Recuerdo a alguien decir alguna vez que los chinos preguntaban: “si en el bosque se rompe la rama de un árbol y no hay nadie alrededor, ¿el sonido se escucha?” Unos apoyan la versión sonora. A lo cual se respondería; ¿y quién escucha si nadie está ahí? Otros opinan que nada se oye, pues sólo está el silencio. Y el silencio, ¿es, o está? ¿Se oye o no se oye? Hay quienes opinan que nada se percibe en él, pero hay quienes afirman lo contrario.
Una canción de Paul Simon se llama precisamente “Los sonidos del silencio”, y esta frase a mucha gente le parece contradictoria. Y también no ha faltado quien mencione que el silencio “es como el sonido de muchos grillitos”.
Me encanta el silencio, pues edifica. Y en efecto, puedo decir que cuando de pronto estoy en esos momentos de aparente ausencia de sonidos, o ruido, éste surge. Y me lo he llegado a definir como una sensación profunda coronada con algo semejante a la calma, en donde se percibe un como zumbido, para no decir “grillitos”.
Precisamente en estos momentos que estoy en pleno silencio tratando de opinar sobre él, se escucha en lo alto de la noche el estruendo de un cohete, horadándolo. Es absurdo un estallido cuando la noche bosteza y a ningún santo se le festeja.
Los sueños, son sonoros, sin embargo, nada de lo que en ellos pasa se oye fuera de nosotros, así estemos soñando una batalla.
Sin embargo, lo raro de esta situación, es que al escuchar el estruendo el zumbido continúa, parece no variar. ¿De qué estará hecho el silencio? ¿De una realidad indestructible que sólo se altera o deforma pero regresa a su estado natural?, ¿el universo, más allá de la Tierra, se escucha o nada se oye? ¿Las explosiones en el Sol harán ruido?
Reitero que cuando el ruido se va, o quienes lo hacen, percibo ese zumbido continuo, lineal y expansivo que todo lo llena, y en un segundo plano, surgen los ruidos cotidianos.
Si en el bosque se rompe la rama de un árbol y no hay nadie alrededor, ¿el sonido se escucha? (Imágenes tomadas de Wikipedia).
Los sueños, son sonoros, sin embargo, nada de lo que en ellos pasa se oye fuera de nosotros, así estemos soñando una batalla. Nada se nos cuela por los párpados o las orejas.
Quizá sea el silencio nuestro estado natural, y los sonidos diarios, constantes, sólo se traten del recordatorio que después de ellos y la vida, reinará de manera permanente.
Quizá.