Confiando en que el alto grado de enojo que priva entre el electorado contra los partidos políticos ofrece condiciones para buscar cargos de representación popular por la vía independiente, se aprecia que cerca de 15 personajes ya trabajan en ese sentido y algunos parecieran estar recogiendo buenos dividendos.
Es en Cuernavaca y su zona conurbada donde más interesados hay en ir por una candidatura de perfil ciudadano, sobre todo en lo que toca a los distritos locales, porque como que a los ayuntamientos hay menos, pero también aparecerán contendientes en la lucha por los distritos federales.
En la capital y buscando la alcaldía, van varios, como el ex procurador José Luis Urióstegui Salgado y quien fuera funcionario con Jorge Carrillo Olea, Ariosto Genel; buscando el distrito federal número uno, el empresario de Jardines de México, Daniel Altafi, y muchos otros que ya andan recabando firmas, que es una condición del Instituto Nacional Electoral (INE) para poder aceptarles su registro.
No está descartado que en ése terreno se presenten algunas sorpresas, porque reiteramos, en verdad hay una profunda decepción social en contra de los partidos políticos por el mal desempeño de sus cuadros y más en éstos momentos ya próximos a la elección.
Pero en lo general si va a ser bastante pesado para la mayoría de quienes van sin partido poder sobreponerse a desventajas claras frente a aquellos que vienen cobijados por las siglas de alguno de los institutos político electorales, sobre todo en lo tocante al dinero para financiar sus campañas.
Bueno, Altafi decía que mientras a él las instituciones electorales sólo le ayudarán con 100 mil pesos, a quienes vienen amparados en esas plataformas se les dará mínimamente un millón de pesos. Pero los partidos disponen además de estructuras que van acompañando los trabajos de sus fórmulas, mientras que los independientes todo lo tendrán que hacer a título individual y con la voluntad solidaria de los propios ciudadanos.
Unos van confiados en que el dinero y las brigadas de partido los harán ganar, los otros tienen la esperanza de que en ésta ocasión el electorado no se deje manipular tan fácilmente y descargue toda su ira y el coraje que trae contra instituciones gubernamentales y electorales, sufragando por quienes no traen color alguno.
Altafi sostuvo que él ya cumplió con dos requisitos del INE para tal efecto, al alcanzar casi nueve mil firmas, más de las cerca de seis mil requeridas, así como la firma del 70 por ciento de las secciones que conforman el distrito electoral federal número uno. Si eso es verdad, pues entonces pudiera hacer la chica.
Parece que es el primer independiente en lograr esa meta, los demás andan acaso en el 50 por ciento, no obstante, el que la ciudadanía venga dándoles su confianza anticipadamente es indicio de que más de un independiente será competitivo a la hora de la verdad.
Se antoja que será menos complicado ganar algún espacio menor, como alcaldías, legislaturas locales o alguna federal, pero no tanto las senadurías o la gubernatura, que contemplan el territorio completo de Morelos. No obstante eso, hay apuntados para la grande.
Y es que en lo que corresponde a esas candidaturas, hay intereses superiores de cada uno de los partidos con alcance nacional. Por eso las candidaturas al Senado de la República y a las gubernaturas vienen palomeadas desde arriba. Pelear con esos monstruos no es cosa fácil, aunque tenemos el antecedente con Jaime Rodríguez el “bronco”, que ganó el gobierno de Nuevo León por la vía independiente.
Aquí en Morelos no se ven muchas posibilidades de que alguien con ese perfil repita la hazaña, porque ahí sí se demanda de una auténtica fortuna para poder hacer una campaña más o menos competitiva. Algo así como 300 millones de pesos o más, que un particular pudiera tenerlos, pero como que tampoco sería prudente arriesgarlos.
La presencia de candidatos sin partido, así como el mayor número de aspirantes presidenciales, presentará hasta un conflicto para el elector; los tiempos calculados para depositar cada voto se ampliarán, limitando la abundancia de los mismos y también se presentará una pulverización del sufragio, al que algunos grupos de poder parecen apostarle.
Y es precisamente lo referente al financiamiento de campañas lo que genera preocupación a nivel de instituciones electorales y de la propia sociedad. De algún lado tendrán que lograr apoyos y en estos tiempos de tanta confusión, delincuencia y capitales de dudosa procedencia, por lo que se abriga el temor de que algunos candidatos caigan en la tentación de dejarse ayudar.
No es cosa novedosa, por los antecedentes que en esa materia se tienen ya aquí mismo en Morelos. En elecciones anteriores mucho se habló de que recursos procedentes de la delincuencia organizada participaron en el financiamiento del proceso electoral a favor de diversos cuadros.
Hay sospechas fundadas, sobre todo en quienes actualmente ocupan cargos de representación social de la parte sur del estado, que llegaron con compromisos con la maña, a pesar de que traían apoyo de sus respectivos partidos políticos. Habría que imaginar a alguien sin dinero suficiente como para poder costear su campaña, igual y con mayor facilidad acepta la ayuda.
Hay reglas en materia de transparencia que intentan evitarlo, pero no es sencillo impedir acuerdos que además, difícilmente dejan testimonio o pruebas: todas esas cosas suelen arreglarse en lo oscurito. Por todo eso es que sí es necesario que se mantenga en observación a los candidatos independientes, que en ese sentido son los más vulnerables.
Claro, hay quienes tienen solvencia económica como para cubrir las necesidades, ayudándose en familiares y amigos, pero seguramente que más de uno enfrentará dificultades por su estatus económico y a ellos hay que estarlos vigilando de cerca.
Pero lo decíamos, quienes ya traen malas compañías, no importa si disponen de una plataforma partidista que se hace cargo de los trabajos de proselitismo. La delincuencia sigue muy arraigada en el estado con base en esas complicidades. Se han estado adueñando de posiciones en el Congreso local y en los ayuntamientos a partir de compromisos realizados en las campañas y cuyas facturas de protección las cobran bastante caras, tanto que siguen costando vidas.