“La moda es efímera,
peligrosa e injusta”
-Karl Lagerfeld-
Desde hace mucho tiempo quería tratar este tema, pero parecía que no tenía mucho que ver con los tópicos que tratamos en esta columna. Sin embargo, algo dentro de mí pugnaba por unir los cabos sueltos.
La obsolescencia programada o planificada es la determinación del fin de la vida útil de un producto. Es decir, los fabricantes establecen en qué tiempo un producto dejará de ser de utilidad para el consumidor. Y de esa manera obligan a los consumidores a comprar una y otra vez. El objetivo es, simple y llanamente, producir más ganancias para las fábricas.
Seguramente ya se habrán dado cuenta que las cosas ya no duran como antes. Y también habrán visto como en una estación de bomberos en Estados Unidos, cada año celebran el aniversario de un foco o bombilla eléctrica que todavía funciona, la cual, este año, cumplió 119 años:
https://www.youtube.com/watch?v=9Ygs4BZz9VU
Si nos vamos a los antecedentes de la obsolescencia programada, ésta se estableció el 23 de diciembre de 1924 por el “Cártel Phoebus”, conformado, entre otras, por las compañías Osram, Philips y General Electric para controlar la fabricación de focos o bombillas eléctricas, y, además, para establecer el número de horas de duración.
Otros productos, desde entonces, ya son fabricados con ese fin, durar sólo hasta un tiempo determinado, causando la necesidad de desecharlo y adquirir un producto nuevo y “mejor”.
Hay muchísimos productos que utilizamos y que tienen esta característica de obsolescencia programada. El más común es el dispositivo móvil que usamos todos los días, las computadoras, la ropa, los zapatos, las cobijas, las mochilas o bolsos escolares, los cables de alimentación, los rastrillos para rasurar o afeitar, y, en fin, muchísimas cosas que utilizamos duran muy poco tiempo, y, por tanto, las desechamos en cuanto termina su vida útil.
Y obviamente, aunque parezca que no es así, la obsolescencia programada ha causado consecuencias en el comportamiento del ser humano. De hecho, hay algo que se llama obsolescencia psicológica.
La obsolescencia psicológica pone en manos del consumidor la decisión de si el aparato se desecha o no. https://www.youtube.com/watch?v=fIl_Lr5Rf5A
Un producto sujeto a la obsolescencia psicológica sirve o no sirve en función de lo que piense su dueño sobre él y está muy sujeto a las modas, a las tendencias del mercado y a la influencia de la publicidad y, ahora, de las redes sociales.
Un ejemplo actual sería mi teléfono celular. Éste sigue sirviendo, pero la fábrica saca al mercado un modelo con más características que van a “mejorar” mi vida y me darán más “status” entre mis amigos.
Es justo aquí donde entra la voluntad del consumidor. Él decide si se deja llevar por el canto de las sirenas de la publicidad y se deja convencer por ella, o toma la decisión de tomar el control absoluto para decidir con inteligencia lo que más le conviene.
La obsolescencia psicológica depende en gran medida de nuestra opinión y percepción al respecto. O permitimos que la publicidad nos manipule y nos esclavice pensando que debo comprar algo para sentirme mejor adquiriéndolo, o mantengo mi voluntad de ser yo quien realmente decida cuándo debo comprar algo o no en función de mis necesidades.
La obsolescencia programada regularmente se aplica sobre todo a aparatos eléctricos o electrónicos. Sin embargo, también aplica a otras mercancías como ropa, accesorios de moda, objetos para el hogar, muebles y, en fin, a todos los productos que compramos y desechamos de manera irresponsable, por motivos de moda y tendencias. Todos estos productos provocan desechos que no pueden gestionarse de manera adecuada y, por tanto, causamos un daño irreversible al medio ambiente y nos hacemos daño a nosotros mismos, porque esta tendencia a desechar las cosas también nos lleva a crear una cultura en la que todo es desechable. Hasta las relaciones que tenemos con nuestro prójimo.
Eres tú quien decide seguir el esquema “comprar-tirar-comprar” o decides por tener una vida sostenible, cuidas a la Tierra, te cuidas a ti, a los tuyos y cuidas a los demás. Y así nos cuidamos todos.