su país. En ella, se reconoce a la Tierra como un sistema viviente de derechos y se compromete a la comunidad a defender la ecología terrestre. Además, sostiene que
Este es un reto muy importante para los nuevos gobernantes. Nuevas políticas públicas en las que se incluyan los derechos de la madre Tierra para vivir mejor en comunidad y llegar a una cultura de la paz para el buen vivir.
Aquellos recuerdos de infancia de ir al mercado con nuestras propias canastas y bolsas tal vez se conviertan en “nuevas” política públicas como lo están haciendo en California.
Arte y cultura de la paz
“Imagina a toda la gente,
Viviendo la vid en paz”.
-John Lennon-
El sábado pasado, durante mi clase en la Facultad de Derecho y C.S. de la UAEM, al terminar la película de ese día, hablamos de la importancia del artista y su manera de ver, entender y expresar la vida. Muchas veces, ellos, los artistas, nos hacen ver la vida desde otras perspectivas. Tal vez haya cosas que ni siquiera nos imaginábamos. Tal vez nos muestren cosas que nos duelan mucho. Que sean tan dramáticas que nos arrinconen y que nos hagan recordar cosas que vivimos. Pero en esencia, esas expresiones artísticas hablan no sólo del autor sino de ti y de mí, de todos nosotros y por eso, nos sentimos identificados.
SIn saberlo a ciencia cierta, todo eso nos influye porque nosotros somos producto de nuestros pensamientos y nuestros pensamientos están construidos de nuestras experiencias todas. Tanto físicas, emocionales, vivenciales y hasta las imaginativas. Y por esos pensamos como pensamos y actuamos como actuamos.
Las experiencias que vivimos, buenas o malas, aunque a las malas les damos más valor, creemos que sólo nos suceden a nosotros, cuando en realidad hay personas que tienen experiencias mayores. Mejores o peores a las nuestras. La diferencia entre nuestras experiencias como personas comunes y corrientes y las que expresa el artista es que las nuestras perecen con nosotros y las de los artistas permanecen en el tiempo para seguir admirando la vida y mostrando ejemplos que podamos seguir. Nadie mejor que Frida Kahlo para expresarlo: “pinto flores para que no mueran”.
El arte es necesario en la vida del ser humano. Siempre lo he manifestado. Y es precisamente esa la razón de mi reflexión. Las escuelas, todos los centros de enseñanza desde el jardín de niños hasta la universidad deben contar con clases de educación artística. Yo recuerdo que sólo en el jardín de niños cantábamos. Mis maestras tocaban el piano y nosotros cantábamos, jugábamos, reíamos. Éramos felices. Hacíamos dibujos, pintábamos… y ¿por qué recuerdo eso? Tal vez porque es verdad lo que dice una canción del compositor italiano Lucio Dalla: “Mientras más envejecemos, más afloran los recuerdos”.
Me encantaban esas clases. Era una experiencia lúdica maravillosa. Después de eso, la vida no fue igual. En la primaria nunca tuvimos clases en las que pudiéramos expresarnos a través de una forma artística. En la secundaria teníamos talleres diversos pero nunca fue lo mismo. Y en la prepa también había algunos talleres. Yo participé en el de teatro. Pero todos eran como clases optativas, no clases obligatorias. Y creo que deberíamos retomar ese tema. Hacer del arte una manera de ver la vida. El arte nos hace más sensibles, más empáticos. Marcel Marceau decía: “Música y silencio se combinan fuertemente porque la música se hace con el silencio, y el silencio está lleno de música”.
Todos somos artistas en potencia. Imagínate lector, lectora, que nos dieran la oportunidad de expresarnos a través del arte. Tendríamos, estoy seguro, grandes artistas plásticos, pintores, escultores, músicos, mimos, cantantes, etc. No tenemos muchos y ¿saben por qué? Porque desde niños nos han enseñado que eso no vale la pena. Nos dicen que nos vamos a morir de hambre. Nos dicen que no tenemos talento.
Ken Robinson nos dice que “todo niño es un artista porque cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen miedo a equivocarse… hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él”.
El arte nos ennoblece. Nos sensibiliza. Nos hace ver la vida de otra manera. Más amable (que se puede amar). Somos, de verdad, más empáticos, más amorosos. Justo lo que necesitamos en esta era que vivimos llena de ruido, de violencia, de injusticias.
