Antonella Ladino
De rutero a chofer de Uber
El cambio le ha permitido enfrentar la caída de pasajeros en el transporte colectivo.
César es chofer de la Ruta 15 pero tras la contingencia sanitaria causada por el covid-19 dejó el camión en el taller y actualmente trabaja como chofer de Uber, porque como padre tiene la responsabilidad de mantener a su familia.
Hace cuatro años empezó como chofer del transporte público en la Ruta Interescolar y hace seis meses se cambió a la Ruta 15. Sin embargo -por la pandemia- en la ruta hay horas buenas y otras en las que de plano no llevan ni un pasajero.
Si le va bien, en una vuelta puede juntar hasta 300 pesos, pero necesita unos 700 pesos para el combustible y 300 para entregar la cuenta al patrón.
César cuenta que a raíz de la contingencia hubo días en los que no se llevó ni un peso a la bolsa Y por eso decidió echar mano de su carro particular y ofrecer servicios de viaje por la aplicación de Uber.
En la ruta las horas buenas son de seis a siete de la mañana, luego baja y alrededor de las 10 de la mañana el servicio se compone un poco pero vuelve a bajar.
En cambio como operador de Uber de las ocho de la mañana a la una de la tarde realiza hasta 10 viajes cuyos costos van de 28 a 50 pesos pero, dice, es dinero asegurado.
Su esposa e hijos se resguardan en casa y aunque él no puede dejar de trabajar antes de estar con su familia se cambia de ropa y lava sus manos para evitar posibles contagios.
De sus viajes como Uber lo han abordado personas que salen del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por lo que como chofer adopta las medidas básicas de higiene: usa cubrebocas y gel antibacterial, porque está en contacto con personas por varias horas, no obstante, lamenta que no todos los pasajeros tomen la situación con seriedad.
La actitud de los pasajeros es similar a lo que vive en el transporte público y asegura que algunos se han bajado de la unidad porque se molestan cuando el conductor les pide hacer uso del alcohol gel.
En los últimos días le tocó trasladar a unas 30 personas de la tercera edad.
Ha pensado en dejar la ruta y dedicarse al Uber porque, dice, el trabajo en ruta es pesado y en estos días apenas sale para comprar gasolina pero no para comer, además de que las 63 unidades de la Ruta 15 actualmente solo están en circulación unos 24 camiones.
Ruteros se hacen taxistas para tratar de sobrevivir
En el taxi se gana un poco más, comparte Juan.
La contingencia sanitaria implementada por el covid-19 ha dejado un impacto negativo en la economía, por lo que en el sector del transporte los choferes cambiaron la ruta por el taxi, debido a que las ganancias no son como antes y en ocasiones apenas alcanza para la cuenta y el combustible.
Juan, chofer de la Ruta 13, cuenta que desde hace un mes la demanda en el servicio bajó a menos de la mitad, por lo que muchos de sus compañeros dejaron el camión y buscaron empleo en un taxi porque, según dijeron, se gana un poco más; ellos tendrán la oportunidad de regresar porque su relación laboral quedó en buenos términos.
El entrevistado cuenta que su experiencia frente al volante es de 13 años y la convivencia con su familia es poca porque su horario de trabajo empieza desde las 5 de la mañana y concluye hasta las 10 de la noche. Sin embargo, asegura que la pandemia por el coronavirus han reforzado la unión familiar.
Actualmente trabaja de dos a tres días a la semana y ocupa su tiempo libre para hacer la tarea y jugar con sus hijos; también se dan tiempo para hacer aseo en casa y hasta para ver un rato la televisión.
Tiene cuatro hijos, entre ellos, un bebé de apenas dos meses y aunque la situación económica está difícil porque en la semana gana apenas mil 500 pesos, no pierde la fe y señala que todos estamos en las manos de Dios.
Juan comparte el tiempo con sus pequeños porque quiere ser un ejemplo a seguir, por eso les pide aprovechar sus estudios, ya que sin preparación no es fácil encontrar trabajo.
Los días de cuarentena le sirven para descansar y entre familia preparar el almuerzo, aunque por el momento que vive, su alimentación consiste en un licuado de plátano por la mañana y más tarde un platillo de arroz, frijoles y salchichas y agua de limón con pepino.
“Decía mi abuela: primero la casa y luego la panza, para comer y sentarse en un lugar limpio”.
Por el momento piensa aguantar un poco más pero de ser necesario se acercará a alguna financiera para solicitar un crédito y hacer frente a la contingencia porque en algún momento se acabará el dinero.
Juan es hijo de un chofer del transporte público, su padre trabajó por más de 24 años frente al volante y hace cinco años se retiró y en la actualidad vende comida corrida.
Chofer de la Ruta 2 gana solo 200 pesos al día
La familia de César se mudó para evitar que él los contagie de covid-19.
César Ávila no puede entrar en cuarentena porque tiene la responsabilidad de mantener a su familia, por lo que decidió separarse de ellos mientras pasa la contingencia sanitaria implementada a causa del covid-19.
Desde hace casi un mes su esposa y sus dos hijos se mudaron a la casa de un familiar en el Estado de México, debido a que César por su trabajo está en contacto con personas casi todo el día.
Mientras lava el vehículo que maneja, cuenta que extraña a sus hijos y al mismo tiempo asegura que es mejor estar lejos para evitar contagios, ya que en su familia están viviendo “en carne propia el covid-19”, pues hace unos días su primo que vive en Canadá dio positivo al virus.
César es chofer de la Ruta 2 desde hace seis años y afirma que es la primera vez que la situación económica se pone crítica y que el servicio del pasaje baja hasta en un 60 por ciento. Trabaja de las cinco de la mañana hasta las ocho de la noche y al día apenas logra juntar 200 pesos.
Lo invade la soledad porque su familia no está con él y también se siente desprotegido.
Por la pandemia, de los 56 choferes que tiene la Ruta 2 solo trabajan 23, la mayoría en combis porque hay poco trabajo.
Ante este escenario epidemiológico, los operadores de esa organización tienen la opción de trabajar o descansar y si descansan no habrá sueldo.
“Muchos piensan que el transporte es un gran negocio pero ya no, cada día vemos la situación más difícil, si el patrón y yo nos llevamos 200 pesos ya fue mucho. Además, el patrón paga 150 pesos por cada tarjeta (para registrar los recorridos) y si los carros necesitan mantenimiento es otro gasto; esto ya no sale pero tenemos que aguantar”.
César aconseja a sus hijos continuar sus estudios para mejorar su calidad de vida, porque el trabajo de un rutero es cansado, demandante y sin prestaciones, nivacaciones y menos cuentan con seguro social.
Rutero dice no temer al covid-19
"Los mexicanos somos valientes y aguantamos todo", dice José.
"Los mexicanos somos valientes y aguantamos todo", dice un chofer de la Ruta 5 que afirma no tener miedo de un posible contagio por el covid-19.
José Sotelo Díaz es operador del transporte público desde hace 13 años; durante su jornada no usa cubrebocas ni guantes y tampoco teme al contagio. Sin embargo aplica medidas de protección en su vehículo y todos los días desinfecta los asientos y pasamanos, para evitar la propagación del virus.
Por la contingencia sanitaria la demanda en el servicio bajó en un 50 por ciento en el caso de la Ruta 5, aunque en otras rutas la caída va hasta en el 70 por ciento y actualmente solo circula la mitad del parque vehicular en el estado.
El chofer de la Ruta 5 cuenta que de ganar 400 pesos o más diario, hoy lleva 80 pesos a casa porque al estar casi todo el día en la calle tiene que comprar comida en la cual gasta entre 100 y 120 pesos al día.
Tiene cuatro hijos pero no recibe apoyo económico de ellos porque cada uno formó su familia y tiene sus propios gastos, aunque dice que en el pedir está el dar.
En la empresa le dieron cubrebocas y guantes pero no los usa de manera constante porque es incómodo.
"El gobierno da pero no gratis, hay que pensarlo bien para pedirle; mientras hay que aguantar porque nos tocó vivir esta situación y nos tocó trabajar aquí, hay que aguantar".
El chofer de 58 años no tiene miedo al contagio pues no ha conocido algún caso de infectados y solo ha escuchado lo que se dice en los medios de comunicación y porque, considera, los mexicanos somos valientes.
Pega crisis a conductores de Uber y Didi
Sufren choferes de Ruta 13 por reducción de ingresos
Sin embargo, en esa agrupación reciben un salario y no deben batallar para reunir “la cuenta”.
Ante la contingencia sanitaria implementada por el covid-19, los choferes de la ruta 13 señalaron que enfrentan una situación difícil, pues su salario disminuyó en un 40 por ciento.
Mario, chofer desde hace 20 años, contó que desde que llegó la pandemia al estado su sueldo bajó y además desde hace unas semanas trabajan solo entre tres y cuatro días a la semana.
“Aquí trabajamos un día sí y otro no, en ocasiones a algunos les toca trabajar tres días, pero como tenemos barras checadoras en los carros pues nuestro salario está asegurado, (pero) sí nos afecta esta situación porque no nos pagan lo mismo que ganábamos antes”, contó Mario.
Consideró que la situación está más difícil para otros compañeros porque a algunos, según le dijeron, no les sale ni para la cuenta y su jefe no las perdona, aunado a que deben pagar el combustible y las tarjetas. Por eso la mayoría de las unidades están paradas.
Señaló que de las 90 unidades con las que cuenta esta agrupación de transports solo 35 están en operación debido a que bajó la demanda en el servicio y hay horas en las que no hay pasajeros, y en las vueltas suben apenas unas cinco o siete personas.
