Por lo menos hasta ahora no hay muchas desgracias que lamentar, como en otras temporadas, sí la de una menor en Oacalco del municipio de Yautepec, pero fuera de eso, más bien se viene calculando que a nivel del campo, posibilitará cosecha récord en algunos productos, además de que el agua abundante ofrece mayor calidad de los mismos.
Es decir, en el sector agropecuario todo esto es abundancia, pero en las zonas urbanas y las vías de comunicación las cosas son diferentes. Lo vemos continuamente, las ciudades sufren deterioro en su infraestructura de servicios.
Cuernavaca es un ejemplo de lo anterior: la mayoría de sus calles y avenidas muestran destrucción del asfalto y inundaciones, así sean menores; por todos lados, hoyos que más se asemejan a cráteres volcánicos y que demandan de un inmediata reparación porque son acceso cotidiano del tránsito vehicular urbano.
Hay caminos y carreteras que ya no aceptan más remiendos, porque el bacheo de poco sirve, a la segunda o tercera tormenta los arrastra el caudal de agua que con gran fuerza vence cualquier obstáculo a su paso. Particularmente al final de este temporal, estado y municipios van a tener que meterle mucha inversión al rubro, si no quieren que se entre en mayor deterioro.
Más bien es la Federación la que no descuida mucho la parte que le corresponde, las vialidades de su competencia muestran un estado físico mucho mejor, además de que, así sea en medio del temporal, siguen desarrollando tareas de mantenimiento, pero en municipios y en el estado no.
No es fácil, porque reiteramos, hay carreteras que ya necesitan de una reestructuración total, o sea levantar el asfalto actual y comenzar desde la base, pero como que vemos que no hay dinero para ello y ese será el dilema.
Hay tramos, como algunos en la carretera Alpuyeca-Jojutla, a la altura de Xoxocotla y Chiverías, que demandarán de cirugía mayor y como esos hay cientos en todas partes y regiones del estado. Eso sí, como decíamos, las presas están a reventar, e incluso algunas han tenido que ser vaciadas porque han llegado al derrame.
Habrá líquido de sobra también para la temporada de estiaje, cuyo uso es el riego agrícola, pero no en todas partes el agua en abundancia es buena. Las ciudades sufren desperfectos cada temporal y éste ha sido intenso. Claro, ya el agua que caiga después de mediados de octubre también le hará daño a algunos cultivos del campo, que comienzan a deteriorarse o se imposibilita su cosecha, como en lo que se refiere al cacahuate, pero para la regeneración de la naturaleza, todo esto es igualmente ideal. Qué decir de los mantos acuíferos, que entran en recuperación y eso es una maravilla.
Es cierto, se necesitará de un gran esfuerzo y sobre todo una considerable inversión a fin de restaurar calles y avenidas, tramos carreteros al interior del estado, pero seguramente que eso es un daño menor, comparado con lo que el abundante líquido representa en materia ambiental y ecológica.
El ser humano se ha venido significando por su proclividad a causar daños y destrozos del entorno, la naturaleza padece todas esas consecuencias y pareciera incluso una bendición el que así sea por efecto de una buena suma de tormentas y huracanes, la temporada de lluvias se ha prolongado en comparación con los tiempos normales, particularmente en Morelos.
Se han dado casos en los que comienza a llover a finales de junio y a mediados de septiembre ya no cae una sola gota, sobre todo en la parte central de la entidad, lo que es Xochitepec, la zona sur y poniente, ya que están más alejadas de la región boscosa del norte de la capital.
Las pérdidas en el sector campesino, en lo que toca a sembradíos de maíz, fríjol o sorgo, suelen ser cuantiosas bajo esas circunstancias. Hoy quienes están felices son los productores y como que ya era hora de que por lo menos los fenómenos naturales les hicieran justicia, ya que siempre suelen ser los grandes perdedores de los desastres.
Morelos es un estado privilegiado en lo referente a la riqueza natural, a pesar del enorme daño que ha sufrido en su territorio por la “siembra” indiscriminada de casas, se resiste a perder sus bondades y en lo que toca a la disponibilidad de agua, tampoco es distinto.
Claro, padece hoy día el fenómeno de la contaminación a sus más altos índices, pero con todo y eso, hay vital líquido para lo más indispensable, aunque lo malo es que tampoco existe una cultura del cuidado del agua, el desperdicio es otro factor que algún día nos va a pesar.
Ya hay muchos espacios donde se comienza a padecer la insuficiencia, buena parte de la zona oriente, en particular municipios como Jantetelco, Jonacatepec o Tepalcingo, ahí existen decretos de veda por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) porque los mantos están llegando al agotamiento.
El titular de la Comisión Estatal del Agua (CEA) Juan Carlos Valencia Vargas considera que la vía mediante la cual se puede eficientar más el agua en esa región, es mejorando la infraestructura, o sea encasquillando los canales de riego, que tienen toda clase de fugas, y racionando el recurso a los campesinos.
El asunto es que el costo de todo eso no es poco y en las condiciones económicas y de restricción presupuestal que vienen, se hace más difícil. No se nos da pues la cultura de la conservación y por eso tenemos que sufrirla más. Ante todo eso, reiteramos, la extensión de la caída de lluvias es sin lugar a dudas de alto beneficio.
Aún en esos lugares donde la escasez es visible, no tienen actualmente problema alguna en cuestión de disponibilidad del vital líquido y la necesidad de irrigar será mucho menor, porque con el descenso de la temporada –viene la época de frío- la humedad se mantiene igualmente por más tiempo, así que para el sector rural esto ha sido extraordinario, aunque las áreas urbanas deban pagar la factura.