Te invito a que analices esta propuesta. Tenemos ejemplos increíble como el de la orquesta de la basura de Paraguay. Una comunidad que vive en un vertedero de basura, es decir, viven literalmente en medio de la basura y la pobreza pero hasta ahí llegó un día Flavio Chávez, profesor de música con su grupo. Los chicos de la comunidad le preguntaron si podía enseñarles música pero no tenían instrumentos. Echaron mano de su ingenio y creatividad y comenzaron a experimentar con restos de basura y fabricaron sus instrumentos con desechos. Latas de pintura, tazones, tendederos y demás. Todos los chicos de la orquesta han cambiado de forma de vivir y ver la vida. Y además, como dijo un padre de familia, “nos han enseñado que un violín no te va a dejar nada en la vida, sin embargo, gracias a ese violín, mis hijos han visto nuevos países. Tienen oportunidad de un mejor futuro”.
El arte es parte de la cultura de la paz, llevemos el arte a las aulas para tener un buen vivir. Como decía Voltaire: “El arte de la vida consiste en hacer de la vida una obra de arte”.
Conflicto y cultura de la paz
“No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella.
Y no es suficiente creer en ella.
Hay que trabajar para conseguirla”.
-Eleaonor Roosevelt-
El ser humano por naturaleza es conflictivo, El conflicto es consustancial al ser humano. Siempre está presente en las relaciones humanas en mayor o menor grado. En algún momento de nuestra vida interactuamos con personas con las que vamos a discrepar por tener intereses y necesidades diferentes. Y cuando el conflicto se da, por mucho que intentemos escapar o cerrar los ojos, siempre estará ahí. Y, sobre todo, si no lo enfrentamos, irá creciendo más y más hasta que nos lleva a una explosión terrible. Debemos siempre enfrentar el conflicto inmediatamente cuando se dé y buscar la solución adecuada.
El conflicto tiene varias definiciones. Es una manifestación de intereses opuestos en forma de disputa, y puede darse de manera unilateral, bilateral o multilateral. Y principalmente se le dan connotaciones negativas con estos sinónimos: pelea, discrepancia, desavenencia, separación, pelea. Pero también hay que entender que tiene otro significado positivo. El conflicto puede ser una crisis. Es una construcción social diferente a la violencia. Puede contenerla pero no necesariamente.
Cuando entramos en una crisis se da el conflicto. La discrepancia, la incertidumbre. En el caso de la lengua china, esta palabra, crisis, se escribe con dos ideogramas que son: “peligro” y “oportunidad”. Es un peligro porque algo de mi situación personal está en riesgo de perderse. Pero también hay una oportunidad que puede mejorar mi situación actual. En todo caso, como ya lo mencioné, el conflicto es parte de la naturaleza humana. Y lo más importantes en este caso, es que puede no llevar implícita la violencia.
En la sociología se estudian los conflictos sociales, la desigualdad económica, el abuso de autoridad, los desencuentros entre los distintos grupos sociales. La teoría marxista habla de conflictos colectivos que es el que se da entre, por ejemplo, un grupo de obreros que necesitan trabajar y obtener un salario digno para mantener a la familia y que se organizan para pedir al empleador quien, a su vez, necesita tenerlos trabajando para obtener los beneficios económicos que busca. Y el beneficio que logra uno será en detrimento del otro. O por lo menos, es lo que se cree hasta ahora. También hay conflictos entre países. Muchos de ellos por intereses territoriales. Y otros por pretender la hegemonía y por intereses energéticos, entre otros.
Y así como estos, también existen conflictos religiosos, de grupo, ideológicos, políticos, filosóficos y armados. Y seguramente podemos hacer más clasificaciones. Pero lo importante es entender y aceptar que todos los conflictos, absolutamente todos, pueden solucionarse de manera pacífica y amigable. No es necesaria la violencia. Hay medios pacíficos para resolverlos.
Si analizamos lo que sucede en nuestra actual sociedad, el conflicto es generalizado. Y no tenemos que esperar a que éste se desborde y derive en violencia para actuar.
En este sentido, es fundamental la participación efectiva del estado ofreciendo políticas públicas relativas a una convivencia y alternativas de solución de conflicto que sean pacíficas. Y, obviamente, es importante la participación de organizaciones civiles que puedan tener un peso social muy fuerte. No es suficiente el deseo personal. Tenemos que trabajar como equipo.