Uno de sus compañero -que al momento de la entrevista estaba en su día libre- afirmó que su trabajo es fácil porque tiene experiencia de más de 23 años frente al volante, pero aunque hasta la fecha ha librado golpes al vehículo, no ha podido ser así con el golpe económico.
Él reconoce que la situación no es la mejor pero agradece a Dios que tiene trabajo ya que, dice, algunas personas fueron despedidas de su empleo por falta de recursos para el pago de nómina.
Se dice orgulloso porque lo poco que gana al día le ha servido para llevar alimentación a su familia.
Taxistas del ALM sufren por la falta de pasajeros
Costos del servicio disminuyen ante la escasa demanda, admiten.
En el primer andén del mercado Adolfo López Mateos lucen largas filas de taxis en espera de conseguir pasaje, pero el servicio cada día va a la baja. Desde las siete de la mañana los trabajadores del volante llegan a buscar lugar, pero la mayoría no logra sacar ni lo de la cuenta.
Juan es chofer de taxi desde el 2006 y afirma que la situación económica es crítica, como no se había visto en otros años. Pese a vivir este escenario, asegura que no dejará de trabajar pues tiene la responsabilidad de mantener a sus dos hijas, de tres y seis años.
- ¿A dónde la llevo, amiga? Preguntan los choferes.
-Hábleme fuerte, solo dígame su dirección, dice el conductor de atrás con dificultad para escuchar.
En esta larga fila los taxistas pelean el pasaje porque desde hace un mes no encuentran una salida tras la contingencia sanitaria causada por el coronavirus.
Juan afirma que este sector enfrenta una crisis económica y la gente se aprovecha de la desesperación de los taxistas, y piden tarifas más bajas, cuando la mínima es de 35 pesos, o se van por el servicio de Uber, porque es más económico.
Como ejemplo, dice, un viaje del mercado más grande del estado a la colonia Villa Santiago -al norte de la ciudad- se cobra a 80 pesos y todavía la gente pide rebajas de hasta 30 pesos.
“Muchos para no estar estacionados tanto tiempo tomamos el servicio por 30 pesos, pero después tardamos hasta cuatro horas para encontrar pasaje. Hace rato llevé a unas personas a La Estación y de regresó no agarré pasaje, mejor me vine a plantar otra vez aquí”, cuenta Juan.
Hasta hace unos meses en un día podía juntar hasta 750 pesos, de ahí descontaba la cuenta y la gasolina, y libres para él quedaban alrededor de 250 pesos. Hoy gana máximo 100 pesos.
Juan trabaja todos los días, así que su semana sale con 700 pesos, los cuales entrega a su esposa para que administre los gastos y compre la comida, porque antes de salir a trabajar desayuna en casa y espera a llegar para poder comer-cenar.
Tiene dos hijas mayores de edad, una de las cuales trabaja y apoya con los gastos de la casa pero, a decir de Juan, no alcanza, pues su sueldo es poco y se deben pagar servicios.
-Entonces, ¿no tiene miedo de un contagio?
No, aunque creo que estamos contagiados pero de tantas noticias que pasan en la televisión, y si lo tuviera no puedo dejar el trabajo porque no tengo otros ingresos.
El ingreso como checador le permite aportar a su hogar
Su trabajo es contar el tiempo de las unidades de la Ruta 7; aspira a estudiar Medicina.
Jonny Morales aspira a ser un profesional de la salud, para contribuir con la cura de las diferentes enfermedades como el coronavirus. De manera rápida dice que le gustaría ser médico para ayudar a los demás, así como lo hace actualmente con los gastos del hogar.
Tiene 18 años y cursa el último semestre de la preparatoria pero ante la suspensión de clases por la contingencia sanitaria, decidió trabajar de tiempo completo como checador de la Ruta 7 en los andenes del mercado Adolfo López Mateos, donde empezó a trabajar hace seis meses después de sus clases.
Como hombre siente la responsabilidad de apoyar a su madre y llevar dinero a la casa, porque el sueldo de ella no alcanza para pagar los recibos de luz, agua y rent,; servicios que deben solventar desde hace 10 años tras la separación de sus padres.
Jonny tuvo una infancia complicada porque fue testigo de la violencia que vivió su madre cuando su padre llegaba en estado ebriedad. Los golpes que recibió su mamá fueron tantos que un día la mandó al hospital y después de ese episodio violento ella tomó la decisión de separarse.
"Mi mamá me dice que siga estudiando, quiere que sea un hombre de bien y que mejore mi situación económica. Yo veía cuando mi papá le pegaba cada sábado que llegaba tomado; le pegaba bien feo y mi mamá vivió 25 años con él; cada que llegaba borracho la insultaba hasta que un día la mandó al hospital y entonces mi mamá dijo que no iba a soportar más porque nosotros estábamos pequeños y lo dejó”.
La violencia que Jonny presenció con sus padres le sirvió como ejemplo de lo que no se debe hacer, por eso él piensa en ofrecer una vida diferente a sus hijos. Su progenitor les quitó la casa por lo que su mamá buscó un lugar para rentar.
Orgulloso, dice que no hay imposibles pues todo depende del entusiasmo que cada persona ponga en sus objetivos y demuestra que se puede estudiar y trabajar; su deseo es tener una mejor vida y ayudar a su familia.
Jonny gana entre mil 200 y mil 400 pesos semanales desde que empezó a trabajar de tiempo completo, mismo dinero que utiliza para cubrir los gastos de la casa.
El empleo lo consiguió gracias a un amigo que tenía "la parada", (checador) y un día le pidió ayuda a Jonny; él aceptó y luego se quedó con el trabajo porque su amigo consiguió un empleo mejor remunerado.
Cuenta que al principio fue difícil porque debe estar al pendiente de todas las unidades de la Ruta Siete, checar su tiempo y avisar al que viene atrás pero ahora se siente un profesional.
Tiene una hermana de 24 años y un hermano de 22 años. Ambos hicieron su vida cada uno con su pareja.
Líder de checadores de ruta lamenta que la gente siga en la calle
Familias toman como vacaciones la actual contingencia sanitaria, señala.
En un quizá amplio sector de la población morelense no ha quedado claro que la contingencia sanitaria implementada por el coronavirus es para resguardarse en casa y no una temporada de vacaciones, señaló José García Castillo, un checador de rutas que afirma haber visto visto a familias de hasta diez integrantes subir y bajar de las rutas para salir a pasear, mientras otros preguntan cómo llegar a los ríos de Alpuyeca, Puente de Ixtla y Amacuzac.
José lleva 27 años como checador de rutas en la calle Galeana del centro de Cuernavaca y aunque intenta hacer conciencia en la gente para que no se exponga, dice, la mayoría hace caso omiso y sale a pasear como si nada pasara.
“Yo no tengo el suficiente dinero para encerrarme en mi casa, sino estaría allá con mi familia. Aquí tratamos de hacer conciencia con la gente para que no salga pero veo que no les importa, porque hay familias enteras que se suben a la ruta; yo les he dicho que no se arriesguen y (solo) salgan a hacer sus compras necesarias pero no, no entienden”.
El también líder de la Asociación de Checadores -creada en 2007- contó que por necesidad económica se encuentra trabajando en días de contingencia, pero con las medidas de prevención personales, como desinfectarse las manos con gel antibacterial cada media hora, manteniendo la distancia de un metro y medio así como con el uso del cubrebocas.
Los choferes del transporte público han denunciado que el servicio bajó hasta en un 80 por ciento, por lo que algunos han pensado en dejar su unidad. Sin embargo, otros se mantienen a pesar de que hay días que, según ellos, no sale ni para comer.
“Los choferes me han dicho que están entregando 200 pesos de cuenta porque no tienen más, cuando en otros días entregaban hasta mil 200 pesos; nosotros también tenemos que aguantar porque sabemos que es una emergencia sanitaria”, señala José.
TRABAJAN DE LA MANO CON LAS AUTORIDADES
José García y otros 83 checadores trabajan de la mano con las autoridades cuando se trata de detener a delincuentes que abordan las unidades con la intención de asaltar.
Dice que cuando ven a un delincuente lo reportan con los comandantes policiacos para que los detengan en el camino y así han detenido a varias bandas de asaltantes.
La misma situación ocurrió con dos checadores que fueron detenidos por asalto a mano armada y están pagando una condena en el Centro de Reinserción Social (Cereso) en el poblado de Atlacholoaya.
“No les gustó seguir checando, se metieron a robar y fueron detenidos. Uno está por salir, el otro estuvo de checador y no le gustó, luego estuvo de payaso y cayó en el penal; apenas salió y lo volvieron a agarrar en Jiutepec”.
Los checadores también han recibido cursos del programa “Anfitrión turístico” de la Secretaría de Turismo para proporcionar información a los visitantes sobre los centros turísticos y culturales que ofrece el estado.
Dejará la combi para estar con su familia
DEMANDAN TAXISTAS APOYO
Los ingresos de los trabajadores del volante cayeron dramáticamente con la emergencia sanitaria; “hay días que no sale ni para comer”, señala Aurelio.
El sector transporte en Morelos ha registrado pérdidas económicas desde que llegó la pandemia del coronavirus. Por eso, Aurelio pide apoyo de los gobiernos, porque los choferes no pueden dejar de trabajar y hay días que no sale ni para comer.
Él lleva 15 años trabajando como chofer de taxi y ahora, ante la falta de apoyos del gobierno, se encomienda a Dios y le pide que la situación mejore.
“Queremos solidaridad con el sector transporte, muchos son dueños de los carros y ellos tienen su dinero asegurado, pero los empleados somos los más afectados, porque hay días que no llevamos ni cien pesos así que solo queda pedirle a Dios, porque el gobierno no apoya”, dice Aurelio.
