Antonella Ladino

Antonella Ladino

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Considera la mejor inversión para proteger a su familia.

Su vehículo lleva una calcomanía en la que advierte que es obligatorio el uso del cubrebocas, sin embargo, Armando Bonfil cuenta que en tiempos de pandemia lo que hace falta es el dinero, por lo que obsequia tapabocas desechables a los pasajeros que no lo llevan puesto, porque dice que sus ingresos disminuyeron hasta en un 85 por ciento.

Armando Bonfil trabaja como chofer de taxi desde hace cuatro años y señala que él no puede negar el servicio a quien no use cubrebocas, porque necesita dinero para solventar los gastos en su casa y pagar mil pesos mensuales por la renta de las placas de su vehículo.

“Aquí en mi carro traigo cubrebocas para los pasajeros. De alguna manera buscamos las formas para poder brindar el servicio, porque la seguridad de mi familia depende de mí, pero mi seguridad depende del cliente y por eso tenemos que verlo como una buena inversión y así nos cuidamos todos”.

También carga con una botella de gel antibacterial en caso de que los pasajeros lo soliciten y otra botella con solución a base de agua y cloro, la cual utiliza para desinfectar de manera constante su vehículo.

Armando empezó a repartir los cubrebocas hace dos semanas y a la fecha ha entregado al menos 18 piezas que, aunque son desechables, sirven para que el pasajero lo use durante el trayecto. “La gente que no trae cubrebocas le pido que tome uno pero que lo agarre con las ligas”.

De su trabajo refiere que actualmente el servicio de taxi ha bajado en un 85 por ciento. Antes de la contingencia sanitaria sus ingresos económicos eran de hasta mil pesos y hoy con mucho esfuerzo logra reunir entre 150 y 200 pesos diarios.

Al día realiza entre ocho y 10 servicios trabajando de siete de la mañana a cinco de la tarde.

 

 

 

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Durante el día realiza cinco viajes de taxi.

Hermilio Alvarado cuenta que lleva más de una hora estacionado en el circuito del mercado Adolfo López Mateos (ALM), esperando clientes, pero no salen. Dice que él y sus compañeros de taxi hacen base aquí porque la central de abastos es el punto de reunión para las amas de casa que acuden a realizar sus compras cada ocho días.

Afirma que actualmente es complicado encontrar pasaje porque la crisis económica ha afectado a todas las familias y los que salen usan el transporte colectivo, sin embargo, él se mantiene al frente porque tiene la responsabilidad de llevar dinero a casa.

Hermilio tiene una experiencia de 20 años frente al volante y es la primera vez que sus ingresos económicos disminuyen tanto, y con sorpresa dice que nunca había realizado solo cinco viajes en un día.

"Yo trabajo hasta el domingo porque la situación está muy difícil, ahorita todos vamos al día. Además, necesitamos dinero para la cuenta, para el combustible y aunque sea 100 para comer".

Refiere que por la pandemia del covid-19, al menos él no recibió ningún apoyo económico ni especie, pero tuvo conocimiento del crédito de 5 mil pesos que anunció la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT), aunque no fue beneficiado.

Sobre su trabajo dice que con el cambio de color rojo a naranja en el semáforo epidemiológico observó un ligero incremento en el servicio de taxi, sin embargo, el dinero que obtiene al día es poco porque al taxi le pone 300 pesos de combustible todos los días.

"Hay muy pocos servicios. Ahorita llevo más de una hora esperando aquí afuera del mercado, pero tampoco hay gente. Ayer solo hice cinco servicios de trayectos cortos en todo el día, pero...ni modo tenemos que seguir adelante".

Señala que hasta la fecha no ha solicitado créditos porque prefiere sobrevivir con lo que obtiene al día, ya que no sabe si en un futuro la situación se pudiera complicar.

 

 

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Se niegan a creer en la propagación del covid-19

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Por la pandemia su mamá se quedó sin empleo.

Pedro Daniel Castro suspendió sus estudios universitarios porque siente la obligación de llevar dinero a casa para la alimentación de sus hermanos, ya que por la pandemia del covid-19 su mamá se quedó sin empleo y su papá no vive con ellos.

Desde hace un año, el entrevistado trabaja como repartidor de comida por medio de la aplicación de Uber Eats. Asegura que se registró en esta plataforma porque en un inicio sus ingresos económicos eran buenos, pero con la contingencia sanitaria se registró una disminución porque varios establecimientos estuvieron cerrados y además cada día hay más competencia.

De su trabajo, refiere que todos los días recorre las avenidas principales como Plan de Ayala, Domingo Diez, Diana y Centro de Cuernavaca, porque son las zonas donde hay más establecimientos con venta de comida que trabajan con la aplicación de Uber Eats.

Trabaja de lunes a domingo de 12 del día a ocho de la noche y actualmente sus ingresos económicos son de entre mil 700 y dos mil pesos semanales.

“Hasta la fecha no he recibido reportes y he llegado tarde a entregar un servicio cuando en el restaurante se tardan, y cuando llueve mucho prefiero cancelar el servicio porque con el clima podemos sufrir accidentes viales y la comida se puede tirar”.

De acuerdo con Pedro, la ventaja en este empleo es que la aplicación coloca en diferentes categorías a los repartidores, las cuales van desde el nivel verde como servicio regular, nivel platino como bueno y diamante como excelente, por lo que aquellos que se encuentran en las últimas dos categorías tienen mayor número de servicios.

 

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El presidente de la organización pide ayuda al gobierno federal.

El presidente de la Ruta 20, Martín Hernández García informó que por la pandemia del covid-19 al menos 20 de las 106 unidades con las que cuenta la organización están paradas en la base por falta de dinero para comprar refacciones como turbocargadores y llantas, para ponerlas a trabajar. 

Por lo anterior, ayer la organización se sumó al bloqueo que realizaron transportistas en la sede de la delegación de la Secretaría del Bienestar, para exigir apoyo económico de 25 mil pesos del programa Créditos a la Palabra del gobierno federal.

El declarante dijo que desde hace dos meses se inscribió para ser beneficiado y a la fecha no ha recibido respuesta.

Hernández García indicó que con el cambio de color rojo a naranja en el semáforo sanitario aumentó el número de unidades en circulación. Actualmente trabajan 78 camiones con cuatro recorridos cada uno todos los días, aunque no han visto incremento en sus ingresos porque hay poca gente.

“Al aumentar las rutas, aumentan los operadores; nosotros estamos pagando más mano de obra pero no estamos ganando más económicamente. Además, el combustible regresó a su precio normal que es de 19 y 20 pesos litro, por eso decimos que no hay dinero porque solo aumentamos parque vehicular y al final de cuentas estamos en las mismas, con los mismos ingresos desde que empezó la pandemia”.

Recordó que al inicio de la contingencia sanitaria la Ruta 20 resguardó en su base la mitad del parque vehicular por el confinamiento y cuando alguna ruta que estaba en circulación presentaba alguna falla tomaban prestadas las refacciones de los carros que se quedaron en la base para seguir trabajando, pero ahora no las pueden sacar a trabajar porque no tienen todas las piezas y tampoco los recursos para adquirirlas, ya que algunos camiones necesitan turbocargadores que cuestan hasta 10 mil pesos y llantas cuyo costo va de los tres mil 500 hasta siete mil pesos.

El programa de crédito a la palabra que propuso el gobierno federal es de 25 mil pesos a pagar en tres años con una tasa de interés del 6.5 por ciento anual.

 

 

 

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Al día realiza seis servicios de taxi.

Plutarco Antonio Bárcenas dice que desde que llegó la pandemia del covid-19 la clientela del taxi disminuyó en más del 50 por ciento. Afirma que antes realizaba hasta 20 servicios al día, pero hoy con mucho esfuerzo logra hacer entre cinco y seis viajes.

Además, señala que durante los primeros meses de contingencia su patrón le disminuyó a 125 pesos la cuenta, pero con el cambio de color rojo a naranja en el semáforo epidemiológico tiene que entregar 150 pesos diarios, aunque hay días en los que no sale ni para comer.

Su experiencia como chofer de taxi es de siete años y asegura es la primera vez que sus ingresos económicos disminuyen tanto, por lo que ha tenido que aceptar viajes de 25 pesos para llevar aunque sea poco dinero para la alimentación de su familia.

“Desde que llegó la enfermedad no hemos visto los apoyos… y la afectación al sector transporte es mucha porque no hay pasaje, y además cuando empezó la contingencia la gasolina bajó, pero ahorita ya regresó a su precio normal”.

De su trabajo cuenta que desde las seis de la mañana sale a buscar pasaje y por lo regular se estaciona en los andenes del mercado Adolfo López Mateos (ALM) a esperar a los consumidores, pero hay días en los que pasa más de tres horas sin clientes y en ocasiones durante el día solo realiza seis servicios.

Sobre el uso obligado del cubrebocas para evitar contagios del virus, Plutarco señala que hasta la fecha no ha negado el servicio a los que no lo usan, porque lo que hace falta es el dinero.

 

 

 

Miércoles, 26 Agosto 2020 05:10

Por la pandemia, taxista se endeudó

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Trabaja desde las seis de la mañana y sus ingresos son de 200 pesos.

Por la pandemia del covid-19, Adrián se vio obligado a solicitar un préstamo de seis mil pesos porque sus ingresos como chofer de taxi son insuficientes para solventar los gastos médicos de su esposa, que hace unas semanas enfermó de la columna.

Adrián Antúnez trabaja como chofer de taxi desde hace seis años y afirma que actualmente la clientela ha disminuido tanto que algunos días ha quedado a deber la cuenta, pues con mucho esfuerzo logra reunir el dinero para el combustible.

“El servicio ha bajado demasiado, apenas vamos sacando para comer pero hay que buscarle porque tenemos que entregar la cuenta porque el patrón no la perdona; haya o no trabajo hay que entregarla, y si no al otro día tenemos que completarla”.

De su labor cuenta que al día realiza entre ocho y diez servicios, trabajando de seis de la mañana a cinco de la tarde. Cada viaje lo cobra a entre 35 y 40 pesos. Al día debe reunir unos 700 pesos, para entregar 200 pesos de cuenta, 300 para el combustible y 200 para llevar comida a su familia.

“Nos prometieron que nos iban a apoyar durante la pandemia y es la fecha en que no nos han dado nada. A mí solo me tocó una despensa del ayuntamiento y eso porque fuimos a cerrar calles y así los obligamos a que nos apoyen, pero nada más”.

A pesar de que en los últimos días se ha observado mayor movilidad de personas en las calles de varios municipios, este no se ha visto reflejado en el servicio de taxi, ya que por la crisis económica las familias prefieren usar el transporte colectivo.

El entrevistado dice que por la pandemia hay días en los que espera hasta dos horas para tener clientes, como ayer, cuando hasta el mediodía apenas había realizado cuatro viajes en seis horas.

 

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Los choferes trabajan cuatro días a la semana.

Durante el fin de semana y por la aplicación de los exámenes de admisión a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) la Ruta 13 aumentó de 30 a 50 el número de unidades en circulación. 

Pedro Enrique Martínez, quien trabaja desde hace ocho años como chofer en la Ruta 13, contó que desde hace dos semanas observó un incrementó de alrededor del 70 por ciento en la demanda de servicio en el transporte público, luego de que por la pandemia del covid-19 ésta disminuyó hasta en un 40 por ciento.  

“Por la contingencia sanitaria estábamos trabajando a un 40 por ciento y ahorita llevamos como dos semanas que hemos visto un aumento, pero lo mejor fue el fin de semana por los exámenes que hubo en la universidad; esos días desde temprano agarramos pasaje”.

De acuerdo con Pedro, la Ruta 13 aumentó sus unidades porque las autoridades educativas pidieron a los aspirantes de nivel medio superior y superior no llevar vehículo particular, ya que por la emergencia sanitaria no estará abierto el acceso al estacionamiento y solo habría paso para el transporte público.

Refirió que el sábado estuvo un poco tranquilo, sin embargo, el domingo agarró pasaje desde las 5 de la mañana.

“El patrón sacó otros 20 carros porque sabemos que cada año en estas fechas hay muchos estudiantes y ahorita por la pandemia no queremos que vayan todos amontonados y que se vayan a contagiar con el virus, porque ya nos urge salir de esta situación”.

De su trabajo dice que con el cambio de color rojo a naranja en el semáforo sanitario en la Ruta 13 los choferes trabajan cuatro días a la semana, luego de que, cuando empezó la pandemia, solo trabajan tres días.

 

 

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Sus ingresos son de mil 300 pesos semanales.

Por la pandemia del covid-19, Iraís Caspeta Sánchez fue despedida de su trabajo en una fábrica ubicada en Jiutepec, pero hace dos meses encontró empleo como repartidora de comida por medio de la plataforma en línea “Rappi”.

De su trabajo cuenta que hay días en los que le va bien y a la semana obtiene hasta mil 300 pesos. Sin embargo, en ocasiones con mucho esfuerzo logra reunir 800 pesos, porque solo realiza entre cuatro y cinco servicios al día, trabajando de 10 de la mañana a 9 de la noche.

Los pedidos de comida para llevar se incrementan el fin de semana y en esos días puede realizar hasta 13 servicios.

Para trabajar como repartidora de comida, Iraís compró a crédito una motocicleta por lo que cada semana realiza un pago de 280 pesos. Refiere que con esfuerzo logra reunir el dinero para solventar sus pagos y los gastos personales y aportar un porcentaje en la casa de sus tíos, donde vive actualmente.

Ella activa la aplicación de Rappi todos los días desde las 10 de la mañana y trabaja principalmente en restaurantes ubicados en la capital de Morelos.

“Ahorita hay mucha competencia porque con la contingencia las personas que se quedaron sin empleo se registraron en Rappi y sabemos que está por llegar Didi (para servicio de alimentos) y habrá mayor competencia”.

Iraís tiene 21 años y actualmente no estudia por falta de recursos económicos; sin embargo, tiene la esperanza de que en unos años pueda continuar con sus estudios universitarios, porque su sueño es especializarse en educación física.

 

Viernes, 21 Agosto 2020 05:08

Dos chicles por una moneda

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Por la pandemia se endeudó con 10 mil pesos.

Mientras registra el tiempo de diferencia que hay entre un chofer y otro, José Luis también entrega un par de chicles a los operadores del transporte público en Morelos. Ellos a cambio le dan entre uno y dos pesos. 

José Luis Gama Hernández trabaja como checador de rutas de manera voluntaria desde hace 25 años en el centro de Cuernavaca y cuenta que por la pandemia del covid-19 sus ingresos económicos bajaron hasta un 50 por ciento y hoy con mucho esfuerzo obtiene entre 100 y 150 pesos diarios.

“Venimos por lo que caiga, aunque sea un tostón es bueno para llevar el sustento a la familia porque entendemos la situación económica y si al chofer le va bien a nosotros también. Yo les doy chicles si no, no me dan nada, algunos choferes me dan dos pesos pero hay otros que de plano ya no dan nada desde que empezó la pandemia”.

Dice que este sector ha sido olvidado por las autoridades y hasta por el presidente de checadores voluntarios, quien asegura que no ha mostrado interés para conseguir apoyos económicos o en víveres para este gremio. Por lo tanto, tuvo que recurrir a una casa de empeño a solicitar un préstamo de 10 mil pesos para solventar los gastos del hogar.

Sobre el crédito, señala que realiza un pago de 700 pesos quincenales. Por eso compra cinco cajas de chicles, los cuales vende entre sus conocidos y también entrega a los operadores para recibir una moneda. 

“A los choferes les doy chicles a cambio de una moneda porque así como está la situación tenemos que buscar la manera de ganar dinero. Yo invierto cada mes en cinco cajas de chicles, y es que si no les damos nada, ellos tampoco nos dan dinero y los niños piden comida”.

 

 

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Por la pandemia sus ingresos disminuyeron en más del 50 por ciento.

Para hacer frente a la crisis económica que ha dejado la pandemia del covid-19, Luis Mateos tuvo que solicitar un préstamo de nueve mil pesos, porque sus ingresos como checador de rutas son de 80 pesos diarios y afirma que con ese dinero solo alcanza para comer.

Dice que antes de la contingencia sanitaria sus ingresos eran de 200 pesos y hoy “a duras penas” obtiene entre 70 y 80 pesos diarios, los cuales son insuficientes para cubrir los gastos del hogar. Por eso tuvo que endeudarse para poder solventar el pago de servicios como agua y luz.

Además, como padre de familia tiene la obligación de ayudar con los gastos escolares de su hija.

“Mi familia dice que le eche ganas, pero si no se mejora la situación tendré que buscar algo más o seguiré insistiendo con los compañeros en albañilería a ver si hay trabajo, porque aquí (como checador) ya no sale”.

Luis trabaja de lunes a domingo en la calle No Reelección del centro de Cuernavaca y, aunque se queda todo el día a registrar el tiempo de diferencia que hay entre un operador y otro, dice que actualmente el dinero solo alcanza para comprar frijoles y tortillas, ya que los operadores del transporte público no están obligados a dar dinero a los checadores voluntarios.

“Antes los choferes nos daban uno o dos pesos y hoy algunos de plano no dan nada, y entendemos que ellos también se ven afectados con la contingencia”.

 

 

Miércoles, 19 Agosto 2020 05:25

Dejó la construcción por el taxi

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Pero con la pandemia, la economía empeoró.

Hace un año Marco Antonio Morales dejó su trabajo en la construcción porque pensó que como chofer de taxi obtendría mejores ingresos económicos, sin embargo, con la pandemia del covid-19 la situación empeoró y, hoy, afirma que con mucho esfuerzo logra llevar a casa 150 pesos al día.

De su trabajo como taxista cuenta que hay días en los que solo realiza de siete a ocho viajes y la mayoría de trayectos cortos, por los que cobra de 25 a 35 pesos. Antes de la contingencia sanitaria realizaba hasta 16 viajes todos los días.

“Hay muy poco servicio, aunque se ve mucha gente en las calles no usan el taxi y entendemos que la situación está difícil por eso prefieren el transporte colectivo. Yo espero que pronto mejore la economía porque en todos lados está igual, pero nosotros tenemos que seguir echándole ganas”.

Marco Antonio trabaja de cinco de la mañana a cuatro de la tarde y señala que la demanda del servicio de taxi disminuyó hasta en un 35 por ciento, por lo que actualmente con los 150 pesos que obtiene al día apenas le alcanzan para comprar productos de la canasta básica como huevo, frijoles y arroz.

Dice que hay días en los que pasan horas y no encuentra clientes. Sin embargo, prefiere esperar afuera del mercado Adolfo López Mateos porque salir a buscar a la calle es arriesgarse a no encontrar y acabarse el combustible.

La ventaja que tiene Marco Antonio es que no entrega cuenta, pero asegura que sus compañeros enfrentan una situación más difícil, con cuentas atrasadas y sin dinero para la gasolina.

Sobre la pandemia, refiere que durante su jornada no puede negar el servicio a los pasajeros que no usan cubrebocas porque, aunque sea poco, es dinero que hace falta para comprar alimentos para su familia. 

 

 

 

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Algunos lo dejaron de adquirir, por la crisis económica.

Por la crisis económica que ha dejado la pandemia del covid-19, algunos operadores del transporte público en Morelos dejaron de comprar gel antibacterial -que están obligado a colocar en sus unidades para uso de los pasajeros- debido a que les representa un gasto de 300 pesos mensuales. 

César Ávila, quien trabaja desde hace seis años como chofer en la Ruta 2, cuenta que a pesar de que en las últimas semanas se observó un incremento en la movilidad de personas, eso no se ha visto reflejado en el transporte público, pues hay días en los que con mucho esfuerzo logra reunir el dinero para entregar la cuenta a su patrón. 

Dice que por ese motivo algunos operadores que antes compraban hasta cuatro litros de alcohol gel, hoy, lo dejaron de adquirir porque además son pocas las personas que lo usan al momento de subir a las unidades.

"Hay algunos patrones que si nos dan el gel y un cubrebocas, pero en otros casos el chofer tiene que comprar los insumos de protección. En mi caso, mi patrón es comprensible y además está consciente de que hay días en los que no sale ni para la cuenta, solo para el combustible".

De su trabajo, refiere que sus ingresos económicos son de 100 a 200 pesos diarios de los cuales toma 40 pesos para su almuerzo y lo demás lo entrega a su esposa para comprar productos de la canasta básica.

Dice que con el cambio a naranja en el semáforo epidemiológico la Ruta dos incrementó sus unidades en circulación y actualmente son 40 de los 60 vehículos que disponen. Sin embargo, hay días en los que no suben a más de 20 pasajeros por unidad durante cada recorrido.

 

 

 

Domingo, 16 Agosto 2020 04:19

Por la pandemia acepta viajes de 25 pesos

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Tiene experiencia de 30 años

Viernes, 14 Agosto 2020 04:18

Por la pandemia, se atrasa con la cuenta

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Cada semana entrega de 500 a 700 pesos.

