“Largo es el camino de la enseñanza
por medio de teorías;
breve y eficaz por medio de ejemplos.”
-Séneca-
Es verdad que la pandemia nos ha cambiado muchas cosas. Ha causado que los conceptos del mundo y de las relaciones humanas hayan dado un giro tremendo. En mi caso personal, lo noté, por ejemplo, cuando mi hija me invitó a presenciar su ceremonia de clausura de cursos y fin de sus estudios universitarios…de manera virtual. Si hablo de los sentimientos que eso causó en mí, debo decir que todo me pareció frío. Nunca imaginé que asistiría a un evento de esa naturaleza como se hizo. Sin embargo, esa es la realidad que hoy vivimos. Esta generación ya tiene una anécdota que contarles a sus nietos, entre otras tantas.
Esto me hace recordar un libro llamado “el futuro no es lo que era” que trata del vertiginoso cambio de civilización que está provocando la revolución tecnológica y la necesidad de reaccionar buscando un nuevo paradigma político, económico, de seguridad y sociocultural, escrito por Felipe González, expresidente de España; y Juan Luis Cebrián, uno de los más reconocidos periodistas españoles y miembro de la Real Academia Española y caballero de las Artes y las Ciencias de la República Francesa.
Si agregamos a estos vertiginosos cambios lo que nos está provocando la pandemia, esto provoca temor. Temor al futuro. La falta de trabajo nos está dejando con una economía terrible. ¿Y la educación? Parece que ahí va, que sigue su rumbo. Pero en realidad, además del rezago que ya existía, la pandemia nos está provocando en varios sentidos, afectando la educación de nuestras nuevas generaciones.
Escuchaba una conversación hace unos días, en la que un alumno decía que no tenía acceso a internet, otros ni siquiera tienen una computadora. Y otro pequeño decía que sólo tenían acceso a un celular, el de su mamá, pero que eran dos hermanos, y sólo uno podía utilizarlo a la vez, para poder tener acceso a clases.
Obviamente, esto nos da una idea de la diferencia entre los que estudian en escuela privadas y los que estudian en escuelas públicas.
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en México (INEE) nos dice que: Tratar de comparar la calidad de la oferta pública con la de escuelas “de paga” resulta absurdo, pues, además de las dificultades conceptuales propias a la elaboración de un instrumento de medición confiable, las condiciones a las cuales se enfrentan alumnos y docentes, tanto fuera como dentro del aula, son sumamente distintas. Aún más, los docentes de escuelas públicas muchas veces se ven restringidos por los recursos limitados con los que cuentan y, a pesar de las condiciones desfavorecedoras, logran idear estrategias para responder tanto a los planes y programas de estudio como a las necesidades particulares de sus alumnos.
Me doy cuenta, por mis conversaciones con diferentes actores sociales de lo terrible que está siendo el nuevo ciclo escolar. Y aquí me cuestiono varios temas: ¿Nuestros estudiantes tendrán a la posibilidad de aprender algo realmente? ¿Aprobarán este año? ¿Se atrasarán? ¿El rezago será mucho más abismal de lo que ya es?
Sé del esfuerzo que realizan las maestras y maestros de las escuelas públicas adornando las paredes de su casa para dar un aire más “escolar” al aula virtual. Veo muchas maestras y maestros comprometidos con su labor y con sus estudiantes. Pero… ¿Han estudiado y aprendido que las estrategias de las clases virtuales son diferentes que las del salón de clases presencial?
John Dewey nos confirma que: la educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma. Por tanto, ¿estamos preparados para las TIC’s? entendidas éstas como las Tecnologías de la Información y la Educación, y que se refieren a todos aquellos recursos, herramientas y programas que se utilizan para procesar, administrar y compartir la información mediante diversos soportes tecnológicos, tales como: computadoras, teléfonos móviles, televisores, reproductores portátiles de audio y video o consolas de juego. Esta es la vida misma. La vida actual.
De manera personal, creo que no. Aún existen muchos adultos que no entienden muy bien todo esto, y me cuestiono sobre si aquellos niños y niñas de clase baja ya las entienden, o, por lo menos, tienen acceso a ellas.
Las clases acaban de empezar el 24 de agosto, hace unos días. El programa Aprende en Casa II de la SEP empezó mal. Se dice que la primera semana fue de repaso y que todo se normalizará con los nuevos contenidos a partir del 14 de septiembre. Esperemos que así sea. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló que México es el país con peor calificación en educación en línea; a pesar de que es uno de los países que más invierte en este tipo de educación. Y hay que entender que las tarifas para acceder a internet son similares a algunos países del primer mundo como Noruega y Australia, así que esas son algunas razones para entender que tenemos que cambiar el paradigma educativo.
De todas formas, y a pesar de las carencias, a través de esta columna, vaya un reconocimiento a todas nuestras maestras y maestros que se esfuerzan por hacer llegar la educación a nuestras niñas y niños. Este llamado, en realidad es, para nuestra gente, aquellos que puedan ayudar prestando una compu o un celular para que nuestra infancia pueda seguir educándose. Y para el gobierno, es un llamado para buscar formas novedosas de apoyo en los lugares más distantes para hacer llegar la educación. Una verdadera educación.