¿Qué tipo de fuentes de energía debemos promover? ¿Las energías limpias o las alternas o las renovables o las sustentables? ¿Todos estos términos son sinónimos? Estas son algunas de las preguntas que frecuentemente me plantean en conversaciones diferentes personas. En el ámbito de la energía, todos estos tipos de fuentes de energía son diferentes y su conceptualización implica el conocimiento de algunos detalles que pueden ser importantes al momento de analizar propuestas que ayuden a disminuir nuestros impactos en el entorno natural o social.
Imaginemos que estamos viajando en un velero, es decir estamos utilizando la energía del viento y en un momento de calma chicha, arrancamos un motor de diésel para llegar a nuestro destino. En este caso la energía eólica es la convencional y el diésel es la fuente alterna de energía. Es decir la peculiaridad de energía alterna con otros tipos es que sea una opción diferente a la energía que normalmente se usa para una actividad. Es decir, el nombre de energía alterna o no convencional no es apropiado para referirnos a una fuente de energía que tenga características ambientales o sociales diferente a los combustibles fósiles.
En el mundo, las fuentes de energías limpias se refieren en conjunto a las fuentes renovables y a la energía nuclear. Esta es la forma en la que se designa a las fuentes que no emiten gases de efecto invernadero. En las leyes mexicanas se adiciona un tipo de energía eficiente, por ejemplo la cogeneración con gas natural a esta definición de energía limpia. Es decir, en nuestra legislación cuando nos referimos a energía limpia se consideran a las termoeléctricas que usan gas natural en forma eficiente. Desde mi punto de vista, estas termoeléctricas sí emiten menos gases de efecto invernadero que una de combustóleo, pero no son verdaderamente limpias, ya que la emisión de gases de efecto invernadero tiene un impacto al aumentar el contenido de CO2 en la atmósfera.
Es claro que si bien la energía nuclear no emite gases durante la generación, sí produce desechos radioactivos que pueden tener una vida media de varios miles de años.
Las fuentes renovables de energía son aquellas que se usan a una tasa menor de la que se generan. Por ejemplo, la energía solar que podemos usar y mientras el Sol exista podemos hacer uso de ella. Lo mismo podemos decir del viento. La energía geotérmica que proviene del interior de la Tierra puede ser también renovable siempre y cuando la utilicemos a una tasa menor de la que se pueda recuperar el reservorio geotérmico. La misma situación podemos decir de los biocombustibles. Por ejemplo, el uso de la leña puede ser renovable mientras no atentemos contra el bosque.
En general las fuentes de energía solar, eólica, geotermia, biocombustibles, hidráulica y oceánica son típicos ejemplos de fuentes de energía renovables.
A pesar de que las fuentes renovables no emiten gases de efecto invernadero o tienen una emisión neta cero y por ello ayudan a combatir el cambio climático, pueden no ser sustentables. Me parece que debemos aclarar esta frase, ya que muchas personas consideran que energías renovables son sinónimos de energías sustentables.
Las energías sustentables deben contemplar aspectos de los cuatro pilares de la sustentabilidad: la dimensión Natural, la Económica, la Social y la Organizacional, recordando que cualquier actividad humana para ser sustentable requiere de contemplar estas dimensiones y responder si las acciones afectan o impactan negativamente en estos rubros. Analicemos un ejemplo: la energía eólica ha sido criticada por fea o por provocar disrupción social en poblaciones donde se instala. Claramente, estas dos críticas tienen que ver con aspectos sociales u organizacionales que se ven afectados por la introducción de aerogeneradores en diferentes lugares con diferentes costumbres organizacionales y de percepción del paisaje. Sin embargo, estas críticas no son inherentes a la tecnología eólica. Por lo tanto, si su implementación contempla la equidad entre las personas y sus gustos, esta fuente renovables puede ser sustentable. También en muchas ocasiones me han comentado que las celdas solares no son adecuadas, ya que contaminarán cuando dejen de usarse. Efectivamente, toda actividad humana tiene un posible impacto negativo en el entorno, pero tengo que comentar que lo mismo pasa con los generadores actuales o los motores o nuestros celulares, con alguna ropa o con diversos utensilios o con productos de un solo uso, etc. Sin embargo, me gustaría comentar que en el caso de las celdas solares, ya se están desarrollando procedimientos para un mantenimiento mayor a los módulos fotovoltaicos que les permitirán un segundo uso por otros 20 años más.
Adicionalmente, dado que la comunidad científica se ha percatado de este tipo de impactos negativos de las posibles tecnologías, ahora hay una corriente muy importante de desarrollo de conocimiento que buscan tecnologías con menores impactos negativos, por ejemplo la química verde, el diseño de materiales sustentables, etc.
Todavía hay espacio para que la juventud construya conocimiento y desarrolle tecnologías que busquen la sustentabilidad. Mientras, prefiero fomentar el uso de las fuentes renovables de energía que facilitan la definición de estrategias sustentables en lugar de confundir a las audiencias con energías limpias y alternas que nos pueden desviar en la construcción de la sustentabilidad.