Fernando Cortés Aquino dice que por la pandemia del covid-19 la demanda en el servicio de taxi disminuyó en un 50 por ciento, lo cual le ha ocasionado un atraso en la cuenta que tiene que entregar cada semana a su patrón, ya que hay días en los que el dinero apenas alcanza para la alimentación de su familia. 

Refiere que antes de la contingencia sanitaria entregaba mil 500 pesos de cuenta semanal, pero cuando empezó a bajar el servicio su patrón le redujo a 700 pesos.

Sin embargo, hay ocasiones en los que apenas reúne 500 pesos, los cuales entrega pero al otro día se debe poner al corriente con el dinero restante.

Su experiencia como chofer de taxi es de cuatro años y afirma que es la primera vez que ve una disminución en el servicio, tanto que en los últimos meses pasó de realizar 40 viajes al día a apenas 15 o 20.

Trabaja de lunes a sábado 12 horas diariamente porque él no fue beneficiado con apoyos económicos o en especie y por eso, asegura, prefiere mantener a su familia con los ingresos diarios antes que solicitar créditos, de los cuales desconoce si podrá pagar.

Refiere que durante su trabajo como chofer de taxi se protege con el cubrebocas y gel antibacterial, pero no puede negar el servicio a quien no adopta las medidas sanitarias, porque no hay trabajo, aunque tiene miedo de contagiarse.

“Hemos visto que el movimiento se está componiendo, pero el trabajo sigue bajo porque varios negocios cierran temprano, ya más tarde no hay gente”.

Por su trabajo señala que está expuesto a ser asaltado y por eso evita algunas colonias como La Estación en Cuernavaca, Prohogar en Emiliano Zapata y otras colindantes con Temixco, donde afirma que sus compañeros han sido asaltados.

“Afortunadamente ahorita no me han asaltado pero mis compañeros dicen que a varios les han quitado sus cosas porque los rateros andan a las vivas, todos andan tras el dinero”.

En los cuatro años que lleva al volante ha sido asaltado en dos ocasiones y lo despojaron de dinero en efectivo, teléfono celular, radio y estéreo.

 

 

 

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Labora 12 horas y sus ingresos son de 350 pesos diarios.

Frente al volante se observa una imagen religiosa que acompaña a Arturo durante su larga jornada como chofer de taxi. El entrevistado afirma que en tiempos de pandemia solo queda encomendarse a Dios para enfrentar la crisis económica y la inseguridad.

Arturo Ramírez Castrejón trabaja como chofer de taxi desde hace seis años y con tristeza cuenta que hasta el momento este sector no ha recibido apoyos económicos ni en especie, para paliar la situación económica por la contingencia sanitaria del covid-19.

Sobre su trabajo refiere que el pasaje ha bajado mucho y aunque trabaja 12 horas todos los días sus ingresos diarios son de 350 pesos por lo que agradece que, al ser propietario del vehículo, no tiene que entregar cuenta, pues de lo contrario el escenario para él sería todavía más crítico.

Arturo señala que otra de las ventajas a su favor es que no tiene una familia a la cual mantener, así que trabaja solo para sus gastos personales y su alimentación.

Por la pandemia del covid-19 y para evitar contagios del virus usa el cubrebocas durante su jornada, pero señala que no puede negar el servicio a quienes no usen los equipos de protección, porque en estos tiempos los taxistas “no están para ponerse exigentes”.

“No me puedo poner exigente porque no tenemos trabajo, si se lo ponen o no es algo que no me interesa; me interesa estar protegido, yo, para no contagiarme”.

Agradece que hasta la fecha nadie de su familia ni de sus conocidos se ha contagiado con el virus, sin embargo, él prefiere protegerse porque el virus está en todos lados y afecta a varios países.

 

 

 

Miércoles, 12 Agosto 2020 04:30

En plena pandemia lo asaltó un pasajero

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Un taxista recuerda los riesgos a los que está expuesto ese gremio.

En medio de la crisis económica que ha dejado la pandemia por el covid-19, Sabás Pérez Popoca -quien trabaja como chofer de taxi- cuenta que hace dos meses fue víctima de un asalto por parte de alguien que solicitó el servicio como cliente.

Dice que esa persona lo abordó en el crucero de Tizoc alrededor de las 11 de la mañana y le pidió el servicio a Lomas de Cortés, al norte de Cuernavaca.

Aunque en un principio su actuación como cliente era normal, metros adelante y con palabras altisonantes le exigió que le entregara el dinero, el radio de comunicación y su celular. 

Refiere que en ese suceso, el sujeto también lo despojó de 800 pesos, los cuales utilizaría para comprar algunas cosas que le encargaron en su casa. En los 18 años que lleva frente al volante ha sido asaltado en al menos tres ocasiones.

“Esa persona se subió al carro de manera normal y aunque tuve un presentimiento no dije nada y seguí con el viaje, pero más adelante me dijo que no me mueva y que le entregue todas mis cosas y luego se bajó”.

Sabás Pérez refiere que por la contingencia sanitaria sus ingresos disminuyeron en alrededor de un 60 por ciento, ya que antes de la pandemia realizaba hasta 15 servicios de taxi y hoy con mucho esfuerzo logra 10 viajes.

Dice que trabaja entre ocho y nueve horas todos los días y sus ingresos son de 500 pesos, de los cuales debe destinar la mitad para el combustible y lo demás para la alimentación de su familia; dice que la ventaja que tiene es que es propietario del vehículo.

Admite que por la pandemia no acepta servicios de personas que no usan los equipos de protección necesarios para evitar posibles contagios del virus. Además, él usa cubrebocas y colocó una calcomanía en su unidad para advertir que sin el tapabocas no sube pasajeros.

 

 

 

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Sus ingresos disminuyeron en un 50 por ciento.

Alberto López trabaja como chofer de taxi desde hace 20 años y afirma que por la pandemia del covid-19 ha aceptado servicios de 25 pesos, aunque la tarifa mínima es de 30, porque está consciente de que las familias no tienen dinero y que por la contingencia es difícil agarrar pasaje.

Dice que antes de la pandemia sus ingresos eran de mil a mil 200 pesos diarios pero hoy con mucho esfuerzo obtiene entre 400 y 500 pesos, de los cuales destina 150 pesos para el combustible y trata de ahorrar un poco porque al mes entrega una cuenta de mil pesos.

Sobre los apoyos económicos, refiere que al menos él no se ha visto beneficiado. “De apoyos no vemos nada y de trabajo casi no hay, la mayoría de la gente no tiene empleo y los negocios están cerrados y nosotros como taxistas dependemos mucho de la gente que pide el servicio”.

De su trabajo como taxista cuenta que no ha negado el servicio a pasajeros que no usan el cubrebocas porque, considera que es decisión de cada quién. Además, en esta situación de emergencia sanitaria está difícil agarrar pasaje y él todos los días se protege con tapabocas para evitar contagios del virus. 

Alberto tiene una experiencia frente al volante de 20 años y afirma que es la primera vez que una enfermedad afecta su economía. Ni cuando llegó Uber, un servicio de transporte privado que se ofrece por medio de una aplicación, sus ingresos disminuyeron tanto.

Todos los días recorre las diferentes calles de Cuernavaca y por algunos ratos hace base en el mercado Adolfo López Mateos (ALM) esperando encontrar clientes entre las familias que acuden a realizar sus compras a esta central de abastos.

 

 

 

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Recorre hasta 50 kilómetros en ocho horas 

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Sus ingresos diarios son de 250 pesos.

Manuel Escobedo Bustos, quien trabaja como chofer de taxi desde hace 16 años, asegura que por la pandemia del covid-19, aunque quisiera negar el servicio a personas que no usan cubrebocas no puede hacerlo, porque la situación económica está difícil y hay días que el dinero apenas le alcanza para la alimentación de su familia.

Refiere que en los últimos meses sus ingresos económicos bajaron en más del 50 por ciento y aunque trabaja desde las siete de la mañana hay días que obtiene 250 pesos de los cuales 150 son para la cuenta y lo demás para el combustible.

Agradece que tiene el apoyo de su esposa y juntos cubren los gastos del hogar, porque de lo contrario se vería en la necesidad de solicitar préstamos.

Manuel hace base de taxi en el primer andén del mercado Adolfo López Mateos (ALM) sin embargo, tiene que salir a buscar pasaje en la calle porque en este sitio pasa hasta cuatro infructuosas horas esperando clientes.

Dice que, por ejemplo, el miércoles solo pudo realizar tres servicios en el mercado, por lo que a las dos de la tarde decidió recorrer las calles de Cuernavaca y pudo agarrar otros tres viajes.

“El fin de semana hay más trabajo, porque entre semana está muerto. Estamos aquí desde la siete de la mañana y pasamos hasta cuatro horas esperando clientes. Por eso después de las dos de la tarde mejor me salgo a dar vueltas y a ver qué agarro, porque está muy difícil y hay mucha competencia”.

De su trabajo como taxista señala que ha realizado viajes con personas que no usan el tapabocas porque lo que hace falta es el dinero, pero también les ha pedido hacer uso de este equipo de protección para evitar ser infraccionado y también para disminuir los contagios por covid-19.

 

 

 

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Sus ingresos diarios son de máximo 200 pesos.

Para hacer frente a la crisis económica que ha dejado la pandemia por el covid-19, José Antonio Delgado -quien trabaja como chofer de taxi desde hace tres años- tuvo que solicitar dos préstamos para poder solventar los gastos en su hogar, debido a que por la disminución en el servicio sus ingresos diarios son de cuando mucho 200 pesos.

Cuenta que a raíz de la contingencia sanitaria el servicio de taxi bajó hasta en un 70 por ciento, por lo que actualmente cuando le va bien realiza hasta ocho servicios al día. De lo contrario, apenas logra hacer unos cinco viajes de trayectos cortos por los que cobra entre 25 y 30 pesos.

“Yo empiezo a trabajar a las ocho de la mañana para agarrar pasaje y dejo el carro a las seis de la tarde porque el mercado Adolfo López Mateos (donde hacen base) lo cierran a las cinco de la tarde y después de esa hora ya no hay gente, y la poca que hay usa el transporte colectivo”.

Dice que de los 200 pesos que obtiene al día cien son para el combustible y lo demás para comprar productos de la canasta básica para mantener a su familia. Por eso se vio obligado a solicitar dos créditos, porque su vehículo es de agencia y no lo ha terminado de pagar.

Dice que no le tocaron los apoyos en tarjetas para adquirir gasolina pero sí fue beneficiado con dos de las despensas que entregó el DIF estatal.

José Antonio, uno de los choferes afectados con los bloqueos que realizaron ayer transportistas de carga en diferentes puntos de acceso a Cuernavaca para exigir mayor seguridad, dijo que estas movilizaciones dejan graves afectaciones económicas para este sector, que de por si está batallando con la contingencia sanitaria.

De la pandemia por el covid-19, refiere que conoció a personas que fallecieron por la enfermedad, y debido a eso él se protege con el cubrebocas para evitar contagiarse.

 

 

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Pasan hasta dos horas esperando clientes.

Francisco trabaja como chofer de taxis desde hace varios años y cuenta que por la pandemia del covid-19 varios de sus compañeros, que desde hace años hacían base en una terminal de autobuses en el centro de Cuernavaca, han tenido que dejar su sitio para buscar a la clientela en la calle, ya que hay días en los que pasan hasta dos horas sin tener un viaje.

Contrario a otros meses en los que se observaba una larga fila de taxistas esperando pasajeros en la calle Netzahualcóyotl del centro de la ciudad, hoy ese tramo luce vacío porque de acuerdo con los “dueños del volante”, los conductores prefieren salir a buscar pasaje a esperar por horas.

El entrevistado refiere que hasta hace unos meses había por lo menos 50 taxistas en la base y en las últimas semanas alrededor de 15 dejaron este sitio, mientras otros salen a buscar pasaje en la calle y regresan más tarde.

“Aquí tenemos que ver cómo le hacemos porque somos muchos. Hay poco servicio y no recibimos apoyos. Por ejemplo, cuando llega un autobús, si nos va bien podemos agarrar hasta tres viajes porque, además, estamos viendo que Uber nos está quitando mucho servicio. No sé si es más económico pero cada vez hay más conductores privados cerca de la terminal”.

De su trabajo como taxista señaló que en los últimos meses han observado un incremento en los asaltos al sector transporte. Dijo que el más reciente ocurrió con un taxista que tomó un servicio rumbo al municipios de Xochitepec y en el trayecto sujetos armados lo despojaron de su vehículo. Otros casos han ocurrido rumbo a Iguala, Guerrero.

De acuerdo con el entrevistado, en esta base trabajan dos turnos; de siete de la mañana a cuatro de la tarde y de cuatro a 11 de la noche.

 

 

 

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Sus ingresos diarios son de 200 pesos.

José Pedro Acevedo Vázquez -quien trabaja como checador en la empresa "Aliados de Morelos"- dice estar consciente de que puede contagiarse de covid-19 durante su labor, pero no usa cubrebocas porque afirma ninguno de sus conocidos se han contagiado.

Dice que cuando empezó la contingencia sanitaria su patrón le pidió usar tapabocas y gel antibacterial para evitar posibles contagios del virus y obedeció por unos días, pero después lo dejó porque los equipos de protección corrían por su cuenta y el dinero que obtiene a diario no le alcanzaba.

Admite que tiene miedo de contagiarse y transmitir el virus a su familia, pero está agradecido porque hasta la fecha no ha enfermado aunque trabaja sin las medidas básicas de higiene.

"No sé si existe o no el virus pero hasta la fecha no conozco a nadie que se haya enfermado. Yo tengo varios meses trabajando así, sin cubrebocas, y no me ha pasado nada; además, en la empresa solo nos dieron los equipos al principio y después nada".

Sobre su trabajo, refiere que se encarga de registrar el tiempo de diferencia que hay entre un operador y otro, de manera que los choferes lleven suficiente distancia, encuentren pasajeros y no circulen vacíos.

Por la pandemia sus ingresos son de 200 pesos diarios, en comparación con meses atrás cuando lograba reunir hasta 400 pesos.

Para mejorar su situación económica hace "mandados" a los comerciantes instalados en los andenes del mercado Adolfo López Mateos, los que le compensan con propinas.

Actualmente trabaja de las siete de la mañana hasta las nueve y media de la noche, con dos descansos al mes.

Tiene planeado tramitar su licencia de conducir para que en noviembre próximo solicite su cambio a operador, donde asegura, podrá obtener ingresos de hasta 600 pesos diarios.

 

 

 

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Realizaba hasta 50 al día

 Con la suspensión de clases presenciales por la pandemia del covid-19 sus servicios como chofer de taxi disminuyeron más del 50 por ciento.

Gregorio Longardo Rojas, quien trabaja como chofer de taxi desde hace 25 años, cuenta que antes de la contingencia sanitaria realizaba hasta 50 viajes al día porque la mayoría de sus clientes son padres de familia que solicitaban el servicio para mandar a sus hijos a la escuela.

Dice que hoy con mucho esfuerzo logra realizar máximo 20 servicios porque al suspender clases solo le queda recorrer las calles de la ciudad buscando pasajeros, pero encuentra pocos.

“Para mí el mayor movimiento es en las escuelas porque mis clientes son de muchos años y me confían a sus hijos para llevarlos o ir por ellos, pero ahorita que no hay clases me está afectando mucho porque no hay trabajo, sin embargo, tengo que salir todos los días porque en la casa somos cinco y tenemos que comer”.

El entrevistado afirma que todos los días debe reunir al menos 500 pesos para entregar 200 pesos de cuenta, 150 de combustible y llevarse unos 150 pesos para comprar víveres para su familia.

Admite que por su trabajo está expuesto a un contagio de covid-19 por eso todos los días usa el cubrebocas y gel antibacterial. Además, pide a la población atender las recomendaciones sanitarias para evitar la propagación del virus y así poder regresar a las actividades normales.

De su trabajo como taxista señala que ha sido víctima de tres asaltos, por lo que ahora antes de salir de su domicilio hace una oración.

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Trabaja 13 horas todos los días.

Después de tres meses en confinamiento, Víctor Manuel retomó su trabajo como chofer de una unidad de la Ruta Aliados de Morelos, porque dice se aburrió de estar encerrado pero también porque sus ahorros se acabaron.

El entrevistado cuenta que cuando llegó la pandemia por el covid-19 trabajó los primeros 15 días pero al ver la disminución en el servicio de transporte público prefirió aislarse, ya que afirma que había días en los que con mucho esfuerzo lograba reunir el dinero para entregar la cuenta de 550 pesos, pero ya no se llevaba nada a su bolsa.

“Hasta la fecha no he conocido a nadie que se haya contagiado con el virus. Yo pensaba seguir trabajando en la combi, pero cuando el servicio empezó a bajar pensé que no tenía caso seguir porque solo salía para la cuenta y para mí nada, por eso, mejor me resguardé en mi casa”.

Víctor Manuel tiene una experiencia de cinco años frente al volante y afirma que es la primera vez que el servicio de transporte disminuye tanto que los ingresos diarios de los conductores a ser de apenas de entre 100 y 150 pesos. 

A su regreso al volante cuenta que ha visto gran afluencia de personas en las calles y varios negocios abiertos, lo cual se ha visto reflejado en un ligero repunte en el número de pasajeros. 

El entrevistado afirma que trabaja de las seis de la mañana a las siete de la noche para poder entregar la cuenta, comprar el combustible y llevar un poco de dinero a su casa.

 

 

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Al día realiza hasta 14 servicios.

Edgar trabajaba como asesor en una institución bancaria, pero por la pandemia del covid-19 la mayoría de sus compañeros fueron enviados a resguardo domiciliario. Él decidió romper el confinamiento para buscar otro empleo y encontró uno que, afirma, es muy fácil: entregar comida a domicilio por medio de la plataforma en línea de Uber Eats y Rappi.

Desde hace cinco meses, el joven recorre las calles de Cuernavaca a bordo de una motocicleta para entregar alimentos a los clientes que solicitan el servicio a diferentes restaurantes.

Edgar evita entrar a colonias como La Lagunilla, donde, según le dijeron sus compañeros, han sido víctimas de asaltos.  

Sobre su trabajo cuenta que, contrario a otros servicios que han disminuido, el de comida para llevar aumentó durante la contingencia, por lo que al día entrega al menos 14 pedidos, por lo que sus ingresos diarios son de hasta 500 pesos. Sin embargo, hay días que solo obtiene entre 100 y 120 pesos.

Dice que el servicio para llevar que ofrece Rappi (una compañía colombiana) aumentó porque la gente, que se mantiene en resguardo domiciliario realiza su despensa del supermercado desde su casa. El servicio de Uber Eats también registró un incremento, pues muchas familias acostumbran a comprar comida.

Cuenta que de su trabajo como repartidor de comida ha recibido algunas quejas de los clientes, la más reciente de una señora que enfureció porque su pedido se retrasó, pero él le explicó que por la lluvia no podía manejar.

Aunque económicamente le va bien, Edgar está expuesto varios riesgos, como un posible contagio de covid-19, o a sufrir un accidente vial o ser asaltado por los amantes de lo ajeno.

El entrevistado afirma que trabaja toda la semana porque a su edad (26 años) considera que el trabajo no es cansado.

Si bien en la institución financiera tiene un sueldo asegurado, él busca ingresos extras que le permitan apoyar en lo económico a su familia.

 

 

 

Jueves, 30 Julio 2020 04:55

Lleva 30 años como checador de rutas

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Por la pandemia, trabaja cada tercer día.

Una banqueta que se ubica junto al parque San Miguel Acapantzingo hace las veces de mesa para que Miguel Acevedo tome sus alimentos. Él trabaja desde hace 30 años como checador de rutas y afirma que por la pandemia del covid-19 sus ingresos económicos disminuyeron tanto, que el dinero apenas alcanza para comprar unas "dobladitas".

Dice que por la contingencia sanitaria trabaja solo tres días a la semana, por lo que sus ingresos diarios son de máximo 200 pesos, una cantidad pequeña en comparación con los 500 pesos que obtenía antes de la pandemia.

Su trabajo como checador consiste en registrar el tiempo de diferencia que hay entre un chofer y otro, por lo cual recibe una compensación económica de entre seis y ocho pesos de cada operador.

Por la pandemia del covid-19 los siete checadores con los que cuenta la organización de transporte de pasajeros en la que labora (la Ruta 6)  trabajan cada tercer día, para que todos conserven su fuente de empleo. Además, por la poca demanda en el servicio, solo 23 de las 66 unidades están en circulación.

“Esta situación nos está afectando mucho en lo económico porque ahorita ya no alcanza para comprar otras cosas. En mi caso con 200 pesos tengo que mantener a mis dos hijos y no puedo buscar otro empleo porque a mi edad (63 años) sería difícil”.

Sobre el virus que ha cobrado la vida de miles de personas en el país dice que no cree en su propagación porque ninguno de sus conocidos se ha contagiado.

Aunque no cree en el virus y considera que los fallecimientos son por otras enfermedades, durante su trabajo usa el cubrebocas, porque su patrón se lo pidió, pero afirma que de lo contrario no lo hubiera comprado.  

