“La polarización del asunto Carmen Aristegui se debe a que ella se colocó en uno de los polos, esa es la explicación. Así como Andrés Manuel tenía el gobierno legítimo, ella tenía el micrófono legítimo y no es cierto, mentira.”
El asombro aparece en el rostro del periodista Rafael Cardona cuando se le pide una dedicatoria en su libro El espejo de los días, publicado en la colección Periodismo Cultural, en 1996, por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
Desde el estrado de la Sala Manuel M. Ponce del Jardín Borda, a donde acudió el sábado 11 de abril a presentar la antología de Gutierre Tibón titulada Gog y Magog. Aventuras lingüísticas, Cardona levanta el volumen para mostrarlo a su esposa -presente en los asientos de primera fila- y ambos sonríen ante la sorpresa que se llevan.
Por eso, cuando el titular de “El Cristalazo” estampa su firma en la dedicatoria personalizada, apunta en mayúsculas: “Con una gratitud acumulada 20 años”.
En la obra, Rafael Cardona reflexiona de manera amplia acerca de la profesión del periodismo y en el capítulo titulado “Profesionales y diletantes” llega a una conclusión devastadora.
“El periodista ha desaparecido de la misma forma en que los barberos no aplican ventosas ni jalan dientes, ni aplican sanguijuelas. Los periodistas se fueron como las comadronas o las visitas del doctor que oprimía vientres y miraba lenguas”, asienta.
Más aún, añade, “desaparecieron como los tranvías y las cigüeñas o los cielos azules de la ciudad de México, y la naturaleza de su profesión los llevó a dos de los caminos fatales de la evolución: los que cambiaron, para dejar de ser lo que lo que nunca fueron, y los que desaparecieron sin que nada ocurriera ni a nadie le importara”.
Esa añoranza crítica está presente desde la primera página del libro, donde Cardona explica el sentido del título “El espejo de los días”.
“Hubo un tiempo en que el periodismo era el reflejo de la vida diaria. (…) En ese tiempo –dichosa edad, diría Cervantes- la prensa pulía cotidianamente el espejo de los días”, anota.
*COLECCIÓN DE COSAS BIEN HECHAS
Por eso el primer cuestionamiento que se le hace –y que responde de manera extensa- es si el texto que escribió, hace casi 20 años, fue hecho con un sentimiento de nostalgia por los años que habían pasado del periodismo que le tocó vivir a él o por el desencanto de lo que estaba sucediendo en ese entonces en la prensa.
“Por las dos cosas un poco –admite el autor-, pero lo que yo quise hacer con este libro fue poner una colección de ejemplos de cosas bien hechas, para decirles a los muchachos: si ustedes no pueden escribir así, por lo menos lean a quienes sí pudieron escribir así y traten de imitarlos, de seguirlos.
“Ahí hay unas cosas prodigiosas, por ejemplo, de Martín Luis Guzmán, de (Ryszard) Kapuscinski, hay cosas de (José) Alvarado, en fin.
“El eterno problema que yo he tenido con los medios –afirma quien fue reportero de Excelsior, La Prensa y el noticiario 24 horas de Televisa- es que la gente cree que el periodismo no forma parte de la cultura. Y el periodismo, en sí mismo, solo, aislado, sin la literatura, es un género por sí y en sí.
“Entonces, ahora la gente cree que el periodismo es decir que (David) Korenfeld (ex director de la Comisión Nacional del Agua) se va en un helicóptero; sí, sí es eso el periodismo, pero hay que meterlo en un contexto. El contexto de porqué eso está bien o está mal, porqué, a qué valores estamos apelando cuando estamos juzgando los hechos informativos que relatamos y si todo se puede quedar nada más en el relato de los hechos. Yo digo que no”.
Quien también ha ocupado posiciones en la administración federal, como
Director de Difusión y Director de Información de la Presidencia de la República durante el gobierno de Miguel de la Madrid, enfatiza: “Yo digo que la información misma debe ser materia de calificación, o sea, eso de que los reporteros no piensen, a mí siempre me pareció que está mal. Un reportero que piensa ve noticias donde un reportero que no piensa no las ve”.
“Las cosas significan algo, las piedras hablan, las paredes hablan, los edificios hablan, hay que entender la vida completa. No es únicamente como si uno fuera la extensión de la grabadora, no.”
