La elección en proceso está siendo muy diferente a las anteriores; en esta ocasión, la presencia de candidatos independientes y ciudadanos que aparecerán en las boletas electorales multiplicará las opciones para el elector, pero seguramente que llevará incluso a confusiones y sobre todo a un mayor tiempo por votante en las casillas.
Lo anterior se traduciría en un menor número de sufragios por casilla el día de la votación y entonces también habría impacto en el porcentaje del censo que participe, a fin de elegir a sus autoridades y representantes populares, desde la presidencia de la República, hasta los alcaldes y legisladores locales.
Se debe estar trabajando sobre algún diseño a fin de reducir el tiempo por votante, para poder dar facilidades a todos los que quieran hacerlo, de otra manera, por ausencia de espacio muchos estarían quedando fuera de cumplir con un deber ciudadano, aunque también y con todo lo anterior, es la abstención la que podría crecer.
Pero siendo sinceros, como que la aparición de las candidaturas sin partido le ha venido restando seriedad a la elección, porque muchos personajes, sin contar con carrera política, experiencia administrativa o tener por lo menos algo de liderazgo entre la sociedad, se viene registrando para participar en alguno de tantos cargos de elección.
Claro, la Constitución concede ese derecho en su calidad de ciudadanos mexicanos, pero a lo mejor todo esto lo único que puede provocar es más empobrecimiento de las estructuras gubernamentales, ya en sí devaluadas y repudiadas por la mayoría popular, porque en mucho, los que alcanzan el sueño, llegan a hacer de las suyas, no propiamente a trabajar por el pueblo.
Se sigue insistiendo en que todo lo anterior es producto de una estrategia de los grupos y partidos que controlan el poder en México: que la finalidad es dividir y pulverizar al máximo el voto, a fin de garantizar una cantidad suficiente de triunfos y evitar el riesgo de ser desplazados.
Ello, pensando en que a diferencia de esos independientes, disponen de estructuras territoriales, dinero y poder, que conjuntamente dan ventajas enormes de manipulación, compra de conciencias y hasta presiones para que se sufrague por tal o cual color.
Como quiera que sea, ciertamente que además de tratarse de una contienda presidencial, que trae candidaturas adicionales a las justas intermedias, como son la presidencia de la república y los senadores, ahora pueden ser decenas de personajes más que vendrán en las papeletas y eso será incluso un problema.
Podría pensarse que estamos abonando en la democracia y el ejercicio de nuestras libertades al permitirse la inclusión de tantos aspirantes, con o sin partido, sin embargo, pudiera ser todo lo contrario, porque primeramente, hay una decena de partidos políticos que parecieran no tener razón de existir.
Fácilmente se pudiera hacer una clasificación de tendencias y preferencias partidistas en tres grandes corrientes: derecha, centro e izquierda. Por lo tanto, habría que pensar en tres partidos, no más. Pero acá podemos encontrar dos o tres institutos de derecha, otro número similar del centro y los demás de izquierda.
Veamos lo que ocurre en algunos países considerados avanzados y en los que priva una mayor civilidad político electoral. En las naciones europeas no encontraremos más de dos o tres instituciones de carácter electoral y en Estados Unidos hay dos: los demócratas y los republicanos, con eso basta, para qué tanta farsa.
Pero al paso de los años, en México esas instituciones se convirtieron en una forma de vivir para quienes las controlan; son un negocio, no abonan en la democracia. Más aún, ya poco se podría hablar de militancia, más bien se trata de afiliaciones y muy temporales, que pueden ser sólo durante un proceso e incluso menos, porque hay casos en los que a medio camino, muchos salen de un partido para sumarse al otro.
No sólo eso, sino que simulan apoyar a algún color, pero trabajan y votan por otro, si es que a la hora de decidir ven por donde va la jugada y más si se les ofrece algo a cambio. La ideología ha pasado a segundo o tercer término, lo estamos viendo en estos momentos.
Los que dicen profesar un pensamiento y teoría partidista de derecha se suman a los de izquierda, que en la práctica serían agua y aceite. Pero todo ello exhibe las verdaderas intenciones de quienes llegan a ese tipo de acuerdos; han perdido la pasión de sus colores y sólo quieren acceder al ejercicio del poder público para resolver necesidades propias, de familia o de grupo, no de los gobernados.
Esas incongruencias ideológicas y sobre todo la existencia de toda clase de partidos que difícilmente logran mantener el registro, nos cuesta a los mexicanos mucho dinero. En tiempo de elecciones el derroche no tiene límites, pero en condiciones normales, todos ellos reciben prerrogativas del Instituto Nacional Electoral (INE) a partir de los impuestos que como contribuyentes pagamos a las arcas públicas.
Somos nosotros los que los mantenemos, pero cuando se decide hacer modificaciones a la ley para ampliar la lista de esos institutos, jamás se nos consulta. Las decisiones son unilaterales y en función de los intereses que en las cúpulas se tienen; todo esto se antoja un cochinero.
Pero ahí vamos ya comenzando a ser atrapados por toda clase de imágenes, mensajes, discursos, promesas de aquellos que van por otro cargo político y que seguramente, en su absoluta mayoría, han basado su modus vivendi en el presupuesto y erario público.
Hay políticos regulares, malos y pésimos; porque hablar de buenos es cosa del pasado; la vocación de servicio por los demás se acabó hace algunas décadas. En ese mismo nivel se fue disminuyendo el trabajo y esfuerzo por abonar en la evolución y mejora continua de nuestros pueblos y comunidades que viven en el abandono y la miseria, porque el dinero no alcanza para mantener a una sarta de vividores con ambiciones sin límite.
Unos cuantos tienen en exceso y sin merecerlo, porque no han realizado nada como para ello y el resto de la muchedumbre no tiene nada y aún así le siguen quitando más, hasta que lo empujan a tomar decisiones de desesperación en busca de resolver sus necesidades y por lo que se puede apreciar, en lo sucesivo no será diferente.