“Siempre que enseñes, Enseña, a la vez, a dudar de lo que enseñas”
-José Ortega y Gasset-
Filósofo y ensayista español
Dicen los que saben, porque saben lo que dicen, que Aristóteles alguna vez dijo que una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo. Pero no aceptarlo no significa necesariamente no implementarlo por necedad. Puedo no aceptar algo, pero si la implementación de ese algo traerá beneficios, aunque me duela, tengo que aceptarlo. Y, sin embargo, hablando específicamente de la educación, vienen cambios que tendremos que aceptar, aunque muchos se nieguen a tal hecho.
El ejemplo que me viene a la mente es la sorpresa con la que nos cayó la pandemia. Fue la implementación del trabajo de atender el aula desde casa. No tenemos metodología para abordar el tema, las plataformas. A muchos maestros y maestras nos ha costado trabajo tomar las riendas del aula virtual ya sea porque, insisto, no tenemos el conocimiento y porque no hay un protocolo para que los estudiantes se comporten.
Un maestro puede ver a sus estudiantes durante la clase, en apariencia, pero los estudiantes pueden mostrar que están ahí, pero algunos cierran sus cámaras, y el micrófono, y están haciendo otras cosas. Están ausentes.
En otros casos, se ve a los estudiantes acostados. Ni los educadores ni los estudiantes hemos sabido sacarle todas las ventajas a la educación virtual o a distancia. Aun cuando ya veíamos venir estos cambios de educar a distancia por las redes.
Tenemos antecedentes de la educación a distancia en nuestro país. En México, la educación a distancia inició por la necesidad de alfabetizar a las poblaciones rurales. En 1941, se creó la Escuela de Radio de Difusión Primaria para Adultos; de igual forma se ofrecían los denominados “cursos por correspondencia” a los alumnos que vivían en lugares muy apartados que no podían asistir a la escuela y que por su difícil acceso tampoco era posible su construcción.
Otro ejemplo de educación a distancia en México, es el de Telesecundaria. El 5 de septiembre de 1966 inició la fase experimental del proyecto Telesecundaria, cuyas clases eran en vivo, gracias a la tecnología de microondas, por medio de un circuito cerrado de televisión. En este proyecto se aceptaron 83 estudiantes, mayores de 12 años de edad. El contenido de las asignaturas correspondía con el programa académico de las secundarias vigentes y su impartición estaba a cargo de los telemaestros y un profesor-monitor por grupo. Dicha fase experimental del proyecto fue finalizada en 1968, por lo que el 2 de enero de ese mismo año el secretario de Educación Pública (Agustín Yánez) suscribió un acuerdo por medio del cual Telesecundaria quedaba inscrita en el sistema educativo nacional. Datos obtenidos de la Revista Latinoamericana de Estudios Educativos.
https://www.redalyc.org/jatsRepo/1341/134152136004/html/index.html
Este sistema se creó por la insuficiencia de medios para satisfacer la demanda de enseñanza media, sobre todo, en las áreas poco pobladas.
En el 2005 me obsequiaron, en un viaje al extranjero, la 7ª edición de “understanding psychology” (comprendiendo la psicología). Dicho libro, ya de por sí escrito de una manera muy creativa, venía con los códigos de acceso para ingresar al “Centro de Aprendizaje Online”, un aula virtual donde encontraría más materiales para seguir aprendiendo, además de un cd con una biblioteca de interactividades. El ejemplo viene al caso porque han pasado 15 años de este hecho, y el quid del asunto es que desde que llegó la red de internet, en muchos países se comenzaron a diseñar cursos educativos a distancia aprovechando las ventajas que ofrece la educación a distancia. Y en nuestro caso, todavía no hemos aprovechado estas plataformas de aprendizaje aun cuando fuimos pioneros en ese tipo de educación.
Este ciclo escolar, para muchos estudiantes, y muchos padres de familia, fue intenso y desgastante. Padres enojándose con sus hijos y quejándose con los maestros por no saber cómo hacer para que sus vástagos pudieran hacer las tareas y ejercicios. Y seguro porque tampoco entendían de qué se trataba el tema, peleas entre padres y maestros, y todo lo que ustedes quieran agregar al asunto.
El punto principal es que habrá que estar preparado para el siguiente ciclo escolar e implementar esta forma de aprendizaje en línea, aunque no tengamos una emergencia como la que estamos viviendo, pues descubrimos, con esta pandemia, que hay una brecha virtual o digital (estudiantes y maestros que no cuentan con una computadora o utilizar los medios tradicionales de enseñanza llevados a las nuevas tecnologías) y una brecha social y educativa (diferencias entre estudiantes avanzados y rezagados). Hay que trabajar en desarrollar metodología de la educación digital.
Pongamos en duda lo que -y el cómo- hemos estado enseñando hasta ahora. La tarea es ardua, pero no algo imposible de abordar. ¡Sí se puede!