Reportó el Organismo de Cuenca Balsas (OCB) de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que a mediados de junio nuestras presas estatales presentaban un almacenamiento de casi 50%. La preocupación desde entonces fue qué hacer en el caso de recibir demasiada agua, lo que pondría en riesgo a las comunidades aledañas a las presas. No he podido encontrar información más reciente, pero me imagino que las presas siguen llenándose, aunque de manera mucho más lenta que al inicio de la temporada.

Las temporadas de lluvia de hace años consistían en diluvios casi diarios y nuestra mayor preocupación era no mojarnos. No nos preocupábamos si había o no suficiente agua en las presas para el resto del año. Hoy en día las cosas han cambiado de manera drástica, ya que el cambio climático afecta no sólo la cantidad de lluvia que podríamos recibir sino además la cantidad de días de calor o frío intensos. La incertidumbre acerca de la lluvia es sólo uno de los muchos problemas que nos está trayendo el cambio climático.

En el corto plazo, las amenazas de las alteraciones en nuestro clima – mismas que estamos obligados a considerar – son varias:

Una mayor actividad de huracanes, que resultan en un mayor daño a las costas, las viviendas, la infraestructura y los ecosistemas. Es cierto que este año no ha sido el caso pero la temporada aún continúa, hasta noviembre.

En las costas hay cada vez más desprendimientos de tierra debido a los violentos oleajes.

El Caribe y las áreas bajas de México son extremadamente vulnerables a niveles aumentados del mar, que han sido considerables.

En la agricultura las cosechas están siendo seriamente afectadas dado que las lluvias no están garantizadas; o bien están en zonas de constante sequía, o bien sufren inundaciones. Los agricultores tienen que aprender a adaptarse sembrando cultivos más aptos a las condiciones cambiantes. Un ejemplo ocurre en el estado de Chiapas en las áreas donde cultivan café; están recibiendo demasiada lluvia, las plantas se pudren y terminan infestadas de plagas. Por otro lado, cuando hace demasiado calor los frutos se secan antes de ser cosechados. Este problema se vive en otras áreas donde se cultiva el café, en Nicaragua y en regiones de Asia y África las cosechas son cada vez menores. ¡Imaginen una vida sin el café de la mañana! Actualmente consumimos diariamente dos mil millones de tazas de café a nivel global…

Para soportar las condiciones extremas de calor o de frío tendremos que invertir en sistemas para enfriar o calentar nuestras casas, oficinas, escuelas, instituciones, etcétera, lo cual requerirá aún más energía. Cuando la demanda sube la industria energética tiene que responder. El resultado será mayor emisión de carbono al ambiente, porque todavía dependemos de combustibles fósiles para generar nuestra energía. Además, un mayor nivel de inversión será necesario para satisfacer dicha demanda.

Esta pequeña lista les dará una idea de la situación. Lo que tiene en común cada punto con el siguiente no es sólo su origen en el cambio climático, sino también sus graves consecuencias económicas. Cada acontecimiento climático daña la infraestructura, las viviendas, la actividad agrícola… en fin, es tal su impacto que la inversión necesaria es cada vez mayor.  Si tanto dinero tiene que ser apartado para esto, ¿cuánto quedará para la educación, la seguridad y la comunidad? Sin educación, seguridad y bienestar nuestras vidas se vuelven suficientemente retadoras; pero con el cambio climático la vida será cada vez más difícil.