 

 

 

 

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Un checador relata cómo se cuida para no contagiarse por el coronavirus, que ha dañado sus ingresos.

David Miguel Juárez, quien trabaja como checador de la empresa de transporte de pasajeros OMSA Chapultepec, asegura que por la pandemia del covid-19 sus ingresos disminuyeron hasta en un 70 por ciento, lo que ha afectado gravemente su capacidad de compra.

Refiere que antes de la contingencia, su esposa acostumbraba adquirir suficientes productos de la canasta básica para la comida de toda la semana pero hoy prefiere comprar al día, conforme va recibiendo dinero.

El entrevistado refiere que durante su trabajo usa el cubrebocas y gel antibacterial porque está expuesto a un contagio del nuevo virus.

“Tengo amigos que han fallecido a causa del virus, la vida no es comprada y de un momento a otro todo puede cambiar, por eso hay que protegernos para no contagiar a los familiares. Yo cuando llego a la casa me doy un baño y después ya voy a abrazar a mi esposa o a mis nietos”.

David dice que, aunque quisiera descansar no puede porque es el único sustento económico en su familia, y hoy más que nunca tiene que apoyarles porque su hijo fue despedido desde que empezó la pandemia.

De su trabajo, cuenta que todos los días debe registrar el tiempo de diferencia que hay entre un chofer y otro y, cuando un operador llega tarde a checar en los diferentes puntos obligatorios -o como dicen de manera coloquial,  cuando “se quemó”- en la base de la Ruta les cobra 20 pesos por cada minuto de retraso y ese dinero se entrega al chofer que llegó a tiempo.

 

 

 

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La clientela no se ha incrementado con la reactivación de la actividad económica, lamenta Edgar.

Edgar Villalobos Olguín, quien trabaja como chofer de taxi desde hace 14 años- afirma que es la primera vez en su trayectoria que se ha visto obligado a negar el servicio los clientes cuando estos no respetan las medidas básicas de higiene para evitar posibles contagios de covid-19. Exactamente cuando no usan cubrebocas.  

El taxista cuenta que hace unos días tres jóvenes le solicitaron el servicio, pero ninguno de ellos usaba tapabocas, por lo que les dijo que no los podía llevar a su destino y ellos respondieron que no se lo pondrían y mejor esperarían otro taxi.

“Me da miedo el virus porque tengo familia, prefiero perder el servicio a contagiarme y luego contagiar a mis hijos o a mi esposa. Además tuve conocidos que fallecieron a casusa del covid-19 y por eso todos los días uso el cubrebocas; me lo retiro solo para comer o tomar agua y al subirme al carro me lo pongo otra vez”.

De su trabajo como taxista refiere que en las últimas semanas ha observado un incremento en el número de personas en las calles y la reapertura de más negocios, algo que no se ha reflejado en su economía, pues al día obtiene máximo 200 pesos pero la mitad son para la gasolina.  

Villalobos Olguín dice que antes de la pandemia sus ingresos eran de unos 500 o 600 pesos diarios y hoy con mucho esfuerzo puede llevarse 100 pesos a casa, los cuales entrega a su esposa para que los administre y alcance para la alimentación de sus hijos.

“En los 14 años que llevo como taxista nunca había visto que una enfermedad nos pegue tan fuerte, tanto que hemos tenido que bajar la tarifa mínima del servicio, que era de 30, y hoy aceptamos hasta 25 pesos porque no hay gente y luego pasamos hasta dos horas esperando clientes”.

 

 

 

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David es optimista y valora la faceta positiva de la crisis sanitaria

La pandemia por el covid-19 ha cobrado la vida de muchas personas en el mundo, pero en otras el confinamiento sirvió para resolver problemas familiares.

David Arroyo Urióstegui, quien trabaja como checador en la Ruta Omsa Chapultepec desde hace un año, cuenta que al menos en su familia tomaron el lado bueno del aislamiento domiciliario y aprovecharon para solucionar sus problemas que traían de meses atrás.

“La contingencia nos dejó una gran lección: primero, que debemos tener un ahorro por cualquier emergencia y estar preparados, porque no sabemos si vamos a recibir algún tipo de apoyo; y también, que deberíamos reforzar los lazos familiares; por ejemplo, en mi caso nos ha servido para solucionar problemas”.

De su trabajo refiere que la contingencia sanitaria afectó en más del 50 por ciento en sus ingresos económicos, porque son pocas las personas que usan el transporte público, por lo que la empresa Omsa Chapultepec detuvo la mitad del parque vehicular ante la falta de pasajeros.

Actualmente, de las 110 unidades con la que cuenta la organización, solo 65 están en circulación.

David está consciente de que por su trabajo está expuesto a un posible contagio de covid-19, por eso se protege con su cubrebocas, porque dice: “no hay de otra, tenemos que seguir trabajando”.

Trabaja medio turno y su sueldo es de 200 pesos diarios, y para compensar un poco su economía por la tarde trabaja con su papá en una barbería.

¿No le tiene miedo al virus?

“Tengo más miedo a que el país no se pueda levantar de la economía, se endeude y que el gobierno aumente nuevos impuestos”.

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Antes de la contingencia sanitaria por el covid-19 los ingresos económicos de Eustolio Soto Mazón superaban los 500 pesos diarios. Hoy dice que con mucho esfuerzo logra reunir 150 pesos para mantener a su familia.

Eustolio trabaja desde hace 19 años como chofer de taxi y afirma que ni el temblor de 2017 afectó tanto a su economía como el covid, que le ha obligado a trabajar desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche para poder solventar los gastos de la casa, como el pago de los servicios de energía eléctrica y de agua potable.

“El dinero apenas alcanza para sobrevivir, ya ni siquiera para darse lujos o comprarse algo de ropa. Cuando llegaron las empresas de transporte privado de Uber y Didi también vimos que el servicio de taxi empezó a disminuir, pero no tanto como ahorita que pasamos horas esperando clientes”.

El entrevistado refiere que por la pandemia apenas logra realizar entre siete y diez servicios diarios de trayectos cortos, por los que cobra alrededor de 35 pesos. Antes de la emergencia sanitaria hacía hasta 20 viajes durante el día.

Sobre su trabajo, cuenta que para evitar un posible contagio del covid-19 todos los días usa cubrebocas y gel antibacterial y lo mismo pide a sus clientes, porque en esta contingencia -dice- debemos cuidarnos entre todos.

“Yo uso el tapabocas porque no quiero contagiarme ni contagiar a los demás y sé que en mi casa mi familia me espera”.

 

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Sufrió un accidente laboral cuando laboraba como herrero y hoy vende dulces a los pasajeros de las “rutas”.

Cristhian Nava Tavira trabajó durante nueve años como chofer del transporte público, pero hace un año dejó el volante de una unidad de la Ruta Aliados de Morelos para trabajar en una empresa constructora, porque le ofrecieron un mejor salario.

Sin embargo, hace tres meses abandonó el trabajo de la construcción, porque mientras soldaba varias piezas de metal sufrió un accidente que fracturó su pie izquierdo, y tras una revisión médica la recomendación fue guardar reposo.

Afirma que no puede descansar porque hace cuatro años quedó viudo y tiene la responsabilidad de mantener a sus tres hijos.

Uno de sus pequeños lo acompaña todos los días al mercado más grande de Morelos y juntos suben a las rutas para ofrecer a los pasajeros dulces de mazapán y cacahuates y, aunque algunos le compran, dice que el dinero es insuficiente para poder adquirir productos de la canasta básica.

Además, la herida que tiene en el pie requiere varios cuidados y revisiones médicas ,pues no ha sanado.

“Me hice un tratamiento con hierbas que me recomendaron, pero no veo mejoría y dicen que por dentro ya tengo mal el pie. Apenas platiqué con una conocida que trabaja en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y dijo que me apoyará porque en UN hospital particular me cobran como cinco mil pesos y no los tengo”.

Cristhian refiere que invierte alrededor de 200 pesos en dulces, pero las ganancias no son ni la mitad de la inversión, por lo que ha aceptado la ayuda de personas que le regalan ropa para sus hijos, pues sus ingresos apenas alcanzan para comer y para pagar los servicios de luz y agua.

“Tenemos que salir todos los días, a veces no quiero porque es cansado andar con muletas pero si no trabajo mis hijos no tendrán que comer.  A mí no se me hace justo que la empresa (constructora) no me apoyó ni me dio seguro, porque como trabajador pone uno todo su esfuerzo y ellos no apoyan”.

 

 

 

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Nunca como ahora había bajado tanto la clientela, asegura.

José -quien trabaja como taxista desde hace 23 años- usa cubrebocas solo por respeto a los pasajeros porque él dice no tiene miedo de contagiarse por el covid-19, pues en sus 62 años nunca ha enfermado.

Mientras espera a los clientes cuenta que todos los días empieza a trabajar desde las seis de la mañana porque durante el día debe reunir suficiente dinero para cubrir la cuenta, la gasolina y para llevarse por lo menos 100 pesos para la alimentación de su familia.

Asegura que es la primera vez en los 23 años que lleva al volante que ve una gran disminución en la demanda del servicio de taxi, pues hay días que no realiza más de cinco servicios. Por eso trabaja hasta las 10 de la noche.

“La afectación es más grande que cuando llegó el servicio de Uber y Didi. Yo, por ejemplo, empiezo desde las seis de la mañana y hay días que no llevo ni un peso, pero tampoco puedo dejar el trabajo porque en la casa tenemos que comer aunque sea frijoles”.

El entrevistado afirma que desde que llegó la pandemia no ha negado el servicio de taxi a sus clientes porque con esfuerzo realiza algunos viajes de 30 y 35 pesos.

¿No tiene miedo de un contagio?

-No me da miedo la muerte, a la hora que llegue y que sea lo que Dios quiera. Uso cubrebocas porque lo piden las autoridades, pero de cualquier manera nunca saludo de mano, menos de beso y tampoco doy abrazos; no estoy en contacto con la gente. Mi familia dice que si no morimos del virus nos matan de hambre.

 

 

 

Miércoles, 22 Julio 2020 04:02

No deja ir a ningún pasajero

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Aunque no se pongan cubrebocas.

El taxista Fernando Cueto Flores admite que tiene miedo de un posible contagio por covid-19, pero dice que no puede negar el servicio a los pasajeros que no usan cubrebocas porque lo que hace falta es el dinero.

Sobre su trabajo, cuenta que su base es una terminal de autobuses de Cuernavaca, pero decidió recoger clientes en la calle porque en ocasiones no le alcanza ni para entregar la cuenta de 600 pesos y algunos días debe esperar hasta tres horas para poder brindar un servicio.

“Hay gente que sube al taxi sin el tapabocas y otros que se lo quitan adentro del carro. Yo les digo que se lo pongan, pero me dicen que les fastidia porque a veces no pueden respirar y no les puedo decir que se bajen porque nosotros necesitamos dinero”.

Fernando refiere que por la pandemia su clientela disminuyó en más del 50 por ciento, por lo que tiene que trabajar más de 16 horas diario, pues hay días que solo realiza cinco servicios de base y otros cinco de calle, y aunque cada día hay más gente y más negocios abiertos, todavía no ven un incremento en la demanda, por lo que seguirá a la espera de que las cosas mejoren.

 

 

 

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Fernando es taxista experimentado.

Entre el ruido de vehículos que pasan por el circuito Adolfo López Mateos resalta la voz gruesa de un hombre que desde lejos grita: “taxi, señorita, taxi” una y otra vez. Es Fernando Vergara, quien lleva más de una hora esperando clientela.

Fernando muestra su lado amable y cuando alguien se acerca de inmediato abre la puerta de su vehículo Tsuru y pregunta “¿a dónde la llevo?” pero pocos lo abordan.

Cuenta que su experiencia frente al volante es de 30 años y es la primera vez que sus ingresos económicos disminuyen más de la mitad, a consecuencia de la pandemia por el covid-19.

Por ejemplo, dice que antes de la contingencia realizaba hasta 30 servicios durante el día y hoy con mucho esfuerzo hace unos cinco.

Para enfrentar esta situación, Fernando empieza su jornada a las cuatro de la mañana porque al final del día debe entregar 250 pesos de cuenta y 300 pesos para el combustible y llevar aunque sea 100 pesos a su casa para la alimentación de su familia.

Explica que de manera personal la contingencia sanitaria le dejó como lección lo necesario que es el apoyo mutuo, el cual no ha visto en los últimos meses.

“Si creemos o no en el virus es decisión de cada uno, pero por respeto a los demás debemos protegernos, porque la enfermedad ya está y tenemos que aprender a vivir así hasta que exista la cura. También pienso que deberíamos apoyarnos más en esta contingencia, pero lamentablemente no se ha visto nada de apoyo”.

 

 

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Más de 15 años en ese trabajo han valido para dar una carrera universitaria a sus hijos    

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Jesús Astudillo Ponce, presidente de la agrupación de taxistas “Circuito de choferes Adolfo López Mateos”, afirmó que la mayoría de sus agremiados no están interesados en el programa Emergente de Apoyo al Transporte, porque consideran es un endeudamiento.

El apoyo anunciado por las autoridades estatales contempla un monto de cinco mil pesos, el cual se entregará a través de vales o tarjetas para cambiar por combustible en las estaciones de servicio, pero únicamente beneficiará a los concesionarios del transporte público en Morelos.

Astudillo Ponce, quien trabaja desde hace 30 años como chofer de taxi, refirió que la agrupación que dirige tiene un padrón de 96 conductores de autos de alquiler, ninguno de los cuales ha recibido apoyo económico para paliar la crisis financiera que ha dejado la pandemia por el covid-19.

Explicó que la mayoría de sus agremiados trabaja más de 14 horas al día para llevar por lo menos 100 pesos a casa.

Señaló que en las últimas dos semanas el servicio de taxi se incrementó en un 15 por ciento, sin embargo, este aumento no se ha visto reflejado en sus ingresos económicos, porque la mayoría de los viajes son de trayectos cortos y por los cuales cobran solo entre 25 y 35 pesos.

“La pandemia nos vino a dar en la torre porque hay gente que no saca ni lo de su gasolina, apenas le alcanza para la comida de su familia y otros compañeros, de plano, ya no entregan cuenta. El entrevistado asegura que por considerarse dentro del sector de mayor vulnerabilidad, actualmente trabaja solo cuatro horas al día para no poner en riesgo su salud y la de su familia.

 

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Prefiere perder a los clientes que no usan cubrebocas.

Antes de subir a su vehículo, Adelfo Portillo Márquez se encomienda a Dios y le pide su protección para que durante su jornada laboral no se contagie con el coronavirus.

Adelfo trabaja desde hace 33 años como chofer de taxi en la zona metropolitana.

Cuenta que igual que otras personas, se resistía a creer en la propagación del covid-19 pero al tener conocimiento de que al menos cuatro de sus vecinos en la colonia La Lagunilla de Cuernavaca se contagiaron y luego fallecieron, entonces empezó a creer en la enfermedad y compró su cubrebocas.

Desde ese día, durante su jornada lleva puesto el cubrebocas y se lo retira solo cuando toma sus alimentos.

Afirma que por temor a un contagio ha tenido que negar el servicio a personas que no lo llevan puesto.

“Una vez un joven me hizo la parada y me detuve para decirle que sin cubrebocas no lo podía llevar; me respondió que no se lo pone porque no cree en el virus y pues… ni modo, no tomé el servicio y el muchacho me contestó de manera amable: ‘bueno a ver cómo me voy’”.

Dice que está consciente de que sus ingresos económicos disminuyeron, pero prefiere perder uno o dos servicios a contagiarse y luego infectar a su familia.

De su trabajo platica que por la pandemia el servicio de taxi bajó en un 80 por ciento y aunque trabaja más de nueve horas todos los días, con mucho esfuerzo apenas logra reunir 300 pesos diarios, de los cuales 150 entrega de cuenta a su patrón y otros 100 pesos para el combustible.

“Tengo la suerte de contar con el apoyo de mi esposa y administramos el dinero para los gastos de la casa, vamos al día, pero tenemos algo para comer”.  

 

 

 

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Natalia Mendoza ha pensado ya en buscar otro empleo.

En los últimos tres meses sus ingresos económicos como checadora de rutas disminuyeron de 150 a 80 pesos diarios, por eso Natalia Mendoza ha pensado en buscar otro empleo, ya que afirma que esa suma es insuficiente para la manutención de su hijo de apenas ocho años.

Durante su trabajo, aprovecha sus ratos libres para tejer diferentes artículos, como cortinas y gorros, que le encargan los operadores del transporte público.

Con este dinero trata de solventar los gastos que implica llevar a terapias de rehabilitación a su pequeño, que nació con discapacidad.

Sentada sobre una barda y bajo la sombra de un árbol cuenta que su expareja la abandonó cuando se enteró de la condición en la que nació su hijo y aunque ella tuvo la oportunidad de proceder de manera legal no lo hizo. Solo agradece que su papá le enseñó a trabajar para sacar adelante a su familia.

Con ese agradecimiento que envía a su padre hasta el cielo, Natalia refiere que todos los días se despierta temprano para llegar a las siete de la mañana a su lugar de trabajo, ubicado junto al parque “Cri-Cri”, en las inmediaciones del mercado Adolfo López Mateos. Ahí permanece hasta las siete u ocho de la noche para poder llevar dinero a casa.

“Descanso el domingo y ese día me la paso con mi hijo; jugamos y hacemos la tarea juntos porque él me dice: ‘mami porque no están conmigo´. Aunque quiera estar con él todo el día no puedo, porque tengo que trabajar y entre semana mi hija la mayor me hace el favor de cuidarlo”.

De su trabajo como checadora señala que toma el tiempo de llegada a este punto de los operadores de las Rutas 11, 14, 8 y 10.

Sin embargo no todos los choferes le dan dinero, y algunos le dan de uno a dos pesos o 50 centavos, por lo que sus ingresos ya son insuficientes para atender sus responsabilidades.

 

 

   

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Sin embargo, hay días en que Rubén no realiza más de cinco servicios en su taxi.

Rubén Durán Jiménez, chofer de taxi desde hace 35 años, se resiste a hacer viajes por menos de la tarifa mínima (35 pesos) pero admite que en ocasiones no le queda opción y debe aceptar, ya que sus ingresos económicos se han reducido hasta en 80 por ciento debido a la pandemia..

Asegura que actualmente obtiene de 100 a 150 pesos diarios para él, además de otros 150 o 200 pesos de cuenta para su patrón y otra cantidad similar para el combustible.

“La contingencia nos ha afectado mucho. De manera personal el servicio bajó en un 80 por ciento porque ya no llega el turismo, antes nos iba bien porque venían personas de otros estados pero hoy estamos estacionados por varias horas y nadie nos aborda”.

El entrevistado aseguro que a él no le conviene registrarse en el programa Emergente de Apoyo al Transporte que entregará apoyos por un monto de cinco mil pesos, a través de vales o tarjetas para cambiar por combustible, pues es un préstamo con fecha límite de pago al 31 de diciembre.

Rubén no se quiere endeudar, ya no tiene certeza de que pueda liquidar el dinero en ese lapso, por lo que prefiere sobrevivir con los ingresos que obtiene al día.

Sobre su labor diaria destaca que está acostumbrado a lidiar con el tráfico vehicular y con el mal humor y estrés de los pasajeros. Dice que respeta el espacio de cada uno pero si alguno de los usuarios inicia la plática él continua, para que el viaje sea placentero.

 

 

 

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La Ruta 2 aumentó de 18 a 40 sus unidades en circulación.

Operadores del transporte público en Morelos solicitaron que el programa Emergente de Apoyo al Transporte que entregará la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT), por un monto de cinco mil pesos, a través de vales o tarjetas para cambiar por combustible, que beneficiará a los concesionarios, se amplíe también a los choferes.
César Ávila, quien trabaja como operador en una unidad de la Ruta 2, explicó que ese dinero será un préstamo que se debe liquidar antes de concluir el año y en caso de un atraso en sus pagos mensuales, se cobrará un interés del 0.75 por ciento.
"… nosotros consideramos que (el apoyo) debería ser para el chofer o que lo entreguen parejo porque el concesionario pone los camiones, pero nosotros la mano de obra; somos los que estamos más expuestos a cualquier situación", dijo.
El programa emergente establece como requisitos principales ser persona física o moral con nacionalidad mexicana, ser concesionario del transporte público de pasajeros con o sin itinerario fijo y estar al corriente de sus obligaciones fiscales y administrativas derivadas de la concesión de la cual es titular.
En otro tema, el entrevistado dijo que en los últimos días la Ruta 2 aumentó de 18 a 40 sus unidades en circulación, porque se empezó a registrar mayor movilidad de personas, pero tuvieron que regresar las unidades a la base por falta de pasajeros. 

 

 

Domingo, 12 Julio 2020 02:06

No le tocó despensa

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Francisco trabaja más de 10 horas y apenas le alcanza para la alimentación

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Jordan Hernándezm quien trabaja como chofer del transporte público, consideró que durante la contingencia sanitaria que se implementó a raíz de la pandemia por el covid-19 deberían incrementarse los apoyos económicos a los más afectados de su gremio.

