Franklin Delano Roosevelt, el presidente demócrata de los Estados Unidos por doce años consecutivos, al que le tocó hacer frente a la crisis económica conocida como la “Gran depresión”, expuso esa idea en estos términos:
“En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera.”
Dos acontecimientos recientes en Morelos llevan a que uno reflexione seriamente sobre la certeza de ese planteamiento.
Desde antes de que comiencen oficialmente las campañas para la elección de diputados y presidentes municipales (el periodo abarcará 45 días, del 20 de abril al 3 de junio, de acuerdo al calendario publicado por el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana, IMPEPAC), ya se usan los colores de un partido político en la propaganda de una actividad cultural, con una difusión sin precedentes en la entidad, hay que subrayar.
Sólo un ejemplo de muestra: cualquiera que viaje hacia el oriente de Morelos, encontrará que, además de Cuernavaca, hay espectaculares promocionales de la exposición “Darwin” en las carreteras y poblados de Jiutepec, Yautepec y Cuautla.
La muestra dedicada al científico inglés se exhibe en el Centro Cultural “El Amate”, en el Parque Ecológico Chapultepec, en la capital morelense. Y lo que se distingue a la distancia cuando se viaja son dos colores predominantes: el amarillo y el negro. ¿Cuándo el lector escucha esos nombres los relaciona con un partido político?
La exhibición permanecerá abierta al público hasta el domingo 7 de junio, es decir, el día de las elecciones y la propaganda que la promociona, por lo tanto, no será retirada sino hasta después. ¿Se justifica, verdad? Sobre todo si se argumenta que lo que se pretende es que acuda un público masivo a apreciar la exposición.
Es decir, los colores amarillo y negro están distribuidos por la entidad desde antes del comienzo del proceso oficial de campañas políticas y permanecerán hasta que los electores acudan a sufragar por los candidatos de su preferencia.
¿Esta difusión sin precedentes de una exposición es una manera de inducir el voto? ¿De verdad el uso de colores puede impactar en la determinación de los ciudadanos?
Las autoridades en la materia tienen que reflexionar y tomar decisiones sobre estos cuestionamientos, si en verdad pretenden la equidad en la contienda.
Sin embargo, algo debe de haber en eso si el propio presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova Vianello, pedirá a la Federación Mexicana de Futbol (FMF) evitar un sesgo partidista en el partido de futbol México-Brasil, programado para el día siete de junio, precisamente por la referencia a un color.
En la nota del periódico “La Jornada” del viernes 10 de abril (página 13), se asienta que Córdova habló sobre ese tema con diputados panistas y, de manera concreta, sobre el uso de expresiones como “Ponte la verde”, lo cual sería una forma de promoción hacia partidos como el Revolucionario Institucional, a quien le urge mantener el control numérico en el Legislativo.
Algo muy interesante sobre lo que sucede en Morelos es que, hasta la fecha, ninguno de los partidos políticos que no usan los colores amarillo y negro como bandera, ha levantado la voz para expresar su punto de vista o impugnado ante los organismos correspondientes. Es más, por lo visto, ningún candidato y sus asesores se han percatado de lo que ocurre.
Pero el asunto puede dar para que se reglamente en el Código de Instituciones y Procedimientos Electorales para el Estado de Morelos.
La segunda situación tuvo lugar en la semana que finaliza, en el marco de la presentación del libro más reciente de la escritora Sara Sefchovich: “¡Atrévete! Propuesta hereje contra la violencia en México”.
El miércoles 8 de abril tuvo lugar, a las 18:30 horas, lo que parecía una actividad cultural más en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, cuyo patio se llenó de mucha gente interesada en la cultura y en escuchar a la autora, como el que esto escribe.
Contra lo que se acostumbra en este tipo de actos, los que hablaron sobre el volumen presentado no fueron escritores o intelectuales, sino funcionarios del gobierno capitalino, que tomaron como referente al libro para hacer referencias, en la etapa de veda, del trabajo de gobierno que se ha hecho en el ayuntamiento en materia de combate a la inseguridad.
Quienes acudimos al acto no teníamos ningún interés en oír a servidores públicos municipales, que ni siquiera fueron anunciados, en las invitaciones que se hicieron, como participantes de la presentación. De haberlo avisado, se hubiera pensado dos veces en acudir.
Lo interesante es que cuando se dio el uso de la palabra al público, una mujer empezó a hablar sobre su situación personal y a meter la religión en su discurso, por lo cual fue callada por la propia escritora, quien puntualizó a qué acudía a Cuernavaca.
Sin embargo, cuando Sara Sefchovich dijo que no era un evento partidista, la reclamante le sostuvo que sí, dada la presencia de las autoridades municipales en la mesa de presentación.
En los dos asuntos expuestos hay evidencias de que se quiso pasar por los resquicios de la ley electoral vigente y de querer seguir tratando al ciudadano como menor de edad que no se da cuenta de lo que ocurre.
El tema de la cultura no puede seguir usándose como disfraz. De esa manera, la política comprueba que todo lo que toca lo contamina y que no hay casualidades, con tal de mantener el poder.
En México, no estamos lejos de que se cumpla lo que Giuseppe Garibaldi señaló alguna vez: “Las banderas de los partidos son lienzos con que se amortaja a la patria”.