Desde el año 2011, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemora el 30 de agosto como el “Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzada”, luego de que el 21 de diciembre de 2010, la Asamblea General, en virtud de la Resolución A/RES/65/209, expresó su preocupación por el incremento de las desapariciones forzadas o involuntarias, en todo el mundo.
En la Resolución A/RES/65/209 se apunta que “las desapariciones forzadas, que en su día fueron principalmente el producto de las dictaduras militares, pueden perpetrarse hoy día en situaciones complejas de conflicto interno, especialmente como método de represión política de los oponentes”.
Y es que la “Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas”, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 47/133 (de fecha del 18 de diciembre de 1992), indica que se producen desapariciones forzadas siempre que “se arreste, detenga o traslade contra su voluntad a las personas, o que éstas resulten privadas de su libertad de alguna otra forma por agentes gubernamentales de cualquier sector o nivel, por grupos organizados o por particulares que actúan en nombre del Gobierno o con su apoyo directo o indirecto, su autorización o su asentimiento, y que luego se niegan a revelar la suerte o el paradero de esas personas o a reconocer que están privadas de la libertad, sustrayéndolas así a la protección de la ley”.
Es importante destacar que tanto el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que entró en vigor el 1 de julio de 2002, como la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, aprobada por la Asamblea General de la ONU en el año 2006, establecen que, cuando como parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido a cualquier población civil, se cometa una “desaparición forzada” ésta se calificará como un crimen contra la humanidad y, por tanto, no prescribirá; se dará a las familias de las víctimas el derecho a obtener reparación y a exigir la verdad sobre la desaparición de sus seres queridos.
En ocasión de esta fecha, Amnistía Internacional también se ha manifestado y ha destacado que el uso de la desaparición forzada por parte de los gobiernos para silenciar críticas y atemorizar a la ciudadanía continúa sin erradicarse; refiere además que el último informe del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas que aborda el periodo comprendido entre el 10 de noviembre de 2012 y el 16 de mayo de 2014 señala que el Grupo ha recogido desde su creación, en 1980, un total de 54 mil 405 casos.
De ellos, el número de casos que siguen en estudio asciende a 43 mil 250 e involucran a un total de 88 Estados; en los últimos cinco años, el Grupo de Trabajo ha logrado esclarecer un total de 254 casos: algo más del 2 por ciento, únicamente. Según este informe, los países con mayor número de desaparecidos registrados son: Iraq (16.555), Sri Lanka (12.536), Argentina (3.449), Guatemala (3.155), Argelia (3.074), Perú (3.010), El Salvador (2.668), Colombia (1.258), Chile (908), Filipinas (786), Nepal (673), México (538).
Sobre el caso específico de nuestro país, el organismo señala que más de 22 mil personas sufren desaparición forzada o están en paradero desconocido desde 2007, y hace hincapié en el caso de Julio César Mondragón Fontes y la desaparición de otros 42 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, ocurrido el día 26 de septiembre del 2014 en Iguala, Guerrero; un día después, el 27 de septiembre, fue descubierto el cuerpo torturado de Mondragón Fontes, fijando la atención internacional en México.
Y es que las víctimas de desaparición forzada, al haber sido separadas del "ámbito protector de la ley" y al haber "desaparecido" de la sociedad, se encuentran privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores. Las desapariciones forzadas violan con regularidad el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica, a la libertad y seguridad de la persona; a no ser sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes; a la vida, en caso de muerte de la persona desaparecida; a una identidad; a un juicio imparcial y a las debidas garantías judiciales; a un recurso efectivo, con reparación e indemnización, entre otros.
En el espacio de Panóptico Rojo del 22 de febrero de este año, titulado “DD. DD. ¿Detenidos Desaparecidos?”, también comentamos algunas cuestiones sobre el tema que nos ocupa hoy, en específico respecto a las Observaciones Finales derivadas del examen a México por parte del Comité de Desapariciones forzadas de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Cabe recordar también en este “Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzada”, la lucha del poeta y periodista argentino Juan Gelman Burichson, quien en 1976 estaba en Roma cuando llegó la dictadura militar a Argentina. En una entrevista concedida al diario español “El País”, con motivo de convertirse en el ganador del Premio Cervantes en el año 2007, Gelman recuerda que "el 26 de agosto entraron en casa de mi hijo Marcelo y se lo llevaron con su mujer Claudia, que estaba embarazada (…) A él lo asesinaron en octubre y a ella se la llevaron a Montevideo. Esperaron a que diera a luz y sólo entonces la liquidaron. Entregaron a la niña a un policía nacional. Tardamos 15 años en encontrar los restos de mi hijo y 23 en encontrar a mi nieta, la primera que me ha felicitado por el premio. Seguimos buscando los restos de mi nuera".
La tenaz batalla de Gelman tuvo éxito en muchos sentidos y no solamente en el plano personal, ya que consiguió logros emblemáticos contra la impunidad ante la justicia internacional;es suficiente recordar la Resolución que la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió en fecha 20 de marzo de 2013, “Caso Gelman vs. Uruguay”, en la cual rechazó que el Estado deje de investigar, juzgar y, en su caso, sancionar a los responsables, amparándose en una situación de impunidad que los propios poderes del Estado han creado: “la imprescriptibilidad de este tipo de conductas delictivas es una de las únicas maneras que ha encontrado la sociedad internacional para no dejar en la impunidad los más atroces crímenes cometidos en el pasado, que afecta la conciencia de toda la humanidad y se transmite por generaciones”.
Dicha Resolución puede consultarse en http://www.corteidh.or.cr/docs/supervisiones/gelman_20_03_13.pdf
Gelman, quien murió en México el 14 de enero de 2014, aunque sin encontrar los restos de su nuera, nos legó un ejemplo de vida que consiste en no desistir en la lucha por conocer y superar un hecho violento, trascendiendo a la injusticia. Recordemos entonces, y no sólo hoy, a todos los hombres y mujeres que fueron desaparecidos y de los cuales aún se desconoce su paradero. Cedemos las palabras finales de este espacio al poeta: “Hay periodos de la historia, como el que atravesamos, donde las expectativas de cambio retroceden a zonas pantanosas. Pero la misma historia demuestra que hay flujos y reflujos y que la expectativa vuelve. Todo esto tiene que ver con la utopía. La utopía jamás se cumple, fracasa, pero deja una renovación y la idea imperiosa de retomarla”.