El fundador y cabeza de la revista Época, subraya: “la grabadora yo la proscribiría en el uso –y está ahí en ese libro-, yo cuando he sido director, a reporteros que llegan a trabajar conmigo y tienen grabadora, les digo: para afuera, si no te lo puedes aprender es porque no tienes capacidad de concentración.
“Y Mario Vargas Llosa dice en su novela La historia de Mayta, que uno de los personajes, un reportero, dice: nunca grabes las cosas, lo importante no se olvida.
“Ahora, yo nunca he grabado nada, más que en radio y en la televisión, pero en mi chamba nunca he grabado nada y he repetido conversaciones de dos horas.
“A mí nunca me han dicho: yo nunca dije eso, porque la gente no se acuerda de lo que dijo, solamente se acuerda de lo que no dijo”, considera Rafael Cardona.
*LA ENERGIA DE LO CIBERNÉTICO
A Rafael Cardona se le comenta que en el libro que acaba de firmar, en el capítulo “El legendario mamut”, aparece una metáfora extraordinaria, cuando escribe que al periodista “lo mordió la serpiente de la ironía y en su descreimiento hubo lugar para la esperanza, por lo menos para la creencia de hacer bien su oficio.
“Eso era en los tiempos del milagro de la alquimia, cuando en los crisoles de los linotipos se daba el milagro de la transmutación y el plomo se volvía palabra, que es la única forma humana de producir la luz en el espíritu”.
Como respuesta, Cardona lamenta que eso se daba cuando existían los linotipos, “ahora ya no, ahora el bit se convierte en palabra, ya no el plomo, pero ¿en qué palabras estamos convirtiendo la energía de lo cibernético?, en la cháchara de las redes sociales, que son lo más cercano al tamborcito de los pueblos primitivos”, sostiene.
*LIMITADOS POR LA TECNOLOGÍA
-Cuando usted publicó este libro no había la presencia de las redes sociales, aunque ya estaba el internet y el teléfono celular.
-Todavía no había redes. Los celulares eran grandotes, estorbosos y no había tantos.
-¿Cree que en estos veinte años hemos ido hacia atrás? Usted puntualizó en la presentación que no hemos sabido hacer algo nuevo con el uso de las nuevas herramientas.
-Sí, estamos tan limitados por la tecnología, que ya nadie se acuerda del número de un teléfono, porque la máquina te lo marca ella sola, antes por lo menos la gente memorizaba un teléfono, memorizaba una dirección, memorizaba la dirección de su amigo, de su doctor.
Hoy todo lo hacemos con la tableta en la mano y si no tenemos la tableta no servimos, perdemos funcionalidad.
Funcionamos con base en la cantidad de aparatos que tenemos disponibles y si no los tenemos no sabemos qué hacer. Si no tenemos licuadora no sabemos moler un jitomate, cosas de esas.
*ESNOBISMO Y APROVECHAMIENTO POLÍTICO EN EL CASO ARISTEGUI
-Usted en “El Cristalazo”, en el noticiario de José Cárdenas, hace poco hizo alusión a que en el asunto de Carmen Aristegui no se perdía la libertad de expresión, como ella lo llegó a afirmar al decir que su despido fue un “atentado” a esa libertad.
-Ella tiene un programa de televisión en CNN, escribe en el periódico Reforma y aparte tiene una plataforma de Internet, ¿aquí se acalla la libertad de expresión de alguien?, ¿alguien puede decir: me tiraron a la hoguera y me quemaron viva? No es cierto, no es cierto, nadie la persigue, nadie la ha metido a la cárcel, nadie la metió al gulag.
-¿Por qué cree que este asunto ha conmovido tanto a varios sectores de la sociedad?
-Primero por esnobismo y después por aprovechamiento político, porque se trata de que hoy el deporte nacional es “péguele a Peña, péguele”, por mí que le peguen a Peña, yo no voy a defender a Peña.
Ni es mi amigo, bueno sí es mi amigo pero no lo voy a defender con los ojos cerrados, pero finalmente la polarización del asunto Carmen Aristegui se debe a que ella se colocó en uno de los polos, esa es la explicación.
Así como Andrés Manuel tenía el gobierno legítimo, ella tenía el micrófono legítimo y no es cierto, mentira.
Lo que ella hacía es “un” periodismo, no es “el” periodismo, eso es mentira y lo digo con ella enfrente y se lo pruebo y se lo demuestro, la conozco desde hace treinta años.