Muchas personas sufren por la situación por la que están pasando. Algunas otras se preocupan por algunos asuntos de manera que les resulta destructivo para sus vidas, ya que se obsesionan en sus problemas. Puede ser que vivan muchas cosas positivas, pero por el sólo hecho de enfocarse en aquello que les parece mal, entonces pierden la perspectiva y pueden tener actitudes que nublan su buena estrella en otras áreas de su vida.
El principio de prioridad significa poner por encima a algo y concentrarse en ello para bien o para mal. Es decir, hay quienes establecen como prioridad en su vida el sufrimiento y enfocan todo lo que les pasa, lo que hacen y los planes que proyectan desde la perspectiva de ese sufrimiento. Pero por su naturaleza, el sufrimiento constriñe, reduce todo a enfrentar, soportar o hasta quejarse de aquello de lo que se sufre. Cómo manejamos nuestra mente es crucial en este asunto, pues quien suele ser negativo, orienta toda su energía de manera que la gasta en hacer grande lo que debía hacerse pequeño para vencerlo.
La mejor manera de saber cómo funciona el principio de la prioridad es cuando vivimos una crisis o una situación límite. Ante la muerte de un ser querido, ante la pérdida de una casa, ante la pérdida de alguna facultad o hasta la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas es ante lo que vemos qué es lo realmente importante y qué no lo era tanto. Y algunos problemas que nos atormentaban en un tiempo los vemos de pronto reducidos o inexistentes.
El principio de prioridad puede darnos una perspectiva sobre lo que realmente es fundamental para la existencia humana. Así podemos recordar casos extremos como los de la guerra en que la prioridad impuesta por las circunstancias es conservar la vida. Todo lo demás deja de importar o pasa a segundo término.
Ahora en estos días cuando la contaminación nos trae pérdidas, el agua limpia y el aire respirable son verdaderas prioridades por encima de otros bienes. Cuando ese tipo de prioridades ocupan el horizonte de nuestra necesidad todo lo demás pasa a segundo término. Eso es bueno o malo, depende de las circunstancias de las personas y de su mentalidad. Así, por ejemplo, puede haber gente que su prioridad sea conseguir de comer y entonces no tiene despejada su situación, su vida ni su capacidad para enfocarse en algo más. Su vida se ve así reducida. Pero si la restricción es temporal, puede ayudar a poner en perspectiva lo que se tiene y se puede disfrutar y valorarlo más que si no hubiera habido un periodo de recesión.
Podemos aprender a fincar en nuestra vida las verdaderas prioridades. A veces nos ahogamos en un vaso de agua cuando tenemos lo más importante y prioritario: la vida, nuestra integridad física, agua y aire limpio, un techo en el que guarecernos. Lo más prioritario para la humanidad son los principios universales que representan lo más valioso para el género humano. E innegablemente el valor máximo es la vida, pues sin ella nada tiene sentido.
El principio de prioridad bien aplicado nos enseña a sufrir menos y tomar perspectiva. Para aprenderlo consulta a la psicoterapeuta.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas, días y horas hábiles a los tels. 3 30 72 54/044312 154 1940
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