Las personas son infelices por muchos motivos. La gente no sabe qué es lo que realmente quieren y se la pasan deseando cosas, situaciones, relaciones amorosas, hijos, casas, coches, prestigio, reconocimiento. Y gran parte de sus deseos los van conquistando y siguen infelices. Es frecuente encontrar en la consulta personas que lo tienen todo y, sin embargo, están sufriendo, no son felices, no están conformes y ni siquiera saben por qué.
Siempre va a haber un fondo de insatisfacción, es parte de la naturaleza humana. Somos seres con limitaciones que desplegamos todo lo que somos a lo largo de nuestra vida, de nuestra historia. Por lo tanto, el estado ideal se alcanza cuando se acaba la vida, pues al perderla se termina el plazo de tiempo para seguir mejorando.
La felicidad es un estado como el amor, imposible de definir. Además, las personas disputan por lo que creen que es la felicidad y cada quien tiene su propia opinión. Y después de todo cada uno es quien tiene que sentirse feliz.
No podemos tenerlo todo. Satisfacer todos nuestros deseos es imposible, gracias a Dios. Si nos concediéramos todo, sería un caos, reventaríamos, entraríamos en conflictos irreconciliables y tendríamos que tener varias vidas alternativas para realizarlos.
Siendo menos exigentes muchas personas ya tienen todo para ser felices, pero ¿lo son? ¿Qué pasa que no lo son?
Los seres humanos somos los eternamente insatisfechos. Las ambiciones económicas, el deseo de poder, los celos, la envidia, el desamor, la posesividad, el deseo de reconocimiento, son entre otras las actitudes que llevan a las personas a no disfrutar de su vida, de lo que sí tienen y de la idea que se han hecho de lo que es ser feliz. Y este concepto puede variar dependiendo de la situación de las personas. Hay para quienes ser feliz es poder caminar, porque viven en una silla de ruedas o poder ver, y para los que vemos eso no nos hace felices. Llenar ciertas carencias, suplir ciertas deficiencias puede ser la gran felicidad para unos, para otros sólo es una temporada. Ser felices es un concepto que además la persona va cambiando conforme se desarrolla y entonces parece ambicionar una felicidad más difícil de conseguir cada vez.
Ahora bien, hay quienes “en la búsqueda de ser felices” acaban consiguiéndose más motivos para su infelicidad. Algunos matrimonios entran en crisis porque una parte no era feliz y entonces se fue a buscar el amor en otra parte, sin divorcio, sino en una franca infidelidad basada en “tengo derecho a ser feliz”. Y resulta que viven una doble vida, empiezan a mentirle a su cónyuge, con justa razón éste(a) empieza a ponerse sensible, como si intuyera algo, a lo mejor incrementa “su mal carácter” o su distanciamiento. En fin, podría ser que fueran una hermosa familia con hijos y acaba destruido todo porque “no eran felices”, o viven peleando, huyendo uno de otro o en un juego de poder sin fin.
El problema de estar tan afanados buscando “ser felices” es que en tratarlo de conseguir lo que logremos sea generarnos sufrimiento, en vez de habernos contentado con lo que teníamos.
Es mejor “aprender a ser feliz” con lo que tengo delante. No significa que deje de querer ciertas cosas o de ambicionar cierto tipo de situación. Pero sea como sea que vaya creciendo y evolucionando en mi vida, debo saber ser feliz con lo que tengo delante y apreciar cada cosa que tengo, y sobre todo “cuidar” lo que tengo. Hay quienes se le viven enfocando todo lo que no tienen y quejándose de ello, anhelando y lamentándose, mientras lo que sí tienen está siendo descuidado. Cuidar algo implica dedicarle tiempo, invertirle esfuerzo, darle amor. Generalmente por descuidar lo que tenemos se convierte en más insatisfactorio de lo que inicialmente “parecía” serlo. Pero todo es potencialmente insatisfactorio porque así somos los seres humanos, nada nos llena. Es preciso hacer un esfuerzo por domar nuestros deseos, nuestra insaciable sed de más, de novedad y de emoción. Y aprender a ser felices con el solo hecho de estar vivos y lograr una vida estable, modestamente cómoda, salud y un hogar. Mucha gente arruina lo que sería más que suficiente para ser felices por conquistar una supuesta felicidad por algo que en su concepción sería mejor, cuando en realidad con quien no están conformes es consigo mismos y no con su situación. Y es que ser felices es una cuestión de actitud, no de lo que se está viviendo. Es encontrar en todo lo especial, lo divino, lo satisfactorio y entregarse totalmente, sin distraerse por anhelos, críticas, exigencias que sólo reflejan una batalla con nosotros mismos. Eso no significa que no haya situaciones “para algunas personas” que sí haya que cambiar. No se encuentra la felicidad en la violencia, el maltrato, el alcoholismo, el desprecio, la falta de respeto y la abierta indiferencia amorosa. Hay que cambiar, pero cuando tenemos lo más básico, ¿para qué torturarnos con querer más, con estar siempre a disgusto? ¿Es nuestro afán perfeccionista, nuestra envidia o el rechazo de nosotros mismos? Resuélvelo con psicoterapia. Y si todavía quieres ir más lejos, mejora tu relación con Dios, pues en ella se encuentra el gozo más profundo que no depende de los momentos de felicidad de nuestras diferentes situaciones de vida.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas para videollamada a Colima al tel. 01 312 3 30 72 54 o por el
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