Tiene poco más de un año como operador del transporte público y hace dos meses empezó a trabajar en una unidad de la Ruta Mariano Matamoros, o “amarillas”, como se les conoce de manera coloquial.

Desde su centro de trabajo platica que antes de empezar su jornada se encomienda a Dios, porque desde que empezó la pandemia hay días que sus ingresos económicos son de 20 pesos diarios.

“La economía está muy fea y no sabemos cuándo va a terminar, hemos visto que hay más gente en la calle pero no hay servicio en la ruta. Yo llevo tres días seguidos que no gano más de 20 pesos y además tenemos que entregar la cuenta y sacar para el combustible”.

Jordan realiza cinco recorridos y trabaja un promedio de 12 horas al día, y afirma que durante el trayecto su unidad luce vacía y cuando tiene suerte se llena, pero ni así aumentan sus ingresos ya que debe entregar 600 pesos de cuenta a su patrón y otros 700 pesos para el combustible.

“Yo creo que en estos tiempos deberíamos reflexionar sobre la situación en la que nos encontramos y también deberíamos apoyarnos unos a otros, pero lamentablemente no es así; en el trabajo tenemos que cumplir aunque no ganemos dinero, porque no podemos dejar a la gente sin el servicio, ellos necesitan en qué moverse para llegar a su trabajo o a su casa”.

Aunque no ha sido beneficiado con alguna ayuda económica, el entrevistado agradece que tiene trabajo.

 

Viernes, 10 Julio 2020 02:05

De rutero a checador

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Leonardo dejó el volante porque ganaba 50 pesos al día.

Hace dos meses, Leonardo Blanco Ortega cambió el volante de una unidad de la Ruta 6 por una pequeña libreta y un lapicero. Hoy trabaja como checador de rutas en los andenes del mercado Adolfo López Mateos (ALM) debido a que sus ingresos económicos como chofer disminuyeron hasta en un 70 por ciento.

Cuenta que trabajó 20 años como operador del transporte público, pero tuvo que dejar este trabajo porque con la pandemia por el covid-19 el servicio bajó tanto que, en ocasiones, en un recorrido no subían más de cinco pasajeros a la unidad.

Por esa situación y con la responsabilidad de mantener a su esposa e hijo decidió probar como checador y poco a poco va aprendiendo.

“Como chofer ya no salía el dinero, antes alcanzaba para pagar la cuenta y el combustible, y me quedan libres entre 200 y 250 pesos diarios, pero con la contingencia apenas podía llevarme 50 pesos o hasta menos. Además, nos afecta el precio de la gasolina que empezó a subir y ahorita la estamos comprando hasta en 19 pesos el litro”.

Es la primera vez que Leonardo trabaja fuera del volante y por eso, dice, aprovechará el tiempo que pueda trabajar como checador, porque también tiene su lado positivo. Por ejemplo, tiene oportunidad de comer a tiempo y de alguna manera hacer un poco de ejercicio, pues tiene que correr por la tarjeta para checar la hora de llegada de los operadores al mercado.

El entrevistado refiere que el trabajo es bueno, sin embargo, lamenta que este sector no ha recibido apoyos.

En la actualidad sobrevive con el poco dinero que gana al día y tiene pensado regresar a trabajar como chofer, una vez que la contingencia sanitaria termine, ya que por la pandemia varias unidades están paradas en la base por falta de pasajeros.

 

 

 

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A raíz de la pandemia, los ingresos de Mario Alberto como taxista disminuyeron en un 80 por ciento.

Mario Alberto trabaja como chofer de taxi desde hace 30 años. De repente se para de la butaca de una terminal de Cuernavaca cuando ve la llegada de un autobús de pasajeros. En ese momento acomodó sus cubrebocas y empezó con su trabajo: “taxi señorita, taxi” una y otra vez, pero nadie lo abordó.

Antes de ese vano intento por conseguir pasajeros, el conductor contó que por la pandemia del covid-19 sus ingresos económicos disminuyeron en un 80 por ciento y lamentó que a pesar de eso no haya recibido ningún tipo de  apoyo.

A decir de Mario Alberto, durante la contingencia solo una persona afiliada a un partido político se acercó a este gremio para entregarles una despensa “pero incompleta” porque, dice, no traía bolsa de azúcar ni gelatina.

En entrevista, el taxista contó que trabaja en ese oficio desde hace 30 años y que todos los días hace base en la misma terminal de autobuses.

Explica que a raíz de la contingencia los camiones de pasajeros llegan a la central cada hora -antes llegaban cada diez o quince minutos- lo cual le ha dejado a él y a sus colegas con muy poco trabajo, porque no hay usuarios.

“La pandemia nos afectó mucho porque no tenemos servicios y tampoco hemos recibido apoyos. Desde que empezó la contingencia solo una persona vino a dejarnos una despensa, que traía pocos artículos, por ejemplo, le faltó el azúcar y la gelatina”.

Mientras espera a los pasajeros, platica que desde hace tres meses él y sus compañeros pasan hasta tres horas formados en la calle Netzahualcóyotl del Centro de la ciudad para conseguir pasajeros.

En ocasiones, durante su jornada laboral, solo hace un servicio, como el sábado, cuando se fue a su casa con 50 pesos en la bolsa.

Actualmente, sus ingresos económicos son de máximo 200 pesos, que deben rendir para pagar los servicios básicos -como agua y luz- y para la alimentación de su familia.

 

 

Miércoles, 08 Julio 2020 05:00

Ya no le alcanza ni para el internet

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Un taxista se queja de que lo que gana sólo le permitirá pagar la luz, pero no otros servicios.

Estacionado sobre la calle Abasolo del centro de Cuernavaca, Jorge Abel Armas García cuenta que por la contingencia sanitaria implementada a raíz del Covid-19, hay días que espera hasta tres horas para lograr un servicio de taxi.

Por la pandemia, sus ingresos económicos bajaron hasta un 80 por ciento. Antes de la emergencia sanitaria obtenía hasta 600 pesos diarios y hoy con esfuerzo reúne de 150 a 200 pesos trabajando de lunes a domingo.

El poco dinero que se lleva a casa alcanza para comprar alimentos para su familia pero ya no para pagar los servicios como internet y televisión de paga, por lo que seguramente tendrá que suspender estos “lujos” para solventar el recibo de luz, que aumentó en un 50 por ciento.

Abel tiene una experiencia frente al volante de 28 años y afirma es la primera vez que su economía se ve golpeada por una contingencia sanitaria, tanto que ha aceptado ofrecer el servicio de taxi por 25 pesos, aunque la parada mínima se cobra en 35 pesos.

“Entendemos la situación por la que estamos pasando y sabemos que muchos no tienen trabajo, creo que nadie esperaba esta pandemia y no nos preparamos con ahorros. En mi caso de ahora en adelante tendré que ser más precavido porque esta pandemia pegó duro en los bolsillos”.

Lamenta que a la fecha no han recibido ningún tipo de apoyo de parte de las autoridades y que solo un exfuncionario los apoyó con despensas.

“No hemos recibido ningún apoyo, pero pedimos que se compadezcan de los transportistas, que nos está pegando la emergencia y tenemos necesidades, muchos de nosotros somos padres de familia y tenemos que llevar dinero a casa”.

Cuenta que durante su jornada se ha encontrado con pasajeros que se niegan a usar cubrebocas porque no creen en la existencia del virus.

 

 

 

Domingo, 05 Julio 2020 03:00

Analizan aumento de rutas en las calles

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El incremento paulatino de la movilidad ciudadana en Cuernavaca y la zona conurbada no se reflejó en mayor afluencia de pasaje, por lo que con el cambio de color del semáforo epidemiológico a naranja, los transportistas evaluarán desde mañana si incrementan el número de unidades en circulación

Sábado, 04 Julio 2020 04:31

Le bajó a las dejadas para tener pasaje

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Aunque en los últimos días se observó un incremento de gente en las calles, Alberto Cruz León -quien trabaja como chofer de taxi- refiere que esto no ha representado un aumento en el número de servicios que presta. Al contrario, ha tenido que aceptar viajes a menor costo con tal de llevar dinero a casa.

De su trabajo en el transporte público cuenta que antes de la pandemia por el covid-19 sus ingresos económicos eran de 400 pesos diarios y hoy con mucho esfuerzo logra reunir 150 o 170 pesos, trabajando de las ocho de la mañana a las ocho de la noche. Los 170 pesos que obtiene al día los debe administrar porque de él dependen su esposa y su hijo.

Alberto Cruz -quien tiene una experiencia frente al volante de seis años- lamenta que hasta la fecha no ha sido beneficiado con proyectos de apoyo de parte de las autoridades ni con víveres para hacer frente a la contingencia sanitaria, ya que, además, durante el día debe reunir 250 pesos para entregarlos de cuenta a su patrón.

“He escuchado rumores de apoyos para el sector transporte, pero no nos han dicho nada y si nos apoyan pues estaría muy bien porque a mí, por ejemplo, se me acabaron los ahorros”.

Hasta el mediodía de ayer, Alberto apenas había realizado tres servicios, dos de trayectos cortos, por los cuales cobró el mínimo de 35 pesos.  El jueves, al término de su jornada se fue a casa con 170 pesos.

“Yo tengo que salir a trabajar porque mi hijo pide comida, tenía dinero guardado pero se acabó. Pensé que habría más servicios porque la gente empezó a salir, sin embargo, no hay servicios y la gente que hay toma el transporte colectivo o tal vez guardan su dinero, por eso no piden taxi”.

 

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María Teresa Ordoñez castigó al operador por hacer público su estado de salud.

Jonathan Ortiz Gutiérrez trabajaba como chofer del transporte público en la empresa “Aliados de Morelos”, pero después de que se contagió con covid-19, afirma, la empresa le impuso una multa de cinco mil pesos por conceder una entrevista sobre su estado de salud y, al no pagar dicha cantidad, fue despedido.

El afectado por la arbitraria decisión narra que empezó con los síntomas del coronavirus -dolor de huesos y fiebre- el pasado 6 de mayo cuando llegó a casa después de su jornada laboral. Alrededor de las 23:00 horas de ese mismo día presentó problemas para respirar. Inmediatamente se comunicó con su patrón para exponerle la situación y al otro día buscó un chofer y le entregó la combi.

El 8 de mayo acudió a un centro de salud en Cuernavaca para que le realizaran la prueba y el 17 de ese mes le avisaron vía telefónica que dio positivo al Covid-19. Desde que empezó con los síntomas, Jonathan estuvo en aislamiento domiciliario para evitar contagiar a su esposa e hijos.

A mediados de junio, personal de la Secretaría de Salud, que lleva el seguimiento de pacientes contagiados, le informó que se recuperó del virus y podía regresar a sus actividades normales.

Sin embargo, cuando Jonathan se presentó a su trabajo, la presidenta de la organización, María Teresa Ordoñez, le informó que para regresar a laborar debía pagar una multa de cinco mil pesos porque concedió  una entrevista sobre su estado de salud en la que mencionó el nombre de la empresa.

“Yo le dije que la entrevista fue de manera personal y nada en contra de la empresa y me respondió que la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT) está al pendiente de que no regrese a trabajar en este sector; eso me dijo por teléfono y por eso tenía que pagar cinco mil pesos, y  como di positivo al coronavirus, menos podré regresar a trabajar; yo creo que me está discriminando porque me dejó sin empleo y no me dieron ningún tipo de apoyo”.

El entrevistado refiere que mientras estuvo en aislamiento la empresa lo dejó a su suerte y la única ayuda que recibió fue de sus compañeros, que hicieron una cooperación para apoyarlo con la alimentación para su familia.

Jonathan no pagó la multa que le impuso la empresa y fue despedido. Aunque pensó en proceder de manera legal, no lo hizo para no afectar el trabajo de su esposa, Alondra Campos Carreto, quien se encargaba de checar el tiempo de salida de cada operador desde la base Chamilpa.

Sin embargo, Alondra cree que por el caso de Jonathan su patrona busca la manera para que ella renuncie, pues le aviso que solo le podía dar trabajo dos días por semana.

“Me redujo a dos días el trabajo, sin explicarme por qué. Ella sabe que estamos pasando una situación difícil porque despidió a mi esposo y tenemos dos hijos; no se me hace justo que me haga esto porque yo siempre mostré disponibilidad para desempeñar mi trabajo, estuve trabajando meses sin un solo día de descanso y ahora me dice que solo me puede dar dos días de trabajo”.

 

 

 

 

 

 

 

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Las ganancias de los checadores de “rutas” también se desplomaron con la pandemia.

Para remediar las afectaciones económicas que ha dejado la pandemia de covid-19, Patricia Escarramán Rosales, además de trabajar como checadora de rutas, vende a los operadores del transporte público refrescos, aguas y artículos tejidos para obtener mayores ingresos.

Es madre de cuatro hijos, tres de los cuales son menores de edad y dependen de ella, y aunque admite que tiene miedo a los contagios del nuevo virus, no puede resguardarse en su casa porque dejaría sin alimentación a sus pequeños, pues no cuenta con el apoyo económico de su expareja.

Patricia narra que tuvo conocimiento por terceras personas que tres choferes del transporte público perdieron la batalla contra el virus y dos se han recuperado. Por eso durante su jornada laboral adopta las medidas básicas de higiene, como el uso de cubrebocas y gel antibacterial, para evitar contagios.

Respecto a su trabajo, afirma en los últimos tres meses ha visto una disminución en sus ingresos, que antes de la pandemia eran de 200 pesos diarios y hoy con esfuerzo logra reunir 60 o 70 pesos, trabajando de las 7 de la mañana a las 7 de la noche de lunes a sábado.

“Estamos sobreviviendo con lo que salga, aunque sea un peso que nos den los choferes ya es algo porque en estos tiempos no estamos para dejar el trabajo. En mi caso tengo que mantener a mis tres niños. Por eso me puse a vender estas bebidas, a ver si sale un poco más de dinero”.

Trabaja como checadora desde hace 22 años, luego de que buscó empleos en diferentes empresas, pero en la mayoría el salario era el mínimo y con largas jornadas.

La ventaja que tiene en el sector transporte es que sus hijos pueden estar con ella mientras trabaja.

Su hijo mayor ( de 23 años) también trabaja como checador de rutas.

 

 

 

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Sus ingresos como taxista cayeron hasta un 90 por ciento debido a la emergencia sanitaria.

Para mitigar las afectaciones económicas que ha dejado la pandemia del Covid-19, Isidro López -quien trabaja como chofer de taxi desde hace 30 años- recurrió a los programas de apoyo que anunció la Secretaría de Desarrollo Económico y del Trabajo (SDEyT) para beneficio de este sector de la población.

El entrevistado refiere que tuvo conocimiento de un programa de apoyo hasta por cinco mil pesos y aunque no recuerda el nombre del programa al que, afirma, entregó documentos como su hoja de registro ante la Secretaría de Hacienda, dice que no pudo acceder a este apoyo económico porque el argumento que le dieron es que está casado por bienes mancomunados.

“Nos iban a dar apoyo de cinco mil pesos, me inscribí y llevé los documentos que pidieron y al final una licenciada se comunicó conmigo por teléfono; me preguntó mi nombre y luego preguntó si estoy casado por bienes separados o mancomunados; respondí que por bienes mancomunados y me dijo que por ese motivo no me podían dar el apoyo porque tenía que estar casado por bienes separados; no pregunté más ni le insistí y mejor le di las gracias”, contó Isidro López.

El chofer de taxi solicitó este apoyo económico porque sus ingresos económicos bajaron hasta en un 90 por ciento y actualmente con esfuerzo y trabajando más de 10 horas logra reunir 100 pesos diarios para la alimentación de su familia.

De su trabajo como chofer de taxi señala que en los últimos días ha observado un incremento en la movilidad de la gente por la apertura de negocios, pero ante la falta de dinero las personas no utilizan el servicio de taxi, por lo ha realizado viajes por 10 pesos para obtener recursos económicos que le permitan llevar comida a su familia.

A la fecha la Secretaría de Movilidad en coordinación con las secretarías de Hacienda, Desarrollo Económico y del Trabajo (SDEyT) y de la Contraloría, anunciaron que llevarán a cabo la implementación del “Programa Emergente de Apoyo para el Transporte Público”, al cual podrán acceder los concesionarios del transporte con y sin itinerario fijo.

El apoyo consiste en microfinanciamientos de tres y cinco mil pesos, los cuales se otorgarán en la modalidad de tarjetas para abastecer las unidades con combustible en las estaciones de servicio y centros de carburación autorizados.

 

 

 

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Sin embargo, Francisco tiene esperanza en que la crisis por la alerta sanitaria pronto pasará.

La pandemia del covid-19 tuvo un impacto negativo en la economía de Francisco Santiago Osorio, que trabaja como chofer de taxi desde hace cinco años y quien afirma que por la contingencia sanitaria sus ingresos disminuyeron en un 80 por ciento.

Refiere que el sector transporte fue de los que menos recibieron apoyos para hacer frente a la contingencia sanitaria. De manera personal, dice, no tuvo conocimiento de los programas de apoyo económico. 

Señala que en esta situación cualquier ayuda es buena porque sus ingresos bajaron de 500 a 100 pesos diarios y hay días que ni trabajando 12 horas lograba reunir dinero que alcance para la comida.

"A mí me hubiera gustado recibir aunque sea una despensa, pero no vimos los apoyos o los entregaron y no nos tocó. Sin embargo, tenemos la esperanza que la situación cambiará primero Dios. Yo creo que lo importante es que tengamos buena salud y la economía sabemos que tarde o temprano nos iremos recuperando". 

Francisco y sus compañeros de taxi se reúnen en el mercado Adolfo López Mateos (ALM), donde cada uno comparte las anécdotas y experiencias que les ha dejado la pandemia.

En el caso de Francisco, cuenta, es una situación triste porque como padre de familia no podían entrar en cuarentena por la responsabilidad que tiene de llevar dinero a la casa y mantener a los suyos. 

Aunque en los últimos días se ha observado un incremento en la movilidad de la gente, no ha se incrementado el servicio de taxi porque, ante la falta de dinero, la gente prefiere tomar el servicio de transporte colectivo. 

 

 

 

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Israel dejó la Ruta 15 pues sus ganancias cayeron drásticamente  

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Óscar Villazana se dirigía a llevar un servicio de taxi a la colonia Antonio Barona de Cuernavaca cuando fue sorprendido por personal de la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT), que le marcó el alto para acusarlo -afirma- de dar servicio de transporte  colectivo, por lo que su vehículo fue trasladado al corralón y a él le fue impuesta una multa.

Sobre los hechos ocurridos ayer en la mañana cuenta que en la avenida Vicente Guerrero fue abordado por tres jóvenes que le pidieron el servicio a la colonia Antonio Barona, pero una cuadra adelante fue detenido en un operativo que realiza la SMyT para verificar que los operadores del transporte público usen cubrebocas para evitar posibles contagios por el covid-19.

Asegura que él y los pasajeros llevaban puesto el cubrebocas, por lo que no había motivo para detenerlo, sin embargo, el argumento que le dio el personal de la Secretaría de Movilidad es que ofrece servicio de taxi por 10 pesos por pasajero, es decir reúne a varias personas que van a un mismo lugar y cobra menos que el costo del viaje normal.

De acuerdo con Óscar, los tres pasajeros afirmaron que tomaron el servicio de taxi normal, pero su versión no fue creíble para el personal de supervisión, por lo que fueron bajados del vehículo para que éste fuera trasladado al corralón.

“Yo no sabía por qué me detuvieron pero me llevaron al corralón y allá me dijeron que tenía que pagar 17 mil pesos y con el 50 por ciento de descuento la multa quedaba en ocho mil pesos. Entonces le hablé por teléfono a mi tía que trabaja en gestoría y se arreglaron con ella, y terminé pagando seis mil pesos; solo así me entregaron el carro, si no se quedaría ahí hasta el lunes”, contó el chofer de taxi.

Aseguró que alrededor de la una de tarde pagó la multa de seis mil pesos en la Secretaría de Movilidad y una hora después le entregaron su vehículo para seguir trabajando.

 

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Hay jornadas de trabajo en las que no sale dinero para llevar a casa, lamenta Emilio.

Desde que empezó la contingencia sanitaria por el Covid-19 (marzo pasado), Emilio Gama registró una disminución del 70 por ciento en el dinero que percibía como chofer de taxi.

Antes de la pandemia sus ingresos eran de 600 a 700 pesos diarios, lo que le alcanzaba para comprar comida para su familia, entregar la cuenta a su patrón y comprar gasolina para su vehículo. Hoy, si bien le va termina su jornada con 230 pesos.

Por lo anterior, afirma, hay días que entrega 100 pesos de cuenta o nada, como la única forma para poder llevar dinero para alimentar a su familia.

