“Estamos tan acostumbrados a sufrir
que cuando llega una persona y nos trata bien,
con respeto y nos brinda su cariño,
todo nos da miedo”.
Anónimo
Mencioné en mi artículo anterior que vivimos en una sociedad cada vez más compleja, en la que además de que se han ido perdiendo los valores, la violencia es parte de nuestra personalidad. Todo lo queremos resolver peleando, enfrentándonos. Siempre queremos ganar la discusión, ganar la pelea. De hecho, es parte de nuestro sistema judicial. Cuando se da un conflicto, por ejemplo, una separación matrimonial, una deuda, nos presentamos ante un juez que es quien va a decidir, a través de la presentación de pruebas, quién gana la batalla legal. La solución la da un tercero que dice quién tiene la “razón”. En este esquema hay un ganador y un perdedor. Es un esquema en el que alguien sale riendo y otro llorando. Nos preguntamos en este momento si existe la justicia verdadera. Y en la mayoría de los casos pensamos que no.
Es por esta razón que se han buscado alternativas de solución de conflictos diferentes al de enfrentarnos y a que haya un tercero que decida quién gana y quién pierde. Y es en este sentido que la cultura de la paz propone la mediación como una alternativa voluntaria, pacífica, amigable y neutral, entre otros factores de solución de conflictos. En este esquema hay un tercero llamado mediador que es un guía para llevar a las partes en conflicto a solucionar su problema. Lo primero que se hace es conocer este medio de solución de conflictos. Se les explica a las partes o una de ellas cómo se lleva a cabo. Lo más importante de esta alternativa, es que es menos costoso, es más amigable porque las partes en conflicto expresan sus intereses de una manera respetuosa y amable para llegar a un acuerdo en cooperación para solucionar su disputa. El mediador, que es un tercero neutral, es el encargado de crear un clima de colaboración, reduciendo la hostilidad, y de guiar el proceso a un acuerdo en común.
Creo que lo más importante de la mediación es el hecho de que si los involucrados en un conflicto tienen un vínculo continuo, permite restablecer la comunicación entre ellos en el futuro. Por ejemplo, una pareja que tiene hijos y que desea separarse.
Esta alternativa es algo nuevo para nosotros. No estamos acostumbrados a ella, por lo que tendremos que adaptarnos.
En el caso de los estudiantes en las escuelas, ésta alternativa es un modelo que también se puede implementar para solucionar los conflictos. Pero llegará un momento en que será parte de esta llamada cultura de la paz. Tendremos nuevos ciudadanos que aprenderán desde la niñez a solucionar los conflictos de una manera diferente. El conflicto es natural en los seres humanos. La diferencia estriba en cómo lo enfrentamos.
¿Te imaginas que en las instituciones escolares se prepararan los estudiantes como mediadores y que cuando se diera un conflicto, estos chicos y chicas intervinieran en tiempo y forma para solucionarlo y tener un ambiente escolar más saludable y amigable?
El rol del mediador será tratar de detectar cuál es el conflicto, si es el que aparece como tal o es uno diferente, que a través de sus intervenciones podrá ir apareciendo. En la mediación las partes tendrán oportunidad de reunirse, aparecerá el reconocimiento de las diferentes maneras de percibir el mundo, los valores de cada uno y las formas en que se han comunicado.
A través de la intervención del mediador las partes podrán tomarse tiempo para entender al otro, saber qué le genera esta situación, comprender las diferencias de los otros y tratar de avanzar hacia una resolución del conflicto. En lugar de ser adversarios, las partes se convertirán en socios para resolver el conflicto que los enfrenta.
Para lograr este objetivo, es esencial que esta nueva legislatura retomé, de manera inmediata, la publicación de la nueva ley de justicia alternativa.
Todo por lograr una cultura de la paz para el buen vivir.