En los 15 años que lleva frente al volante no recuerda una situación similar, ya que por muy baja que fuera la demanda del servicio, los choferes se llevaban por lo menos 400 pesos al día. Hoy, aunque trabajen todo el día apenas sale para la gasolina y la cuenta al patrón.
Su jornada empieza a las 6 de la mañana y debería terminar a las 8 de la noche pero prefiere trabajar tres horas extra y juntar el dinero que alcance para llevar a casa.
A decir de Aurelio, en las últimas semanas la demanda bajó en gran porcentaje y en un día pueden ganar hasta 350 pesos de los cuales 200 son para el patrón, 150 para la gasolina y cero pesos para ellos.
A pesar de la situación no se rinde, porque como hombre de la casa siente la responsabilidad del gasto.
“A veces no sale para comer, salimos a la calle a dar vueltas y más vueltas y la poca gente que hay no usa el servicio del taxi sino de la ruta, ya no es como antes, si acaso unas 10 personas nos abordan y es mucho”.
Para Aurelio su única protección ante el Covid-19 es la bendición de Dios.
Por la contingencia sanitaria comparte gastos con su esposa, repartidora de comida, y cuando él no lleva dinero ella compra la despensa.
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Su patrón le redujo la cuenta
Rey David lo agradece, porque mantiene el trabajo.
A Dios le pide protección en su camino, para que las enfermedades no lleguen a su familia, y a su patrón le agradece ser comprensivo, por bajar la tarifa de la cuota diaria.
Rey David Macedo Estrada no entró en cuarentena porque su responsabilidad está con sus dos hijos y su esposa.
El miedo siempre está presente en cualquier situación y no solo ahora con el coronavirus, ya que, dice, los choferes de rutas están expuestos a todo, desde accidentes viales hasta asaltos, pero si no trabaja no come.
Lleva dos años y unos meses como chofer en la empresa de transporte “Mariano Matamoros” y tras la contingencia sanitaria se previene con un cubrebocas y una botella de gel antibacterial; su familia está en cuarentena y él no, porque debe llevar dinero para la alimentación.
Rey es un chofer joven. Por eso le pide a Dios que le dé licencia para estar con su familia, debido a que de los suyos es el más expuesto a cualquier problema.
Sin dejar el volante, cuenta que la situación económica cada vez está más crítica en todo el estado porque los negocios están cerrando y la gente no sale a realizar sus actividades como en otros días; una ausencia que se percibe principalmente en el transporte público.
“En los últimos días la demanda en el transporte bajó casi en un 80 por ciento y hay días que no suben ni 100 personas a la ruta, contrario a otros meses que no hacían doble fila”.
“La gente no sale porque tiene miedo y nosotros seguimos haciendo las cinco vueltas todos los días pero sin gente, antes subían más de 200 personas y ahorita no llega ni a la mitad y por lo mismo hay días que no llevamos ni 100 pesos”, afirma.
Agradece la suerte de tener un patrón que entiende la situación y por eso redujo la tarifa de la cuota sin mandar a descansar a los choferes, porque sabe que viven al día.
De los pasajeros, dice que algunos están espantados pero la mayoría actúa normal, como si nada pasara, aunque algunos usan cubrebocas.
-¿Tiene miedo de contagiarse?
“El miedo siempre está presente pero ahorita es lo que hay, no podemos descansar porque la gente que tiene que salir busca el transporte y nosotros necesitamos dinero”.
Usuarios del transporte no utilizan el gel antibacterial
A pesar de la alerta sanitaria, Lorenzo debe salir a trabajar, pues el dinero no alcanza.
En su trayectoria de 14 años frente al volante no recuerda haber pasado por una situación económica tan dura como la que vive por la contingencia sanitaria.
Lorenzo Pérez Robles trabaja en la empresa de autobuses Ometochtli y con la llegada del Covid-19 y la suspensión de casi todas las actividades, el servicio se fue a la baja, porque el llamado de las autoridades de salud es a mantenerse en casa.
A decir de Lorenzo, a algunas personas no les importa la propagación de virus, pues no aplican las medidas de protección, ya que a pesar de que colocaron gel antibacterial en las unidades, la mayoría de los pasajeros no hace uso de este desinfectante de manos.
Dice que de 10 pasajeros que abordan su unidad solo uno usa cubrebocas y utiliza el gel.
“Todos traemos gel en las rutas pero la gente no le hace caso, pensamos que traen su propio equipo porque el que ponemos no lo agarran” afirma.
Empezó a trabajar como chofer en el 2006 y en las últimas semanas, la demanda en el servicio del transporte público disminuyó tanto que algunos choferes se ven obligados a descansar dos días a la semana.
Algunos trabajadores del volante descansan sábado y domingo, otros toman dos días entre semana porque no hay pasajeros y al día con trabajos sacan 200 pesos libres porque deben entregar la cuota de mil 200 pesos.
Ayer salió de la colonia Villa Santiago al norte de Cuernavaca, llegó a la avenida Gobernadores con ocho pasajeros y en el mercado Adolfo López Mateos bajó la última persona.
Su jornada empieza a las 5 de la mañana y termina a las 9 de la noche, pero ni trabajando 16 horas logra juntar los 500 pesos que hasta hace un mes se llevaba a la bolsa;incluso algunos de sus compañeros no completan ni para el combustible.
Ha pensado en descansar pero tiene la responsabilidad del carro y de su familia, por eso tiene que salir a trabajar todos los días, ya que su sueldo debe alcanzar para mantener a su familia.
“Mucha gente no cree en la contingencia”
José Luis trabaja más de doce horas en un taxi, y a veces sólo le alcanza para la gasolina.
José Luis Martínez sale a buscar pasaje desde las cuatro de la mañana, pero hay días que apenas sale para la gasolina y a su patrón le entrega la cuenta hasta dos semanas después. Dice que la situación cada día está más difícil, pero no puede respetar la cuarentena porque el taxi es su única fuente de ingresos.
Todos los días lava las manijas de su carro con agua y cloro, pero hay usuarios que no adoptan las medidas de prevención ante la contingencia por el coronavirus, como usar cubrebocas y cubrirse con el ángulo interno del brazo al toser o estornudar para evitar la propagación de infecciones.
Aunque él como chofer desinfecta su unidad, la gente no contribuye y además se molesta cuando les pide que se cubran al momento de estornudar o toser, por lo que en esta semana al menos cuatro personas cancelaron el servicio.
“La gente tose o estornuda y no se tapa la boca, les digo algo y se molestan y se bajan del carro con actitud de enojo; mucha gente no cree en esto, les vale y lo toman como una broma porque no tienen cultura”, expresa José Luis, mientras espera pasaje en el mercado Adolfo López Mateos.
Se niega a dejar su empleo y trabaja de las cuatro de la mañana a las ocho de la noche porque su meta es llevar por los menos 200 pesos a su casa para comprar comida.
Si bien el dueño del vehículo es comprensivo y no le exige la cuota (“la cuenta”) diario, él tiene el compromiso de entregar el dinero días más tarde por la falta de servicio.
Antes de la contingencia casi se ganaba 400 pesos al día pero hoy no le alcanza ni para comer.
Agradece que vive con sus padres y ellos reciben pensión, porque de lo contrario la situación estaría más crítica.
Sostiene que no dejará de trabajar, porque no tiene otra forma de obtener el dinero para comer, y además pide apoyo del gobierno para los taxistas, porque los patrones no pierden y los que pagan las consecuencias son los que trabajan en la calle, sin prestaciones ni seguro social, además de que los elementos de Tránsito no pierden la oportunidad para infraccionar, a pesar de la situación económica, por lo que deben pagar o de lo contrario amenazan con mandarlos al corralón.
Copiloto de rutero, porque no tiene clases
El operador lleva a su hijo a su jornada porque no hay con quién dejarlo.
El copiloto en esta unidad de la Ruta 7 es un niño de apenas siete años que viaja con su padre, José Luis Rabadán Bahena, porque ante la contingencia del coronavirus las clases se suspendieron.
Por su edad debería estar en casa, en cuarentena, porque de acuerdo con las autoridades de salud los niños y adultos mayores son los sectores más vulnerables, pero sus padres deben trabajar y no hay quien cuide de él. Por eso se levanta temprano, para acompañar a su papá en su trabajo.
El pequeño está alerta cuando los pasajeros suben y cuando llega el checador. Afirma que no tiene sueño durante el día y cuando tiene hambre su papá le compra una torta.
José Luis desea que la situación mejore pronto porque los choferes viven al día y el dinero no alcanza. Además, el pasaje disminuyó en gran porcentaje. Antes transportaban a más de 500 personas cada día y en estos días no registran ni 100 usuarios.
Por la contingencia del Covid-19 su patrón ordenó reducir de cuatro a tres vueltas, no así la suspensión del servicio, y aunque así fuera José Luis afirma que prefiere seguir trabajando porque es el sustento económico de su familia.
-Si pudiera estar en cuarentena, ¿lo haría?
“Tengo que seguir trabajando porque la familia tiene que comer y tenemos un niño que cumplirá tres años; todos necesitamos dinero para comprar comida y otras cosas”, recalca el chofer de la Ruta 7.
Para su protección lleva una botella de gel antibacterial y lava sus manos de manera constante, estos también son parte de sus hábitos diarios.
José Luis lleva dos años como chofer en la Ruta 7. Antes trabajó en la 19 y en Verdes de Morelos.
EN LAS CALLES, POR NECESIDAD
Ricardo enfrenta el coronavirus en su taxi.