Su jornada laboral empieza a las seis de la mañana y termina a las cuatro de la tarde, pero en ocasiones trabaja más tiempo porque en los últimos días el precio de la gasolina alcanzó los 18 pesos por litro, cuando en días anteriores se compraba hasta en 14 pesos.

El chofer de taxi refiere que han visto mayor movimiento de transeúntes en las calles de la ciudad pero eso no se ha reflejado en el número de servicios que logra, ya que la gente prefiere usar el transporte colectivo, porque es más económico.

“Nosotros estamos sobreviviendo con el poco servicio que hay porque no hemos visto apoyos ni de dinero ni en especie, eso que nos prometieron no llegó, además, la gasolina está subiendo y cada día que pasa el dinero rinde menos; yo le ponía 150 pesos de gasolina al carro y me alcanzaba al menos para cuatro viajes y hoy ni lo del combustible se recupera porque la gente quiere viajes más baratos”.

 “Queremos que le paren a todo esto, que saquen la vacuna o algo que acabe con esta enfermedad y también que el ayuntamiento permita la apertura de negocios para que la gente pueda trabajar y tenga dinero, porque si los negocios siguen cerrados habrá más violencia y robos en diferentes tiendas”, afirma el desesperado trabajador del volante.

 

 

  

Jueves, 25 Junio 2020 04:34

Trabaja horas extras para paliar crisis

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Miguel Díaz sabe que pueden venir tiempos más difíciles y asume precauciones.

En su experiencia de 24 años como chofer de taxi, Miguel Díaz Ledezma por primera vez se ve obligado a trabajar horas extras para reponer un poco sus ingresos, seriamente afectados por la falta de pasajeros.

Mientras espera un servicio en la calle Netzahualcóyotl del centro de Cuernavaca, platica que sigue sorprendido al ver como el covid-19 ha impactado de manera negativa en la economía en Morelos y en el país y ha dejado a varias familias sin empleo tras el cierre de empresas.

Por la emergencia sanitaria, los ingresos económicos de Miguel disminuyeron en un 30 por ciento.

Antes de la pandemia el chofer de taxi tenía ingresos de 500 pesos diarios y hoy con esfuerzo apenas logra llevar 200 pesos a su bolsa.

Trabaja desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde para tener un poco más de dinero para solventar los gastos en casa, como el pago de servicios de agua y luz.

De manera personal, dice, en tiempos de pandemia trabaja más horas y hasta en su día de descanso para llevar alimento a su familia y para comprar gasolina para el vehículo, porque de lo contrario no funcionaría y es su única fuente de empleo.

Miguel ha pensado en ser más organizado en sus gastos y procura tener un “guardadito” en la casa para cualquier imprevisto.

“No debemos derrochar dinero, hay que cuidarlo pensando en que mañana pueden venir tiempos difíciles y debemos tener dinero para sostener a la familia. Por ejemplo, esta pandemia no la esperaba”, aseguró.

 

 

  

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En jornadas de trabajo de ocho horas, los ingresos apenas alcanzan para las necesidades básicas, dice Oscar.

Óscar Luis Saldaña, quien trabaja como checador de rutas desde hace 25 años, asegura que la pandemia de covid-19 está dejando grandes afectaciones económicas en las familias. En su casa, por ejemplo, por falta de dinero cambiaron la leche por el te, porque este último es económico y rinde más.

Desde su lugar de trabajo en la calle Fray Bartolomé de Las Casas del centro de Cuernavaca, el entrevistado cuenta que la afectación pegó a los concesionarios y choferes, y como consecuencia los checadores que recibían dos pesos por informar a los operadores el tiempo de diferencia que llevan respecto a otras unidades, hoy si bien les va, les dan un peso o nada.

“La pandemia nos vino a dar en la torre a muchas familias, afectó en la economía y cierre de negocios; es una experiencia muy fea y nos urge salir de esto, no podemos quedarnos encerrados en la casa porque los hijos nos piden comida”.

Óscar trabaja ocho horas todos los días y sus ingresos económicos son de apenas 80 pesos, y aunque quisiera trabajar más horas no puede porque a las dos de la tarde termina su turno.

“En estos tiempos no todos nos dan ‘mochada’ (dinero) y lo entendemos porque vemos que vienen con dos o tres pasajeros y en ocasiones el dinero no les alcanza ni para la cuenta, pero ni modo tenemos que seguir trabajando”.

Antes de que llegara la emergencia sanitaria, Óscar tenía ingresos de hasta 130 pesos al día y hoy con los 80 pesos que reúne tiene que buscar la manera de que el dinero le alcance para comprar algunos productos de la canasta básica y pagar los servicios de agua y luz.

 

 

 

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Por la emergencia sanitaria, la demanda de ese servicio bajó en un 80 por ciento, asegura Brisa.

Desde hace una semana, conductores del transporte público y privado en Morelos observaron un aumento en la movilidad de personas en las calles, sin embargo, esto no se ha reflejado de manera positiva en su trabajo, pues los servicios diarios que se solicitan son pocos.

Al respecto, Brisa Mojica, conductora de Uber y Didi, un servicio de transporte que se contrata a través de una aplicación de teléfono, señaló que por la pandemia del covid-19 el servicio bajó en un 80 por ciento.

Por la emergencia sanitaria trabaja de lunes a domingo para generar mayores ingresos económicos que le permitan pagar gastos como luz y agua, comprar combustible para el vehículo y costear el mantenimiento.

Antes de la contingencia tenía hasta 35 pedidos de viajes de Uber en un día y hoy con mucho esfuerzo realiza 15 servicios, cada uno con una tarifa que va desde los 28 pesos, de los cuales la aplicación le descuenta diez.

Brisa se afilió a la aplicación hace dos años y afirma que durante la pandemia la empresa no les brindó ningún tipo de apoyo sino que, al contrario, les informó vía correo electrónico que habrá ajuste en las tarifas. Además, desde hace más de un año los viajes tienen un precio fijo y no se cobran de acuerdo con el kilometraje.

“De parte de la empresa no hay apoyos, nos están afectando porque antes los viajes se cobraban de acuerdo al número de kilómetros y hoy si la aplicación dice que son cinco pesos, eso debemos cobrar aunque el trayecto sea largo”.

 

 

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El aumento de la movilidad ciudadana en las calles no ha significado más trabajo para los taxistas 

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Choferes de la organización Línea Victoria a veces laboran horas extras para obtener mayores ingresos.

El presidente de la organización de radio taxi Línea Victoria, Laurenciano Díaz Morales, aseguró que a raíz de la contingencia sanitaria por el covid-19, la demanda en el servicio de transporte público que ofrecen bajó en un 70 por ciento, por lo que de las 95 unidades solo 55 están en circulación.

Señaló que por la pandemia algunos operadores dejaron el taxi por cuestiones personales y para no tener contacto con pasajeros durante la emergencia sanitaria y otros porque tienen enfermedades como hipertensión y diabetes.

Para evitar posibles contagios del nuevo virus, los operadores que se mantienen frente al volante tienen la indicación de usar tapabocas y llevar en su unidad una botella de gel antibacterial para desinfectar el dinero que reciben de los pasajeros.

Además, trabajan de la mano con el ayuntamiento de Jiutepec para sanitizar todas las unidades vehiculares.

De acuerdo con Díaz Morales, por la contingencia sanitaria los operadores de taxi apenas logran realizar entre cinco y seis servicios en sus jornadas de ocho horas al día, aunque aquellos cuya necesidad económica es mayor dedican hasta 18 horas frente al volante e incluso aprovechan su hora de comida.

La organización, que opera desde 25 años, hace dos incorporó a sus unidades el Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por sus siglas en inglés) así como bloqueo de moto,r para evitar el robo de vehículos, y el botón de alerta para mayor seguridad del pasajero.

De igual manera, los choferes usan durante su jornada laboral un uniforme que los identifica con los radiotaxis Línea Victoria, además de que -aseguró-  están en capacitación constante para brindar un mejor servicio, puesto que entre sus proyectos a corto plazo está incorporar una aplicación telefónica para que sus usuarios les soliciten el servicio.

 

 

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La unidad está valuada en 196 mil pesos, cuando el mínimo que acepta la empresa es de 200 mil.

La empresa de Uber, un servicio de transporte que se contrata a través de una aplicación de teléfono, eliminó de su plataforma a María de los Dolores Fernández como conductora, porque su vehículo tiene un valor económico menor a los 200 mil pesos, por lo que ahora ella batalla para encontrar otro empleo que le permita seguir pagando la mensualidad del carro.

María de los Dolores trabajó 17 años como chofer de taxi pero al ver una disminución en sus ingresos en 2014 se afilió a la aplicación de Uber.

Empezó trabajando en la Ciudad de México y luego se mudó a Morelos, donde se mantuvo como conductora de Uber.

Por la pandemia del covid-19 tuvo que dejar el volante, porque padece enfermedades que la hacen vulnerables.

Sin embargo, para cumplir con la mensualidad del vehículo contrató a una persona como conductor en la Ciudad de México, pero una vez que el auto empezó a circular en la capital del país, la empresa le informó por correo electrónico que le había cancelado su inscripción como conductor, debido a que el valor económico de su vehículo es de 196 mil pesos y la plataforma solo admite el registro de coches cuyo valor sea superior a los 200 mil pesos.

Lamentó que lejos de recibir apoyo por parte de la empresa para hacer frente a la contingencia sanitaria, desde marzo pasado está fuera de la aplicación, a pesar de que se afilió hace seis años, por lo que ahora busca la manera de ingresar como conductor de Didi para solventar las mensualidades del vehículo del año 2017.

Mientras trabajó como conductora de Uber, afirma, hubo días en los que no hizo un solo viaje en un lapso de tres horas y desde hace dos años observó una disminución en el servicio, porque cada día hay más conductores y el mal trato a los usuarios les ha quitado clientes.

Dolores realizaba hasta 15 viajes por día pero cuando empezó la pandemia el servicio de redujo en un 40 por ciento.

 

 

 

Miércoles, 17 Junio 2020 02:33

Se incrementa el pasaje en “rutas”

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Pero la afluencia de pasajeros aún no es suficiente como para incrementar el número de unidades, confirma líder de Rutas Unidas.

El presidente de la agrupación Rutas Unidas, Aurelio Carmona Sandoval, afirmó que desde el lunes se registró un incremento del 10 por ciento en el número de pasajeros, sin embargo -aseguró- eso no justifica incrementar el número de unidades, por lo que se mantienen con un 40 por ciento del parque vehicular en circulación.

A pesar de que Morelos amaneció con el semáforo epidemiológico en color rojo, al inicio de la semana se observó un repunte en la movilidad por parte de la ciudadanía y un 10 por ciento de más pasajeros en el transporte público.

“Hasta el momento no hemos visto que este repunte tenga gran beneficio para los operadores porque tenemos un 60 por ciento de las unidades paradas; no hemos podido sacar más carros a las calles”.

De acuerdo con Carmona Sandoval, en cuanto se vea un aumento del 30 o 40 por ciento en la movilidad poblacional, los concesionarios podrán poner en circulación otras unidades que actualmente se encuentran paradas en la base por la pandemia del covid-19.

El líder transportista también dio a conocer que esta semana sostendrán reuniones con el titular de la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT para definir las bases para la entrega de vales de gasolina a los operadores de rutas, para hacer frente a la emergencia sanitaria.

De igual manera, confirmó que las 900 rutas afiliadas a esta agrupación reciben sanitización todos los días, para ayudar a combatir el virus, y los operadores tienen la indicación de utilizar cubrebocas y gel antibacterial, porque de lo contrario pueden ser acreedores a sanciones económicas por parte de la SMyT.

A la fecha, dijo, siete operadores han sido sancionados por no usar cubrebocas.

 

 

 

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Registran al menos 70 robos de vehículos desde que empezó la cuarentena.

En plena contingencia sanitaria por el covid-19, los conductores de Uber -un servicio de transporte que se ofrece por medio de una aplicación de teléfono- han denunciado ser blanco de la delincuencia, ya que han registrado al menos 70 robos de vehículos desde que empezó la cuarentena.

Omar Sánchez, conductor afiliado a la aplicación, refirió que han detectado por lo menos un asalto al día cometidos por usuarios que los abordan sobre las avenidas y los llevan por caminos que conducen hacia la caseta de Tepetzingo al sur de Morelos, o al poblado de Ocotepec, al norte de Cuernavaca.

Para evitar más asaltos de la delincuencia, al momento de que el usuario solicita un viaje el conductor verifica su calificación como cliente, la cual debe ser de 4.70, en una escala de uno a cinco estrellas, pues este es un indicador de ser constante en el uso del servicio.

De lo contrario, dice Omar, si la calificación es de cinco (excelente), y el usuario tiene menos de cinco viajes, no es buena señal porque significa que recién creó su cuenta y pudiera utilizarla con otros fines, como para cometer asaltos. Por eso, el conductor debe calificar con cuatro estrellas a los nuevos usuarios para dar oportunidad a las evaluaciones de otros compañeros.

“A los conductores les llega la solicitud del viaje y parece que todo está tranquilo porque hasta muestran un comportamiento amable, pero cuando llegamos a lugares poco transitados nos piden detener el coche y se lo llevan junto con el teléfono, para que el conductor no pueda reportar fácilmente el robo; nosotros decimos (que) el coche es algo material y con el seguro lo podemos recuperar pero el problema es cuando se meten con el conductor, nos golpean o nos amenazan”.

Ante ese panorama, los conductores evitan tomar viajes sobre las avenidas y buscan que de preferencia el solicitante pida el viaje desde su domicilio y así, por lo menos, sabrán a dónde ir a reclamar. De igual manera, piden a sus compañeros mantenerse en contacto y seguir su ruta del viaje.

Otra situación de violencia que vivieron los conductores de Uber ocurrió hace un par de meses cerca de la Plaza Fórum. De este evento, cuenta Omar, siete de sus compañeros estacionaron su vehículo cerca de esta plaza mientras esperaban el viaje, cuando fueron sorprendidos por varios sujetos armados que intentaron asaltarlos. Sin embargo, entre las agresiones verbales y al percatarse del movimiento de transeúntes, solo pudieron llevarse un coche.

Por el robo de vehículos han interpuesto denuncias ante la Fiscalía General del Estado (FGE) pero no han sido encontrados.

De su trabajo como conductor de Uber, señala, que se ha encontrado con todo tipo de gente, desde los que adoptan las medidas de higiene para prevenir posibles contagios del covid-19, hasta los que se niegan a creer en el virus y no hacen uso del cubrebocas porque dicen que se les dificulta respirar.

 

 

 

Domingo, 14 Junio 2020 00:54

Ven repunte en pasaje en “rutas”

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Con la posible próxima reapertura de actividades económicas, entre semana en horarios matutinos ya es mayor la afluencia de pasajeros en unidades del transporte, afirman operadores, pero en fines de semana los choferes apenas tienen alguna ganancia 

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El dirigente de la organización señala que varios operadores creían que era una enfermedad que afectaba a los ancianos.

Personal de la Dirección de Salud de Jiutepec llevó a cabo pláticas sobre las medidas de higiene básicas para evitar posibles contagios por covid-19 en el sector transporte, ya que algunos operadores de la Ruta 7 se negaban a creer en la existencia del virus.

El presidente de la Ruta 7, Noé Ramírez Salazar, informó que solicitó apoyo al municipio de Jiutepec porque algunos choferes creían que esta nueva enfermedad atacaba únicamente a los adultos mayores.

Refirió que las pláticas se realizaron en las instalaciones de la Ruta 7 durante dos días y con grupos de máximo 10 personas cuidando las medidas de la Jornada de Sana Distancia.

Ramírez Salazar aseguró que con estas conferencias los choferes hicieron conciencia sobre la facilidad que tiene el virus para entrar en el cuerpo, por lo que empezaron cumplir con las medidas de higiene, como el uso del cubrebocas. Sn embargo, admitió que hay quienes se lo quitan al salir de la base para cumplir con su itinerario.

Por lo anterior, afirmó que en caso de descubrir que alguno de los operadores no usa el tapaboca, se le niega la salida del siguiente recorrido y de ser sorprendido por las autoridades de la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT) será acreedor a una infracción.

Hasta la fecha solo uno de los choferes ha sido infraccionado y ninguno ha manifestado tener síntomas de covid-19.

El presidente de esta organización dijo que hasta el momento no han visto el incremento en el servicio de transporte de pasajeros, pero se espera un aumento para la próxima semana con la posible reapertura de otros negocios.

La Ruta 7 tiene un parque vehicular de 87 unidades y por la contingencia sanitaria solo 30 están en circulación.

 

 

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La demanda del servicio de Uber bajó en un 70 por ciento por la contingencia de salud, afirma Benito.

En diciembre pasado, Benito Osorio se registró como conductor en la aplicación de Uber porque le dijeron que los ingresos económicos son buenos, sin embargo, cuando llegó la pandemia del Covid-19 empezó a ver una disminución en el número de servicios, ya que por la contingencia sanitaria las autoridades decretaron el cierre de casi todo el comercio y la suspensión de las actividades no esenciales.

Todo eso le provocó una alta carga de estrés por la preocupación de quedarse sin empleo -ya que el Uber es su única fuente de ingresos- lo que le llevó a sufrir una parálisis facial.

“Con la contingencia me dio media parálisis facial por la preocupación y la presión de asumir todos los gastos porque traía otro coche, pero mi socio no se quiso ajustar a la nueva forma de trabajar y dejó el carro; me decía que descansemos, pero si no trabajo ¿de dónde voy a comer?”.

De su trabajo como conductor de Uber refiere que la demanda del servicio bajó en más del 70 por ciento y en la actualidad apenas consigue realizar siete viajes al día, cuando meses atrás realizaba el doble.

Benito activa su aplicación de Uber por 12 horas todos los días y a pesar de ello, afirma, que la situación económica cada día se pone más difícil y en ocasiones ha tenido que trabajar de madrugada para llevar un poco más de dinero a su casa.

Lamenta que por parte de la empresa los conductores no han recibido ningún tipo de apoyo y al contario -afirmó- les aumentaron a 16 por ciento el Impuesto Sobre la Renta (ISR) además de que les descuentan el 25 por ciento de lo que cobran por cada servicio, lo que significa que de un viaje por el que cobró 123 pesos la empresa se quedó con 44 pesos.

 

 

 

Jueves, 11 Junio 2020 04:19

Rutero gana cien pesos al día

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Debe juntar 400 de cuenta y otro tanto para gasolina.

Alfonso Cabrera Espinoza, chofer de la Ruta 17, afirma que en plena contingencia sanitaria por el Covid-19, las autoridades han dejado a colegas “a su suerte”, pues, hasta el momento no han recibido apoyos económicos o en especie.

En su caso, asegura, hay días que no obtiene ingresos ya que difícilmente logra reunir 400 pesos de cuenta y una cantidad similar para el combustible, pero agradece que su patrón es comprensible y acepta cuotas de 300 pesos para que el chofer tenga al menos 100 pesos para comer.

Alfonso empezó a trabajar como operador del transporte público en 1993 y hasta donde recuerda es la primera vez que un problema de salud pega tan fuerte a la economía, tanto que obligó a los concesionarios a detener sus unidades.

La Ruta 17, donde trabaja Alfonso, tiene un parque vehicular de 78 unidades pero todos los días once carros se quedan guardados en la base porque la demanda de pasajeros bajó en más del 70 por ciento.

Al cumplir con su itinerario, dice Alfonso, se ha percatado que las calles están vacías, pero él no puede dejar de prestar el servicio porque siempre hay una persona que necesita llegar a su destino.

Aseguró que la mayoría de los operadores tienen ingresos menores a 100 pesos diarios ypor eso necesitan de apoyos.

“Estamos sobreviviendo como podemos… lo que es un hecho es que nos traen bien cuidados (en el cumplimiento) con el uso del cubrebocas y ofrecer gel antibacterial a los usuarios, pero no hablan de apoyos”.

 

 

Miércoles, 10 Junio 2020 04:45

No puede rechazar a clientes sin tapaboca

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Los operadores de Uber mantienen medidas de higiene básicas.

Para evitar posibles contagios de covid-19 algunos conductores de Uber, el servicio de transporte que se ofrece por medio de una aplicación telefónica, han negado el viaje a usuarios que no hacen uso del cubrebocas.

Omar Ayala, conductor afiliado a la aplicación, aseguró que esta determinación es para cumplir el llamado de la empresa en la cual trabaja, cuyos directivos informaron por medio de un correo electrónico que los conductores deben tener “sumo cuidado” con las medidas de higiene básicas, como usar cubrebocas y gel antibacterial y desinfectar las unidades de manera constante.

Por lo anterior, Omar lava con agua y cloro su vehículo y ofrece a sus clientes alcohol gel para desinfectar sus manos, pero dice no puede dejar de prestar el servicio porque, asegura, en la contingencia sanitaria sus ingresos son pocos y apenas alcanza para la alimentación.

