Este mes y por primera ocasión, según dio a conocer la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se conmemoró el Día Mundial de las Abejas, insectos polinizadores que son vitales para preservar la vida en nuestro planeta, en diferentes maneras, pero que están amenazados de extinción.
Aunque muchas personas temen a las abejas -ya sea por el dolor que provocan si entierran su aguijón (como mecanismo de autodefensa) o debido a que son alérgicas a sus picaduras-, aunque de manera contraria a lo que se piensa no son insectos agresivos y no atacan a los humanos a no ser que las provoquen.
En ocasión del día instituido para recordar la importancia de las abejas, es necesario señalar que más del 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización; sin embargo, los polinizadores –abejas, mariposas, pájaros, polillas, escarabajos y murciélagos – han disminuido de manera preocupante, por las prácticas agrícolas intensivas, cambios en el uso de la tierra, plaguicidas, enfermedades, plagas y el cambio climático.
Según datos de la FAO, casi el 35 por ciento de los polinizadores invertebrados –en particular, abejas y mariposas– y alrededor del 17 por ciento de los vertebrados –como murciélagos– están en peligro de extinción a nivel mundial, siendo la polinización uno de los procesos más importantes de la naturaleza que contribuyen a la biodiversidad.
De igual modo, la organización destaca factores importantes a tomar en cuenta respecto a las abejas, ya que mejoran actualmente la producción de alimentos de dos mil millones de pequeños agricultores a nivel mundial y ayudan así a garantizar la seguridad alimentaria de la población; también incrementan la calidad de los alimentos, para que sean más ricos en micronutrientes.
Una manzana redonda -por ejemplo- significa suficiente polinización, mientras que las manzanas deformes implicarían una polinización insuficiente o desequilibrada; una sola fresa, completamente desarrollada, necesita unas 21 visitas de las abejas y cuanto mayor sea el número de semillas sobre la superficie de un grano, más grande y más sabrosa será la fruta.
Como se ha informado a través del plan de acción 2018-2030 de la Iniciativa internacional sobre polinizadores, la FAO y la Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en colaboración con la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) y otros socios, “promoverán actuaciones coordinadas en todo el mundo para salvaguardar los polinizadores y fomentar el uso sostenible de los servicios de polinización, esenciales para la agricultura y los ecosistemas saludables”.
Se señala que las abejas y los polinizadores necesitan entornos favorables para prosperar y recursos adecuados para alimentarse y anidar, así como un entorno natural y no tóxico; en contraparte, las principales amenazas que enfrentan son precisamente la ausencia de un hábitat adecuado, los monocultivos, los pesticidas, las enfermedades y las temperaturas más altas que se asocian con el cambio climático.
Las abejas y la apicultura forestal también contribuyen al mantenimiento de los ecosistemas forestales, ya que la polinización ayuda a regenerar los árboles, lo que a su vez contribuye a conservar la biodiversidad forestal. Al respecto, la recomendación hecha por la FAO es comprar miel pura a los agricultores locales, que continúan empleando prácticas apícolas sostenibles.
Se añade que las abejas melíferas occidentales producen 1,6 millones de toneladas de miel cada año: de las más de 20 mil especies de abejas, solamente siete producen miel, y una sola abeja melífera visita en promedio unas siete mil flores al día; es decir, se necesitan cuatro millones de visitas para producir un kilo de miel: de ahí la expresión “ocupado como una abeja”.
La miel es un edulcorante natural con propiedades antibacterianas y antisépticas, además de que ha formado parte de la civilización humana desde hace miles de años. Por ejemplo, los antiguos egipcios utilizaban la miel con fines medicinales (para curar heridas) y usaban cera de abejas para embalsamar cadáveres y obtener luz artificial.
Cabe agregar que las principales religiones del mundo tienen pasajes sagrados sobre las abejas, ya que han sido y son vitales para la alimentación y la vida. Por ejemplo, para el cristianismo, el simbolismo de la abeja refiere a la fuerza, cuando existe confianza y esperanza, e incluso en el Éxodo, acerca de la tierra prometida se lee: "Dijo Yahveh: Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel”.
En el medievo, las abejas, eran símbolos representativos de la pureza, mientras que para los hindúes, la abeja simbolizaba la abundancia y la ampulosidad; los musulmanes la relacionaban con el lirismo, la grandeza del saber y la fuerza de la súplica.
Definitivamente, el Día Mundial de las Abejas no debe pasar desapercibido, tras haberse instituido, y tampoco los esfuerzos cotidianos por preservarlas.