Para Ricardo Zagal la pandemia por el coronavirus no es motivo suficiente para entrar en cuarentena porque él, al igual que muchos trabajadores del volante, vive al día.
Desde temprano sale a buscar pasaje en su taxi Tsuru porque el dinero escasea y hay días que no alcanza ni para comer. Ricardo Zagal Pedroza tiene 67 años de edad y sigue trabajando porque es el sustento económico en su familia.
“No estamos en cuarentena porque no hay dinero suficiente para gastar y salimos a buscar trabajo porque tenemos que comer”, afirma.
Aplaude las medidas de prevención dictadas por el gobierno federal para evitar la propagación del virus. Sin embargo, señala que no todos tienen la posibilidad de comprar cubrebocas y gel antibacterial. En su caso prefiere gastar su dinero en comida a destinar 50 pesos en una mascarilla.
Lamenta que el Covid-19 haya ahuyentado al turismo en la ciudad de la eterna primavera, lo que hizo bajar la demanda del servicio de taxi.
De los 500 pesos que gana al día, entrega 200 de “la cuenta”, 200 van para gasolina y le quedan 100 pesos para llevar comida a su casa.
Su jornada es de 12 horas y hasta el mediodía de ayer no había tenido un solo pasajero, una situación atípica en sus 45 años de experiencia.
-¿Por qué no usa cubrebocas?
“Porque no hay quien lo regale y no voy a pagar 50 pesos por uno, no voy a dejar de comer para comprar eso pero sí me lavo las manos varias veces al día”, comenta el chofer de taxi.
Hasta antes de la pandemia Zagal Pedroza ganaba 800 pesos diarios, actualmente apenas sale para la gasolina y para desayunar 'dobladitas' de 10 pesos en el puesto de la esquina.
Su familia se resguarda en su casa mientras él y su hijo recorren las calles de la ciudad buscando clientes. De los pasajeros que han abordado su unidad, asegura que ninguno ha presentado los síntomas referentes al Covid-19 y en su opinión en Morelos le temen más a la delincuencia que al coronavirus.
También Ruta de la Salud resiente contingencia
A pesar del Covid debe salir a trabajar
Eduardo Hernández no cree en la pandemia del coronavirus que ha cobrado la vida de miles de personas en el mundo, pero agradece que la contingencia ha reunido otra vez a las familias.
En su familia no conocen la cuarentena porque todos viven al día, él como chófer de taxi y su mamá tenía un negocio en el Zócalo de Cuernavaca, aunque lo cerró porque enfermó.
Tiene más de 30 años de experiencia frente al volante y afirma que el servicio de taxi se fue a la baja desde hace dos años, cuando entró al terreno del transporte el servicio por aplicación de Uber y luego Didi.
Sin embargo, considera que la crisis creció desde que llegó el Covid-19, ya que la gente no sale a realizar sus actividades y el dinero que sale al día apenas alcanza para entregar la cuota al patrón, la gasolina y para comer, no así para darse lujos como comprar ropa y zapatos.
Eduardo dice que el coronavirus dejó pérdidas en algunas familias pero también unió a otras o al menos así ocurrió en su casa, ya que él como chofer no tiene tiempo para convivir con los suyos pero ante la contingencia se guardó en casa por dos semanas. Sin embargo tuvo que salir a trabajar porque el dinero hace falta.
Todos los días desde las 7:30 de la mañana hace base en la terminal Pullman de Morelos del centro de la ciudad porque ahí llegan turistas locales y extranjeros. Sin embargo de los 40 choferes que había solo quedan ocho, pues los demás se fueron hace cuatro meses ante la poca demanda.
-¿Usted cómo se protege del coronavirus?
"Yo digo que sea lo que Dios quiera, porque no tengo dinero para ir a hacer mis compras, surtirme de comida, porque vamos al día", afirma.
El hombre estuvo dos semanas sin trabajar para estar con su familia y al tanto de la información sobre el Covid-19 pero en esos días, resalta, no vio la transmisión de algún funeral en ninguno de los países donde se propagó el virus, por eso considera equivocadamente que “es una estrategia gubernamental”.
"En las noticias nunca vi un funeral, nada serio, nada que me haga creer que se están muriendo, vi a las personas entrar y salir del hospital con cubrebocas pero no como en otros casos que pasan en las noticias los funerales, por eso pensaría que algo está planeando el gobierno y quieren distraernos, como en el tiempo del 'chuparacabras'; como una estrategia para distraer al pueblo", aseguró, mientras en los países afectados los muertos se cuentan por miles .
Eduardo se lava las manos cada hora, pero no por la contingencia, sino como parte de sus hábitos diarios, debido a que con el volante sus manos sudan; no usa cubre bocas porque de forma equivocada no cree que en la propagación del virus y además porque no ha visto personas contagiadas en ninguno de los servicio que ofreció a turistas de España, Estados Unidos, Francia y Suecia.
El jueves en todo el día ofreció ocho pasajes y ayer hasta el mediodía apenas llevaba dos. Por eso trabajó hasta las dos de la mañana, para poder llevar los alimentos a su hogar.
Ingeniero y checador
Desde hace 29 años, Tomás se mantiene activo después de obtener su jubilación como profesionista.
Tomás podría estar en su casa descansando y gozando de los beneficios que reciben los adultos mayores, pero él está activo en la vida laboral y para mantener ocupada su mente trabaja desde hace 29 años como checador de rutas.
Cada ocho minutos corre de un andén a otro en el mercado Adolfo López Mateos, en Cuernavaca, porque su trabajo consiste en anotar la llegada de cada ruta y avisar al chofer si hubo retraso, ya que de ser así debe pagar 20 pesos por minuto al chofer que viene atrás.
“Les cobran cada minuto que llegan tarde, por eso se corretean y luego tienen accidentes”, dice, y luego afirma que por su trabajo también se expone a sufrir accidentes, pero para él son gajes del oficio.
Tomás López Carvajal tiene 63 años y en unos meses cumplirá 30 años como checador de la empresa de autobuses “Chapulines”, en la que empezó en 1991, después de jubilarse en una empresa tras 20 años como ingeniero en máquinas de vapor.
Sin dejar de ver su reloj cuenta que al día toma el tiempo de llegada a 110 vehículos de la línea Chapulines, un servicio que es remunerado con al menos 500 pesos diarios; trabaja ocho horas y seis días a la semana.
Cuenta que al menos en dos ocasiones ha sido “aventado” por los camiones. Del más grave recuerda que un chofer de la empresa “Verdes de Morelos” lo aventó, por lo que pidió al rutero tener más cuidado, porque son del mismo gremio.
Tomás llegó a este trabajo luego de buscar, sin éxito, en otras empresas para continuar con su labor de ingeniero en máquinas de vapor. Expresa el gusto que tiene por su trabajo, sin embargo considera que es tiempo de jubilarse para disfrutar a sus cuatro nietos.
Hace tres años solicitó su baja en la empresa Chapulines de Morelos, pero hasta el momento no ha tenido respuesta de su jefe.
CON DESEOS DE SUPERACIÓN
Manejar autobuses de primera clase, la meta de su vida.
Joaquín empezó a trabajar como chofer en camiones de carga, carros cisterna y en taxis, pero su propósito era llegar a conducir un autobús, algo que hace tres meses logró.
En enero pasado ingresó a la línea de autobuses Transporte Unidos de Huitzilac (TUH) –propiedad de la empresa Pullman de Morelos- y su objetivo es ascender hasta llegar a los autobuses de primera clase cuyo destino es la Ciudad de México.
Sentado frente al volante, mientras recibe a los pasajeros, cuenta que empezó a trabajar en el sector del transporte cuando tenía 20 años de edad, porque su pasión siempre fue ser chofer. Por eso se define como profesional en este oficio y gustoso afirma estar libre de quejas de los usuarios.
La buena conducta en su trabajo, asegura, trae recompensas y Joaquín confía en continuar con buen historial porque su meta es pasar del TUH al Mi Bus y luego a los autobuses de primera clase.
Para lo anterior es necesario llegar a tiempo a la base, evitar conflictos con sus compañeros y estar libres de quejas de los usuarios sobre el manejo de las unidades, porque les restan puntos.
Joaquín hizo su cambio en la vida laboral porque en esos camiones que dan servicio local los choferes viven al día, sin seguro social ni prestaciones. En TUH tiene beneficios como seguro social y nómina, además trabaja cuatro vueltas al día, cada una de 2 horas y media.
Los del primer turno empiezan a las 5 de la mañana y terminan a las 18:30 horas, el segundo turno empieza a las 8 de la mañana y termina a las10:30 horas.
Hasta el año pasado su propósito era trabajar los autobuses TUH pero ya piensa en dejar el autobús ordinario con paradas continuas y ascender a otro tipo de servicio.
Caída drástica de ventas en el ALM
Desalentadores testimonios de locatarios del enorme mercado público.
Los pasillos del mercado Adolfo López Mateos lucen vacíos, los comerciantes se preguntan cuánto tiempo más estaremos en cuarentena ante la contingencia por el coronavirus y algunos señalan que pronto habrá cierres de negocios porque las ventas bajaron hasta en un 50 por ciento.
Con la preocupación de que no hay clientes, Santiago Chávez afirma que se mantendrá en su lugar de trabajo a pesar de que en los últimos días la venta de comida bajó a la mitad. Es decir, de mil pesos que vendía en un día normal hoy apenas llega a los 500 pesos.
Trabaja en un puesto de comida que lleva más de diez años ofreciendo el servicio de alimentos a los clientes y hasta antes del mediodía las charolas de comida lucían repletas de varios guisados, incluso el vaso que guarda los pápalos se mantiene lleno.
