Edgar Palacios Pallares trabaja desde hace dos meses y medio como repartidor de comida por medio de la plataforma en línea de “Rappi”, pero su medio de transporte es una bicicleta porque el dinero no le alcanza para comprar una motocicleta.
Cuenta que por la pandemia del covid-19 se vio obligado a dejar su anterior empleo de garrotero en un restaurante de una tienda departamental, porque tras la contingencia sanitaria la mayoría de los empleados fueron enviados a resguardo domiciliario.
“Por la pandemia cerraron el establecimiento y después ya no me dieron ganas de regresar. Decidí probar otro empleo y aquí no me va tan mal aunque es un poco arriesgado porque puedo sufrir accidentes viales, pero siempre manejo con el casco y con precaución”.
Señala que trabaja ocho horas todos los días para apoyar con los gastos a sus papás y también porque quiere ahorrar dinero para continuar sus estudios universitarios, ya que ante la falta de recursos económicos en su familia con esfuerzo logró terminó la preparatoria, pero su sueño es estudiar ingeniería civil.
De su trabajo dice que hay días en los que le va bien y sus ingresos son de hasta 500 pesos diarios, sin embargo, hay otros en los que apenas obtiene 300 pesos en ocho horas de trabajo.
Edgar espera todos los días afuera de una plaza en Cuernavaca y entrega pedidos a diferentes colonias como Ciudad Chapultepec, en la avenida 10 de abril y Sumiya.
Ayer decidió “hacer base” en el zócalo de Cuernavaca donde según le dijeron sus compañeros puede tener más servicios de comida para llevar y generar más ingresos.