¿Cuál es la definición que aparece en el Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano de la palabra “solidaridad”? “Inglés: solidarity; francés: solidarité; alemán: solidarität; italiano: solidarietá. Término de origen jurídico que en el lenguaje corriente, común y filosófico, significa: 1) relación recíproca o interdependencia; 2) asistencia recíproca entre los miembros de un mismo grupo”.
“Siempre hay hombres buenos en los peores momentos. Yo suelo referirme a la poca fe que tengo en el ser humano. Pero esta novela es muy optimista. Quería que el lector terminase sonriendo: que pensara que a pesar de todo son posibles el diálogo, la lealtad, la solidaridad entre gentes que no comparten la misma ideología, como ocurre con los dos protagonistas principales. Nuestro problema, e incluyo por supuesto a América latina, es que queremos al enemigo vencido, exterminado. ¡Al paredón! Ese afán por silenciar, por exterminar, por callar, por desterrar, porque desaparezca el diálogo con el contrario, es muy hispano”.
El párrafo que antecede es parte de una entrevista realizada por Martín Rodríguez Yebra al escritor Arturo Pérez-Reverte para el Diario La Nación, en este año y en referencia a su novela “Hombres buenos”. No se equivoca Pérez-Reverte al apuntar que la solidaridad se ve superada por ese afán de querer silenciar(la) en un tiempo, nuestra actualidad, en el que el egoísmo y el miedo superan “a los hombres buenos”.
“Como mexicanos siempre somos nobles. Tal vez ahora somos reacios, no somos cordiales, pero en situaciones de riesgo siempre nos echamos la mano”, comentaba en una entrevista –concedida a CNN– Carlos Pérez, un miembro de los Topos de Tlatelolco, voluntario del temblor que cimbró a México en 1985 y quien decidió seguir ayudando en emergencias, no sólo de México sino de otros países. Y agrega: "La solidaridad es lo que nos hace falta a todo el mundo, la empatía”.
El maestro José Portillo, en el ensayo filosófico “El camino a la libertad”, señala que la palabra solidaridad proviene del latín del sustantivo “soliditas” y puede ser entendida como “la voluntad de actuar considerando el interés de los demás, sin necesidad de que existan motivos ulteriores o recompensas”; la solidaridad también “deviene hoy heredero cabal del imperativo de la fraternidad, a la postre la referencia más difusa de la tríada de ideales –libertad, igualdad, fraternidad– que inspiraron buena parte de las tradiciones políticas de la ilustración continental”.
Para cerrar el artículo de este último domingo del año, reproducimos algunos párrafos de la carta que un paramédico argentino de urgencias, Jorge Rumi, envió a diversos medios en Argentina en el mes de agosto del 2008, en la que describe todo lo que le pasa por la mente cuando ve a una joven agonizar por una causa evitable.
“Algo extraño sucede. Algo difícil de explicar, algo que sucedió desde el martes a esta parte. Con frecuencia nuestras ambulancias asisten a personas en distintos accidentes, las que son derivadas a nuestro hospital, donde siguen siendo asistidas por el personal de la guardia, del shock room, de la terapia, del piso y de cada uno de los rincones de nuestro querido hospital”.
“Nos conmueve mucho el dolor ajeno, nos angustian las consecuencias y sufrimos con los jóvenes mutilados, los adultos lesionados y los familiares desgarrados en su dolor. Bien sabemos que esta es parte de nuestra tarea, ayudar a que se recuperen pronto, consolarlos y atenderlos en su desgracia. Tal vez este sea el motivo que nos llevó a elegir ser emergencistas; la que nos ayuda a disminuir el dolor y el sufrimiento de nuestra gente, y hasta en algún caso… evitar la muerte”.
“Pero, desde el martes al mediodía algo cambió en los pasillos del hospital. (…) Una joven llena de vida se veía sacudida por la mampostería de un edificio que cayó sobre su cuerpo. ¿Destino? ¿Fatalidad? ¿Accidente? Será difícil responderlo. Lo que no es difícil, es sentir lo que sus seres queridos estarán sintiendo. No dejarán de preguntar, mirando al cielo, ¿por qué? A esa pregunta no la podremos responder nosotros (…) Hay dolores que calan el alma, dolores 'inentendibles', de esos que parten el cuerpo”.
(…) Esta es la triste realidad de lo que vivimos a diario en nuestro servicio de emergencias. ¡Tan solo un instante cambia la historia de la vida de las personas! (…) ¿Quién puede encontrar las palabras que realmente consuelen a ese papá, a sus tíos y a todos sus amigos y compañeros? (…) Hoy atada a un respirador que la mantiene viva, con un coma profundo que tal vez no le permita volver a abrir los ojos y decirle ‘te quiero’ a alguien”.
“Sé muy bien que debo despersonalizar estas cosas, que no debo involucrarme así con los pacientes, que debo cerrar la puerta de mi ambulancia y del hospital, y hacer mi vida. Pero hay cosas que son más fuertes que nuestras buenas intenciones. Esto ha hecho que vuelva a agarrar con fuerza mis manuales, a reforzar mis conocimientos y a pedirte Señor que pongas en nuestras manos esa pizca milagrosa que nos supiste otorgar cuando nos enamoramos de esta profesión”.
No es necesario haber participado en el servicio de emergencias, o esperar a experimentar una situación de vida o muerte, para comprender la importancia de tener una disposición permanente a la elaboración del bien común; esa “pizca milagrosa” de solidaridad y empatía que, tal vez en un instante único, cambie de manera decisiva y para bien la historia de una persona y, en consecuencia, de todos. “Quien sólo vive para sí, está muerto para los demás”, sentenciaba el poeta romano Publio Siro. Coincidimos.
Indictum
Un deseo de fin de año para los amables lectores de La Unión de Morelos y de este espacio dominical. Que el 2016 les traiga renovadas esperanzas para cambiar el futuro por uno mejor, del cual podamos estar orgullosos como sociedad.