“Imagina a toda la gente,
Viviendo la vid en paz”.
-John Lennon-
El sábado pasado, durante mi clase en la Facultad de Derecho y C.S. de la UAEM, al terminar la película de ese día, hablamos de la importancia del artista y su manera de ver, entender y expresar la vida. Muchas veces, ellos, los artistas, nos hacen ver la vida desde otras perspectivas. Tal vez haya cosas que ni siquiera nos imaginábamos. Tal vez nos muestren cosas que nos duelan mucho. Que sean tan dramáticas que nos arrinconen y que nos hagan recordar cosas que vivimos. Pero en esencia, esas expresiones artísticas hablan no sólo del autor sino de ti y de mí, de todos nosotros y por eso, nos sentimos identificados.
SIn saberlo a ciencia cierta, todo eso nos influye porque nosotros somos producto de nuestros pensamientos y nuestros pensamientos están construidos de nuestras experiencias todas. Tanto físicas, emocionales, vivenciales y hasta las imaginativas. Y por esos pensamos como pensamos y actuamos como actuamos.
Las experiencias que vivimos, buenas o malas, aunque a las malas les damos más valor, creemos que sólo nos suceden a nosotros, cuando en realidad hay personas que tienen experiencias mayores. Mejores o peores a las nuestras. La diferencia entre nuestras experiencias como personas comunes y corrientes y las que expresa el artista es que las nuestras perecen con nosotros y las de los artistas permanecen en el tiempo para seguir admirando la vida y mostrando ejemplos que podamos seguir. Nadie mejor que Frida Kahlo para expresarlo: “pinto flores para que no mueran”.
El arte es necesario en la vida del ser humano. Siempre lo he manifestado. Y es precisamente esa la razón de mi reflexión. Las escuelas, todos los centros de enseñanza desde el jardín de niños hasta la universidad deben contar con clases de educación artística. Yo recuerdo que sólo en el jardín de niños cantábamos. Mis maestras tocaban el piano y nosotros cantábamos, jugábamos, reíamos. Éramos felices. Hacíamos dibujos, pintábamos… y ¿por qué recuerdo eso? Tal vez porque es verdad lo que dice una canción del compositor italiano Lucio Dalla: “Mientras más envejecemos, más afloran los recuerdos”.
Me encantaban esas clases. Era una experiencia lúdica maravillosa. Después de eso, la vida no fue igual. En la primaria nunca tuvimos clases en las que pudiéramos expresarnos a través de una forma artística. En la secundaria teníamos talleres diversos pero nunca fue lo mismo. Y en la prepa también había algunos talleres. Yo participé en el de teatro. Pero todos eran como clases optativas, no clases obligatorias. Y creo que deberíamos retomar ese tema. Hacer del arte una manera de ver la vida. El arte nos hace más sensibles, más empáticos. Marcel Marceau decía: “Música y silencio se combinan fuertemente porque la música se hace con el silencio, y el silencio está lleno de música”.
Todos somos artistas en potencia. Imagínate lector, lectora, que nos dieran la oportunidad de expresarnos a través del arte. Tendríamos, estoy seguro, grandes artistas plásticos, pintores, escultores, músicos, mimos, cantantes, etc. No tenemos muchos y ¿saben por qué? Porque desde niños nos han enseñado que eso no vale la pena. Nos dicen que nos vamos a morir de hambre. Nos dicen que no tenemos talento.
Ken Robinson nos dice que “todo niño es un artista porque cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen miedo a equivocarse… hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él”.
El arte nos ennoblece. Nos sensibiliza. Nos hace ver la vida de otra manera. Más amable (que se puede amar). Somos, de verdad, más empáticos, más amorosos. Justo lo que necesitamos en esta era que vivimos llena de ruido, de violencia, de injusticias.
Te invito a que analices esta propuesta. Tenemos ejemplos increíble como el de la orquesta de la basura de Paraguay. Una comunidad que vive en un vertedero de basura, es decir, viven literalmente en medio de la basura y la pobreza pero hasta ahí llegó un día Flavio Chávez, profesor de música con su grupo. Los chicos de la comunidad le preguntaron si podía enseñarles música pero no tenían instrumentos. Echaron mano de su ingenio y creatividad y comenzaron a experimentar con restos de basura y fabricaron sus instrumentos con desechos. Latas de pintura, tazones, tendederos y demás. Todos los chicos de la orquesta han cambiado de forma de vivir y ver la vida. Y además, como dijo un padre de familia, “nos han enseñado que un violín no te va a dejar nada en la vida, sin embargo, gracias a ese violín, mis hijos han visto nuevos países. Tienen oportunidad de un mejor futuro”.
El arte es parte de la cultura de la paz, llevemos el arte a las aulas para tener un buen vivir. Como decía Voltaire: “El arte de la vida consiste en hacer de la vida una obra de arte”.