"La línea entre el bien y el mal es permeable, y
casi cualquiera puede ser impulsado a cruzarla
cuando es presionado por la fuerza de la situación.”
-Philip Zimbardo-
Psicólogo Social
En el 2001 Andrés Roemer publicó un libro llamado “economía del crimen”; me llamó mucho el enfoque que presentaba porque emplea una variedad de modelos para estudiar y examinar la motivación de la conducta criminal e implementar o motivar la implementación de políticas públicas para enfrentar la criminalidad.
Menciona que la criminalidad provoca un sentimiento de inseguridad que se refleja en el cambio de comportamiento de la gente, que busca disminuir la probabilidad de convertirse en víctima.
Dice que cuando una persona se siente insegura busca un distanciamiento de las autoridades y desconfía de la capacidad de éstas, se siente engañada por sus líderes e instituciones, y a veces, trata de buscar justicia por su propia mano, y esto genera la desaparición de la cohesión social y de los sentimientos de pertenencia a un grupo o comunidad.
La ONU declaró en 1992 que el problema del crimen, mediante su impacto en la sociedad, impide el desarrollo integral de las naciones, mina el bienestar espiritual y material de las personas, compromete la dignidad humana y crea un clima de miedo y de violencia que pone en peligro la seguridad personal y erosiona la calidad de vida.
Fue en este libro que escuché por primera vez sobre la teoría de las ventanas rotas. En 1969, en la Universidad de Stanford, Estados Unidos, el profesor Philip Zimbardo realizó un experimento. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.
Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc.
Todo lo aprovechable se lo llevaron y lo que no, lo destruyeron. En cambio, el auto abandonado en la zona rica se mantuvo intacto. No hubo mucha reacción ante esto, pues era obvio que en una zona pobre se manifestara dicha situación.
Sin embargo, el experimento no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx, la zona pobre, ya estaba deshecho y el de Palo Alto (la zona rica) llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto.
El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.
Un vidrio roto en un auto abandonado da una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que rompe códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de reglas, como que todo vale nada.
Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.
Esto significa que si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito.
Si se cometen “esas pequeñas faltas”, como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas, esto va a causar que comiencen a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.
Si los parques y otros espacios públicos se deterioran progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente por temor a las pandillas, y esos mismos espacios abandonados por la gente serán progresivamente ocupados por los delincuentes.
Los estudiosos afirman que ante el descuido y el desorden crecen muchos males sociales y se degenera el entorno.
Pongamos el ejemplo de una casa: Si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como paredes en mal estado, malos hábitos de limpieza, malos hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, entre otros, poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales de los familiares y comenzarán a crear malas relaciones con la sociedad en general y quizá algún día llegarán a caer en prisión.
Nuestra sociedad ha dejado de hacer lo que tiene que hacer, las autoridades peor.
Las redes sociales nos muestran persecuciones de policías contra ladrones, en las que caen los policías por no contar con la capacitación suficiente ni con el armamento adecuado.
Por esta razón, es de fundamental importancia que se aplique la tolerancia cero. Esta estrategia consiste en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana.
La tolerancia cero no aplica a la persona que comete el delito, sino frente al delito mismo. Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana. Esto lo explicaré con más detalle en la próxima columna.