Hay fechas que pudieran pasar desapercibidas en esta vida, complicada y veloz, que nos ha tocado experimentar en los tiempos que corren, presurosos. Hace una semana en este espacio comentamos la complicada situación que se experimentó en Jalisco, debido a los bloqueos de vías de comunicación e incidentes violentos que se vivieron en la “perla tapatía”, Guadalajara, y en municipios aledaños.
Pero ese día, 3 de mayo, también se conmemoró el Día Mundial de la Libertad de Prensa, proclamado en 1993 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), siguiendo la recomendación de la Conferencia General de la UNESCO; de dicha fecha no escribimos ni una línea, pero nunca es demasiado tarde para recordar una data tan representativa de lo que debería significar la libertad de expresión: data que debería de ser conmemorada diariamente en los hechos, y no solamente una vez al año en las palabras.
“El periodismo de calidad permite a los ciudadanos adoptar decisiones sobre el desarrollo de sus sociedades con conocimiento de causa, y se esfuerza por sacar a la luz la injusticia, la corrupción y el abuso de poder”. Ese fue el inicio del mensaje conjunto del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la directora general de la UNESCO, Irina Bokova, y el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al-Hussein.
Y agregaban: “Para ello, el periodismo debe tener la posibilidad de prosperar, en un entorno propicio en el que los periodistas puedan trabajar con independencia, sin interferencias indebidas y en condiciones de seguridad”. Por cierto, que el tema de este año 2015 es: “¡Que prospere el periodismo!”. ¿Cree usted, estimado lector, que en verdad estamos dando pasos para que los hechos nos convenzan de que avanzamos en materia de una ‘mejor información, más igualdad de género y mayor seguridad en los medios de comunicación en la era digital’?
Hay fechas que no deberían de pasar desapercibidas, sobre todo después de los diversos eventos a nivel nacional creados por organizaciones como “Article 19” o “Periodistas de a Pie”, por citar únicamente dos ejemplos, o por las propias agrupaciones locales de comunicadores unidos, para proteger ese derecho fundamental a la información, mismo que la ONU considera como medular.
A inicios del mes de agosto del año pasado, el texto de la columna titulada “In memoriam…” lo dedicamos a todos los periodistas que han elegido “convivir de frente con la muerte”; recordábamos en aquel entonces a Rubelio Fernández, fotoperiodista fallecido en el mes de septiembre del año 2006 y que se especializó en informar -visualmente- sobre hechos desde el lugar en el que habían ocurrido, otorgándoles mayor cercanía y credibilidad con el lector.
En ese mes también reprodujimos las quince lecciones del “Manual póstumo del fotoperiodista” y transcribimos lo que Fernández apuntaba sobre la manera de ser de un periodista de “nota roja”: “agresivo, porque tiene que abrirse las puertas a golpes”, y con “un periodo de maduración de nota policiaca”: dos años, por lo menos, de estar a diario en las calles, “conociendo y fogueándose en las circunstancias, viendo cómo se dan, qué ocurre y cómo reacciona la gente”.
Ante lo comentado en los párrafos que anteceden, es que hoy no pasa desapercibida la fecha próxima, el 13 de mayo, pero del año 2012, cuando se encontró en el maletero de un automóvil Nissan color gris, abandonado en la calle del Hueso de la colonia Buena Vista, en Cuernavaca, Morelos, el cadáver de René Orta Salgado, periodista especializado en “nota policiaca” con muchos años de oficio, noches de desvelo y ríos de tinta plasmados en diarios locales.
No es materia de este espacio ni describir ni analizar los hechos relacionados con su muerte. Pero sí es necesario ofrendar un recuerdo a uno de los pocos comunicadores ‘in situ’ que durante muchos años no se conformó con ‘volver a redactar’ los boletines de prensa enviados por la autoridad respecto a incidentes propios de la “nota roja”. No fueron pocas las ocasiones en las que coincidimos en un lugar de hechos o de hallazgo, cubriendo personalmente la nota respecto a homicidios, accidentes de tránsito y sucesos diversos relacionados con la denominada “crónica roja”.
Claro, de ello han transcurrido más de quince años, y en la memoria también se tiene presente a una ‘leyenda morelense’ en el ámbito del periodismo de ‘nota roja’: portando chaleco azul -la mayoría de las veces-, haciendo fotografía y video de las ‘crónicas del crimen’, ‘in situ’. No comentamos su nombre, respetando su retiro del medio. Y para cerrar este espacio, cedemos la palabra a Henri Cartier-Bresson, fotógrafo francés considerado por muchos como “el padre del fotorreportaje”, siempre en busca del “instante decisivo”.
“El periodismo es una forma de constatar, de observar… Bueno, algunos periodistas son escritores maravillosos y otros simplemente colocan los hechos uno tras otro. Y los hechos no son interesantes. Es el punto de vista sobre los hechos lo que es importante. Y en fotografía es la evocación. Algunas fotografías son como un cuento de Chejov o Maupassant. Son rápidas y en ellas hay todo un mundo. Pero uno no es consciente de ello mientras dispara. (…) Cuando una situación está llena de posibilidades debes estar presente… cuando hay un cambio de situación, en los momentos más tensos. (…) Cuando el fruto está maduro, hay que arrancarlo. ¡Rápido! Sin indulgencia, pero con audacia”.
“Me gusta disparar una fotografía, estar presente, es una manera de decir: ‘¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!’. Es como las tres últimas palabras del ‘Ulises’ de Joyce, una de las obras más poderosas jamás escritas. Es ‘Sí, sí, sí’. Y la fotografía es así. Es sí, sí, sí. Y no hay tal vez. Todos los ‘tal vez’ deberían tirarse a la basura, porque es un instante, es un momento, ¡y está ahí! Y es respeto a eso mismo y el enorme placer de decir: “¡Sí!” Incluso si es algo que odias. ¡Sí! Es una afirmación”.
La entrevista a Cartier-Bresson de la cual se citan un par de párrafos fue realizada en 1971 por Sheila Turner-Seed mientras preparaba unos documentales sobre fotógrafos con Cornell Capa; tras su muerte, en 1979, el texto quedó almacenado en el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York. En 2011 su hija, Rachel Seed, la descubrió y escuchó la voz de su madre por primera vez (tenía un año cuando Sheila murió).
INDICTUM
Desde este espacio enviamos un abrazo cordial a todas las mamás en su día: una fecha que debería de ser conmemorada diariamente en los hechos, y no solamente una vez al año en las palabras. También recomendamos visitar la exposición “Henri Cartier-Bresson. La mirada del siglo XX”, primera gran retrospectiva del artista tras su muerte en 2004, abierta al público en el Museo del Palacio de Bellas Artes, hasta el próximo 17 de mayo.