Un tajamar, según la definición de la Real Academia Española (RAE), es la “parte de un apoyo o pila de un puente para cortar el agua y disminuir su empuje” o un “tablón recortado en forma curva y ensamblado en la parte exterior de la roda, que sirve para hender el agua cuando el buque marcha”; esta semana, Tajamar en Quintana Roo fue duramente golpeado.
La organización ambiental Greenpeace ha manifestado su postura respecto al “ecocidio en Tajamar” y la destrucción de 57 hectáreas del manglar localizado en Cancún; la ONG apunta que se trata de un ecocidio porque “se han destruido especies que están protegidas por ley, como la NOM 059, la que protege especies nativas de México y la flora y fauna en categoría de riesgo, tal como bosque manglar rojo y blanco, cocodrilos, aves, iguanas, ranas, peces, crustáceos, entre otros”.
Señala además que “dicho ecocidio fue perpetrado por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo y los grupos empresariales detrás del proyecto, con el visto bueno de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)”; el responsable de la campaña de océanos de Greenpeace México, Miguel Rivas, también apunta que la Semarnat debería haber expuesto un plan de acción para trasplante del manglar y del resto de especies y de flora, “con base en la Manifestación de Impacto Ambiental presentada en 2005”.
Una de las cuestiones que debe preocuparnos es que la pérdida de un manglar no es trivial, ya que México es uno de los países que más extensiones de manglar tiene en el mundo; indica también Greenpeace que los manglares “modelan las desembocaduras de agua dulce al mar, pues entre sus características está soportar la salinidad del agua que se encuentra entre los límites del agua dulce con el agua salada”, además de que proveen al ser humano de una gran cantidad de “servicios ecosistémicos”, impiden la erosión de las zonas costeras y actúan como un filtro natural para mantener la calidad del agua.
“Si las obras son suspendidas es posible que el manglar se recupere de forma natural y a su vez implementar un plan de reforestación”, añadió Miguel Rivas en su blog.
El movimiento “Salvemos Manglar Tajamar” tiene una página en Facebook en la cual informa respecto a las acciones que implementan en contra de “un golpe duro al manglar mexicano, también a muchas plantas y animales que dependen de él, a México, su riqueza natural y a la sociedad”; agrega que es importante dar a conocer que “a pesar de la devastación, el manglar en Tajamar aún se puede recuperar (…) aún no lo rellenan y mientras eso no suceda el manglar VIVE”.
Salvemos Manglar Tajamar también anotó en su página de red social que el Juzgado Segundo de Distrito concedió la suspensión provisional "en virtud de la naturaleza del acto reclamado (desmonte y relleno del manglar)”, para el efecto de que las cosas se mantengan en el estado que actualmente guardan, esto es, "que se suspenda cualquier tipo de acto que implique la ejecución de remoción de cualquier tipo de vegetación así como el relleno con material pétreo en la zona denominada Malecón Tajamar".
El fotoperiodista Carlos Matus ha documentado con imágenes -tomadas el 18 de enero, según refiere- “el saldo que dejaron el paso de las maquinas sobre el manglar en el Malecón Tajamar (…) donde incluso se observa el cuerpo inerte de animales que perecieron en medio de las ramas que eran sus hogares. Garzas y demás aves siguen volando en círculos sobre lo que una vez fueron 59 hectáreas de manglar y ahora solo son tierra, rocas y arena. Aún se observa un cocodrilo moreletti, junto con su cría en lo que alguna vez fue la laguna que los albergó. Increíble pensar que en pocas horas destruimos lo que a la naturaleza le tarda años formar”.
Por su parte y en el comunicado de prensa 008/16 del a 20 de enero de 2016, la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental de SEMARNAT informó que “otorgó en julio de 2005 al Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), la autorización en materia de Impacto Ambiental para las obras y actividades en el Proyecto Malecón Cancún Tajamar. Dichas obras incluían la remoción de 49.10 hectáreas de vegetación hidrófila (manglar, sabana y graminoides), selva baja caducifolia y secundaria, con el fin de dotar a dicho espacio de servicios de electrificación, agua potable, sistemas de alcantarillado, pavimentación, jardinerías y banquetas, para concretar la construcción de diversos proyectos inmobiliarios para lo que fueron adquiridos por particulares esos predios".
El documento destaca que “no se registró durante la ejecución evidencia o existencia de ejemplares de fauna silvestre durante los desmontes llevados a cabo, al amparo de las autorizaciones emitidas por la SEMARNAT y que la presencia de ejemplares de diversas especies, hoy en día, corresponde a la actividad cotidiana del ecosistema de la zona”.
Comentando el caso de Tajamar con una activista argentina, ella reflexionaba lo siguiente: “Entiendo que para muchos, un manglar no es mas que un amasijo de plantas enredadas que aloja especies incluso peligrosas. He visto campos, bosques y selvas, entre otros, desaparecer, siempre por los mismos motivos. Intereses humanos que benefician a una -en demasía- mínima porción de la humanidad, bajando de forma egoísta, las defensas del planeta”.
“Ahora bien, lo que muchas personas parecen olvidar, es que somos parte de un equilibrio. Mismo que los seres humanos vamos destruyendo poco a poco, con consecuencias cada vez más graves para nosotros y el resto de las especies vivas en el planeta”.
"La desaparición de los manglares de Tajamar es mucho más que una 'poda gigante'. Es un verdadero ecocidio, cuyas consecuencias inmediatas las están sufriendo víctimas sin voces para hacernos escuchar su dolor. La destrucción de un hogar para cientos de especies, muchas de las cuales, espantadas, buscarán refugio y restablecerse en otros sitios, fomentando una migración que altera, dramáticamente, el ecosistema”.
“Pero si usted piensa que la vida de los animales y la fauna en general no merece mayor atención, piense entonces en la vida de los seres humanos”.
José Mujica pronunció en la Cumbre Río+20 un discurso, del cual reproducimos las palabras finales: “Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? (…) El desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. (…) Precisamente, porque es el tesoro más importante que tiene. Cuando luchamos por el medio ambiente, el primer elemento del medio ambiente se llama la felicidad humana”. Coincidimos.
Página de la petición: change.org