Al respecto, fue el rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), Alejandro Vera Jiménez quien se convirtió en la figura de lo que se conoció como Frente Amplio Morelense (FAM), que atrajo el apoyo de ciertas corrientes del sistema de transporte público, organizaciones no gubernamentales y grupos de perfil ciudadano.
Cada quien se quejaba de una serie de problemas: la máxima casa de estudios, de un problema financiero que amenazaba con el estallido de huelga de sus sindicatos, los prestadores del servicio del transporte, de la introducción del Morebús y todo aquello relacionado con las fosas de Tetelcingo o Jojutla.
Lo anterior venía acompañado de malestar en el ayuntamiento capitalino e incluso, de la propia Iglesia católica que eventualmente promueve protestas públicas. La lucha de tales frentes, que se prolongó por algunos meses, sólo alimentó la desconfianza y abonó en el encono popular hacia dichas acciones.
Quienes fueron protagonistas, ya fuera de un lado o de otro, debieron aprender que de aquello no hubo ganador alguno, todos perdieron imagen, unos más, otros menos, pero de ninguna manera se vieron beneficiados en algo y muy en especial, llevaron al estado casi al borde de la confrontación, entendida ésta como un obstáculo para cualquier fin de progreso y desarrollo.
Hacemos mención del tema porque, reiteramos, volvemos a apreciar indicios de que tales problemas pudieran volver con la misma intensidad, llevándonos a la conclusión de que dichas figuras no aprendieron de las malas experiencias y pareciera que van a la repetición del mismo error.
Mucho de lo que el gobernado opina de sus autoridades se basa en la percepción a veces surgida de ese tipo de confrontaciones, porque sólo abundan en descalificaciones mutuas que exhiben toda clase de actos de deshonestidad.
La cercanía en el arranque del proceso electoral para la justa del 2018 con toda seguridad llevará al choque de intereses de partidos, grupos políticos e instituciones públicas, porque a falta de propuestas congruentes y positivas, aquellos que aspiran a cargos de elección popular basan su avance en la denostación y la agresión a los posibles opositores.
Sin embargo, lo más prudente por ahora es que se respeten los tiempos, todavía nos quedan unos meses para el banderazo de salida del proceso hacia el año entrante y hay que aprovecharlos desarrollando cada quien sus actividades y responsabilidades en calma y con la cabeza fría.
Morelos necesita mejores resultados en todos sus espacios y la disponibilidad de recursos es insuficiente como para responder a esos reclamos. Todas esas riñas representan un derroche inútil de dinero, son sumas alarmantes las que se destinan a campañas de desprestigio entre personajes de la política y que, bien invertidos, ayudarían bastante para mejorar nuestras condiciones de vida.
Por lo tanto, lo más prudente es continuar apostándole a la civilidad, el respeto mutuo y la decencia.
Ya cuando vengan las campañas electorales igual y se echa mano de todo aquello que pueda ser útil a los intereses y ambiciones futuristas de muchos, pero por el momento se tienen que mantener las armas almacenadas, aún no son los tiempos de guerra.
En efecto, los procesos de elección en México sólo han servido para que los mexicanos nos demos cuenta de lo que muchas veces se da en el ejercicio del poder en todos sus niveles.
El resultado es evidente, hemos perdido toda credibilidad en muchas figuras públicas de cualquier bando, incluso los consideramos culpables de nuestras calamidades, de que cada vez sean más los que viven en la pobreza y miseria.
Por todo lo anterior, es que hacemos un llamado a la prudencia y al orden, no será en la batalla campal como salgamos mejor librados de la grave situación que padecemos como sociedad, está probado que la unidad y la suma de esfuerzos es lo que lleva a los pueblos a mejores condiciones de paz, armonía y crecimiento.
México y Morelos son espacios privilegiados en muchos aspectos, la riqueza y abundancia de lo natural es seguramente objeto de envidia de muchos otros confines de la Tierra, pero la población en general de ello poco se ha beneficiado.
De ahí que la sana convivencia sea el camino más seguro para mantener por lo menos el ritmo en la búsqueda de soluciones y oportunidades. Y como hacíamos referencia, es increíble el grado de fuerza y voluntad para superar obstáculos, de la mayoría de los ciudadanos, hasta hace poco, también quizás con información poco precisa, se nos hacía ver que el futuro se nos estaba cerrando.
La caída del precio del petróleo, la pérdida en la paridad del peso frente al dólar, las reformas estructurales y para acabarla de amolar, la llegada a la Casa Blanca, en el vecino país, de Donald Trump. Con todo eso, parecía que un buen día ya no habría amanecer para los mexicanos.
Pero seguimos de pie y en este momento, hasta con algo de buen ánimo, tanto, que el tal Trump ha empezado a darse de topes y a retroceder en algunos de sus propósitos malsanos contra nosotros. El colmo es que los obstáculos más fuertes de vencer los creamos nosotros mismos. Como que somos proclives a la mala vida, cuando contamos con todo como para vivir mucho mejor que otros países.