Muchas veces aprendemos cosas sobre la vida y sobre nosotros mismos, recibimos información sobre herramientas para cambiar, sanar o simplemente mejorar nuestra calidad de vida, pero allí quedan. No vamos hacia la acción porque no queremos tomar decisiones diferentes ni asumir las consecuencias. A veces inconscientemente queremos perpetuar nuestro estado emocional y mental o no queremos incomodarnos con salirnos de nuestros límites conocidos.
Decidir y llevar a la acción no es fácil porque podemos tener miedo de no elegir bien. Pero esa no es la única razón. Tomar decisiones es asumir un compromiso con aquello que se elige y aceptar las consecuencias de dicha elección.
Toda decisión cambia de algún modo mi vida porque me puede llevar por un rumbo distinto del que venía llevando, es modificar de algún modo mi destino. No siempre podemos estar seguros de lo que sucederá si tomamos esta o aquella decisión, sobre todo si se refiere a situaciones radicales en nuestra vida como un divorcio, como un cambio de lugar de residencia o de trabajo. No podemos asegurar lo que pasará.
La incertidumbre del futuro puede frenarnos por miedo a lo que pueda suceder. Sobre todo que generalmente no nos gusta salirnos de nuestra zona de confort. Solemos querer estabilidad y la rutina podemos sentirla como una protección, es la seguridad de lo que va a pasar, lo rutinario, lo familiar, lo conocido y por lo tanto, manejable.
En cambio lo nuevo puede retarnos a ser como no habíamos sido y poner a prueba nuestros recursos internos. Pero eso es crecer. Deberíamos de ser más decididos y determinados para actuar y cambiar donde es preciso en nuestras vidas, en nuestra familia y sociedad. Nos limitamos mucho por el miedo a que ocurra algo desastroso, a pagar el precio de equivocarnos o de modificar lo que acostumbrábamos hacer. Hasta dice el dicho “Más vale bueno por conocido, que malo por conocer”. Queremos ir a la segura, pero la vida no es así. La vida es un acto de fe continuo en cada paso que damos.
El peso del pasado es el que muchas veces nos detiene. La fama que ya nos hemos hecho, nuestra forma de ser habitual, como los demás nos ven, si atentamos contra esto inclusive los que nos rodean se asombran o se descontrolan: “es que has cambiado muchísimo”, “tú no eras así”, “¿entonces ya no vienes con los cuates a ‘pistear’? ¡Qué raro! ¡Qué insecto te picó!”, “¿Cómo vas a dejar la vida que tenías?”, etc.
Dejar lo que fuimos significa dejar el pasado atrás. Esto es difícil sobre todo porque todo lo que somos hoy es la suma de todo lo que hemos sido. Es necesario un proceso de reconocimiento de lo que ha sido negativo en nuestro caminar o ha sido resultado de situaciones en las que no podíamos ejercer nuestra libertad de manera autónoma por depender de nuestros padres o de nuestras problemáticas emocionales.
Dice en el diccionario ABC de internet “la autonomía es la capacidad que tiene una persona para tomar decisiones o realizar acciones por sus propios medios, sin necesitar el consejo o ayuda de otros”. Por lo tanto, cuando conquistamos nuestra autonomía podemos elegir qué dejar atrás de lo que fuimos. Y a veces no es fácil, sobre todo si hemos formado hábitos de ciertas formas de ser. Inclusive nuestros seres queridos pueden impedir que tomemos decisiones que lleven a cambios drásticos en nuestra vida, pues les remueve también a ellos de su comodidad y les dificulta tener más control sobre ti. Es difícil decidirse a hacer cambios.
Incluso iniciar un proceso de psicoterapia puede ser una decisión difícil porque implica aceptar ayuda, reconocer el deseo de cambiar y de encontrar apoyo, herramientas y comprensión de la situación para tomar decisiones difíciles y/o drásticas en nuestra vida. Pero si vives infeliz, enojado(a), peleando o atrapado(a) en situaciones que no quieres, entonces es necesario que te decidas ya a cambiar.
La razón más fuerte para tomar decisiones que cambien nuestra vida radicalmente es el que estemos sufriendo o produciendo sufrimiento a otros, que no estemos creciendo y que hayan menguado nuestras ganas de vivir. La vida es una aventura apasionada e intensa. También si tu vida es rutinaria, aburrida y llena de insatisfacciones quizá tienes que tomar ciertas decisiones y dejar de vivir como un autómata.
Solemos enfocarnos en problemas generales de nuestro comportamiento y no en acciones erróneas concretas. Decidirnos a cambiarlas puede modificar realmente nuestro camino y llevarnos a conformar un carácter de acuerdo a valores que escojamos, más altos y menos inconscientes. Pero conocernos para lograr modificar nuestras acciones erróneas concretas es una labor en la que requieres invertir energía, tiempo, esfuerzo, pues a veces esas acciones erróneas son alimentadas de patrones inconscientes generados en nuestra infancia o en situaciones vitales muy dolorosas por las que hayamos pasado. También es necesario estar dispuestos a enfrentar ese dolor de nuevo, en vez de huir del asunto y cambiar.
Decidir no es fácil. Implica un proceso de comprensión de nosotros mismos, de nuestras elecciones y de nuestro camino. Sobre todo si son decisiones que pueden cambiar el rumbo de nuestras vidas. Pero no podemos evitar decidir. Aún si no hacemos nada eso es una decisión y no podemos culpar a nadie del resultado.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54 Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. www.facebook.com/crecimientoemocionalintegral