“Mi celular se quedó sin batería y
durante dos horas tuve que enterarme
de las noticias por la radio.
Me sentí tan del siglo XX…”
-Anónimo-
Yo tratando de tener respeto por mi interlocutora y ella, mientras charlábamos y tomábamos un café, seguía atenta a los mensajes que le mandaban a su celular. Y si no eran los mensajes, tenía que llamar constantemente a alguien. Supongo que para sentirse verdaderamente ocupada. Pero se supone que nos veríamos para platicar y ponernos de acuerdo para las fiestas navideñas. Llegó un momento en que me desesperé que estuve a punto de levantarme y dejarla sentada haciendo llamadas. Es verdaderamente terrible lo que sucede ahora. Cuando comenzó la era de los celulares, seguro recordarán, eran unos tabiques, literalmente. Toda la gente los ponía sobre la mesa, lo recuerdo perfectamente, ya fuera para presumirlos o para estar pendientes a las llamadas.
El phubbing es justo eso que acabo de contar. Es una adicción en la que el protagonista no es la persona ni las reuniones sociales, sino el uso casi enfermizo del celular. Hacer llamadas o mandar mensajes sin ton ni son, sin darle su lugar a la persona que te acompaña.
Tampoco me voy a poner duro con esto porque a mí también me da la tentación de vez en cuando. Todavía me puedo escapar. Sentarme a leer un buen libro, hacer a un lado el celular a la hora de la comida o dejarlo cuando estoy con alguien. Pero no puedo negar que cuando voy al baño o cuando me voy a dormir, me urge checar quién me mandó algún mensaje. De hecho, en algún lugar leí o escuché que desde que existen los celulares, ya nadie graffitea las paredes de los baños. Se van perdiendo las buenas costumbres.
Puede parecer chiste, pero es serio lo que estoy tratando de poner sobre la mesa de discusión. Las nuevas generaciones nacieron con estos dispositivos y si nunca se les puso un alto para su uso, pueden ser adictos y tener alguna de estas enfermedades. Además del phubbing, tenemos: el Fomo (fear of missing out. Miedo a perderse de algo), es la obsesión de estar perdiéndose de algo de lo que está pasando en la red. Es el miedo a estar desconectado de la vida virtual; la “whatsappitis” es una adicción por los mensajes. De hecho, ya hay casos de tendinitis, es decir, dolor de las falanges y las muñecas por abuso del uso del teclado para mandar mensajes; la nomofobia es muy común entre los jóvenes y en ciertos adultos, es la ansiedad o angustia que una persona siente ante la ausencia del celular, que puede ser por olvido, ausencia, sustracción o robo del mismo; la vibración fantasma es la sensación de que el celular vibró o mandó una alerta, pero en realidad no era cierto. Es la obsesión o dependencia por la vibración o sonido del celular; y, por último, tenemos la adicción a las redes sociales a cualquier hora, pero específicamente en la noche. A mí comienza a atacarme y doy excusas como “bueno, como no tengo tiempo durante el día, checo mis mensajes y mis redes por la noche”. Sin embargo, me doy cuenta que, además de que no quiero salirme de ese mundo virtual, no puedo dormir por la tentación de no saber si hay algo para mí. Y cuando abro las redes, me quedo enganchado. Ya no quiero salirme a pesar del cansancio.
Y yo me pregunto: Si a mí me causa malestar, ¿qué pasará con las generaciones que nacieron con esta tecnología? Es literal, la gente se aísla completamente en ese mundo virtual y se olvida de tener relaciones verdaderas. Todas estas aplicaciones hacen que las personas se aíslen para poder vivir en el mundo virtual. Hemos visto videos de lo que le sucede a la gente que va viendo su celular al ir caminando pero que viven en su mundo virtual. Tropezones, resbalones. Caen en charcos, pero lo más triste y lamentable es el hecho de saber que la razón principal de los accidentes automovilísticos actualmente es el uso del celular. La Organización Mundial de la Salud en su estudio “uso del celular al volante: un problema creciente de distracción del conductor”, menciona que estudios realizados en distintos países indican que el porcentaje de conductores que utiliza el teléfono celular mientras conduce ha aumentado a lo largo de los últimos cinco a 10 años. Los estudios señalan que los conductores que utilizan el teléfono celular durante la conducción corren un riesgo aproximadamente cuatro veces mayor de verse involucrados en un accidente.
En el caso de los peatones, el uso del celular también supone un riesgo para la seguridad, como al cruzar las calles. Estudios realizados en ambientes de realidad virtual han mostrado que usar el teléfono móvil eleva la distracción de los peatones a un nivel que los pone en riesgo (Stavrinos, 2011), dificulta el cruzar las calles y hace que se camine más lentamente mientras se tiene una llamada, incluso más que cuando se escucha música (Neider, 2010; Schwebel, 2012).
Ahora que ya sé más sobre el tema, prometo hacer lo conducente para tener y darles más seguridad a los que van conmigo cuando manejo. La vida sólo la vivimos una vez. Vivámosla con atención y seguridad.