En la semana que concluye, la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) dio a conocer que los años 2015, 2016, 2017 y 2018 han sido confirmados como los cuatro más cálidos jamás registrados; cabe referir que los registros de las temperaturas, tal como se conocen hoy en día, comenzaron en 1850 y la WMO utiliza conjuntos de datos de diversos institutos de investigación, derivados de millones de observaciones meteorológicas y marinas, incluidas las satelitales.
Entre dichos institutos de investigación se incluye a la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de los Estados Unidos, el Instituto Goddard de Investigaciones Espaciales de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), el Centro Hadley de la Oficina Meteorológica del Reino Unido y la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia del Reino Unido.
La estimación de las temperaturas que refiere que los últimos cuatro años han sido los más cálidos desde que se tienen registros, confirma que el cambio climático continúa, a largo plazo, provocado por las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero.
En noviembre del 2017, comentamos en este espacio que la WMO advirtió que las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera aumentaron a una velocidad récord en 2016 y alcanzaron el nivel más alto en 800 mil años; lo anterior, en el Boletín de Gases de Efecto Invernadero en la sede de la ONU en Ginebra, en el que se informó que el promedio de la concentración de dióxido de carbono (CO2) alcanzó 403.3 partes por millón (ppm) en 2016, debido a una combinación de actividades humanas y a un fuerte fenómeno de El Niño, mientras que en 2015 los niveles eran de 400 ppm.
El aumento del CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera tienen el potencial de iniciar cambios sin precedentes en los sistemas climáticos, lo que lleva a "graves perturbaciones ecológicas y económicas", se indicó en dicho informe; además, el fenómeno climático está asociado a temperaturas del mar más cálidas que el promedio, que se cree son responsables de desencadenar sequías en regiones tropicales, así como huracanes e incendios forestales sin precedentes en otros lugares.
La WMO también anota que un análisis consolidado de cinco de los mejores conjuntos internacionales de datos revela que la temperatura media mundial en superficie en 2018 superó aproximadamente en 1,0° grado Celsius (con un margen de error de ±0.13°C) a la de la era preindustrial (1850-1900); se trata del cuarto año más caluroso jamás registrado.
Sin embargo, el año 2016 (en el que ocurrió el episodio de "El Niño") continúa siendo el más cálido del que se tenga registro (1,2 °C por encima de la era preindustrial, usada como referencia); mientras tanto, en 2015 y en 2017 las temperaturas medias mundiales superaron en 1,1 °C las de los niveles preindustriales.
Al respecto de los datos referidos, el secretario general de la WMO, Petteri Taalas, apuntó que la tendencia de la temperatura a largo plazo es mucho más importante que la temperatura de cada año, y esa tendencia es a la alza, al manifestar que "los 20 años más cálidos de los que se tienen datos se han registrado en los últimos 22 años; el ritmo del calentamiento en los últimos cuatro años ha sido excepcional, tanto en la superficie terrestre como en los océanos”.
Taalas también declaró que "muchos de los fenómenos meteorológicos extremos corresponden plenamente a lo previsible en una situación de evolución del clima, se trata de una realidad a la que tenemos que hacer frente; la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y las medidas de adaptación al clima deberían gozar de máxima prioridad a nivel mundial".
No hay que perder de vista que las olas de calor intensas se están volviendo cada vez más frecuentes, a consecuencia del cambio climático; otro ejemplo es el hecho que, en el mes de enero, mientras en el hemisferio sur había calor extremo, algunas zonas de América del Norte se veían sometidas a un frío extremo.
En noviembre del año pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, comentó respecto a un informe gubernamental de mil 656 páginas, realizado por 300 científicos de 13 agencias federales diferentes y hecho por ley, en el que se detallan los efectos devastadores del cambio climático en la economía, la salud y el medio ambiente, lo siguiente: "No me lo creo".
Y es que de acuerdo con dicho documento, el impacto del calentamiento global podría provocar que la economía estadounidense se contrajera casi un 10 por ciento: el doble de las pérdidas registradas durante la gran depresión ocurrida de la década de 1930.
Es interesante agregar entonces lo que anota Petteri Taalas, en el informe reciente de la WMO: “El tiempo frío del este de los Estados Unidos de América no desmiente en absoluto el cambio climático; el calentamiento del Ártico se produce a un ritmo dos veces más rápido que la media mundial y una gran parte del hielo de la región se ha fundido. Esos cambios afectan a las pautas meteorológicas, no solo de la región sino también fuera, en el hemisferio norte en general. Parte de estas temperaturas frías anómalas de las latitudes más bajas podrían deberse a los cambios drásticos del Ártico.
Y añade: "Lo que sucede en los polos no se circunscribe a los polos, sino que influye en las condiciones meteorológicas y climáticas de latitudes más bajas, en las que viven cientos de millones de personas".
El ex presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, aseveró en un discurso ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pronunciado en el 2013, que “lo que algunos llaman la crisis ecológica del planeta, es consecuencia del triunfo avasallante de la ambición humana; ese es nuestro triunfo y también nuestra derrota”; un año antes, en junio del 2012 y en la cumbre Río+20, Mujica cuestionaba: “¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?”.
Es 2019 y poco hemos avanzado para volver a pensar en un “común origen”, pese a los adelantos de los medios de comunicación que en su momento el teórico Herbert Marshall McLuhan analizó y describió en relación al mundo como una “aldea global” y a la humanidad como una “tribu planetaria”: descripción inexacta como fruto exclusivo del sistema comunicativo y con una “aldea” que podría catalogarse más como de “sumisión consumista” que de desarrollo mental o tendiente a buscar un “destino común”. Por desgracia.