En 1616, Luis de Góngora y Argote escribió una de sus octavas a la que han titulado Era la noche, en vez del manto oscuro, que al final de una de sus secciones dice: se remonta a lo fúlgido que enciende,/ ejecutorïando en la revista/ todos los privilegios de la vista. De ese último verso proviene el origen del nombre del libro Los privilegios de la vista, con el cual se tituló a la obra que reúne los brillantes ensayos que Octavio Paz escribió sobre arte a lo largo de los años.
Sobre esa base, el crítico de arte y poeta Miguel Ángel Muñoz curó la exposición Octavio Paz y el arte, en donde presenta a los espectadores una reunión de 38 obras de artistas sobre los cuales Octavio Paz profundizó en su momento.
La muestra organizada por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), fue inaugurada al mediodía del pasado sábado 15 de marzo en el Centro Cultural Casa Talavera, en el Distrito Federal, por parte de Miguel Ángel Godínez, director de Difusión Cultural de la UACM, Fernando Félix, Director de Casa Talavera y el poeta y curador Miguel Ángel Muñoz.
La exhibición es presentada en el marco de la conmemoración del centenario del natalicio de Octavio Paz, con el propósito de mostrar una de las actividades preferidas del Premio Nobel de Literatura, la de reflexionar acerca del arte: «Desde muy joven sentí una invencible atracción por las artes plásticas y muy pronto empecé a escribir sobre ellas, nunca como un crítico profesional sino como un simple aficionado», expresó en su momento.
A través de diversas piezas de artistas como Alberto Gironella, Ràfols-Casamada, Vicente Rojo, Juan Soriano, Manuel Felguérez, Rufino Tamayo, José Guadalupe Posada, Arnaldo Coen, Vlady, José Luis Cuevas y Wilfredo Lamm, entre otros, Octavio Paz y el arte muestra el oficio de escribir sobre arte, en el sentido que propone Charles Baudelaire: ver la pintura desde la poesía.
La exposición está integrada principalmente por litografías y grabados de esos creadores plásticos, con la curaduría a cargo de Miguel Ángel Muñoz y permanecerá en exhibición hasta finales de abril en República de El Salvador números 187, 189 y 191, esquina calle Talavera núm. 20, colonia Centro, delegación Cuauhtémoc.
*CON TAMAYO, SU AFINIDAD MÁS CERCANA
Sobre el conjunto de creadores reunidos, Miguel Ángel Muñoz expresó: “son muchos artistas de los que Paz fue contemporáneo, como Tamayo y Tàpies, que fueron artistas muy cercanos y de los cuales Paz escribió muchísimo; en esta exposición el espectador se dará cuenta que todos van vinculados con frases de Paz que escribió sobre ellos”.
Sin embargo, acotó, “yo creo que quizás con el que tenía una afinidad más cercana, una historia personal al mismo tiempo, pero también de admiración, fue con Rufino Tamayo. Con él encontró esa inquietud –revisándolo historiográficamente- del arte precolombino y el arte moderno, yo creo que en Tamayo vio eso que le interesaba tanto”, sostuvo Muñoz.
Consideró que “con Antoni Tapies, que es el gran monstruo del arte del siglo XX, y con Canogar o con Ràfols-Casamada, descubre el informalismo europeo, la fuerza de la negación, no sólo de la pintura, sino también de un pasado para renovarlo y hacerlo estéticamente diferente”.
En tanto que con Joan Brossa, quien también está en la exposición, “y que es quizá el máximo exponente de la poesía visual, no sólo española sino a nivel internacional, Paz también descubre ese juego de la poesía, vinculada con el arte”, sostuvo.
Por último, aclaró que “aunque Paz no escribió sobre Roger von Gunten, incluí una pieza fundamental porque él hizo la escenografía de La hija de Rapaccini, la última vez que se montó en el Palacio de Bellas Artes; y logré conseguir el grabado que hizo Roger, que se llama El jardín de Rapaccini”.
*DEL CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN
En el catálogo de la muestra, donde se reproducen tres grabados en papel de Manuel Felguérez, dos piezas de Juan Soriano y una de artistas como Rufino Tamayo, Vicente Rojo, Alberto Gironella, José Luis Cuevas y Luis Feito, el curador Miguel Ángel Muñoz escribe: “Paz fue un autor que para desmenuzar y profundizar en su pasión por el arte necesitó la exaltación de la memoria, el deslumbramiento por las vanguardias y la pasión constante por la pintura”.
“Dos caminos paralelos, el del poeta y el del crítico de arte, y una obra en prosa nacida a la luz del asombro”, añade.
“El poeta es un traductor que traduce sus palabras en colores, en líneas, en símbolos, en signos. Fue un poeta fuera de todo encasillamiento, un obsesionado por descubrir, por dialogar. Su apertura intelectual fue la de un medievalista imantado por el saber, fruto de su experiencia social, histórica, cultural y de una tradición crítica no sólo europea, sino también japonesa e hindú, que siempre habito la poesía”, reflexiona Muñoz.
“La crítica ejercida por Octavio Paz (México, D.F., 1914-1998) y la reflexión estética que en ella subyace, forjada a lo largo de seis décadas, participó de esa firmeza intuitiva, continuada con su poesía, ensayos literarios e históricos, y desde luego, en su privilegio de ver los cambios del mundo como sólo Paz lo pudo hacer: deslumbrado por descubrir”, plantea el también poeta.
*RESUMEN BIOGRÁFICO DE PAZ
Dentro de la galería, se presenta un resumen biográfico de Octavio Paz, en los siguientes términos:
Octavio Paz (México, DF, 31 de marzo de 1914- 19 de abril de 1998), poeta y ensayista, Premio Nobel de Literatura en 1990, publicó sus primeros poemas en la revista Barandal en 1931. Posteriormente dirigió las revistas Taller (1939) e Hijo pródigo (1943). En un viaje a España conoció a los intelectuales de la República Española y a Pablo Neruda, vínculos que lo influyeron fuertemente en su poética.
Después de publicar Luna silvestre (1933) y el poemario dedicado a la guerra civil española ¡No pasarán! (1936), editó Raíz del hombre (1937), Bajo tu clara sombra (1937), Entre la piedra y la flor (1941), y A la orilla del mundo (1942).
En 1944, con la beca Guggenheim, radicó un año en los Estados Unidos. En 1945 ingresó en el servicio exterior Mexicano y fue enviado a París. Durante este periodo se aleja del marxismo, al entrar en contacto con los poetas surrealistas y otros intelectuales europeos y latinoamericanos.
Cerca de la década de 1950 publicó cuatro libros fundamentales: Libertad bajo palabra (1949), El laberinto de la soledad (1950), ¿Águila o sol? (1951) y El arco y la lira (1956).
Su obra se completa con numerosos poemarios y libros de ensayos, entre los cuales están Cuadrivio (1965), Ladera este (1968),Toponemas (1969),Discos visuales (1969),El signo y el garabato (1973),Mono gramático (1974),Pasado en claro (1975),Sombras de obras (1983),y La llama doble (1993).
En 1981 fue galardonado con el Premio Cervantes. En 1999 aparecieron, de manera póstuma, Figuras y figuraciones y Memorias y palabras, epistolario entre Octavio Paz y Pere Gimferrer entre los años 1966 y 1997.