“Nuestras emociones son mensajes de nuestro interior de cómo nos sentimos por dentro. También son señales de cómo percibimos las cosas en el ambiente que nos rodea. Y también son una manera de percibir cómo se sienten los demás. El chiste es saber manejar toda esa información y no sólo reaccionar y contra-reaccionar en una cadena sin fin de mutuas influencias.”
Una de las cosas más cruciales en la vida es tener dominio sobre nuestras emociones. No es algo fácil. Sentir, reaccionar, percibir algo y mostrar cómo nos afecta es parte de la vida. Pero las emociones no sólo son energías que emergen de nuestro interior y nos dicen cómo estamos por dentro y cómo nos afecta lo que pasa a nuestro alrededor, sino que también son formas de comunicación con los demás.
Inevitablemente somos seres expresivos, manifestamos hasta sin querer lo que nos pasa en gestos, posturas, tonos de voz. De nada sirve fingir pues siempre “se nos siente”, los demás nos perciben y a su vez reaccionan ante nuestra expresión.
Las relaciones humanas implican una mutua afección emocional que complican la decisión de manejarlas como algo unívoco y unilateral. Realmente “yo no me siento si tú no me sientes”. Es decir, las personas gestamos una imagen de lo que somos y lo que sentimos a partir de la reacción de los demás. Y así pronto aprendemos que con lo que sentimos también podemos dar mensajes. No sólo siento. A veces quiero mostrarte lo que siento para cambiar tu conducta o afectar tus emociones. Allí empieza el problema o el gozo, pues el amor no es sino sentirse y agradarse por lo que se siente del otro.
Sentir es inevitable, no podemos evitar sentir, entonces ¿cómo decidir “no sentir”? En realidad no se puede, por eso es que estamos hablando de dominio, que es otra cosa. Las personas suelen “reprimirse”, aguantarse y todo les pasa por dentro. En realidad los efectos siguen ocurriendo, sólo que las relaciones se vuelven falsas y las personas quedan atrapadas en situaciones que no pueden resolver.
Poder manejar mis emociones tiene que ver con mi carácter. Es éste el que da estructura, forma y dirección a mis emociones. Dependiendo de cómo se ha ido formando mi carácter voy a manejar mis emociones. Pero… y claro… llegado un momento nuestro carácter no resulta funcional, pues una cosa es que se vaya formando por obra del ambiente y de nuestros padres, y otra que nos enfrentemos a re-formarlo, a corregir “lo echado a perder” por nuestros padres, que es inevitable porque son humanos imperfectos y finalmente, para escoger cómo queremos ser. Hay límites, no podemos cambiar radicalmente nuestro carácter, pero al reformarlo podemos dar contención adecuada a nuestras emociones si sabemos cómo hacerlo.
Nuestras emociones son mensajes de nuestro interior de cómo nos sentimos por dentro. También son señales de cómo percibimos las cosas en el ambiente que nos rodea. Y también son una manera de percibir cómo se sienten los demás. El chiste es saber manejar toda esa información y no sólo reaccionar y contra-reaccionar en una cadena sin fin de mutuas influencias. Eso pasa cuando somos inconscientes de los efectos que produce nuestro propio sentir y su expresión. No podemos dejar de sentir, pero sí podemos decidir cómo lo expresamos, hasta un cierto punto. De todos modos no podemos ignorar lo que nos afecta y hacer algo al respecto: negociar con los demás, compartirlo u otras formas de integrarlo dependiendo de la relación y el tipo de compromiso que tenemos en una u otra relación. No es lo mismo cómo voy a expresar el enojo con mi jefe, con mi hijo que no me obedece hace mucho o con mi esposa. Además de que hay que tomar en cuenta qué es lo que está fuera de lugar en esa relación en particular o muy en armonía. Pues no todas las emociones son negativas. También expresar mi alegría y mi amor es algo importante.
Aprender a manejar nuestras emociones no es fácil y tomar en nuestras manos nuestro carácter y remodelarlo tampoco es una labor sencilla. Pero crecer es una necesidad que nos hace caminar hacia la plenitud. Es parte de estar vivos el desear ser mejores. Inicia tu tratamiento psicoterapéutico. Es un proceso en el que se trabaja con los patrones inconscientes que en un momento dado toman control de nuestras reacciones emocionales en una búsqueda de solucionar viejas heridas generadas por nuestra experiencia pasada, especialmente la relación con nuestros padres. La cual es fundante de nuestro manejo emocional y de la conformación básica de nuestro carácter.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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