“En los pasillos todo está tranquilo, sin gente, hasta ahorita no nos han dicho si tenemos que cerrar y nosotros nos mantenemos activos mientras el mercado siga trabajando”, dice.
Él y su compañera atienden las recomendaciones de las autoridades de salud: usan cubre bocas y se lavan las manos de manera constante, además de que proporcionan gel antibacterial a los comensales, para evitar la propagación del virus.
En el pasillo de las flores ubicado en el centro comercial más grande del estado, Diego Aarón relata que su jefe ha pensado en cerrar su negocio mientras pasa la contingencia, porque no venden ni una flor y por si fuera poco apenas les cancelaron dos pedidos de arreglos florales para XV años, que se realizarían en abril próximo.
De los 30 arreglos florales perderán mil 600 pesos y tres días de trabajo.
“Las ventas bajaron, no pasa gente y la que pasa no compran, nosotros trabajamos desde las ocho de la mañana; estamos aquí varias horas y hay días que ni una flor se llevan”.
Enrique Moreno trabaja en una tienda con venta de sombreros, canastas, petates y tortilleros, y aunque en su caso las ventas bajaron en un 10 por ciento, el dinero no alcanza para pagar a los artesanos a quienes les compró sus productos. Por eso su jefe le ha planteado la idea de cerrar unos días, pero desconoce si recibirá su salario normal o le será descontado.
Ayer, señala, se vendieron cinco productos, cuando en un día normal venden hasta 200 piezas diferentes.
En este local repleto de artesanías trabajaban dos vendedores, pero solo queda Enrique porque su compañero enfermó de gripa y lo mandaron a descansar a su casa como medida de prevención.
Enrique no tiene una familia que mantener, sin embargo, debe cubrir sus gastos como renta, recibos de luz y agua y comprar comida, por lo que en caso de que el negocio cierre buscará otro empleo, porque aunque tiene miedo de contagiarse, dice, la necesidad es mayor.
“Tengo miedo de contagiarme pero si no me enfermo en el trabajo, me enfermaré de no comer”.
NUEVO, PERO SIN MIEDO
Rodrigo, un chofer recién llegado a la Ruta 19, narra su día a día.
Hace cuatro días, Rodrigo empezó a trabajar en una combi de la Ruta 19, su experiencia como chofer es poca pero sus ganas de crecimiento son muchas, ya que sueña con ser su propio jefe.
“Voy a Tetillas-Loma, ¿verdad?”, pregunta al checador, y él asiente con la cabeza.
“¿Dónde es?, recuérdame”, le dice.
Ricardo Beltrán se ve presionado porque apenas lleva unos días en Cuernavaca, pero así es el trabajo del chofer y en ocasiones se ven apurados porque la demanda es mucha, relata, mientras cambia los letreros de su unidad.
Empezó como operador del transporte público en la zona oriente de Morelos. Hace tres años agarró su primer vehículo, una combi en Cuautla que después cambió por un taxi de Excelencia Plus, en Yautepec.
Expresa su gusto por manejar, por el trabajo y por la responsabilidad que tiene como hombre independiente.
Sentado frente al volante, señala que hizo su cambio porque su propósito es avanzar, ser mejor cada día y no quedarse en un solo lugar.
“Estaba en Cuautla, luego pasé a Yautepec y mi meta es avanzar hasta ser jefe”, afirma y arranca su unidad.
Atrás de Rodrigo, en una “ruta” de la misma línea viene Alejandro, quien manifiesta el estrés en un día caluroso y aunque quiere hacer bien su trabajo hay personas que discuten por cualquier cosa.
Por su experiencia de más de 20 años en el transporte público se considera un profesional frente al volante y porque se ha librado de los accidentes viales.
Afirma que lo más estresante para un chofer o al menos en su caso, es que la gente se queje de todo o se molesten porque los conductores manejan rápido, pero cada uno lleva su ritmo y seguridad en el volante.
Dice que su conciencia está tranquila porque en los años que lleva de servicio no ha registrado accidentes viales, no obstante, hay gente que se pone nerviosa y empieza a gritar a los conductores.
“Nos dicen cosas como ‘manejas como loco, no traes animales’, pero yo me siento profesional en mi trabajo y se los digo a mis hijos, me gusta ser profesional, aunque hay gente que se enoja por cualquier cosa, hasta cuando ellos no hicieron la parada a tiempo y los bajamos más adelante; nos gritan como si nosotros tuviéramos la culpa”.
Sin embargo, también hay usuarios que reconocen su error y ofrecen disculpas, dice Alejandro.
Uno de estos casos ocurrió esta semana: una mujer cuyo destino era llegar a la avenida Plan de Ayala no tocó el timbre de la ruta y se pasó, no dijo nada ni se molestó y bajó a la siguiente.
“Le dije, mire, para que yo haga bien mi trabajo pídame la parada antes, porque si no tocan el timbre no escucho cuando dicen ‘bajan’, por el ruido del motor, y dirán que exageramos, pero no, porque no es lo mismo que toquen el timbre a que nomás griten bajan´’, y menos si van en los últimos asientos”.
Los choferes, expuestos al contagio
Siguen en su puesto a pesar del riesgo de contraer la nueva enfermedad.
La contingencia por el coronavirus ahuyentó a los trabajadores de sus oficinas, a los estudiantes en las escuelas y a los comensales en los restaurantes pero eso no ocurrió en el transporte público.
“Hay que trabajar porque si descansamos no hay dinero”, dicen los choferes en los andenes del mercado Adolfo López Mateos de Cuernavaca, donde la mayoría de los conductores de “rutas” hace base.
Gerardo Durán Villegas afirma que para evitar el contagio por el Covid-19, en su caso, usa gel antibacterial, pero no cubrebocas ni guantes, porque no se lo han pedido y si le toca “pues ya ni modo”.
–¿No tiene miedo de contagiarse?
–No.
–¿No es necesario protegerse para evitar contagios por el coronavirus?
–Si te va a tocar, pues te toca; si no, pues aunque te pongas –responde.
Otro chofer del transporte público considera que es necesario usar gel y lavarse las manos de manera constante por el contacto de mano que tienen con miles de personas todos los días.
–Ustedes que manejan monedas y billetes, ¿no tienen miedo de un contagio?
–Ya estamos acostumbrados a esto, pero sí debemos tener miedo porque la gente te da la mano. Por eso traigo mi gel y me lavo las manos de manera normal.
–¿No te da miedo contagiarte?
–Sí me da miedo, pero hay que trabajar; si descansamos, no hay dinero. He visto que los pasajeros, algunos, se suben con su cubrebocas y gel, pero yo no lo uso porque me da calor.
–¿Y si te contagias?
–Pues vamos al médico.
El chofer Ramírez aplica las medidas de prevención y lleva su botella de gel antibacterial para protegerse del virus pero, asegura, no ha recibido indicaciones de su jefe para los pasajeros, tampoco si es necesario desinfectar las monedas, como lo anunciaron las autoridades de la Secretaría de Movilidad y Transporte (SMyT).
En su caso, señala, si enferma acudirá a revisión médica, mientras trabaja como todos los días en sus cuatro vueltas.
Jorge de la Cruz lleva cuatro años trabajando en la Ruta 7. Él dice que se lava las manos cuando va a comer y cuando llega a la base. Además, carga una botella de agua para enjuagarse en los ratos que tiene oportunidad, porque su responsabilidad está en el volante.
De la Ruta 7 hay algunos choferes que no están trabajando porque enfermaron de tos. En Morelos hay dos casos confirmados de Covid-19, en Cuautla y Cuernavaca.
“Te estás perdiendo de tu familia”
Juan Carlos, conductor de autobús turístico, narra su lucha por acercarse a su familia de nuevo.
Su trabajo como conductor de autobús en una línea de transportes turísticos le ha permitido conocer varios estados de la república y platicar con personas de otros países pero también le ha traído problemas con su familia.
Juan Carlos Caballero Gabriel lleva 26 años como conductor de autobús en la línea Transportadora Turística "Lopresti", donde empezó como lavador de autos y luego ascendió.
“La vida de nosotros es dura porque nunca estamos con la familia, siempre andamos fuera pero este oficio es mi pasión, aunque no tenemos tiempo para estar con la esposa porque estamos vendidos en la empresa y en cualquier momento nos mandan a traer, hasta en días de descanso”.
Terminó sus estudios de nivel básico y a los 16 años empezó a trabajar en la Ciudad de México en la línea de autobuses Lopestri con trayectos del aeropuerto a los hoteles, y cuando cumplió la mayoría de edad tomó cursos de manejo para poder viajar por toda la república, porque desde niño traía gusto por el volante.
Pero no imaginó que su trabajo le traería problemas con su familia, por las ausencias del hogar, hasta que un día en diciembre su esposa le entregó una hoja en la cual marcó los días que su esposo estuvo en casa y entonces comprendió que de los 365 días del año solo 12 dedicó a su familia.
"Ella, molesta, me dijo ‘recapacita porque te estás perdiendo de tu familia’, y mejor renuncie en esa empresa y regresé a Lopestri, donde trabajamos siete meses y cinco meses los tiene libre".
Hace unos días agarró un viaje de 21 días, el cual incluye recorrer varios estados, entre ellos Morelos.
Mientras los turistas visitan los lugares que ofrece la capital morelense, como la catedral de Cuernavaca, el jardín Borda, o el museo Robert Brady, entre otros, Juan Carlos cuenta que no puede moverse del vehículo y si tiene hambre debe darse prisa y estar al pendiente de lo que pueda necesitar algún usuario.
