Tenemos más de tres décadas del establecimiento de instituciones de investigación en el estado de Morelos. Después de un período de cerca de 20 años podemos decir que se consolidó. Este sistema cuenta con más de 30 entidades federales o estatales que se dedican a realizar investigación científica. Los científicos que laboran en estas instituciones han formado academias de ciencias naturales, sociales, humanidades o ingeniería. También han contribuido en el establecimiento de las políticas en ciencia, tecnología e innovación en el estado. Sus actividades van más allá de sus labores cotidianas para generar conocimiento válido en el entorno internacional.
Esta semana se cumplieron 10 años de un esfuerzo semanal de los científicos en Morelos para compartir con la sociedad el conocimiento, mediante la divulgación científica, con la publicación de artículos en el periódico La Unión de Morelos.
No tengo noticias de un esfuerzo similar en el país, en donde un periódico local durante 10 años haya publicado artículos de divulgación científica. La amplísima variedad de temas que se han abordado es otra de sus características.
Desde mi punto de vista esta actividad continuada, tiene además un sello característico de los científicos. Mientras la nota periodística tiene una vigencia muy corta en el tiempo, los científicos consideramos que lo escrito permanece. Esta diferencia conceptual condujo a la Academia de Ciencias de Morelos (ACMor) a recopilar estos artículos semanales y publicarlos en su página en Internet. Así podemos encontrar los más de 500 artículos que de otra forma se perderían en la inmediatez del mundo de las noticias.
De este esfuerzo surgió precisamente esta columna “Y sin embargo se mueve” que desde hace más de siete años se publica semanalmente, con la opinión de científicos y tecnólogos sobre temas donde no necesariamente son expertos. Otra muestra del compromiso de los científicos morelenses con su entorno inmediato es el programa de televisión “Charlas con científicos” que surgió hace cinco años, para comentar también aspectos de ciencia en otro medio. Mientras estos esfuerzos han surgido desde la ACMor podemos encontrar el esfuerzo
sostenido de la revista Hypatia que los diferentes gobiernos estatales han sostenido por casi 20 años.
Si bien estas actividades han generado ya tradición y pueden parecer parte de la vida cotidiana de la sociedad morelense, cuando a finales de los ciclos escolares las páginas de la ACMor son más visitas y la información ahí desplegada es utilizada por los estudiantes de nivel elemental o medio para sus trabajos escolares, es cuando inadvertidamente y a cuentagotas los científicos morelenses impactan directamente en el futuro de este entorno.
Sin embargo, tengo que mencionar, y muy a mi pesar, que estos logros se deben a un grupo muy reducido de personas que han cargado sobre sus hombros la cotidianeidad del esfuerzo mayúsculo. Cuando digo mayúsculo, me refiero a que estas actividades han sido realizadas adicionalmente a su labor diaria de generar conocimiento, es una labor totalmente altruista.
Las intenciones de esta nota son dos principales: primero reconocer el trabajo cotidiano de los científicos que han hecho posible esta primera década de divulgación científica semanal, segundo invitar a la sociedad morelense a reconocer este esfuerzo de una de sus componentes que altruistamente contribuye para formar a las personas jóvenes con información que pueda sustentar sus decisiones y la tercera invitar a los colegas jóvenes científicos a unirse a este esfuerzo para que continúe y se fortalezca.