“El fin de un ciclo es
el principio de un nuevo ciclo”
Anónimo
Se dice por ahí, en la sabiduría popular, que algunas personas te “aman” sólo hasta cuando ya no les sirves. Y su lealtad termina hasta que sus beneficios se acaban. Estos tiempos son de convulsión. ¿Cuándo comenzó esta crisis de valores? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que debemos regresar a lo básico. Cuando la palabra valía. Cuando la integridad era eso. Estoy convencido de que vivimos tiempos diferentes. Hay un despertar social después de estas elecciones que demuestra que la sociedad ha cambiado. Que buscamos otras alternativas para vivir mejor. Para vivir en paz. La gente está harta de la impunidad y la corrupción, del engaño, de la “mordida”, de fórmulas desleales para hacerse de dinero a costa del perjuicio de los demás. Es más, alguien dijo que la corrupción era parte de la cultura mexicana, lo cual es totalmente falso.
Se han hecho muchos experimentos sociales a partir de esa declaración para demostrar la corrupción y el engaño que hay dentro de nuestro espíritu, y la verdad, es que la gente que participa en el experimento, nos da una lección avasallante. Pareciera ser que las personas más humildes tienen principios de honestidad más fuertes que aquellas que tienen más posibilidades.
En el análisis de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) sobre la honestidad en México, se encontró que los mexicanos consideran la corrupción como el segundo problema más importante después de la inseguridad y el crimen. En tercer lugar, se encuentra el desempleo y en cuarto la pobreza. Es decir, la corrupción es un mal mayor que debemos atacar en estas nuevas generaciones. La corrupción es un obstáculo para hacer negocios, debilita al Estado de Derecho porque la justicia se ve comprometida a entregarse al mejor postor, entre otros problemas. Las conclusiones de la OCDE recomiendan una serie de medidas que legitimen las instituciones gubernamentales, fortalezcan la economía y creen mayor seguridad para los ciudadanos.
Obviamente, esto no quiere decir que la responsabilidad es sólo inherente al Estado. No. Por parte de la ciudadanía se tienen que establecer compromisos desde la familia y llegando hasta las instituciones de educación tanto públicas como privadas. Se tienen que involucrar desde las materias de civismo y participación social. En el caso del acoso escolar o bullying se tienen que implementar de manera inmediata las nuevas formas de solución pacífica de conflictos, es decir la mediación escolar. En nuestras comunidades, para acabar con los problemas entre vecinos se debe implementar la mediación comunitaria. Debemos buscar nuevas formas de convivencia pacífica y honesta para dirimir nuestros conflictos. Y, además, debemos desarrollar de manera personal un cambio de paradigma ante los conflictos que enfrentamos.
En esta columna hemos hablado de la nueva ley de justicia alternativa. Esta ley tan necesaria que quedó pendiente en la legislatura que se va y que la LIV Legislatura debe retomar para iniciar los cambios necesarios para comenzar esta nueva era de una cultura de la paz para el buen vivir.
Estamos viviendo los últimos estertores de los que no quieren cambiar para mejorar, pero hay que recordar que lo único que no cambia es que todo cambia. No olvidemos cerrar ciclos. Estamos a punto de iniciar muchas cosas nuevas. No hay que arruinarlo llevando al futuro un pasado que ya no existe. Comencemos la reconstrucción de nuestro querido México.