Este año, del 5 al 9 de junio, en Nueva York se llevó a cabo la Conferencia de los Océanos, la primera de las Naciones Unidas sobre este asunto y que representó una oportunidad para que el mundo revierta el deterioro de la salud de los océanos y los mares con soluciones concretas; también se promovió el avance del objetivo 14, que es parte de la Agenda 2030 adoptada por los 193 estados miembros de la ONU en 2015, y que consiste en un llamamiento para conservar y usar de forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos.
Se dio a conocer que actualmente el 30 por ciento de las pesquerías están sobreexplotadas, mientras que el 50 por ciento están completamente explotadas; los hábitats costeros están bajo presión, con la pérdida de aproximadamente del 20 por ciento del coral y la degradación del otro 20 por ciento.
De igual modo, los deshechos de plástico matan un millón de pájaros y unos cien mil mamíferos marinos al año. Además se estima que el 80 por ciento de la polución marina procede de actividades en la tierra y los grupos vulnerables -como las mujeres, los niños, los indígenas, las comunidades costeras y los países con una gran dependencia de los océanos y sus recursos marinos- están especialmente afectados.
Los océanos, parte fundamental de la biósfera, ayudan a regular el clima y el tiempo, proporcionan oxígeno y alimentos y tienen efectos beneficiosos para el medio ambiente, para la sociedad y la economía en general; se ha dicho que los océanos actúan como pulmones del planeta, ya que proporcionan la mayor parte del oxígeno que respiramos, además de que los productos del mar son la principal fuente de proteínas para al menos una de cada cuatro personas en el mundo.
Relacionados con el mar, existen numerosos datos y cifras a tomar en cuenta: los océanos cubren más de 70 por ciento de la superficie del planeta, y sólo el uno por ciento de la superficie oceánica está protegida; además, entre un 50 y un 80 por ciento de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie del océano, que constituye 90 por ciento del espacio habitable del planeta y menos del 10 por ciento de este espacio ha sido explorado hasta ahora por el hombre. Además, los océanos contienen 96 por ciento de toda el agua de la Tierra; el resto es agua dulce, que se encuentra en forma de ríos, lagos y hielo.
También, un conjunto de organismos marinos minúsculos, llamados fitoplancton, producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis; el océano absorbe anualmente cerca del 25 por ciento del CO2 que se agrega a la atmósfera debido a la actividad humana, reduciendo así el impacto de este gas con efecto de invernadero en el clima: los manglares, las marismas salinas y las praderas submarinas pueden contener una cantidad de carbono cinco veces superior a la de los bosques tropicales
Se ha comparado a los océanos como el corazón de nuestro planeta, ya que regulan el clima, alimentan a millones de personas, producen oxígeno, son el hábitat de una gran variedad de seres vivos y proporcionan medicinas y numerosos recursos; por eso es indispensable informar a la opinión pública de las consecuencias que la actividad humana tiene para los océanos y poner en marcha un movimiento mundial ciudadano a favor de los océanos, movilizando a la población hacia un objetivo de gestión sostenible de los océanos, respetando su belleza, riqueza y potencial.
Ciertas actividades humanas tienen un impacto negativo sobre los océanos y los mares: la pesca ilegal, las prácticas de acuicultura no sostenibles, la contaminación marina y la destrucción del hábitat y las especies exóticas, así como el cambio climático y la acidificación de los océanos. Es necesario enfocar un esfuerzo especial para detener la contaminación por los plásticos, que representan una amenaza grave porque se degradan muy lentamente y contaminan las vías fluviales durante mucho tiempo; además, la polución derivada de los plásticos perjudica la salud de los animales marinos, incluido el zooplancton, pues confunden las micropartículas con alimento.
Cabe señalar que en la cumbre de Davos de enero de 2016 fue presentada una investigación que lleva por título “La nueva economía de los plásticos: repensando el futuro”, llevada a cabo por la Fundación Ellen MacArthur: es el primer estudio dedicado a medir este fenómeno, y tiene como objetivo concientizar sobre el uso masivo que se hace de este material tan contaminante, y los daños que está produciendo en el agua del planeta.
En el documento se refiere que, cada año, ocho millones de toneladas de materiales plásticos acaban en los océanos y mares y si esta tendencia no cambia se prevé que en tan sólo diez años habrá en los océanos una tonelada de residuos de este material por cada tres toneladas de peces, y en 2050 la cifra sobrepasaría en gran medida a la cantidad de peces.
También hace referencia a que la mayor parte de los plásticos, un 40 por ciento, acaba en vertederos y el 32 por ciento en los ecosistemas, océanos y mares incluidos, con lo que se amenaza seriamente a los seres vivos que viven en sus aguas; de igual modo, solamente un 14 por ciento de estos residuos se recicla.
En la apertura de la Conferencia sobre los Océanos, este 2017, el secretario general de la ONU, António Guterres llamó a tomar acciones decisivas para proteger los recursos marinos que consideró vitales para el planeta, teniendo en cuenta que los océanos cubren dos terceras partes de la Tierra: "Los océanos proveen alimentos, energía, agua, empleos y beneficios económicos para las personas y los países, incluidas las naciones sin litoral. Ayudan a mitigar el cambio climático y representan un enorme recurso para el desarrollo sostenible. La salud de nuestros océanos y mares está intrínsecamente vinculada a la salud de nuestro planeta y a la vida en la Tierra (...) Nosotros creamos estos problemas. Con acciones globales decisivas podemos resolverlos". Coincidimos.