Mi vida ha estado llena de conflictos. Algunos de ellos los he sabido sortear y otros me han costado muchas lágrimas pero al final, lo importante es en qué punto de mi vida estoy y lo que he logrado de manera personal. Pero no debo confundir lo que he logrado de manera personal con los conflictos bilaterales. Estos son los más difíciles de sobrellevar. Y sin embargo, también los he podido solucionar con la participación de mi contraparte. Los problemas más grandes actualmente, así lo considero, son los problemas sociales. Y el más difícil, en este momento, son las próximas elecciones. Tenemos que encontrar un punto de equilibrio para no caer en la violencia. Para no enfrentarnos contra nosotros mismos. Los medios de comunicación, los partidos, los candidatos, el gobierno local y el federal tienen la palabra. Trabajemos duro para que la paz pueda ser. Comencemos a educar para la paz.
Sofismas y cultura de la paz
“El buen ciudadano es aquel
que no puede tolerar en su patria un poder
que pretende hacerse superior a las leyes”.
-Marco Tulio Cicerón-
En México vivimos en una dualidad. En una dicotomía perversa. Por un lado vemos la violencia rampante, la corrupción y la impunidad, entre otros males, en todos los medios: en la familia, en la escuela, en el gobierno, en los medios de comunicación, y, actualmente, en los medios sociales, en fin, en toda la sociedad en su conjunto. Los sofismas, entendidos estos como argumentos falsos que se pretenden hacer pasar como verdaderos para confundir a la gente y alimentar falsas creencias y opiniones y enfrentarnos entre nosotros. Y, por otro lado, vemos los esfuerzos de psicólogos, sociólogos, académicos y gente buena que participa en las escuelas, en foros familiares y comunitarios para trabajar arduamente en la construcción de la cultura de la paz para el buen vivir.
La construcción de la paz parece imposible en nuestra sociedad. Debemos regresar al punto de partida. Tener leyes adecuadas y acatarlas. Seguimos viviendo en una sociedad donde las leyes se aplican a la voluntad e interpretación de quien las detenta. Y entre ellas se encuentran las llamadas “leyes vigentes pero ineficaces”. Ejemplos hay muchos. Ahí están los ordenamientos del Bando de Policía y Buen Gobierno de los municipios. Está clarísimo lo que está establecido ahí pero no se aplica. Ya he escrito sobre esto antes, y como ese ejemplo, hay muchos más.
La cultura de la paz es un tema urgente en nuestra sociedad. En varias instituciones se ha ido implementando poco a poco pero de manera firme. Facultades como la de Derecho y Psicología tienen materias que abordan el tema por lo urgente y necesario de su aplicación. Existe normatividad al respecto en algunos estados como el Programa de Valores por una Convivencia Escolar Armónica de la Secretaría de Educación en el Estado de México al notar que el problema de la violencia en las escuelas es cada vez más fuerte.
Lo he repetido constantemente en esta columna, la cultura de la paz es urgente y necesaria. Y, además debe ser promovida por los gobiernos y los partidos políticos apoyándose en las disciplinas y organizaciones que han estado trabajando intensamente en el tema. La paz no es la ausencia o inexistencia de conflictos, es imposible, dada la naturaleza del ser humano. Los conflictos siempre existirán. Lo importante es actuar previniéndolos, o aun cuando se dé uno, lo fundamental es que existan mecanismos pacíficos para su resolución.
En la Declaración de la ONU sobre una cultura de la paz del 6 de octubre de 1999, el artículo 2 establece que “una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones.”
Ya es hora de considerar todos estos elementos para iniciar una nueva era. Una era de convivencia pacífica y armónica.
He leído tantos escritos en los medios sociales que se disfrazan de verdad pero sólo son eso, sofismas. Hay un video que vi, por ejemplo, que dice que si quieres un mejor país que debes comenzar contigo mismo. Ahí te dan varios “consejos” para lograrlo. Pero esto es una verdad a medias. Yo quiero ser una mejor persona y mejor ciudadano. Sin embargo veo y vivo la violencia por todos lados, he sufrido robos, abusos de autoridad, he visto esas lonas que colgaron hace unos días exhibiendo y difamando a una funcionaria de la alcaldía de Cuernavaca. Y ni mi mejor comportamiento ni mi observancia a las leyes van a hacer de éste un mejor país porque no es posible hacerlo de manera aislada. Vivimos en sociedad. Por tanto, debemos construir una estructura que funcione para todos. Debemos trabajar hombro con hombro, mano con mano, hombres y mujeres, sociedad civil y gobierno para hacer de la cultura de la paz una realidad y mejorar nuestra forma de vivir tanto de manera privada como en la vida pública para construir un mundo feliz. Un mundo mejor para nuestros hijos aunque parezca una utopía.