“La aplicación nos mandó un mensaje donde informa que como parte de las medidas de higiene debemos desinfectar el auto, llevar gel antibacterial y cubrebocas y evitar que los pasajeros utilicen el asiento del copiloto, pero no habló de negar el servicio a quien no use cubrebocas, yo creo que se interpretó mal”.

De manera personal cuenta que por la pandemia apenas consigue realizar 12 servicios al día trabajando hasta 10 horas de lunes a domingo. La aplicación les descuenta el 25 por ciento por cada viaje.

Afirma que en estos tiempos es poco redituable ser operador de Uber, pero admite que el escenario está más crítico para los choferes de taxi, quienes tienen que salir a la calle a buscar pasaje mientras que él y sus homólogos pueden activar la aplicación de Uber desde su casa mientras realizan otras actividades.

Para compensar su economía ofrece servicios de “uber eats” (transporte de comida a domicilio) y en sus ratos libres vende perfumes.

 

 

 

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También disminuye el número de recorridos de cada unidad.

A raíz de la contingencia sanitaria por el covid-19, la Ruta 6 modificó el horario de salidas y redujo los recorridos de cada unidad de cuatro a tres vueltas completas.
Joel Rosales, operador de la Ruta 6 desde hace 23 años, explica que por la pandemia los operadores de esta organización circulan con una diferencia de tiempo entre cada unidad que por la mañana es de 10 minutos pero por las tardes se alarga a 30. De las 55 combis con las que cuenta la organización solo 25 circulan.
Señaló que la primera salida desde la base de Acapantzingo es a las 5:50 de la mañana y el próximo vehículo saldrá cada 10 minutos de esa hora y hasta que el reloj marque las 12 del día.
Posteriormente las salidas serán cada 12 o 15 minutos y por la tarde los choferes saldrán de la base cada 25 o 30 minutos. La última combi sale a las 7 de la noche.
Joel trabaja alrededor de 14 horas todos los días porque tiene la responsabilidad de llevar dinero a casa para la alimentación de su familia y para pagar los servicios de luz y agua, sin embargo, sus ingresos son de apenas 150 pesos.
El chofer reconoce que hace unos días él y sus compañeros recibieron por parte del Sistema DIF Morelos una despensa con productos de la canasta básica como arroz, frijol, sopa y lenteja; dos bolsas de leche en polvo, latas de atún y un paquete de tostadas.
“Esta despensa es de gran ayuda porque ya tenemos para comer por lo menos una semana y afortunadamente el patrón es comprensible con la situación y no nos exige tanto; y en estos días de contingencia hemos entregado por mucho 150 pesos de cuenta, cuando en otros meses la cuota era de 600 pesos”.
Durante el día, la cantidad de pasajeros es variable, ya que en ocasiones pueden llevar hasta 17 personas en una vuelta, pero en el segundo recorrido apenas suben unos cuatro pasajeros y en la última vuelta, si les va bien, hasta 20 personas, aunque también hay operadores que circulan con los vehículos vacíos.
“La situación está crítica, pero tenemos que dar el servicio para la gente que sale a trabajar aunque hay días que no nos llevamos ni un peso tampoco podremos encontrar otro trabajo”.

 

 

 

Domingo, 07 Junio 2020 00:10

“LA ÚNICA AYUDA ES TENER TRABAJO”

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Ricardo no puede dejar el volante en la Ruta 18, porque tiene la responsabilidad de su hijo

Sábado, 06 Junio 2020 05:19

Sin opciones laborales, sigue de rutero

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José Federico, quien actualmente trabaja como chofer de la Ruta 6, tiene una experiencia de 30 años en el sector transporte y -al igual que el resto del gremio-  afirma que por la pandemia del covid-19 sus ingresos diarios disminuyeron y apenas le alcanzan para comer.

A pesar de la crisis económica que enfrenta, José Federico Covarrubias Ramírez se mantiene frente al volante porque cree que a sus 43 años no encontraría otro empleo. Además sabe que en contingencia sanitaria nadie contrata personal?

Cuenta que la demanda del servicio en el transporte público bajó a más de la mitad y los operadores pasaron de entregar 600 pesos de cuenta a 100 pesos diario.

“Hay horas muertas que van de las 11 de la mañana a las 3 de la tarde. Por ejemplo, hay días que de Subida a Chalma bajamos al centro con dos pasajeros y uno más para el poblado de Acapantzingo; esta situación está fea tanto para el patrón como para el chofer”.

Para Federico la situación económica está crítica, pues, en ocasiones se va a casa con 100 pesos y además, tiene que pagar 30 pesos diario por la tarjeta con la cual los checadores cuentan el tiempo que lleva un operador del otro.

El entrevistado señala que algunos días de plano no les conviene salir a trabajar, como el miércoles, cuando trabajó una vuelta completa y otra a la mitad, y ni así reunió el dinero para el combustible. Al final de su jornada tuvo que poner 50 pesos de su bolsa para el combustible y no entregó la cuenta.

Sobre el pago de la tarjeta, reconoce que el dinero que se junta entra a una caja de ahorro que sirve para cubrir accidentes viales y para el aguinaldo de fin de año, por lo que la debe pagar.

Sin embargo, eso reduce sus ingresos al mínimo, pero debe resistir, porque no hay otro trabajo.

 

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Aunque con menos recorridos, en OMSA Chapultepec todos los operadores tienen oportunidad de trabajar.

Al ver que sus ingresos económicos disminuyeron, Francisco pensó como primera opción dejar el volante del autobús de la empresa “OMSA Chapultepec”. Sin embargo, admite que en tiempos de pandemia difícilmente encontraría otro empleo.

Por eso se mantiene como chofer porque, dice, aunque el dinero es poco el trabajo es seguro.

Francisco Mayren Rodríguez es operador en los autobuses OMSA Chapultepec, organización mejor conocida como “Chapulines”.

Lleva 30 años dedicados al transporte público. Empezó en 1990, lavando vehículos, hasta que agarró el gusto por el volante y tuvo la oportunidad de empezar a manejar.  

Cuenta que por la contingencia sanitaria del covid-19, de las 60 unidades con las que cuenta la empresa donde labora solo 30 están en circulación, y los operadores trabajan cada tercer día, para que todos lleven dinero a casa.  

A pesar de que realizan cuatro vueltas diario, desde las 5:30 de la mañana hasta las nueve de la noche, hay recorridos en los que solo suben entre tres y cinco pasajeros.

Por cada vuelta los operadores reciben 90 pesos, es decir, por cuatro vueltas ganan 360 pesos.

La cuenta que entregan depende del conteo en el sistema de barras, pero en promedio entregan entre 250 y 300 pesos.

Francisco afirma que el dinero ya no alcanza y hay días que quisiera “estirarlo” porque se gasta rápido, principalmente en las comidas. Por suerte, dice, sus hijos ya no dependen económicamente de él y solo trabaja para los gastos de la casa, como el pago de servicios de agua y luz.

“Es triste ver la situación en la que nos encontramos porque cada día hay menos pasaje, hace años ingresábamos más dinero y hoy por la contingencia, aunque salimos de madrugada, no es lo mismo porque llevamos máximo cinco personas desde la colonia Robles hasta la Ruiz Cortinez”.

Durante su jornada laboral Francisco se protege del virus haciendo uso del cubrebocas y del gel antibacterial. Lamenta que los pasajeros no adopten las medidas de higiene, aunque dice que no puede negarles el servicio.

En la base desinfectan las unidades y limpian el pasamanos y los vidrios, porque su vehículo debe circular limpio.

De su trabajo como chofer recalca que además de enfrentarse a un posible contagio por el covid-19, está expuestos a los asaltos, principalmente en las colonias Carolina y Altavista en Cuernavaca.

“Hay gente que se sube para asaltarnos, pero no podemos denunciarlos y no queda de otra que darles el dinero”.

 

 

 

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En fines de semana también la afluencia es ligeramente mayor, reconoce Ramiro.

Por la contingencia sanitaria del covid-19, Ramiro pasó de trabajar solo de día a realizar servicios de taxi durante la madrugada y en fines de semana, ya que en la actualidad en horario diurno hay mayor competencia y poca demanda.

Ramiro González Gómez dice que por la pandemia sus ingresos bajaron en un 80 por ciento. Por eso en ocasiones empieza a trabajar a las dos de la tarde y hasta las cuatro de la mañana, para apoyar con los gastos en casa de sus papás y para la alimentación de sus hijos.

Antes de la pandemia Ramiro realizaba 50 viajes al día, pero actualmente hace entre 10 y 12 servicios, lo que le lleva a trabajar hasta 14 horas diario con ingresos de apenas 300 pesos.

Por esta razón aprovecha la gran afluencia de transeúntes de fin de semana, pues, en estos días puede ganar hasta mil pesos diarios.

Por el momento no ha pensado en dejar el vehículo, porque es su única fuente de ingresos.

Para su protección contra el covid-19, Ramiro desinfecta su vehículo todos los días. Además, durante su jornada laboral carga trapos húmedos con agua y jabón para limpiar los lugares donde tocan los clientes.

También hace uso del gel antibacterial para los pasajeros al momento de que le pagan y da el cambio.

Dice que su familia está preocupada por la situación, pero ante la falta de dinero sale a trabajar con las medidas de higiene y al regresar, antes de abrazar a los suyos, se da un baño para evitar contagios de covid-19.

 

 

 

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Iba a entrar a la universidad cuando la contingencia sanitaria paralizó las actividades académicas.

Alfonso Esaú Cabrera Torres trabaja como chofer en la Ruta 17 pero su propósito no es dedicarse al transporte público, sino que piensa continuar con sus estudios universitarios hasta ser un profesional de la computación.  

Hace seis meses agarró el volante de una unidad de la Ruta 17. Allí trabaja desde hace 25 años su progenitor, quien le contó por experiencia que el trabajo de chofer es estresante y demandante.

Sin embargo, Alfonso considera que es un ambiente agradable, por la convivencia que tiene con sus compañeros, aunque también ha conocido a pasajeros poco amigables.

“La onda es acostumbrarse al volante y que te guste el trabajo, porque algunos están (solo) por necesidad y por eso son groseros con la gente. También es mucha responsabilidad porque llevamos en nuestras manos la vida de los pasajeros”.

El entrevistado tiene 19 años de edad y cuenta que cuando estaba en el proceso de tramitar su ingreso a la universidad llegó la pandemia del covid-19, por lo que decidió aprovechar estos días para trabajar y apoyar con los gastos del hogar a su familia.

“Desde chico andaba con mi papá y me empezó a gustar el ambiente, después me enseñó a manejar y cuando cumplí la mayoría de edad empecé a trabajar, primero en la Ruta 11 y luego me cambié a la 17”.

En su camino se ha encontrado con personas amables pero también con otras que son prepotentes y que -dice- hacen enojar al chofer.

Entre sus anécdotas cuenta que hace tiempo un señor abordó la ruta en el municipio de Emiliano Zapata y pagó con un billete de 50 pesos; el chofer no tenía cambio por lo que le dijo que se lo entregaría antes de llegar a su destino.

Cuando la ruta llegó al zócalo de Jiutepec, el pasajero de manera prepotente pidió su cambio y entonces el chofer preguntó ¿de cuánto fue el billete?, la respuesta del usuario fue: “no te fijaste o qué”.

Alfonso se considera una persona amable con los pasajeros, por eso cuando sale de su casa da gracias a Dios y le pide regresar con bien porque, dice, algunos empiezan enojados y no se concentran en su trabajo.

En la actualidad por la pandemia del covid-19 el servicio de transporte público bajó en un 70 por ciento, aunque la organización para la que trabaja  tiene en circulación 68 de los 78 carros con los que cuenta.

Los choferes trabajan cuatro días y descansan tres, para que todos puedan llevarse al menos 200 pesos a su bolsa.

Alfonso empezó a trabajar como chofer del transporte público antes que llegara la pandemia, pero solo en sus ratos libres y fines de semana; en ese entonces entregaba mil 400 pesos de cuenta y hoy ésta llega a 400 pesos.

Agradece que su patrón es comprensible con la situación y busca la manera de que ambos se vean beneficiados, debido a que, afirma, otros concesionarios de plano ordenaron detener los vehículos, por los altos gastos que genera el mantenimiento.

“El jueves de la semana pasada estuvo fatal y con trabajos salió (dinero) para el diésel; no me llevé nada ni entregué cuenta pero mi patrón es comprensible y pues mejor le pusimos diésel al carro, porque tiene que circular para tratar de reponer lo de la cuota”.

Los operadores de la Ruta 17 realizan tres vueltas (recorridos completos por el trayecto concesionado) y  algunos empiezan a trabajar a las 5:10 de la mañana y así cada cinco minutos; la mayoría ofrece el último servicio a las 8 de la noche.

 

 

 

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El dinero conseguido en una semana de trabajo apenas alcanza para lo básico, por lo que hay que hay que buscar alternativas, manifiesta el chofer de taxi

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El conductor reconoce que a veces solo trabaja para pagar la gasolina.

En plena contingencia sanitaria por el covid-19, gracias a que la combi de la Ruta Aliados de Morelos que maneja sufrió una descompostura que la mandó al taller José López, pudo quedarse en su casa una semana.

El chofer asegura que aprovechó para hacer las tareas del hogar como lavar su ropa y hacer comida, y aunque no pudo ahorrar dinero porque no contaba con este imprevisto, agradece contar con el apoyo de sus hijos, quienes le enviaron dinero para su alimentación.

José trabaja de seis de la mañana a las diez de la noche y señala que por la contingencia hay días que le ha tocado poner dinero de su bolsa para el combustible, para lo cual necesita 450 pesos. De cuenta entrega 350 pesos todos los días.

“Hay ocasiones que nos toca como a las gallinas, ‘salimos poniendo’, pero no hay de otra tenemos que apretarnos el cinturón porque la situación está difícil tanto para el patrón como para los operadores”.

El chofer vive solo en su casa y para no verse afectado en su economía trabaja ocho días y descansa dos. Cuando le va bien, puede reunir hasta 150 pesos en cinco vueltas completas que realiza al día, pero en caso contrario trabaja solo para la gasolina.

José tiene 63 años de edad y afirma que su estado de salud está estable y hasta la fecha no ha presentado ningún malestar, además, dice no puede dejar el trabajo porque es su única fuente de ingresos y, además porque varios choferes dejaron el carro por lo que a la fecha, de las 24 combis de la organización en la que trabaja solo 13 están en circulación.

De acuerdo con José, en la última semana han visto más movimiento en las calles pero no en el transporte público, por lo que no espera una mejoría en sus ingresos.

 

 

Viernes, 29 Mayo 2020 04:22

Taxistas, expuestos a asaltos

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Ello, y el gasto de combustible son razones para esperar el pasaje desde el sitio de radiotaxi, señala Raúl.

Raúl Almazán Nieto trabaja como chofer de radio taxi desde hace ocho años y aunque por la contingencia sanitaria sus ingresos económicos bajaron, él se mantiene frente al volante para llevar dinero a casa para la alimentación de su familia.  

El entrevistado admite que comparte gastos con su esposa, porque el dinero que gana ahora como taxista es de apenas 100 pesos al día, lejanos de la cifra de 500 pesos que reunía antes de la pandemia del covid-19.

Admite que en lugar de esperar que la clientela llegue desde el sistema de radiotaxi, podría salir a la calle a buscar pasaje, pero en tiempos de contingencia considera que no es conveniente, ya que -afirma- gastan más combustible y está expuesto a cualquier situación de violencia.

Por eso Raúl prefiere esperar en el sitio, aunque solo realice cuatro servicios durante el día.

Cuenta que ha sido víctima de los asaltos al menos en dos ocasiones; en una de ellas le quitaron el vehículo cuando circulaba sobre la avenida Universidad, al norte de la ciudad.

En la otra ocasión solo lo despojaron del dinero en efectivo. Por eso cada día antes de salir a trabajar se encomienda a Dios, para que sea la guía en su camino y lo regrese con bien a casa, dice. 

“No conviene estar dando vueltas porque la gasolina se va rápido, yo le pongo 10 litros al carro para trabajar 12 horas desde el sitio pero hay compañeros que salen a buscar pasajeros de calle y ahí se les va el combustible, también por eso algunos se desesperan y dejan el carro”.

Raúl sigue atrás del volante porque no tiene otro ingreso y porque su patrón es comprensible con la situación, y a raíz de la contingencia solo entrega 120 pesos de cuenta, 100 pesos menos que antes.

Su familia se mantiene en cuarentena y para evitar contagios del covid-19, durante su jornada laboral usa cubrebocas y gel antibacterial. Sin embargo, en caso de que el escenario se ponga más crítico ha pensado en dejar el taxi y buscar trabajo en tiendas de abarrotes en las que tenga un salario asegurado.

 

 

 

Miércoles, 27 Mayo 2020 04:18

Por temor al COVID-19 dejó el taxi

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Luis Alberto se une al clamor de apoyo para el sector transporte, ante la alerta de salud.

Para evitar posibles contagios por covid-19, Luis Alberto Méndez dejó su trabajo como chofer de taxi. El hombre se dice afortunado de tener otra fuente de ingresos que le permite llevar dinero a casa para la alimentación de su familia.

Sin embargo, pide apoyos para sus compañeros quienes, asegura, se han visto afectados en su economía desde que llegó Uber, un servicio de transporte que se ofrece por medio de la aplicación telefónica y que cobra más barato cada viaje.

Asegura que este servicio les redujo sus ingresos a la mitad.

Luis es biólogo de profesión y desde hace 19 años trabaja en una empresa que distribuye productos químicos como desinfectantes, cloro y jabón.

Como segundo trabajo manejaba un taxi por lo menos cinco horas al día, pero hace un mes lo dejó luego de que casi todo el comercio cerró sus puertas y él decidió resguardarse con su familia, pues al estar al volante ya no ganaba 500 pesos al día, como en otros meses.

Cuenta que por la pandemia su patrón le redujo la cuenta de 300 a 150 pesos diarios, pero ni así le alcanzaba el dinero, ya que además debía poner para el combustible.

Hoy, ofrece sus servicios a sus vecinos y conocidos y de esa forma evita viajar sin encontrar pasaje.

Sus servicios como chofer de taxi los brinda principalmente en Cuernavaca y sus alrededores. Actualmente la tarifa mínima es de 35 pesos pero por la situación aceptan hasta 20 pesos.

A decir de Luis Alberto además de las afectaciones que registran los operadores de taxi por la contingencia, también son víctimas de la delincuencia, ya que en los últimos tres meses tuvo conocimiento de al menos tres robos de vehículo cometidos por sujetos armados.

 

 

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Desde hace tres años los ingresos vienen a la baja con la aparición del servicio mediante app; la contingencia sanitaria terminó por agravar la crisis en el sector.

La demanda en el servicio de radio taxi “Cuernavaca Plus" transporte y mensajería, tuvo una disminución del 80 por ciento a raíz de la contingencia sanitaria por el Covid-19.

El secretario de la Mesa Directiva de esa organización, José Salgado Ricardo, informó que -como consecuencia de la pandemia- de las 50 unidades con las que cuenta la empresa solo 30 están en circulación debido a que la mayoría de los operadores entran en el rango de los grupos vulnerables.

La empresa tiene una experiencia de 20 años ofreciendo servicio de taxi en la zona metropolitana de Cuernavaca y desde hace tres años sus ganancias se redujeron en un 30 por ciento tras la llegada del servicio de transporte Uber.

Por la pandemia, los operadores de radio taxi “Cuernavaca Plus” realizan solo entre dos y tres servicios al día, ya que la mayoría del comercio está cerrado y la gente no sale a realizar sus actividades. Para compensar su economía, los choferes “levantan” pasaje en la calle.

Salgado Ricardo señaló que para evitar posibles contagios del virus todos los conductores usan cubrebocas y gel antibacterial; además, todos los días sanitizan los vehículos, porque trabajan de la mano con los gobiernos estatal y municipal para promover las medidas de higiene y evitar la propagación del covid-19.    

Lamentó que hasta el momento no han recibido ningún tipo de apoyos.

“Estamos buscando la manera de salir adelante porque ya se cumplieron casi dos meses de la contingencia sanitaria y aunque sin apoyos estamos tratando de sobrevivir con el servicio de mensajería, porque sabemos que la gente necesita hacer sus compras del supermercado o de farmacia”.

Por la falta de servicio, los operadores entregan apenas 200 pesos de cuenta.

 

 

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En ocasiones no hay ganancias, a pesar de largas jornadas de trabajo en la Ruta 8

Sábado, 23 Mayo 2020 05:17

La Ruta 20 ya solo opera con 60 unidades

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Los ingresos bajaron por la contingencia pero los choferes tienen el sueldo asegurado por cada viaje redondo que realizan.

El presidente de la Ruta 20, Martín Hernández García, solicitó a las autoridades estatales apoyos económicos debido a que por la pandemia del covid-19 se vieron en la necesidad de paralizar alrededor de 46 unidades, ya que la demanda del servicio bajó en más del 40 por ciento.

La organización cuenta con 150 operadores, sin embargo, por la contingencia sanitaria a raíz del covid-19, los choferes trabajan entre tres y cuatro días, pues solo 60 unidades están en circulación.

