Desde que andamos en el ejercicio periodístico jamás habíamos visto a un contralor tan gris como el actual. José Enrique Félix Iñesta y Monmany –empezando por su nombre, ya es un problema- es un personaje que parece haber llegado a esa posición a vacacionar, poco o casi nada se sabe de su desempeño.
Igual y desde nuestra perspectiva no le vemos razón de ser, pero esta visión comienza a empatar con algunos secretarios de despacho que tampoco le dan mayor trascendencia a su “trabajo”. Y es que, seguramente con la intención de no meterse en problemas, se rehúsa a dar información a cualquier medio respecto a actividades de su competencia, violando con ello el derecho a la información.
Porque nos referimos a un “servidor público” que cobra con cargo al erario, que ejerce un presupuesto anual y que está obligado a mostrar el desarrollo de programas en la materia, sin embargo, se niega bajo cualquier excusa y así se la ha llevado, de a muertito más de tres años.
Un miembro del gabinete comentaba en corto con el reportero que sí se antoja extraño su comportamiento, sobre todo porque al interior de la administración esa dependencia, independientemente de auditar, tiene el compromiso de buscar regular el buen comportamiento de quienes están al frente de las secretarías, es una forma de inhibir los actos de corrupción.
No entendemos cómo es que el personaje ha logrado sobrevivir la mitad del sexenio, debe tener un buen “padrino”, porque de otra manera ya estaría en la calle, o a menos que su papel sea precisamente lo contrario, maquillar las cosas en lugar de contribuir a la política de transparencia promovida por el gobernador Graco Ramírez.
Reiteramos, como que Iñesta vino a pasarla bien, parece tener beca, ojalá que ya no sea por mucho tiempo, la sociedad tiene todo el derecho de saber cómo se gasta la lana, si en efecto cuida el buen ejercicio de los dineros de los morelenses o es un cargo de decoración, porque es francamente ofensivo. Simplemente le dice que no le puede contestar pregunta alguna y que le haga como quiera. Porque tampoco es muy sensible que digamos.
¿Y qué decir de Loredo Méndez?
Pero si la Contraloría General de Gobierno no tiene pies ni cabeza, la Unidad de Auditoría y Fiscalización, dependiente del Congreso local, no canta mal las rancheras, su titular, José Vicente Loredo Méndez, ni en una segunda comparecencia logró dejar contentos a sus “30 jefes”, los diputados.
El señor simplemente no ha querido mostrarles cabalmente los resultados de la auditoría al crédito de 2806 millones de pesos autorizados hace dos años al Poder Ejecutivo. Y eso de que son sus patrones es un decir, porque se observa que obedece a intereses ajenos.
Sale con que sólo se revisó el equivalente a poco más de los mil 600 millones y la interrogante sería ¿y qué pasó con los más de mil 200 millones de pesos restantes?. Porque como responsable de dicho organismo tiene la obligación de aclararlo todo.
Lo anterior ya lo veíamos venir, el señor llegó mediante la influencia de la hoy diputada federal, Lucía Meza Guzmán, era de sus “achichincles” y decidió dejarlo en esa nada despreciable posición, pero seguramente con instrucciones precisas a cumplir.
Y la verdad es que debió aflojar un poco, porque tras su negativa, en el primer encuentro con los legisladores, a darles datos de la auditoría, le advirtieron que irían por su cabeza, de otra manera no lo hubiera hecho, pero tampoco ahora les aclaró todas las dudas.
Lo malo es que tampoco esta legislatura, en su mayoría, viene a cambiar o corregir las cosas, como que lanzan la advertencia para ver qué sacan y si consiguen los objetivos, dan marcha atrás. Al final de su comparecencia los reporteros lo esperaban para cuestionarlo.
No fue posible porque los propios diputados lo evitaron, sacándolo del recinto por la parte trasera como la “chacha”, y eso indica que lo permiten todo. Sin embargo, todo ello se antoja desafortunado a ojos del ciudadano y le permite darse una idea de cuán pervertidas están las instituciones y los poderes.
Desde luego que acciones como ésta en nada abonan a la recuperación de la confianza, que ya anda por los suelos, pero que por lo visto no acaba de tocar fondo. Igual y existen motivos por los que Loredo Méndez no pudo ofrecer con claridad una respuesta, pero entonces debería explicarlo, de otra manera sólo da rienda suelta a las especulaciones.
Y como consecuencia arrastró a otros al conflicto porque frente a sus imprecisiones los representantes populares advirtieron que llamarán a comparecer a la titular de Hacienda, Adriana Flores Garza, porque no pudo con el paquete el famoso auditor.
Para acabar pronto, entre Loredo e Iñesta no se hace uno, ambos andan de cabeza y disque son los encargados de garantizar la transparencia en buena parte de la administración pública y de poderes, simplemente no es admisible por donde se le quiera ver.
Pero, reiteramos, todo lo anterior se pronosticaba porque forma parte de un grupo de políticos con intereses comunes y se ve que no se desprende de ellos. Se llegó a decir que quien quedara al frente del organismo de auditoría debería ser un profesional con cierta independencia o autonomía de los poderes para defender los intereses sociales, era mucho soñar, las mafias continúan haciendo de las suyas porque en medio de todo eso se controlan muchas cosas. Seguimos siendo objeto de toda clase de engaños, no cabe la menor duda.