Las candidaturas ciudadanas parecían, en su oportunidad, representar una verdadera opción para los electores y sobre todo un contrapeso a los candidatos de partidos, sin embargo, ya inmersos en el proceso de campaña hacia la elección del 2018, las valoraciones y análisis al respecto anticipan poca efectividad de esa estrategia.
Por lo menos hasta este momento, a quien se le dan mayores posibilidades de crecer un poco es a Margarita Zavala, la esposa del ex presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa, pero las encuestas la colocan con una tendencia apenas por encima de los 10 puntos porcentuales, que dista mucho de lo que requerirá una fórmula para poder pensar en cosas mayores.
Ella, como usted lo sabe, acaba de anunciar su separación del Partido Acción Nacional (PAN), lo que a juicio de algunos analistas, podría restarle tendencias al Frente Amplio Opositor integrado por los panistas, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC).
Otro que también se está apuntado para contender por la vía independiente es el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco”, pero con menos peso que la propia Margarita, aunque él ya tuvo éxito a partir de un proyecto en ese sentido, ganando la gubernatura de su entidad.
Y siguen algunos otros, como Armando Ríos Pitter, ex perredista, economista y abogado; o el periodista Pedro Ferris de Con, todos ellos dicen que van en busca de la presidencia de la república, sólo que de hacerlo, será en condiciones de mucha desventaja porque no dispondrán de una estructura de partido como los demás.
Tampoco serán apoyados en el mismo nivel que quienes sí tienen esas plataformas y sobre todo se enfrentarán a abanderados que llevan además ventajas adicionales, porque disponen de “padrinos” muy bien colocados en las esferas del ejercicio del poder público y todo eso cuenta a la hora de la verdad.
Por diversas razones, se advierte que será por lo tanto muy difícil que los independientes o candidatos ciudadanos logren ser competitivos ante los aspirantes de partido, pero lo que se agrega es que sí influirán en la dispersión del sufragio ciudadano, restándole votos a fórmulas que hoy muestran tendencias altamente positivas.
Se continúa insistiendo en que la mayoría de los que buscan contender por esa modalidad diferente, atienden a intereses de grupos poderosos de poder que se sienten amenazados, particularmente por el proyecto que impulsa Andrés Manuel López Obrador y no se antoja nada descabellada esa corriente de opinión.
La elección de autoridades y representantes populares en México es costosísima; si bien en esta ocasión estarían los partidos dispuestos a prescindir de las prerrogativas que el Instituto Nacional Electoral (INE) les tiene reservadas para la justa del año que viene, a fin de apoyar la recuperación de desastres provocados por el terremoto, una vez superado este asunto, volverán a ser los ciudadanos los que financien todos esos costos y derroche.
Es un desperdicio tener que mantener más de una decena de partidos, buena parte de ellos con la misma tendencia ideológica, cuando lo prudente sería que acaso dispusiéramos de tres opciones como en otros países; a saber, derecha, centro e izquierda, con eso se cubre todas las militancias.
Y en lo que se refiere a Morelos, en esto de los candidatos independientes, se ven menos figuras en la contienda; como que en su momento sí había quienes ya se promocionaban con esa intención, pero ahora que se está llegando el momento, algunos comenzaron a recular.
Ya lo decíamos, hacer política a la mexicana es salir a la calle cual Santa Claus, a repartir dinero, artículos de promoción electoral, despensas y a hacer compromisos de largo y mediano plazo a favor de los electores, porque si no es así, nadie les hará caso y de ahí que se tenga que pensar mucho antes de entrarle a la pelea.
Un dirigente de una cámara de comercio solicitaba orientación y sugerencias al respecto, porque venía siendo propuesto para buscar una diputación local o federal por la vía ciudadana y al final aceptó que tendría que vender su auto, empeñar su casa y pedir cooperación a los amigos para armar el proyecto en forma, así que sin mayores resistencias, decidió cancelar la oferta.
La sociedad está decepcionada de los partidos políticos y de la mayoría de sus “cuadros distinguidos”, porque la han timado por décadas; sin embargo las normas y las leyes en política están armadas de tal manera que no hay forma de escapar de sus redes y si bien se han aprobado las candidaturas ciudadanas, en torno de sí se cuidó el colocar toda clase de candados para que aquellos que quieran contender por ese camino no lleguen a nada.
El monopolio en el ejercicio del poder le sigue perteneciendo a los partidos; éstos llegan a un enfrentamiento discursivo extremo, pero una vez superadas las elecciones, se sientan en la misma mesa, se distribuyen los espacios, de acuerdo al peso de cada partido o candidato y todos contentos.
La democracia continúa siendo un concepto ficticio en la práctica, la absoluta mayoría de los votos con los que llega a ganar un político no son espontáneos, han sido inducidos cuidadosamente a partir de mecanismos perversos y acciones hasta vergonzantes de las que somos copartícipes todos por seguir permitiéndolo.
Cada quien busca sus intereses, incluyendo a los que van sin partido; lo más sensato sería que por lo menos, todos ésos que dicen ir por la candidatura presidencial en esa modalidad, hicieran un acuerdo; desarrollaran una encuesta y aquél que saliera mejor posicionado fuera ungido como el abanderado de todos; a lo mejor de esa manera pudieran construir un frente electoral más fuerte y con serias posibilidades de ganar, sólo que nadie quiere dar su brazo a torcer.
Ya incluso estamos en tiempos de registro, en unos días más harán lo propio los primeros que desean verse en las boletas electorales del 2018 y ello muestra que entramos en una coyuntura bastante complicada, porque el escaso presupuesto que existe irá para atender esos asuntos que en nada benefician a la población y más ahora con lo que hay que dedicarle al desastre del terremoto, que de acuerdo a las primeras cifras, sólo para reconstruir escuelas se requerirán unos 20 mil millones de pesos.