Por cada vuelta los operadores reciben 100 pesos.  

A decir de Martín Hernández, todos los conductores tienen su salario asegurado y el que madruga tiene la oportunidad de realizar cinco vueltas para ganarse unos pesos más. En la actualidad la primera salida es a las cinco de la mañana y la última a las nueve de la noche.

“Al parar unidades y trabajar con menos, los choferes tienen la oportunidad de llevar hasta 400 o 500 pesos, a ellos no se les paga menos porque su salario está garantizado por cada vuelta”.

Martín, quien es presidente de la Ruta 20 desde hace ocho años, señaló que por la contingencia todos los operadores están obligados a usar cubrebocas y gel antibacterial, pero en caso de descubrir que no hacen uso de las medidas de higiene son acreedores a castigos, como tres días de descanso.

En este sentido, afirmó que se han aplicado por lo menos 20 castigos a los choferes, porque en plena contingencia son ellos los que deben poner el ejemplo. Además, cuando los pasajeros abordan la unidad desde la base, en Tezoyuca, y se detecta que no llevan puesto el cubrebocas se les proporciona uno para evitar posibles contagios.

En la actualidad, dijo Martín, sale más barato detener las unidades que sacarlas a trabajar debido a que el mantenimiento que requieren los carros es costoso y cada 35 días deben revisar que estén en buen estado y si es necesario hacer cambio de aceite y balatas.

Martín empezó a trabajar en la Ruta 20, hace 20 años, y recuerda que la demanda en el servicio disminuyó desde que llegó la influenza y cuando empezaban a componerse la situación económica los maestros tomaron el zócalo de Cuernavaca.

A raíz de estos eventos el sector transporte registró afectaciones, porque las ganancias no eran las mismas y además se presentó un incremento en el precio del combustible.

“Nos podría salir más barato parar todas las unidades, que seguir trabajando, pero no podemos dejar de dar un servicio que es de primera necesidad, aunque hasta el momento no hemos recibido ningún tipo de apoyo, nosotros nos mantenemos al frente porque hay personas que lo necesitan”.

 

 

Viernes, 22 Mayo 2020 00:58

“Taxi Drive” competirá con Uber

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El servicio ofrece mayor seguridad a los conductores, asegura administrador.

Ante el incremento de la violencia a la que se enfrentan los operadores del transporte público, en Morelos surgió la iniciativa de ofrecer el servicio de taxi por medio de una aplicación denominada “Taxi Drive”.

El administrador de este servicio, José Domingo Antúnez Rogel, informó que en el estado hay un padrón de 100 conductores de taxi afiliados y distribuidos en la zona metropolitana; sin embargo, por la pandemia del Covid-19 sólo 30 están en circulación.

Taxi Drive es similar al Uber, un servicio de transporte que se ofrece por medio de una aplicación telefónica. La diferencia, de acuerdo con José Domingo, es que Taxi Drive ofrece a los conductores seguridad, con botón de pánico, y pide un cuatro por ciento de comisión.

Empezó en marzo pasado, y aunque no ha logrado concretar convenios para ofrecer sus servicios porque llegó la contingencia sanitaria, entre sus metas está efectuar acuerdos con el sector empresarial, como restaurantes y hotelería.

A decir de Antúnez Rogel, la violencia tuvo un incremento en plena contingencia, ya que en los últimos cinco días tuvo conocimiento del robo de tres vehículos en colonias de Temixco y Emiliano Zapata.

“Estamos integrando el servicio de radiotaxi, más la aplicación, porque sabemos que las personas mayores están más acostumbrados a las llamadas”.

La idea de crear Taxi Drive, dijo, surgió porque algunos conductores de Uber señalaron que esta plataforma cobra un porcentaje de comisión del 30 por ciento, y cuando el valor del servicio es alto la aplicación les quita un 40 por ciento.  

Por la contingencia sanitaria la demanda del taxi disminuyó tanto que apenas se contabilizan unos 15 servicios.

Además, los conductores de Taxi Drive pueden “levantar” pasaje en la calle.

 

 

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Por pocas ganancias, David dejó esa actividad y agarró el volante en la Ruta 11.

Hace dos meses, David Alegría Lara dejó su trabajo como checador de la Ruta 11 porque el dinero que ganaba ya no le alcanzaba para mantener a su familia y en ocasiones apenas reunía unos cuantos pesos para llegar a su casa, en Tezoyuca.

En el sector transporte lleva 12 años, tres como checador en la Base de la Ruta 11, en una labor que consiste en controlar el destino de los operadores y estar al pendiente de su salida.

Antes de la pandemia por el covid-19, su salario oscilaba entre 300 y 350 pesos en un horario de 4:30 de la mañana a las dos de la tarde, pero ante la poca demanda de pasajeros su sueldo bajó a más de la mitad.

Por ese motivo, de los 20 checadores con los que cuenta la Ruta 11, por lo menos cinco dejaron su trabajo y buscaron empleo en otros oficios.

“Varios compañeros dejaron el trabajo porque hasta el momento no hemos visto apoyos ni para los choferes, menos para nosotros que vivimos con el poco dinero que nos pueden dar los operadores”.

Para subsistir, apoya a su esposa en su negocio de lavandería donde reúnen por lo menos 200 pesos al día, lo cual alcanza para comprar verduras y productos de la canasta básica y algunos días para un poco de carne.

El lunes empezó a trabajar como operador de la Ruta 11 porque tiene la posibilidad de llevarse el carro a su casa y, aunque le debe depositar mil 300 pesos de combustible, el transporte hasta su domicilio es un ahorro.

En caso de que la situación económica se ponga más crítica, dice David, regresará a trabajar en el campo, donde empezó cuando era adolescente, pero lo dejó porque en la ruta ganaba más.

 

 

 

Miércoles, 20 Mayo 2020 04:41

Ser operador ya no es redituable: Daniel

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Por la emergencia sanitaria si acaso salen 150 pesos al día, expone el trabajador de la Ruta Interescolar.

Como chofer del transporte público, Daniel García apenas puede ganar hasta 150 pesos al día, trabajando de las cinco de la mañana a las 10 de la noche en plena contingencia sanitaria por el Covid-19.

Afirma que en la actualidad ser operador ya no es redituable, porque están expuestos a cualquier situación de violencia.

El operador cuenta que hace casi dos años -mientras circulaba por la colonia Vista Hermosa de Jiutepec- fue víctima de asalto a punta de pistola y salió herido de bala, por lo que tuvo que solicitar un préstamo para pagar la operación quirúrgica que requería, ya que el seguro de su unidad es válido solo en accidentes viales pero no en hechos violentos.

Del crédito que pidió realizaba abonos pequeños y cuando estaba a punto de liquidar la deuda llegó la pandemia, lo que ocasionó que se atrasara con los pagos.

“Dejé de trabajar más de un año porque en el asalto me dieron tres balazos, estoy vivo de milagro, pero sigo pagando la deuda; vemos que está muy difícil la situación y este trabajo cada día es más inseguro y estresante”.

Daniel García Dávila estudió una carrera técnica en biotecnología y ejerció por un año en una empresa dermatológica ubicada en Jiutepec, pero dejó ese empleo por el volante de una unidad de la Ruta Interescolar, porque las ganancias eran buenas.

Su experiencia como operador del transporte público es de 20 años. Afirma que en los últimos años la demanda en el servicio se ha ido a la baja, y con la pandemia el dinero apenas alcanza para comprar productos de la canasta básica como arroz, frijoles, huevo y tortillas.

Para compensar su situación económica, en sus días libres realiza trabajos de electricidad con sus conocidos. Aunque ha pensado en dejar el trabajo como chofer, admite que en esta situación se le complicaría encontrar otro empleo.

La Ruta Interescolar tiene un parque vehicular de 70 unidades, de las cuales solo la mitad están en circulación porque, asegura, no es costeable el mantenimiento mensual, pues tan solo para el combustible destinan de mil 300 a mil 500 pesos diarios.

“Hay algunos compañeros que no entregan cuenta porque solo sacan para el diésel y en ocasiones no nos llevamos ni un peso a la bolsa, sin embargo, aquí estamos batallando porque tenemos que llevar alimento a la familia”.

 

 

    

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Ayer le confirmaron que estaba contagiado; se alejó de la familia para evitar enfermar a más personas.

Jonathan es chofer del transporte público desde hace nueve años pero hace unas tres semanas dejó el volante porque tenía dificultad para respirar, por lo que acudió a un centro de salud para realizarse la prueba del covid-19 y ayer le confirmaron que dio positivo.

El miércoles 6 de mayo fue su último día de trabajo en la combi de la Ruta Aliados de Morelos. Ese día, después de su jornada, cuando llegó a casa empezó a sentir dolor de huesos y fiebre, y alrededor de las 11 de la noche presentó problemas para respirar.

De inmediato se comunicó con su patrón para exponerle la situación y al otro día buscó un chofer y le entregó la combi.

El 8 de mayo acudió a un centro de salud en Cuernavaca para que le realizaran la prueba de detección del covid-19. Ahí le informaron que el resultado se lo darían vía telefónica y estaría en un lapso de 72 horas, por lo que al cumplirse el plazo en varias ocasiones estuvo marcando a la línea telefónica de los Servicios de Salud de Morelos (SSM) aunque no tuvo éxito.

Fue hasta ayer domingo cuando recibió una llamada en la que le avisaron del resultado.

Para evitar posibles contagios, sus hijos se mudaron a la casa de un familiar y su esposa lo frecuenta solo para llevarle las comidas, pues, apenas ayer le confirmaron que dio positivo al virus.

Agradece que ninguno de sus cercanos ha presentado los síntomas y que su estado de salud ha mejorado, no obstante, debe seguir en aislamiento domiciliario porque en ocasiones regresan los dolores de cabeza, para lo cual le recetaron tomar pastillas de paracetamol.

Jonathan -quien cumplirá nueve años como operador del transporte público- cree que el virus lo pudo contraer mientras trabajaba en la ruta, porque ninguno de sus familiares ha sido diagnosticado como portador del covid-19.

¿Creías en el contagio del virus?

-No. Tomaba las medidas necesarias de seguridad pero no creía muy bien.

“Cuando empecé con los síntomas, creí, y esa misma noche le llamé a mi patrón para decirle que me sentía mal. No me creyó porque pensó que estaba bromeando y le dije: ‘como crees que te voy a molestar a esta hora y con cosas de gravedad’. Entonces me dijo pasa la noche y aíslate de tu familia y mañana no trabajes”.

En su defensa contra el virus, el chofer de 28 años de edad agradece que nunca ha tenido vicios como el cigarro y al contrario siempre ha sido amante de los deportes, en especial del futbol.

 

 

 

 

 

 

 

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José no deja su actividad en la Ruta 20 y se encomienda a Dios para regresar todos los días a casa con bien

Sábado, 16 Mayo 2020 00:35

La Ruta 18 busca apoyos económicos

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Juan Manuel Jaime Trelles, concesionario de la Ruta 18, señaló que hasta el momento no han recibido apoyos económicos para hacer frente a la contingencia por el covid-19, a pesar de que la reducción de sus ingresos llega de hasta un 90 por ciento.

El expresidente de la Ruta 18 dijo que “estamos en quiebra porque el servicio bajó en un 90 por ciento… nosotros no hemos parado de trabajar, seguimos prestando el servicio, aunque pocas unidades pero aquí estamos”.

La Ruta 18 cuenta con un parque vehicular de 90 unidades pero por la contingencia sanitaria solo 50 están en circulación, pues las ganancias del día son pocas y en ocasiones apenas alcanza para el diésel para lo cual necesitan mil 500 pesos todos los días, aunado al mantenimiento que deben recibir los carros.

Agregó que las reparaciones de las unidades son costosas. Por ejemplo, una llanta puede costar hasta siete mil pesos para las rutas y cuatro mil para las combis. Por eso, afirmó, la situación es desesperante al no recibir apoyos.

De los créditos que anunció la Secretaría de Economía, dijo, les prometieron apoyos de hasta 25 mil pesos pero a la fecha no hay claridad de cómo acceder a estos préstamos y aunque les proporcionaron un número telefónico para comunicarse y pedir información, al hacerlo nadie contesta.

“… con lo poco que vamos ganando en el servicio tratamos de sostener las unidades pero no es suficiente porque también necesitan mantenimiento”.

Ante esa situación, consideró que no hay otra salida más que mantener la esperanza y confianza de que en algún momento llegarán los apoyos y que el gobierno no se olvidará del sector transporte.

Por la contingencia las unidades de la Ruta 18 realizan tres vueltas y salen cada 15 o 20 minutos.

 

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La demanda de servicio disminuyó hasta en un 90 por ciento debido a la pandemia.

Por la contingencia sanitaria a raíz del Covid-19, en la actualidad de las 87 unidades con las que cuenta la Ruta 7 solo 30 están en funcionamiento, afirmó el presidente de esta organización, Noé Ramírez Salazar.

La demanda en el servicio del transporte público, dijo, disminuyó hasta en un 90 por ciento debido a que la ciudadanía dejó de realizar sus actividades desde hace un mes y esta situación repercutió de manera negativa tanto en los operadores como en los concesionarios.

En el caso de los choferes, por la emergencia sanitaria su sueldo bajó de 450 a 350 o 300 pesos al día, según las horas trabajadas. 

Ramírez Salazar es presidente de la organización desde hace seis años y también representa a 68 unidades de la Ruta 7. En entrevista afirmó que la plantilla laboral ha atendido las recomendaciones que han hecho las autoridades de la Secretaría de Salud para la limpieza y desinfección de las unidades.

En el caso de la Ruta 7, los camiones salen cada 20 minutos.

En ocasiones durante todo el trayecto apenas suben a unas 10 personas o hasta menos.

Durante su jornada laboral, los choferes deben reunir mil 30 pesos para el diésel.

Por lo mismo, actualmente hay unidades paradas en la base porque a los operadores no les conviene seguir laborando, señaló Ramírez Salazar.

Parte de su trabajo como presidente de la Ruta 7 es vigilar que todas las unidades presten el servicio en los horarios establecidos y también estar al pendiente de las quejas que hacen los pasajeros por el mal comportamiento de los choferes.

En este caso, abundó, los integrantes de la Comisión de Honor y Justicia de la Ruta 7 se reúne todos los miércoles para analizar la gravedad de la situación y cuando las faltas son menores los operadores son acreedores a sanciones como descansos hasta por dos días. En un escenario mayor se pide a los usuarios remitir sus quejas a la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT) para que allí se determine lo conducente.

“En el sector transporte hubo años donde fue de abundancia pero se ha venido en decadencia y puedo decir que nunca vimos tan poca demanda ni en temporada vacacional; espero que esto pase pronto aunque desafortunadamente los datos que nos dan las autoridades de la Secretaría de Salud no son halagadores; vamos a esperar, a ver qué pasa; ojalá regresemos pronto a la normalidad”.

 

 

 

  

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Gerardo trabaja 15 horas al día para llevar el sustento a su hogar.

Gerardo Villegas trabaja como chofer del transporte público y todos los días aprovecha hasta la última vuelta con la esperanza de encontrar pasaje, ya que en ocasiones apenas sube a 40 o 50 personas al día y algunas con descuentos del 50 por ciento porque presentan sus credenciales del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam).

Por la contingencia sanitaria a raíz del covid-19 el número de pasajeros bajó en más del 80 por ciento, por lo que en un intento de recuperarse en su economía decidió trabajar hasta 15 horas al día en una combi de la Ruta 6, porque tiene la responsabilidad de cubrir los gastos de su hogar.

En una buena jornada puede reunir hasta 150 pesos, sin embargo, en ocasiones apenas junta 70, de los cuales debe destinar un porcentaje para pagar los servicios de agua, luz y renta.

“Yo trabajo los siete días de la semana para poder llevar dinero a la casa, hay días que uno gana 150 pesos y en otros días podemos ganar 70 pesos; hay que juntar para pagar los servicios porque esos nadie los perdona”.

Gerardo es padre de dos menores y el sustento económico en su familia y por eso se ve en la necesidad de seguir frente al volante. Aunque en los últimos días ha pensado en dejar el trabajo, dice, no tendría opciones de empleo ni ganancias para hacer frente a la pandemia.

Su experiencia como operador del transporte público es de un año, por lo que, afirma, si la contingencia sanitaria se pone más crítica posiblemente deje el trabajo pero mientras tanto se protege con un cubrebocas y desinfecta sus manos con alcohol gel, ya que están en contacto con personas todo el día.

Además, realiza limpieza constate a su vehículo con cloro y agua para evitar posibles contagios del virus.  

En su equivocada opinión, la pandemia de covid-19 es como cualquier otra enfermedad pero la población está muy asustada y por eso dejó de realizar sus actividades, lo cual afecta en lo económico, pero, considera, “hay que salir adelante por la familia”.

 

 

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De más de 80 unidades de la organización, sólo operan 35.

Por la contingencia sanitaria a raíz del covid-19, los ingresos de la Ruta 11 disminuyeron en un 95 por ciento y de las 83 unidades con las que cuenta esta organización, actualmente solo 35 están en funcionamiento.

Tranquilina, la encargada de la administración, informó que las corridas de redujeron a tres y en algunos casos los choferes solo realizan una vuelta porque que es más el desgaste de la unidad que el dinero ganado y en esta época no alcanza ni para el mantenimiento mensual de los carros, para el cual destinan aproximadamente dos mil 500 pesos.

Además, para las reparaciones mayores, como la caja de velocidades el costo oscila entre 18 y 25 mil pesos. Por eso los dueños no se arriesgan a desgastar las unidades, puesto que ya de por sí solo para combustible necesitan unos 432 pesos para llenar de 21 a 27 litros todos los días.  

“Esta situación nos afecta mucho, en el caso de los choferes hay días que ponen de su bolsa para el combustible y entregan 200 pesos de cuenta; prácticamente estamos en quiebra y las unidades están paradas por el costo que representa sacarlas a trabajar cuando no hay pasajeros”, explicó.

La experiencia de Tranquilina en la administración del transporte colectivo es de 24 años, sin embargo, no recuerda una situación económica tan crítica como la que enfrenta este sector por la pandemia del covid-19.

Expuso que las temporadas bajas, a las cuales están acostumbrados, son durante los recesos escolares, como en Semana Santa, en temporada decembrina y en las vacaciones de verano, pero no se comparan con la situación actual.

La entrevistada empezó a trabajar en la administración de la Ruta 11 hace cinco años y en el último mes fue testigo del desempleo que se generó en la organización  porque, dijo, la falta de pasajeros los obligó a detener las unidades, pues no alcanza el dinero ni para el mantenimiento satelital.

A decir de Tranquilina, fueron informados sobre los créditos que ofrece la Secretaría de Economía y del Trabajo, pero depende de las condiciones de cada permisionario pues el proyecto está sujeto a aprobación.

Sobre este financiamiento les dijeron que podrían solicitar desde 30 hasta 50 mil pesos, sin intereses y pagarían hasta el cuarto mes y después les informaron que únicamente les podrían hacer préstamos de dos mil 500 pesos, de los cuales dejarían en caja 400 pesos, por lo que optaron por no tomar los créditos.

 

 

 

 

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El chofer de la Ruta 6 narra su esperanza de que las cosas mejoren.

Aunque por la pandemia, varios choferes de la Ruta 6 dejaron la combi, Chalino se mantiene al volante porque se hizo la promesa de construirle una casa a Candelaria, su mamá, a quien describe como una madre amorosa, responsable y encantadora.

Su jornada laboral es de 15 horas al día, pero ayer solo  trabajó un rato, para poder festejar el Día de las Madres con su familia. A su progenitora le obsequió un arreglo floral y unos chocolates.  

“A mi mamá siempre la llevo en mi corazón por todo el esfuerzo que hizo para sacarme adelante. Ella es mi todo, porque recuerdo que cuando era niño las láminas de la casa estaban rotas y se podían ver las estrellas; ella me decía que nadie tenía esa vista tan hermosa como nosotros. Después entendí que lo decía para consolarme”.

El entrevistado es operador del transporte público desde hace nueve años y hace unos meses estaba a punto de solicitar un crédito para construir la casa de su mamá y dejar la casa de cartón, pero entonces llegó la pandemia del covid-19 y la situación económica se complicó.

“Estaba por cazar un préstamo para hacerle una parte de la casa para que ya no se moje en estas lluvias y ya no se pudo por lo de la pandemia, pero por algo pasan las cosas. Espero que esto pase pronto (la pandemia), porque quiero que pase el resto de su vida bien, sin mojarse ni estar barriendo el agua que entra en la casa”, expresó Chalino.

Dice que el volante es una gran responsabilidad porque además del cuidado propio tiene en sus manos la vida de los pasajeros.

Por eso, afirma, ser chofer no es cualquier cosa y aunque no se necesitan grandes estudios para ser operador de este rango sí deberían ser reconocidos porque cuidan a la gente.