Los turistas más difíciles, afirma, son los españoles, italianos y argentinos, porque se quejan de todo, pero principalmente de los hoteles que se rentan como cinco estrellas y no lo son, así como de la falta de agua caliente para bañarse en la mañana y la suciedad que hay en las habitaciones.
Sus hijos y su esposa le piden tiempo para convivir con él y por eso, dice, trabajará un par de años más y luego se dedicará a realizar servicios locales como un negocio familiar, porque su hijo cumplió 18 años y empezó la etapa de la rebeldía y como padre quiere evitar que esta situación ocurra con su hija de 12 años.
“Mi hija está por salir de la primaria y la quiero disfrutar más. Por eso pienso comprar una camioneta y hacer servicios locales, por lo mucho salir dos días y no terminar en una empresa porque he visto casos de mis compañeros que en su casa ya no son autoridad o son un estorbo para sus hijos”.
En la actualidad lo más difícil que enfrenta en su trabajo es lidiar con la delincuencia, que no pierde oportunidad para asaltar los camiones.
Antes, recuerda, sufrían porque en la carretera el vehículo podría presentar descomposturas, atropellar animales o tener accidentes, pero actualmente están más expuestos a los asaltos.
ENCOMENDADO A DIOS
“Uno nunca sabe si va a regresar a casa”.
Antes de agarrar el volante, Gabriel pide a Dios que guie su camino y le conceda un día más de vida porque, dice, “uno nunca sabe si va a regresar a casa”.
Gabriel López Romero empezó a trabajar como checador de “rutas”, pero en 1995 tomó el volante de su primer camión y en 2002 ingresó a la empresa de transporte de pasajero de la línea TUH (Transportes Unidos de Huitzilac).
En los 25 años que lleva como conductor del transporte público ha sufrido al menos cinco accidentes. El más grave ocurrió en la carretera federal México-Cuernavaca a la altura del kilómetro 55, en el tramo conocido como parque Los Columpios.
De ese suceso vial recuerda que el conductor de una camioneta manejaba a toda velocidad y, aunque trató de esquivarlo, el automovilista alcanzó a pegarle en las llantas, por lo que se salió de la carretera. Afortunadamente, afirma, no hubo lesionados y solo fue el susto.
Gabriel tiene 45 años de edad y tres hijos. El mayor terminó sus estudios de nivel medio superior y hace dos años empezó a trabajar como chofer en la Ruta 1, la cual sale de Guacamayas rumbo al campus Chamilpa de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
“Diario sales a carretera y no sabes si vas a regresar a casa. La carretera se ve tranquila pero no sabemos qué nos puede salir en el camino. Por eso antes de empezar el día me encomiendo a Dios y le pido que me cuide y me dé un día más de vida”, comenta.
Para trabajar como chofer, Gabriel tomó un curso de manejo durante un mes, porque la responsabilidad del volante es mucha y se requiere concentración, ya que el único conocimiento que tenía eran las pláticas de los conductores cuando él era checador.
“El primer día se siente feo porque hay tramos carreteros que son bajadas, pero con los años uno se acostumbra, sin embargo siempre es necesario manejar con precaución porque hay algunos choferes que juegan a las carreras y luego chocan”, señala.
Considera que es mejor “pagar minutos” por llegar tarde a su destino, que pagar más de ocho mil pesos por los daños en las unidades o cargar en su conciencia la muerte de algún pasajero.
Tiene una hija de 16 años y un varón de 9 años, quien ya piensa dejar la escuela para dedicarse a trabajar como chofer, porque quiere seguir el ejemplo de su padre y de su hermano mayor.
Gabriel trabaja desde las cinco de la mañana hasta las 11 de la noche, tiempo en el que realizar cuatro o cinco “vueltas” (recorridos completos a su trayecto asignado).
¿Tiene pensado dejar de ser chofer?
No creo, tengo 25 años como chofer y no sé si podré encontrar otro trabajo. Además aquí ya me acostumbré a los tramos y aunque unos dicen que están muy complicados, yo digo que cuando te toca, te toca.
Dejó la escuela; prefirió el volante
Alejandro Rabadán tiene ahora una dinastía dedicada a su profesión de chofer; lamenta ser asaltado.
“Se siente mucho coraje que uno se desvele, se levante a las tres de la mañana para prepararse a salir a trabajar y que estos delincuentes lleguen y nos quiten todo el dinero”, dice Alejandro Rabadán, chofer de la Ruta 19 desde hace 20 años.
En la base de la Ruta, mientras espera su turno para depositar el dinero de su primera “vuelta”, cuenta que a los 16 años dejó la escuela para trabajar como chofer en una línea de autobuses y después se cambió al transporte público porque desde pequeño agarró el gusto al volante.
Es un hombre de 50 años y padre de dos varones que también cambiaron los libros y cuadernos por el volante.
Como padre, afirma, quiere lo mejor para sus hijos, más no se trata de obligarlos “porque no es sano ejercer violencia hacia los menores y mejor deja que trabajen en lo que les guste”.
“A mí no me gustó estudiar, yo sé que los papás siempre quieren lo mejor para nosotros, nos regañan y dan consejos pero cuando no se puede pues no se puede. En mi caso no me gustó la escuela y mis hijos dijeron lo mismo, así que se pusieron a trabajar; cada uno agarró su camión”.
Alejandro se juntó con una mujer cuando cumplió la mayoría de edad y en aquellos años alcanzaban los mil pesos que ganaba a la semana para mantener a su familia. Sin embargo, la economía cambió y el dinero cada vez es menos. Por eso, dice, lo importante es agarrarle amor al trabajo y porque, en su caso, no sabe hacer otra cosa.
Trabaja 18 horas al día debido a que los camiones algunos salen desde las 5 de la mañana hasta las 10 de la noche. Hubo ocasiones en que sus hijos le reclamaron el tiempo que no estuvieron juntos “pero siempre estuvo mamá”, responde Alejandro. Hoy que sus hijos son choferes entienden que la vida de su padre no es fácil.
En los 20 años que lleva como chofer de la Ruta 19 ha sido víctima de al menos cinco asaltos y aunque su jefe le respeta (no se la cobra) esa “vuelta”, en lo personal expresa su coraje y comenta que ha intentado defenderse porque sale a trabajar todo el día para llevar comida a su casa y no es justo que alguien llegue a quitarle todo.
“En una ocasión se subió uno a asaltar, un hombre, y me quitó el dinero, le cerré la puerta y le dije ‘si me regresas el dinero te abro la puerta y sino hasta las últimas consecuencias, pero si me vas a dar un cuchillazo tíramelo a que no me pare, porque si me levanto no sé qué vaya a pasar’. Y me regresó el dinero. Otro día se subieron y nos asaltaron a todos en la madrugada, se fueron corriendo y hasta se veían chistosos porque se llevaron el almuerzo de los pasajeros”.
Se perdieron los valores: Martín Adalberto
El operador de “Ruta de la Salud” señala que las personas sanas se niegan a ceder el asiento en el autobús para discapacitados.
Martín lleva dos años trabajando como chofer en una de las cuatro unidades de la llamada “Ruta de la Salud” que hay en Morelos y ha sido testigo del actuar de los jóvenes, que fingen estar dormidos para evitar ceder el asiento a los adultos mayores o con alguna discapacidad, a pesar de que estas unidades fueron creadas con ese fin.
“En la actualidad se perdieron los valores, principios y cultura humana”, dice Martín Adalberto Abarca Melgoza, con más de 20 años de experiencia como conductor del transporte público.
El entrvistado habla del trato amable que ofrece a los usuarios porque tiene a su padre con vida y no desearía que su progenitor recibiera malos tratos por ser mayor de edad.
“Me da tristeza decirlo pero es la cruda realidad. Hay personas normales que suben a la unidad y cuando una persona con discapacidad o de la tercera edad aborda les pido que les faciliten el asiento a los usuarios; me da coraje y tristeza, me gana el sentimiento, porque tengo a mi padre con vida y no me gustaría que le hicieran eso”.
Los pasajeros no ceden el asiento a las personas con capacidades diferentes con el argumento de haber pagado por su pasaje y además lo han reportado al menos en tres ocasiones con su jefe directo, por lo que Martín ha recibido llamadas de atención.
“Las personas se voltean a la ventana o se hacen los dormidos y si se les pide de favor que les brinden el asiento de forma grosera dicen ‘con la pena pero yo pagué el pasaje y me voy sentado’”, comenta Martín casi al borde del llanto.
En 2018 se incorporó a la empresa Pullman de Morelos luego de trabajar en autobuses de turismo, Ruta 20 y en una empresa refresquera. Recuerda que cuando empezó a trabajar existían las unidades llamadas Chapulines, que posteriormente se fueron innovando.
El chofer debe dar buen trato al usuario en cualquier tipo de unidad sin importar si son vehículos para personas vulnerables o a la población en general, asegura, y resalta que en la línea de autobuses de la salud el trato debe ser mejor porque a la unidad suben personas con silla de ruedas, minusválidas o recién operadas.
¿Qué significa para usted ser chofer?
“Es un oficio que desde pequeño lo tengo en la sangre porque toda mi familia fue chofer. Empezó mi abuelo y luego mi padre. Antes fui taxista pero siempre me fijaba otras metas para poder ascender y me propuse subir de categoría a camionero, autobusero y así hasta llegar más lejos”.
Como chofer, esposo y padre recalca el amor que tiene a su trabajo porque le ha dado de comer a su familia y sirvió para costear el estudio de sus hijos. Se siente agradecido porque su esfuerzo y años de trabajo dieron buenas cosechas y nunca faltó un pan en la mesa y a sus hijos no les faltó preparación escolar.
