A veces la vida nos trae situaciones complicadas, sufrimiento, conflictos o circunstancias muy difíciles de cambiar. Podemos creer que es el destino o Dios los que nos mandan esas cosas, pero en realidad, de cierta forma nosotros tenemos que ver con aquello que nos pasa.
Reconocer cómo estoy, cómo me siento, qué está pasándome que estoy viviendo lo que estoy viviendo es muy crucial para cambiar. Implica ver lo que he hecho y aceptar que lo he convocado, que tengo lo que quiero.
Es precisamente en la psicoterapia que procuramos reconocer nuestra participación en las situaciones que estamos enfrentando pues esa es la llave de la libertad para cambiar lo que está ocurriendo. Sabemos que para que este proceso tenga éxito es preciso “verse uno a sí mismo”, enfocarse, reconocer cómo nos comportamos y qué producimos con nuestras actitudes.
Vivimos en un mundo en que nos influimos mutuamente y que lo que nos pasa muchas veces es reflejo de lo que llevamos dentro. Es decir, en muchas ocasiones estamos respondiendo a deseos, a preguntas, a desafíos internos que son inconscientes y que se refieren a la relación con nuestros seres queridos, esto es, a nuestras raíces.
Todos en un momento dado podemos creer que las cosas podrían ser de un modo o de otro y juzgamos a los demás por lo que hacen. A veces lo que vivimos son las respuestas a lo que nosotros criticamos de la forma de actuar de nuestros padres. O simplemente nos identificamos con alguno de los miembros de la familia y repetimos sus pasos, seguimos su ejemplo.
Nuestra forma de ser se ha ido gestando con todo lo que nos ha pasado, lo que hemos decidido y lo que hemos absorbido de otros. Todo lo que nos pasa tiene sus raíces hundidas en nuestro pasado, y de una u otra manera se alimenta de lo que esperábamos entonces, de a quienes amábamos y del partido que tomamos por unos u otros en nuestra vida.
“Verme a mí mismo” es necesario para reconocer la manera en la que actúo y el efecto en los demás y en mis situaciones conflictivas. Es crucial como parte de lo que produzco el cómo respondo a un conflicto. Hay varias respuestas posibles que representan un estereotipo y éstas son utilizadas en la psicoterapia como herramientas para ver que no somos víctimas sino co-partícipes de lo que nos sucede. Si nos vemos con honestidad podemos reconocer el área en la que podemos cambiar para que las cosas sean diferentes. Algunas actitudes típicas que producen conflictos o una reacción de la otra parte negativa o complementariamente enferma son:
1. Conciliador: “Es culpa mía, querida”, “lo que tú digas, mi amor”, “no te preocupes por lo que yo quiero”, “sólo quiero complacerte cariño”.
2. Culpabilizador: “Tú siempre…”, “nunca dejas que yo”, “me tienes harta con lo que haces…”, “si tú hubieras…”.
3. Distractor o bromista: Se pone a leer, se distrae con algo, cambia de tema, todo lo vuelve un chiste.
4. Analítico o muy racional: “Las cosas deberían ser así…”, “es que déjame explicarte…”, “lo que yo quise decir fue que…”, “analizando lo que quise decir…”.
5. Víctima: “Ya sé que tengo la culpa”, “todo lo hago mal”, “me siento tan mal con esto”, “ya sé que soy lo peor”.
6. Inocente: “¿Yo?”, “no sabía”, “no quise decir eso…”, “jamás fue mi intención”.
7. Indiferente: “Cómo quieras”, “está bien”, “a mí me da lo mismo”, “hazle como quieras”.
Ahora bien, estas actitudes sólo son un ejemplo de formas de reaccionar que pueden tener resultados negativos en la comunicación e interacción con otros. Representan apenas una parte de muchas de las áreas en las que determinamos nuestra situación con nuestra forma de actuar, de hacer, de pensar, de creer y de soñar. El poder contar con algunas herramientas para reconocer nuestras actitudes es invaluable para podernos ver. Son una especie de espejos. Es importante buscar todos los espejos posibles para vernos y poder reconocer nuestra forma de ser y de actuar. Así sabremos qué hacemos para que nos pase esto. Y no nos sorprenda luego como una especie de injusticia. La psicoterapia es el espacio privilegiado para vernos a nosotros mismos, con ayuda del psicoterapeuta para que nos dé esas herramientas y nos facilite evitar el autoengaño, la autojustificación y la autoconmiseración.
En un tratamiento psicoterapéutico es fundamental el trabajo de “verme a mí mismo” pues nuestras desgracias, no todas provienen del exterior. Nosotros provocamos parte de lo que nos pasa o lo convocamos con nuestros deseos, necesidades y tendencias inconscientes. Conocer algunas de éstas es de los trabajos más importantes de una psicoterapia realmente profunda que se enfoca a lograr cambios duraderos en las personas. También hay cosas que vienen de fuera, de los demás, pero el cómo las tomamos, nuestras reacciones y el cómo actuamos al respecto está en nuestras manos. Y ser hábiles para ver la forma en que nos enganchamos con los demás es parte de lo que se trabaja en una psicoterapia. Se trata de conquistar nuestra libertad y dominio sobre nuestras circunstancias y un mejor manejo de nuestras relaciones. Reconocer cómo participo en lo que vivo y cambiarlo si así lo deseo.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para ciberterapia a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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