El significado que le damos a las cosas que vivimos, las metas que nos ponemos, los obstáculos que nos proponemos vencer y los sueños que nos proponemos concretar son lo que alimenta el sentido de nuestra existencia.
En la psicoterapia no sólo evocamos el pasado para sanar heridas, cerrar situaciones inconclusas y resignarnos de lo que no ocurrió como queríamos, sino que también reconocemos nuestras carencias, nuestras debilidades y el enfocar adecuadamente nuestra energía para forjarnos una vida mejor.
Los retos de crecimiento son los que concretan esa nueva vida que queremos conquistar.
A pesar de nuestro pasado o de cómo sea nuestro carácter, podemos aprovechar lo que hemos recibido, lo que hemos vivido y lo que deseamos para alcanzar mayor solidez en nuestra vida y madurez.
Eso impide el “retorno al pasado”, que le sucede a muchas personas que suelen gastarse toda su energía en los dolores y frustraciones de su vida, en vez de dejar eso atrás y enfocar su energía en superarse.
Los retos de crecimiento que proponemos son grandes necesidades para vivir una vida en la que estemos en paz, en armonía y con responsabilidad por lo que elegimos ser y hacer. Algunos de los retos más importantes para crecer son:
1. Conquistar el dominio propio. Es un concepto bíblico que se refiere a la capacidad que debemos desarrollar de controlar nuestras reacciones frente a las cosas, a las situaciones y ante el mal. Es la rienda con la que gobernamos nuestra vida y nuestras circunstancias.
Es fundamental, si no podemos elegir qué reacción tener y en ese sentido estar “por encima” de aquello que pudiera habernos desestabilizado, pues estaríamos a la zaga de lo que pasa a nuestro alrededor. Tener dominio sobre nuestras circunstancias nos da fortaleza. Dice proverbios 25:28: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”.
2. Dejar el pasado atrás. Mientras sigamos evaluando nuestra vida en función de lo que nos pasó seguiremos inevitablemente atrayendo situaciones similares en nuestro presente que repetirán ese pasado. Debemos sanar, resignar, perdonar y renunciar a lo que no pudo ser.
También es fundamental dejar de desear que se nos sea reparado el daño, pues entonces seguiremos marcando nuestro rumbo de vida por ese deseo.
3. Enfrentar nuestros miedos y resentimientos. Poder reconocer nuestros miedos, recordar su origen, ser capaces de sentirlo y decidir enfrentar lo que nos da miedo o simplemente desvanecerlo es parte del proceso psicoterapéutico.
4. Aprender a resolver nuestros conflictos o no generarlos. Este es un reto difícil de conquistar porque suponemos que no debería haber conflictos. Generalmente huimos de ellos o a veces reaccionamos de la manera más inadecuada supuestamente para evitar conflictos.
El hecho es que “cada cabeza es un mundo”, cada quien tiene su forma particular de pensar y de sentir. Como no somos iguales, pensar igual acerca de algo es difícil. Siempre que haya dos o más va a haber discrepancias. El cómo resolvamos aún estar en desacuerdo y renunciemos a tener razón siempre podrá ayudar a no generar conflictos. Pero si se dan hay que tratar de comprender, de ponerse en el lugar del otro y de reconocer cuando nos ponemos caprichosos y voluntariosos invadiendo el derecho de los demás a ser y pensar como decidan o a llegar a acuerdos sin violentar la voluntad del otro.
En la psicoterapia nos enfocamos en lograr que las personas no sólo sanen y dejen de sufrir por su pasado o por las situaciones críticas que enfrentan, sino que crezcan. Veremos más retos en el próximo artículo.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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