Procreó tres varones, de los cuales se dice orgulloso porque cada uno agarró su camino en la vida profesional; el menor es administrador de empresas, el segundo es luchador profesional y el mayor trabaja en la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Martín comparte el vehículo con uno de sus compañeros. Su recorrido empieza a las 6 de la mañana y concluye a las 8 de la noche, el trayecto pasa por el hospital del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), el Hospital del Niño Morelense y el Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE) Morelos.
Este programa fue propuesta del Sistema DIF Morelos y empezó a operar en octubre de 2016 como un circuito de transporte gratuito para los grupos más vulnerables pero después por la alta demanda de los centros de salud ubicados en la zona sur de Morelos la empresa Pullman y el DIF lograron un acuerdo para permitir el acceso a la población en general.
ELOGIAN EQUIDAD EN MILICIA
Mujer, madre y soldado que desactiva explosivos
La soldado Aleydis Roldán Cuevas dice que en el Ejército más que el género está la capacidad que posee cada persona, porque ellas realizan las mismas funciones que los varones. Tiene 24 años y es el camino a seguir de su hijo Andrés, de seis años, quien sueña con ser piloto aviador.
Hace dos años causó alta en la 24ª. Zona Militar en Cuernavaca como auxiliar en materiales de guerra y desde entonces trabaja con armamento y municiones. Está a cargo de los depósitos y armamento asegurado y decomisado en Morelos y al frente de la Mesa de Registro de Armas y registro de pistolas de los civiles, cambios de propietario y compra venta.
Parte de su labor consiste en desactivar bombas, para lo cual recibió capacitación con diferentes cursos, en los que debe cargar por lo menos una hora y media con un equipo pesado que consiste en un traje de desactivación de explosivos cuando hay amenazas de bomba.
El traje está compuesto de paneles para protección de las granadas a desactivar y tiene un peso de 40 kilos y un sistema de enfriamiento para evitar que se sofoque.
La soldado está consciente que en caso de alguna explosión la vida de varias personas podría estar en riesgo.
Por eso lo más importante es estar alerta y en constante comunicación con su equipo de trabajo.
"Somos mamás, esposas, hijas y soldados a la vez; es un papel que se juega a la par y nosotros platicamos con mi hijo, él sabe que hoy nos tiene a los dos y de un día para otro las cosas pueden cambiar".
Con Aleydis están otras tres mujeres y el comandante y en esta área, afirma, se trabaja en equipo. No es más hablar de un hombre o de una mujer.
Por eso considera que los límites los pone cada quien, porque cuando se quiere se puede y en el Ejército las posibilidades de crecimiento son extensas, todo es cuestión de que uno ponga de su parte, porque como mujeres ser independientes ya es un gran avance.
Platica que su hijo está emocionado porque sus papás son soldados y ella confía que seguirá sus pasos porque ha mostrado interés por ser piloto.
La vida de un soldado es un tanto complicada porque, en su caso, los encuentros con su esposo son ocasionales y si bien les va coinciden una vez por semana o por quincena pero para ella es cuestión de entenderse como pareja, porque la situación no es fácil y en cualquier momento uno de los dos puede ya no estar con su hijo.
_ ¿Por qué estás como auxiliar en materiales de guerra?
"Me atraen las armas y el ambiente es más interesante que lo demás. También porque quise seguir el ejemplo de un tío que es teniente coronel retirado".
Guardián de tiempo completo y ahora licenciada en Psicología
Su trabajo consiste en vigilar a todo aquel que intente ingresar con o sin permiso al cuartel militar. Wendoline González Morales desde hace siete años es soldado policía militar y recientemente egresó como licenciada en Psicología.
Como policía, su función es resguardar la seguridad de todo el personal, lo que considera es de gran importancia porque ella es uno de los primeros filtros para atender a las personas que llegan a realizar diferentes trámites.
Guardián las 24 horas y los 365 días del año que debe combinar su función como mujer y soldado con su familia.
Mientras vigila la entrada de la 24ª. Zona Militar, cuenta que hasta cierto punto es un poco difícil porque debe tener la división del trabajo y la familia, pero está agradecida con sus consanguíneos por el apoyo que recibe.
En la adolescencia le entró la curiosidad por saber qué se hace en los planteles militares, la Marina y el Ejército. Entonces empezó a buscar la forma de poder ingresar.
Actualmente es una mujer de 32 años, sin hijos, que aprovecha cada posibilidad que le ofrece el Ejército Mexicano, donde tiene la oportunidad de crecer como profesional y seguir estudiando.
"Cuando estaba chica veía varios comerciales de los planteles militares, de la Marina y el Ejército; eso me daba curiosidad de qué harán y entonces desde ahí supe que quería entrar aquí y cuando cumplí la mayoría de edad busqué la forma para causar alta", dice alegre.
No fue fácil porque los civiles están acostumbrados a otra vida y en el Ejército lo primero que se les inculca es la disciplina, “pero con el paso de los años es satisfactorio verse realizada, porque la mentalidad cambia y forma un carácter y al final del día, vale la pena”.
Por el momento no está en sus planes tener hijos, porque quiere aprovechar las oportunidades de poder ejercer otro tipo de actividad, ya que en los planteles reciben un trato igualitario, pues señala que entre sus valores está llevar en alto la igualdad y la equidad.
Diana: Vocación de servir a la patria
HISTORIAS DETRÁS DEL VOLANTE
Choferes, los que pagan los descuentos a adultos mayores
Están obligados a entregar su “cuenta” completa, aunque los usuarios no paguen todo el pasaje.
Conductores del transporte público en Morelos denunciaron que al día pierden hasta 100 pesos por respetar los descuentos del 50 por ciento en el pasaje a los adultos mayores.
La ciudadanía sigue creyendo que el gobierno ofrece diferentes beneficios y descuentos a las personas con la credencial del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), dijo uno de los choferes, quien afirmó que, en su caso, al concluir su jornada debe entregar cuentas completas a su patrón.
De acuerdo con el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, los beneficiarios podrán presentar su credencial para ser acreedores a los descuentos en los rubros de alimentación, salud, transporte, educación, recreación y cultura así como en servicios funerarios, servicios inmobiliarios, notarias y despachos jurídicos.
Sin embargo, la inconformidad de los trabajadores del volante obedece a que con el sistema de barras que se implementó hace seis años, en algunas unidades como la Ruta 13 el descuento afecta de manera directa a sus bolsillos porque llegan a pagar desde 30 hasta 100 pesos por día.
El chofer, que pidió el anonimato, denunció que sus colegas pagan el descuento que realizan a los adultos mayores, por lo que consideró una situación injusta debido a que las tarjetas son repartidas de manera indiscriminada sin previo estudio socioeconómico.
“Yo como chofer, lo digo, no le cobro ni un peso a la persona que de verdad lo necesite pero hay algunos que tienen dinero porque se suben hasta con su café de marca y no tienen para pagar un pasaje de ocho pesos. Hay un problema con las tarjetas del Inapam porque han sido repartidas de manera indiscriminada”.
Sin apenas salario, empleados de verificentros clausurados
Por la falta de actividad pierden bonos que complementan su sueldo.
En diciembre pasado los centros de verificación en Morelos cerraron porque era necesario actualizar el software y con ello la actualización del Programa de Verificación Vehicular Obligatoria 2020.
Desde ese día Luis y otros 20 compañeros “perdieron su empleo” porque aunque de manera física se encuentran en su lugar de trabajo su salario cayó, ya que al no tener vehículos para verificar, por la suspensión, perdieron su bono de productividad.
Los centros de verificación vehicular que fueron cerrados están ubicados en Cuernavaca, Cuautla, Jiutepec, Temixco, Zacatepec, Yautepec, Yecapixtla y Jojutla.
Hasta la última semana de enero, el titular de la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), Constantino Maldonado Krinis, aseguró que no había afectación y todo funcionaba bien, por lo que en los próximos días los centros de verificación estarían abiertos, pero no dijo que con esta actualización llegarían otros problemas para los trabajadores.
Actualmente, los trabajadores perciben un salario mensual de 4 mil 500 pesos, pero no cuentan con el bono de productividad ni las prestaciones de ley.
Luis cuenta que con la suspensión de los verificentros por actualización del software, en los nuevos centros no hay servicio para verificar diésel y considera un tema de negligencia, porque a los trabajadores se les pide presentarse a su trabajo en horario normal pero al no tener vehículos para verificar no perciben bono y el sueldo es bajo.
“Pueden darse la vuelta por todos los verificentros para corroborar que están los trabajadores y a los alrededores los comercios no venden”.
El año pasado Maldonado Krinis reconoció que al día reciben hasta 40 llamadas de la ciudadanía para quejarse por la poca información que reciben acerca de dónde pagar multas.
En 2017 la Subsecretaría de Gestión Ambiental confirmó el cese de varios trabajadores de verificentros porque presuntamente incurrieron en actos de corrupción.
Más temas:
Necesario, declarar área natural protegida las barrancas del estado: SDS
La Secretaría de Desarrollo Sustentable y los ayuntamientos de Cuernavaca y Temixco trabajan en un proyecto para sanear esos espacios, ya que presentan altos niveles de contaminación.
La Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) y los ayuntamientos de Temixco y Cuernavaca trabajan en un proyecto de saneamiento de barrancas, al detectar altos niveles de contaminación por las descargas de aguas negras, principalmente en la barranca que atraviesa el Salto de San Antón.