Chalino no terminó una carrera universitaria porque en su familia había muy poco dinero, que apenas alcanzaba para comer, pero le hubiera gustado estudiar una profesión enfocada en la electricidad.

Hace nueve años llegó a la Ruta 6 y desde entonces sus compañeros le apodaron “Chalino” porque, dice, tenía gran parecido con otro chofer al que no conoció. Hoy expresa con tristeza la situación a la que se enfrentan los trabajadores del volante que no reciben apoyos; por eso algunos dejan el carro, porque son más las vueltas que dan en la calle que el dinero ganado.

Además, porque el servicio bajó en más del 70 por ciento y si bien le va en un día puede reunir 150 pesos y en el peor de los casos se llevan a la bolsa entre 40 y 80 pesos.

“No hay empleo, la gente no sale y por lo mismo nosotros no tenemos ingresos; yo pago renta y subió la luz; tengo que hacer los pagos del banco puntuales porque no dan tolerancia y si nos pasamos suben los intereses”.

En su trabajo adopta las medidas de higiene, como el uso de cubrebocas y alcohol gel, aunque dice que no hay más protección para ellos que la bendición de Dios.

Por la contingencia pensó en viajar a Tijuana, como lo hicieron varios de sus compañeros, en busca de mejor vida, pero Chalino piensa aguantar lo más que pueda, porque está difícil cambiar de trabajo sin conocer a nadie.

 “Para ahorrar hago almuerzo y comida juntos pero algunos compañeros compran un pan y una coca para aguantar la jornada”.

 

 

 

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Asegura que los ingresos eran demasiado bajos y el horario de labores muy largo.

Ramiro Escobar dejó su trabajo como chofer de la Ruta 7 debido a que por la contingencia sanitaria a raíz del covid-19, el servicio bajó a más de la mitad y había días que apenas alcanzaba para entregar la cuenta y otro porcentaje para el combustible.

Hoy busca alternativas de empleo, porque el dinero que tenía guardado se acabó y su esposa dará a luz en tres meses. Ha pensado buscar trabajo en Tijuana, porque le dijeron allá se gana bien, pero no quiere dejar sola a la madre de su futuro hijo.

Ramiro Escobar Reina empezó a trabajar como chofer cuando cumplió la mayoría de edad, pero desde que tenía 15 años era chalán del chofer. Estudió hasta la secundaria y nunca pensó en una profesión, ya que el dinero en su familia era escaso y casi no había para comprar útiles escolares.

“No me gustaba la escuela y pues vi el lado de trabajar y cuando vi que en la ruta se gana bien, me gustó porque en días buenos nos llevábamos hasta 500 pesos”.

La última vez que Ramiro trabajó, en tres días reunió 500 pesos y entregó 600 pesos de cuenta. Actualmente se dedica a cuidar de su esposa y en su casa se apoyan con los gasto,s porque como dice el dicho “donde come uno comen dos y donde comen dos, comen tres”.

“La última vez trabajé solo para el diésel y era desde las seis de la mañana hasta las ocho de la noche, además me dio miedo seguir trabajando porque mi esposa está embarazada y no quería llegar a la casa y contagiarla”.

Unos días después de que dejó el trabajo, su patrón detuvo el camión y hace una semana encontró chofer, por lo que lo puso a trabajar.

La Ruta 7 tiene 87 unidades de las que al día de hoy solo trabaja la mitad.

Ramiro disfruta estar con su familia pero también necesita trabajar para llevar dinero a la casa, pues hasta el momento no han recibido ningún tipo de apoyos, ni económicos ni en despensas.

En estos días vive con el dinero que tenía ahorrado y para compensar la situación económica su esposa prepara bolis de sabores y los vende entre sus vecinos. Con ese dinero compran artículos de la canasta básica.

 

Viernes, 08 Mayo 2020 05:08

“No nos vamos hasta que la hagamos”

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Checador de rutas agradece a Dios por tener salud para salir a trabajar.

A las 10 de la mañana llega a su lugar de trabajo:,“la esquina del movimiento”, nombrado así por la información que cruza con sus compañeros choferes del transporte público.

Desde una banqueta ubicada en el boulevard Cuauhnahuac, en Cuernavaca, Ricardo López avisa a los choferes el tiempo que llevan uno del otro y a cambio él recibe unas monedas.

Entre peso y peso, dice el checador de rutas, se juntan hasta 100 pesos al día, los cuales utiliza principalmente para la comida y aunque sencillo, él disfruta su platillo de salchichas con huevo, puesto que, en esta situación, asegura, buscan algo que les quite el hambre aunque no los alimente sanamente.

La otra opción para comer es acudir a las tiendas donde encuentra pollo hasta en 17 pesos, porque es más barato que en el supermercado o en la pollería.

Su experiencia como checador es de 18 años, sin embargo, de este empleo no puede jubilarse porque trabaja en la informalidad.

En su memoria lleva las anécdotas vividas a lo largo de estos años en los que tuvo la oportunidad de platicar con personas de otros países, como de Italia y Francia.

Hace tres años, Ricardo agarró el volante de una ruta pero pronto lo dejó porque tuvo un accidente con un transportista, por el cual recibió una infracción por tres mil pesos, por falta de precaución al conducir.

Pese a la contingencia sanitaria por el covid-19, Ricardo no dejará el empleo, pues por su edad (58 años), difícilmente podrá encontrar trabajo y menos en esta época donde casi todo el comercio está cerrado.

“La mayoría de los que trabajamos en el sector transporte somos el frente de sacrificio y el frente de batalla porque para nosotros no hay apoyos ni con despensas, y si salimos a trabajar es porque tenemos que llevar el sustento a nuestras familias”.

Para ahorrar un poco más les pide a los choferes que lo acerquen hasta su domicilio, pues entre su lema está: “aquí estamos y no nos vamos hasta que la hagamos”.

Aunque la situación económica está difícil, él agradece a Dios tener salud y confía en que pronto regresaremos a las actividades normales.

 

 

 

Jueves, 07 Mayo 2020 04:31

Cobra menos pero no deja ir al pasaje

Lectura 2 - 3 minutos

Un taxista sin sitio relata cómo debe luchar para conseguir ingresos.

Por la contingencia sanitaria a raíz del covid-19, las ganancias del taxista  Julio Ramírez Palafox cayeron a más de la mitad, por lo que -para compensar su economía- recurre a los centros comerciales, donde -considera- podrá agarrar pasaje porque las familias realizan sus compras; sin embargo, lamenta que sean retirados de este sitio.

Lamenta que a pesar de que la situación económica está critica, los choferes de taxi se enfrenten a los oficiales de tránsito que buscan la manera de infraccionarlos o en el mejor de los casos retirarlos de los supermercados.

Julio lleva cinco años como chofer de taxi y afirma que nunca vivió una situación tan crítica, pues ni el servicio de Uber les quitó tantos clientes como la pandemia.

“Cuando llegó Uber sí nos afectó en el servicio, porque no somos de sitio, pero ahorita la situación está más dura y lo que vemos es que, por ejemplo, a los de Uber los dejan quedarse un rato afuera del supermercado y a nosotros nos quitan”.

Además, los choferes sufren por la competencia no solo de taxistas sino del servicio de transporte privado como Uber y Didi, el cual se ofrece por medio de una aplicación de teléfono. Por eso Julio aprovecha cada viaje y si el pasajero le dice que solo lleva 25 pesos -cuando el cobro mínimo es de 35 pesos- sin pensarlo dos veces los acepta.

Hasta antes de la pandemia entregaba 300 pesos de cuenta, la que hace un mes se redujo a 200 pesos, aunque en un escenario mayor pedirá a su patrón otra reducción en la cuenta, pues hay días que apenas saca para el combustible y para comer.

“Nos dicen que nos quedemos en la casa pero no dicen cómo nos van a apoyar, ni con despensas, o por lo menos que nos dejen quedarnos un rato afuera del centro comercial ya que hay días que nomás estamos dando vueltas y algunos empezamos desde las 6 de la mañana”.

De los 150 pesos que puede ganar al día, los distribuye para comprar lo básico para comer y por suerte, dice, su hija toma clases en línea. De lo contrario no sabría cómo le haría pues tendría que darle dinero para los pasajes.

A pesar de la situación, entre las metas del entrevistado está la de comprar un vehículo, para ser su propio jefe.

 

 

Lectura 1 - 2 minutos

También a los radiotaxis se les redujo el trabajo.

Hace cuatro años, José de Jesús enfrentó una crisis económica por la competencia de Uber, un servicio de transporte que se ofrece por medio de una aplicación, pero, afirma, nunca vivió una situación como ahora que el servicio bajó en un 80 por ciento a raíz del covid-19.

José de Jesús Gutiérrez Reyes es chofer de un radio taxi desde hace 15 años que, para compensar su economía afectada por la contingencia sanitaria, ofrece sus servicios “de calle” -esto es, a personas que piden la parada en la vía pública, como un taxi normal-  de los cuales realiza unos siete al día y cuatro de la central.

Además ofrece sus servicios a dos empresas ubicadas en Jiutepec para transportar a loss trabajadores hasta su domicilio.

“Ahorita, gracias a Dios, tengo trabajo en dos empresas que nos pidieron el servicio para llevar a sus trabajadores hasta su casa, porque no quieren que se vayan a contagiar si se van en la ruta; ellos nos pagan con vales y nos piden que llevemos las unidades sanitizadas, que usemos cubrebocas y gel antibacterial”.

A decir del taxista, en esta época los robos de vehículo se incrementaron, ya que la contingencia provocó el desempleo.

“La violencia se ha desatado porque hay desempleo y todo está cerrado. Eso orilla que la gente consiga (busque) dinero rápido; yo hasta el momento no he sufrido por la delincuencia porque nos apoyamos con los compañeros del radiotaxi, pero otros compañeros nos han dicho que sí les han tocado los robos”.

La organización de radiotaxis para la que labora cuenta con 120 autos, aunque algunos choferes detuvieron sus unidades para resguardarse en casa, pues padecen enfermedades como diabetes e hipertensión, aunado a que pueden pasar horas sin agarrar pasaje.

Dice que en su jornada laboral no se ha encontrado con pasajeros enfermos. No obstante, como medida de prevención hace uso constante de gel antibacterial para evitar un posible contagio de coronavirus.

 

 

 

Lunes, 04 Mayo 2020 04:51

El “Águila” no se detiene

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Ramón Jesús no deja su trabajo como operador de la Ruta 6, pues es el sustento de su familia.

Ramón Jesús, mejor conocido como “El águila”, chofer de la Ruta 6 de Cuernavaca, afirma que pese a la contingencia sanitaria por el covid-19, no dejará de trabajar, porque su familia tiene que comer.

Su nombre completo es Ramón Jesús Rosales Alanís, desconoce el origen de su pseudónimo pero sospecha que tiene relación con su lugar de nacimiento, Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México.

Hace 20 años llegó a Morelos y se incorporó en el sector transporte, primero como checador en los andenes del mercado Adolfo López Mateos (ALM) hasta que en 2014 agarró el volante de la combi.

Se distingue entre sus compañeros por su estilo casi único: es un hombre de 49 años de edad que gusta de los tatuajes, las perforaciones y usar paliacates y varias cadenas en el cuello.

El Águila asegura que mientras su patrón no le ordene detener el carro seguirá trabajando, aunque el dinero que gane sea poco, ya que por la pandemia la demanda del servicio bajó en gran porcentaje y en consecuencia la mitad de los choferes de la Ruta 6 pararon labores.

“Algunos dijeron que no les conviene levantarse a las cinco de la mañana, empezar a trabajar a las seis de la mañana y no llevarse nada de dinero a su casa. Por eso decidieron ya no trabajar”.

La Ruta 6 tiene 60 combis pero por la pandemia solo trabajan 30.

Los choferes deben entregar 200 pesos de cuenta y 400 pesos de gasolina y para ellos les quedan unos 100 pesos.

Actualmente, Ramón trabaja cuatro días a la semana y sus descansos los ocupa para estar con sus hijos, a quienes apoya con sus tareas escolares. Ellos le externan su preocupación y sus deseos de regresar a clases para estar con sus amigos.

En su día laboral su trato con los pasajeros es amable. Sin embargo -explica- lo más estresante es que la gente asuma una actitud prepotente y se enoje cuando se les olvidó tocar el timbre y en seguida quieren que el chofer se detenga para que bajen, sin esperar la próxima parada.

Por esas cosas, dice, ha recibido groserías y cuando él contesta mal lo reportan con su patrón y, en un escenario mayor, si las quejas llegan a la Secretaría de Movilidad y Transportes (SMyT), son acreedores a suspensiones de hasta un mes.

También comenta que en la contingencia los asaltos al transporte público bajaron porque no hay pasaje.

Antes eran constantes y hasta los choferes recibían agresiones físicas por no llevar el dinero suficiente a juicio de los ladrones.

“No denunciamos porque es pérdida de tiempo y no pasa nada, en algunos casos los han agarrado en el momento que se comete el asalto y a los pocos días los dejan libres”.

 

 

 

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Desde hace un mes, el servicio de transporte de pasajeros está paralizado, asegura Jorge

Jorge Eduardo Bravo es conductor de Uber, un servicio de transporte privado que ofrece por medio de una aplicación de telefonía celular; sin embargo, afirma que desde hace un mes no realiza un solo viaje, porque la oferta es mucha y los clientes son pocos, por lo que decidió ofrecer servicio a domicilio.

Aunque su familia le pide no exponerse al ambiente externo porque el virus anda en todos lados, él dice que no puede dejar de trabajar, porque tiene una hija de 10 años que depende de él y el Uber es su única fuente de ingresos.

El hombre, de 52 años de edad, cuenta que a consecuencia de la pandemia, actualmente se puede ganar hasta 500 pesos al día trabajando con clientes frecuentes, a quienes les hace las compras del supermercado, medicamentos y más. De lo contrario, no tendría dinero que llevar a casa, ya que hay días que espera hasta dos horas y no tiene servicios.

En 2015 concluyó su trabajo en el servicio público y por meses estuvo buscando empleo, sin éxito, así que decidió probar lo que en ese entonces era la novedad: el servicio de Uber. Cuando inició, las ganancias eran buenas, y había mayor seguridad que en el servicio de taxi.

“Es un trabajo noble. Ahorita nos va mal por la contingencia, pero hay días que podemos ganar hasta 500 pesos libres, trabajando unas 10 horas al día”. 

A decir de Jorge, hay días que activa sus servicios en la aplicación, pero pasan hasta dos horas sin que le llegue un viaje. Por eso optó por ofrecer servicio en redes sociales, de los cuales, al día reúne unos 20 y, en ocasiones, también hace viajes hasta Toluca, Estado de México.

En este trabajo también ha tenido malos ratos, pues le han tocado pasajeros que se van sin pagar, y cuenta que sus compañeros han sido víctimas de asaltos; por eso, él rechaza viajes que son largos y cuando detecta que el usuario es cliente nuevo en Uber, porque –dice- son los más peligrosos.

Para hacer frente a esta situación, junto con sus compañeros crearon un grupo de WhatsApp para mantenerse en contacto, ya que algunos han sufrido asaltos en colonias como Lázaro Cárdenas, en Temixco, y en colonias de Cuernavaca.

“Yo prefiero ofrecer el servicio por las redes sociales, porque hay mucha gente que no puede salir y necesita que alguien le haga sus compras, pero también he visto que muchos no respetan la cuarentena y andan en la calle; algunos hasta en bares que están abiertos, como en Ocotepec y Ahuatepec (norte de Cuernavaca)”.

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Un conductor de Didi explica los daños que causó la pandemia a su oficio.

En plena contingencia por el Covid-19, Luis Alberto Álvarez aumentó sus horas de trabajo como conductor de Didi -un servicio de transporte de personas que se ofrece por medio de una aplicación- porque como esposo tiene la responsabilidad de llevar dinero a casa.

Para él las horas buenas son durante la madrugada, pues por la tarde tiene mayor competencia.

Antes de que llegara la pandemia realizaba por lo menos tres viajes por hora pero actualmente apenas llega a uno en el mismo lapso, por lo que trabaja hasta 18 horas.

Luis Alberto empezó como conductor de Didi en noviembre pasado; antes trabajaba para la aplicación de Uber. En su jornada laboral, si le va bien, reúne de 800 a mil pesos al día y de ese total le corresponden entre 400 y 500, pesos los cuales ocupa para la gasolina y para comprar comida.

Empieza su labor por la tarde-noche y durante la madrugada, porque en esas horas encuentra más servicios principalmente de personas que salen de hospitales, de velorios y hasta algunos que se fueron de fiesta. 

-Entonces, ¿hay quienes no dejan la fiesta?

“Pues hemos visto que hay trabajo en el día pero hay muchos conductores, hay más competencia, por eso prefiero trabajar de noche y es cuando encuentro servicios de gente que salen con amigos a fiestas, personas que están en hospitales o velorios”. De estos últimos servicios realiza por lo menos tres a la semana. 

Afirma que no tiene miedo al virus porque está bien informado sobre las medidas que deben seguir para evitar un posible contagio.

No obstante, tiene conocimiento de algunos compañeros que por temor al covid-19 bajaron a los pasajeros que estornudaron durante el trayecto.

Otros, para evitar esos momentos incomodos, cuando estornudan dicen que es consecuencia del cambio climático (sic). 

Por el momento no ha pensado en dejar su trabajo debido a que es su única fuente de ingresos. Sin embargo, en un escenario más crítico trabajará únicamente con clientes frecuentes.

“Está complicada la situación económica porque se detuvieron las clases y bajó la demanda en el servicio, debido a que algunas empresas dieron a sus trabajadores la oportunidad de realizar sus labores desde casa y desde entonces hay poca gente en las calles”.

 

 

Jueves, 30 Abril 2020 04:12

“No estamos para escoger pasajeros”

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Chofer de la Ruta 3 narra sus angustias ante los efectos económicos de la cuarentena.

En plena contingencia por el covid-19, dice José Antonio, los choferes no está en condiciones de escoger a los pasajeros. Sin embargo, les piden adoptar las medidas de higiene dictadas por las autoridades de Salud, como usar cubrebocas y hacer uso del gel antibacterial, porque todos están expuestos a un posible contagio.   

José Antonio González empezó como checador de rutas y hace seis años agarró el volante de una unidad de la Ruta Tres. Afirma que desde que llegó la pandemia por el coronavirus todos los días limpia su unidad con cloro y jabón, pero lamenta que los pasajeros no usen el gel antibacterial ni el cubrebocas. Aunque, dice, tampoco los puede obligar ni negarles la entrada porque en esta situación no están para escoger.

José no se ha quedado sin empleo porque sus patrones han aguantado la crisis económica. No obstante, afirma que si el panorama se pone más crítico será necesario detener los carros, ya que este sector no recibe ningún tipo de apoyos ni con despensas.  

En su jornada laboral se ha encontrado con gente de buenos pensamientos, que entiende la situación económica a la que se enfrentan por el covid-19, y le han dejado algunas monedas de más, como propina.

Cuenta que la pandemia ha dejado afectaciones económicas tanto al chofer como al patrón, porque de mil pesos que reune al día, entrega 200 pesos de cuenta; 700 pesos de combustible y le quedan 100 pesos para él.

En los días en que le va bien se puede llevar hasta 200 pesos, pero también hay días que no se lleva ni un peso y para ahorrar dinero evita comer en la calle. Antes gastaba hasta 50 pesos en comida pero hoy prefiere desayunar en casa y llegar a cenar.

“El patrón entiende que la situación está difícil y algunos días no nos pide la cuenta, porque sabe que hay ocasiones que por más vueltas que demos, apenas llevamos unos 15 pesos”.

Juan realiza cinco vueltas (trayectos redondos) todos los días, una menos que en meses pasados. En una subida y bajada recoge entre cinco y 10 pasajeros y en las horas muertas apenas suben dos personas.

Su competencia son los choferes de las Ruta 12 y 1, pero ellos tampoco agarran muchos pasajeros.

Actualmente solo circulan entre 20 y 22 unidades de los 49 carros que tiene la Ruta 3, debido a que algunos se fueron por la poca demanda en el servicio por la contingencia sanitaria y la otra mitad porque los patrones detuvieron las unidades.

El entrevistado explica que trabajaba entre cinco y seis días a la semana pero con la contingencia solo le dieron cuatro días en el mismo periodo.

Ha pensado en buscar otro empleo, como le hicieron sus compañeros, algunos de los cuales ahora se dedican a pintar casas o barrer terrenos para tener otra fuente de ingresos.

“Hasta ahorita he visto que algunos choferes se bajan de los carros porque les cae otro trabajo y pues ellos tratan de aprovechar. No me imagino la situación de los compañeros que ya tienen familia, para ellos debe ser más difícil porque tienen la responsabilidad de llevar dinero, yo por suerte, vivo en casa de mis padres”.

 

 

 

Domingo, 26 Abril 2020 02:42

“Los más afectados somos los choferes"

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En tres vueltas al día, en ocasiones sólo sale para entregar la cuenta y pagar el combustible, dice Reynaldo, operador de la Ruta 7

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