Una parte no muy grata del trabajo psicoterapéutico es enfrentarse con las áreas enfermas de la sexualidad de una persona. En la actualidad el concepto de tolerancia ha cambiado en detrimento de lo que podemos considerar sano, normal, adecuado y sobre todo beneficioso para la persona en cuestión y para quienes le rodean. Somos seres libres, pero eso no quiere decir que podemos “hacer lo que nos da la gana”. Eso no es posible ni siquiera en una isla desierta en la que sólo estuviera un individuo, como la famosa historia de Robinson Crusoe. Somos libres para movernos en un mundo con reglas.
Estrictamente hablando sólo somos libres en un mundo en relación con otros seres humanos. Que yo haga y deshaga si no hay nadie da lo mismo. Nuestras decisiones afectan a otros, infringen reglas y apoyan otras, cambian el rumbo de ciertos acontecimientos, influyen en las emociones de otros. No podemos pretender “hacer lo que se nos dé la gana” sin asumir las consecuencias y aun así hay limitaciones naturales, legales y morales para hacer y deshacer.
Nuestra libertad debe ser regida por valores que beneficien a todos los implicados y que fomenten el perfeccionamiento de la humanidad, que den sentido a nuestra existencia y que nos haga sentir bien con nosotros mismos y con los demás. Pero, decíamos el concepto de tolerancia ha cambiado. Ahora parece que tenemos que aceptar todo por igual o si no somos intolerantes.
Hay quienes se creen ese dicho de que “en el amor se vale de todo”. Así las relaciones supuestamente amorosas entre algunas parejas son tolerantes a que se haga de todo sexualmente hablando y verlo como algo que está bien. Pero a la consulta acuden personas que no quieren vivir así su sexualidad, pero que su pareja se los impone como una manda, como un deber, como una imposición en la que se juega el poder que tienen para oprimir al que tiene menos poder.
No estamos hablando sólo y exclusivamente de las parafilias, aquellas tendencias sexuales en las que se toma como objeto del deseo lo que no parece serlo para nada, desde objetos, partes del cuerpo inadecuadas para la cópula hasta animales, muertos, etc.
Las aberraciones sexuales son algunas de las que mencionamos. Pero lo más grave es tener conductas sexuales “aparentemente aceptables” y que sean aberraciones. Es decir, que se hagan de manera que hagan sufrir, deformen la mentalidad de uno y de otro y modifiquen totalmente los valores universales propios de la dignidad humana.
Del latín aberrare, aberración significa aquello que se ha desviado, ha errado, anda fuera de rumbo, es decir, errante. Lo desviado de la norma, depravado, perverso que se aparta de lo que es sano, normal y moralmente lícito. Es hacer algo loco, fuera de la cordura, del comportamiento racional, de la verdad, de lo que en la conciencia se perciba como malo.
Consideramos una aberración sexual a aquello que se desvía de lo sano y produce sufrimiento, deformación de la mente y juegos de poder en las relaciones, en las que se pierde el respeto por la otra persona, por su cuerpo y por su derecho a ser libre y elegir lo que más convenga a sus necesidades, intereses y su desarrollo armónico y dignamente humano.
Siempre ha habido aberraciones sexuales. Pero actualmente han proliferado, se han difundido más como algo que debemos tolerar sino pues “qué cerrados, moralistas, mojigatos e intolerantes somos”. Sin embargo, eso no está haciendo feliz a la gente. Muchas personas que acuden a consulta viven el dolor, el desamor, el abuso, la desconfianza, la humillación, el sometimiento, el vacío, la insatisfacción, la falta de respeto y hasta las ganas de no vivir resultado de este tipo de relaciones.
Aún en una relación sexual normal heterosexual podemos ver a un esposo teniendo relaciones con su mujer, a la que desprecia en la vida cotidiana, pero la usa para su satisfacción como sometiéndola con su miembro viril a hacer lo que él quiera. Y que cuando practica el sexo, aún en la posición más tradicional puede tener en su mente no precisamente amor sino imágenes de otras mujeres u hombres, de desprecio o de una sensación de poder inmenso.
Mujeres que están en el acto sexual con su esposo, pensando en su amante, aceptando para que el dinero del esposo siga cobijando sus aventuras.
Montones de políticos y gente en el poder, exhibiéndose con amantes, heterosexuales u homosexuales como algo que diera la alcurnia y el dinero. Mientras mantienen violencia intrafamiliar en su casa con su esposa y sus hijos.
Adolescentes que hacen bullying sexual a muchachitos de su edad sin ningún freno ni de sus padres ni de las autoridades escolares, en el que acaban con la ingenuidad y marcan a sus abusados y humillados con sexo oral, con cobro por sus servicios bajo amenaza de golpes y de voltearles el juego y echarles la culpa ante quienes podrían defenderlos.
Niño(a)s que son tratadas como objeto sexual por sus propios padres, tíos, primos, hermanos y que los marcan para siempre en su sexualidad y la desvían.
El mismo cuerpo nos muestra que el sexo está hecho para el amor. La descarga de energía en el orgasmo queda incompleta si no hay amor. Produce estrés y un vacío por la ternura que del corazón no fluye.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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