Y es que con menos de 30 individuos, esta especie podría extinguirse antes de la próxima elección presidencial en México en 2018; cabe recordar que en el 2014, este espacio de Panóptico Rojo lo titulamos “¡Salvemos a la Vaquita Marina!” y en aquel entonces, quedaban 97 ejemplares.
Tal como lo señalamos en el mes de julio de aquel año, 2014, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (Cirva), conformado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Marine Mammal Commission de Estados Unidos y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), alertó que la “vaquita marina”, especie endémica de México, disminuía a una tasa de 18.5 por ciento anual: de 200 individuos que había en 2012, sólo quedaban 97.
De estas 97 vaquitas marinas, se anotó que menos de 25 podrían ser hembras sexualmente maduras; agregamos que, de los estudios realizados se desprendía que si la captura incidental en redes de pesca no se eliminara inmediatamente, esta especie se extinguiría posiblemente en el año 2018.
Una alarma ecológica al más alto nivel, ya que desde su descubrimiento -en 1956- la tendencia poblacional de la vaquita ha sido siempre a la baja: a inicios de la década de los noventa se contabilizaban cerca de mil ejemplares; en 1997, 567; en 2008, 250; en 2014, existen menos de 100.
Según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la vaquita es el único miembro de la familia Phocenidae (marsopas verdaderas) que habita en aguas de México, y su nombre científico es Phocoena sinus: Phocoena, que quiere decir “marsopa” del latín, y sinus que significa “cavidad”, que se refiere al Golfo de California: es decir, “la marsopa del Golfo de California”.
La vaquita es el único mamífero marino endémico a México y probablemente a todo el Pacífico noroccidental; vive exclusivamente en el extremo norte del Alto Golfo de California. Los expertos en biología evolutiva piensan que es una especie “relicto”, aislada geográficamente del área de distribución de la especie parental, la marsopa de Burmeister o marsopa espinosa, Phocoena spinipinnis.
Algunos autores sugieren que la especie tal y como se conoce hoy en día, probablemente se originó gracias a un proceso evolutivo conocido como “especiación alopátrica” cuando uno o varios grupos de marsopas espinosas, o una especie parecida, quedaron aislados en el Golfo de California durante las oscilaciones climáticas que produjeron los períodos glaciales e interglaciares del Pleistoceno.
Las marsopas se distinguen de los delfines por sus dientes en forma de espátula; externamente son diferentes de los delfines por ser más pequeñas y tener la cabeza y el hocico redondeado y corto, además de poseer una aleta dorsal de forma triangular.
La vaquita es uno de los cetáceos menos conocidos del mundo y recibe otros nombres como “Cochito” o “Marsopa del Golfo de California”; es la más pequeña de las marsopas y de todos los cetáceos. Tiene una gran mancha oscura alrededor de los ojos y unos parches oscuros en los labios que forman una línea delgada desde la boca hasta las aletas pectorales.
La vaquita puede empezar a reproducirse alrededor de los 6 años y la hembra tiene sólo una cría durante la primavera, cada dos años o más, siendo el período de gestación de aproximadamente diez a once meses; se cree que viven hasta unos 22 años y el espécimen más viejo encontrado ha sido una hembra con una edad estimada de 21 años.
Con estas cuentas, una hembra solamente podría tener entre 5 y 7 crías en toda su vida reproductiva, por lo que es uno de los factores que se deben tomar en cuenta para proponer las acciones de conservación.
Los pescadores al ser cuestionados sobre su existencia intentaban considerarla como “un animal mitológico” ante el público, aprovechando que no se veían vaquitas vivas: sólo aparecían asfixiadas en las redes rastreras, de malle (o agalleras). "El nerviosismo es tal que los pescadores, al encontrarla muerta, la destazan y la arrojan para no ser penalizados por la autoridad”, explicó en su momento un integrante de cierto consorcio turístico involucrado en el desarrollo sustentable en la zona.
Otro de los peligros que amenaza a la vaquita marina es la pesca ilegal que se incrementó en años recientes, al resurgir la captura de otra especie en peligro de extinción: el pez Totoaba, del que se aprovecha su buche ya que es considerado como un manjar en países como China, además de ser apreciado por su “valor medicinal”.
En el año 2012, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) colocó a la vaquita marina en su lista de 10 especies en peligro de extinción, junto al tigre, el rinoceronte de Java, el gorila de la montaña y el elefante asiático; se trata del mamífero marino más amenazado en el mundo.
En el año 2013 se dio a conocer en el Diario Oficial de la Federación (DOF) la norma NOM-002-PESC-1993, que establece estándares en la captura de camarón y los métodos de pesca permitidos a lo largo del litoral mexicano; específicamente en el hogar de la vaquita marina, se sugería el cambio de los actuales “chinchorros de línea” por una red selectiva desarrollada por el Instituto Nacional de Pesca.
Silvia Díaz, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace México, destacó en su momento que “no han funcionado las medidas que se han tomado” en nuestro país para proteger a la vaquita marina. La organización ecologista lanzó una campaña que invita a firmar una petición electrónica (con una meta de 300 mil firmas) que se enviaría a la Presidencia de la República, para que se siguieran las seis recomendaciones y acciones propuestas por el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (Cirva).
En un comunicado emitido por el Cirva en fecha pasada, las organizaciones que lo conforman advirtieron que “el mundo entero voltea a México para ver qué hará el Gobierno mexicano para evitar la extinción anunciada de la vaquita marina”. Debíamos demostrar que éramos capaces de evitar la extinción de esta hermosa especie; en el 2017, la meta es muy lejana.
En el más reciente informe del Foro Mundial para la Naturaleza se refiere que quedan menos de 30 ejemplares y que la población de este mamífero endémico ha disminuido 90 por ciento en seis años, además de que la inversión de mil 200 millones de pesos del gobierno mexicano no ha servido para rescatarla; WWF también emitió una ruta crítica de 10 acciones para asegurar el futuro de la vaquita marina.
El pasado 11 de mayo, el actor Leonardo Di Caprio, quien impulsa las campañas del WWF, pidió a los mexicanos presionar para que el gobierno atienda las acciones urgentes para rescatar a la vaquita marina: “Hagámosle saber al presidente de México, Enrique Peña Nieto, que demandamos acción para proteger a la vaquita marina hoy”, escribió el actor en su cuenta de Instagram.
Posteriormente, el actor se reunió con Carlos Slim y con el presidente Enrique Peña Nieto, tras lo cual se acordó la prohibición permanente del uso de redes de enmalle en toda el área donde habita la vaquita marina en el Golfo de California, además de que se firmó un memorándum de entendimiento para incrementar el compromiso para proteger los ecosistemas marinos en el Golfo de California.
Sin embargo, no olvidemos que 10 años de estrategia para proteger a la vaquita marina y más de mil 200 millones de pesos invertidos únicamente han conseguido tener a 30 ejemplares al borde de la extinción. “El mundo busca liderazgo en todos los niveles para atacar el cambio climático y los problemas de conservación ambiental”, sostuvo Di Caprio en un mensaje reciente. Coincidimos.