Las abejas actualmente están en peligro de extinción, principalmente por el cambio climático y por los insecticidas que emplean los agricultores en el campo. Es el Hombre mismo quien pone en riesgo la vida de estos insectos tan importantes para la supervivencia humana. ¿Por qué digo esto? Porque sin abejas no hay polinización de las flores, las plantas se mueren y, si no hay cultivos, ¿qué vamos a comer?
Laline Paull ha utilizado el género de la ficción para subrayar no sólo los peligros que enfrentan las abejas sino también nuestra situación actual. Estudió el comportamiento natural de las abejas para mandar un mensaje fuerte: el éxito del libro radica en cómo la autora ha dado un toque humano a los insectos para el fácil involucramiento de sus lectores. Sale a la luz este galardonado libro en un momento clave de nuestra historia porque las abejas están siendo tratadas muy mal en la actualidad, sobre todo debido a los productos químicos esparcidos en los cultivos. Sin la labor de las abejas, muchos de ellos, como por ejemplo las manzanas, sandías, almendras o melones, entre muchísimos otros, estarían en peligro: sin el trabajo esencial de polinización de las abejas, es un hecho que los cultivos sufren. El impacto en la economía sería muy serio ya que la consecuencia sería una carencia de alimentos básicos.
El insecticida que causa el mayor daño es el que contiene neonicotinoides. Wikipedia los define así: los neonicotinoides son una familia de insecticidas que actúan en el sistema nervioso central de los insectos y, con menor toxicidad, en vertebrados (aves y mamíferos). Los neonicotinoides están entre los insecticidas más usados a nivel mundial, pero recientemente el uso de ciertos químicos de esta familia está siendo restringido en algunos países debido a una posible conexión con el reconocido Desorden de Colapso de las Colmenas.
En los insectos, como las abejas, los neonicotinoides causan una parálisis que los lleva a la muerte en un proceso bastante veloz. Una vez infectado, el insecto muere, no hay remedio. En la colmena ficticia las abejas obreras experimentan el efecto de los insecticidas, con resultados desastrosos. De la misma manera, el clima cambiante es otra razón por la cual las abejas están sufriendo. Si hace demasiado calor o si llueve cuando no debería, o si hace mucho frío, las plantas sufren y producen menos polen. La extraordinaria sensibilidad de las abejas las dirige hacia las flores que les darán de comer: el polen y el néctar. Lo triste es lo difícil que es para ellas evitar ser afligidas si se topan con insecticidas en el aire en su camino.
Entrar al mundo organizado de las abejas es un privilegio que nos presenta este libro. Las colonias están constituidas por miles de abejas y cada una de ellas tiene una función específica. A la cabeza de esta sociedad está la Reina, que es la única que puede poner huevos; su función es sólo reproductiva. Aunque las abejas se comunican con “palabras” en el libro, es totalmente cierto que tienen otras maneras de comunicarse. Una de ellas es una especie de danza a través de la cual comparten información sobre la ubicación de las flores. La danza varía según dónde se encuentran las flores, la distancia a recorrer, cómo llegar y los peligros en el camino.
No quiero decir más sobre lo que narra este libro pero es claro que el cambio climático, los insecticidas y el Hombre juegan un papel muy importante en la frágil supervivencia de la colmena. Flora carga un secreto muy importante que resulta en un cambio tajante. ¿Logrará la colmena sobrevivir?
Todo esto y más se encuentra en este maravilloso libro. Búscalo en Amazon porque todavía no está en venta en las librerías en México. Espero que pronto esté disponible y de fácil adquisición porque es un libro que todos tenemos que leer. Una vez más les comparto las palabras de Einstein, quien sabía lo que decía: “si las abejas desaparecieran, sólo nos quedarían cuatro años…”.