Si reflexionamos acerca de los motivos por los cuales la gente sufre, una muy fuerte es por la crítica que padece de ciertas personas, que en muchos casos son sus seres queridos.
A todos nos cuesta trabajo abrir nuestra mente a otros puntos de vista u otras maneras de ver las cosas. En general solemos aferrarnos a nuestro modo de pensar y cuando este es cuestionado podemos reaccionar con ira, con molestia, pues consideramos una crítica como una forma de desvalorizar nuestro pensamiento, nuestro trabajo, nuestra persona. Y no como otra visión de las cosas o una evaluación que da perspectiva.
Además de que una cosa es evaluar las cosas porque se nos pide y otra muy distinta es ejercer esa costumbre de encontrar defectos, errores en lo que los demás hacen y estar continuamente señalando las debilidades de los demás. Puede en el fondo reflejar nuestra hostilidad y resentimiento hacia las personas criticadas, sobre las que nos volvemos sus jueces y verdugos, juzgando su vida, su comportamiento o su modo de hacer las cosas.
La crítica puede ser en muchos casos destructiva, es decir, se hace con el objetivo de desacreditar a alguien y ponerlo en evidencia. Además de que alguien que juzga, crítica y condena se está poniendo en una posición más elevada de juez y de quien tiene la capacidad de ver y evaluar. Y eso no es bien recibido, pues a nadie le gusta ser reprendido, señalado y menos visto como alguien inferior en capacidad, valor o fuerza. Las personas criticadas en vez de corregirse y mejorar, en general se ensañan, se enojan y se cierran a todo diálogo. Pueden inclusive volverse peores en su desempeño con tal de oponerse a la crítica recibida.
Una persona necesita ser muy madura y depender poco de que le estén alimentando su autoestima con elogios y buenas maneras, para tolerar la crítica. Por lo tanto ésta es una mala costumbre, que no es bien recibida y que generalmente tiene malos resultados. Es mejor que cada uno de nosotros examine profundamente al crítico que lleva adentro y empiece a aclararse a sí mismo para qué necesita enfocarse en lo que los demás hacen mal.
Cuando criticamos nos distanciamos de las personas que criticamos. Adoptamos una posición de superioridad que tal vez no nos hemos ganado y estamos predicando que “nosotros lo hacemos mejor”. Implica que estamos esperando demasiado del otro. Es decir, una persona con muy altas expectativas de los demás, que los idealiza puede verse fácilmente decepcionada. Reprender a la otra parte por no cumplir con lo esperado es una de las formas de crítica que podemos encontrar.
Hay quienes son críticos acerbos de sí mismos. Y lo más seguro es que eso los frene para triunfar, pues nadie bajo la presión de hacer todo perfecto puede fluir y dar lo mejor de sí mismo. El estrés, la presión, la incapacidad para dar el ancho a exigencias cada vez mayores o imposibles de cumplir hacen sentir a la persona incapaz, derrotada y resentida. Bajo el ala de la crítica es difícil florecer.
El famosos Dale Carnegie, autor del libro Cómo ganar amigos e influir en las personas nos habla acerca de la crítica como el camino para perder amigos y despertar la ira de los demás. Pues nadie está dispuesto a reconocer sus errores, su culpa o los defectos que tenga. En general las personas son más susceptibles al buen trato, al elogio y a la satisfacción de su deseo de ser importantes. Así que si queremos que los demás sean nuestros amigos lo último que debemos hacer es criticarlos. No lo van a tomar como un intento de que mejoren, sino como una agresión y un rechazo a su persona.
Hay quienes argumentan que existe la crítica constructiva. Y claro que no somos perfectos y reconocer nuestros errores puede ser útil y fructífero para crecer y mejorar. Pero también sabemos que algunas personas critican no con un afán de ayudar, sino por envidia y por un deseo de destruir lo que hemos hecho o logrado. Es complicado. La crítica para ser constructiva debe darse en un contexto de amor y de una apertura a mejorar y el permiso de ser evaluado sin que ello redunde en un rompimiento de la amable relación entre dos o más personas.
La psicoterapia es un espacio en el que se da el encuentro con el lado negativo, erróneo, doloroso e inaceptable de nuestra persona. Es donde recibimos una evaluación y una crítica con el objetivo de mejorar. Nos confronta con lo que verdaderamente somos para cambiar nuestro rumbo y dejar de sufrir. Es el lugar donde podemos sacar lo peor de nosotros mismos para comprendernos y sanarnos. Se trata de encontrar lo que está mal con el objetivo de comprender, cambiar y mejorar. Ir a una psicoterapia no es fácil. Implica aprender a vernos sin ofendernos y aprender así lo agresivo que es enfrentar a las personas consigo mismas, si ellas no lo piden y no se da en el lugar y en el momento adecuado. Dicen que un consejo no pedido es una agresión. Sólo se da consulta en un consultorio. Fuera de él entra en esa mala costumbre de criticar que tanto lastima a quien es reprendido sin pedirlo. Cuando lo hacemos expresamos nuestro propio dolor y hemos de trabajarlo en el lugar adecuado: en una psicoterapia, en privado, en un contexto de mutuo acuerdo, de aceptación y de respeto.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54
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