La directora de Biodiversidad de la SDS, Mónica Flores Ceniceros, denunció que en la capital del estado las barrancas tienen más de un 20 por ciento de contaminación y la principal problemática que afecta son los asentamientos irregulares y las descargas de aguas negras, lo cual provoca la desaparición de flora y fauna.
En ese contexto, indicó que el proyecto podría ponerse en marcha el próximo año en su primera etapa de saneamiento, ya que aunque no se han registrado nuevos casos de asentamientos, existe un gran número de viviendas cerca de las barrancas.
“Las barrancas presentan alto nivel de contaminación, especialmente la de San Antón, en Cuernavaca, y algunos municipios cumplen con la revisión de las descargas, pero es necesario trabajar como gobierno e institución, ya que el ordenamiento es tema municipal”, refirió.
De igual manera, solicitó a la sociedad abandonar la costumbre de arrojar basura a los ríos, evitar los asentamientos irregulares y hacer conciencia de que estas acciones dañan al medio ambiente debido a que cada año, durante los trabajos de limpieza, se encuentran desde colchones, animales muertos, televisiones y materiales clínicos, los cuales provocan taponamientos que derivan en inundaciones en las viviendas.
Por esa situación consideró necesario declarar área natural protegida todas las barrancas del estado porque, dijo, así la gente le piensa dos veces en arrojar sus desechos sólidos, por no esperar el camión de la basura.
Contemplan 180 mdp para evitar destitución de alcaldes
El secretario de Hacienda, Alejandro Villarreal Gasca, aseguró que habrá anticipo de participaciones para al menos nueve ayuntamientos con el fin de pagar laudos.
El secretario de Hacienda del gobierno estatal, Alejandro Villarreal Gasca, confirmó que dentro del Paquete Económico 2020 se contempla un recurso de 180 millones de pesos para el pago de laudos debido a que nueve alcaldes iniciaron el año con riesgo de destitución porque incumplieron con las sentencias de juicios laborales.
Aseguró que habrá por lo menos un mes de anticipo de participaciones para los ayuntamientos y se distribuirán cerca de 180 millones de pesos para evitar la destitución de los ediles. Este recurso está contemplado dentro del Paquete Económico, que falta por aprobarse en el Congreso local por la parálisis legislativa.
De esta manera, dijo Villarreal Gasca, el gobernador del estado, Cuauhtémoc Blanco Bravo, viaja a la Ciudad de México para hacer las gestiones necesarias ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para generar mejores condiciones a los municipios con un anticipo de participaciones.
Señaló que la finalidad es entregar un mes de participaciones a los municipios que enfrentan problemas de laudos como Amacuzac, Jonacatepec, Ayala, Jantetelco, Temoac, Yecapixtla, Xochitepec, Tetecala y Yautepec, cuyo monto general del pasivo asciende a 438 millones 306 mil 375 pesos, con cinco mil 528 demandas vigentes.
“La idea es adelantar por lo menos un mes de participaciones y esperamos que el 14 de este mes los diputados puedan reanudar la sesión y aprobar el Paquete Económico”, expresó el funcionario.
En días pasados, la secretaria de Economía y del Trabajo, Ana Cecilia Rodríguez González, dijo que mantendrán el apoyo a los ayuntamientos para que puedan alcanzar acuerdos de pago con los trabajadores debido a que son demandas de pasadas administraciones.
“Operación Mochila” no se aplica en Morelos por resistencia de padres
El secretario de Educación dijo que en los Consejos Técnicos abordan temas de seguridad para evitar tragedias como la que ocurrió este viernes en un colegio de Torreón, Coahuila.
El secretario de Educación, Luis Arturo Cornejo Alatorre, aseguró que el programa “Operación Mochila” no se ha implementando en las escuelas del estado porque existe inconformidad de algunos padres de familia, que señalan con ello se violan los derechos humanos de los alumnos al revisar sus útiles personales.
Lo anterior lo señaló tras los hechos violentos que ocurrieron este viernes en un colegio de la ciudad de Torreón, en el estado de Coahuila, donde un menor de 11 años mató a balazos a una profesora del plantel educativo, hirió a cinco estudiantes y a un profesor y después se quitó la vida.
Al respecto, Cornejo Alatorre confirmó que en el estado se trabaja con un protocolo en coordinación con la Comisión Estatal de Seguridad (CES) para determinar si existen problemas de este tipo, los cuales se abordan en los Consejos Técnicos que se realizan cada mes.
En los encuentros, que reúnen a padres de familia, alumnos y maestros, abundó, se determina cuál es la medida de seguridad que se debe implementar para evitar que ocurran hechos de este tipo, ya que en algún tiempo se habló de la “Operación Mochila”, pero hubo un grupo de padres de familia que se opuso a este programa.
“Los padres de familia manifestaron su inconformidad porque revisamos los útiles personales de cada alumno; entonces ésos son los temas que se desahogan en los Consejos Técnicos y analizar cómo se trabaja en cada escuela y que los padres tengan otras opciones y ellos determinen en qué se les apoya”, expuso el funcionario.
En este sentido, dijo que ya que los padres consideran que se violan los derechos humanos de sus hijos con la revisión, se acordó ser respetuosos en este tema y que los padres decidan las acciones a implementar, aunque, en su opinión, es incomprensible.
Hasta el momento, afirmó, en la entidad no se tiene registro de casos violentos ocurridos en planteles educativos de Morelos como el de este viernes en la ciudad de Torreón.
“No se ha detectado que lleven armas de ese tipo. Es un dolor en el alma lo que ocurrió en Coahuila; cómo puede ser que un jovencito tome una decisión de esa naturaleza… Es muy doloroso y esperamos que aquí nunca ocurra algo así”, expresó.
El 4 de febrero iniciarán preinscripciones en educación básica
Denuncian represalias contra alumnos en Secundaria 44 por falta de pago de cuotas
Interponen queja contra la directora del plantel.
El abogado Juan Juárez Rivas informó que interpuso una queja ante el Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM), ya que presuntamente la directora de la Secundaria Técnica 44, ubicada en Lomas de Ahuatlán, en Cuernavaca, sacó de las clases a tres alumnos para realizar trabajos de jardinería y aseo en los baños, como castigo porque sus padres no pagaron lo correspondiente a cuotas escolares.
En las instalaciones del IEBEM, el especialista en conflictos laborales señaló que al inicio del ciclo escolar, algunos padres de familia se opusieron a entregar cuotas escolares por falta de recursos, y la directora castigó a los alumnos mandándolos a cortar el pasto en horario escolar.
"En diciembre, casi al salir de vacaciones, a tres niños los obligaron a hacer otras actividades, como cortar el pasto y barrer, y en su boleta los maestros escribieron calificativos como 'son burros, no entienden y tienen problemas para el aprendizaje' a manera de castigo", afirmó Rivas Ríos.
Al respecto, la dirección de comunicación del IEBEM aseguró que no cuenta con una denuncia formal por parte de Juárez Rivas, respecto a este caso, sin embargo, las autoridades educativas llevarán a cabo una investigación sobre esta denuncia a través de la supervisión de la zona escolar a la que se encuentra adscrita la Técnica 44.
De acuerdo con Juárez Rivas, se violentaron los derechos humanos de los niños, ya que en la evaluación parcial los alumnos obtuvieron anotaciones positivas respecto a la disciplina, porque son obedientes, pero en otras materias como inglés, estuvieron reprobados.
Por esa situación, advirtió, en caso de que las autoridades educativas evadan el problema, tomarán el plantel hasta que se resuelva y se respeten los derechos humanos.
Requiere Morelos nuevos insecticidas para atacar al mosco del dengue
De 2018 a 2019 los casos se incrementaron en un 400 por ciento: SSM.
Los Servicios de Salud de Morelos analizan la posibilidad de solicitar a la Federación nuevos insecticidas para atacar el mosco del dengue, ya que de 2018 al 2019 los casos se incrementaron en un 400 por ciento, informó el director general, Héctor Barón Olivares.
Al cierre del 2019, dijo, se registraron mil 420 casos confirmados de dengue, de los cuales 393 están en lista de no grave, 953 con signos de alarma, 74 graves y 26 decesos por esta enfermedad infecciosa, transmitida por la picadura del mosquito.
"Fue un año atípico. El virus del dengue pudo sufrir una mutación y muchas veces los propios insecticidas ya no matan al mosco y se fortalecen. Por eso se requiere un insecticida más potente, el cual se tendrá que ver con la Federación para la adquisición de nuevos insecticidas para la fumigación", señaló el funcionario.
De igual manera, aseguró que las acciones no se han dejado de hacer y el personal voluntario sigue en recorridos de fumigación, ya que aunque disminuyó esta enfermedad por la temporada de frío, en marzo -con la época de calor- aumentan los casos. Ante ello, la indicación es no bajar la guardia, tanto las autoridades de salud como en la población, que debe estar al corriente con las medidas de prevención como lavar, voltear y mantener los patios limpios.
En ese sentido, confirmó que las acciones de descacharrización se van a intensificar, así como las pláticas de prevención en los municipios que han reportado mayor número de casos, como son Cuernavaca, Cuautla, Jiutepec, Yautepec y Ayala.
Agregó que buscarán una reunión con la Secretaría de Salud federal para solicitar se mantengan los apoyos en insumos como insecticida y el recurso económico para el personal voluntario que apoya con las campañas de concientización.
"Si no fumigáramos los casos serían más elevados. El insecticida sigue funcionando, salvo en algunos casos, pero se han puesto ovitrampas para capturar al mosco y analizar el virus; y ahí es cuando se detecta si han mutado o no. Hasta el momento detectamos que es menor el virus que ha cambiado".