Iba a entrar a la universidad cuando la contingencia sanitaria paralizó las actividades académicas.
Alfonso Esaú Cabrera Torres trabaja como chofer en la Ruta 17 pero su propósito no es dedicarse al transporte público, sino que piensa continuar con sus estudios universitarios hasta ser un profesional de la computación.
Hace seis meses agarró el volante de una unidad de la Ruta 17. Allí trabaja desde hace 25 años su progenitor, quien le contó por experiencia que el trabajo de chofer es estresante y demandante.
Sin embargo, Alfonso considera que es un ambiente agradable, por la convivencia que tiene con sus compañeros, aunque también ha conocido a pasajeros poco amigables.
“La onda es acostumbrarse al volante y que te guste el trabajo, porque algunos están (solo) por necesidad y por eso son groseros con la gente. También es mucha responsabilidad porque llevamos en nuestras manos la vida de los pasajeros”.
El entrevistado tiene 19 años de edad y cuenta que cuando estaba en el proceso de tramitar su ingreso a la universidad llegó la pandemia del covid-19, por lo que decidió aprovechar estos días para trabajar y apoyar con los gastos del hogar a su familia.
“Desde chico andaba con mi papá y me empezó a gustar el ambiente, después me enseñó a manejar y cuando cumplí la mayoría de edad empecé a trabajar, primero en la Ruta 11 y luego me cambié a la 17”.
En su camino se ha encontrado con personas amables pero también con otras que son prepotentes y que -dice- hacen enojar al chofer.
Entre sus anécdotas cuenta que hace tiempo un señor abordó la ruta en el municipio de Emiliano Zapata y pagó con un billete de 50 pesos; el chofer no tenía cambio por lo que le dijo que se lo entregaría antes de llegar a su destino.
Cuando la ruta llegó al zócalo de Jiutepec, el pasajero de manera prepotente pidió su cambio y entonces el chofer preguntó ¿de cuánto fue el billete?, la respuesta del usuario fue: “no te fijaste o qué”.
Alfonso se considera una persona amable con los pasajeros, por eso cuando sale de su casa da gracias a Dios y le pide regresar con bien porque, dice, algunos empiezan enojados y no se concentran en su trabajo.
En la actualidad por la pandemia del covid-19 el servicio de transporte público bajó en un 70 por ciento, aunque la organización para la que trabaja tiene en circulación 68 de los 78 carros con los que cuenta.
Los choferes trabajan cuatro días y descansan tres, para que todos puedan llevarse al menos 200 pesos a su bolsa.
Alfonso empezó a trabajar como chofer del transporte público antes que llegara la pandemia, pero solo en sus ratos libres y fines de semana; en ese entonces entregaba mil 400 pesos de cuenta y hoy ésta llega a 400 pesos.
Agradece que su patrón es comprensible con la situación y busca la manera de que ambos se vean beneficiados, debido a que, afirma, otros concesionarios de plano ordenaron detener los vehículos, por los altos gastos que genera el mantenimiento.
“El jueves de la semana pasada estuvo fatal y con trabajos salió (dinero) para el diésel; no me llevé nada ni entregué cuenta pero mi patrón es comprensible y pues mejor le pusimos diésel al carro, porque tiene que circular para tratar de reponer lo de la cuota”.
Los operadores de la Ruta 17 realizan tres vueltas (recorridos completos por el trayecto concesionado) y algunos empiezan a trabajar a las 5:10 de la mañana y así cada cinco minutos; la mayoría ofrece el último servicio a las 8 de la noche.