El campo dejó de ser prioridad para los gobiernos desde hace muchos años; quizás el régimen federal que más apoyó a ese sector fue el de Lázaro Cárdenas del Río, de ahí que siga siendo una figura aún venerada por los productores agrícolas.
Despúes se le fue apostando a la industria, que desde luego es una actividad indispensable, sobre todo en éste mundo moderno, pero de todos modos, había que mantener el estímulo a otros rubros como el inicialmente señalado, porque es ahí a donde se tendrían que canalizan miles de millones de pesos a fin de abastecer las necesidades del mercado nacional, pero no es así.
La mayor parte de las actividades del campo enfrentan serias dificultades, algunas andan con problemas de sobrevivencia y es por eso que los campesinos, al igual que muchas especies vegetales y animales, se encuentran en extinción, pues las nuevas generaciones ya le perdieron el amor a ese trabajo.
Es muy duro lograr buenos dividendos, ni siquiera dependen de aplicar los insumos y fertilizantes correctos, o conocer el oficio: el rendimiento dependerá en buena medida, del temporal.
Si hay lluvia en exceso se pueden perder cosechas de cacahuate, jitomate o calabaza, por ejemplo, pero si hay escasez, entonces el maíz, frijol, sorgo y especies frutales, tampoco darán mucho.
Ahora bien, si a todo lo anterior le agrega usted que las autoridades mantienen una especie de desprecio hacia esos hombres del campo, pues el cuadro es más severo. Lamentablemente tampoco lo es todo, veíamos cómo se viene haciendo un llamado a consumir el arroz Morelos, ante la presencia de un producto chino que está presente en el mercado, de pésima calidad, pero que genera competencia y pérdida.
Eso es simplemente criminal e imperdonable, muestra de la corrupción y evidencia de que las normas y leyes en la materia son de decoración, que no se aplican y con unos cuantos pesos se pueden introducir al país mercancías de cuarta que provocan daños irreversibles a la economía nacional, pero muy específicamente, a la de quienes se dedican a producir alimentos.
El régimen exhibe debilidades por todos lados. Por una parte no invierte lo suficiente como para mejorar los índices de producción mediante nuevos sistemas de riego, tecnologías actuales y de menos costo, maquinaria para abaratar los procesos y todo aquello que lleva a una mejora integral, pero del otro lado, permite cualquier atrocidad como el contrabando, por eso vemos atascados los mercados de productos y objetos chatarra que por lo mismo son baratos y que significan una sangría al desarrollo mexicano.
Los chinos son los que dominan la penetración de mercancías de pésima calidad y en buena parte del mundo, pero México seguramente ocupa uno de los primeros sitios en lo que toca a la invasión, permitida, desde luego.
Desde aquellos confines de la Tierra, sólo hay dos maneras de ingresar mercancías a nuestro territorio, por aire y por mar, ya que se tiene que superar el océano, pero se entiende que para impedirlo, disponemos de toda una estructura oficial, de aduanas que todo lo checan y vigilan, que para tal efecto, existe un presupuesto millonario a fin de pagar infraestructura, instalaciones, equipo y “servidores públicos”, que por lo visto, no cumplen con sus responsabilidades y por el contrario, aprovechan sus cargos para obtener ganancias ilícitas.
Pero hay una escala y niveles en esas instancias para evitar esas cosas penosas y si tampoco se impide, pues significa necesariamente que hay "pase de corriente" hacia arriba, dando fe de la descomposición que vivimos en casi todas las áreas gubernamentales.
Se pierde el honor, el respeto, la honestidad y todos los valores que hacen posible el cumplimiento del Estado de Derecho y eso se reproduce prácticamente en todas las actividades de competencia oficial. Los ciudadanos vivimos de milagro, somos rehenes de los gobernantes y es el ingenio lo que los lleva a superar obstáculos y a mantenerse de pie.
Hay razones más que sobradas para el hartazgo y el repudio contra toda clase de representaciones populares, ya que se han perdido los equilibrios y contrapesos. Los poderes, que fueron diseñados para mantener una observancia mutua cuyo principal fin es evitar malas acciones, acaban en componenda y complicidad, porque de esa manera se saben impunes.
En verdad que México ha venido perdiendo posiciones de competitividad y de excelencia frente al contexto internacional por el comportamiento deshonesto de sus gobernantes. La mayoría de los países de Centro y Sudamérica nos veían hasta hace unas décadas como una de las naciones gigantes, generadora de oportunidades y con un muy buen nivel de vida para la mayoría de sus habitantes, en comparación con aquellos territorios.
En estos momentos cualquiera nos da las buenas y las malas, bueno, hasta en el deporte nos siguen dando la vuelta, porque el retroceso social se refleja en todos los ámbitos y esa actividad tampoco escapa del deterioro, lo triste es que seguimos sin apreciar alguna actitud de mejora en ese sentido.
Morelos siempre ha tenido el problema de la competencia desleal en muchos sentidos, esos productos conocidos como “fayuca” no son otra cosa que presencia del contrabando, lo mismo que alimentos como el arroz, que vuelve a ser tema de las mismas autoridades federales, cuando ellas son las que deberían impedir su llegada ilegal a los centros de consumo popular.
Somos un claro ejemplo de la depredación y afectación al campo, la ausencia de políticas reales de apoyo a la actividad campesina ha llevado a los productores a poner a la venta lo poco que les queda de territorio cultivable, simplemente no es rentable, de ello no se puede vivir con dignidad y se ven obligados a malbaratar sus parcelas, así cuenten con agua de riego.
Sólo quedan algunos espacios hacia las regiones sur poniente y oriente de la entidad, porque se ubican a cierta distancia de las zonas urbanas intensas, que todo lo contaminan y destruyen. Lo que avanza es la selva de asfalto, aunque miles de casas y residencias estén abandonadas.