En mis recorridos y pláticas por nuestros municipios siempre hago énfasis en la importancia de ser ciudadano/a. Y no hablo de “buen” ciudadano/a porque en esencia, eso pretendemos ser. Me refiero a la tercera definición que la Real Academia de la Lengua Española hace de este vocablo: “Persona considerada como miembro activo de un estado. Titular de derechos políticos y sometido a sus leyes”.
Todos somos habitantes de una comunidad (así comienzo mi disertación) ahí vivimos, estudiamos, trabajamos, nos desarrollamos, nos casamos, tenemos hijos e hijas y, probablemente, ahí morimos. Y así se pasa el tiempo de nuestra vida. Nos quejamos de todo lo malo que sucede… pero no participamos activamente en la vida de nuestra comunidad.
Recuerdo que de niño, mi padre o mi madre, salían a barrer el frente de la casa. Y ya cuando fuimos creciendo, los hijos lo hacíamos también. Pero llegó un día en que lo dejamos de hacer. Y no sólo nosotros como familia. Toda la comunidad abandonó esa actividad. Esa actividad, por insignificante que parezca, le da unidad y belleza a nuestra colonia. Y aclaro, que no es una actividad voluntaria. Es una obligación que tenemos todos los ciudadanos, hombres y mujeres de nuestra comunidad (art. 131 del Bando de Policía de Cuernavaca). Y que si no se realiza, tiene consecuencias. Se puede castigar con una amonestación, multa de hasta quinientos días de salario, arresto hasta por treinta y seis horas y/o trabajo a favor de la comunidad. Está establecido en el Bando de Policía y Buen Gobierno de cada municipio. Y que en algunos casos, ya no usa el adjetivo “buen”.
Algo sucedió con los que llegaron al poder que, me da la impresión que dijeron un día: Ya no hay que preocuparnos ni meternos con la gente. Déjenlos que hagan lo que quieran. Así, ellos no se meterán con nosotros y podremos hacer lo que queramos. Déjenlos que se hagan “bolas”.
Desde entonces vivimos en anarquía. Si un vecino pone su música a volúmenes muy altos, y el otro vecino, que tiene un enfermo o que se irrita por la agresión auditiva va pedirle que le baje, aquél le contesta que en su casa puede hacer lo que se le pega la gana porque por eso es su casa. He visto cómo se da una rivalidad terrible entre vecinos por cosas en las que debe participar la autoridad municipal. Cuando lo que habría que hacer sería llamar a la Policía Municipal para que meta en orden al ruidoso ese.
¿Han tenido que buscar otra salida cuando van rumbo a casa, después de una jornada dura de trabajo porque a un vecino se le ocurrió celebrar una fiesta de cumpleaños cerrando la calle para tener más espacio para sus invitados? Está prohibido por nuestro BP. Art. 130 fracc. III. Y sin embargo, nadie dice nada porque el ciudadano no sabe sus derechos ni sus obligaciones. En Tlaquiltenango, un vecino me dijo que todo eso le convenía al gobierno. Tener al pueblo ignorante para aprovecharse de ellos. Mi respuesta fue muy sencilla. En estos tiempos ya no podemos decir eso. Sólo entre a internet, o pídale a uno de sus hijos/as que lo haga y busque el Bando de Policía y Buen Gobierno de su municipio. Cada uno de nuestros treinta y tres municipios tiene el propio.
¿Y si las autoridades no hacen caso? Pues el pueblo organizado puede, con la ley en la mano y de manera civilizada, exigir que cumplan con la ley. Exigir que cumplan lo establecido. No hay nada que inventar. Sólo aplicar la ley. Hay muchos casos que he escuchado en los municipios pero que por falta de espacio no comento.
Por último, recuerdo el caso lamentable del chico que andaba haciendo ejercicio en los cerros de Tepoztlán, en junio de 2013, y que fue atacado por siete perros que utilizaban para peleas y que estaban en un predio sin las medidas mínimas de seguridad y que al ver al chico se abalanzaron sobre la malla ciclónica que los resguardaba y se fueron sobre él matándolo. Esto es culpa de ambas partes, el propietario de los perros y de las autoridades. Sin embargo, son éstas últimas las que tienen que prever esta situación. Aunque de hecho, nosotros como ciudadanos, también debemos aportar propuestas para mejorar el Bando de Policía y Buen Gobierno y así tener una mejor calidad de vida. Y estoy seguro, bueno, casi puedo apostarlo, no se ha hecho nada en Tepoztlán, ni en el estado, para establecer las medidas correspondientes para tener este tipo de perros y los cuidados y medidas de seguridad pertinentes.
Si yo fuera el gobernante de mi municipio, lo primero que haría sería informar a toda la comunidad de la existencia e importancia del Bando de Policía y Buen Gobierno y su aplicación. Que todas y todos los vecinos tuvieran un ejemplar del mismo, estudiarlo, analizarlo, dar un período de gracia y ejercerlo. Que ya no estuviera dentro de la clasificación de leyes vigentes pero ineficaces, aún hay muchas, sino por el contrario, aplicar la normatividad para volver a vivir en orden, en paz y armonía. Y que aquellos infractores, de verdad se atengan a las consecuencias. Hasta habría más ingresos en las arcas municipales. Y a partir de allí crear la conciencia de fomentar la ciudadanía y la civilidad para vivir en una cultura de la paz para el buen vivir.