Estas palabras están siendo escritas en el último día de 2017. Siempre que se acaba un año, como toda la gente, creo, comienzo a hacer reflexiones sobre toda la jornada anual. Lo que más me gustó, lo que más me dolió, lo que más me entristeció, etc.
Ni siquiera sé por dónde empezar porque hubo muchas cosas que me dolieron. Cosas que no deberían de suceder. Y casi todo lo que no me gustó es en materia política o de gobierno. Obviamente, no quiero ahondar en esta columna sobre lo que se ha repetido mil veces en las noticias. Pero lo que sí es importante es volver a recalcar la importancia de la participación activa de los ciudadanos en la vida política para equilibrar las fuerzas y vivir en armonía.
Lo que más me llenó de orgullo y alegría fue constatar, una vez más, que, en momentos de desgracia, todos nosotros, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, niñas y niños, nos unimos por lo del sismo. Tenemos, fuerzas, tenemos ganas, tenemos coraje, tenemos identidad y sé, que poco a poco, los ciudadanos haremos un bloque común que se reflejará en los resultados de las próximas elecciones porque ya estamos cansados. Estamos hartos de tanta rapiña política. Y a pesar de eso, la alegría comienza a inundar nuestros corazones porque tenemos esperanza en lo que está por venir.
Esta, es la hora de unirnos. La hora de la amistad y de la solidaridad. La hora de la unión. No nos dejemos embaucar por nada ni por nadie. Nos van a querer dividir los que lucran con las ideologías. Los que quieren seguir engañándonos. No lo permitas. Vienen campañas de odio en las elecciones. ¿Y para qué? Para dividirnos como ciudadanos. Antes de tomar partido por unos o por otros, investiga. Muchos de los videos, memes, “noticias”, no son verdad. Pregunta, inquiere, reflexiona. No tomes partido sólo por las percepciones ni por lo que “dijo, un amigo que conoce a alguien, que es el chofer de un funcionario, que conoce a una persona en el alto mando que le contó que escuchó una conversación de unos amigos cercanos al presidente que…”
Seguimos siendo una sociedad en la que no se quiere hablar de política ni de religión. A pesar de esto, poco a poco vamos cambiando. A mí me parece que debemos ser libres, realmente, de pensamiento, palabra y obra. Y sin embargo, aparentamos otra cosa. No hablamos de política abiertamente por temor a la crítica o por temor a la exclusión. Y lo que necesitamos es abrir las puertas de la discusión y la aportación de ideas para mejorar nuestra manera de vivir la vida en común. Definiciones de política hay muchas y variadas. Antiguamente, en China, Confucio relacionó el buen desempeño como gobernante con la aptitud ética, considerando que sólo un hombre virtuoso debe tener autoridad. Platón insistía en que todos los sistemas políticos eran corruptos por naturaleza, y que el gobierno debía recaer en una clase educada para tal fin. Así, la definición de “política”, ha ido cambiando, adaptándose a nuestros tiempos hasta llegar a la más moderna, que se supone que es la etapa en la que deberíamos estar. Somos parte de una democracia y, por tanto, ya debíamos haber pasado la primera etapa. Veamos: Hay un concepto llamado “democracia representativa” en la cual los ciudadanos eligen, mediante su voto, a sus representantes. Y los elegidos son los que deciden qué hacer (donde todavía seguimos permaneciendo). Y, por otro lado, se encuentra la “democracia participativa” que implica una actividad mucho más amplia de los ciudadanos en la vida política como por ejemplo, las consultas populares y las audiencias públicas. Esa es la etapa en la que ya debemos tomar acción.
Y todo esto, me lleva a pensar y a desear para este nuevo año, que mañana, cuando comience el nuevo ciclo, saldré a la calle a mirar un mundo diferente, habrá una luz de esperanza por un mundo mejor. Un mundo sin violencia, una comunidad donde se respire la paz, la solidaridad y la concordia. Volveré a saludar a mi vecino como cuando salía con mi madre al mercado cuando era niño. Y a cada paso que daba encontraba una sonrisa, un saludo. La alegría de vivir sin miedo. La alegría de vivir en paz. Sin violencia. Saldré a la calle y me daré cuenta que todos son mis amigos. Que todos son mis hermanos. Que todos buscamos lo mismo. Vivir en paz entre nosotros. Respetándonos en nuestras libertades y respetando los derechos de la madre naturaleza porque también lo merece. Porque también la hemos violentado. Alguien lo dijo hace muchos años: Si los ciudadanos practicasen entre sí la amistad, no tendrían necesidad de la justicia.
Te doy las gracias, a ti, que estás leyendo estas líneas por interesarte en estos temas. Agradezco también la amistad que me has brindado todos estos años en los que nos hemos encontrado en diferentes trincheras ayudando a los más vulnerables. Mi reflexión es que mientras más ayudas, más te ayudas a ti mismo. Porque la vida y el amor renace en cada acción noble que realizamos. Y sí. Sigo prefiriendo tener amigos y amigas como los que describe Fernando Pessoa: No quiero amigos adultos, los quiero mitad infancia, mitad vejez, niños para que no olviden el viento en el rostro, ancianos para que nunca tengan prisa.