En el primer mes del año acostumbramos compartir en este espacio las cifras que el Instituto para la Economía y la Paz (Institute for Economics and Peace) publica en el Índice Global de Terrorismo: en esta ocasión, las correspondientes para el año que concluyó, 2017.
En el reporte de referencia destaca el resultado positivo principal en el que muestra un declive global en la cifra de muertes por atentados terroristas, que baja a 25 mil 673 y que supone una mejora del 22 por ciento desde el pico que se produjo en 2014, con 32 mil 765 muertes: el año más trágico desde que se realiza el informe (iniciado en 2000).
Lo anterior significa que el terrorismo “ha caído de forma significativa en los epicentros de Siria, Pakistán, Afganistán y Nigeria, que son cuatro de los cinco países más afectados por él”, según concluye el Instituto para la Economía y la Paz.
También se da a conocer que los diez países con los mayores progresos registraron siete mil 348 muertes menos, mientras que los 10 países que más empeoraron sufrieron mil 389 muertes por terrorismo: el número de personas asesinadas por terrorismo ha caído por segundo año consecutivo.
Sin embargo, aunque las cifras globales de muertos y ataques mejoraron con respecto a los datos de otros años, hay otras tendencias que preocupan, como es el que más países experimentaron al menos una muerte por terrorismo: es el número más alto de los últimos 17 años y refleja un aumento desde los 65 países de 2015 a los 77 de 2016, además de indicar que dos de cada tres países del Índice (106 naciones) experimentaron al menos un atentado terrorista.
En el informe de 2017 también se pone de relieve cómo el terrorismo sigue estando repartido de manera desigual en el mundo: América Central y Caribe continúa siendo la región menos afectada, en donde se registraron 12 muertes en 2016, lo que representa menos de un 0.4 por ciento de todas las víctimas por terrorismo; mientras que en contraposición un 94 por ciento de todas las muertes por terrorismo están localizadas en Oriente Medio y Norte de África, además de África Subsahariana y Sur de Asia.
De igual modo, el Instituto para la Economía y la Paz anota que cuando se examinan las causas que impulsan el terrorismo, los factores cruciales son: la presencia de un conflicto armado, la violencia política de los gobiernos, la exclusión política y las reivindicaciones de determinados grupos.
El análisis también revela que el 99 por ciento de todas las muertes durante los últimos 17 años se han producido en países en conflicto o que tienen altos niveles de terror político, el cual incluye “los asesinatos extrajudiciales, la tortura y la prisión sin juicio”.
Se agrega que esto “muestra que la gran mayoría del terrorismo se usa como táctica en el contexto de un conflicto armado o contra regímenes políticos represivos. Demuestra también los riesgos de la represión política y de las acciones antiterroristas que pueden exacerbar motivos de queja ya existentes e impulsar el extremismo y el terrorismo”.
“Es muy difícil aplicar el principio cui prodest -¿quién se beneficia?- en un mundo en el que tantos intereses activos están tan bien escondidos. Así pues, bajo lo espectacular integrado, se vive y muere en el punto de confluencia de un gran número de misterios”, apuntaba Guy Debord, en una publicación del año 1988.
Y continuaba: “yendo más a fondo, en este mundo oficialmente tan lleno de respeto por todas las necesidades económicas, nadie sabe jamás lo que cuesta verdaderamente cualquier cosa que se produce: efectivamente, la parte más importante del coste real jamás se calcula; el resto se mantiene en secreto”.
Concluiremos este domingo citando a Debord, cuando invertía en 1967 una frase de Hegel: “En el mundo realmente trastocado, lo verdadero es un momento de lo falso” y la realidad absorbe al acto surrealista más puro. No debemos permitir entonces que la violencia deje de sorprendernos: el terrorismo tiene el potencial de extenderse rápidamente y con importantes ramificaciones sociales.