A partir del 2009, las Naciones Unidas designaron el 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos; el concepto fue propuesto por primera vez en 1992, en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, como una manera de crear conciencia sobre el papel crucial que los océanos desempeñan en el sostenimiento de la vida y las distintas maneras en que las personas pueden ayudar a protegerlos.
Los océanos, parte fundamental de la biósfera, ayudan a regular el clima y el tiempo, proporcionan oxígeno y alimentos y tienen efectos beneficiosos para el medio ambiente, para la sociedad y la economía en general; se ha dicho que los océanos actúan como pulmones del planeta, ya que proporcionan la mayor parte del oxígeno que respiramos, además de que los productos del mar son la principal fuente de proteínas para al menos una de cada cuatro personas en el mundo.
Relacionados con el mar, existen numerosos datos y cifras a tomar en cuenta: los océanos cubren más de 70 por ciento de la superficie del planeta, y sólo el uno por ciento de la superficie oceánica está protegida; entre un 50 y un 80 por ciento de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie del océano, que constituye 90 por ciento del espacio habitable del planeta y menos del 10 por ciento de este espacio ha sido explorado hasta ahora por el hombre.
Además, los océanos contienen el 96 por ciento de toda el agua de la Tierra; el resto es agua dulce, que se encuentra en forma de ríos, lagos y hielo.
También, un conjunto de organismos marinos minúsculos, llamados fitoplancton, producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis; el océano absorbe anualmente cerca del 25 por ciento del dióxido de carbono que se agrega a la atmósfera debido a la actividad humana, reduciendo así el impacto de este gas con efecto de invernadero en el clima: los manglares, las marismas salinas y las praderas submarinas pueden contener una cantidad de carbono cinco veces superior a la de los bosques tropicales.
La fecha conmemorativa en el 2019 se centra en fomentar una mayor concientización sobre el océano y las cuestiones de género, además de descubrir las posibles formas de promover la igualdad de género en actividades relacionadas con el océano, como la investigación científica marina, la pesca y el trabajo en el mar, sin olvidar los temas relacionados con la migración que se realiza por mar y la trata de personas, así como la formulación de políticas y gestión.
Y es que cada día crece el problema de la presencia de plásticos en mares en todos los rincones del planeta; de acuerdo con el Programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Medio Ambiente, cada año se arrojan en los mares ocho millones de toneladas de plásticos (lo que equivale a verter en los mismos un camión de residuos por minuto), además de que entre el 60 y el 90 por ciento de la basura marina está compuesta por diferentes tipos de polímeros de plásticos.
Por ello es necesario enfocar un esfuerzo especial para detener la contaminación por los plásticos, que representan una amenaza grave porque se degradan muy lentamente y contaminan las vías fluviales durante mucho tiempo; además, la polución derivada de los plásticos perjudica la salud de los animales marinos, incluido el zooplancton, pues confunden las micropartículas con alimento y acaban consumiéndolos, pasando de esta manera a la cadena alimentaria mundial.
En el presente año, la presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas, María Fernanda Espinosa, lanzó la campaña mundial "Play It Out", para acabar con la contaminación por plásticos, tras décadas de su utilización excesivo y del aumento del consumo de plásticos de un solo uso, lo que ha llevado a una catástrofe ambiental mundial; lo anterior ya que actualmente, 13 mil toneladas de plástico se filtran en el océano cada año, lo que provoca, entre otras daños, la muerte de 100 mil especies marinas en ese periodo de tiempo.
En este espacio hemos comentado acerca del tema de la contaminación por plásticos desde el 2016, y desgraciadamente a la fecha no hay muchas cuestiones positivas que agregar; referimos que en la cumbre de Davos de enero de dicho año fue presentada una investigación que lleva por título “La nueva economía de los plásticos: repensando el futuro”, llevada a cabo por la Fundación Ellen MacArthur y que fue el primer estudio dedicado a medir este fenómeno, con el objetivo de concientizar sobre el uso masivo que se hace de este material tan contaminante y los daños que está produciendo en el agua del planeta.
En el documento se indica que, cada año, ocho millones de toneladas de materiales plásticos acaban en los océanos y mares y si esta tendencia no cambia se prevé que en tan sólo diez años habrá en los océanos una tonelada de residuos de este material por cada tres toneladas de peces; en 2050, la cifra sobrepasaría en gran medida a la cantidad de peces.
También hace referencia a que la mayor parte de los plásticos, un 40 por ciento, acaba en vertederos y el 32 por ciento en los ecosistemas, océanos y mares incluidos, con lo que se amenaza seriamente a los seres vivos que viven en sus aguas; de igual modo, solamente un 14 por ciento de estos residuos se recicla.
Se ha comparado a los océanos como el corazón de nuestro planeta, ya que regulan el clima, alimentan a millones de personas, producen oxígeno, son el hábitat de una gran variedad de seres vivos y proporcionan medicinas y numerosos recursos; por eso es indispensable movilizar a la población hacia un objetivo de gestión sostenible de los océanos, respetando su belleza, riqueza y potencial.
De igual modo, integrar en un plan acciones que a la fecha sólo se han tomado de manera aislada: avanzar en la tecnología de los empaques, implementar nuevos procesos de reciclado de plásticos, desarrollar infraestructura para la captación de desechos e implementar políticas públicas para reglamentar el empaquetado.
No hay que olvidar las medidas a nivel personal que podemos implementar para reducir lo que se conoce como “la huella de plástico” o “plastic foodprint”, dejando de utilizar plásticos de un sólo uso, entre diferentes iniciativas para detener el grave daño a los ecosistemas y a la fauna marina, abandonando -de inicio- el mal hábito de usar y tirar.