A 25 años de que se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, México tiene una Ley General para la Protección de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, que permitirá -esperemos- la creación de un Sistema Nacional de Protección Integral para la Niñez y la Adolescencia, y así velar por los derechos de más de 40 millones de niños, niñas y adolescentes en nuestro país.
Los derechos de la infancia son reconocidos a nivel mundial en la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989. Es la primera ley internacional que establece que todas las niñas, niños y adolescentes en el mundo tienen derechos y que su cumplimiento es obligatorio para todos los países firmantes; México la ratificó en septiembre de 1990.
Es el tratado de derechos humanos más ratificado en la historia y el instrumento más poderoso con el que cuenta la comunidad internacional para promover y proteger los derechos de la infancia y la adolescencia. Aunque celebremos los avances en favor de la infancia, debemos también renovar el compromiso de beneficiar a los millones de niños que todavía no disfrutan plenamente de sus derechos.
Al establecer la Convención sobre los Derechos del Niño, la comunidad internacional reconoció que los niños son personas con derechos que se deben respetar, al igual que los de los adultos; el documento se basa en cuatro principios fundamentales:
1.- La no discriminación o universalidad (Artículo 2): Todos los niños y las niñas tienen derechos, sin importar la raza; el color; el género; el idioma; la religión; las opiniones políticas o de otra índole; el origen nacional, étnico o social; la riqueza; las discapacidades; y las condiciones del nacimiento, entre otras. 2.- El interés superior del niño (Artículo 3): El interés superior de los niños y las niñas debe ser una consideración primordial en todas las decisiones que los afecten. 3.- El derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo (Artículo 6): Todos los niños y las niñas tienen derecho a la vida, a sobrevivir y a lograr su pleno desarrollo físico, mental, espiritual, moral, psicológico y social. 4.- El respeto por las opiniones del niño (Artículo 12): Los niños y las niñas tienen derecho a expresarse libremente sobre los temas que los afectan y a que sus opiniones se tomen con seriedad.
En México el Decreto por el que se expide la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y se reforman diversas disposiciones de la Ley General de Prestación de Servicios para la Atención, Cuidado y Desarrollo Integral Infantil, se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el pasado cuatro de diciembre y entró en vigor al día siguiente de dicha publicación.
En el artículo cinco de la ley en comento se indica que “son niñas y niños los menores de doce años, y adolescentes las personas de entre doce años cumplidos y menos de dieciocho años de edad. Cuando exista la duda de si se trata de una persona mayor de dieciocho años de edad, se presumirá que es adolescente. Cuando exista la duda de si se trata de una persona mayor o menor de doce años, se presumirá que es niña o niño”.
La Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes destaca que para garantizar la protección de sus derechos, las autoridades realizarán las acciones y tomarán medidas, de conformidad con los principios establecidos, considerando el interés superior de la niñez de manera primordial en la toma de decisiones sobre una cuestión debatida que involucre niñas, niños y adolescentes.
Es decir, “cuando se presenten diferentes interpretaciones, se elegirá la que satisfaga de manera más efectiva este principio rector. Cuando se tome una decisión que afecte a niñas, niños o adolescentes, en lo individual o colectivo, se deberán evaluar y ponderar las posibles repercusiones a fin de salvaguardar su interés superior y sus garantías procesales”.
En el artículo seis se señalan como principios rectores los siguientes: el interés superior de la niñez; la universalidad, interdependencia, indivisibilidad, progresividad e integralidad de los derechos de niñas, niños y adolescentes, conforme a lo dispuesto en los artículos 1o. y 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos así como en los tratados internacionales.
También la igualdad sustantiva; la no discriminación; la inclusión; el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo; la participación; la interculturalidad; la corresponsabilidad de los miembros de la familia, la sociedad y las autoridades; la transversalidad en la legislación, políticas públicas, actividades administrativas, económicas y culturales; la autonomía progresiva; el principio pro persona; el acceso a una vida libre de violencia, y la accesibilidad.
El 12 de julio del 2013, en la sede de Naciones Unidas se celebró un foro juvenil en el que participó la niña pakistaní defensora del derecho a la educación, Malala Yousafzai, quien ese día cumplía 16 años; la menor alcanzó renombre mundial por el activismo en su país a favor del acceso de las niñas a la educación, y por el atentado que sufrió a manos del Talibán en octubre de 2012, por su defensa de esos principios.
Durante la sesión, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, felicitó a Malala y enfatizó que cincuenta y siete millones de niños no van a la escuela; también recordó las muertes recientes de estudiantes y maestros en las escuelas, e instó a los gobiernos del mundo a impedir la ocurrencia de esos actos: el ejemplo de Malala, subrayó, insta a todos los líderes mundiales a mantener sus promesas de invertir en los jóvenes y hacer de la educación un tema prioritario
Ésta es la transcripción de algunos extractos del discurso que Malala Yousafzai dio en las Naciones Unidas (ONU) en la fecha de su dieciseisavo cumpleaños, el “Día de Malala”:
“En el nombre de Dios, el más benéfico, el más piadoso.
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Hoy es un honor para mí estar hablando otra vez después de mucho tiempo. Estar aquí con gente tan honorable es un gran momento en mi vida y es un honor para mí que hoy llevo puesto un chal de la difunta Benazir Bhutto. No sé por dónde empezar mi discurso. No sé lo que la gente esté esperando que diga, pero en primer lugar le agradezco a Dios para quien todos somos iguales y gracias a cada persona que ha orado por mi rápida recuperación y una nueva vida.
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Queridos hermanos y hermanas, recuerden una cosa: El Día de Malala no es mi día. Hoy es el día de cada mujer, cada niño y cada niña que han levantado su voz por sus derechos. Hay cientos de activistas a favor de los derechos humanos y trabajadores sociales que no sólo están hablando de sus derechos, sino que están luchando para lograr su objetivo de Paz, Educación e Igualdad. Miles de personas han sido asesinadas por los terroristas y millones han resultado heridos. Yo sólo soy una de ellas. Así que aquí me presento. Así que aquí estoy, una niña, entre otras muchas.
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Queridos amigos, el 9 de octubre de 2012, los talibanes me dispararon en el lado izquierdo de la frente. También dispararon contra dos amigas mías. Ellos pensaron que las balas nos iban a silenciar, pero fracasaron. Y de ese silencio nacieron miles de voces. Los terroristas pensaron que iban a cambiar mis objetivos y obligarme a dejar mis ambiciones, pero nada ha cambiado en mi vida, excepto esto: la debilidad, el miedo y la desesperanza murieron para siempre. Nacieron la Fuerza, el Poder y el Coraje. Soy la misma Malala. Mis ambiciones son las mismas. Mis esperanzas son las mismas. Y mis sueños son los mismos. Queridos hermanos y hermanas, yo no estoy en contra de nadie. Tampoco estoy aquí para hablar en términos de venganza personal contra los talibanes o cualquier otro grupo terrorista. Estoy aquí para hablar del derecho a la educación para todos los niños. Quiero educación para los hijos e hijas de los talibanes y para los hijos de todos los terroristas y extremistas. Ni siquiera odio al talibán que me disparó. Incluso si tuviera un arma en la mano y estuviera de pie frente a mí, yo no le dispararía.
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Queridos hermanos y hermanas, nos damos cuenta de la importancia de la luz cuando vemos oscuridad. Nos damos cuenta de la importancia de nuestra voz cuando somos silenciados. De la misma manera, cuando estábamos en Swat, al norte de Pakistán, nos dimos cuenta de la importancia de las plumas y libros cuando vimos las armas. El sabio refrán "La pluma es más poderosa que la espada" es cierto. Los extremistas tienen miedo de libros y bolígrafos. El poder de la educación les da miedo. Esta es la razón por la cual mataron a 14 estudiantes inocentes en el reciente ataque en Quetta. Y es por ello que matan a maestras mujeres. Es por ello que estallan y arruinan escuelas todos los días, porque ellos estaban y están con miedo al cambio y miedo a la igualdad que nosotras traeremos a nuestra sociedad. Y recuerdo que había un chico en nuestra escuela a quien un periodista le preguntó "¿por qué los talibanes están en contra de la educación? Él respondió de manera muy simple a la vez que apuntaba hacia su libro, dijo: "un talibán no sabe lo que está escrito en el interior de este libro".
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Hacemos un llamamiento a todos los gobiernos para luchar contra el terrorismo y la violencia. Para proteger a los niños de la brutalidad y el daño.Hacemos un llamado a los países desarrollados para apoyar la expansión de oportunidades de educación para las niñas en un mundo en desarrollo.
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Continuaremos nuestro viaje hacia nuestro destino de paz y educación. Nadie nos puede parar. Vamos a hablar a favor de nuestros derechos y vamos a traer el cambio a nuestra voz. Creemos en el poder y la fuerza de nuestras palabras. Nuestras palabras pueden cambiar el mundo entero porque estamos todos juntos, unidos por la causa de la educación. Y si queremos lograr nuestro objetivo, entonces debemos fortalecernos a nosotros mismos con el arma del conocimiento y protegernos con la unidad y la fraternidad.
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Así que libremos una gloriosa lucha contra el analfabetismo, la pobreza y el terrorismo; levantemos nuestros libros y nuestros lápices, pues son las armas más poderosas. Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución. Educación primero. Gracias”.
Posteriormente, el 10 de diciembre pasado, Malala Yousafzai fue condecorada con el Premio Nobel de la Paz, en una ceremonia en la que también recibió dicha distinción el activista indio Kailash Satyarthi, de 60 años y a quien se le atribuye haber salvado a ochenta mil niños del trabajo en condiciones de esclavitud.
En el evento, el joven Adán Cortés irrumpió durante la entrega de los galardones, agitó una bandera de México en protesta por la desaparición de 43 estudiantes hace más de dos meses en Iguala, Guerrero, y habría dicho en inglés a la paquistaní: "Por favor Malala, habla sobre México".
Durante una conferencia de prensa el jueves siguiente al acto oficial, Malala expresó su simpatía con el mexicano e indicó que no tuvo nada de atemorizador. "Hay problemas en México (...), es verdaderamente importante que los niños hagan escuchar su voz", dijo.
Coincido plenamente, sobre todo cuando según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) en México hay más de 2.5 millones de niñas, niños y adolescentes trabajando; y de que en fecha reciente el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en México hizo un llamado urgente mediante un comunicado para que se tomen las medidas necesarias que permitan el regreso a clases de todos los niños en el estado de Guerrero, en un entorno seguro y apropiado: “la educación es un agente de cambio clave, capaz de romper el ciclo de la violencia, no sólo contra los niños y niñas, sino también entre los adultos”.